Heridas abiertas
Capítulo 9. Reencuentro con el pasado
- Su cara me suena… - dijo el taxista mirándole a través del retrovisor.
- …
Ése era el mayor motivo por el cual odiaba ir en taxi. Le repateaba que todos, absolutamente todos los taxistas de Nueva York le dijeran lo mismo, y por lo visto en Kanagawa no iba a ser diferente.
Apoyó la cabeza de lado en el asiento y se acomodó con un dedo las gafas de sol, aunque al ser de noche llamaban más la atención que él mismo, y paseó la vista por la ciudad de Yokohama.
Estaba destrozado; y eso que aún no le había afectado el cambio horario. El largo vuelo en el que había sido incapaz de dormir le había dejado sin energía, lo que sumado al terror que sentía sólo de pensar en lo que le esperaba en el hotel New Otani le hacían venir ganas de decirle al taxista que diera media vuelta.
Entonces por qué se había decidido a ir?
Eso mismo le había preguntado Joe cuando le explicó que quería realizar un viaje a Japón ese fin de semana y le pidió por favor que le encubriera en el entrenamiento de ese viernes. Joe insistió en que le contara por qué ahora después de dos años se quería ir tan de repente pero Rukawa fue simplemente incapaz; al final quedaron en que Joe le diría al entrenador Brown que Kaede estaba enfermo, lo que al fin y al cabo no era del todo mentira…
- Ya hemos llegado.
Rukawa se sacó la cartera del bolsillo y pagó al taxista; afortunadamente recordó en el aeropuerto que tenía que cambiar el dinero a yenes.
Al bajar del taxi no se dio cuenta de dos figuras que le observaban atentamente desde la terraza del segundo piso y después de coger una pequeña bolsa de mano del maletero del vehículo se dirigió a la entrada del hotel. Se quitó las gafas y se las colocó a modo de diadema.
En recepción dejó la bolsa pero no se entretuvo a pedir una habitación para pasar después la noche pues ya llegaba demasiado tarde. Respiró hondo y comenzó a subir las escaleras hasta la segunda planta, donde amablemente y muy sonrojada la recepcionista le había indicado que se encontraba la sala de fiestas, alquilada por cierto a nombre de 'Somos muy fuertes!'.
Ahí estaba. Frente a él una bonita puerta acristalada pero traslúcida, detrás de la cual se distinguían figuras y se oían voces y risas. El corazón empezó a latirle con demasiada rapidez y fuerza. Intentó no pensar en nada, porque si lo hacía lo más probable saldría corriendo. Alargó la mano hacia el pomo, pero no llegó a tocarlo.
Alguien se le adelantó y abrió la puerta.
Y ambos se olvidaron por un momento de respirar.
- Sakuragi… - murmuró más para si que para que el otro le oyera.
Efectivamente era el pelirrojo el que le había abierto la puerta. Más alto de lo que recordaba, con el cabello de un color rojo más oscuro que el que solía usar, peinado hacia arriba formando cortos pinchos, muy moreno, y con una camisa beige que le marcaba sus perfectos músculos, Hanamichi Sakuragi estaba… arrebatador.
Tras unos segundos un relámpago de lucidez centelleó en su mente y pensó que lo único que le faltaba era que se le cayeran las babas. Y para que ese idiota no se diera cuenta de su turbación, esbozó una sonrisa.
- Rukawa… - balbuceó Sakuragi.
Lo que Rukawa ignoraba era que él había causado casi el mismo efecto en su ex-compañero. Sakuragi contemplaba a Rukawa como si hubiera visto un fantasma, pero un fantasma muy añorado. Además Rukawa iba vestido de blanco, tanto los pantalones como la camisa que llevaba arremangada hasta los codos. Su peinado era muy similar al que llevaba en el instituto, pero más largo en la parte de la nuca, en un corte muy actual que ya le había visto en los últimos partidos de la temporada sólo que en lugar de llevar una cinta de pelo llevaba las gafas de sol a modo de diadema. Y esa extraña sonrisa…
Viendo que Sakuragi se había quedado como en trance Rukawa abrió la boca para decir algo, pero en ese momento se oyeron voces acercándose a la puerta.
- Qué pasa Sakuragi, por qué has… Rukawa! – exclamó Ayako empujando a Sakuragi a un lado sin ningún miramiento.
- Hola Ayako… - saludó tímidamente.
- Ha dicho Rukawa!
- Rukawa ha venido!
Dos segundos después ya estaban casi todos apiñados en la puerta entre sorprendidos y emocionados saludándole. Rukawa respondió a los gestos de cariño con más sonrisas, lo que dejó a más de uno atónito. Después de saludar calurosamente a Akagi, Mitsui y Ryota por fin pudo pasar al interior de la sala, donde se encontró cara a cara con el señor Anzai.
Esta vez la sonrisa le salió más forzada, y estuvo seguro de que el anciano lo notó. Aunque se había dicho a sí mismo muchas veces en esos dos años que la obligación de un entrenador era animar y dar consejos a todos sus jugadores para que fueran los mejores, le seguía doliendo el recordar aquella vez que escuchó a Sakuragi contarle a Ryota las claves que le había dado el 'viejo' para superar al 'zorro'.
