Heridas abiertas

Por Khira

Capítulo 24. La cena

"Huelen muy bien…", pensaba Sakuragi mientras aspiraba el aroma que desprendían los ya bastante largos cabellos azabaches de su pareja.

Miró la hora en el despertador y vio que aún era temprano. Abrazado a él en la cama, completamente dormido, estaba Rukawa. Llevaba muchos días seguidos quedándose a dormir en su casa. A Sakuragi no le molestaba, al contrario, pero empezaba a preocuparse por si el zorro tenía otra vez problemas con sus padres. Pero esto no le pareció probable, pues las veces que había ido a su casa le pareció que las cosas entre ellos se estaban arreglando de verdad, tanto que de hecho al final habían sido sus padres los que le habían acompañado de viaje a Estados Unidos para presentarse ante el tribunal de disciplina de la NBA. Le habían caído ocho meses, demasiados según mucha gente, pero Rukawa no quiso apelar.

El ex-jugador de los Knicks llevaba ya un par de semanas entrenando con los Tokyo Apache, gracias a la intervención de Mitsui y a la buena voluntad del resto de miembros del equipo y del entrenador Bryant, quienes le recibieron cálidamente sin recriminarle en ningún momento la mala imagen que dio en Estados Unidos. Y como Rukawa de momento no había querido alquilar un apartamento en Tokyo, iba y venía cada día con el coche de sus padres. La prensa japonesa le perseguía mucho desde que 'reapareció', pero de momento no les habían visto juntos.

Esa noche vendrían a cenar su madre y Toru con Chiharu, y Sakuragi pensó que ya era hora de contarle antes de que se enterara por otros medios lo de su relación con Kaede, la cual por cierto, iba viento en popa. Apenas se peleaban, y cuando lo hacían era por piques estúpidos al jugar un uno contra uno los domingos por la tarde, sobretodo porque Rukawa le ganaba casi siempre y Sakuragi no quería admitirlo y le acusaba de hacer trampas. Pero cuando eso sucedía bastaba con llegar a su casa y 'reconciliarse'. Sakuragi nunca pensó que salir con un chico resultaría tan bien.

Pero ese domingo no irían a jugar, pues tenían que preparar la cena.

"No tengo ni idea de cómo se lo va a tomar mi madre…", pensó preocupado.

xXx

En la pequeña sala-comedor de su piso de universitario, Sakuragi desplegó una mesa también pequeña que tenía en la cocina pero en la que cabían perfectamente cuatro personas.

- Cuánto falta para que lleguen? – preguntó Rukawa cuando terminó de poner la mesa. Estaba más nervioso que un flan, pues sabía del motivo de la cena.

- Unos diez minutos – respondió Sakuragi, quien también estaba bastante nervioso, trasteando en la cocina.

Rukawa fue al baño y mientras se lavaba las manos, miró su imagen en el espejo. Que Hanamichi le fuera a presentar a su madre era un gran paso, sin embargo por lo demás todo seguía igual. Lo estaban pasando muy bien juntos, sobretodo en la cama, pero a la hora de hablar de sentimientos, el pelirrojo siempre esquivaba el tema.

"Ojalá yo pudiera hacer lo mismo…", pensaba con la mirada clavada en sus propios ojos azules, "Pero no puedo… no puedo seguir pensando que estás conmigo sólo para experimentar, porque te ha gustado follar con un hombre o peor aún, por cumplir una estúpida promesa…"

Empezó a ver borroso y se sorprendió al darse cuenta de que estaba a punto de llorar.

"No, no, no… Kaede por favor ya basta…", se reprendió.

Se lavó concienzudamente la cara con agua fría para despejarse y se secó con una toalla. Salió del baño y se cruzó con Sakuragi en el pasillo, quien también tenía que ir. El pelirrojo notó algo en la mirada de su chico, algo que en realidad venía notando desde hacía semanas.

- Estás bien? – preguntó instintivamente.

- Claro – Rukawa sonrió falsamente – Sólo un poco nervioso…

- Ah, bueno… - dijo Hanamichi no muy convencido.

Efectivamente diez minutos después, puntuales como siempre, llegaron la madre de Sakuragi, Toru y la pequeña Chiharu. Sonoko se sorprendió un poco al ver a Rukawa, pues por lo que había hablado con su hijo por teléfono el día anterior, le pareció que tenía que contarle algo importante, y no sabía que pintaba su amigo allí.

Cuando Sakuragi presentó a Rukawa y a Toru, a ambos les pareció que el hombre reconocía a Kaede. Pero Toru tampoco tenía interés en el baloncesto y simplemente dijo que le sonaba haberle visto en algún otro sitio.

- Bueno, la cena ya casi está – dijo Sakuragi – Si queréis sentaos un momento en el sofá, y enseguida estoy con vosotros – y acto seguido desapareció por la cocina.

