EL OTRO LIBRO

II: El Necronomicon

"Abre despacio y con cuidado, pues el Necronomicon ante ti se muestra..."

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-Visita a la biblioteca...como si no fuera lo suficientemente aburrido...–murmuró el conde Drake Bathory-Kereshtur mientras se sentaba en la sala de espera de la biblioteca pública de Tomoeda. Pasó una mano por su lacio y rubio cabello mientras cerraba los ojos y toda dimensión más allá de su mente era clausurada, buscando en cada estante, hasta que dio con un libro de tapas negras y cerrojos plateados. Sonrió y se reclinó contra el espaldar

-jejejejeje...ya está hecho... –vio como todos los demás ponían asiduamente atención, y volvió a bufar.– ¡mírenlos! ¡parecen un rebaño de sosos!!

Suspiró y sacó su cuaderno y un lápiz

-Como si refunfuñar causara un misterioso terremoto que le aplastara la cabeza al profesor y todos los demás se salvaran milagrosamente...–escribió un par de garabatos en la última hoja del cuaderno, y se levantó dirigiéndose a la sección de novelas de horror y misterio cuando su mirada gris encontró a Eriol bajo la entrada a la sección

-Buenos días –dijo el inglés

El aludido siguió de largo

-No estoy de humor para ti, Hiragizawa –se volvió con una sonrisa de mal vendedor sarcástico– disfruta tu estancia en la biblioteca.

-No puedes permitir que lo abra. ¡Es un suicidio! –reiteró a las espaldas del húngaro

Drake se detuvo y se volvió. Pero su mirada solo mostraba una nada reconfortante sonrisa. Efectivamente, conocía bien el poder de sus creaciones, y que el mismo libro podía crear un desequilibrio mágico sin precedente alguno...

-Te lo advertí...el destino es vengativo y gusta de cobrarse las jugadas sucias...–dijo mientras sacaba el dije que guardaba su báculo– "The Clow" también representa lo mismo y sin embargo percibo la presencia de tus fútiles cartas revoloteando por ahí. ¿Qué me dices de eso? Ah, si, ya sé lo que vas a decir: "yo soy el gran Clow, etc etc etc". Pero olvidas también quién soy yo...

-Yo evitaré que lo abra a todo costo –respondió Eriol frunciendo el ceño

-Entonces prepárate para una guerra sin cuartel, Hiragizawa –respondió guardando su dije– no olvides que por mis venas corre la herencia de los condes sangrientos de Transilvania

Terminó su frase y se perdió tras una estantería. Sin embargo Eriol había quedado completamente anonadado, retumbando el eco de las palabras de Bathory dentro de su mente

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-Un libro...–murmuró Shaoran

No había nada más. Frente a él, en un sueño sin razón de ser; un libro abierto, con sus hojas de papel amarillento por el paso de las eras sobre él. Sin embargo, no había una sola palabra escrita a lo largo. Eran hojas amarillentas y un poco sucias, pero vacías...y junto al libro, una pluma cuyos colores danzaban entre el gris y el negro.

Tomó la pluma en su mano y se acercó al libro, que flotaba fantasmagóricamente en medio de aquella nada, y aquella pluma era la tácita invitación que decía: "Escribe"

Shaoran pasó suavemente la punta de aquella pluma sobre la hoja: Nada quedó escrito. Algo obvio, si no se cuenta con un tintero apropiado. En un acto reflego, pasó su dedo índice por la parte aguda del objeto...y al momento ésta quedó tinta en su sangre

-Supongo que ahora si podré escribir...

Volvió su vista al libro flotante, tan impávido en medio de la nada que casi inspiraba miedo. El chico tomó la pluma de nuevo, y no ocurriéndosele nada más original, escribió su nombre claramente: SHAORAN

Ni bien hizo esto, el libro brilló con una luz blanca. La pluma se desvaneció entre sus manos, y el libro comenzó a cerrarse. Sus hojas amarillentas y vacías pasaban con rapidez, hasta que un sonido seco indicó que se había cerrado por completo. Se acercó a examinar cuidadosamente la tapa, la cual en caracteres adornados, justo sobre un escudo de armas que no supo reconocer,  rezaba claramente: Necronomicon

-Necronomicon...–murmuró Shaoran bajo el dominio de sus sueños

-Sea...–murmuró Drake mientras cerraba los ojos y observaba desde la lejanía como el muchacho se acercaba al otro libro tan temido. Eriol también pudo percibir su presencia y llamó a una de las cartas que estaban cerca. ¡Tenía que evitar que fuera abierto!

-Una carta Clow...–dijo Sakura volviéndose– está muy cerca!

Entonces Shaoran despertó perezosamente. Aún tenía el sueño fresco en su mente...se volvió aún adormilado hacia la mesa donde estaba, que misteriosamente había permanecido completamente sola. Ahí, en medio de la mesa, indiferente al mundo, estaba el libro.

-Ábrelo...–murmuró Drake

El muchacho sentía el ardiente deseo de abrirlo. ¡Pero aquella carta atacaría en cualquier momento!. La batalla en la mente de aquel muchacho era indescriptible. ¿Abrirlo, o acudir al deber?

-Ábrelo ya...–habló Drake comenzando a exasperarse

-Yo...

El ansia pudo más que el deber. Tomó el libro y lo examinó cuidadosamente. Las mismas hojas amarillas, las mismas tapas, el mismo escudo, el mismo título...

