Heridas abiertas
Capítulo 15. Encerrados
El local donde Joe decidió celebrar su cuarta fiesta privada en tres semanas era un ático de casi 200 metros cuadrados, rodeado por una gran terraza desde donde se veía perfectamente el puente de Brooklyn. La principal sala del ático estaba completamente llena de gente, la mayoría bailando al son que el Dj que había contratado su compañero de equipo apenas tres horas antes estaba marcando.
Sentado en uno de los sofás, se inclinó sobre la mesita baja que tenía enfrente y aspiró fuertemente por la nariz hasta que la línea blanca que había sobre ella desapareció.
- Y si nos vamos…? – le preguntó Anne mientras le lamía la oreja.
- Más tarde – murmuró mientras retiraba los restos sobre la mesa de lo que había sido su tercera raya de la noche – No son ni la una.
Levantó la vista y se encontró con la mirada de Joe al otro lado de la sala, junto a la terraza. Rukawa supuso que se estaría preguntando de donde había sacado la coca, pero el chico afroamericano no cambió su expresión indiferente y luego se giró para continuar hablando con una espectacular morena con la que seguramente pasaría el resto de la noche. A unos metros de él, la respuesta, Ian, hablando con la que parecía su hermana gemela. Ni rastro de Rachel. Una pena, pues tenía ganas de encontrársela de nuevo. Extrañamente, la chica le cayó bien.
Se pasó el dorso de la mano derecha por la sudada frente. Desde hacía minutos que se encontraba fatal, se sentía intranquilo y afiebrado, y la raya no le subía.
Notó los dedos suaves de Anne abrirse paso bajo su camisa y los apartó bruscamente.
- Te he dicho que te esperes – dijo al mismo tiempo que se levantaba del sofá.
- Dónde vas? – preguntó la chica temerosa de haber perdido la oportunidad de irse a la cama con el jugador de los Knicks.
- Al baño, ahora vuelvo.
Mientras buscaba los baños entre la multitud se topó con Carlos, un amigo de Joe que hacía tiempo no acudía a una de sus fiestas. Si mal no recordaba, era el jefe de ventas de una marca de ropa deportiva.
- Ey Kaede! Cuanto tiempo.
- Ey Carlos – saludó sin ganas.
- He visto que estás con Anne Morrison, la modelo de Gap. Chico, de verdad que no sé como lo haces para tenerlas todas a tus pies.
Él simplemente se encogió de hombros. Al mirar tras el chico hispano localizó la puerta del aseo.
- Oye, te encuentras…?
- Luego te veo – le interrumpió pasando por su lado.
Abrió la puerta y entró, y apenas había dado dos pasos cuando se detuvo en seco al encontrarse una desagradable sorpresa.
Aterrorizado, caminó hacia atrás hasta pegar su espalda a la pared junto a la puerta, y lentamente se dejó caer resbalando hasta quedar sentado en el suelo, mirando a una niña, de no más de dos años de edad, que estaba de pie en medio del baño. La reconoció de inmediato.
- No eres real… - susurró con la voz agudizada por el miedo – No eres real… no puedes serlo…
La niña no dijo nada, sólo continuó mirándole con sus fríos ojos azules.
- Por qué estás aquí? – preguntó lívido - Por qué…?
En ese momento la niña dio un paso hacia él. El pánico se apoderó ya completamente de todo su ser, se levantó y salió corriendo del baño. Chocó contra alguien y a punto estuvo de caer de espaldas al suelo si unos brazos no lo hubieran sujetado.
- Kaede, qué te pasa? – preguntó Carlos preocupado al ver su rostro desencajado.
- Es ella… - balbuceó – Es ella… está en el baño…
- Ella? Quién?
No contestó, se soltó de Carlos y caminó algo tambaleante hacia el centro de la sala, apartando cuerpos a empujones. Carlos se apresuró a seguirle.
- Kaede! Qué sucede? Te encuentras mal? – insistió.
Rukawa miró a su alrededor buscando a Joe, pero no lo encontró, sólo vio caras que le observaban curiosas. Sentía la boca reseca y las manos sudadas y pegajosas; Carlos seguía hablándole pero ya no escuchaba lo que le decía. De pronto sintió un dolor tan agudo en pecho y abdomen que le hizo doblarse en dos y soltar un quejido ahogado. Casi arrodillado en el suelo, vio caer bajo él gotas de un líquido rojo y espeso, se llevó una mano a su nariz mientras la otra seguía en su vientre, y cuando la apartó para verla vio que estaba empapada de sangre.
Y entonces las piernas se negaron a seguir sosteniéndole y se dejó caer en el suelo de costado, pero una espantosa convulsión que atravesó todo su cuerpo le hizo colocarse boca arriba. Después, más convulsiones, dolor, y todo a su alrededor desvaneciéndose…
xXx
Rukawa se despertó sudado y agitado y se incorporó en la cama, aún asustado. Se tranquilizó un poco al comprobar que estaba en el dormitorio de Sakuragi y que sólo había sido una pesadilla, o más bien un recuerdo de su última noche en Brooklyn.
