Heridas abiertas

Capítulo 19. Una terrible carga

Sakuragi decidió dejar a Chiharu con una vecina mientras él iba a comprar comida. Después le dio de cenar y la preparó para dormir en su carrito-cuna hasta que su madre viniera a buscarla. En todo ese tiempo Rukawa no dejó de sollozar en el dormitorio. Al pelirrojo se le encogía cada vez más el corazón; sabía que esta vez su estado no se debía ni a la droga ni a la falta de ella; era un dolor tan diferente…

No entendía lo que le pasaba. Y Rukawa no parecía dispuesto a contárselo.

Cuando por fin Chiharu se durmió fue a verle. Se sentó junto a él en la cama, y en un impulso que no quiso analizar, le acarició el cabello con ternura.

- Rukawa, si no me cuentas qué sucede no puedo ayudarte…

- No puedes ayudarme en esto… - dijo Rukawa deteniendo por un momento su llanto.

- Pero al menos cuéntamelo, y así quizás podré entenderlo…

- …

- Rukawa por favor no soporto verte así… por favor dime algo… no entiendo nada…

Rukawa alzó el rostro por fin y le miró a los ojos. Los suyos estaban tan enrojecidos que parecían inyectados en sangre.

- No puedo… me odiarías… - dijo con la voz rota.

- No digas tonterías, zorro… Por qué iba a odiarte?

- Por lo que hice…

- Qué hiciste?

- No puedo… no puedo… - Rukawa estalló de nuevo en llanto.

- Por dios, Rukawa…

Sakuragi no aguantó más y lo abrazó tan fuerte que casi le asfixió. Cuando se separó de él, mantuvo su cara cogida con ambas manos para que no volviera a esconderla.

- Puedes confiar en mí… - susurró.

- …

- Cuéntamelo… seguro que después te sentirás mejor…

- …

- Rukawa… A ver, empecemos poco a poco… Por qué no has querido cuidar de mi hermana ni quince minutos?

- Porque no podía… no podía hacerlo… - habló por fin el chico moreno.

- Por qué dices eso?

- No puedo… cuidar de un niño pequeño… no me atrevo… - Rukawa por fin empezaba a concretar.

- Por qué no?

- …

- Rukawa, por qué no? – insistió el pelirrojo. Empezaba a tener un mal presentimiento con todo aquello.

- Porque yo… porque yo no supe cuidar de mi hermana…

- Tienes una hermana? – preguntó sorprendido.

- Tenía…

Su mal presentimiento se había cumplido.

- Qué pasó? – preguntó con suavidad.

El chico más bajo cerró un segundo los ojos y respiró hondo. Por fin parecía dispuesto a aclarar el misterio.

- Mi hermana… mi hermana se llamaba Kano… tenía casi dos años cuando murió… y fue… fue por mi culpa…

- P-pero qué dices…? – se sorprendió el pelirrojo.

- Fue por mi culpa… - repitió angustiado.

- Por qué? Por qué dices que fue por tu culpa? Qué pasó? – Sakuragi sentía que le iba a estallar el corazón de un momento a otro.

- E-estábamos en una fiesta de cumpleaños en casa de unos familiares… Yo tenía ocho años y estaba jugando en el jardín con mis primos… - Rukawa cogió aire de nuevo, realmente le costaba respirar – Mi madre vino con Kano y me pidió que la cuidara un rato, que mi padre se había marchado un momento con mi tío y que ella tenía que hacer no sé qué… la verdad es que no me acuerdo…

- Continúa… - pidió el pelirrojo con el alma en vilo.

- Yo… yo estaba muy enfadado porque no me apetecía vigilarla, me lo estaba pasando muy bien jugando con mis primos… y le solté la mano… En el jardín… en el jardín había una piscina…

- Oh dios mío…

Rukawa había comenzado a llorar otra vez, y su llanto era desgarrador.

- Se cayó a la piscina… y se ahogó… y fue por mi culpa… por mi culpa…

Cuando se le pasó la impresión tras unos segundos Sakuragi estrechó de nuevo a Rukawa en sus brazos con decisión.

Ahora ya entendía muchas más cosas.

