Hola a todosssssssssss! Qué tal los primeros días de vacaciones? Weno, he estado como una loca tratando de terminar el dichoso capítulo y he de anunciar que me voy a tomar unos días de desanso porque es que me dejo los ojos (la musa ya no es lo que era UU) eke me cuestan un poquito...además, tengo que intentar tener bien adelantado el libro que me estoy leyendo (Los Pilares de la Tierra) antes de que llegue el sexto de Harry Potter, así que...como que me queda trabajo. Avisar que este capítulo tiene nada más y nada menos que 58 páginas...(lo de siempre, a Times New Roman de 12 que es lo que uso) así que si estás leyendo en un ciber o no tienes tiempo, haz lo que yo, bájatelo y te lo lees en casita tranquilo.

Contestaciones a los Reviews:

Paige! Muxaxa, no te impacienteeeeeeeeesssss...saludos!(siento que sea tan corto, pero ejke hablamos más amenudo )

Jhey! Te contesto también al rr del capítulo anterior: Voldemort se ha hecho demonio, sí. Porque que tenga contacto con el Inframundo y no lo sea...desde luego esto tiene una finalidad, y espero que cuando la leáis os guste porque me exprimí como qué para inventarme lo que iba a decir. Iremos viendo poco a poco (o ese es mi plan ) cómo va adquiriendo poderes y eso. Lo del capítulo sólo de Muriel al final lo he adelantado, y aunque aún así quedan unos cuantos capítulos para verlo, no te preocupes que sigo dando información sobre ella y su mundo, aunque todo quedará explicado más adelante. La historia va a durar unos 48 capítulos, si no tengo que borrar o añadir ninguno.

El capítulo anterior, realmente, no tiene mucho sentido en sí. Esto pasa también en la serie...por ejemplo, el episodio 5 de la séptima temporada no hace prácticamente nada, no tiene nada que ver con la trama principal(aunque para mí es uno de los mejores) pero sirve de conductor para otros detalles que serán importantes más adelante. Eso es lo que pasa con éste capítulo, que hay ciertos detalles que más adelante serán importantes (y no, Phoebe no va a tener poderes nuevos a partir de haber sido una guardiana)

Sobre los Necrus, quedará explicado en el capítulo de Muriel, pero te adelanto que no sólo los demonios traicionados son los que pueden acabar así...en fin, todo se aclarará.

Espero que este capítulo también te guste. Besos.

Kalid! qué tal? pues no creo que me dejen ponerlo en los dos lados (lo dicen las reglas del sitio este) pero por intentarlo no sé si...pero en principio no lo voy a cambiar. Y bueno, en este capi ya verás que cada vez irán subestimando menos a Voldi (o a mí, siejke me intento volver retorcida, avísame si lo consigo )

Delta Andersen! qué tal? Gracias por el comentario ,are you english?(jo, me hace ilusión, eske tengo mono de hablar inglés) Bueno, a mi Phoebe no me cae mal pero mi favorita por encima de todas es Piper seguida de Paige. Sobre Muriel...creo que no puedo evitar poner un punto a todas las historias que hago,es que para mi si no lotiene,la historia no mola... En fin, besosy que te guste el capítulo!

Mariana!Cuánto tiempo chiquilla! Te va gustando? Jajajajaja, así que mis ficcis son distintos...hmmm...tienen un toque...raaaaro raaaro raaaro, supongo que eso noto yo en algunos autores (unos enganchan y otros no, cosas que pasan) Siento no seguir el de Los Doece Malditos en el foro de HP, pero es que no hay modo de que me lo recuperen de mi anterior pc ¬¬U...En fin, espero que este te sirva de consuelo! Muchos besos.

Weno, os dejo con el capítulo. El título está sacado de uno de los libros publicados hasta ahora de "Embrujadas", sólo disponible en Inglés...(esto es marginación lingüística ¬¬) y aunque de Lunas hablemos poco, el título me pareció el más apropiado. No sé qué opináis respecto a lo de las X antes de los diálogos, pero es que es la única manera de que salgan los guiones...UU:


Capítulo 13: Voodoo Moon

El sol comenzaba a despuntar en Londres, el frío del Otoño ya se hacía notar por sus calles y los árboles dejaban caer las hojas amarillentas a las aceras. Un viento frío soplaba por entre las avenidas que ya comenzaban a llenarse de gente, los primeros madrugadores.

En un callejón al lado de un edificio, aparentemente abandonado, había una cabina telefónica roja estropeada y llena de graffitis. Hacia ella se acercaban tres hombres de unos 30 años, vestidos con ropa muggle normal y corriente. Llegaron a la destartalada cabina y marcaron la contraseña en los números del teléfono. Al otro lado del auricular, una señorita les dio los buenos días y la cabina comenzó a descender hacia un vestíbulo vacío, el vestíbulo del Ministerio de Magia.

Los tres magos, miembros del cuerpo de seguridad, se reunieron abajo con los otros tres del cuerpo de guardia más dos magos de mantenimiento, que tenían que cambiar lo que se veía tras los ventanales mágicos del vestíbulo. Los cinco estaban hablando acaloradamente sobre algo, sobretodo los de mantenimiento. Cuando los tres magos de seguridad se acercaron, otro de los del turno de noche se acercó a ellos.

x- ¿Qué ocurre, chicos?- preguntó uno de los tres del turno de día.

x- Jim, hemos encontrado tres cadáveres,- respondió otro del turno de noche.- dos en la zona del Departamento de Misterios, y el otro en las salas que los aurores utilizan para guardar sus archivos secretos.

x- Mierda.- murmuró Jim.- ¿Habéis llamado a alguien más?

x- No, los chicos de mantenimiento los han encontrado hará unos veinte minutos, mientras cambiaban el aspecto de las ventanas.

x- ¿Cómo se supone que han entrado?

x- No tenemos ni idea, pero cuando veas los cuerpos, verás qué es lo espeluznante.

Jim suspiró, la mañana iba a ser mucho más larga de lo que esperaba...

Una hora después, Percy Weasley examinaba los cadáveres encontrados. Ahora estaban debidamente tapados y guardados en una habitación, fuera de la vista de los curiosos. Los investigadores mágicos trabajaban ahora en el lugar donde fueron encontrados y alrededores, habiendo despertado el escándalo en el Ministerio. Al menos, a los funcionarios se les exigía un voto de silencio, así que lo sucedido tardaría un par de días en salir.

Ahora, en la habitación, el jefe de los investigadores, Abington, explicaba a Percy lo que creían que había pasado. Los cuerpos estaban blancos con un ligero toque grisáceo, los ojos estaban igual y el pelo también. Aún no habían reconocido a todos, pero uno de ellos sabían que era trabajador del Ministerio.

x- Es sólo una suposición, señor Weasley, pero creemos que se trata de algún tipo de manipulación mágica de alto nivel.

x- ¿Manipulación?- Abington asintió.- ¿Cómo...poseídos?

x- No, más bien...- suspiró.- Vudú.

Percy miró al investigador, escéptico. No era que el vudú no existiera, es que era una práctica muy...digamos, poco dada en el mundo mágico.

x- ¿Vudú?- dijo el pelirrojo.- ¿Bromea?

x- No, señor. Existen pocas cosas que puedan dejar un cadáver con ese aspecto.

x- Genial.- dijo sarcástico, tapó el último cadáver con la sábana blanca.- Informaré al ministro.

Percy salió al pasillo para dirigirse hacia su despacho. Últimamente el mundo mágico era un hervidero de cosas más inusuales de lo habitual, primero los ataques en Hogwarts, y ahora encantamientos vudú en el Ministerio. Aún quedaba por averiguar qué era lo que estaban buscando, dado el lugar donde aparecieron los cadáveres.

Mientras pensaba en cómo escribiría el informe, se topó con su padre, Arthur.

x- Hola.

x- Hola, Percy. ¿Qué ha ocurrido?

El chico se mordió el labio, no estaba seguro de querer contárselo a su padre, pero se suponía que estaban en "proceso de reconciliación", así que se apartaron a un lado y Percy le contó en voz baja lo que sabía.

x- Esto se pone feo.- contestó Arthur.

x- ¿Vas a contárselo a Dumbledore?

x- Debo hacerlo, Percy. ¿Por qué?

x- Espero que él sepa mejor lo que hacer, porque desde luego Fudge anda más perdido que un ludópata en Las Vegas.

x- Créeme, sabrá cómo.

x- Genial, hazme saber lo que averigües.

Sin más palabra, Percy desapareció por el pasillo. Arthur suspiró, ahora mismo la relación con su hijo estaba en un punto delicado, así que decidió no estorbar más y se fue para informar sobre lo sucedido... aunque antes que a Dumbledore, era mejor que se lo contara a otra persona. Así que la primera carta que mandó fue completamente secreta, atada a una muy pequeña pero rápida lechuza negra, que desapareció al instante.

En la habitación de primer año de las chicas de Gryffindor, Muriel estaba acabando de hacer las maletas acompañada por Lorraine, que no sabía qué decirle. La rubia ya había contado a su amiga que "su abuela había muerto" y que debía irse por un tiempo.

x- Te perderás Halloween y la Navidad.- dijo Lorraine para animarla un poco.

x- No importa, se supone que me quedan seis fiestas en Hogwarts por delante¿no?- contestó Muriel, utilizando conscientemente la expresión "se supone".

x- Te echaremos de menos.

x- Y yo a vosotros.

Dicho esto, elevó con un Wingardium el baúl para bajarlo por las escaleras. En la sala común se encontró con Ginny, que también quería acompañarla. Fuera, en el pasillo, también estaba esperando Luna.

x- Caray, ni que me fuera a un viaje muy largo y esto fuera la despedida de honor.- dijo Muriel.

Habría dicho "Ni que me fuera a la guerra", pero no le pareció adecuado.

x- Suponemos que es un mal momento para ti y eso...- dijo Luna.- no queremos que estés sola.

x- Gracias, chicas.- contestó sonriendo.

x- Y como el viaje de tren es largo, pensé que...

Entonces sacó de su bolsillo un ejemplar enrollado de "El Quisquilloso" y se lo dio a Muriel.

x- Este mes vienen cosas muy interesantes sobre dragones e incluso algunos rumores sobre mortífagos.

x- ¿Y criaturas nuevas? Me encantaría ver uno de esos Snorkacks de cuernos arrugados.

A Luna se le iluminó la cara y empezó a contar otras criaturas increíbles que habían aparecido en anteriores números de la revista de su padre con entusiasmo. Sin que Luna se diera cuenta, Lorraine se inclinó hacia Muriel y le dijo entre dientres:

x- ¿Tú crees que existen o qué? Hermione opina que son patrañas.

x- Quién sabe, Lorraine, quién sabe.

Muriel le guiñó un ojo, dejando a Lorraine un poco desconcertada.

Poco después llegaron al Hall, Phoebe y Piper estaban esperando a Muriel, ambas la acompañarían hasta la estación de Hogsmeade, donde cogería un tren hasta Kings Cross. Aunque no pretendía esperar a llegar a Londres, no tenía demasiadas ganas de tirarse tantas horas metida en un tren.

Se acercó a las dos Embrujadas, que bajaron con ella las escaleras. Despidió con un gesto a Lorraine, Ginny y Luna, y cuando hubo atravesado las puertas del castillo, Piper comenzó a explicarle lo ocurrido aquella mañana en el Ministerio, Muriel no necesitó preguntar cómo se habían enterado.

x- Verás...tenemos que investigarlo, evidentemente está relacionado con Voldemort, y por lo tanto, con demonios.

x- De acuerdo, Piper, veré que puedo hacer.- contestó Muriel.- Pero ya no en calidad de onceañera sino de persona adulta. Vosotras me animasteis a tomarme un descanso y eso es lo que haré.

x- Lo sabemos, cariño, no te estamos pidiendo que te quedes.- le dijo Phoebe.

x- No os preocupéis, no voy a parar de hacer investigaciones hasta que vuelva.- echó una leve mirada hacia atrás, al castillo.- Me parece que las vacaciones las tenía aquí.

Hasta que llegaron a la estación fueron hablando de qué iban a hacer con Wyatt ahora que ella no iba a estar y, aunque Piper no participó demasiado, también se habló de quién estaría al cargo de Harry.

x- Chris es el más indicado, apenas hace nada.- dijo Piper.

x- Ya está haciendo cosas.

x- Como investigar un estúpido Velo.

x- Es algo importante, Piper.- le contestó Phoebe, molesta por la actitud de su hermana con los temas de Harry.- No te burles de algo tan grave como eso.

x- ¡No me burlo! Pero ahora que se supone que Muriel nos va a hacer de C.S.I, a él le toca quedarse con Potter.

x- Ni que fuera el típico abuelete que los hijos se van rotando.

x- Sí, pero sin ser abuelete.

Muriel flipaba con la conversación de las Embrujadas, siguieron discutiendo hasta que el tren se detuvo en el andén, momento en el que pararon para despedirse de ella. Prometiendo mantenerse en permanente contacto, el tren comenzó a alejarse y Muriel comprobó con sus poderes demoníacos que cuando ella se había ido las dos hermanas habían comenzado de nuevo la discusión.

Soltó una risilla y se puso a leer la revista de Luna. No le importaba lo que Hermione u otros pensaran de ella, le parecía la mar de interesante. Sonrió al imaginarse la cara de algunos si supieran (y vieran) que buena parte de aquellas "fábulas" no lo eran tanto, aunque estuvieran algo exageradas en su mayoría.

Pasó a la parte de los "Rumores mortífagos", donde se hablaba de que "El-que-no-debe-ser-nombrado" convocaba ahora para su ejército demonios hechos de fuego salidos del Infierno, luego calmaba a los lectores diciendo unos cuantos consejos de protección, algunos descabellados pero otros más que reales (daba una forma alternativa a cómo hechizar las piedras y hacer una jaula o campo de protección como el que las Embrujadas usaban, lo que le resultó muy interesante). Estaba visto que era la verdad exagerada, mientras que lo de "El Profeta" podía llamarse verdad velada, o dulcificada...

Se hacía un poco difícil decidirse por alguna de las dos, aunque Muriel se había decantado por las excentricidades de "El Quisquilloso".

Siguió leyendo hasta acabarse la revista, y en cuanto llevaba una hora de viaje, se asomó al pasillo, comprobando que no había demasiada gente en el tren y nadie paseando, así que cerró la puerta de su compartimento y agarró el baúl, fluctuando al instante siguiente fuera del tren.

Apareció en una calle empedrada y limpia, con amplias casonas a ambos lados separadas por grandes y verdes jardines. El ambiente era fresco, amanecía y no se oía apenas a nadie por la calle. Al fondo, podía apreciarse una gigantesca construcción piramidal, o más bien, un enorme zigurat alumbrado por decenas de antorchas.

El olor del mar se apreciaba claramente, y Muriel pensó que se daría un bañito antes de empezar la jornada. El mar la animaba bastante, la relajaba...

Suspiró y se giró hacia su izquierda, avanzando hasta una verja plateada pero cubierta de plantas trepadoras que ocultaban el interior del jardín. Empujó la puerta, alta y con bellos forjados artísticos en negro, y se adentró en el interior.

Otro camino empedrado la condujo hasta la puerta de la casa. En el jardín de dentro hacía más fresco que en la calle, pero no lo suficiente como para sentir frío. Cuando llegó al porche, simplemente tuvo que poner la mano en le pomo para que la puerta se abriera lentamente, pero sin hacer ruido. Esa era una de las cosas que más le gustaba de la gran casona que ocupaba, junto con otros colegas Necrus, que todo era antiguo pero no viejo; la puerta no chirriaba y las tuberías, gracias a la magia, no se rompían nunca... aquella casa debía de tener por lo menos tantos años como ella, pero seguía casi tan nueva como el primer día.

Cuando se situó en el vestíbulo y la puerta se cerró sola, volvió a suspirar y se dijo en voz baja.

x- Por fin estoy otra vez en otro de mis hogares.

Había llegado al "Territorio Necrófero" consistente en dos islas muy cercanas una de otra, en medio del mar y casi tan perdidas como la Atlántida. Sólo los Necrus o alguien invitado por uno de ellos podía entrar en ellas.

Una era la principal, donde ella estaba ahora, que albergaba la "Ciudad Muerta" como ellos la llamaban, el "Gran Zigurat" que era el edificio donde se desarrollaba la mayor parte de sus actividades y planes, y donde vivía el jefe de toda la raza...

Al Sur de la isla se encontraba también el "Bosque Muerto", el lugar donde retenían a sus víctimas demoníacas hasta que les parecía oportuno liberarlas, que venía a ser...nunca. La mayoría perdían la conciencia de sí mismos, como si un dementor les hubiera quitado el alma(suponiendo que la tuvieran) y éstos servían como criados o hacían los trabajos más sucios de los Necrus.

Todo en aquella isla tenía al menos dos siglos de antigüedad, salvo los Necrus más jóvenes, que iban desde los diez a los cincuenta años(que hacía que eran Necrus). Lo más antiguo era el Zigurat, que databa de épocas incluso anteriores a la civilización egipcia, aunque ésta fue la que más aportó a las islas. Entre esas aportaciones, se encontraba la construcción más importante de la otra isla, "La Torre de Osiris"...

"Y ríete de Azkaban" pensó Muriel mientras subía las escaleras hacia su habitación.

La mayoría de los de su especie vivían en aquellas casas en grupos de cuatro o cinco. Pocos vivían solos, pues la eternidad se hace muy aburrida (o al menos, el paso de los siglos). Aquellas pequeñas mansiones ajardinadas eran, como se señaló antes, de al menos entre dos y cuatro siglos de antigüedad. Y aquella era la parte entre la nueva y la vieja, pues la antigua de verdad eran casas grandes típicas de épocas como Egipto, Grecia o Roma. Otras pocas eran medievales, y últimamente proliferaban construcciones modernas. No se construía demasiado, pues la población no aumentaba excesivamente...aunque, desde luego, tampoco decrecía. Era rarísimo el caso de que uno de los suyos muriera, y también era raro que los Mayores responsables de los Necrus decidieran que ya habían pagado suficiente por sus faltas en su vida demoníaca pasada.

"El Perdón Mayor" había oído llamarlo, la verdad es que le sonaba ridículo el nombre, pero lo describía bastante bien. Ella buscaba ese perdón desde hacía mucho tiempo, pero sabía que aún no había hecho suficientes cosas buenas para que "la jubilaran".

Cada nueva misión le renovaba las esperanzas, cuando le dijeron que trabajaría con las Embrujadas, pensó que se estaba acercando al final. Cuando Leo vino a encomendarle lo de Harry... cada vez tenía más ilusión de que al fin hubiera llegado la hora, lo de esta guerra de magos no era cosa pequeña.

Se metió en su habitación, dejó la maleta contra la pared y respiró hondo. Como se dijo, iba a quedarse un rato junto al mar hasta que hubiera salido el sol, entonces volvería para desayunar.

Voldemort apareció en la cueva del demonio especializado en vudú, él se dio la vuelta e hizo una leve reverencia al mago oscuro, tras lo cual dijo complacido:

x- Los muñecos han funcionado a la perfección.

x- ¿Tienes lo que te pedí?

El demonio entonces le entregó unas carpetas marrón claro que contenían algunos archivos de los aurores. La verdad es que no le iban a servir de mucho, ahora ningún mago podría detenerle, ni siquiera Dumbledore. El único obstáculo eran las Embrujadas y aquella maldita demonio.

x- Por otro lado, esto se está haciendo demasiado fácil.- murmuró para sí.

x- ¿Cuáles son las siguientes órdenes, señor?