Miró el reloj y vio que eran casi las cinco de la mañana. Mientras su respiración se normalizaba, se dejó caer de nuevo en la cama, mirando al techo.
"Ella… fue una alucinación… fue una alucinación…"
xXx
Somnolencia, depresión e irritabilidad. Ésos eran los tres síntomas principales que causaba la abstinencia de cocaína según el artículo médico que estaba leyendo Sakuragi en internet. Y de momento Rukawa presentaba los dos primeros, pues llevaba cuatro días en la cama sin querer salir de ella; sólo se levantaba para ir al baño. Lo de la conducta psicótica y las tendencias suicidas prefirió pensar que eran exageraciones…
Apagó el ordenador y volvió a la cocina, donde prepararía la comida. Quizás hoy sí convencería a Rukawa de que probara algo. Pero lo primero que hizo fue vaciar sus cervezas y sus botellas de licor por el desagüe del fregadero: si quería ayudar a Rukawa a dejar las drogas, lo primero era predicar con el ejemplo; así que a partir de ese día, nada de alcohol.
Encogido en la cama en postura fetal, Rukawa oía a Sakuragi trastear en la cocina. Su piso de universitario era muy pequeño: dos habitaciones, un diminuto baño, una sala-comedor y una cocina minúscula. Como buen anfitrión, le había cedido su cama en el dormitorio principal, y el pelirrojo dormía en un futón en la otra habitación, decorada como sala de estudio, donde tenía el ordenador.
"Quién me iba a decir… que terminaría viviendo con ese idiota…", pensaba el chico de ojos azules.
En parte la situación le gustaba, los dos bajo el mismo techo, pero se sentía mal al saberse tan dependiente del pelirrojo. De momento sabía que le esperaban unos días horribles y en lo único que debía concentrarse era en no volverse loco por la falta de polvo blanco. Pero que pasaría si lo conseguía? Qué debería hacer después? Aunque Sakuragi le diera entonces una oportunidad para ser pareja, no podría seguir viviendo como un invitado en su casa eternamente.
Pero qué podría hacer? Trabajar? De qué?
"Quizás cuando haya cumplido la sanción podría intentar fichar por algún equipo de la JBL…", pensó algo esperanzado. No había muchos equipos donde elegir en la liga japonesa, pero por muy drogadicto que hubiera sido seguiría teniendo el nivel de un jugador de la NBA, y lo lógico sería que se lo rifaran.
"También tendría que buscarme un nuevo representante…"
Sintió un agudo dolor en el pecho al pensar en Jack. El domingo, después de que le contara que los Knicks ya no contaban con sus servicios, se despidió él mismo como representante, tal y como Kaede esperaba. Pero también le dijo que en cuanto dejara la droga podría volver a contar con él…
Unos suaves golpes en la puerta le distrajeron y al momento apareció Sakuragi. Con ese delantal de patitos se veía adorable.
"Tengo que hacerlo… tengo que hacerlo si quiero estar con él…"
- Aún no has terminado el sueño, zorro? – preguntó Sakuragi acercándose a él muy sonriente – La comida ya está lista. He preparado ramen.
- Lo siento, pero no tengo hambre… - murmuró Rukawa.
La sonrisa de Sakuragi se transformó en un gesto de sincera preocupación. Se sentó en la cama y le miró serio.
- No puedes seguir así, Rukawa… te estás quedando anoréxico…
- No tengo hambre – repitió. Lo cierto es que no tenía fuerzas ni para levantarse.
- Está bien… pero si esta noche o mañana tampoco comes nada llamaré a un médico.
- Ni se te ocurra.
- Di lo que quieras. Yo ya te he avisado.
Sakuragi se levantó y salió de la habitación dejando a Rukawa solo de nuevo.
El moreno se encogió un poco más en la cama. Hacía semanas que no pasaba más de tres días sin esnifar, ahora llevaba cuatro y empezaba a llegar a su límite. Por más que intentara pensar en otra cosa le era imposible: era cerrar los ojos e imaginar una raya, abrir los ojos y desesperarse al no encontrarla.
Y la necesitaba…
xXx
El resto del día fue terrible. Eran las tres de la madrugada cuando su poca voluntad terminó de doblegarse y se levantó de la cama dispuesto a salir. No tenía ni idea de donde buscar coca en ese barrio, pero en la casa del pelirrojo seguro que no la encontraba.
"Quizás en alguna discoteca… además hoy es sábado…"
Y con ese pensamiento se cambió de ropa y luego salió con sigilo de la habitación.
Se encaminó a la puerta y bajó el picaporte, pero la puerta no se movió. Buscó desesperado las llaves por el salón a oscuras, pero éstas no aparecieron. Estaba rebuscando en unos cajones cuando la luz se encendió.
- Qué buscas? – preguntó Sakuragi apoyado en el marco de la puerta del salón.
- Las llaves de la puerta – respondió Rukawa cerrando un cajón de golpe.