- Hola Rukawa… - saludó Anzai sujetándole cariñosamente de un brazo.
- Entrenador…
Rukawa esperó que le recriminara el no haberle contado que se marchaba a los EEUU pero eso no sucedió. En su lugar el señor Anzai le sonrió y le dijo que estaba muy orgulloso de donde había llegado. Y el chico de ojos azules sintió su cara arder de la vergüenza.
xXx
Ayako y Ryota escuchaban divertidos las constantes preguntas que le hacían Kogure, Akagi y Yasuda al jugador de los Knicks. Mitsui le miraba con envidia, y Haruko con corazoncitos en los ojos. Sakuragi estaba extrañamente callado.
- Y como te llevas con el entrenador Brown?
- Es cierto que es tan estricto?
- Y con tus compañeros?
- Quién es el capitán de los Knicks?
- Te gustaba más Memphis o prefieres Nueva York?
- Cuantas horas entrenáis al día?
- Cuando empieza la próxima temporada?
- Cuantos días os dieron de vacaciones después de los play-off?
- Vas a quedarte en los Knicks toda tu carrera?
- En que otro equipo te gustaría jugar?
"Me alegro de que estés aquí, Rukawa…", pensaba Ayako, "Pero estás tan extraño… será verdad que la fama cambia a la gente?"
Después de aguantar durante toda la cena preguntas y más preguntas sobre su vida en América, a las que respondió lo más evasivamente que pudo, Rukawa aprovechó un momento durante el postre en el que le dejaron solo para escabullirse a la terraza y respirar un poco de aire fresco natural. Inexplicablemente Sakuragi no se había acercado a hablar con él desde que le abriera la puerta, ni siquiera para echarle en cara que hubiera llegado tarde; aunque de vez en cuando le había pillado mirándole, y eso le tenía muy nervioso.
No llevaba ni cinco minutos allí cuando por fin apareció a su lado el pelirrojo con dos vasos de vodka con limonada, uno de los cuales le ofreció.
- Pensaba que no vendrías…
- El avión salió con retraso…
Ambos se quedaron un rato callados apoyados en la barandilla y mirando al cielo. Era extraño, tanto tiempo esperando por ese momento y ahora no sabían que decir. Al final fue Sakuragi el que rompió ese silencio, y con una pregunta que Rukawa pensó que era extraño que nadie en la fiesta se la hubiera hecho antes.
- Por qué no te despediste?
Rukawa le miró un momento y luego bajó la vista a la calle.
- Fue todo muy repentino… - respondió sin ganas.
- Pero cuando nos encontramos esa noche en el gimnasio ya sabías que te marchabas a Memphis, no? – insistió Sakuragi.
- Sí…
- Joder Rukawa… entonces por qué no me dijiste nada?
El jugador de los Knicks ya no contestó. Sakuragi aprovechó para observarle más atentamente. Rukawa se veía aún más delgado que en la televisión ("Es cierto que la televisión engorda", pensó), pero sus músculos seguían igual de definidos. Su rostro estaba muy pálido, y en la frente le brillaban gotas de sudor. Y aún así, se le veía tan elegante e… inalcanzable.
Iba a repetirle la pregunta pero Rukawa le interrumpió cambiando de tema.
- Qué tal te va todo?
- Eh?
- Qué como te va. La universidad, por ejemplo.
- Ah, pues muy bien… estoy en tercero ya.
- De… Ciencias del Deporte, no?
- Sí.
- Y te gusta?
- Mucho.
- Y supongo que estás en el equipo de básquet, no?
- Por supuesto, soy el alero titular. Y el año pasado ganamos el campeonato universitario.
- Me alegro.
Sakuragi estaba sorprendido por el hecho de que Rukawa se interesara por su vida. En teoría él le tendría que preguntar ahora por la suya, pero gracias a los periódicos, a la televisión, y a la 'rueda de prensa' que le habían hecho sus compañeros estaba ya bastante enterado. Aún así algo se le ocurrió.
- Has venido directamente del aeropuerto? – preguntó.
- Sí – contestó Rukawa.
- Y cuánto tiempo vas a quedarte?
- No lo sé, supongo que el domingo me iré.
- Y dónde te quedarás a dormir?
- Aquí mismo creo.
- Ah… Pero mañana irás a ver a tus padres, no?
- No.
- No? – se extrañó - Por qué no?
- Porque no.
- No te llevas bien con ellos?
- No mucho.
- Entiendo… Pero ahora que lo pienso, cuando te marchaste de Japón eras menor de edad… No te pusieron ninguna pega?
- No.
Sakuragi recordó de pronto la duda que tenía desde hacía dos años y decidió aclararla antes de que la fiesta terminara y aprovechando que estaban solos.
- Recuerdas lo último que hablamos? – preguntó mirándole fijamente.
- No – mintió Rukawa suponiendo a donde quería llegar el pelirrojo.
- Bueno, pues yo te la recordaré – dijo Sakuragi en tono firme.