Entonces Voldemort hizo aparecer con un gesto de la mano una bolsa con objetos personales de doce personas más.

x- También me gustaría que consiguieras hacer otras tres más.- el demonio miró a Voldemort, esperando que le diera los ingredientes.- Una para cada Embrujada.

x- Eso va a ser mucho más difícil que hechizar a un par de magos.

x- Salvo el pelo o la sangre, creo que puedo conseguirte lo demás.

El demonio sonrió con malicia.

x- En ese caso, señor, de la maldición por hecha.- dijo, Voldemort soltó una risa desganada.

x- Cada vez que hago eso, aquel que me lo promete acaba muerto.

El demonio se quedó callado de golpe y volvió a su trabajo, sacando los ingredientes. Entonces, Voldemort desapareció de la cueva pensando en lo especial de una de las próximas doce víctimas...su siguiente golpe a Harry Potter.

Muriel ya había regresado de su pequeño baño y paseo por la playa, y ahora estaba en la cocina desayunando. Mientras dejaba su mente en blanco, no notó que alguien llegaba a la cocina y se quedaba en la puerta esperando el momento en que más baja tuviera la guardia. Apoyado en el marco, sonreía con diversión y malicia, y en cuanto Muriel soltó un bostezo, la saludó con un efusivo grito.

x- ¡Pero bueno¿Cómo es que estás aquí?

A ella se le derramó toda la taza por la mesa y pegó un salto que casi se cae de la silla, a duras penas pudo poner derecha la taza y se giró con los ojos abiertos como platos del susto para mirar al capullo que la había asustado de ese modo.

No podía ser otro que su compañero de casa, Ezequiel.

x- Debí imaginar que no podías soportar un solo día sin acojonarme y derramarme mi tazón de leche.- dijo Muriel.

x- Lo echaba de menos.- se sentó junto a ella y conjuró su desayuno con un gesto de la mano, le dio un sorbo a su taza de café negro y humeante.- ¿Y bien?

x- Ya sabes, recuerdos...- Zeq le miró con reproche, Muriel respondió indignada.- ¿Qué¿Es acaso un delito que eche de menos a mi marido y mis hijos?

x- No.

x- ¿Entonces?

x- Simplemente me gustas más cuando te ríes de esa forma tan diabólica...- dijo Zeq con un deje seductor en la voz.

x- Pues entonces dame algo de lo que reírme.

x- Hmmm...- Zeq lo pensó un poco.- Quizá haya un par de cosillas que pueden gustarte.

x- ¿Ah, sí?- él asintió.- ¿Y qué es?

x- ¿No vas a recompensar a tu informador?

x- Eso depende de la información.

Ezequiel la miró desafiante, sabía que no tenía nada que hacer con ella, y él podía presumir de conocer a la que tal vez fuera la mujer más fiel del mundo. Así que sonrió y dijo:

x- ¿Recuerdas ese rincón tan romántico? Oscuro, fresquito...con infinito espacio para compartir con tu pareja y un montón de aventuras y peligro...

Muriel abrió los ojos como platos, alzó las cejas y luego le contestó con tono sorprendido:

x- ¿Me estás hablando de...?

x- Sí, del Infierno Negro.

x- Dios...- Muriel resopló.- ¿quién está ahí?

x- No lo sabemos, sólo que hay gente pasando por allí, dos personas.

x- ¿Personas?

x- Ah, bueno...No, uno no es persona, evidentemente. Debe de tratarse de algún gran demonio, que fue poderoso en su día. Con él va una persona, quizá una bruja o un brujo...no sabemos el género de los dos "afortunados".

x- Sería interesante averiguar cómo entraron.- dijo Muriel, pensativa.- sobretodo la persona, porque el demonio es evidente.

x- ¿Ah, sí?

x- Has hablado en pasado, Zeq. "Que fue poderoso en su día", eso quiere decir que fue destruido.

x- Tal vez es uno de la larga lista de las Embrujadas.

x- Me da un escalofrío si pienso en esa posibilidad.

x- ¿Y eso?- preguntó Zeq mientras Muriel daba un trago a su taza.

x- Algún día te lo contaré, cuando haya confirmado mis sospechas.- contestó con una sonrisa pícara.

x- Bien, me gustan los retos. ¿Vas a ir al Zigurat?

x- Sí, a ver qué hay.

x- Me alegro, Booky estará encantada de verte.

x- ¿Alguna novedad?

x- Ya te lo contaré.- dijo burlón, Muriel le sacó la lengua.

Poco después, antes de ir hacia el Zigurat, pudo saludar al resto de su "clan" como se hacían llamar todos los que vivían en la casa. El suyo, en particular, era el clan de los "-EL-", un nombre bastante simplón, pero que era resultado del detalle de que todos sus compañeros tenían nombres acabados en –el.

La vieja Sorrel, a la que nadie podía evitar preguntarle el por qué le habían puesto ese nombre (Acedera). Ella siempre se encogía de hombros, porque no lo sabía, o no lo recordaba o simplemente no quería contarlo. Su aspecto humano era de una mujer de más de cincuenta años, de pelo plateado y ojos profundos cuya mayor habilidad era hacerse pasar por bruja loca, sorda o hacerse la tonta. Así lograba atraer muchas más presas que otros Necrus, o simplemente escuchar como quien no quiere la cosa todo lo que necesitara escuchar.

Ezequiel, por supuesto, apenas se dejaba ver con su aspecto humano. No que le avergonzara, es que le encantaba causar pánico entre los demonios. Sus rasgos eran muy finos y de no ser porque era más bien moreno de piel, habría podido pasar perfectamente por vampiro. Llevaba el pelo castaño siempre caído por los hombros y, nadie sabía por qué, no quería dejar pasar la moda de los 80-90, con lo que de humano se le veía bastante extraño con aquella ropa, y sobretodo, con sus gafas de sol tan enormes.

Otra de las mujeres de la casa era Gabrielle, la más joven de las tres. Ella podría pasar por elfa si se pusiera unas orejas de punta, dado su largo pelo negro (aunque cuando quería, más que por elfa podía hacerse pasar por Samara Morgan). Sus ojos grises eran demasiado fríos para mirarlos por demasiado rato, de hecho, uno de sus mejores poderes era poder congelar a la gente desde sus entrañas con la mirada. Tenía la pinta de un ángel triste y soñador, aunque realmente de ángel tuviera poco. Tampoco hablaba demasiado, le gustaba mucho más escuchar. Siempre iba rodeada de un aura de misticismo alrededor de ella, su calma se te pegaba y por eso muchas veces sus compañeros se pasaban largos ratos sentados en silencio reunidos con ella...aunque era como un mar engañoso, Sorrel ya sabía que detrás de toda esa calma se escondía la más impaciente de los siete miembros del clan.

El más grandullón de los hombres, Rafael, ancho como un armario empotrado y que alcanzaba casi los dos metros de alto, siempre con prisas (apenas le dijo a Muriel hola y adiós y se largó a toda pastilla volando hacia a saber qué asunto) era por tanto el más rápido de todos, en varios aspectos. Si Gabrielle ocultaba su impaciencia, Rafael no tenía ningún reparo en mostrarla. A Muriel en cierto sentido le recordaba a Piper, solo que sin saber nada de cocina, de hecho, ninguno dejaba jamás que se acercase a los fogones si decidían hacer a mano algo de comer.

Mikel, por el contrario, era el más pequeño. A pesar de que cuando se convirtió en Necrus ya era un adulto, su estatura era apenas de metro y medio. Su rapidez era insólita, y su capacidad para robar también. Cuando era demonio, más que matar brujas, le gustaba fastidiarlas hasta extremos insoportables, arruinando sus pociones y frustrando sus hechizos. Le divertía cuando intentaban matarle con pociones, pero él era más rápido y las evitaba todas. Ahora hacía exactamente lo mismo, pero contra los demonios. Si Muriel tuviera que buscar un referente más o menos exacto para él, lo encontraría en los famosos Kenders de la Dragonlance.

Daniel tenía el papel de "erudito" del grupo. Pasaba más días en la biblioteca del Zigurat que en cualquier otra parte. Mikel siempre decía que lo que le hacía falta es reír, y Rafael que le hacían falta unas cuantas jarras de cerveza...Eso se debía a que Daniel era serio en exceso, su expresión tenía siempre un aire arrogante y tenía muy mal perder, sobretodo cuando alguien venía sabiendo más que él sobre alguna cuestión en la que se esforzara particularmente. Su utilidad residía en su sabiduría, pues siempre tenía una solución para casi cualquier tipo de problema. Phoebe había llegado a llamarle "Libro de las Sombras andante", algo que en vez de ofenderle, le había halagado. Aunque cualquier piropo que Phoebe dijera a cualquier hombre, ponía colorado a éste último.

Finalmente, los motivos por los que se habían convertido en Necrus de cada uno, eran de cada uno. Muriel sabía los de sus amigos y ellos a su vez los suyos, pero ese era un tema totalmente tabú entre los Necrus. Que uno te contara por qué estaba allí era signo de mucha confianza, normalmente lo contabas cuando ya eras muy amigo de alguno. Si no, nadie te preguntaba y habitualmente nadie lo contaba.

Muriel salió de la casa y voló sobre la "Ciudad Muerta" como habían llegado a denominar toda aquella extensión de casas de diferentes estilos o épocas según quién la habitara. El nombre vendría seguramente por la condición de los Necrus, que como los vampiros, estaban muertos. También podía ser un término irónico, ya que salvo al amanecer, el resto del día la ciudad bullía de actividad pese a que no eran demasiados los Necrus que habitaban el mundo.

Las calles eran un auténtico laberinto, más parecía una ciudad de origen árabe que una ciudad egipcio-babilónica. Muchas de ellas no tenían salida y estaban puestas sin orden ni concierto por la isla, eso daba encanto a la ciudad, al menos para Muriel, pues para otros era un verdadero quebradero de cabeza.

Recordó la primera vez que una Embrujada pisó aquella ciudad, fue Phoebe, que se tiró más de cuatro horas caminando sin encontrar la casa donde Muriel vivía. Todo para que ella las ayudara con un demonio y protegiera a Wyatt de su ataque. Al final, cuando consiguió encontrarla, Paige y Piper ya habían logrado derrotar al demonio, Wyatt estaba a salvo de nuevo y Phoebe había cogido un rebote del quince y unas rozaduras enormes en los pies de tanto andar.

Sonriendo por lo divertido de aquel recuerdo, Muriel aterrizó en la plataforma en la que se asentaba el Zigurat. A él se llegaba a través de una inmensa escalera que más podía recordar a la típica de un monasterio tibetano, por su longitud. Todo aquel que no era Necrus debía de subir andando, a menos que tuviera poderes para evitarlo. En aquel momento había dos brujos subiendo, no les quedaba mucho, pero se veía que en cuanto llegaran arriba se iban a quedar un buen rato descansando.

Volviendo a lo suyo, Muriel cruzó las grandes puertas del edificio, quién sabe por cuántos siglos había seguido sin apenas cambios. El vestíbulo era espléndido y enorme, con brillantes suelos de mármol blanco, plantas exóticas repartidas por los rincones y en el centro de toda la amplia sala, una estatua que representaban a un ángel ayudando a un Necrus a subir al cielo.

Muriel podía quedarse durante horas y horas mirando esa estatua, la forma en que el artista había hecho las alas de ambos seres, como si se abrazaran con ellas. Parecía que en cualquier momento echarían a volar, simbolizando una especie de promesa de que todos al final serían perdonados por su vida demoníaca y serían conducidos al cielo.

Qué hermoso, y sin embargo, qué ingenuo sonaba todo.

Sacudió la cabeza y decidió ir hacia la gran biblioteca del Zigurat, donde era seguro que encontraría a la llamada "Booky". Aparentaba la edad de 12 años, pero en realidad debía de llevar casi 600 en las filas de los Necrus. Su nombre venía por su increíble poder, era capaz de hacer real cualquier cosa que leyera en los libros. Además, era una de las pocas cosas que hacía, leer. Los jefes de la raza preferían tenerla "contenida" y más bien usarla como arma de emergencia. Aquello no importaba a Booky, al contrario, le permitía tener todo el tiempo libre del mundo. Al igual que Sorrel, la pequeña no sabía o no quería decir su nombre verdadero, ni tampoco cómo es que la convirtieron tan joven. Muriel nunca se atrevió a preguntarle, era algo muy personal, al igual que ella no le había dicho nada sobre qué le trajo a aquellas islas.

Subió cuatro niveles hasta que llegó a la gran biblioteca, que ocupaba toda aquella planta. Pasó a través de los pasillos, no había muchos Necrus allí, y los pocos que había estaban trabajando en copiar, ordenar o añadir cosas nuevas a la biblioteca. Llegó hasta el archivo del fondo del todo de la planta, un enorme mueble con cientos de cajones con fichas que eran el inventario de la biblioteca. Era un sistema muy antiguo de búsqueda de libros, pero siendo demonios, no necesitaban ordenadores, bastaba con pensar en lo que se quería buscar y las fichas con los libros oportunos aparecerían por sí solas en manos del que buscaba.

Pero ahora Muriel no había venido a buscar un libro, precisamente. Esperó pacientemente hasta que oyó los pasos de Booky tras ella, siempre iba con unas chanclas que hacía resonar en el suelo al arrastrar los pies.

x- ¿Das o recibes?- preguntó la joven.

x- Haz los honores.- contestó Muriel.

Ésta última se dio la vuelta, la niña no había cambiado nada en los 600 años que llevaba allí, según decían. Solamente su ropa se iba adaptando a los tiempos, ahora llevaba unos pantalones blancos de algodón y una camiseta negra del mismo material. Booky nunca fue dada a los lujos, y le gustaba más vivir en la isla de al lado que en la principal, donde tenía una cabaña austera, pues allí era todo bosque y apenas había sido modificada desde el principio de los tiempos. Sorrel decía que bastaba tener una buena colección de libros nuevos, un sillón cómodo y luz para que ella lo llamara hogar.

x- ¿Recuerdas aquella secta que reclutaba toda clase de mortales y seres mágicos para corromperlos y convertirlos en asesinos?- comenzó Booky, Muriel asintió.- Hemos encontrado su ubicación.

x- ¿Procedemos?- preguntó Muriel, Booky asintió y en la cara de la rubia se dibujó una sonrisa maliciosa.- Será divertido.

x- ¿Y qué tienes para mi?

x- Un par de cosas, un demonio vudú y un velo misterioso. Además, si sabes algo sobre los nuevos habitantes del Infierno Negro, también me interesa.

x- Un año ocupado¿eh Muriel?

x- Bastante.

x- De acuerdo¿cómo es el velo?

x- Un arco muy antiguo, de él cuelga el susodicho velo que ondea aunque no haya viento. Al parecer todo el que cae desaparece, no sé adónde o si aparece en alguna parte.

x- ¿Inscripciones en el arco?- Muriel negó con la cabeza.- No es mucho, si averiguas algo más sobre ello me ayudará.

x- Muy bien.

Booky se alejó de ella, pensativa y mirando a un lado y a otro en las estanterías de los libros. No necesitaría muchos más datos para hallar al menos una pista de lo que estaban buscando, y cosa que no estuviera en la biblioteca del Zigurat, prácticamente podía decirse que no existía.

Entonces, sin nada más que hacer allí, Muriel salió de nuevo al exterior. Salió volando en busca de dos de sus compañeros, al menos necesitaría a Rafael, Mikel y a Gabrielle para aquella misión, aunque no dudaba de que casi todos los demás aceptarían acompañarla. Puede que en el mundo de los magos hubiera guerra, pero en el suyo no, y se echaba de menos un poco de acción aparte de perseguir sectas de fanáticos idiotas.

Hacia el mediodía volvió a reunirse con sus compañeros en la casa, donde Muriel les explicó que tenían luz verde para continuar con el asunto.

x- Han pasado casi treinta años desde que lo solicitamos,- dijo Rafael.- ya sé que viviremos hasta que ni nos acordemos de cómo nos llamamos.- Sorrel sonrió.- Pero es que los jefes no tienen nada que hacer¿y tardan treinta años en darte una respuesta?

x- Al menos nos han dado una, da gracias.- dijo Ezequiel.

x- Las cosas de palacio van despacio.- añadió Sorrel.

x- Como sigan ralentizándose más, a este paso ni van.

x- De todas formas son varias células.- dijo Daniel.- Todas ellas repartidas por los cinco continentes...

x- ¿Y?- dijo Gabrielle.

x- ¿Tenemos que cargárnoslas todas nosotros?

x- Sí.

Daniel asintió, Muriel echó un vistazo a todos: Mikel estaba ansioso por salir, Sorrel estaba en su mundo, Gabrielle tenía una mirada maliciosa que reflejaba los retorcidos planes que debía estar maquinando contra las "escuelas" o células que tendrían que destruir, a Ezequiel le daba lo mismo divertirse en China que en Canberra, así que ir o no le daba igual. Rafael llevaba tiempo queriendo hacer algo como aquello, así que sobra decir que estaba tan ansioso como Mikel.

x- Muy bien,- dijo Muriel.- ¿quién será el primero?

x- Yo voto por la de Brasil.- contestó Mikel.

x- Mismamente.- dijeron todos los demás.

x- Pues vamos allá.

En una sala mortuoria, Chris había llegado con un hombre para ver los cadáveres de los empleados. Le habían avisado hacía poco más de una hora y las Embrujadas se habían preocupado al saber que cada vez Voldemort y Barbas se estaban aventurando más y más.

x- Aquí los tienes.- dijo el hombre, destapando los tres cuerpos y retirándose un poco.

Chris se acercó y examinó los cadáveres de cerca, de arriba abajo, viendo que, aparte de su expresión en la cara, tenían algunas marcas con formas simbólicas que no dudó en dibujar en una libreta. Al rato, su acompañante preguntó:

x- ¿Tienes alguna idea?

x- Las mismas que los médicos que les han examinado, se trata de vudú.- contestó Chris.

x- Demonios de nuevo.

x- Muy probablemente.

x- ¿Podéis encargaros?

Chris asintió y salió de la sala, esperó fuera a que su acompañante recogiera para no dejar rastro y luego se reunió con él.

x- No me gusta como se está tornando esto.

x- Y a cada semana que pase te gustará menos.

x- ¿Qué quieres decir?

Chris le explicó lo que sabían ahora de Voldemort, que se estaba convirtiendo en demonio y que no tardaría mucho en adquirir poderes nuevos, sobretodo si Barbas le ayudaba. Su acompañante demostró estar muy preocupado y asustado.

x- ¿De qué tienes miedo?- dijo Chris sonriendo e intentando animarle.- Estamos nosotros para detenerle.

x- Eso me lo han dicho antes...- contestó.- Y muchos de ellos no pudieron volver a decirlo.

x- No te preocupes.

x- Tengo familia, Chris, sería un estúpido si no me preocupara.

Salieron del edificio por una puerta trasera, no querían ser vistos, y llegaron a las calles de Londres. Anduvieron un rato en silencio, pero la preocupación del hombre era más que evidente, así que Chris le animó a hablar.

x- Sabía cómo protegerles contra un mago, Chris. Ahora no sé qué hacer.

x- Hay ciertos hechizos, pociones y demás que puedes usar contra ellos.

x- Yo no tengo un Libro de las Sombras, ni tampoco puedo estar continuamente yendo a consultaros, llamándote a ti o a Paige...

x- Los demonios tampoco atacan continuamente.- el hombre suspiró.- Tu familia está especialmente protegida, no tienes de qué preocuparte.

x- Eso díselo a los tres cadáveres que acabas de ver.

Chris se detuvo en seco y miró frente a frente a su acompañante, diciéndole con tono exasperado:

x- ¿Qué tengo que hacer para que confíes?

x- Confío en vosotros, pero sólo cuando todo esto haya acabado me sentiré tranquilo.

