EL OTRO LIBRO

Un dragón reta a las creaciones de Clow

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Un paso tras otro. Sakura caminaba en medio de un pasillo completamente oscurecido. Losas completamente erosionadas por factores acaso diferentes del tiempo transcurrían a sus flancos, y antorchas de decrépito fuego azul flameaban a alturas inimaginables para ella. Pero, qué hace ella ahí, en medio de la nada? O por lo menos en aquel lugar? Empero, escucha un quedo sonido. Fuego crepitando.

Avanza silenciosamente. Las losas bajo sus pies no producen un sonido. Escasamente alcanza a escuchar lo que sucede más adelante…pero no habiendo más caminos para transitar, sigue hacia delante…hasta que llega a una enorme puerta de ébano, con la cerradura de un escudo de armas intimidante. Sakura si acaso empujó levemente la puerta para facilitarse la visión del interior…y ante una gigantesca habitación, con estantes repletos de libros de ancestral sabiduría que subían hasta perderse en la inmensidad de la nada, un hombre conjuraba poderes innombrables, de impresionante fuerza…un rayo de luz emergía, mientras la figura, blandiendo un báculo con dos resplandecientes figuras, trataba de sellar la portada de un libro negro, que emanaba frías ondas. La niña, no sabiendo qué más hacer, simplemente observó desde su lugar. Hasta que el suelo mismo comenzó a removerse sobre sí mismo, y la fuerza de aquel inusitado terremoto la introdujo de golpe a la habitación, justo cuando con un golpe sordo indicaba que el libro al fin había sido cerrado. La figura, que vestía una túnica hecha con los colores de la sangre, dejó como un acto solemne el libro cerrado sobre un gran atril que allí estaba para tal fin.

Sakura entonces respingó, asustada por todo lo que había visto. Y la atención de aquel hombre, su mirada gris acero, inquisidora, brillante, interminable. Avanzó impasible, mientras Sakura, paralizada por aquellos iris que la observaban sin piedad, trató miserablemente de retroceder. Pero el hombre se inclinó sobre una de sus rodillas, quedando a su altura. Sus miradas se cruzaron, y entonces él murmuró…

–Eres la hija de la traición…y por tus futuras acciones, has de pagar…–dijo con la seguridad de quien ya sabe lo que va a suceder

–Yo…no…–balbuceó ella

–Es así…tal como te lo estoy diciendo, niña…has de pagar…

Y diciendo esto, su mirada se entrecerró. Y de sus labios entreabiertos, pudo apreciar como sus dientes caninos crecían, alcanzando dimensiones tremendas. Sakura si acaso alcanzó a contener un grito. Era un vampiro. Uno real. Se incorporó, shockeada completamente, corriendo a todo lo que podía dar. Pero sentía la presencia, los pasos de aquel hombre que no la dejaban en paz, y cuya mirada eterna seguía acosándola…

Hasta que llegó a un pasaje sin salida. Las antorchas seguían crepitando, y ella golpeó el muro, como si eso abriese una puerta. Pero lo único que vio, fue la figura, que se acercaba paso a paso, con el rostro ensombrecido, con la mirada encendida…

–Aléjese…por favor aléjese de mi! –suplicó la pobre muchacha

–Has de pagar…–dijo antes de que todo se volviera sombra imperecedera, pero con el eco de sus frías palabras mientras su brazo se extendía hacia ella– Has de pagar…

Abrió los ojos de repente, pero ningún grito brotó de su garganta. Solo respiraba muy agitadamente, con su frente perlada con gotas de sudor frío. Volvió la vista a su eterno Némesis matutino, el despertador. Pero este indicaba las cinco y treinta y cinco de la mañana. Retiró el edredón, y se calzó sus pantuflas. Sin abrir una luz, se dirigió hacia la ventana. Allí, el cielo comenzaba a aclararse lentamente, esperando la llegada del amanecer.

–Qué sueño más extraño…–murmuró para sí misma mientras se concentraba en la observación de la nada absoluta–…quién era ese hombre? Por qué me dijo todas esas cosas?...–pensó en silencio, simplemente recordando las agrestes frases. Sin embargo, sintió algo extraño de pronto. Una brisa particularmente fuerte sopló por toda su calle, levantando pequeñas nubes de polvo. Pero no le dio más importancia al hecho, y se dirigió al baño. Ya era hora de partir hacia la escuela.