Maldiciendo que le hubiera dejado solo tan pronto, Rukawa fue a sentarse con los que, si todo salía bien, al terminar la cena serían oficialmente sus 'suegros'.

- Últimamente te vemos mucho por aquí – comentó Sonoko – Tú y Hanamichi sois muy amigos, verdad?

- Eh… sí… - murmuró Rukawa.

- Por cierto, aún no sé a qué te dedicas…

- Yo… juego a baloncesto.

- Ah sí? En qué equipo? – preguntó Toru.

- En los Tokyo Apache. Pero aún no tengo ficha – se apresuró a añadir, no fuera que lo comprobaran.

- Por qué no?

En ese momento el llanto de Chiharu, que estaba molesta por no ser el centro de atención, salvó a Rukawa de contestar la pregunta. Sonoko cogió del carrito a su hija en brazos; normalmente con eso ya se calmaba, pero sin embargo continuó haciendo pucheros. Toru, temiendo que hubiera que cambiarle el pañal y que le tocara él, se escabulló diciendo que tenía que ir al baño.

- Y ahora qué tienes, mi nena? – preguntaba Sonoko haciéndole carantoñas.

- Mamá, puede venir a ayudarme un momento! – gritó Sakuragi desde la cocina.

- Sí, un momento! – se giró hacia Rukawa – Podrías sujetarla mientras? A lo mejor tú consigues que se calme.

Al escucharla y ver como le tendían a la niña, Rukawa se tensó como si le estuvieran apuntando con un arma. Desde la cocina Sakuragi oyó a su madre y se apresuró a entrar en la sala, secándose las manos con un trapo.

- Déjala en su silla, mamá. A Kaede no le gustan los niños – explicó.

Pero para su sorpresa, Rukawa respiró hondo, levantó los brazos y sujetó a Chiharu por la cintura. La pequeña se puso de pie sobre las rodillas del zorro, y encantada de la vida por estar con un chico tan guapo, dejó de lloriquear y le empezó a tocar la cara con sus manitas.

Sakuragi estaba boquiabierto. Con todas las veces que había hecho de canguro estando Rukawa en la casa y ni se había atrevido a tocarla. Sonoko no entendía nada.

- No te gustan los niños, Rukawa? – preguntó confundida, pues no lo parecía.

- No es eso… yo… simplemente no tengo contacto a menudo con ellos… y no sé cómo tratarlos – balbuceó el muchacho.

- Ah… pues no lo parece – sonrió la mujer levantándose para ir junto a su hijo – Enseguida vuelvo.

Aunque por fuera sólo parecía un poco intranquilo, el corazón de Rukawa latía fuerte y rápido. Se dijo a sí mismo que debía calmarse, que no le iba a pasar nada a la niña sólo porque se quedara a solas con ella un par de minutos. Notó que Hanamichi aún le estaba mirando y levantó la vista para encontrarse con la sonrisa tranquilizadora de su novio, y se la devolvió tímidamente.

- Le gusta tirar del pelo… - advirtió Sakuragi ahora con una sonrisa de oreja a oreja.

- Del pel...? Auuchh!

xXx

La cena transcurrió bastante silenciosa. Curiosamente el que más hablaba era Toru, un hombre que siempre se había mostrado muy callado delante de Sakuragi. Cuando el postre se estaba terminando y Chiharu dormía plácidamente en su carrito, Hanamichi decidió que era la hora de hablar, y respiró hondo.

- Mamá, Toru… quiero contaros algo.

- Qué pasa, cariño? – preguntó Sonoko dejando su café en la mesa.

- Es sobre Kaede y yo.

Toru levantó una ceja; empezaba a sospechar algo. Sonoko por su parte les miró sin entender.

- Qué pasa? – preguntó.

- Lo que pasa, mamá, es que Kaede y yo no somos amigos…

- Ah no?

- No. Somos algo más.

- Algo más?

- Sí.

- Y qué sois? – la mujer seguía sin comprender a donde quería llegar su hijo.

- Somos pareja.

Silencio. Sonoko se quedó blanca y sin aire, Toru relajó su expresión, pues era eso lo que se había temido, y Rukawa estaba maldiciendo a Hanamichi por haberle pedido que estuviera presente.

- P-pareja? – tartamudeó finalmente Sonoko.

- Sí. Novios – A pesar de parecer tranquilo, Sakuragi sentía que le faltaba el aire.

- No digas tonterías! – exclamó de pronto.

- N-no son tonterías, mamá…

- Tú no eres homosexual!

Sonoko se levantó de la mesa tan deprisa que la silla cayó hacia atrás. Parecía tan furiosa que todos se sorprendieron.

- Mamá, tranquilízate… - pidió Sakuragi también levantándose – Y en realidad soy bisexual – añadió con una media sonrisa pretendiendo suavizar el ambiente.