Entonces, empezó a alejarse. Chris comprendió que la conversación había acabado, así que se retiró a un callejón solitario y allí orbitó de vuelta a Hogwarts para hacer llegar los datos nuevos a las Embrujadas.

Mientras, en la sala común de Gryffindor, un pelirrojo esperaba con cara de pocos amigos delante de la puerta. Mientras los alumnos de su casa salían para desayunar o entraban para recoger algo que se les había olvidado, él no se movía, solamente el movimiento de su pie denotaba su impaciencia.

En medio de la noche, se había despertado sobresaltado por una pesadilla sobre arañas que le perseguían, y cuando se hubo calmado, miró hacia la cama de Harry...ni siquiera estaba deshecha, su mejor amigo no había ido a dormir y a Ron le dio un vuelco al corazón, después de lo que había sucedido a saber qué había podido pasarle. Ni siquiera había ido a cenar esa noche y Hermione también se había preocupado...

Pasó el resto de la madrugada dando vueltas en la cama, bajó a la sala común, estuvo a punto de irse a buscarle por el hueco del retrato...hasta que cayó dormido en uno de lo sillones de la sala común. Su hermana le había despertado y cuando la preguntó dijo que no había visto a Harry. Hermione, al enterarse, había ido a buscarle por el castillo mientras él se quedaba en la sala por si volvía...

Y, efectivamente, diez minutos después de que Hermione se hubiera ido, Harry apareció por el hueco del retrato con una impresionante cara de sueño...aunque la ligera sonrisa de triunfo que tenía en la cara tranquilizó a Ron, pero no menguó su enfado.

x- Harry, esta noche no has dormido.- dijo Ron en cuanto le vio aparecer por el hueco del retrato.- ¿Puedo saber dónde has estado, por favor?

x- ¿A qué viene eso?- Ron puso los brazos en jarras y Harry le miró alucinado, pensando que tal vez su madre le había poseído por un segundo.- Estuve practicando oclumencia, se me ocurrió una cosa.

x- Ni siquiera viniste a cenar.

Harry miró a su amigo de arriba a abajo, definitivamente no iba a ser como los gemelos o como Percy, sino como su madre. ¿Desde cuando a Ron se le había ocurrido preocuparse por si había o no cenado¿Desde cuando tenía complejo de madre? Harry soltó una risita ante aquella idea, pero al ver que la expresión de su amigo no mejoraba, dijo exasperado:

x- ¡Estuve practicando, Ron¿Y sabes qué? Funciona.

x- ¿El qué funciona?

x- Me gustaría ver cómo Snape intenta leerme la mente de nuevo.- dijo con una sonrisa maliciosa.

Ron se quedó esperando que Harry le contara lo que había hecho de brazos cruzados y él empezó su relato.

Flash Back

En la biblioteca de Hogwarts, Harry estaba con Muriel ordenando los libros. Pensaba en todas las cosas extrañas que Phoebe le había dicho en su clase...

"Cerebro ciego...el que ha desplazado la montaña es el que comenzó por quitar las pequeñas piedras...busca dentro de tu cabeza..."

Cuando había bajado la escalerilla del aula, de repente todos esos consejos habían formado una sola teoría, sobretodo lo de "cerebro ciego" por muy mala connotación que Phoebe hubiera querido darle.

Ya había localizado los libros de oclumencia, era un lujazo tenerlos todos a la mano, porque iba a pasarse toda la noche estudiándolos.

La señora Pince y Muriel se fueron poco antes de la cena, después de que Harry prometiera que cerraría la biblioteca cuando acabase de ordenar una estantería. Cumplió su promesa, pues cerró todo lo mejor que pudo la puerta para que ni Filch pudiera entrar a molestar, pero claro, se quedó dentro.

Se había llevado su mochila, de la que sacó pergamino, tinta y pluma, y luego encendió unas velas y se puso a leer los libros que había seleccionado mientras iba apuntando las cosas más importantes, enlazando ideas, buscando cosas, elaborando alguna técnica...

Jamás se le llegó a ocurrir eso el año pasado, que pudiera "darse clases" e intentarlo por su cuenta. Intentó no pensar más en los "Y si yo hubiera hecho esto" y centrarse más en el "Y si yo hago esto", además, pensar era una de las actividades prohibidas por la oclumencia, tenía que dejar la mente en blanco...pero esta vez, haría algo más. Practicaría, aunque tuviera miedo de lo que iba a ver o sentir, ni siquiera sabía si Voldemort seguía queriendo mandarle visiones...aunque eso para su teoría no era necesario, bastaba con que él estuviera pensando en algo, cualquier cosa.

Pasaban las cinco de la mañana cuando hubo acabado de leerse casi todos los libros, había aprendido más de oclumencia en aquella noche que en todo el tiempo que había hecho con Halliwell y con Snape juntos. Terminó de escribir unas cosas en el pergamino de instrucciones que se había hecho y se estiró en la silla, desentumeciendo los músculos tras haberse quedado durante horas en una misma posición.

x- Bien Harry...veamos qué podemos hacer con esto.- se dijo.

Se restregó los ojos y luego colocó su jersey a modo de almohada en una mesa vacía, se tumbó en ella y releyó por última vez las instrucciones. Luego las dejó a un lado y cerró los ojos, dejó la mente en blanco, con lo cansado que estaba le resultó bastante más fácil. Imaginó la pantalla blanca de Phoebe y luego, como había hecho con la profesora, comenzó a intentar "sentir" a Voldemort.

Al principio le venían falshes que no supo si eran fragmentos de sueños suyos, porque se estaba quedando dormido, o qué. Sintió, mientras intentaba buscar al mago oscuro, como si estuviera buceando a través de un inmenso mar a toda velocidad...hasta que, de repente, los falshes ya no eran tan confusos.

Se vio en otra de las cuevas oscuras, de nuevo sabía que "era" Voldemort. Andaba por entre los pasillos haciendo explotar hombres vestidos de manera extraña, y cuando explotaban, un hilo de algo dorado entraba por sus manos y se sentía cada vez más fuerte...

Luego estaba junto al lago de Hogwarts, y el castillo estaba ardiendo por los cuatro costados, Harry oyó gritar a gente dentro, luego vio a varias personas salir por la puerta principal incendiadas de la cabeza a los pies...luego el colegio se derrumbaba.

Después se vio a si mismo tirado en el suelo y siendo torturado por Voldemort, que le lanzaba todo tipo de hechizos y otros recursos mágicos que no llegó a identificar, se oía gritar a sí mismo, y notaba la risa maniática de Voldemort, porque él también se estaba riendo.

Luego sintió de nuevo que buceaba a toda velocidad, y se encontró en otra vez en una cueva, iluminada con antorchas, y Voldemort estaba de pie en medio de ella, intentando lanzar bolas de fuego a través de las manos. Harry notó su esfuerzo, notó su frustración y su enfado, notó...sus pensamientos.

La cicatriz comenzó a dolerle, y en seguida se concentró en volver a su cuerpo...o ese era el concepto que había inventado. A los pocos segundos se despertó encima de la mesa pero de la impresión de la vuelta se cayó al suelo.

No se movió de allí en un rato, notaba un calor insoportable a pesar de que el verano ya estaba acabando y comenzaba a hacer frío. Tenía la respiración acelerada y notaba que le quemaba algo la cicatriz.

Al rato se dio la vuelta, vio por los ventanales que empezaba a amanecer, así que se levantó y recogió sus cosas. Salió de la biblioteca sin hacer apenas ruido y miró el mapa del merodeador...no había nadie vigilando por la escuela, ni siquiera Filch, que en ese momento debía de estar en su habitación descansando un par de horas antes de que comenzase la mañana.

Harry decidió hacer lo mismo, pero no en su dormitorio de Gryffindor, sino en alguna clase abandonada. Sabía que uno de sus amigos estaría dormido en la sala común esperándole y no tenía ganas de que le fulminaran a preguntas, sólo quería echarse un rato...

Estaba bastante nervioso, de todas maneras, pues lo que había visto eran los deseos de Voldemort: destruir Hogwarts, matarle, conseguir más y más poder...

"Quizá alguna de estas noches consiga ver, además, sus planes", pensó mientras se tumbaba en el suelo de una de las clases y usaba de nuevo su jersey de almohada.

Fin del Flash Back

x- ¿ES QUE ESTÁS LOCO!

x- ¡Cállate, Ron!

x- ¡Cómo has podido...cómo se te ha ocurrido...?

x- Empiezas, además de a tu madre, a parecerte a Hermione.

x- ¡Bueno, quizá debiera! Harry, esto es una locura¡jugar con la mente de...!- Harry le chistó para que se callara.- Esto no es bueno, Harry.

x- ¿Y qué sugieres¿Qué en vez de que yo juegue con él, él juegue conmigo?- estaba perdiendo la paciencia de nuevo, ahora que pensaba que había tenido una buena idea, que había hecho algo útil, y se lo echaban por tierra.- ¿Es que te gustaría ser tú el próximo en caer por el velo!

Ron se quedó en completo silencio, descruzó los brazos y se quedó blanco. Bajó la cabeza y negó despacio, sin saber qué decir.

x- Harry...yo...

x- No te disculpes, Ron.- Harry suspiró y le dijo, calmado.- Ya sé que no es la idea más sensata del mundo, pero es algo por lo que empezar. No voy a mandarle visiones a Voldemort, aunque quisiera, ni voy a estar todas las noches haciendo esto. Pero por ciertos motivos no puedo dejar que entre en mi mente, y la mejor forma de hacerlo es entrando primero en la suya.

Ron no dijo nada en unos minutos, simplemente miraba a Harry furtivamente y luego al suelo. Lo que le había dicho de si quería ser el próximo no le había herido, le había asustado y a la vez se había sentido halagado de que su mejor amigo se preocupara tanto porque la situación no se repitiera y mucho menos con ellos.

Poco después se atrevió a decir algo

x- Sólo ten cuidado, Harry.

x- ¡Hey!- dijo dándole un golpe amistoso a Ron en el brazo.- Soy Harry Potter¿qué me podría pasar?

Con eso, los dos se fueron riendo hacia el comedor a desayunar.

Mientras, por los pasillos de Hogwarts y camino también del comedor, las tres Embrujadas comentaban los datos que Chris les acababa de traer hacía escasos diez minutos, decididas a hacer un hueco en sus horarios y buscar a su nuevo enemigo. Sin embargo, Piper estaba ocupada por la mañana y parte de la tarde, Paige por su parte lo único que tenía que hacer era seguir aprendiendo cosas para sus clases de duelo, pero Phoebe era la más libre de las tres, dado que sólo tenía que dar dos clases esa mañana.

x- Estamos buscando a un demonio vudú¿no?- decía Phoebe, Paige asintió y ella dio un largo suspiro.- Buscaré en el Libro de las sombras.

x- ¿Estás bien?- le preguntó Piper.

x- Sí, es sólo que...- se encogió de hombros.- Bueno, ayer intenté mataros a todas, casi hago resurgir la Atlántida...y de nuevo estamos buscando a otro demonio.

x- Phoebe, nos pasaba lo mismo en San Francisco.- dijo Piper.- Hemos sido Walkirias, diosas...

x- Sí, pero es que allí teníamos nuestro propio espacio¿sabes? Aquí convivimos con magos y a pesar de eso tenemos que tener el triple de cuidado que en casa. Es un poco estresante.

x- Te entiendo.

Phoebe suspiró mientras se acercaban a la puerta que daba a la Mesa Alta.

x- Al menos, ningún demonio ha atacado a Wyatt hasta ahora.- dijo.

x- Basta con que lo hayas dicho para que empiece a pasar.- comentó Paige, Phoebe le sacó la lengua.

Antes de llegar a la puerta se detuvieron, no querían hablar de cosas de Embrujadas rodeados de magos.

x- Oye, al final no tuviste que usar la poción contra aquellos encapuchados.- le dijo Phoebe a Paige.

x- Sí, eso es raro.- dijo Piper.

x- ¿Por?

x- Normalmente tenemos que enfrentarnos al demonio y a toda su familia antes de poder acabar con él.- Phoebe asintió.- Es raro...lo de Ayax me ha parecido demasiado fácil.

x- Al menos ya no tendremos que preocuparnos por él.- dijo Paige.

Piper le dio la razón, aunque no muy convencida, todo eso de que los encapuchados no hubieran vuelto a aparecer le daba muy mala espina.

x- ¿Sabéis?- dijo entonces.- Se me ha ocurrido una manera de recoger información...

x- ¿En serio?

x- Ya que soy profesora y tengo que dejarme la mano y los ojos corrigiendo tonterías, al menos que sean útiles.

x- Espera¿vas a mandar un trabajo sobre el vudú?

x- ¿Por qué no? Son artes oscuras¿no?

Dicho eso, Piper abrió la puerta y las tres se fueron a sentar en la mesa mientras daban los buenos días a los profesores. Paige y Phoebe se miraron, si ellas también pudieran usar ese método...

En ese momento Ron y Harry entraron por la puerta, Phoebe le miró, aquella mañana parecía contento, aunque no se le veía muy descansado. Ella seguía pensando en lo que dijo cuando se enteró de que no le trataban bien en casa de sus tíos...

"Aún hay sitio para un Halliwell más", pensó.

Sin embargo, esos pensamientos se derivaron inmediatamente hacia qué iba a decirle a Harry en la próxima clase de oclumencia acerca de su comportamiento. No podía explicarle que era una guardiana de la Atlántida y que la ciudad había estado apunto de resurgir y que un demonio...no, le daría un síncope¿pero qué podía inventarse?

"Lo que realmente me gustaría es contar la verdad" pensó apenada, "para una vez que no van a asustarse tanto como los muggles...". Aunque luego reflexionó, sobretodo por lo pesado que era Leo sobre que los magos no habían sabido nada sobre demonios en muchísimo tiempo...al parecer sí iban a tener un poco de miedo, pero lo aceptarían porque esa era su naturaleza, la magia. Pensó que quizá podría encontrar a alguien al que no le importara su condición de bruja, porque él también lo fuera...

Sin darse cuenta, sus pensamientos se derivaron a una persona, pero entonces su hermana Paige la distrajo con una pregunta sobre si Chris había averiguado algo más.

Precisamente, en ese momento, el joven luz blanca estaba en el Inframundo. Confiaba en que si alguien en Hogwarts preguntaba, las hermanas le respaldarían. No iba a estar allí mucho tiempo de todas maneras, pero tenía que averiguar algo sobre Voldemort e ir a espiarlo casi ante sus propias narices era lo único que a Chris se le ocurrió hacer.

Hurgando por entre el infinito laberinto de cuevas del Inframundo, Chris logró averiguar que un grupo de demonios iba en la dirección en donde Barbas y Voldemort estaban en ese momento, para recibir instrucciones. Esa era una de las grandes ventajas del Inframundo, que podías cambiar de sitio cada hora sin repetir cueva ninguna vez y despistar así a tus enemigos.

Sin embargo, Chris conocía el lugar lo suficientemente bien como para no perderse, así que encontró pronto aquel destacamento, que caminaba en filas de a tres y a buen paso hacia el encuentro de Voldemort. Debían de ser unos veinticuatro demonios, y Chris pensó que no eran demasiados y que su presencia se notaría...eso si se dejaba notar, claro.

Con toda la sutileza de la que era capaz, Chris se coló en las filas, sin que nadie advirtiera el cambio, y siguió al grupo hacia donde quiera que fueran. No tardaron mucho en detenerse en una cueva amplia y de techo alto, donde parecía que debían esperar las instrucciones. Chris oyó voces en la cueva de al lado, a través de una gruesa tela negra que hacía de puerta entre la caverna grande y otra contigua.

Voldemort y Barbas estaban allí, así que, despacio, fue acercándose a ella. Pronto comenzó a oír las voces de ambos demonios, y mirando por si alguien se percataba de que se había separado del grupo, pegó el oído.

x- ...si logras separarle de las Embrujadas, podré matarle fácilmente.- decía Barbas.

x- Después de lo que he oído mi parte será más difícil de cumplir.

x- No te creas, Voldemort, existe un modo...el mismo que yo voy a emplear contra Potter.

Barbas quedó en silencio, Chris siguió escuchando mientras vigilaba que nadie pasara por allí y le viera.

x- Entonces empezaré con las visiones.

x- Sé discreto, aunque sea un mago no será tan estúpido de caer dos veces.

x- Ese chico sorprende a todo el mundo, superando sus expectativas.- dijo Voldemort, y ambos demonios rieron.- No te preocupes, tengo la fórmula perfecta para que todos los pájaros caigan de un solo tiro.

Chris oyó un ruido de pasos demasiado cerca, así que se escondió como pudo en las sombras y vio pasar al minuto siguiente a un centinela vigilando atentamente...y luego otra cosa que le heló la sangre.

Era una serpiente, enorme y repulsiva, que se arrastraba con parsimonia pero sin parar hacia donde él estaba. El luz blanca se dio cuenta de que sus ojos estaban clavados en él, evaluándole y estudiándole. Esa serpiente debía de ser la "mascota" de Voldemort, y dado que había oído por la Orden que él hablaba el lenguaje de las serpientes (llamado pársel) supuso que informaría inmediatamente de que había alguien espiando...

Efectivamente, la serpiente se metió a través de la tela y siseó cosas que fueron respondidas por otra voz, la del Mago Tenebroso, que en seguida le tradujo lo esencial a Barbas:

x- Alguien nos espía...-gruñó Voldemort.

Sin embargo, cuando se asomó, no vio absolutamente a nadie. Cuando pidió explicaciones a Nagini en pársel, esta no pudo dar ninguna. En un segundo estaba y al siguiente no.

x- ¿Embrujadas?- preguntó el mago oscuro a Barbas.

x- No, pero seguramente te acercas.

x- No importa, no creo que tengan tiempo de ocuparse de Potter si tienen que lidiar con el vudú.

Voldemort acabó de salir de la estancia, reuniéndose entonces con los demonios que esperaban en la cueva. Todos quedaron en silencio y el mago oscuro se puso al frente de ellos para darles las instrucciones.

x- He encargado la "destrucción" de ciertos miembros de la comunidad mágica, sus nombres los encontraréis en este pergamino.- con un gesto de la mano hizo aparecer uno por cada dos demonios.- A cada grupo se le ha asignado uno, deberéis atraparlo con la máxima discreción posible, traerlo vivo y entero...o al menos lo suficiente para que sobreviva y me sea útil.- añadió con una sonrisa maliciosa.- Dos de ellos son de vital importancia para mi, y con ellos debéis ser rápidos o alguien podría darse cuenta antes de que sea efectiva la maldición de que ha desaparecido...como las Embrujadas.

Aquellos grupos supieron que eran ellos porque su pergamino brilló tenuemente, así que asintieron y desaparecieron envueltos en llamas hacia sus objetivos.

Después del desayuno, las hermanas se encontraron con Chris mientras salían por la puerta de la Mesa Alta rumbo a sus clases de la mañana. El luz blanca les contó lo que había oído en el Inframundo con discreción.

x- Entonces piensa manipularle.- dijo Paige, Chris asintió.

x- Es hora de que uses esa poción anti-empatía, Phoebe.

x- Lo haré.

Arthur Weasley caminaba por las calles que conducían a Grimmauld Place, quería informar de ciertas novedades y no había podido usar otro medio de transporte que sus pies. Iba a paso rápido y procuraba no llamar para nada la atención sobre sí mismo, no se fiaba de las calles por muy concurridas que estuvieran, es más, si estaban muy abarrotadas las evitaba. Al menos si tenía un poco de espacio podría luchar o salir por patas para protegerse.

