Heridas abiertas

Capítulo 20. Sexo

"El día que perdimos a Kano también perdimos a Kaede…"

A Sakuragi no le gustó nada esa actitud derrotista del padre de Rukawa. Pero supuso que había sido muy duro para ellos, después de enterrar a una hija de dos años, ver como su hijo de ocho se condenaba él mismo por lo sucedido y se aislaba de todos… No podía culparles por no haber sabido ayudarle. Él tampoco sabía como ayudarle con esa carga que llevaba en el alma, aunque de momento obligarle a volver a casa de sus padres después de dos años había resultado bien, pues hacía ya dos días que estaba con ellos. Ni siquiera había vuelto a recoger sus cosas.

Recibió un par de visitas esos días. De hecho era lo habitual hasta que se encerró con Rukawa, pues al ser el único de la pandilla que vivía solo sus amigos consideraban su casa como el lugar oficial de reunión. Ni a Yohei ni a Ryota les contó el pasado recién descubierto de Rukawa, sólo que estaba ahora en casa de sus padres.

La primera noche que durmió de nuevo en su cama, antes de cambiar las sábanas se tumbó en ella y aspiró el olor que había dejado su invitado, una extraña mezcla entre sudor y agua de mar… o quizás era el olor de las lágrimas que había derramado noche tras noche en esa almohada…

No podía negar que lo echaba de menos. Después de dos semanas de convivencia, se había acostumbrado a tenerle en casa, y ahora se le hacía extraño no estar con él.

Sakuragi estaba muy confundido. Admitía que sentía algo por el zorro pero esos sentimientos no se parecían en nada a los que había tenido anteriormente por chicas.

Amistad, simpatía, cariño… hasta ahí todo normal, aunque en el pasado él y Rukawa se llevaran a golpes, las cosas habían cambiado mucho. Y ellos también habían cambiado. Pero luego estaban esos celos que le quemaban el pecho cuando recordaba las manos entrelazadas de Rukawa y la hermana de Perkins, o el rostro sonriente del zorro cuando volvió de jugar con Mitsui…

Y lo más preocupante, el deseo que se había despertado en él desde aquel beso…

xXx

El domingo por la noche Rukawa vino finalmente a por sus cosas. Cuando le abrió la puerta y le miró fijamente a los ojos, comprobó que, aunque seguían reflejando el mismo dolor que había resurgido con tanta fuerza el jueves, la carga se había vuelto menos pesada. Rukawa se lo confirmaría minutos después.

- Cómo estás…? – preguntó Sakuragi sentado en la cama mientras Rukawa plegaba su ropa para meterla en la maleta.

- Bien… - susurró.

- Y con tus padres…?

Rukawa dudó un momento, pero después interrumpió lo que estaba haciendo y se sentó junto al pelirrojo.

- Mi madre… mi madre me enseñó un álbum hecho con recortes de periódicos… - empezó en voz baja.

- Recortes de periódicos?

- Sí… de todas las noticias que han salido en Japón sobre mí desde que fiché por los Grizzlies…

- Entiendo… - dijo Hanamichi con una pequeña sonrisa.

- Bueno, menos las últimas… - murmuró Rukawa dejando escapar una risita irónica.

- Ya…

- …

- Ese tipo de álbumes los hace una madre cuando está orgullosa de su hijo, y no cuando le odia, no es así?

Rukawa miró al suelo y se encogió de hombros. Era evidente que aún no se había convencido. Pero Sakuragi pensó que ese silencio ya era un paso: no podía esperar que en dos días sus padres consiguieran lo que no habían conseguido en doce años.

- Y hablasteis de tu hermana? – preguntó con voz suave.

- N-no mucho… Yo… no puedo… - musitó el moreno.

- Bueno, poco a poco…

"Ahora saben que no deben dejarte marchar solo otra vez", pensó Hanamichi, "y mucho menos antes de que resuelvas este problema y dejes de lastimarte…"

- Sakuragi… - murmuró Rukawa interrumpiendo los pensamientos del pelirrojo.

- Dime.

- Es cierto lo que le dijiste a mis padres? – como Sakuragi no parecía entender se lo recordó – Que piensas que estoy mejor y que nunca más volveré a hacer una tontería.

Silencio.

- Sí, era cierto… - dijo al fin. No era justo mentirle si era eso lo que pensaba realmente.

