Heridas abiertas

Capítulo 11. Malas noticias

El calor le tenía despierto en la cama, con la cortina bajada y el ventilador en marcha. Era domingo por la mañana, y aunque el sábado no había salido todavía tenía cansancio acumulado del viernes. Miró el reloj y vio que eran sólo las nueve.

"Quizás debería levantarme ya…", pensó Sakuragi dando otra vuelta en la cama, "Total ya no volveré a dormirme…"

El timbre de la puerta le animó a ello.

"Quién coño será?"

Se levantó y se puso unos pantalones cortos de deporte que había llevado el día anterior, pues en verano siempre dormía en calzoncillos. Se detuvo un momento en medio de la habitación para estirarse y luego acudió a abrir. Era Ryota.

- Buenos días… - murmuró reprimiendo un bostezo – Qué haces aquí?

- Buenos días. Te acabas de levantar? – preguntó Ryota mientras pasaba al salón. Llevaba un periódico enrollado en la mano.

- Sí, no se nota…? – Sakuragi le siguió y se estiró otra vez.

- Entonces no has leído el periódico…

Inmediatamente dejó de hacer estiramientos y le miró serio.

- Qué sucede?

Ryota respiró hondo y le tendió el periódico deportivo que traía. El pelirrojo lo cogió y miró la portada. Nada más leer el titular principal palideció como nunca antes lo había hecho.

Kaede Rukawa ingresado por sobredosis de cocaína

"Q-qué?"

Tragó saliva y continuó leyendo.

El jugador más joven de los New York Knicks, el japonés Kaede Rukawa, ingresó de urgencia esta madrugada en el hospital público de Coney Island de Brooklyn con una insuficiencia cardiaca aguda a causa de una sobredosis de cocaína. Afortunadamente y según fuentes del propio hospital, no se teme por su vida. Al parecer el jugador nipón, de 20 años, se encontraba en una fiesta organizada por un compañero de equipo, el afroamericano Joseph Perkins, cuando se desmayó y empezó a sufrir severas convulsiones que provocaron la alerta entre los asistentes y su inmediato traslado en ambulancia al hospital más cercano.

Por el momento ni el entrenador de los New York Knicks ni ningún representante legal del club se han prestado a hacer declaraciones sobre lo sucedido. La sanción a la que se enfrenta Rukawa es de seis meses a dos años de inhabilitación.

Pasó la página de un tirón, pero en el interior del periódico el resto de la noticia sólo hablaba sobre las diferentes razones que podían inducir al consumo de drogas dentro del deporte, como la alta competición deportiva, la exigencia del entorno, el temor al fracaso o el culto al éxito.

"Culto al éxito… gilipollas…"

Ryota observaba atónito como el rostro de Hanamichi pasaba de blanco a rojo en cuestión de segundos una vez que terminó de leer. El pelirrojo arrugó con rabia el periódico entero hasta formar una bola y después lo arrojó al otro lado de la habitación.

- SERÁ IMBÉCIL! – gritó furioso.

- Cálmate Hanamichi… - pidió Ryota en vano.

- QUE ME CALME! PERO ES QUE TÚ NO LO HAS LEÍDO!

- Claro que lo he leído…

- JODER! – exclamó dándole una patada al sofá.

- Hanamichi… basta.

Sakuragi se calmó por fin. Colocó de nuevo el sofá en su sitio y se sentó en él con los codos apoyados en las rodillas y la cara oculta entre las manos.

- Zorro estúpido… - musitó.

No lo entendía. No entendía nada de nada. Desde cuando Rukawa se metía esa mierda? Tendría que haber notado algo el viernes…

Sintió como Ryota se sentaba a su lado y le ponía una mano en el hombro.

- Qué hacemos? – preguntó en voz baja.

- Hacer? Nosotros? – repitió Sakuragi en tono irónico alzando el rostro – Rukawa ya es mayorcito, no? Que haga lo que quiera… por mí como si a la próxima se muere…

- Eso te gustaría?

Había reproche en las palabras de Ryota, y el pelirrojo se sintió mal por lo que había dicho. Por supuesto que no le daba lo mismo que Rukawa se muriera. Negó con la cabeza.

"Aunque se lo merece por gilipollas…"

Sakuragi se levantó y comenzó a dar vueltas por el salón.

- Quién más lo sabe? – preguntó.

- Aparte de todo el país?

- Me refiero con quien más has hablado de esto…

- Con nadie. Pero que te apuestas a que a lo largo del día vamos a recibir muchas llamadas…

Efectivamente, apenas un par de horas después recibieron la primera, y a la vez la segunda mala noticia del día: el señor Anzai había sufrido otro infarto.

xXx

Un chico alto y moreno de pelos parados bajó a la calle en busca del periódico y algo para desayunar. Su sonrisa lucía más amplia que nunca; como su compañero de piso se había marchado ese fin de semana de vacaciones hasta el siguiente Ayako se podría quedar a dormir con él toda la semana, tal y como había hecho esa noche.

Primero paró en una pastelería y compró un paquete de magdalenas, pero no pudo esperar y lo abrió para comerse un par. Esa mañana al despertarse habían hecho el amor dos veces y estaba algo cansado y hambriento. Después compró el periódico y mientras volvía al piso lo abrió por la sección de deportes.

Y se atragantó con la magdalena.