- Por eso dices que tus padres te odian? – le preguntó mientras le acariciaba la espalda.

- …

- Rukawa escúchame, tú no tuviste la culpa… por dios, tenías ocho años… Y no me creo que tus padres te odien… ellos también saben que no fue tu culpa…

- Sí que me odian… claro que me odian… Ella murió por mi culpa…

- No! – Sakuragi había dejado de abrazarle y ahora le sujetaba la barbilla con firmeza – Nunca más digas eso! Ni tus padres debieron dejarla contigo teniendo ocho años, ni tú debiste soltarle la mano, ni tus familiares debían tener una piscina descubierta habiendo niños pequeños en la fiesta! Aquello fue una tragedia que pudo haberse evitado, pero por la que tú no debes pagar el resto de tu vida!

Rukawa le miraba fijamente a los ojos, pero Sakuragi leyó en ellos que no le había convencido. Y sabía que no sería fácil. Él mismo aún se culpaba a veces por la muerte de su padre, pues si no se hubiera peleado con aquellos chicos habría podido llegar al hospital y pedir ayuda; pero su madre y sus amigos le ayudaron a superarlo. Pero por lo visto Rukawa llevaba doce años con esa carga solo.

- Mañana iremos a hablar con tus padres.

- Qué? – exclamó echándose un poco hacia atrás.

- Iremos a tu casa y hablarás con ellos, aunque sea doloroso para todos. No puedes seguir así.

- No, no quiero… no quiero volver a verles…

- Dime una cosa. Tú confías en mí?

- Eh?

- Confías en mí? Piénsalo bien.

No tuvo que pensarlo mucho. Sakuragi había ido a buscarle a Nueva York, le había acogido en su casa, y le había aguantado en plan psicosis hasta que se le pasó esa fase. Y además le amaba… como no iba a confiar en él?

- Claro que confío en ti…

- Entonces hazme caso y habla con tus padres. Todo saldrá bien, ya lo verás…

xXx

A la mañana siguiente Sakuragi no fue a clases ni al entrenamiento y llamó a Mitsui por teléfono para decirle que no hacía falta que viniera a estar con Rukawa, y ya de paso se despidió, pues el tirador de triples se marchaba esa noche de nuevo a Tokyo.

Rukawa apenas había dormido y le suplicaba en silencio con la mirada ojerosa que no le hiciera pasar por esto. Pero Sakuragi no pensaba dejar que se echara atrás, y a media mañana cogieron el tren hacia la dirección que a regañadientes pronunció el zorro.

- Es muy bonita… - murmuró Sakuragi contemplando la fachada de la casa donde vivían los señores Rukawa.

A dos pasos de él estaba Rukawa, ambos frente una pequeña puerta metálica que daba al jardín que rodeaba la casa. Parecía que en cualquier momento el zorro iba a echar a correr.

- Vamos – ordenó el pelirrojo

Pero Rukawa no se movió. Sakuragi bufó y lo agarró sin miramientos del brazo, casi retorciéndoselo, y después con un estirón le obligó a entrar, pues la puerta estaba abierta.

Justo en ese momento una mujer de unos cuarenta años, morena con el pelo corto, apareció por el lado izquierdo de la casa, viniendo desde la parte trasera del jardín. Al verlos se detuvo en seco.

- Kaede… - pudieron leer en sus labios.

La mujer soltó en el suelo las bolsas que llevaba y continuó caminando hacia ellos, hasta detenerse frente a Rukawa. Y a continuación le abrazó. Pero Rukawa seguía en una especie de trance y no respondió al abrazo.

- En la televisión dijeron que habías desaparecido… - empezó a decir ella entre sollozos - Y pensé que te había pasado algo… Gracias a dios Jack llamó para decir que una amiga te había visto y que estabas bien…

- Mamá… - murmuró al fin Rukawa, pero seguía inmóvil como una estatua.

Del mismo sitio por donde había aparecido la madre de Rukawa, surgió la figura de un hombre muy alto que también se sorprendió al ver la escena. Al llevar también bolsas en la mano que luego soltó, Sakuragi supuso que venían de comprar y que tenían un garaje en la parte trasera de la casa.