Estaba llegando a la plaza, iba por una de sus calles rodeada de edificios destartalados y sucios. De repente sintió el peligro, así que apretó su varita con la mano, que tenía guardada en el bolsillo de su pantalón...sabía que le estaban observando, pero no creía que fueran mortífagos, con lo que su miedo se convirtió en pánico y recordó los tres cadáveres del depósito.

Cerró los ojos y sacudió la cabeza para quitarse la imagen de la mente, segundo que tres demonios aprovecharon para aparecer delante de él.

Ni siquiera tuvo tiempo a reaccionar, solamente a ponerse pálido como nunca lo había estado y ver horrorizado y sin poder hacer nada cómo los tres demonios le inmovilizaban y fluctuaban con él muy lejos de allí, muy lejos de Londres...muy lejos de su familia.

Pero con lo que no contaba ninguno de los demonios, es que en una casa en medio del campo, algo pequeña y no muy lujosa, una mujer de pelo rojo estaba arreglando un poco la cocina. Ahora no estaban allí muy a menudo, debido a que continuamente tenían que ir y venir del cuartel de la Orden del Fénix, así que de vez en cuando debía pasarse para no dejar la casa en estado de abandono.

Molly Weasley estaba atareada haciendo secar con su varita los últimos cacharros y un vaso a mano con un paño cuando oyó que el reloj con nueve manecillas se movía, una por cada uno de los siete Weasleys junto con Harry y Hermione. Fue a mirar lo que ocurría, cuando vio que la manecilla de Arthur se movía...

En el trabajo, Viajando, En casa... pasó todas esas etapas y no se detuvo, no hasta que se halló justo en el área que decía "Peligro de Muerte"

A Molly se le cayó el vaso, cogió su varita y, dejando caer al suelo todo lo que estaba secando se fue afuera y en cuanto hubo andado un poco se desapareció de allí hasta que llegó a la plaza de Grimmauld Place. Allí salió corriendo hacia el edificio y entró como un vendaval.

Moody, Charlie y Bill se asomaron desde la cocina.

x- ¡Mamá!- dijo Bill.-¿Qué ocurre?

x- ¡DÓNDE ESTÁ ARTHUR?

Los tres aurores se miraron y se encogieron de hombros. Molly sintió que se moría¿dónde estaba su marido? Se llevó las uñas a la boca y pensó un momento...

Debía avisar a las únicas personas que podrían decirle dónde estaba, y seguramente, salvarlo y que su manecilla volviera a señalar "En casa".

Justo cuando iba a darse la vuelta y salir corriendo a buscarles, Kingsley entró por la puerta, también agitado.

x- ¡Han desaparecido otros doce trabajadores del Ministerio¡Es horrible! El Ministro, varios miembros del Wizengamot, Nymphadora...

Al ver a Molly allí, la miró con aprehensión y le dijo con voz suave y con tacto:

x- Verás, Arthur...

x- ¡Ya sé que estaba entre los desaparecidos¡Ahora quiero encontrarle!

x- ¡Molly¡Espera¡No sabemos...!

Pero la madre de los Weasley ya había salido por la puerta tan rápido como había venido. Kingsley se dio la vuelta y miró a Moody y a Tonks, los tres se miraron y sin mediar palabra se dispusieron a avisar a toda la Orden del Fénix sobre lo sucedido.

x- ¿Has dicho que Tonks...?- dijo Moody, Kingsley sólo acertó a asentir con la cabeza.

Piper en ese momento estaba dando clase a los de tercero de Ravenclaw y Hufflepuff. Les hablaba sobre criaturas acuáticas peligrosas que tal vez verían en directo con Hagrid, sus peligros y cómo defenderse de ellas, cuando Chris asomó la cabeza por la puerta y la llamó con disimulo. Ninguno de los alumnos se dio la vuelta, pero Piper vio perfectamente al luz blanca.

x- Bien, chicos, seguid leyendo las últimas páginas...- se levantó de la mesa y se fue hacia la puerta.- Ahora vuelvo.

Cruzó la puerta y la cerró sin hacer ruido, cuando se dio la vuelta se encontró con sus hermanas y con Chris.

x- Tenemos un grave problema.- dijo el luz blanca.

x- ¿Qué pasa?

x- Ha habido más secuestros, el demonio vudú está actuando de nuevo. Y esta vez son gordos, se han llevado al Ministro de magia.

Piper se pasó la mano por la cara, pensando que lo peor era que no habían avanzado nada en la identificación de ese demonio.

x- No te preocupes, aún tenemos tiempo.- dijo Paige

x- Sí¿pero cuánto¿Cuánto tiempo? Ni siquiera sabemos si el hechizo tiene un límite y cuando se acaba mueren las víctimas, no tenemos nada.

x- Eeeh...me temo que eso no es no es lo peor...- dijo Chris. Las demás le miraron expectantes.- Una de las víctimas es Arthur Weasley.

Las tres resoplaron, ahora sí que debían darse prisa.

x- Muy bien, eeeh...- comenzó Piper, pero por la impresión de lo que les había dicho Chris no sabía ni qué hacer ahora.

x- Tú no te preocupes por nada, cúbrenos las espaldas aquí en la escuela y nosotros nos encargaremos.- dijo Phoebe.- Si necesitamos el poder de tres, te llamaremos.

x- ¡Pero no puedo dejaros solas con esto!

x- Piper, ya tienes bastante con trabajar de profesora.- dijo Paige, luego los tres se dieron la vuelta para irse.- ¡Te mantendremos informada!

La Embrujada se quedó mirando con la boca abierta de indignación cómo Chris y sus hermanas se iban para pasar a la acción contra el demonio y la dejaban a ella allí, dando clases a los magos. Negó con la cabeza y se dispuso a entrar en el aula de nuevo.

x- Y ahora me marginan...- murmuró

Hizo un gesto como si les explotara con las manos y entró de nuevo en el aula con mala cara.

Mientras, los otros habían llegado a la escalera, donde Paige se fue al aula de Duelo a esperar que Chris y Phoebe consiguieran algo en el aula de Adivinación consultando el Libro de las Sombras. Se separaron y Chris y Phoebe hablaban en bajo sobre el asunto cuando alguien llamó a la Embrujada:

x- ¡Profesora Halliwell!- Phoebe se dio la vuelta con un sobresalto, era Harry y le dio un vuelco al corazón al verlo acercarse con Ron. Sin embargo, se mostró como si no supiera nada.- ¿Puedo pedirle algo?

x- Dime.- contestó ella con una sonrisa nerviosa.

Harry habló en bajo, acercándose un poco más a ella.

x- ¿Le importaría que diéramos una clase hoy de oclumencia? Quiero enseñarle algo...

x- Claro.- respondió en el mismo tono.- ¿Hoy a las siete?

Harry asintió e inmediatamente Phoebe se dio la vuelta y echó a andar a paso rápido por el pasillo junto a Chris.

x- Hay que recuperar YA a Arthur.

x- Paciencia, Phoebe, los demonios que hacen cosas de estas no son para tomárselos a la ligera.

x- ¡No puedo soportar mirar a Ronald Weasley sabiendo que su padre puede morir!- protestó en un susurro.- Así que voy a actuar como sea necesario para que esté a salvo, con lo que ya estamos recopilando información.

x- Phoebe...

Pero ella le paró y le miró a los ojos con una mirada muy dura que no había visto en ella en mucho tiempo.

x- Tiene cinco hijos¿vale? Y ya sabes quién es, creo que es razón suficiente para que nos importe...

Tras pasar casi toda la tarde en el Aula revisando el Libro de las Sombras y no encontrar nada más que una referencia a los métodos del vudú, pero a ningún demonio en concreto que lo practicara, decidieron que lo mejor era avisar a Muriel. Sin embargo, en aquel momento Phoebe debía ocuparse de Harry, que llegaría en cualquier momento para la que, esperaba ella, fuera su última clase de Oclumencia.

x- Hola Harry.- le dijo Phoebe cuando entró.

El chico fue a sentarse en el sillón enfrente suya, como siempre. Phoebe trató de aparentar normalidad, aunque echaba miradas furtivas hacia la tetera con la poción y las tazas. Ella acabó lo que estaba haciendo y se sentó también, entonces Harry le preguntó:

x- ¿Está mejor?

x- ¿Cómo?

x- Por lo del hechizo...bueno, no sé qué le pasó, pero Hermione me dijo que era porque un hechizo le había salido mal.

x- Oh...- murmuró, luego cayó en la cuenta de que le estaba ofreciendo una excusa en bandeja y se inventó una historieta.- ¡Oh! Sí, claro. Es lo que pasa cuando se quiere contactar con...ya sabes, la "visión" de los antiguos, el Oráculo de Delfos¿sabes? Y...es un poco técnico, no creo que te interese.

x- De todas formas, estuve pensando en lo que me dijo y...bueno, se me ocurrió algo.

x- ¿Ah, sí?- dijo con una sonrisa un poco forzada.- ¿Y qué te dije?

x- No me haga repetirlo.

x- De acuerdo.

x- El caso es que...- suspiró.- Bueno, no sé por qué pero todos aquellos proverbios me llevaron a la idea de que tal vez pudiera usar un mecanismo de defensa que estuviera dentro de mi mente, que fuera idea mía. Y dado que estos días he estado ordenando la biblioteca he podido mirar un par de libros sobre el tema, con lo que reinventé una técnica llamada "del Espejo" que parece que ha dado resultado.

x- ¿De qué va?

x- Pensé que la conocía.- contestó Harry entornando los ojos con suspicacia.

x- Oh, sí claro...- se apresuró a contestar Phoebe.- pero como la has reinventado, quería saber qué novedades tiene.

x- Bien, todo se basó en lo de "cerebro ciego", no lo tomé al pie de la letra, pero cuando leí la versión original de la técnica del espejo pensé que sería útil.- Phoebe escuchaba sonriente, como Harry no se explicara ella lo iba a pasar mal, porque no tenía ni idea de lo que hablaba.- Así que lo que hice fue dejar mi cerebro vacío, en blanco...en definitiva, "ciego". Luego conseguí manejar el espejo, que consiste en una barrera de defensa que hace que el intruso piense que ha entrado en la mente de la víctima, pero empieza a ver sus propios pensamientos...

x- Eeeh...sí, claro. Continúa.

x- Y finalmente lo que hice fue usar su técnica de "sentir" a la gente, y encontré a Voldemort.

Phoebe se quedó un momento callada, mirándole como si no comprendiera, hasta que dijo, incrédula:

x- Que encontraste a Voldemort...

x- Sí, vi sus deseos...ya sabe, poder, matarme, lo de siempre.

x- Harry, no tiene gracia.- respondió Phoebe, muy seria.

x- Pero al menos dígame que no he hecho esto en vano.

Phoebe le miró, la verdad es que no le preocupaba mucho lo que había hecho el chico, era sólo que corría ciertos riesgos y se suponía que ella estaba aquí para protegerle. De todos modos, suspiró y contestó:

x- Ha sido una gran idea, Harry, y me parece excelente que hayas conseguido elaborar una barrera propia. Sólo te pido que tengas cuidado, no subestimes la mente de Voldemort. Puede que ayer pudieras entrar, puede que mañana también...puede que no te deje de nuevo...o puede averiguar la manera de que no salgas nunca de ella.

A Harry se le secó la garganta de pronto, si había entendido bien a la profesora, Ron tenía razón...muy buena idea desde luego no era.

x- ¿Qué quiere decir?- preguntó indeciso y algo asustado.

x- Yo no sé hacerlo muy bien, pero hay personas que si ven que alguien está entrometiéndose en sus pensamientos...no dejan que salga. Se queda vagando en su mente hasta que su cuerpo no resiste más el no moverse, no alimentarse, y muere en una muy, muy lenta agonía que puede durar desde semanas hasta un año entero.- Harry tragó saliva, estaba blanquecino.- Así que, como decía, tú ten cuidado.

x- Lo tendré...gracias.

x- Estoy aquí para enseñarte y advertirte, Harry,- contestó Phoebe con una sonrisa.- no tienes por qué darlas.

Pero él no podía hablar demasiado, como sentía, se le había secado la garganta de lo que Phoebe le acababa de decir. ¿Sería Voldemort capaz de encerrarle en su mente? O...

¿Y si él era capaz de encerrarle a él en la suya? Una agonía de un año y muerte por inanición era algo que resultaba bastante adecuado a lo que Voldemort merecía.

x- Bueno, Harry, probemos esa barrera mental tan buena.

Él asintió y se concentró en crear el espejo y poner en blanco su mente, Phoebe atacó a los pocos segundos...

Entonces él se vio de nuevo en el recuerdo en casa de los Dursley y el perro que no le dejó bajar del árbol en toda la tarde...estaba en el zoo con sus tíos y su primo y éste caía al habitáculo de la serpiente...

Harry ya pensaba que su barrera no había servido de nada cuando con sus recuerdos se empezaron a entremezclar otros que no eran suyos.

Veía a una mujer morena y de ojos azul verdoso, tenía el rostro ceñudo y miraba a Phoebe con reproche mientras esta reía de su cara. Entonces el rostro de la mujer se suavizaba y reía también...

Luego vio a Phoebe de pequeña, que miraba a dos personas adultas discutiendo, un hombre y una mujer, se sentía muy triste...el hombre se iba de la casa enfadado y la mujer, una anciana, la miraba con desánimo.

En otro flash se vio en un funeral, no supo de quién, pero entonces vio que Paige Matthews se acercaba a darles el pésame a ella y a Piper...

Algo le empujó hacia atrás con mucha violencia, o eso fue lo que su mente sintió, porque cuando abrió los ojos estaba sentado en el sillón como si sólo se hubiera quedado dormido.

x- Vale, está bien...- Phoebe parecía afectada por la sucesión de visiones, tenía los ojos vidriosos.- No hagas preguntas...

x- ¿Está bien?

x- Sí, sí...- respiró hondo.- Tienes que practicar un poco más esa barrera, aún traspasan algunas cosas...pero por lo demás es muy eficaz, porque cada vez que quería ver algo tuyo, sólo veía cosas mías.

x- Vaya, me alegro de que funcione.

Phoebe sonrió y se levantó del sillón para coger la bandeja del té, muy decidida, pues no quería volver a tener que ver recuerdos como aquellos para entrenar a Harry...no, teniendo la poción. Volvió al sillón y puso la bandeja en una silla en medio de los dos.

x- ¿Té?

x- Ah, gracias.

Harry cogió la taza, Phoebe trató de no hacer ver que le había puesto algo, así que no le miró mientras se la tomaba, aunque sonrió.

x- Has hecho un gran avance, Harry.

x- Gracias.

x- Creo que, a menos que vuelvas a tener otro sueño, cosa que dudo mucho...- sonrió aún más.- no necesitas más clases.

x- ¿Usted cree?- preguntó incrédulo, con una ceja alzada.

x- Por supuesto, y puedes llamarme Phoebe.

Harry bajó las escaleras y se fue un poco más alegre, al saber que su esfuerzo merecía la pena...y con curiosidad por saber qué significaban aquellas escenas y quiénes eran las personas que no conocía.

Mientras, en el aula, Phoebe se había puesto a arreglar cosas y mantenerse ocupada o le pasaría como a Muriel, se enfrascaría en un recuerdo y se pondría melancólica...no le hubiese importado seguir dando clases a Harry, pero que en ellas corriera el riesgo de que su secreto se descubriera o de repente comenzara a ver recuerdos y recuerdos de su hermana Prue no podía soportarlo. Además, había hecho lo mejor, porque así el chico dejaría de sufrir más rápidamente, había sido lo mejor para todos...

Pensando en ello, unas luces blancas inundaron la sala y apareció Chris, que preguntó:

x- ¿Qué tal Harry?

x- Ya le he dado la poción.- suspiró.- Espero que funcione.

x- Lo veremos esta noche, o como mucho mañana.

x- Yo también tengo ganas de acabar con Voldemort, Chris.- dijo Phoebe recordando lo que el luz blanca le había contado sobre Gideon.- Y me gustaría hacerlo pronto.

x- Lo conseguiremos, no te preocupes.

x- Sí, bueno, ningún demonio se nos ha escapado impune jamás.

x- Y Voldemort no va a ser el primero, te lo prometo.- Phoebe asintió y sonrió, la animaba la valentía de Chris.- Ahora voy a avisar a Paige para que encuentre a Muriel, se nos acaba el tiempo.

Una vez Paige se hubo enterado de la situación, se concentró en llegar hasta Muriel. Por suerte no tendría problemas si estaba en las Islas Necróferas, porque tenían permiso para entrar. Se concentró en ella y orbitó fuera de la escuela, la verdad es que agradecía que sus clases fueran sólo los Sábados, o no podría estar haciendo aquello tan a menudo.

Cuando llegó, se vio en medio de la selva, con un calor húmedo que se pegaba a la piel y enfrente de un extraño templo en plan Inca. Avanzó un poco hacia él, oyendo de pronto voces y gritos. Se quedó quieta en el sitio, esperando...

Entonces aparecieron Muriel y el resto de sus compañeros, o eso suponía Paige, pues todos iban en su forma demoníaca y no se les distinguía bien...aunque pudo reconocer a Ezequiel. Paige resopló, el Necrus era un chuleta que le encantaba lucirse delante de Phoebe o de ella misma y, aunque a veces resultara gracioso, la mayor parte era un pesado.

El grupo salió arrastrando a unos cuantos hombres por los pies, todos atados con cuerdas. Reían y les amenazaban con un sin fin de calamidades, algunos de los hombres gritaban clemencia, otros insultaban a los Necrus...

Cuando se dieron cuenta de que Paige estaba allí, los siete se pusieron como si les hubieran pillado en un momento comprometido y ocultaron a los hombres entre unos arbustos, tirándolos por el aire como si fueran sacos.

x- ¡Paige!- exclamó Muriel con una sonrisa nerviosa.-¿Qué haces aquí?

x- ¿Y tú?

x- Eeem...- señaló con un gesto de la mano hacia donde se oían los quejidos de los hombres que habían sacado del templo.- ya sabes, misiones Necróferas. Era una escuela que reclutaba mortales para convertirlos en demonios y...bueno, ya hemos acabado con esta.

x- ¿Es que hay más?

x- Sí, nos quedan cuatro.

Entonces se acercaron el resto de los integrantes del grupo, que saludaron a Paige. Ezequiel, como siempre, la guiño un ojo. La Embrujada ya estaba acostumbrada, así que le ignoró.

x- Bueno, recojamos a esos tíos y quememos este antro.- dijo Rafael.

Entonces todos se dieron la vuelta y se prepararon para destruir aquel templo. Mientras, Muriel y Paige se retiraron indiferentes a los gritos de los hombres-demonios.

x- ¿Qué pasa?- preguntó Muriel.

x- Demonio vudú.

x- ¿Qué¡Ah!- la Necrus se puso roja, o más bien el negro de si piel se oscureció en las mejillas, porque no podía apreciarse el color.- No he tenido mucho tiempo de buscar.

x- Pues ahora que has acabado con tu primer objetivo...- le entregó las anotaciones de Chris sobre los cadáveres.- eso te dará más pistas, pero te recomiendo que te des un poco de prisa, porque han desaparecido otras cuatro personas del Ministerio, así que tenemos que encontrar al demonio ya.

x- Muy bien, intentaré tener algo para mañana.

x- Sí...eeeh...una de ellas es Arthur Weasley.

Muriel la miró con los ojos como platos, enrolló con decisión el pergamino y desplegó sus alas, dispuesta para salir volando. Por razones que no podían desvelar, Arthur era una de las personas a las que especialmente no debían dejar que le ocurriera nada.

x- ¿Vas a buscar a las víctimas?- le preguntó Paige.

x- No serviría de nada, lo mejor es encontrar al demonio y los muñecos.