Rukawa sonrió, por primera vez en mucho tiempo, de forma cálida y sincera. Y cuando Sakuragi contempló esa sonrisa, esos labios, dejó de pensar, de cuestionarse que sentía exactamente por Rukawa. Por el momento quería tomar esa boca y hacerla suya…

- Entonces… nosotros…

- Sí – dijo simplemente.

Rukawa acercó su rostro al suyo, pero no para besarle, sino para apoyar sus frentes la una con la otra. Se quedaron unos segundos así, con los ojos cerrados.

- Te quiero… - musitó el chico de ojos azules.

Se sintió mal por no responderle, lo cierto es que no sabía que decir, pero no pudo esperar más: Sakuragi le cogió la cara con las manos y le besó, ansioso como estaba por volver a sentir sus labios. Rukawa no le dio importancia y respondió el beso con intensidad, dando al pelirrojo lo que deseaba. Mientras se besaban Sakuragi se dejó caer de espaldas en la cama permitiendo que Rukawa se posicionara sobre él, a la vez que abrazaba con fuerza su delgada cintura para asegurarse el contacto total entre sus cuerpos, que no tardaron en reaccionar con el íntimo roce. El beso sólo fue interrumpido un momento para que el pelirrojo le quitara la camiseta a Rukawa, el moreno no tuvo necesidad de hacer lo mismo pues el pelirrojo ya no llevaba en el momento en que le abrió la puerta.

Después de besarse durante unos minutos más, Rukawa abandonó los labios de Sakuragi y fue bajando por su pecho hasta llegar a sus pantalones, los desabrochó y se los bajó junto a los bóxers grises que llevaba. Iba a hacer que Sakuragi no se arrepintiera de haberle dado una oportunidad como pareja.

- Siéntate en el borde de la cama – ordenó.

Sakuragi obedeció, aunque no supo que pretendía hacer Rukawa hasta que éste se arrodilló entre sus piernas. Sin dudarlo ni un segundo Rukawa envolvió el miembro de Sakuragi con la boca provocando un sonoro gemido por parte del pelirrojo. Éste pensó sinceramente que se volvía loco: ver y sentir la boca del zorro deslizarse por su miembro con esa rapidez y pasión era para perder la cordura. Le agarró de los negros cabellos con fuerza, haciéndole saber así que no deseaba que parara hasta el final. Y el final llegó al poco tiempo: Rukawa complacido se tragó todo el semen que expulsó el cuerpo de Hanamichi, quien después se dejó caer en la cama pensando que aquella era la mejor felación que le habían hecho nunca.

Mientras se recuperaba Rukawa se colocó de nuevo encima suyo y le besó en los labios para que probara su propio sabor. Después Sakuragi le atrapó las piernas con una de las suyas, y apoyándose en un codo, rodó en la cama hasta quedar sobre él. Esta nueva postura no fue del agrado del zorro, al menos al principio, e intentó hacer lo mismo que había hecho el pelirrojo, pero éste no se lo permitió. Sakuragi le cogió de las manos, entrelazando sus dedos, y las situó por encima de su cabeza, inmovilizándole con la ayuda de su peso. A continuación empezó a lamer el blanco cuello con gula, recorriéndolo con su lengua de abajo a arriba, una y otra vez.

Los gemidos de Rukawa no se hicieron esperar, y subieron considerablemente de volumen cuando, después de varios minutos de centrarse en su cuello, Hanamichi lo abandonó para dedicarse a lamerle el pecho y los abdominales. Cada vez que la lengua se acercaba un centímetro más al borde de sus pantalones, Rukawa gemía cada vez más fuerte.

Sakuragi le soltó las manos para desabrocharle los pantalones, cuando lo hubo hecho se los bajó, bóxers incluidos, dejando el erguido miembro al descubierto. Alargó la mano hacia él y lo masturbó suavemente durante unos segundos. Luego se decidió a devolverle a Rukawa el placer que él le había provocado, acogiéndolo con la boca. Lo cierto es que no resultó ni mucho menos tan desagradable como había pensado. Rukawa apenas tardó un par de minutos en correrse en la boca del pelirrojo.

Ahora que ambos estaban 'en paz' Sakuragi se posicionó nuevamente sobre Rukawa, buscando con ansias sus labios hasta que los encontró. El roce de sus miembros era enloquecedor y no tardó en ponerlos a ambos duros de nuevo.

De pronto Sakuragi sintió los dedos de Rukawa intentando abrirse paso entre sus nalgas. Aunque la experiencia de Sakuragi con otros hombres era nula, sabía perfectamente como era el sexo homosexual y él no estaba dispuesto a ser el pasivo. Y para que Rukawa no se hiciera ilusiones, le apartó las manos y lo inmovilizó de nuevo.