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–¡Buenos dí…! –abrió Sakura la puerta, encontrándose con un salón desierto. En su vida escolar, jamás había llegado tan temprano como para encontrar el salón completamente vacío. Ingresó, caminando lentamente, y se sentó en su lugar. Se sentía bastante frío…hasta que sintió como la atmósfera se ensombrecía levemente. De la puerta entreabierta, surgió la figura de Drake, que entró sosteniendo un objeto alargado en su mano, y cuando giraba, su mirada encontró la silueta de Sakura.

–Buenos días –saludó con sequedad el húngaro mientras pasaba de largo y se sentaba en su lugar, completamente concentrado en la observación de la mañana fría. Sakura temía abrir la boca, para no molestarlo más…se notaba que era denso…

Así comenzó a transcurrir la mañana. Pero con algo particularmente extraño. Shaoran no había traspuesto la puerta. Todos sus compañeros ya habían llegado, pero él no. Incluso aquel muchacho nuevo…Eriol. Pero no él…y de alguna forma eso le preocupaba.

Pero no solo Sakura había percibido la ausencia de Shaoran. Eriol había percibido vagas presencias de seres oscuros deambulando por la noche, y sabía que su relación con el "Necronomicon" estaba más que probada. Volvió su vista a Drake, que estaba recostado sobre el espaldar de su silla, con un semblante atronadoramente aburrido, pero que no daba seña de preocupación alguna

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–Ya lleva ahí 3 horas…–murmuró Wei mientras salía de la habitación de Shaoran–…y todo parece indicar que no pude cumplir con el encargo de la señorita Fanren…espero no sea algo para lamentar

Tras la puerta cerrada, Shaoran yacía en el suelo de su habitación en posición de loto, con los ojos cerrados entronizado en profunda concentración. Frente a él, Balmung y la única carta oscura capturada levitaban frente a él. En su psique, la carta dialogaba con él, le enseñaba nuevas cosas…y le advertía del advenimiento de poderosos enemigos que ella conocía a la perfección…así es como comenzaba a descubrir las grandiosas habilidades de la carta espíritu.

La taza de té dejada por Wei aún humeaba en su lugar, dándole una atmósfera suave a aquel lugar. El gesto del niño permanecía imperturbable, al igual que el brillo de la espada, cuyos destellos diamantinos iluminaban el techo del lugar

¿Has leído ya el testamento? –preguntó entonces la carta directamente a su mente

–Parece más un diario…–respondió Shaoran

El diario de los años oscuros…–pareció rememorar la carta– entonces si lo has leído…

–Así es…su escritor parecía muy compungido a la hora de escribirlo…

Culpabilidad, tristeza…así era como se sentía nuestro creador a la hora de escribir ese diario…se sentía tan solo, a pesar de nuestra compañía…se sentía tan culpable a pesar de que nada fue su responsabilidad…

–¿Se sentía solo¿Se sentía culpable por algo que no hizo?...Ha de ser algo tremendo…

La carta guardó silencio, pero continuó con el tema en el que estaban anteriormente

Te he dicho ya lo que sé…las cartas oscuras, por sus habilidades, se dividen en "de magia", de cuyo ataque siempre hay que protegerse… y las llamadas "de fortaleza", cuyo predominio es el ataque físico…como las cartas de los elementos…

–¿Este juego tiene cartas elementales?

Así es…las representaciones del fuego, viento, tierra y agua van a sorprenderte…lo puedo asegurar…

Shaoran pensó un momento

–¿No son como las cartas Clow elementales?

En lo absoluto…

Ahora guardó silencio

–¿Alguna carta de la que deba tener especial cuidado?

Hay una en especial…de las más temidas cartas de magia…

–¿Cuál es esa carta?

Es la carta del Miedo…

–¿La carta del miedo?