Muriel comenzó a andar buscando un claro para poder salir a cielo abierto en medio de la selva y que estuviera alejado del templo, dada la enorme humareda y llamas que ahora se estaba arremolinando alrededor. Paige la siguió, quería preguntarle una cosa, pero no se llegó a atrever hasta unos minutos después:

x- ¿Cómo estás?

Muriel se paró en seco y dio un hondo suspiro, cerrando los ojos.

x- Sólo...- los abrió y miró a Paige.- Agradezco que te preocupes, Paige, pero sería mejor si simplemente no lo mencionaras.

x- Oh, lo siento, yo...

x- No importa, estoy mejor, aunque...el sueño se ha repetido unas cuantas veces.

x- Si pudiera hacer algo...- Paige pensó un momento, acordándose de algo.- ¡hey! Pomfrey tiene una poción para dormir sin soñar, si quieres puedo pedirle un poco.

x- No estaría mal intentarlo.- la Necrus miró hacia arriba y se despidió de Paige.

La Embrujada vio cómo se alejaba hacia el cielo, y suspirando, ella también orbitó fuera de aquel lugar.

Ya era casi medianoche en Hogwarts cuando Harry y Ron estaban acabando sus deberes del día. Hermione les miraba desde el otro lado de la mesa con atención, aquel curso iba a "cuidarles" muy bien y a hacer que llevaran sus deberes lo más al día posible. Sobretodo vigilaba a Ron, que era al que le más costaba ponerse...aunque en aquel momento, y sorprendida, vio que Harry estaba copiando unos pasajes de un libro de encantamientos con un ojo cerrado y el otro a medias, sin mirar al papel, y aunque escribía correctamente la línea se le estaba torciendo, al igual que la cabeza se le caía.

Hermione suspiró resignada y se acercó para despertar a Harry de su trance, éste reaccionó y se despegó el papel del codo. Con voz borrachina le dijo que se iba a la cama y, sin molestarse siquiera en recoger, subió a su habitación.

x- Sí que está cansado.- dijo Ron, que entonces dio también un bostezo.- ¿Así que vas a ser misericordiosa y nos vas a dejar ir a la cama?

x- Está bien.- respondió Hermione con un bostezo.

Ron recogió sus cosas con ganas mientras su amiga hacía lo propio con las cosas de Harry con ayuda de la varita. Se las dio a Ron para que las subiera a la habitación, y cuando entró se encontró a Harry poniéndose el pijama con los ojos cerrados. En medio de risitas, le puso sus cosas encima de su baúl, se fue hacia su cama y también se cambió para dormir.

Cuando iba a apagar la luz de su mesilla, dijo:

x- Hasta mañana.

Los ronquidos de Harry fueron su respuesta. Sonriendo para sí, Ron añadió en voz baja:

x- Espero que descanses, amigo.

Y es que aquella poción antiempatía había dado al cerebro de Harry un tremendo descanso, sin dolor de cicatriz ni nada que lo perturbara, el chico había caído rendido en la cama en un sueño profundo. No soñó nada, o al menos nada relacionado con Voldemort...por una noche, todo volvía a ser normal, podía dormir tranquilo como Ron esperaba.

Sin embargo, infinitamente lejos de allí, a alguien no le estaba haciendo nada de gracia el efecto de la poción de Phoebe. Y ese alguien no paraba de maldecir y de tirar bolas de fuego a todo lo que tenía por delante.

Un hombre gordo y bajito entró con muchísima cautela en la cueva, y con aún más tacto dijo:

x- ¿Qué pasa, mi señor?

x- ¡No puedo acceder a Potter¡Es imposible!- Colagusano le miró extrañado.- Tenía la conexión bien elaborada, ahora tengo más poder...¡se supone que con eso tendría la capacidad para manejarle como quisiera! Pero por más que lo intento...

x- ¿Oclumencia?

x- El que tenga la mente tan férreamente cerrada no creo que sea mérito de ese estúpido niño. El año pasado no pudo detenerme...¡y no le ha dado tiempo a hacerlo ahora!

En ese momento tres ratas pasaron por la cueva y Voldemort las hizo explotar envueltas en llamas con sus bolas de fuego, con lo que Colagusano se estremeció.

x- Seguro que esto tiene que ver con las Embrujadas...- apretó el puño con rabia.- No importa, que no se entere de que el padre de su mejor amigo está en peligro...luego se culpará por no haber tenido una visión y haberlo salvado.- se volvió hacia Peter.- ¿Dónde está?

x- Bajo el hechizo de Kurbain, mi señor.

x- Perfecto...quiero que nuestro Arthur y amigos se dejen ver en ese estado, en alguna parte en la que Potter pueda enterarse...¿Gringotts?

x- Sí señor.

Colagusano se fue de la cueva casi corriendo para dar instrucciones al demonio vudú, Kurbain, de que enviara a los cuatro a atacar el Callejón. No es que fueran violentos o peligrosos en ese estado, simplemente eran como zombies que usaban toda su fuerza bruta para lograr cumplir las órdenes que Kurbain les daba. Incluso si se lo curraba, era capaz de dejarle a las víctimas suficiente capacidad para usar su magia.

Llegó hasta la cueva del demonio, allí estaban las doce víctimas encerradas en celdas con barrotes de piedra mientras gritaban y enseñaban los dientes. Todos parecían haber salido de una batalla, pues tenían las ropas destrozadas y sucias al igual que sus caras y su pelo. Sonrió al ver a Arthur Weasley allí metido, arañando y pateando los barrotes de piedra para salir, con la mirada de un animal y no humana...el Ministro tenía el mismo aspecto y casi le entra risa al verlo tan patético.

x- ¿Qué quieres, gusano?

La voz de Kurbain le sacó de sus pensamientos, se dio la vuelta y le miró con asco, al igual que el demonio le miraba. Colagusano se atrevió a usar un tono más arrogante delante del demonio.

x- El Lord desea que les envíes al Callejón Diagon a que armen jaleo.

x- De acuerdo, ahora lárgate.

Colagusano se fue molesto con la actitud de los demonios, pero no tenía elección ahora que Voldemort era uno de ellos, en este momento le resultaría mucho más fácil matar cualquier cosa que no le agradara, como aquellas ratas...

Qué vida tan miserable le había tocado gracias a su cobardía...aunque aún tenía una oportunidad de sobrevivir en aquel mundo, ya que no podía echarse atrás...ni quería volver al bando de Dumbledore.

Mientras, en la cueva de Kurbain, éste había liberado a sus víctimas y se habían liado a destrozar y arañar las paredes y diversos útiles que allí habían. Kurbain estuvo complacido de la actitud de los doce, que se quedaron quietos cuando oyeron su voz.

x- Muy bien mis niños...- le miraron atentamente pero si perder la fiereza en sus ojos.- Quiero que arraséis Gringotts y destrocéis el callejón¡MARCHAOS!

Dando un grito desgarrador, los doce fluctuaron fuera del Inframundo hacia su objetivo. Kurbain decidió ir también para mirar los resultados.

La noche estaba tranquila en el Callejón, no había apenas dos o tres personas paseando por allí. En todo caso vivían en el callejón o eran aurores vigilando, que había varios, sobretodo después del último enfrentamiento.

Nadie se esperó que de la nada salieran doce hombres hechos unas fieras y gritando como posesos, los aurores se quedaron unos segundos dudando, tiempo que aprovecharon los hombres para dejarlos fuera de combate y comenzar a destrozar todo lo que encontraban a su paso con una fuerza que en condiciones normales hubiera sido imposible de imaginar en ellos.

Pronto cinco de ellos llegaron a las puerta de Gringotts y las derribaron como si de un papel se tratase, entrando en el edificio como un vendaval. Los duendes que allí estaban se horrorizaron ante semejando escándalo y cuando vieron las caras de los dos hombres que como fieras entraban destrozando todo lo que pillaban por delante.

Algunos miembros de seguridad del banco fueron a detener la estampida, pero al ver que el mismísimo Ministro de magia, Cornelius Fudge, estaba entre los atacantes, se quedaron desconcertados sin saber muy bien qué hacer.

El jefe de seguridad, un duende más fornido de lo normal aunque no más alto, se asomó al vestíbulo del banco y dio órdenes a los guardias.

- ¡No os quedéis ahí¡Disparad!

- ¡Pero es que el Ministro está entre los afectados, señor!

De repente, toda una mesa del principio del vestíbulo voló por los aires hacia ellos, y luego otra más...

- ¡Aturdidles, por el amor de Dios, antes de que nos maten!

Los guardias comenzaron a lanzar rayos aturdidores, pero no era suficiente con uno, pues sólo los distraía por un momento y luego continuaban lanzando cosas por los aires. El jefe de seguridad corrió a llamar al Ministerio para avisar de lo que estaba pasando, con aquello necesitarían del Grupo de Choque.

Mientras, Arthur y Tonks estaban tirando todo lo que pillaban por delante hacia la fachada del banco de magos, que estaba sufriendo algunos desperfectos serios cuando conseguían hacerse con algo consistente con que tirar...como que de repente se les ocurrió arrancar piedras de la calle.

Todo aquel escándalo lo escucharon dos redactores de El Profeta, que en ese momento estaban trabajando en la tirada especial del domingo. Ambos se asomaron a la ventana y se quedaron perplejos ante lo que veían, se miraron, y uno de ellos se atrevió a abrir y asomarse para preguntar:

x- ¡Qué pasa ahí abajo?

Pero tuvo que agacharse al segundo porque un adoquín de la calle se estrelló contra la ventana. Todos los cristales le cayeron encima produciéndole leves cortes y el adoquín se cargó unos cuantos útiles de oficina y dejó un buen bollo en la mesa en la que había caído.

x- ¡Ed¡Coge la cámara¡Aquí pasa algo!

x- ¡Yo ahí no bajo!

x- ¡No seas gallina¡Los mortífagos no matan a pedradas!

Pero viendo que Ed se negaba, él mismo cogió la cámara y bajó hasta la puerta de la sede del periódico. La abrió con cuidado y vio a doce personas armando la de Dios en el callejón. Unas cinco estaban siendo expulsadas del banco de Gringotts a base de hechizos aturdidores, y el redactor comenzó a hacer fotos de todo lo que estaba sucediendo.

Casi se le cae la cámara cuando vio al Ministro apuntarse a quitar piedras del suelo y tirarlas contra los edificios y contra la puerta del banco, que comenzaron a aporrear para conseguir entrar de nuevo. Con la boca abierta de asombro, giró un poco la cabeza hacia la escalera y gritó:

x- ¡EEEED¿Estás viendo eso?

La voz de su compañero le respondió desde el piso superior.

x- ¡Sí¡He avisado al Ministerio y estoy haciendo fotos desde arriba!

Entonces apareció el Grupo de Choque, que al no ver con claridad los rostros de los atacantes, lanzaron hechizos aturdidores mucho más potentes que consiguieron comenzar a reducir a los descontrolados hombres.

x- Esto va a ser el notición del mes.- murmuró Ed.

Mirando desde arriba, pudo ver a su compañero acercarse más a la puerta del banco mágico para sacar mejores fotos y aprovechando la protección del Grupo de Choque. Alertados por el flash y por los hechizos, los poseídos que quedaban sin aturdir comenzaron a atacar con todas sus fuerzas a los aurores, que se las vieron canutas para poder contener semejante estallido de fuerza. Necesitaron algunos hechizos-escudo para poder protegerse de las pedradas, pero finalmente los últimos cayeron inconscientes y el peligro pasó.

En ese momento, Percy Weasley aparecía en el callejón y se acercaba a paso rápido hacia el banco. Cuando ya estaba por la sede de El Profeta pudo apreciar todos los destrozos en la calle y los edificios. Varias personas estaban asomadas a las ventanas con cara de horror y otros con curiosidad.

x- ¿Qué demonios ha pasado aquí?

De repente, la voz del Jefe del Grupo de Choque le llamó desde la puerta del banco mágico.

x- ¡Señor¡Venga a ver esto!

Percy se acercó hacia donde el hombre le indicaba, hacia uno de los atacantes inconscientes. Cuando vio de quién se trataba, casi se cae al suelo ahí mismo.

x- Que no se entere nadie de esto¿entendido?- luego notó un flash detrás de él, se dio la vuelta bruscamente y con un gesto dio órdenes.- ¡Sacad a ese fotógrafo! Quiero que El Profeta y todos los demás medios informativos juren silencio hasta que esto se haya solucionado.

x- Señor...

x- ¿Qué?

Carpenter le señaló otro de los inconscientes...ni más ni menos que su padre, Arthur Weasley. El color se le fue de la cara y apretó el puño con fuerza, luego volvió a mirar al jefe del grupo de choque y le dijo con voz fría:

x- ¿Es esto lo mismo que ocurrió en el Ministerio?

x- Me temo que sí, señor.

x- Llevadlos a San Mungo...- dijo, pero al ver que los aurores comenzaban a trabajar despacio, gritó enfurecido.- ¡Deprisa, joder¡Quiero un informe de los dos ataques lo antes posible, Carpenter!

x- Sí, señor...

Se dio la vuelta mientras los doce afectados eran trasladados sin ninguna demora hacia el hospital. Percy se pasó una mano temblorosa por la cara, no es que se hubiera reconciliado del todo con su padre, pero esa era su intención y que muriera antes de que eso sucediera le ponía enfermo.

Estaba llegando al Caldero Chorreante cuando alguien que lo llamaba le sobresaltó, sacó su varita y apuntó hacia las sombras...de donde salió Albus Dumbledore.

x- Percy...

Él bajó la varita mientras el director de Hogwarts miraba hacia el banco de Gringotts, observando el extraño ataque... Percy le comenzó a contar, nervioso, lo que había pasado. No quería confiar aún en Dumbledore, pero después de haber visto a su padre necesitaba que alguien como él le dijera alguna de sus palabras de que no había problema.

x- Dígame que no va a morir, profesor.

Dumbledore apartó la vista del banco y miró al Weasley. Su semblante era de un serio mortal, con lo que Percy tragó saliva...eso no era nada bueno, ni siquiera esbozaba una sonrisa. Al fin, Dumbledore dijo:

x- Ten fe...

Percy no supo que decir, pero luego reaccionó:

x- ¿En qué¡EN QUÉ?- respondió.- ¿En los médicos¿En mi padre?

x- Sólo en la magia, señor Weasley. Tenga fe...

Bajando la cabeza, como abatido, y sin nada más que decir, el director de Hogwarts se fue también hacia el Caldero Chorreante, pero cuando Percy quiso buscarle, él ya había desaparecido.

Harry despertó bastante más descansado que en mucho tiempo, no había tenido ni sueños ni molestias, y pensó orgulloso que Phoebe tendría razón...tal vez ya no necesitara oclumancia. De todas maneras, era mejor comprobarlo durante un par de noches más por si acaso.

El haber dormido mejoró su humor y tranquilizó un poco a sus amigos. Desayunaron sin prisas y algunos se fijaron en que los profesores murmuraban mucho entre ellos y la mayoría faltaban a la Mesa Alta. No estaba Dumbledore ni Snape ni Hagrid, aunque sí Chris, Piper y Phoebe.

Unas pocas lechuzas entraron al poco rato y dejaron el correo y los periódicos. Lo sucedido la noche anterior aún no había salido en El Profeta debido a la tajante prohibición de Percy, con lo que Hermione echó una ojeada y no vio nada fuera de lo común.

x- No viene nada interesante.

x- Qué raro.- comentó Ginny.

x- Opino que deberíamos dar gracias y rezar porque no pase nada grave.- comentó Ron mientras comía un cruasán con mermelada.

x- Estamos en guerra, Ron, y si Voldemort no ha hecho movimientos importantes estas semanas es porque algo gordo tiene en mente.- dijo Harry, los demás le miraron con expresión sombría.- ¿Qué?

x- No seas pájaro de mal agüero, come y calla.- dijo Ron tirándole una palmera de chocolate.

x- Sólo digo lo que pienso.- dijo, luego comenzó a comerse la palmera.

Su primera hora fue Herbología, donde por fin comenzaron a ver cosas un poco más interesantes como plantas venenosas o alguna muy curiosa y con especial inteligencia. Encantamientos y Transformaciones no fueron mal, pero lo que a Harry le molestaba es que justo antes de comer tendrían clase con Piper Halliwell...

¿Por qué le había tocado de nuevo una profesora que le odiaba¿Es que no había bastante con Snape? Recordó su esquema, en el que había supuesto que por cada dos años malos venía uno bueno...se suponía que iba a ser este.

Mientras pensaban en ello y Ron y Hermione discutían por a saber qué historias, en el pasillo del aula de defensa se encontraron con Malfoy y su típico porte arrogante. Aquella vez, sorprendentemente, iba solo y su mirada derrochaba malevolencia.

x- Vaya, pero si es Potter.

x- ¿Qué problema tienes hoy, Malfoy?- dijo Harry, bastante cansado ya de las estupideces del rubio.

x- Veo que vuestra..."demoníaca" amiga no os acompaña hoy.

x- ¿A quién te refieres?

x- La del nombre raro...¿Muriel?

x- Y a ti qué más te da donde esté.- contestó el pelinegro con desprecio.

Harry pasó por su lado dirigiéndole una mirada de odio y empujándole con el hombro, Malfoy se dio la vuelta y sonrió.

x- Parece ser que hay mucho demonio detrás de ella...

Sin decir más, Malfoy se alejó hacia su clase mirando hacia atrás mientras se burlaba de Harry.

x- ¿Era eso una revelación?- dijo Ron mientras miraba hacia atrás.

x- Entonces sí tiene algo que ver con Voldemort.- dijo Harry, pensativo.

Hermione, por otro lado, se había quedado callada. Ron la preguntó:

x- ¿Tú que opinas?

Pero ella no contestó, simplemente se encogió de hombros y siguió andando por el pasillo. Ron y Harry se miraron, desconcertados, luego fueron tras ella hasta alcanzarla.

x- Has deducido algo¿verdad?- dijo Harry, Hermione siguió en silencio.- ¿Por qué no lo dices?

x- No es nada, Harry, es sólo que empiezo a oír la palabra "demonios" demasiado a menudo.

x- ¿Y?

x- Y que uno de ellos se supone que te atacó¿no? Podría decirse que ese ser de ácido no era precisamente una de las criaturas de Hagrid.

x- ¿Y?

x- Y que luego tú encuentras un libro sobre un lugar llamado Inframundo, en el que habitan demonios...

x- ¿Y?

x- Y que has tenido una visión sobre Voldemort en ese lugar, y luego están los gritos que oísteis, lo que me pasó a mi...

x- Vale¿y eso qué tiene que ver con Muriel?

x- Yo más bien me preguntaría qué tiene que ver Muriel con todos esos sucesos extraños.

x- Sólo la han atacado dos veces.- dijo Ron, Hermione y Harry le miraron con una ceja alzada.- Bueno, son pocas comparadas contigo, Harry.

x- De todas maneras, no tiene nada que ver con lo que Malfoy ha dicho.

x- No quiero sacar conclusiones precipitadas, - dijo Hermione.-, pero cuando ese niñato da un mensaje, no lo da en vano.

x- Ya¿insinúas que eso de "demoníaca amiga" era literal?- dijo Ron.

Harry miró a Hermione con la boca abierta, aún más cuando vio que ella se quedaba callada, afirmando lo que Ron acababa de decir.

x- Muriel un demonio...- dijo Harry, Hermione se encogió de hombros. Harry puso los ojos en blanco, suspiró y siguió andando.- Y qué más...