-¡Tengo que detenerlo! –murmuró Eriol saliendo hacia donde estaba Shaoran. Pero Drake no permitiría que nada interfiriera, no cuando estaba tan cerca. En la sala oscura y casi abandonada en la que estaba, liberó su báculo, el cual relampagueó por un momento y liberó un rayo mágico que volaba directo hacia Sakura. Eriol solo se volvió, y creó justo a tiempo la barrera que salvó a su elegida por los pelos. Pero su elección tuvo un precio. Shaoran deslizó su mano por el cerrojo, y este cayó con un delicado sonido.

La reencarnación del mago Eöl sonrió y extendió sus brazos. Del libro abierto surgió un rayo de luz, y una multitud de puntos brillantes volaron en todas direcciones

-¡SEA! –rugió Drake mientras su sello se iluminaba con fuerza inusitada. Pero del libro comenzó a desprenderse un halo oscuro, que se adentró en Shaoran...lo hizo levitar en vilo sobre el suelo, mientras el dije de su espada le era arrebatado y transformado. Eriol simplemente observó aterrado: la pesadilla daba comienzo

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-Buenas noches –murmuró una voz al Shaoran inconsciente– puedes levantarte

Shaoran abrió los ojos y miró. Frente a él estaba Wei, con una bandeja de té en sus manos.

-¿Wei? –preguntó un poco atontado– ¿qué...?

Lo trajeron inconsciente desde la biblioteca, amo. Al parecer, tuvo usted un pequeño desvanecimiento y no sabiendo qué más hacer, lo trajeron aqu

-Ya veo...–extendió su mano hacia su costado y allí estaba: el Necronomicon– ¿y este libro?

-No pudimos quitárselo, señor –respondió su servidor– además, alguien...

-¿Qué? –inquiri

-Además de que no pudimos quitárselo...quien lo intentó sufrió una quemadura impresionante...

Shaoran guardó silencio y miró el libro

-¿Conoces este título?

-Necronomicon...en realidad me suena de algún lado, pero no logro recordar...tal vez en Hong-Kong sepan algo más que nosotros...

Asintió.

-Llama a casa y averigua lo que más puedas sobre este libro...necesito saber con qué fue que me topé esta vez...

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-No puedo creerlo...¡auch! –murmuró Eriol mientras Nakuru le vendaba su mano quemada

-Tranquilícese, amo Eriol –respondió su guardiana– no permitiremos que nada les pase...ni a usted, ni a la chica Kinomoto

-Así es –respondió Spinel desde su lugar– no permitiremos que nada lo toque

Sin embargo Eriol no parecía confortado en lo más mínimo

-El poder de ese libro es tan oscuro, tan malvado que hasta el mismo Eöl aceptó que jamás debió haberlo creado...ya el simple hecho de su nombre da indicios de su naturaleza...–murmuró– sin embargo, nunca permitió que nadie se le adelantara...y regresó de la muerte solo para asegurar la sucesión de sus creaciones...

-¿Qué es exactamente "El Necronomicon", amo Eriol? –preguntaron Nakuru y Spinel

El joven extendió una mano hacia un librero, y atrajo un libro hacia sí; comenzó a leer

-El Necronomicon concede infinitos poderes a su dueño; sin embargo, el precio que paga es muy alto: oscuridad perpetua. El libro es indestructible, puesto que el poder de sus cerrojos mágicos fueron templados en las llamas del infierno.

-In...creíble –tartamudeó Nakuru, impactada por la crudeza de aquellas palabras

-Hay más –continuó Eriol– el libro contiene una maldición que le es impuesta a su nuevo portador...

-¿Cuál es? –preguntó Spinel

Eriol le mostró el libro

-Le falta la última página...

Sin embargo, ninguno de ellos percibió la presencia justo en la ventana. Una sombra, con un collar que era rematado por un triángulo con raras inscripciones, sostenía en su mano una esfera de cristal, y oteaba a través de sus bizarros y vacíos ojos azulosos lo que hacía la reencarnación de Clow

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-¿Gusta algo más para su cena, señor? –preguntó el sirviente al conde

-Mmmm...–meditó– ¿qué vino hay?

-Tenemos el vino de la cosecha de 1794 –respondi

-Mi año favorito –sonrió y continuó comiendo– tráelo, junto con dos copas. Quiero que celebremos

-¿Puedo saber qué, señor? –pregunt

-Que alguien al fin ha abierto el libro...

El sirviente asintió y trajo el pedido. Drake en persona sirvió las bebidas y le extendió la copa

-Que todo comience...

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-Hola Wei –habló Fanren Li, desde la mansión de Hong-Kong– ¿cómo está el chiquito?

-Muy bien, señorita Fanren –respondió el sirviente– llamo porque tengo una consulta

-Adelante

Silencio momentáneo.

-¿Wei?

-...El señorito Shaoran al parecer encontró un libro bastante particular –habló el sirviente. Fanren entre tanto, tomaba una taza de t

-¿De veras? ¿cuál podría ser?

-El Necronomicon

Ahora Wei era el que ahora escuchaba el silencio de su interlocutora

-Señori...

-Wei –habló Fanren– tienes que quitarle el libro a Shaoran. ¡Aléjalo de él!

-No puedo...un joven trató de hacerlo para poder acomodarlo y se quemó la mano

-Que Dios nos libre si es el libro que estoy pensando...–murmuró Fanren dejando su taza– haz lo posible, pero que Shaoran no conjure los poderes del libro. Puede ser lo único que lo separe de la condenación eterna

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Notas: ¡Gomen nasai! ¡No fue mi culpa! ¡Yo no lo hice...! Excepto el tardarme -_-U espero me disculpen

NightWalker