Heridas abiertas

Capítulo 12. Causa y consecuencia

Kevin Miller, el jefe de urgencias del hospital público de Coney Island, estaba acostumbrado a tratar con todo tipo de personas. Llevaba más de diez años en el cargo y en ese tiempo las había visto de todos los colores. A Kevin Miller, que un afroamericano de dos metros de altura y unos cien kilos de peso le gritara como lo estaba haciendo en ese momento, le resbalaba, por muy jugador de la NBA que fuera. Pero los pacientes no tenían porqué aguantarlo también.

- Cálmese señor Perkins… - pidió por enésima vez.

- Que me calme? Como quiere que me calme? Que mierda de hospital es este!

- Un hospital público, señor…

- Eso ya lo sé!

- Entonces cual es el problema?

- Éste es el problema! – Joe le enseñó el periódico que le había traído Karen hacía unos minutos – Como se han atrevido a contarle esto a la prensa!

El doctor Miller cogió el periódico que le ofrecían y se subió un poco más las gafas. Después de leer la noticia que ocupaba la primera página se lo devolvió, igual de tranquilo.

- Es imposible saber si fue un miembro de este hospital el que ha filtrado la noticia.

- Y de que otro hospital iba a ser!

- Me refiero a que quizás quien ha hablado con la prensa fue uno de los asistentes a su fiesta…

- Imposible! Todos eran personas de confianza!

- Ya…

- Maldita sea! Por qué coño le trajeron a este hospital!

- Porque seguramente no habría llegado vivo a otro, señor Perkins… y ahora si me disculpa tengo que atender otros asuntos…

- No se atreva a dejarme con la palabra en la boca! – advirtió Joe.

- A mi no me amenace, señor, Perkins, o tendré que llamar a seguridad.

Esa amenaza sí fue efectiva para Joe, que dejó de gritar de inmediato. Sólo faltaba que le echaran del hospital para aumentar el escándalo. El doctor Miller se despidió con un gesto de Rukawa y de Karen y salió de la habitación.

- Estarás contento, no? – siseó tirándole el periódico a Rukawa a la cara – Nos la vamos a cargar por esto.

Rukawa cogió el periódico que había azotado contra su mejilla y lo dejó en la mesita que había al lado de su cama, en silencio. Joe tenía todo el derecho a estar enfadado: por su culpa se habían metido los dos en un buen lío. Pero la que estaba aún más furiosa era Karen. Descubrir por un periódico que su hermano y su mejor amigo se metían coca los fines de semana y que el segundo había ingresado por intoxicación aguda esa madrugada no había sido muy agradable.

- Déjale en paz, quieres? – dijo la chica intentando con poco éxito calmar su ira – Tú le metiste en esto.

- Yo sólo le paso una raya! Y él anoche se metió tres! – exclamó Joe – Y por cierto, ya me estás contando de donde sacaste las otras dos! – añadió volteando de nuevo a ver a Rukawa.

Como Rukawa no contestó, Joe se acercó aún más a la cama y apoyó las palmas de las manos en ella, mirándole amenazante.

- Contesta – ordenó seco.

- Ian… - respondió Rukawa en voz muy baja y sin mirarle a los ojos.

- Qué? Desde cuando te la pasa?

- Desde hace un par de meses…

Joe abrió la boca en señal de sorpresa. Ian era un amigo suyo que le pasaba la coca, y él se la pasaba a Kaede. No sabía que Kaede tratara directamente con él, y mucho menos desde hacía ese tiempo. De pronto una terrible sospecha le asaltó.

- Te metes entre semana?

- Eh? – Rukawa palideció aún más de lo que estaba.

- Ya me has oído! Te he preguntado si te metes entre semana!

- A… a veces…

- JODER!

- Deja de gritar… - intervino Karen angustiada. El problema se había vuelto de repente mucho más grave de lo que era.

- Es que no hay quien te entienda, ostia! Dos años sin querer volver a Japón, de pronto te vas un día y te tengo que encubrir en el entrenamiento, y cuando vuelves te encuentro borracho, me chantajeas para venir conmigo a la fiesta, y una vez allí tratas con Ian a mis espaldas y te metes tres rayas de coca! Si querías suicidarte te hubieras tirado por la ventana! No tenías porqué involucrarme en esta mierda! – Joe había explotado.

- Cuándo fuiste a Japón? – preguntó la chica asombrada.

El chico afroamericano se deshizo de la mano con la que su hermana intentaba sujetarle del brazo y salió de la habitación dando un portazo. Afuera esperaba su guardaespaldas y con un gesto le indicó que le siguiera.

Aunque realmente estaba muy cabreado por todo lo que había pasado, y más por lo que seguro iba a pasar, no sólo era ese el motivo que lo tenía tan desquiciado. También estaba el miedo. Porque eso fue lo que sintió cuando vio a su mejor amigo desplomarse en el suelo, sangrando abundantemente por la nariz, y convulsionándose como un epiléptico. Aquella visión de Kaede inconsciente en medio de un círculo de personas que lo único que hicieron al principio fue contemplarlo anonadadas le había horrorizado, y lo peor de todo es que sabía que en el fondo era culpa suya. Primero porque fue él, tal y como había dicho Karen, el que metió a Kaede en este rollo, y segundo porque en la fiesta vio perfectamente como se metía otra raya después de la primera y en teoría única que se habían tomado juntos y ni se acercó ni hizo nada para evitarlo.