- Ayako! – gritó nada más entrar por la puerta.

- Qué pasa? – respondió la chica saliendo del baño, donde intentaba peinarse los largos rizos.

- Mira esto.

Sendoh le tendió el periódico por la página que acababa de leer. Ayako lo cogió, y después de leer la horrible noticia, tuvo que sentarse en una silla.

- Dios mío…

Como un resorte se levantó y fue a buscar su teléfono móvil, que solía desconectar por la noche y esa mañana había olvidado encender de nuevo. Lo conectó y al momento recibió unos cuantos mensajes que le avisaban de las llamadas que había recibido: una de Sakuragi y tres de Ryota. Le dio al botón de rellamada.

- Ryota?

Inmediatamente Sendoh frunció el ceño. Pero no pudo hacer más que escuchar a su novia hablar por teléfono con su eterno y pesado enamorado.

- Sí… lo acabo de ver… Qué!... oh dios mío… voy para allá… sí… nos vemos allí… Adiós…

- Qué pasa? Aparte del chute de Rukawa, claro.

A Ayako no le gustó nada el tonito con el que Sendoh dijo ese comentario.

- El señor Anzai ha tenido otro infarto… - murmuró.

- Qué? Joder… lo siento. Pero está bien?

- Parece que sí… Akagi y Mitsui estaban con él y su mujer; por lo visto habían quedado los cuatro para comer pero esta mañana al leer el periódico…

- Quieres decir que ha sido por el disgusto?

- Eso parece…

Ayako se levantó y se fue a la habitación para cambiarse.

- Me voy a verle al hospital – dijo.

- Te acompaño.

- No.

- Eh? Por qué no?

- Pues… - Ayako dudó, sabía que lo que iba a decir provocaría una discusión – Porque Ryota y los demás ya están allí.

- Claro… y aún no les has contado que estás saliendo conmigo – masculló Sendoh visiblemente enfadado.

- No…

- Joder, Ayako… no podemos seguir así.

- Sólo quiero esperar un poco más.

- Un poco más? Llevamos tres meses saliendo en secreto!

- Está bien, está bien… - la chica de rizos comprendió que su novio tenía razón - Espera a que pase todo esto y se lo contaremos a todos, de acuerdo?

- Está bien…

- Te quiero, Akira…

- Yo también…

Ayako terminó de cambiarse y se despidió de Sendoh con un beso. Durante el trayecto en tren al hospital intentó recordar detalles del comportamiento de Rukawa en la fiesta que tuvieran que ver con lo que describía el periódico, pero no hubo manera. Le había notado extraño, sí, pero no como para pensar que tenía problemas de ese tipo.

"Jamás pensé que Rukawa haría una tontería como esta…", pensó desolada.

Cuando llegó al hospital en el que habían ingresado al señor Anzai se encontró en la sala de espera con más rostros desolados: Ryota, Akagi, Mitsui y Kogure. Sakuragi en cambio, temblaba de ira.

- Cómo está? – preguntó nada más acercarse a ellos.

- Está bien… - contestó Akagi – Pero aún no ha despertado.

- Está su mujer con él?

- Sí. Cuando despierte y nos confirme que todo está bien nos iremos y le dejaremos descansar. Ya volveremos mañana.

- Ok… Espero que Rukawa también esté bien…

- Ese idiota… - masculló Mitsui – Por su culpa estamos aquí…

- No digas eso, Mitsui… - dijo Kogure.

- Es la verdad…

Kogure no quería discutir. Entendía el enfado de Mitsui: el señor Anzai era como un padre para él y en esa ocasión habían estado realmente a punto de perderlo, pero eso no le daba derecho a darle la culpa a alguien que no estaba para defenderse y que además en ese momento también estaba hospitalizado.

De pronto Sakuragi se levantó con los puños apretados.

- Mitsui tiene razón – dijo con la voz temblorosa por la rabia. Se dio la vuelta y comenzó a caminar.

- Ey! A dónde vas? – preguntó Ryota.

- A Nueva York – respondió deteniéndose.

- QUÉ! – exclamaron todos a la vez. Una enfermera que pasaba por ahí les indicó silencio.

- Me voy a Nueva York – repitió el pelirrojo girándose un momento – Traeré a Rukawa de vuelta y le dará una explicación al viejo. Y más le vale que sea convincente.


N/A: Aix, ya se descubrió medio pastel… ahora sí que me vais a rematar… ejem… Bueno, recordad lo del salto temporal: la historia se sitúa en este mismo año; y contaros que para ella me he inspirado más en el mundo del fútbol que en el del baloncesto, porque el primero lo conozco más (de hecho el baloncesto me empezó a interesar desde que vi Slam Dunk por primera vez, seguro que Inoue se pondría contento si se lo dijera XD, aunque si se enterara de lo que hago con sus personajes… uh… O.o…).

Aclaraciones: que iba a decir… ah si! Tanto el hotel New Otani como el Hospital de Coney Island existen, pero sus características son invención mía, no es cierto que el hotel tuviera una terraza en la segunda planta y en cuanto al hospital no sé si tendré que describir algo, pero si es así, también será inventado.

Muchas gracias por sus reviews! Los contestaré como siempre en el perfil. Ahora no se olviden de decirme que habíais pensado que le pasaba al zorrito!

Besos, y no hagáis vudú conmigo!

Khira