Así es…la carta del Miedo es terrible…es sanguinaria…y no conoce el sentido de la piedad para con sus oponentes…

–Entiendo…me cuidaré de esa carta para cuando me la encuentre…

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Hora de la clase de música, donde Tomoyo hacía gala de su bendecida voz. Pero hoy, fue diferente…los muchachos nuevos hicieron gala de su educación europea, y Eriol demostró su dominio del piano. Supo acompañar a la perfección a la cantante, mientras sus dedos danzaban hábilmente por el teclado. Drake, por su parte hizo lo suyo con el violín, demostrando que los húngaros son fieles seguidores de Franz Liszt, a pesar del instrumento que se interprete.

–Asombroso, asombroso –exclamó con su chirriante voz la profesora de música. Drake hizo un gesto de disgusto y Eriol sonrió complacido

–Lamebotas…–masculló Drake. Eriol lo escuchó pero no podía hacer nada. La profesora entonces volvió su vista al tablero, donde un pentagrama dibujado era lo único que decoraba, junto a una más bien mal hecha clave de do. La profesora dibujó un par de corcheas y negras, y luego señaló hacia la clase

–¿Alguno de ustedes sabe qué es esto?

–La escala básica –respondió Eriol. La profesora asintió y continuó con su paseo por la notación y el rayado, haciendo más que tediosa la clase, cuyos estudiantes pensaban más en la importancia de la hora del descanso que en el uso del solfeo y ese tipo de cosas, cuando el grito de una niña rompió con aquella monotonía. A pesar de las indicaciones de la maestra, todos en tropel se arrojaron contra los cristales, para ver como una fenomenal ventisca hacia elevar el auto de uno de los profesores hasta hacerlo alcanzar alturas inusitadas. Drake entonces pareció no darle más importancia al asunto, pero Eriol le dirigió una mirada más que diciente. La reencarnación de Eöl si acaso se inmutó

–Una carta elemental…–murmuró Eöl, en la persona de Drake–…veremos qué tan bien entrenado está el muchacho…

Eriol alcanzó a escuchar la aseveración de su compañero, y sabía que Sakura percibía la hostil energía de la carta. A pesar de todo, no podía permitir que su escogida se lastimara por su natural inclinación de ayudar al prójimo. Sonrió porque, de una u otra forma, intervendría en los planes de la otra reencarnación y darle un disgusto era, de una u otra forma, divertido.

–Entonces, veremos cuál de las dos es más fuerte…

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Hay una nueva carta…

–¿Carta? Pero yo no siento nada anormal…

Luego te lo explicaré…debes hacerme caso. Hay una carta libre…y es de las más fuertes cartas de fortaleza…

–¡Haberlo dicho antes! –dijo incorporándose como un rayo por su vestimenta ceremonial y cambiándose de ropa apresuradamente– ¡guíame hasta ella!

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Sin embargo, Eriol comprobaría por las malas que las cartas oscuras no deben tomarse a la ligera, mucho menos con un sujeto como Eöl echando ojo avisor de cualquier acción.

–Ya está por aparecer…–murmuró el inglés mientras la dama del viento, en su forma libre, hacía una reverencia ante él– quiero que la protejas a todo costo…y que venzas…

La carta hizo una caravana y salió, dejando a toda vista su aura. Y como si eso provocara acontecimientos, la misma ventisca dejó sentirse como el rugido de un dragón, así como la forma que tomó, el alargado e incorpóreo cuerpo, la faz y el porte de la gigantesca y ya mencionada criatura, cuya proporción comparada a la de la carta Clow era más que visible

–Al ataque…–murmuró Drake observando desde una posición privilegiada aquel enfrentamiento. El dragón, como si pudiera escucharlo, rugió amenazadoramente ante la carta, que tenía la orden de no ceder ante su contrincante. La carta clow de un momento a otro provocó un muro de viento que pretendía contener a la gigantesca bestia, a sabiendas de que Sakura estaba al caer y no podía dejar que saliera lastimada

Sin embargo, ella hizo su aparición. Sabía perfectamente que esa era una carta Clow, pero no identificaba la enorme mole tras el muro de aire, que rugía y no cejaba en su intento de resquebrajar la resistencia de la dama.

–Kero, qué es eso? –dijo señalando el largo cuerpo del dragón. Pero el guardián respondió con un categórico silencio, más que todo sorprendido por aquel encuentro

–El dragón del viento…–murmuró– increíble…

–¿Qué es eso Kero? –repitió Sakura, al verse ignorada por su guardián– ¡dime!