Y aunque se repetía una y otra vez que Kaede ya tenía edad suficiente como para cuidarse, su conciencia respondía que él tenía 25 y que por tanto tendría que haber estado más pendiente del chico.

Al llegar a la planta baja y ver la cantidad de periodistas que aguardaban en la entrada principal, decidieron buscar otra salida…

En la habitación, Karen intentaba consolar a Rukawa, que parecía a punto de llorar.

- No te preocupes, ya se le pasará…

Rukawa se llevó una mano a la cara mientras intentaba calmarse.

- Kaede… tienes un problema, lo sabes verdad?

- …

- Y no me refiero al revuelo que va a causar esto, ni a la sanción que te impondrán la NBA y el club.

Rukawa se incorporó un poco y cogió un vaso de agua de la mesita, pero tenía la garganta tan seca que apenas pudo beber unos cuantos sorbos. No tenía ganas de hablar de su problema, y por supuesto que sabía que lo tenía. Y ahora se le había sumado otro: todo el mundo se había enterado.

- Ha llamado Jack? – preguntó con voz temblorosa.

- Sí… llamó hace una hora, pero aún estabas inconsciente…

- Qué dijo…?

- No mucho…Preguntó si era cierto que estabas fuera de peligro, y al decirle que sí se despidió y colgó…

- Karen…

- Dime.

- Déjame solo, por favor…

- Estás seguro?

- Sí.

- Muy bien, como quieras. Iré a ver donde se ha metido mi hermano.

Karen se acercó para apartarle suavemente un par de cabellos de la frente y darle un beso, y después salió de la habitación tal y como le había pedido. Entonces Rukawa no pudo aguantarse más y un par de lágrimas rodaron por sus mejillas.

Sólo había tres personas en su vida a las que creía importar al menos un poco. Una de ellas se había marchado furiosa de su habitación minutos antes, seguramente para no volver, otra ni siquiera había ido a verle y lo más probable dimitiría como su representante, y a la tercera la había echado él mismo.

En el fondo quería creer que ni Joe ni Karen le dejarían solo, pero en cambio Jack… Jack debía estar tan decepcionado que nunca más querría volver a saber nada de él.

Y él no merecía más.

"Dios… que he hecho…"

Pero la pregunta era más bien porqué lo había hecho. Aunque iba bebido, era consciente de ello y por eso precisamente más razón había para no tomar nada más esa noche y menos esa cantidad de cocaína, que sumada al alcohol le podría haber matado.

Y la verdad era… que en ese momento pensó que era lo mejor…

xXx

- Kaede… Kaede despierta…

Rukawa abrió los ojos lentamente y vio a Karen inclinada sobre él, zarandeándole muy suavemente.

- Karen… qué hora es?

- Las cuatro de la tarde… tienes que comer algo.

- No tengo hambre… Y Joe?

- Se ha ido a casa a descansar… no durmió en toda la noche. Y necesita reponer energía para enfrentarse a la bruja de Linda – bromeó.

El chico de ojos azules sonrió levemente. De pronto se dio cuenta de que no estaban solos en la habitación.

- Jack…

- Hola Kaede.

Jack no parecía enfadado. Y tampoco preocupado. Estaba… indiferente. Y eso era peor. Esta vez Karen no esperó a que la echaran y salió de la habitación dejando a representante y cliente solos.

Pero Karen sabía que Kaede veía a Jack como mucho más que un representante.

"Espero que no sea muy duro con él", pensó, "Aunque quizás eso es lo que necesita…"

Cuando la chica hubo salido, Rukawa respiró hondo e intentó sostener la mirada de Jack.

- Jack… Jack, lo siento… lo siento… - en ese momento no se le ocurría nada más que decir.

- No sirve de nada que lo sientas – murmuró el hombre con calma – Eso no va a arreglarlo.

- Jack…

- Desde cuando?

- …

- Desde cuando, Kaede?

- Desde abril…

Un pequeño suspiro escapó de los labios de Jack, quien se quedó callado unos minutos mirando por la ventana. Se sentía avergonzado por no haberse dado cuenta antes del problema de Kaede. Ahora tendría que hablar con sus padres y temblaba sólo de pensar en su reacción. Pero cualquier cosa que le dijeran sería con razón, ellos habían confiado en él para llevarse a su hijo a Estados Unidos y el chico había terminado convertido en un cocainómano.

- Qué va a pasar ahora? – preguntó Rukawa angustiado por ese silencio.

- El club pedirá un contraanálisis, pero yo de ti lo admitiría y me saltaría ese paso – murmuró Jack - Luego tendrás que comparecer ante el tribunal de disciplina de la NBA y te inhabilitarán, como mínimo durante seis meses…

- Entiendo… - musitó - Y qué pasará con Joe?

- Aunque no se demuestre que él también consumiera, organizó la fiesta… el club le impondrá seguramente una multa económica por el escándalo y punto…

- Y a mí…?

- He hablado con el entrenador Brown, con Elaine y con Peterson, el director deportivo… - Jack respiró hondo - Lo más probable es que te expulsen…


N/A: Holaaa! Pues aquí estoy con otro capítulo. Para seguir la costumbre de los primeros capítulos este tocaba centrarse en Rukawa, así que para el 'reencuentro 2' habrá que esperarse al siguiente… pero no os preocupéis que no tardaré en subirlo.

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Muchos besos!

Khira