Hermione y Ron le siguieron hasta el aula de Defensa, la clase estaba a punto de empezar. Se sentaron al final del aula y pronto Piper apareció con un par de libros en la mano que puso sobre su mesa.

x- Bueno, hoy hay novedades.- dijo sonriendo.- ¿Qué sabéis sobre el vudú?

Todos se miraron, Hermione (para no variar) levantó la mano para contestar. Piper le dio la palabra.

x- Es una técnica para manipular la voluntad de otras personas. Lo más normal es hacerlo a través de los muñecos vudú, que son representaciones de las víctimas. El muñeco debe tener varios ingredientes...

Ahí ella hizo una pausa y miró a Harry de reojo, él se quedó extrañado. Inmediatamente continuó.

x- Algo personal suyo, fluidos de la víctima (pelo o sangre) y algo de sus muertos.

x- Exactamente.- dijo Piper.- Aunque pueden variar, lo básico es eso.

Harry, mientras Piper estaba ocupada buscando algo en el libro, habló a Ron y a Hermione:

x- No iremos a aprender a hacer muñecos.

x- Supongo que querrá enseñarnos algo para que no nos caiga la maldición.- dijo Ron.

x- ¿Cuál?

x- El hechizo del muñeco.

x- Y a todo esto, Hermione¿por qué me has mirado?

x- Es que la fórmula me recordó lo que usó Voldemort hace dos años para recuperar su cuerpo.

x- Oh...- Harry se asustó un poco al pensar que el mago oscuro le había hecho vudú.- No tienen nada que ver¿verdad?

x- No lo creo, era sólo una observación.

En ese momento Piper iba a dar más instrucciones acerca de la clase, así que escucharon:

x- Este pequeño tema no está en el libro, así que me temo que vais a tener que copiar unos pocos apuntes.- murmullo de protesta.- ¿De qué os quejáis? El vudú puede llegar a ser muy interesante...empecemos por su origen y sus aplicaciones.

Piper se pasó toda la clase dando apuntes. Harry no volvió a protestar como la otra vez, porque veía más que capaz a la profesora de hacer un muñeco con él y juguetear un rato para mostrar al resto de la clase los terribles efectos de la maldición.

Cuando copiaba el dibujo del muñeco, le dio un pinchazo en la cicatriz, dando él una sacudida que hizo que sus dos amigos le miraran extrañados, pero él disimuló rascándose el pelo.

Ni Ron ni Hermione comentaron nada, ya que Piper parecía poco dispuesta a darles una tregua mientras copiaban. A ojos de Harry, se la veía un tanto nerviosa y estresada y no tardó en percatarse de que echaba miradas furtivas a Ron...¿o eran imaginaciones suyas? Sin embargo, cuando Piper vio que se distraía fue cuando claramente notó que le lanzaba una mirada furibunda y volvió a lo suyo.

x- Bien, pues para la próxima clase me gustaría que averiguarais las posibles variantes que pueda tener este arte y cómo funciona.- la clase resopló y protestó.- Recompensaré generosamente al Gryffindor que consiga lo más interesante, digamos con...¿cincuenta puntos?

Todos se miraron entusiasmados, ningún profesor había recompensado con tantos puntos por hacer un trabajo. Ahora al menos no les parecería tan pesado si al fin y al cabo ayudaban con eso a ganar la copa de la casa ya que el Quidditch había sido eliminado. Por encima del murmullo, Piper añadió:

x- Digamos que es una especie de maratón. Lo he propuesto a las otras casas, y lo han recibido bien¡así que a por el premio!

Todos salieron de la clase comentando lo que tenían previsto hacer y estaba visto que la biblioteca estaría más llena aquella tarde.

x- No me gusta que se fomente la rivalidad entre las casas.- decía Hermione mientras andaban los tres por el pasillo.

x- Eso depende,- contestó Ron.- los hay que con tal de que no se lo lleve Slytherin...

x- Me pregunto dónde vamos a encontrar buena información.

x- ¿Vudú?- dijo Harry.- Sección prohibida, primer pasillo de la derecha, estante tres de la primera columna. Aunque hay libros en el lado normal, el sexto pasillo de la izquierda, última balda de abajo...

x- Vaya,- comentó Hermione.- sí que sirve de algo el castigo.

x- Sí, cuando McGonagall dijo que nos aprenderíamos la biblioteca, lo dijo en serio.

x- Lo malo es que Muriel se ha ido.- dijo Ron.

x- Se ha escaqueado.

x- ¡No seas cruel!- le reprendió Hermione.- Un familiar suyo ha muerto, un respeto.

x- Sí, qué oportuno.- Hermione le dio un golpe en el brazo.- Me voy a tirar hasta Navidad con la tontería.

x- A todo esto,- dijo Ron.- ¿qué fuiste a buscar a la sección prohibida?

x- Algo sobre los demonios que nos atacaron, y no los encontré, pero sí al tal Barbas.- los dos pusieron cara expectante, pero Harry les quitó la ilusión.- Dumbledore ha quitado todos los libros como ese de la biblioteca.

x- ¿Por qué lo haría?- preguntó Ron.

x- No,- dijo Hermione.- ¿por qué hay libros sobre demonios de verdad en Hogwarts?

Entonces vieron a Luna venir corriendo por el pasillo hacia ellos, tenía la cara pálida y con una expresión de miedo. Cuando llegó se paró en seco e intentó recuperar el aliento, pero eso no le impidió hablar.

x- Ron...ya...tu hermana...ya sabe...- dijo jadeando, luego hizo una mueca de angustia y le dio un Profeta al pelirrojo.- Lo...lo siento.

Pero Ron ya no oía nada, no sentía a la gente a su alrededor...ni tampoco pudieron Hermione ni Harry cuando vieron el titular del periódico.

Importantes cargos del Ministerio, malditos

Durante la pasada noche, varios miembros del Ministerio de magia irrumpieron en el Callejón Diagon completamente fuera de sí. Al parecer estaban poseídos por la misma fuerza que mató a los otros tres funcionarios en el propio Ministerio. Entre ellos se encontraban el mismísimo Ministro Cornelius Fudge, miembros destacados del Wizengamot, una joven auror llamada Nymphadora Tonks y Arthur Weasley.

Se sabe que las autoridades del banco mágico avisaron inmediatamente a medimagos y al Grupo de Choque, que trasladaron a los afectados hasta el hospital de San Mungo, donde nos comentan que su pronóstico es reservado aunque vistos los resultados de las anteriores víctimas, no se tiene mucha esperanza por ellos. Esto ha causado una tremenda conmoción en el panorama mágico tanto nacional como internacional al estar afectado nuestro Ministro, lo que provoca dudas a nivel político e inseguridad, que ahora más que nunca nos afecta debido a la guerra con Quien-no-debe-ser-nombrado.

Aún se desconoce la clase de maldición que les han aplicado, aunque algunas autoridades afirman que puede tratarse de alguna clase manipulación mágica que están tratando de identificar. Tampoco se ha descartado que, precisamente, se trate de un ataque del Innombrable...

x- Dios mío...- dijo Hermione poniéndose una mano en la boca.

x- ¿Ron?- dijo Harry con un hilo de voz.

Pero él se había quedado mirando la foto que alguien había hecho justo en el momento en que intentaban entrar en el banco de Gringotts, en ella se veía al padre de Ron, Tonks, Fudge y a los otros funcionarios con los ojos blancos y con la ropa desgarrada, tenían las manos puestas como para arañar a cualquiera que se cruzase en su camino y parecían peligrosos...

x- Papá...- murmuró.

0o0o0o0o0

x- ¡Profesor Dumbledore¡ABRA!

Era la primera vez que Harry se encontraba la puerta cerrada de esa manera del despacho del Director de Hogwarts y que nadie le respondía. Como si el director se hubiese largado. Harry llevaba allí diez minutos esperando, después de que se enteraron de lo del padre de Ron había salido corriendo a buscar al director. Hermione se había quedado con él y Ginny en la sala común tratando de que saliera del shock...

Al ver que no había respuesta, dio una patada a la puerta y se marchó, bajó a todo correr las escaleras y chocó sin darse cuenta con Piper Halliwell, que a poco no se cae al suelo, al igual que Harry.

x- ¡Cuidado!- le reprendió Piper.

x- ¿Dónde está Dumbledore?

x- ¡Y yo qué sé¿Podría al menos pedir perdón, no Potter?

Entonces ella se dispuso a seguir su camino mientras murmuraba cosas por lo bajo sobre la mala educación. Harry recordó las miradas a Ron y, enfadado, la detuvo cogiéndola del brazo y le dijo:

x- ¡No tengo tiempo para idioteces¡Qué sabe del señor Weasley¿Y de Nymphadora Tonks?

Entonces Piper se quedó callada y miró a Harry con los ojos abiertos.

x- ¡Usted sabe algo¡Dígamelo!

x- No es asunto suyo, y como siga levantándome la voz va a saber lo que es bueno...

x- ¡Es asunto de mi mejor amigo¡Es asunto de una persona que para mí es mi familia¡Es asunto de una amiga¡Creo que sí tiene algo que ver conmigo!

Piper se mordió el labio inferior, se soltó de Harry y entonces le cogió a él y le llevó aparte para que algunos alumnos que pasaban por ahí dejaran de mirarles. Una ves estuvieron en un sitio más discreto, le dijo:

x- Estamos en ello, Potter, pero puedo prometerle que los dos van a sobrevivir como que mi nombre es Piper.

x- ¡Pero...!

x- ¿Por qué cree que les he mandado este trabajo?- dijo mientras enseñaba algunos pergaminos.- Usted quería colaborar en la guerra¿verdad Potter? Ayúdeme a buscar cosas sobre el vudú y salvará a Tonks y al padre de su amigo...y quizá de paso gane puntos para su casa¿qué más quiere?

Entonces se marchó de allí a paso rápido, dejando a Harry mirándola con la boca abierta. No podía creer lo que acababa de escuchar...¿les había hablado del vudú para que le ayudaran a rescatar a Arthur? Ahora comprendía por qué había alentado a todo el mundo con la recompensa de cincuenta puntos.

Harry entró cinco minutos después con la lengua fuera de correr hacia la sala común, fue hasta donde estaban sus dos amigos. Ron se balanceaba adelante y atrás con Hermione arrodillada delante de él y Ginny abrazada a su hermano, ella estaba blanca y unas lágrimas resbalaban por su cara. Harry se angustió más al ver esa estampa y no pudo más que decir:

x- Hermione, biblioteca.

Cuando oyó sólo esas dos palabras de Harry, ella pensó que también se le había ido la olla, pero él hizo un gesto de impaciencia para que se levantara.

x- ¿Qué?

x- Que tenemos que ir ahora a la biblioteca.

x- Harry, te parecerá muy raro que te lo diga, pero no es el mejor momento para hacer los deberes.

x- No, no lo entiendes.- se agachó junto a ella y le dijo al oído.- Piper me ha dicho que lo que le ha pasado al señor Weasley es cosa del vudú y que por eso nos ha mandado el trabajo, para que colaboremos.

Hermione le miró con los ojos abiertos como platos, luego abrió la boca con incredulidad, gestos que no pasaron desapercibidos para Ginny.

x- ¿Qué ocurre?

La voz de la pequeña de los Weasley sacó a Hermione de su asombro y la devolvió a la realidad.

x- Ginny, quédate con Ron.- dijo.- Tenemos que buscar una solución en la biblioteca.

x- ¿Qué¿De qué habláis?

x- Te lo explicaremos luego,- dijo Harry.- ahora confía en nosotros.

Dicho eso, salieron de la sala común como alma que lleva el diablo y se toparon de lleno con los gemelos, que por un día en su vida llevaban mala cara. Cogieron a Harry y a Hermione por los brazos y los fulminaron a preguntas:

x- ¿Os habéis enterado?

x- ¿Dónde están nuestros hermanos?

x- ¿Ha llegado lechuza de mamá?

x- ¿Saben algo en el Ministerio?

Los dos amigos se miraron y resoplaron. A continuación respondieron a las preguntas de los gemelos.

x- Primero, sí nos hemos enterado.- dijo Harry.

x- Segundo, vuestros hermanos están en la sala común.- continuó Hermione.

x- Tercero, no ha llegado carta de nadie.

x- Cuarto, sí deben saber algo, y nosotros también.

x- ¡Qué es?- preguntaron los dos hermanos a la vez.

Hermione y Harry se volvieron a mirar. Harry respondió en voz baja lo que sabían.

x- Al parecer vuestro padre está controlado por un brujo que sabe hacer a la perfección muñecos vudú.

x- Y ahora vamos a la biblioteca a averiguar algo.- continuó Hermione.

x- ¿Y de qué servirá?- dijo George.

x- Las Halliwell están en el asunto y a través de los trabajos que entreguemos conseguirá información, así que...

Los gemelos no necesitaron más que hablar, después de lo que sabían de las hermanas, así que aún agarrando a Hermione y a Harry por los brazos, les arrastraron a la biblioteca a medio correr.

x- ¿Señor?

Voldemort, que estaba sentado leyendo un ejemplar sobre demonios del Inframundo, levantó la vista del libro y se volvió, vio al joven Draco Malfoy en la entrada de la cueva medio oculto en las sombras.

x- ¿Sí?

x- El demonio que protege ha Potter se ha ido.

x- ¿Qué?

x- Ya no está en el colegio, eso me ha dicho el propio Potter. Las Embrujadas han puesto de excusa que uno de sus familiares ha muerto.

x- Vaya, vaya...eso sí que es interesante.

Entonces alzó una mano y de repente un demonio vestido de negro apareció delante de él.

x- Manda a tus espías más capaces, hemos perdido el rastro de una Necrus. Al parecer puede que sea de alto nivel...describe su aspecto humano, Draco.

El joven obedeció y le contó al demonio cómo era Muriel en su forma humana, el demonio asintió y luego fluctuó fuera de la cueva. Draco entonces dijo:

x- ¿Haremos algo?

x- No seas estúpido, aunque la Necrus se haya ido aún están las Embrujadas.

x- Lo sé...- contestó, luego añadió con cuidado.- Digo con mi padre¿qué vamos a hacer con Azkaban?

Voldemort giró la cabeza y le miró por encima del hombro, sonrió y dijo:

x- Paciencia, joven Malfoy, paciencia...

Draco sonrió, pero antes de irse de la cueva, Voldemort puso un pergamino con cosas apuntadas en él a modo de lista, y añadió:

x- Consígueme estas cosas de las Embrujadas antes de ocho horas¿entendido? Quiero tener listas ya las muñecas para poder retorcerlas bien a gusto.- Draco iba a decir algo, pero la mirada de Voldemort se lo impidió.- No rechistes, no es tan difícil, al fin y al cabo se mueven mucho por el castillo¿no es así, Draco?

x- Sí, señor.

x- Bien, entonces tráeme lo que te pido y tal vez te recompense con algo más que felicitaciones.

La sonrisa de Draco reapareció con más avaricia y perversidad que en mucho tiempo. Sabía perfectamente a qué clase de compensación se refería Voldemort, y en estos momentos era lo que más ansiaba.

En la biblioteca de Hogwarts jamás se había observado un lleno tan total como el que había aquel día, alentados por los puntos prometidos por Piper, todo sexto curso de las cuatro casas estaban empeñándose como nunca en hacer el mejor trabajo. Conseguir libros sobre el tema se había convertido en un juego de supervivencia porque estaban todos ocupados. A Harry le había bastado un par de miradas asesinas y una mano rápida para poder agenciarse un par de ellos.

Los gemelos Weasley, que tenían más libertad para entrar y salir de la sección prohibida, trajeron sin problemas otros pocos y se pusieron a investigar como nunca en la mesa de al lado de Harry y Hermione.

x- No sé cómo pueden no tener suficientes medios para obtener información que tienen que recurrir a nosotros.- decía ella.

x- Ya te lo dije, Hermione, es una forma de colaborar.- Harry anotó un par de cosas en un pergamino mientras continuaba.- No es que demuestre que sean muy buenas brujas, pero al menos no se cierran en banda como OTROS...

x- Harry, ya vale.

x- ¿De qué?

x- Dumbledore cometió un error, pero no tienes que...

Harry dejó de escribir y dejó de forma brusca la pluma encima de la mesa, luego miró con dureza a su amiga:

x- Hermione, cuando Neville está en clase de pociones y pone más de la cuenta de un ingrediente, hablamos de error. Cuando tú estás en aritmancia y te equivocas en un número, hablamos de error... cuando, según tú, te equivocas y provocas la muerte a una persona, eso no tiene nombre.

Hermione se quedó callada y suspiró frunciendo el ceño, en parte coincidía con su amigo, pero sabía que lamentándolo y echando culpas y pestes no conseguiría nada más que hacerse daño. Quería explicárselo...pero entonces vio que su rostro se ensombrecía y adoptaba una expresión, de nuevo, culpable.

x- ¿Qué ocurre?

x- Tal vez yo también haya cometido una de esas acciones que no tienen nombre.

Hermione parpadeó y alzó una ceja antes de contestar:

x- ¿De qué estás hablando?

x- El año pasado pudieron llegar a tiempo de salvar al señor Weasley porque yo vi que lo atacaban, hoy sólo he notado un pinchazo en la cicatriz...- siguió anotando cosas y pasando páginas de un libro de Artes Oscuras que tenía delante.- Tal vez no debí cerrar mi mente.

x- ¡No seas idiota!- le reprendió Hermione en voz baja.- Voldemort puede hacerte mucho más daño si la mantienes expuesta a sus ataques.

x- No creo que deba preocuparme de mi daño personal, sino el de los demás.

x- Voldemort también te hace daño a través de nosotros.

Harry le dedicó una mirada fugaz y tardó un poco en contestar, pues lidiaba interiormente con sentimientos devastadores cada vez que pensaba en ello:

x- Sí, créeme que lo sé y no se me va a olvidar en la vida.

Hermione tragó saliva y se volvió nerviosamente hacia su trabajo. Ninguno de los dos dijo nada más hasta que acabaron.

Aquella tarde, Malfoy iba con suma cautela hacia el despacho de Phoebe, en el aula de Adivinación. No le quedaba mucho tiempo, pues para su desgracia toda la mañana las tres brujas habían estado yendo de un lado a otro y no habían dejado suficiente tiempo para coger los ingredientes necesarios para el vudú.

Afortunadamente, el despacho de Paige era el menos vigilado de todos, con lo que no tuvo apenas problemas para hacerse con un cepillo plano con pelos del tocador de la profesora de duelo y un pañuelo que le había visto llevar alguna vez,

Luego había venido el despacho de Piper, para el cual tuvo que vigilar durante casi una hora el aula de Defensa para poder ver cómo Piper salía...¡con un niño en brazos!

x- Muy bien Wyatt, vamos a llevarte a darte un baño en una piscina enooorme..- el niño empezó a reírse.- Y te dejaré jugar un rato con el agua si me prometes que no orbitarás a mamá dentro de la bañera otra vez¿vale?

Draco se había quedado mirando con la boca abierta la escena, no sabía que Piper Halliwell tuviera un hijo...pero estaba seguro de que a Voldemort le iba a encantar la información, si es que no lo sabía ya.

Una vez se hubieron ido lejos, Draco entró con sigilo en la clase y de allí subió las escalerillas hasta el despacho de la profesora...el problema se le presentó cuando vio que no había más puertas.

x- ¿Y dónde duerme?- se preguntó.

Luego, volviendo hacia atrás para asegurarse de que no venía nadie, entró de nuevo en el despacho y usó un hechizo contra las paredes para poder ver puertas secretas...esa era una de las ventajas de haber tenido una familia verdaderamente preocupada por que él supiera de Artes Oscuras, ahora no tenía problema en ver aparecer la puerta oculta cerca de la ventana del despacho.