Pero una vez más, Kero se vio forzado a guardar silencio. El largo cuerpo del dragón comenzaba a rendir sus frutos, y tras la dama del viento se escurrió su cola, dentro de la cual la envolvió en un fortísimo abrazo, al mejor estilo de las serpientes constrictoras. Eriol parpadeó sorprendido al ver el cambio del signo de la pelea, donde su carta pasó de dominadora a ser atrapada en un lazo mortal con la bestia dragónica

–¡Tienes que distraer al dragón Sakura! –reaccionó Kero al ver aquella situación

–Pero…cómo? –respondió ella, intimidada ante la ferocidad del dragón que pretendía nada más que reducir a su contrincante a la nada– se ve tan poderoso…

–¡De prisa¡Si no haces algo, la carta Clow del viento desaparecerá y el libro perderá su equilibrio!

–¡No sé que hacer!

–¡Sella la carta! –le dijo Kero en un momento de lucidez– ¡así la alejaremos del dragón!

No será suficiente. El dragón la despedazará con sus ventiscas…–murmuró una fantasmagórica voz

Ambos se volvieron para ver a Shaoran en compañía de la lúgubre y espectral figura de la carta espíritu. Sakura sintió un escalofrío y sostuvo su báculo. Él sostenía a Balmung en su mano

–Tenemos que sellar a las cartas. Tu a la carta Clow, yo a la carta Oscura

–¿Tú sellarás al dragón? –le inquirió Kero

–Así es, peluche –respondió, luego vio al enorme dragón, que no cejaba en su intento y la carta Clow, por increíble que parezca, comenzaba a ceder a la presión mortal de la que era presa– hay que actuar de prisa

Ambos muchachos se quedaron debatiendo qué hacer. Pero el enorme dragón no perdía el tiempo, y sabía que su ataque rendía los frutos esperados, porque la resistencia de la carta se hacía cada vez menor. Y Drake, contemplaba complacido el desarrollo de la lucha...

–Te servirá de lección, mago fracasado…–susurró gustoso de lo que veía, pero de repente una flecha se clavó a centímetros de su pantorrilla. La tomó, y miró directo de donde había venido

–Heredero de la maldición de los nombres muertos…eres culpable del cargo de herejía…

–Así que por fin han llegado…–susurró mientras miraba a su interlocutor, liberando su báculo y sus ojos grises destellaban salvajemente– los perros de ataque del Vaticano…

–Puedes llamarnos La Santa Inquisición…–respondió, mientras retiraba su ondeante capa blanca, con el escudo vaticano en ella– soy John Talbain Hawkenlye…por lustros, he buscado al último heredero de la maldición…y su semilla maldita…

–Los llamo como yo quiera…y llega usted algo tarde, señor Hawkenlye –respondió señalándolo con el báculo, pero un rugido del dragón lo descolocó, solo para contemplar como Balmung sellaba a la carta oscura, así como Kinomoto sellaba a la dama del viento. Refunfuñó, pero no dijo nada. Solo volvió la vista al Italoinglés, y se retiró, mascullando una advertencia en su lengua materna. El aludido, solo atinó a desvanecerse.

–¿Y tú, mocoso, como conseguiste eso? –le inquirió Kero, señalando a Balmung en su mano

–Más respeto para con mi amo, remedo de quimera parlante –susurró la carta espíritu en retaliación

La pelea prosperó, bajo la mirada divertida de Eriol. Pero luego recapacitó, y volvió la vista hacia la espada de su cosanguíneo; la legendaria arma, la legendaria llave…

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–Maldición…El Vaticano ha logrado encontrarme…–susurró Drake, exasperado desde su sillón– pensé que habían desistido...

–¿Qué sucederá, amo? –preguntó su mayordomo, dejando su merienda a un lado

–No lo sé…pero si se meten con mi protegido…–susurró peligrosamente– conocerán entonces la furia del último conde sangriento…

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Notas del autor: No! Me persiguen los finales horrendos! Debe ser epidemia…

Espero sepan disculpar (aquí sí!) la terrible espera, la falta de constancia…y de inspiración, por qué no? Sobretodo a la chica (Rio…am, si, creo que es ella) por la tardanza a su petición.

Posdata: La microeconomía no ayuda.

Lohengrin de Vangelis NightWalker.