- No puedes conmigo – le retó con una sonrisa.

Rukawa aceptó el reto con otra sonrisa e intentó sacárselo de encima con todas sus fuerzas, que aún no había recuperado del todo; aún así consiguió incorporarse. Sakuragi, sorprendido al principio, no tardó en reaccionar y lo volvió a tumbar sobre la cama. Pero el chico de ojos azules no estaba dispuesto a ceder tan pronto, de manera que el forcejeo se prolongó durante varios minutos, llegando incluso a hacerse daño mutuamente, sobretodo en los brazos.

Rukawa ya no sonreía. Y Sakuragi tampoco. Sus rostros estaban tensos por el esfuerzo que estaban realizando, y comenzaron a sudar. Aquello se había convertido en una auténtica pelea, y, a diferencia de las que protagonizaban hacía tantos años en el gimnasio, esta vez sabían que no habría empate.

Finalmente Hanamichi aprovechó un momento en el que el zorro consiguió incorporarse otra vez para darle la vuelta en un rápido movimiento y aplastarlo boca abajo contra la cama. Con la mano izquierda le agarró del pelo, sujetándole la cara de lado, y con la otra le dobló el brazo derecho hacia atrás.

- Te avisé… que no podrías conmigo… – susurró jadeante en su oído.

Bajo él Rukawa se revolvió un poco más, pero estaba agotado; al sentirse inmovilizado aceptó que había perdido y se quedó quieto, con la respiración agitada y su sexo ardiendo contra las sábanas.

Cuando Sakuragi vio que su presa dejaba de moverse, le soltó el brazo y alargó el suyo hacia el cajón de su mesita, de donde sacó un preservativo ante la mirada nerviosa del chico que tenía debajo. Él siempre había usado protección antes, pero no sabía si el zorro había hecho lo mismo y en ese momento no le apetecía preguntar. Además que sería más higiénico.

Sentado sobre su espalda, le soltó también del pelo y después de sacar el preservativo del envoltorio comenzó a colocárselo deslizándolo sobre su miembro. Rukawa, aunque desde su posición no podía verlo, supuso lo que estaba haciendo, y aunque sabía que podía aprovechar para escapar, el miedo que sentía al pensar que le iban a penetrar estaba siendo sustituido por un incontrolable deseo.

Pero por mucho que lo deseara, tampoco quería que le desgarrara.

- S-sakuragi…

- Mm?

- Recuerda que tampoco he estado antes con un hombre…

Sakuragi escupió el envoltorio que sujetaba con la boca y le acarició la nuca en cuanto terminó de ponerse el condón.

- Tranquilo… - murmuró – Claro que te prepararé…

Se lamió los dedos índice y corazón y los dirigió hacia la entrada de Rukawa. Primero se dedicó a acariciar suavemente el esfínter durante unos segundos para relajarlo, luego introdujo un dedo muy lentamente. Notó como al hacerlo el cuerpo entero de Rukawa se tensaba y se inclinó un momento para morder su hombro con suavidad para distraerle.

Cuando Rukawa sintió que el dedo empezaba a moverse se aferró a las sábanas y apretó los dientes. No quería gritar de dolor y mucho menos llorar; ya que había perdido la pelea por las posiciones al menos no iba a mostrarse aún más débil. Pero cuando Sakuragi le introdujo el segundo dedo, no pudo evitar que un ronco gemido de dolor escapara de su garganta.

Sakuragi lo escuchó perfectamente pero no se detuvo. Le acarició la espalda en toda su extensión intentando relajarlo, cuando llegó al hombro se lo sujetó con firmeza. Después sacó ambos dedos de su entrada y se colocó a la altura adecuada para penetrarlo. No sabía si aquella era una buena postura para empezar, pero le pareció muy cómoda, y la idea de tener al zorro sometido boca abajo lo estaba poniendo aún más caliente si era posible. Sin dudarlo más encaró su pene contra el dilatado esfínter y empezó a empujar.

Esta vez el grito de dolor de Rukawa fue tal que Sakuragi se asustó e instintivamente le tapó la boca con una mano para que no le oyeran los vecinos. Enseguida se la destapó y puso sus manos encima de las suyas, intentando entrelazar sus dedos a pesar de que Rukawa tenía la sábana fuertemente agarrada.