Rukawa puso los ojos en blanco y bebió un trago de su combinado.
- Me preguntaste por qué ya no te odiaba, te lo expliqué y luego tú me dijiste que habría sido mejor para ti que no hubiera dejado de odiarte.
Rukawa se terminó su bebida. Nadie parecía haberse dado cuenta pero aquél era ya su cuarto combinado de la noche.
- No me acuerdo de eso… - murmuró.
Sakuragi no era un chico muy paciente y Rukawa por lo visto seguía siendo un especialista en hacerle perder los estribos. Le cogió de una muñeca y le obligó a mirarle a la cara. El vaso de plástico vacío cayó al suelo.
- No es verdad. Cuéntame por qué dijiste eso.
- Te he dicho que no me acuerdo.
- Me estás mintiendo.
- Y qué?
- Eh?
- Y qué si te estoy mintiendo?
- Maldito zorro…
Iba a continuar insultándole pero se dio cuenta de que Rukawa no parecía encontrarse muy bien. De hecho cuando le soltó la muñeca se tambaleó.
- Creo que has bebido demasiado… - advirtió preocupado.
Rukawa se apoyó de nuevo en la barandilla pero de pronto un fuerte mareo le invadió y se tambaleó de nuevo, esta vez hacia el pelirrojo, que le sujetó entre sus brazos dejando caer también su vaso al suelo.
"No por favor, esto no…", pensó el chico moreno al alzar el rostro y encontrarse cara a cara con Sakuragi.
Tenía frente a él esos ojos castaños que tanto temía, y peor aún, tenía su boca a escasos centímetros…
"Su boca…"
Y sin pensar nada más, acercó aún más su cara y apretó sus labios contra los suyos.
Sakuragi del susto le soltó y dio un paso atrás. Rukawa casi se cayó de nariz al suelo pero milagrosamente logró mantenerse en pie, y cuando levantó la vista y se encontró con la mirada asqueada del pelirrojo se sintió morir.
- P-pero que coño… - balbuceaba Sakuragi estupefacto.
"Mierda… mierda, mierda, mierda!"
En ese momento Mitsui también salió a la terraza.
- Ey chicos, que hacéis aquí, Kakuta nos está contando que… - se interrumpió al ver las caras de los dos rivales – Qué pasa?
Ninguno contestó. Rukawa se irguió del todo y entró de nuevo rápidamente en la sala de fiestas, casi llevándose por delante al chico de la cicatriz.
- Eh! – se quejó tras recibir el empujón.
Sakuragi se quedó unos segundos estático, pero finalmente reaccionó y entró también, seguido de Mitsui. Pero ya no localizó a Rukawa en el interior; en cambio distinguió muchos rostros confundidos.
- Qué ha pasado? Os habéis peleado? – le preguntó Ryota acercándose.
- No… dónde está?
- Se ha marchado como alma que lleva el diablo… y sin decir nada… Ayako ha salido tras él…
- Qué ha pasado Sakuragi? – preguntó Haruko.
El pelirrojo salió corriendo de la sala en lugar de contestar. Bajó las escaleras de cuatro en cuatro peldaños y cuando llegó a la planta baja salió a la calle y miró a ambos lados.
"Mierda!", pensó, "Si me hubiera quedado un poco más en la terraza habría visto hacia donde se ha marchado."
Al final se decidió a ir por la derecha y acertó, pues al girar una esquina se topó con Ayako.
- Ayako! Dónde se ha metido Rukawa?
- En un taxi…
- Qué?
- Ni siquiera he podido hablar con él, cuando le he alcanzado ya se había metido dentro y le ha dado la orden de arrancar.
- Joder!
- Qué ha sucedido en la terraza? No tenía buena cara, y tú tampoco…
- No lo sé… no ha pasado nada… estábamos hablando y de pronto se ha largado… - mintió Sakuragi.
Cómo iba a explicar que Rukawa le había besado?
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Mientras en el taxi…
- A dónde, señor?
- Al aeropuerto de Narita.
- Ok… - "Vaya negocio", pensó el taxista - Por cierto, su cara me suena…
- …
Rukawa se bajó las gafas que había llevado como diadema durante toda la cena y se acomodó en el asiento. La cartera que llevaba en el bolsillo trasero le molestó y entonces se dio cuenta de que se había olvidado su bolsa de mano en la recepción; afortunadamente en ella sólo llevaba ropa y algunos enseres, pues el dinero y todos los documentos incluido el pasaporte los llevaba en la cartera. Así que su bolsa iba a quedarse donde estaba, porque en su puta vida iba a volver a Japón.
N/A: Hola! Antes de nada: Rukawa no es alcohólico. Lo digo porque supongo que he creado esa impresión, pero no, no es ese su problema superficial. Bueno, espero que hayan disfrutado de este capítulo, por fin han salido ambos XD. No he explicado porqué Rukawa se decidió a ir, pero lo haré en el próximo capítulo. Las respuestas a reviews ya sabes que están en el profile.
Aclaraciones: el entrenador de los Knicks desde el mes de julio de este año 2005 es Larry Brown.
Besos y hasta el próximo capítulo!
Khira