- No vas a encontrarlas.
- Dámelas.
- No las tengo.
- CÓMO QUE NO LAS TIENES! – reclamó el moreno repentinamente furioso – ES TU PISO!
- Se las di a Ryota – explicó en apariencia tranquilo, pero en realidad estaba atónito por la reacción de Rukawa. Nunca le había visto tan fuera de si – Vino anteayer, mientras dormías. Y le ordené que no apareciera por aquí como mínimo en una semana.
- Mientes!
- No. Así que si quieres salir tendrá que ser por la ventana, y estamos en un cuarto piso – de inmediato Sakuragi se arrepintió de haberle dado esa idea.
- Idiota! - Rukawa se dio la vuelta para ir de nuevo a la puerta y comenzó a aporrearla y a darle patadas.
- Eh! – exclamó el pelirrojo. "Suerte que casi todos los vecinos están fuera de vacaciones", pensó.
Sakuragi cogió a Rukawa por la espalda e intentó alejarle de su pobre puerta, pero Rukawa se revolvió como un tigre furioso y lo apartó de un puñetazo. La aparente calma del pelirrojo se esfumó al momento.
- Serás capullo! – exclamó antes de devolverle el golpe.
Rukawa no tardó en atacar de nuevo y le dio un nuevo puñetazo, que Sakuragi devolvió igualmente. Finalmente tras unos segundos más de intercambio de golpes Sakuragi consiguió sujetar a Rukawa por las muñecas y tras tropezar con la mesa baja del salón ambos cayeron al suelo, el pelirrojo encima.
Tener el fuerte cuerpo de Sakuragi encima inmovilizándole no hizo más que poner más histérico a Rukawa, e intentó librarse como un desesperado. El pelirrojo, cansado ya de tanta tontería, consiguió mantener las manos de Rukawa quietas contra el suelo y empezó a gritarle.
- TE QUIERES ESTAR QUIETO DE UNA PUTA VEZ! NO VAS A SALIR DE AQUÍ Y PUNTO!
- NECESITO SALIR! – gritó también Rukawa.
- PARA QUÉ? PARA BUSCAR DROGA?
- SÍ!
De pronto Rukawa alzó la cabeza con fuerza y golpeó brutalmente a Sakuragi en la nariz, y aprovechando su breve aturdimiento se lo sacó de encima y se levantó; pero apenas había dado dos pasos hacia la ventana cuando sintió un fuerte golpe en la nuca y todo se volvió negro.
Sakuragi, aún con los dos puños unidos en forma de maza, contemplaba a Rukawa en el suelo. Se agachó junto a él y lo agarró por debajo de los hombros para arrastrarle hasta tumbarlo en el sofá. Después fue al baño y se limpió la sangre de la nariz: el muy zorro no se la había roto por poco; cogió algodón y una botellita de alcohol y volvió a la sala. Mientras arreglaba el desorden echaba de vez en cuando miradas al sofá, donde Rukawa parecía dormir tranquilamente a pesar de la sangre que le surcaba el rostro y que por cierto estaba manchando el mueble.
"Qué voy a hacer con él? Si esto se repite tendré que atarle."
Cuando terminó de poner todas las cosas en su sitio se sentó junto a Rukawa y empapó un trozo de algodón en alcohol. Iba a limpiar las heridas que el zorro tenía en la ceja y en el labio, pero entonces Rukawa despertó. Se incorporó lentamente hasta quedar sentado, miró a Sakuragi un momento con aire ausente y después se llevó una mano a la nuca.
- Es la segunda vez esta semana que me dejas inconsciente – se quejó.
- No me has dejado otra opción.
La mano fue de la nuca a la frente, y luego contempló la sangre que había en ella.
- Y encima me has partido una ceja…
- Y tú a mi casi me rompes la nariz…
A pesar de lo dramático de la situación, a Sakuragi le entraron ganas de reír, pero se aguantó como pudo.
- Deja que te lo limpie – dijo con una sonrisa.
Rukawa se quedó quieto mientras Sakuragi le limpiaba la cara, afortunadamente el corte en la ceja era muy pequeño y no necesitaría puntos. El zorro parecía haberse calmado de momento, pero el pelirrojo sabía que aquello acababa de empezar.
"Ryota tenía razón… Rukawa es peligroso… sobretodo para sí mismo…"
N/A: Olaaasss! Pues aquí estoy de vuelta con la segunda parte de este fic. Muchas gracias a Kaehana9, Paulyta, Balucita, Shadir, Hipolita, Vanne y Astrea por sus reviews del capítulo 14, perdonadme por no contestarlos, pero prometo hacerlo con los de este.
Aclaraciones: Gap es una marca de ropa estadounidense.
Besos!
Khira
PD: A las que vayáis al Salón del Manga de Barcelona, que os parecería quedar en el stand de Ivrea? Para elegir el día y la hora tenéis que ir diciendo que días vais a ir, a mi por ejemplo me da igual porque voy a ir los cuatro días XD (por un año que voy he de aprovechar).