Continuó empujando, lentamente al observar preocupado el rostro tenso y enrojecido de Rukawa, con una vena marcada en su frente, los ojos fuertemente cerrados y los dientes apretados. Pensó que realmente aquello debía doler, y se asustó un poco al pensar si algún día tendría que pasar él por lo mismo.

Finalmente se introdujo del todo, y mientras Rukawa se acostumbraba se dedicó a besarle el hombro con ternura.

- Estás bien? – le preguntó en voz baja.

- S-sí… - gimió el zorro.

Se retiró un poco, y, suavemente al principio, empezó con las embestidas. Rukawa empezó a gemir cada vez más fuerte, lo que sumado a su estrechez, estaba haciendo perder el sentido a Hanamichi.

Tras unos minutos de ya violentas embestidas, Sakuragi se detuvo un momento para no terminar aún, y ya de paso modificar un poco la postura. Se incorporó hasta quedar hincado de rodillas e instó a Rukawa a hacer lo mismo, quedando a cuatro patas enfrente suyo. El chico de ojos azules lo agradeció, pues de esta manera podía masturbarse. Pero esta postura tampoco terminaba de convencer al pelirrojo, y con un brazo alrededor de la cintura del zorro lo alzó hasta que su espalda quedó pegada a su pecho.

- Quiero verte la cara – le susurró en el oído mientras le sujetaba el cuello para que reposara la nuca en su hombro.

Rukawa asintió jadeante. Sakuragi le liberó y se desplomó sobre el lecho, cuando recuperó un poco el aliento se colocó boca arriba. El pelirrojo le abrió las piernas y las puso sobre sus hombros, se inclinó sobre él y le penetró, agradeciendo la flexibilidad que daba el practicar un deporte tan duramente. Rukawa gritó de nuevo al sentir esa penetración tan profunda pero esta vez Sakuragi pudo callarle con un beso.

Poco después observó como el rostro de Rukawa cambiaba de tenso a completamente extasiado, y al notar humedad entre sus vientres comprendió el motivo, y entonces él también explotó con un gemido ronco y su mente se quedó en blanco por un instante.

Se retiró suavemente de su interior y se dejó caer a su lado, exhausto. Cuando la respiración se le normalizó se quitó el preservativo y lo tiró al suelo, a continuación cogió un pañuelo de papel del cajón y limpió con él los vientres de ambos. Rukawa permanecía inmóvil con los ojos cerrados.

- Rukawa…

- Kaede… - Rukawa abrió los ojos y volteó la cabeza para mirarle - Somos pareja, no?

- Sí… Kaede… - se le hacía raro llamarle así – Estás bien?

- Sí, aunque… me duele bastante… - admitió mientras se acurrucaba a su lado.

- Mañana temprano iremos a comprar una pomada o algo… o si quieres voy ahora mismo, seguro que encuentro una farmacia de guardia…

- No, no hace falta… ya iremos mañana… quédate aquí conmigo – murmuró el chico más bajo abrazándole.

- Claro que sí… - dijo Hanamichi devolviéndole el abrazo.

Rukawa lo abrazó aún más fuerte y empezó a temblar un poco.

- Gracias… Perdóname por todo… por favor… Yo… he estado muy perdido… y…

- Lo sé – interrumpió Sakuragi acariciándole la mejilla – Lo sé. Pero yo te he encontrado…

Rukawa sonrió levemente. Poco a poco ambos se fueron rindiendo al sueño que empezaba a apoderarse de ellos, pero ninguno de los dos durmió bien esa noche.


N/A: Weee por fin el lemon! Seguro que es eso lo que están pensando pervertidas jejeje. Bueno, pues para alentar aún más su imaginación, aquí tienen una imagen sobre este lemon, concretamente la primera postura. No es que me inspirara en ella, es que cuando ya lo tenía escrito vi esa imagen en el avatar de una amiga y dije: 'ese es mi lemon!' y efectivamente XD.

http/img32.imageshack.us/img32/7453/lemonheridas7cy.jpg

A responder reviews:

Elena: jajajaja pieza es habitación, no? Habría que hacer un glosario latino-español aunque la verdad creo que ya me las sé todas XD Hasta se me escapa más de una palabra latina en mis historias jejeje.

Hikaru: es que ahora en invierno voy peor de tiempo, pero no te preocupes que la sigo. Ya has visto lo que ha hecho Sakuragi…

Marits: thank you! I didn't know english people are reading my story! I'm very happy XD

Besitos y hasta el próximo!

Khira