Pasó a la habitación privada de la profesora de Defensa, que constaba de una cama grande y una cuna justo a un lado. Al otro había una mesilla de noche con un libro y una lámpara...por lo demás todo era bastante sencillo, y sólo llamaba la atención el tamaño del armario, que ocupaba toda una pared.

Allí también había un tocador, y dado que sólo eran válidos o el pelo o la sangre, Draco buscó de nuevo algún cepillo con restos de pelo. De nuevo, tuvo suerte, porque para bañar a su hijo Piper se había recogido el pelo, y para ello había usado justo el cepillo que había en el primer cajón.

Una vez hubo cogido el pelo y dejado el objeto en su sitio, se dispuso a mirar alguna cosa personal que poder llevarse...abrió el enorme armario, encontrándose con cientos de camisetas, pantalones y demás vestuario muggle...y luego una pequeña parte estaba dedicada a túnicas.

x- Puaj, sangre sucia obsesionada con los muggles...- murmuró el Slytherin con desprecio.

Abriendo un par de puertas más descubrió un pequeño espacio con cajones que hacía de joyero, lo abrió y encontró un colgante de plata con la que, suponía, era la insignia de las embrujadas...una triqueta rodeada de un círculo.

Le pareció lo más adecuado, así que se la guardó en la pequeña bolsa que ponía "PIPER" y la cerró con un hechizo.

Ahora estaba entrando en el aula de Adivinación, donde sabía que no había nadie porque acababa de ver pasar a Phoebe y a Paige yendo hacia el aula de ésta última. Ni siquiera se fijaron en Draco, ya que iban enfrascadas en una conversación sobre el demonio...lo que había provocado una malévola sonrisa en el rostro del Slytherin.

Una vez dentro, comprendió que aquel sería el más difícil, ya que ni con el encantamiento para paredes pudo distinguir nada...no, al final pudo ver que la pared tenía unas pequeñas fisuras en la pared de detrás del sillón de la profesora. Se acercó y empujó, usó el alohomora...pero nada.

x- Debe de haber otro modo...

Aunque Phoebe hubiera puesto un encantamiento especial, Draco sabría romper cualquier cosa...a menos, claro, que hubieran usado alguno de sus extraños poderes y estuviera fuera de su alcance...pero a ver cómo le explicaba todo eso a Lord Voldemort.

Tragó saliva y miró por la ventana, no debía de quedarle más de una hora, así que comenzó a ponerse nervioso. Respiró hondo y miró por toda la sala, buscando algo que le diera alguna pista...

De repente, recordó una conversación que había escuchado anteriormente al Señor Oscuro y a aquel demonio llamado Barbas:

" ..su poder se basa en un libro, uno que ha sido codiciado por los demonios desde que la familia Halliwell existe, y que contiene en sus páginas todo el poder y la sabiduría de las Embrujadas..."

x- El Libro de las Sombras...- murmuró Draco para sí mismo con una mirada avariciosa.- Debe tenerlo Phoebe aquí.

Buscó por toda la clase algún mecanismo que lo abriera, movió casi todos los libros, observó las tazas de té, las bolas de cristal, el sillón de la profesora...nada.

El tiempo se le acababa y sabía que Phoebe no dejaría por mucho tiempo solo su despacho y mucho menos el Libro...hasta que se fijó en una cosa.

En un mueble pequeñito cerca de una de las ventanas de la clase había un marco de fotos de color cerezo con algunos dibujos, y en el marco había una foto. Draco se acercó para verla y pudo distinguir en ella a las tres Embrujadas, al hijo de Piper y a un hombre que por como abrazaba a la profesora debía de ser su marido.

Luego, por fuera, estaban colocadas tres pequeñas fotos. Una era de una mujer morena con los ojos verdosos que no conocía y la otra de tres personas de cierta edad y una anciana que debía de ser la abuela de las brujas...supuso que los otros dos, un hombre y una mujer, serían los padres. La tercera foto correspondía a Muriel, pero no tenía once años en la foto, sino que debía de haber adoptado el aspecto de una de veinticinco.

Draco se dijo que no encajaría mal en su familia si no fuera una asquerosa adoradora de los sangre sucia, después de todo, le recordaba a una prima de su padre...sobretodo en que ambas eran capaces de cogerte del cuello y estrangularte sin ningún reparo.

Fue a coger el marco para fijarse más de cerca en el marido de Piper y quedarse con su cara para decírselo a Voldemort, pero se dio cuenta de que no podía quitarlo del mueble por mucho que tirara...había encontrado el mecanismo.

Tocó el marco por todas partes, hasta que llegó al pie que lo sostenía en el mueble, que notó que podía girarse a la izquierda. En cuanto lo accionó, la pared que había visto con un par de líneas de abertura se desencajó un poco y pudo ver, aunque sólo con ayuda del conjuro, que ahí estaba la puerta.

Avanzó hacia allá y entró por ella, dando a parar a un corredor pequeño pero ancho. Allí estaba ya todo a oscuras, así que conjuró un lumos y se encontró al final del pasillo con una sala circular...y justo enfrente suyo, estaba el famoso Libro.

Se acercó a él despacio y con cuidado, dio la vuelta al atril de hierro sobre el que estaba colocado y miró su cubierta, verde, y el símbolo de las embrujadas grabado en él...alargó la mano para tocarlo, pero en el momento en que casi lo tenía, dio un resplandor dorado y saltó del atril para ir a parar al suelo.

x- ¡Mierda! Tiene una protección.

Maldiciéndose por no haberlo previsto antes, volvió a acercarse al Libro para cogerlo y ponerlo en su sitio, pero volvió a hacer la misma jugada de rodearse de un resplandor dorado y escapar de sus manos. Así Draco estuvo aproximadamente quince minutos, intentando paralizar el libro o lo que se le ocurriera para poder devolverlo a su lugar, pero era imposible. No se dejaba hechizar por los encantamientos de su varita ni dejaba que se le tocara...

Resignado porque no le quedaba tiempo, buscó por la habitación cosas personales de Phoebe...halló una pequeña puerta al final de unas escaleritas que bajaban, entró por ella y se encontró con el dormitorio de Phoebe.

x- Wowww...

Tenía un amplísimo ventanal por el que entraba un montón de luz, otra cama enorme, otro armario enorme..."estas brujas tienen una extraña obsesión por la ropa", pensó Draco. Luego también tenía un escritorio lleno de papeles y un tablón de corcho con recortes de periódicos de San Francisco, más concretamente, uno llamado el Bay Mirror. Se acercó a ver lo que había recortado y se encontró con que era una columna de consejos llamada...

x- ¡Pregúntale a Phoebe?

Leyendo un poco por encima, vio que casi todo eran repulsivos consejos de amor, amistad...a Draco le recorrió un escalofrío, sobretodo cuando leyó a una tía pija que le preguntaba sobre la compatibilidad de los horóscopos y si podría salir con un chico cáncer si ella era virgo.

x- Repugnantes muggles.

Negando con la cabeza, se dirigió al tocador de Phoebe...se quedó parado al ver que la profesora tenía pegados en la pared con una chincheta muestras de su pelo. Había morenas, rubias, y hasta pelirrojas...no le costó a Draco adivinar que Phoebe era la hermana más presumida de todas. Una de ellas tenía aspecto reciente, así que la cogió y la guardó en la bolsa correspondiente.

Para objetos personales tuvo problemas, pero para elegirlos, porque había pendientes, collares, pulseras...desesperado por tanta cosa, cogió una pulsera y se largó de allí, ya había pasado mucho tiempo.

Cerró cuidadosamente la puerta del dormitorio y pasó de nuevo por la oscura habitación circular, fijándose entonces en el mapa y el péndulo. Se habría parado a investigar si no tuviera la hora tan pegada al culo...pero cuando iba a salir por la puerta del pasadizo, oyó la voz de Phoebe y Draco se quedó blanco.

x- ¿Cómo están, entonces?- preguntó ella

x- Se retuercen como diablos.- contestó otra voz, masculina, la del profesor Perry.- ¿Tenéis algo? Sabes que ese demonio podría romper las muñecas en cualquier momento.

x- No, Chris...- Phoebe dio un suspiro.

x- ¿Has probado a buscarle con el péndulo?

Draco se cagó vivo y miró hacia atrás, justo tras él estaba el maldito mapa con el péndulo. "Que no vengan, que no vengan..."

x- La verdad es que aún no lo he probado...- Chris iba a decir que fueran entonces y a Draco iba a darle un yuyu cuando Phoebe siguió hablando.- Pero no funciona, el maldito Voldemort ha puesto barreras mágicas y ahora tendríamos además que superarlas para que la búsqueda funcione. Además, apenas resulta efectivo con demonios...

x- Ya, es una cosa de bruja a bruja.

x- Tú lo has dicho.

x- ¿Entonces?

x- Entonces debemos esperar la ayuda de Muriel desde las islas y esperar que la estrategia de Piper funcione.

x- ¡Pero eso no será hasta mañana¡Podría ser demasiado tarde!

x- No...no presiento peligro, creo que no los matarán aún...- entonces Phoebe notó algo extraño y se dio la vuelta, mirando justo hacia la puerta tras la que Draco estaba escondido.- Aunque...

Frunciendo el ceño, Phoebe comenzó a andar hacia la puerta. Draco no sabía qué hacer ni dónde esconderse, se había quedado paralizado, pero la profesora de Adivinación se acercaba...y si le descubrían, sería el final...acabaría en manos de aquella demonio y sus cuatro implacables colmillos.

x- ¡Phoebe!

La Embrujada se dio la vuelta y Draco pudo ver que se trataba de Piper, pero no sabía si respirar aliviado o cagarse todavía más porque ella hubiera venido a avisar a su hermana de que alguien había estado en su habitación.

x- ¿Podrías cuidar a Wyatt durante un rato?- dijo Piper, Draco suspiró de alivio lo más silenciosamente que pudo.- Tengo clase ahora por la tarde.

x- ¡Claro!

x- Pero no os quedéis aquí, salid un rato, me gustaría que andara un poco antes de que llegue el invierno y la única manera de sacarle de paseo sea hecho una albóndiga a base de abrigos.

Dicho eso, los tres profesores abandonaron la clase y dejaron al Slytherin oculto tras la puerta secreta.

Draco se deslizó por la pared hasta el suelo y trató de normalizar su respiración...poco después, salía aún hecho un flan fuera de la torre norte y se encaminaba rumbo al único sitio seguro a través del cual podía contactar con su amo y entregarle el material.

x- Bien, Draco...- le dijo más tarde Voldemort, cuando llegó justo a tiempo de darle lo que le pidió.- Juguemos un rato con las Embrujadas...

Al día siguiente, en el hospital San Mungo, sólo se respiraba desesperación en los pasillos donde habían sido confinados las doce víctimas de Kurbain. Cada uno estaba acompañado de unos pocos familiares y, en el caso del Ministro, de consejeros que estaban sumamente preocupados por el desenlace de aquella pesadilla.

Percy estaba a dos bandas ya que era uno de esos consejeros, pero desde que había llegado al hospital apenas se había separado de su padre. En la habitación del señor Weasley se había dispuesto una cama ancha, de ella salían correas que le ataban y evitaba que atacara a todo aquel que se acercara. Aún se estaba retorciendo en la cama con brío, pero comenzaban a notarse los efectos del hechizo y cada hora que pasaba Arthur se iba quedando más y más blanco, cada vez le costaba más y más respirar...

Y exactamente los mismos síntomas presentaban todos los demás.

Chris los observaba, más concretamente a Arthur y de vez en cuando a Tonks. Se preguntaba por qué las chicas aún no habían conseguido nada, aunque nunca hubieran visto ningún demonio de ese estilo estaban tardando demasiado para lo que era habitual.

x- ¿Cómo van?- le preguntó el luz blanca a uno de los medimagos.

Pero éste se limitó a suspirar y negar con la cabeza, a Chris se le hizo un nudo en el estómago cuando después de eso se quedó en la puerta de la habitación de Arthur. Allí Molly lloraba en silencio, los tres hijos que la acompañaban (Bill, Charlie y Percy) tenían cara de funeral...cara que, desgraciadamente, Chris ya había tenido en una ocasión.

La madre de los Weasley miró hacia la puerta y le vio, se le iluminó un momento la cara de esperanza y a Chris se le hundió más el estómago...¿cómo iba a explicar que no tenían nada¿Qué las chicas aún no sabían nada? Para el colegio ellas estaban dando clase, para la Orden del Fénix estaban detrás del brujo vudú...y sólo él, las Embrujadas y dos personas más sabían lo que de veras se estaba cociendo.

x- Chris...- Molly se levantó y se reunió con él fuera, en el pasillo.- ¿Sabes algo de Dumbledore?

x- Está con los medimagos, ha traído a Pomfrey e intentan ayudar.

x- Tú...¿sabes algo¿Podrías decirnos algo?

Chris la miró e intentó poner la cara más segura que pudo en ese momento.

x- Confía en nosotros, Molly, te juro que no dejaremos que Voldemort gane esta partida. No vamos a perder más inocentes.

x- Ellas han ido tras el que ha hecho esto¿verdad?- Chris asintió.- Espero que le hagan pagar.

x- No nos han admitido en la Orden del Fénix por nada.- dijo con una leve sonrisa.- Le mataremos, Molly, no pasará nada.

x- Confío en ti, Chris, eres un buen auror.

Le dio una palmada en el brazo y de nuevo se fue a la habitación sin haber variado casi la expresión de su cara. Mientras Chris miraba a Arthur, que cada vez tenía menos fuerzas para retorcerse y gritar, murmuró:

x- Aguanta, Arthur, aguanta...

Hacia las cuatro de la tarde, Paige entró en el aula de Defensa, encontrando a Piper en su mesa corrigiendo trabajos, algo agobiada por tanto papel.

x- ¿Sirvieron de mucho las redacciones?- preguntó Paige.

x- Pues sí, ahora puedo hacer unas siete pociones diferentes para matar a nuestro demonio- las señaló con su mano derecha, estaban todas hechas sobre el alféizar de la ventana.- y unas quince formas distintas de cómo hacer una muñeca vudú. ¿Y tú qué tal?

x- Pedí ayuda a Muriel, que ya sabes que anda investigando, y me mandó un par de pergaminos con cosas muy interesantes, como una especie de historial delictivo de varios demonios que practican el vudú. Así que, aquí tengo el que más se ajusta a nuestro perfil.

Kurbain

Demonio especializado en vudú, trabaja siempre por encargo. Sus hechizos son infalibles y puede aplicarlos siguiendo unas normas diferentes a las tradicionales del vudú. No necesita todos los ingredientes exigidos y puede actuar a distancia ayudado por sus poderes demoníacos. Sin embargo, estas disonancias con lo normalmente admitido en vudú le restan algunos poderes y ventajas, como torturar a la persona afectada. El mayor peligro reside en que debido a que sus muñecas son siempre de barro, basta romperlas para que la víctima muera y su mayor dificultad es lograr quitar un ingrediente para deshacer el hechizo sin romper la figura y, por tanto, matar a la víctima.

x- No me gusta nada.- comentó Piper.

x- El eliminarle será fácil, la cuestión es que si ha hechizado a algún mago...¿cómo haremos para devolverle a la normalidad sin matarle?

x- ¿No pone nada más¿Cómo hace las muñecas? Por si podemos sacar algo útil.

x- No, esto es todo, ya ves que comparte página con otros dos demonios.

x- Voy a revisar las redacciones, tal vez hayan puesto un método "particularmente letal" que se parezca a este o lo desarrolle.

x- ¿Se lo mandaste a las cuatro casas?

x- Sí.

x- Entonces busca primero en Slytherin.

Piper recordó que había dado veinte puntos a uno de esa casa por hacer la tercera versión más interesante de sus clases. Con esas, se fue hacia su despacho para revisar todos los trabajos hasta encontrar aquel.

Muy pronto se vio inmersa en otro mar de pergaminos, por lo menos los tenía ordenados por casas y a su vez por orden alfabético de apellidos, así que no tardó mucho en encontrar los tres "premiados" y releerlos. Unos pasos en la puerta de su despacho la hicieron sobresaltarse y llevar una mano a su varita y alzar la otra para explotar lo que fuera.

Del mismo modo Paige se quedó en la puerta con las manos arriba y los ojos cerrados.

x- Yo...soy yo.

x- Ya veo, menudo susto me has dado.- Paige pasó adentro del despacho y se puso al lado de su hermana.

x- ¿Nerviosa?

x- Últimamente veo demonios en todas partes...- suspiró y siguió mirando en las carpetas.- ¿Por qué me pediste a Slytherin?

x- Porque es obvio que los chavales que componen la casa no son todos de muy buena fama.

x- ¿Malfoy?

x- Por ejemplo.

x- Tal vez fue su trabajo el que recibió los puntos.

A los pocos minutos lo encontró, comenzó a leer el pergamino en el que se describía la forma de hacer la muñeca y la forma de deshacer el hechizo.

x- ¿Qué dice?

x- Puede que sea esto lo que buscamos.- murmuró Piper. Luego habló más alto para que su hermana la oyera.- Aquí dice que las muñecas están hechas de cerámica y que basta romperlas para que la víctima muera, para deshacer el hechizo es suficiente con quitar uno sólo de los ingredientes de dentro de la figurita.

x- Vaya, vaya...justo igual. ¿Y cómo los vas a sacar?

x- Eso es lo interesante...de nuevo, si sólo hay que sacar el pelo o el trozo de ropa...¿cómo lo haremos sin matar a Arthur o al Ministro rompiendo su muñeca?

x- Tal vez pueda orbitar los ingredientes.

x- Es una gran idea, coge las pociones, llévate a Phoebe y destruye al demonio.

x- ¿No vienes?

x- Tengo que dar clases,- contestó mirándola con reproche.- ¿recuerdas?

x- Oh, Piper...¿no estarás enfadada?

x- Se acaba el tiempo, Paige, date prisa.- dijo poniéndose de nuevo a escribir en su mesa.

Su hermana suspiró resignada, cogió las siete pociones y se dio la vuelta para salir, si Piper se enfadaba, mejor dejar enfriar un poco las cosas. Sin embargo, cuando iba a salir por la puerta, se percató de algo. Así que se dio la vuelta y dijo:

x- Una cosa más...- Piper levantó la vista de los papeles y la miró.- ¿No crees que es muy curioso que lo que ese Malfoy ha puesto en la redacción sea lo que ponía en la información de Muriel?

x- Sí, bueno...¿y qué? Cualquiera pudo ponerlo, no significa nada. Es casualidad.

x- Piper, creo que deberíamos seguir los pasos de algunos de los detectives que fueron tras nosotras en San Francisco.

x- ¿Y eso a qué viene?

x- A que ninguno creía en las casualidades, y todos acertaban con nosotras.

x- Entonces...

x- Entonces, sabemos que el padre de Draco Malfoy no es una persona del todo respetable...

x- ¿Y?

x- Que quizá no haya sido precisamente casualidad lo que le ha llevado a escribir con tanta exactitud, sino que sabía exactamente quién era el demonio y cómo actúa porque está en contacto con Voldemort.

x- Ya, Paige...- dijo Piper riéndose.- Pero eso nos llevaría a que puede que haya sido él el que hizo las fotos a Muriel, porque como está en contacto con Voldemort...

Las dos hermanas se quedaron serias de repente¿podía ser...?

x- Que no se entere Muriel...- dijo Piper.

x- O le matará.

x- Peor, le torturará.