La reacción del padre de Rukawa fue un poco diferente a la de su madre. Se acercó a ellos, y cuando la señora Rukawa se separó de su hijo, le miró fríamente y a continuación le dio una sonora bofetada. Hanamichi dio un respingo y por un momento se arrepintió de haber convencido a Rukawa de ir hasta allí, pero enseguida se dijo que si su padre estaba tan enfadado, supuso que por lo que le había pasado en Nueva York, era porque le quería, de lo contrario, si le odiaba tal como decía el chico de ojos azules, no le habría importado. Rukawa se acarició la mejilla lastimada y bajó la cabeza.

- Cálmate! – le dijo la señora Rukawa a su marido mientras abrazaba de nuevo a su hijo por la cintura – Por favor, acaba de llegar!

- Y ya me dirás de donde! Dónde te habías metido!

- Estaba en mi casa – intervino Sakuragi.

Los padres de Rukawa le miraron como si acabaran de darse cuenta de su presencia.

- Quién eres? – preguntó la mujer.

- Hanamichi Sakuragi. Nos conocimos en el instituto. Ha estado en mi casa este tiempo deseng… recuperándose.

- Ya… - murmuró el señor Rukawa – Y qué, te has 'recuperado'? –añadió mirando de nuevo a su hijo.

Viendo que Rukawa aún con la cabeza gacha no se atrevía a contestar, Sakuragi decidió salir en su auxilio, sin pararse a pensar en lo que implicaban sus palabras.

- Está mucho mejor – afirmó con énfasis – Yo creo que nunca más volverá a hacer una tontería así.

Kaede le miró, esperanzado y alentado. La señora Rukawa abrazó de nuevo a su hijo, y el señor Rukawa, ya más calmado, les invitó a entrar en la casa.

- Yo prefiero irme a la mía – dijo Sakuragi – Ustedes tienen mucho de que hablar. En especial de Kano.

La pareja le miró sorprendida y Rukawa aterrado. Sakuragi lo hizo para asegurarse de que ese sería el tema de conversación de la reunida familia.

- Cómo dices…? – exclamó el hombre.

- Que tienen que hablar de su hija con él. Yo me marcho.

Sakuragi dio media vuelta y salió del jardín, mientras la señora Rukawa conducía a su tembloroso hijo hacia el interior de su casa, pero el señor Rukawa le alcanzó en la calle.

- Sakuragi has dicho que te llamabas? – le preguntó.

- Así es señor.

- Cómo sabes lo de Kano?

- Me lo contó él.

- En serio? Jamás se lo había contado a nadie…

- Ah no?

- Creo que no. Y que más te contó?

Sakuragi dudaba en hablar con el padre de Rukawa a sus espaldas, pero tras la impresión inicial era evidente que aquel hombre quería a su hijo tanto como su mujer. Tal y como sospechaba, el supuesto odio que le tenían estaba únicamente en la cabeza del zorro.

- Él se culpa por lo que pasó. Y eso creo que ustedes ya lo sabían.

- Por supuesto que lo sabemos.

- Entonces por qué no hacen nada al respecto? Su hijo se está consumiendo por la pena!

- Crees que no hemos hecho nada en todo este tiempo? Kaede se pasó cinco años yendo a un psicólogo!

- Quizás no era un psicólogo lo que necesitaba. Quizás les necesitaba a ustedes.

- Y nosotros también intentamos ayudarle! Pero no lo logramos, él jamás volvió a confiar en nosotros, se encerró en sí mismo… Le dejamos marcharse solo a Estados Unidos porque pensamos que sería bueno para él alejarse un tiempo de nosotros si eso era lo que quería, pero nos equivocamos… - los ojos del señor Rukawa mostraban el mismo dolor que vio en los del zorro la noche anterior – Tú no lo entiendes… El día que… el día que perdimos a Kano…. también perdimos a Kaede…


N/A: Perdón por la demora… esta semana ha sido un poco estresante, pero por fin le he hecho un huequecito a esta historia, que hace días que tenía el capítulo a la mitad. Un montón de gracias por los reviews. Siempre animan a continuar y a sacar tiempo de donde sea XD.

Besitos y hasta el próximo capítulo.

Khira