Media hora después, Phoebe y Paige recorrían el Inframundo buscando al demonio con dos bolsas para pociones en las manos. Mientras inspeccionaban las cuevas con cuidado, Paige preguntó a su hermana en voz baja:

x- ¿Qué sabemos de los afectados?

x- Algo nada bueno.- Paige la miró asustada.- Chris se ha quedado en San Mungo y me ha dicho que el hechizo les está consumiendo, así que debemos darnos prisa o a Kurbain le dará igual romper las muñecas que dejarlas intactas.

x- Esto es una mierda, estamos perdiendo facultades. Ya deberíamos haber acabado con ese demonio.

x- Opino que atendemos demasiados frentes...yo aún estoy con la columna del periódico y Piper tiene "una relación a distancia" con el P3 y encima está cuidando a Wyatt.

Paige dio un fuerte resoplido.

x- Más vale que a nadie se le ocurra decirnos en la cara que no trabajamos.- dijo.

Se metieron en una cueva con suelo de arena, no apreciaron nada extraño...hasta que Phoebe distinguió unas huellas en el suelo, las siguieron hasta otra abertura de la cueva, que estaba completamente a oscuras. Se miraron un momento intentando decidir si entraban o no, y entonces alguien habló tras ellas:

x- Bienvenidas a mi humilde hogar, brujas.

Ambas se dieron la vuelta y vieron al demonio, mirada maliciosa de ojos oscuros, calvo y no demasiado alto, vestido con la típica ropa de cuero marrón demoníaca... las sonreía y las miraba con burla.

x- ¿Kurbain?- dijo Phoebe, el demonio ensanchó su sonrisa.- Ha sido un placer.

Entonces ella le lanzó una de las pociones, pero el demonio demostró tener más habilidades que hacer figuritas, pues corría a una velocidad tal que apenas se podía apreciar nada salvo una rápida sombra. Con esa capacidad, evitó una, y otra, y otra...

Sin poder remediarlo, seis las siete pociones que Piper había preparado se malgastaron sin obtener ningún éxito sobre Kurbain, que cuando vio que no tenían más armas paró de desplazarse y comenzó a reírse en la cara de las dos Embrujadas.

x- ¡Mierda¿Dónde está Piper cuando la necesitamos? Podría haberle congelado.

x- Se enfadó porque la dejamos de lado.

x- ¿Qué?- Paige asintió.- ¡Qué soberana gilipollez¡Hay vidas en peligro!

x- ¡Hey! No empieces conmigo, ha sido Piper la que ha decidido no venir.

x- ¿Y ahora qué hacemos¡No hay más pociones!

Paige se encogió de hombros, pero mientras ellas habían estado discutiendo, Kurbain había aprovechado para usar su poder de rapidez y acercarse cuidadosamente después hacia ella por la espalda. Cuando Phoebe le vio, trató de avisar a su hermana.

x- ¡Paige¡Detrás!

Sin embargo, Kurbain ya había logrado cortarle un mechón de pelo a Paige. Se retiró con la rapidez de un rayo cuando Phoebe le tiró la última poción, con lo que ésta se rompió contra el suelo sin producir ningún efecto. Kurbain mientras se reía, y de repente, sacó de su capa una muñeca de barro con los rasgos de Paige.

x- Oh, oh...

En una abertura que tenía la muñeca por la parte de atrás, Kurbain metió el pelo, ingrediente final, y agitó la muñeca. Pronto ésta quedó rodeada por un halo de luz dorada, al igual que le pasó a Paige. La Embrujada se quedó como si estuviera hipnotizada y Phoebe miraba al demonio y a su hermana temiendo lo que iba a pasar a continuación.

x- Debo recordarte.- dijo Kurbain a Phoebe.- que el hechizo sólo pude romperse si se rompe la muñeca...y entonces, la persona embrujada muere.

Phoebe tragó saliva, no le quedaba más poción y no podía salir del Inframundo sin el poder de orbitar de Paige, ni Leo podría oírla...

x- Mátala.- dijo Kurbain a Paige.

Como si de un robot se tratara, Paige volvió la cabeza y miró a Phoebe con ojos vacíos. A continuación se lanzó a por ella y Phoebe salió corriendo, perseguida por su hermana.

x- Con eso estarán ocupadas un rato.

x- ¡Paige¡Para!

Su hermana corría a toda velocidad tras ella, lanzando piedras y objetos y rugiendo como una posesa. En cuanto Phoebe lograba perderla de vista, ella orbitaba delante suya y por poco no conseguía esquivarla. Si no fuera porque era su hermana, hacía tiempo que la habría tumbado a patadas, pero no quería herir a Paige.

Sin embargo, Paige sí quería herirla a ella, es más, quería matarla. La persecución por los pasadizos continuó casi indefinidamente, hasta que Phoebe consiguió esconderse de su hermana detrás de una columna de piedra. Habían llegado hasta una sala repleta de ellas y pensó que así al menos le daría tiempo a pensar en algo...aunque estaba en una situación desesperada, pues no podía salir del Inframundo ella sola.

Mientras Paige la buscaba por entre las columnas, Phoebe la iba evitando. Estaba nerviosa, odiaba esas situaciones en las que se tenía que esconder tan cerca del peligro y estar tan tensa.

Oyó a Paige gruñir cerca de ella, buscándola, mientras Phoebe estaba escondida fuera de su vista tras una columna. Pero no se fijó en que el suelo estaba lleno de piedrecillas y cuando dio un paso para pasar a la siguiente columna, las pisó e hizo alertar a Paige, que se plantó delante suya orbitando y la cogió del cuello.

Se intentó zafar a base de hacer fuerza con los brazos de Paige, pero en el estado en que se encontraba era imposible a menos que fueras Hulk. Así que Phoebe recurrió, muy a su pesar, a darle una patada en el estómago a Paige que la soltó un momento, que Phoebe aprovechó para alejarse.

Pero el dolor poco le duró a su hermana, que al minuto iba hacia ella de nuevo. Entonces, cuando pensaba que no había salida, recordó que había una persona que sí la oiría aun estando allí.

x- ¡MURIEEEEEEEEEL¡SOCORRO!

Justo detrás de Paige apareció ella, en su forma demoníaca, y se quedó parada mirando a Paige.

x- ¡No te quedes ahí¡Quiere matarme!

x- ¿Pero qué pasa?- preguntó Muriel, acercándose poco a poco a Paige.

Entonces ésta se dio la vuelta y Muriel vio sus ojos vacíos y su cara más blanca aún de lo normal. Su boca entreabierta como si quisiera morderla y sus manos puestas como si fueran garras.

Paige se lanzó hacia Muriel, quien la esquivó y consiguió inmovilizarla contra el suelo rápidamente, bloqueándole los brazos y echándose encima de ella. Mientras Paige forcejeaba, Muriel preguntó a Phoebe:

x- ¿Esto lo ha hecho el demonio?

x- Sí, pero si rompemos la muñeca morirá, recuérdalo.

Muriel pensó un momento, luego conjuró unas sogas y dejó atada a Paige mientras esta gritaba y gruñía porque la liberasen. Se levantó y miró a Phoebe.

x- De todas maneras tenemos que conseguirla.- cogió a Phoebe del brazo y echaron a correr por las cuevas.- Kurbain no es tan listo ni tan innovador como quiere dar a entender.

x- ¡Pero no podemos dejar ahí a Paige!

x- Tranquila, estará bien.

Entonces Muriel agarró un poco más fuerte a Phoebe y juntas fluctuaron hasta poco antes donde estaba Kurbain trabajando en más muñecos vudú, entraron en la cueva andando. Sólo podían oírse los pasos de Phoebe. El demonio no se dio la vuelta, pensó que ella había llegado sola, y dijo:

x- No te preocupes, niña. Estoy trabajando en tu muñeca...y en la de tu otra hermana.

x- ¿De verdad crees que con esos jueguecitos de niños puedes vencernos¿A las Embrujadas?

Kurbain rió con ganas, se dio la vuelta e iba a contestar a Phoebe con una frase mordaz cuando vio quién estaba junto a la Embrujada. La muñeca que estaba trabajando, la de Phoebe, cayó al suelo y se rompió, pero al no estar terminada no hizo ningún efecto.

El labio inferior le empezó a temblar y se echó hacia atrás mientras alzaba los brazos hasta la altura de su cabeza para protegerse.

Muriel sonreía, no le encantaba tanto como a su amigo Ezequiel asustar a los demonios, pero debía admitir que era muy divertido. Al sonreír, enseñaba sus cuatro largos colmillos, haciendo que Kurbain temblara aún más.

x- Dame la muñeca de Paige, entera y sin una raja, y te dejaré vivir...por ahora.- dijo Muriel, amenazante.- Rómpela y te enterraré bajo el Árbol de los Muertos después de que yo y un par de amigos nos hayamos divertido torturándote. Y debo recordarte que los Necrus no tenemos el mismo sentido del tiempo que tú.

Kurbain asintió, gotas de sudor caían por su frente. Phoebe, al ver que el demonio temblaba demasiado, fue hasta él para coger ella misma la muñeca de Paige. Kurbain fue hasta una de las paredes y pisó una piedra en el suelo que había justo a los pies del muro. La pared se movió y aparecieron unas cuantas muñecas, unas cinco, que indicaban el número de hechizados que tenía en ese momento. Por el aspecto de las muñecas, eran los tres hombres a salvar, Arthur y Paige.

Kurbain cogió la de la Embrujada y, tembloroso, se la dio a Phoebe bajo la atenta mirada de Muriel. Ésta de pronto vio algo extraño y fue hacia el demonio, que en un segundo sacó un puñal y con él atravesó el brazo a Phoebe en el momento en que cogía la muñeca de Paige... no pudo evitar que ésta se precipitara hacia el suelo.

Cuando iba a caer, desapareció hasta las manos de Muriel. Phoebe dio un suspiro de alivio, mientras que Kurbain ponía una mueca de desprecio por su intento fallido y se volvía para atacar de nuevo a Phoebe. Recibió entonces una patada en la cara por parte de ella, otra en el brazo que lanzó el puñal lejos de él, y siguió golpeándole hasta dejarle noqueado.

x- Hay que curarte eso.- dijo Muriel cuando hubo acabado.- ¿Puedes sujetar la muñeca con una mano?

x- Mejor ponla en la mesa de materiales.

Muriel la dejó allí, entonces metió los dedos en la pequeña abertura de la parte de atrás con mucho cuidado y sacó de ella el mechón de pelo que Kurbain le había quitado a Paige. Un resplandor dorado la envolvió como al principio, dando a entender que el hechizo había acabado. Luego Muriel se volvió hacia Phoebe e hizo aparecer unas vendas en su brazo.

x- Esto al menos detendrá la hemorragia, ahora ve con Paige.

x- ¿Qué vas a hacer con él?

x- Creo que ya te lo imaginas. Llévate la daga para desatarla.

Phoebe frunció el ceño pero aún así se fue corriendo de la cueva, oyendo los gritos de Kurbain que no se apagaron hasta unos minutos después, cuando puso suficiente distancia entre el demonio y ella. Agradecía que Muriel tuviera el tacto de echar a todo el mundo cuando se disponía a beber la sangre de un demonio, aunque era más porque ella no toleraba compañía de nadie en ese momento.

Llegó hasta donde estaba Paige, que estaba puesta boca arriba mientras forcejeaba con las cuerdas. Phoebe las cortó con el puñal y su hermana se recostó contra la pared, como mareada.

x- ¿Estás bien?

x- Como en una batidora, gracias.- vio entonces la venda, que empezaba a teñirse de rojo por la sangre.- ¿Qué te ha pasado?

x- Hemos derrotado al demonio, aunque ha costado lo suyo. ¿Puedes orbitar al hospital? Tenemos que ver si todo esto ha resultado.

x- Sí, pero espera¿hemos derrotado?

x- Ah...eeeh...cuando ibas a atacarme llamé a Muriel, ella se está encargando del demonio.

x- Oh.

Paige no hizo más preguntas, cogió el brazo bueno de su hermana y orbitaron fuera de allí.

Mientras, Muriel se limpiaba la boca de la sangre del demonio, que ahora yacía en el suelo con el cuello desgarrado, aunque aún vivía.

x- Eso por intentar matar a Paige, capullo.- hizo aparecer su lanza en su mano izquierda.- Como te dije, ahora nos divertiremos un rato contigo.

Dicho eso, pinchó el cuerpo de Kurbain con la lanza y éste desapareció con un rayo fuera del Inframundo, hacia el Bosque Muerto de la isla. Muriel entonces se dirigió hacia las otras muñecas para anular los hechizos, comenzando entonces a sacar de cada una un ingrediente (preferiblemente el pelo de la víctima).

x- Espero que no sea demasiado tarde.

Cuando hubo acabado, notó que la estaban observando, así que echó un vistazo por toda la cueva, pero no vio nada.

Después de haber bebido sangre se estaba adormilando un poco, así que se estiró, alas incluidas, que alcanzaron casi su envergadura máxima, y luego fluctuó también fuera del Inframundo.

La verdad es que se había estirado para acojonar y/o impresionar a aquel que le estuviera mirando, que por otro lado, sospechaba quién era.

Efectivamente, Voldemort salió de las sombras de la cueva y se quedó mirando el lugar donde había estado Muriel un minuto antes. Luego observó el lugar de "trabajo" de Kurbain, donde había estado haciendo las muñecas para él.

Como Muriel había estado demasiado absorta en su tarea de desangrar al demonio, no había advertido la presencia de Voldemort hasta que hubo acabado con Kurbain. Un escalofrío le recorrió de arriba abajo y sintió nauseas, no era como el método de los vampiros, los Necrus eran bastante más brutales aunque inexplicablemente tan limpios como los primeros.

Si quería sobrevivir a semejantes mandíbulas, debía estar bien prevenido. Ahora que sabía cómo robar poderes demoníacos, se dedicaría a hacer una buena colección de ellos. Entonces, cuando estuviera preparado, estaría encantado de enfrentarse cara a cara con aquella demonio.

Estaba concentrado en ello cuando oyó ruido de pasos, de muchas personas, que venían a través de las cuevas hacia él. Se dio la vuelta hacia el sitio por el que pensaba que entrarían, pero al poco se empezó a ver rodeado por todas partes de demonios encapuchados.

x- ¿Qué queréis?

Uno de ellos se adelantó a los demás, y sin quitarse la capucha habló.

x- Buscamos a Voldemort.

x- ¿De parte de quién?

x- Alguien poderoso nos envía, pues nuestro amo Ayax ha sido destruido, y nos ordenaron unirnos a sus filas.

De repente todos los encapuchados le hicieron una reverencia y Voldemort se quedó mirándolos, soltando más tarde una risilla de satisfacción.

x- ¿Y puedo saber quién es ese alguien que me envía semejante regalo?

x- Ni siquiera nosotros lo sabemos.

x- Así que estáis a mis órdenes.- el encapuchado asintió.- Perfecto...

El mago oscuro se quedó pensativo, caminando por dentro del círculo que habían dejado en medio de la cueva los encapuchados y mirándolos detenidamente. Al poco se paró y miró al portavoz.

x- En ese caso, tengo una misión para vosotros.

En aquellos instantes, Molly despertó de repente de su letargo. Había estado mirando a su marido sin apenas parpadear, mientras los medimagos aplicaban sus últimos recursos a Arthur. Despertó porque vio a algunos curanderos correr hacia las salas, los ojos se le inundaron de lágrimas por lo que estaba oyendo...la gente empezaba a morir.

Volvió la vista a su marido, se acercó a él y le cogió la mano...ya no tenía convulsiones, ya no gritaba, su mirada se estaba apagando y su piel se volvía gris. Notando las lágrimas resbalar por su cara, Molly murmuró:

x- Oh, Arthur, no me dejes sola.

De repente, le rodeó un halo de luz dorada, al igual que ocurrió con los otros once...Molly se quedó a la expectativa, pero cuando el halo pasó no vio cambio alguno en su marido.

El labio inferior le empezó a temblar, al igual que todo el cuerpo, y llorando desesperada se abrazó a su marido mientras gritaba...

Se apoyó contra su pecho, abrazándole y sin intención de soltarle. Notó a gente entrando en la habitación, pero nadie iba a separarle de él, se aferró con ambas manos mientras tiraban de ella. A pesar de la presión, se olvidó de los medimagos, se olvidó de todo y de todo el mundo...pensó que moría con Arthur, hasta que logró oír algo, el latido de su corazón. Levantó la cabeza de repente y puso el dorso de la mano justo debajo de la nariz, notando cómo el calor de su respiración la inundaba hasta el alma.

x- ¡Respira!- gritó.-¡Oh Merlín¡Aún está vivo!

Por fin, uno de los medimagos consiguió separarla y tuvo que irse medio arrastrada por él, mientras le decía:

x- Por favor, señora Weasley, tengo que pedirle que se vaya.

Una vez fuera, vio que no era la única que se había llevado una alegría. Desde la habitación de Tonks, Lupin y Moody salían también por la fuerza empujados por unos medimagos. Allí estaban sus tres hijos y Chris con ellos, los primeros se dieron la vuelta al verla y se quedaron serios de repente, esperando que dijera algo. Molly, al ver sus caras, sonrió y dijo:

x- ¡Chicos¡Oh, hijos¡Está vivo!

Todos se fundieron en un abrazo colectivo, contentos de que la pesadilla hubiera acabado. Cuando se separaron, Molly se acercó a Chris.

x- ¿Dónde están las Halliwell?- le preguntó.

x- Deben de estar al llegar.

x- No les habrá pasado nada¿verdad?

x- Aún no ha nacido el brujo capaz de vencerlas, te lo aseguro.

Entonces, por la escalera y jadeando, aparecieron Phoebe y Paige con las muñecas ya desencantadas en una bolsa. Dumbledore se acercó rápidamente, las examinó y sonrió, felicitando a las dos hermanas.

x- Ha faltado poco.- dijo el director.- No saben el bien que han hecho.

x- Nah, esto es cosa de todos los días...- dijo Phoebe aún tratando de recuperar el aliento.

Entonces se vio aprisionada, al igual que Paige, por tres pares de brazos que las estrujaban. Cuando Phoebe pudo ver lo que ocurría se dio cuenta de que Molly, Bill y Charlie las abrazaban con todas sus fuerzas y les daban las gracias. Poco a poco comenzó a llegar más y más gente, que viendo que habían conseguido deshacer el hechizo querían también darles las gracias.

x- Qué, Phoebe...- le dijo Paige en voz baja.-¿sigues pensando que estabas más a gusto en San Francisco?

x- No, pero como dije, tenía más espacio.- dijo mientras miraba alrededor, completamente encerradas por la multitud.

Ambas rieron y de repente se vieron arrastradas hacia las habitaciones para que vieran lo que habían conseguido hacer, cuando Paige giró la cabeza y vio de reojo a Muriel y a Chris, ella les sonreía y les hacía un guiño. La Embrujada la contestó con un gesto del pulgar hacia arriba.

Dumbledore, mientras seguía a la multitud y a las hermanas, también sonrió.

x- ¡Señorita Halliwell!- exclamó alguien de repente.- ¿Qué le ha pasado en el brazo?

Phoebe, que hasta ahora se había olvidado por completo del brazo, se miró y vio que ya toda la venda que Muriel le había puesto estaba teñida de sangre.

x-¡Oh! No es nada, la verdad es que costó un poco deshacerse del brujo.

Entonces llevaron a Phoebe hacia otra de las habitaciones mientras pedían a gritos un medimago para ella y otro para Paige y asegurarse de que estaban bien. Aunque agradecieron que las trataran tan bien, pronto cayeron en la cuenta de que tendrían que dar explicaciones de lo que pasó en cuanto toda aquella euforia pasara...¿y qué iban a decir?