Pero a Rukawa esa declaración le sentó como una patada en la entrepierna.

- Bi… bisexual! Cómo quieres que me tranquilice diciéndome eso! Cómo!

Los gritos despertaron a Chiharu, y empezó a llorar. Toru se levantó y acudió a ella. Rukawa no quería ser el único que quedara sentado en la mesa y también se levantó.

- Mamá…

- Me estás diciendo que te acuestas con un chico! Con este chico!

Sonoko señaló a Rukawa de forma despectiva. Y eso Sakuragi ya no estaba dispuesto a aguantarlo.

- Pues sí! – gritó – Me acuesto con él y ya llevamos casi un mes saliendo, te enteras! Sus padres ya lo saben y les pareció bien, pero tú como siempre tenías que comportarte como una histérica!

En tres pasos Sonoko se acercó a su hijo y le giró la cara de una bofetada. Después se dirigió a Toru, cogió a Chiharu, y soltó un escueto 'vámonos'.

Pero entonces Rukawa se interpuso entre ella y la puerta principal.

- Por favor señora…

- Apártate!

- No, escúcheme! Sé que no es lo que esperaba, y que yo…

- Claro que no es lo que esperaba! Como iba a suponer algo así! Y ahora déjame pasar!

- NO!

Su grito la dejó estática, con Chiharu en brazos y maldiciendo la poca educación de los jóvenes.

- Escúcheme. Por favor – empezó Rukawa de nuevo – Entiendo que no le parezca bien nuestra relación. Entiendo que yo no le guste. Aparte del hecho de que soy un chico, soy engreído, maleducado, antisocial, malhumorado y orgulloso. Soy inestable emocionalmente y me dan miedo los niños pequeños. Además he… he tenido problemas con las drogas – Sonoko abrió los ojos enormes – Así que tiene muchos motivos para avergonzarse de que sea la pareja de su hijo. Y encima no le daremos nietos. Pero yo amo a Hanamichi. De verdad. Y si usted le hace elegir entre su familia y yo… - la voz se le quebró un instante – No me elegirá a mí…

- Kaede… - murmuró Sakuragi.

- Así que por favor, señora Sakuragi, dénos una oportunidad. Déme una oportunidad. No soportaría perder a Hanamichi…

- …

Sonoko se mordió los labios, sin saber qué decir. Luego volteó a mirar a su hijo, quien le miró esperanzado. Su mejilla izquierda estaba roja por la bofetada que le había dado.

- Yo… Ahora no me apetece seguir hablando – dijo al fin – Estoy muy nerviosa. Pero lo haremos. De acuerdo, Hanamichi?

Sakuragi asintió, mientras una gran sonrisa empezaba a aparecer en su rostro.

xXx

Cuando su madre y Toru se hubieron marchado, Rukawa empezó a recoger la mesa, en silencio.

- Gracias por lo que has hecho – musitó Sakuragi en voz baja. Algo en la expresión de Kaede le daba mala señal – Pero quizás no habría hecho falta… me refiero a que le dijeses que…

- Sólo le he dicho la verdad – interrumpió el moreno con la voz seca.

- Ya… bueno…

Sakuragi se acercó a Rukawa y le abrazó por detrás, pero para su desconcierto Rukawa le apartó y continuó recogiendo platos.

- Qué pasa? – preguntó.

- Nada. Me ayudas con esto o te vas a quedar ahí plantado?

El tono frío de Rukawa empezaba a sacar al pelirrojo de sus casillas. Cuando el moreno volvió de la cocina donde había dejado los platos Sakuragi le agarró de un brazo y le encaró.

- Se puede saber qué te pasa?

- Nada.

- Entonces por qué estás de mal humor?

- Deberías saberlo.

Esa respuesta le recordó a las que solía usar Nanako cuando discutían.

- Jeh… Pareces una mujer – dijo irónico.

- Eso te gustaría?

- Eh?

Ahora sí que no entendía nada. Rukawa bufó y se soltó de él, aprovechando que el pelirrojo se había quedado atontado.

- A qué viene eso…?

- Dices que eres bisexual, no? Pero a lo mejor te gustan más las mujeres… - siseó el chico más bajo.

"Así que era eso", pensó Sakuragi.

- Por eso estás tan molesto? Porque le he dicho a mi madre que soy bisexual? – cuestionó.

- … - Rukawa no contestó, simplemente se cruzó de brazos.

- Qué problema hay? Acaso tú no lo eres?

- No…

- Ah, no?

- No. Nunca me he enamorado de una mujer.

- Pero has estado con alguna, verdad?

- No es lo mismo.

- Bueno, y qué quieres que te diga? – se exasperó Sakuragi – Yo sí me he enamorado de una mujer. Y también me he acostado con ella. Tanto te molesta?

- Y de mí?

- De ti qué?

- Estás enamorado de mí, Hanamichi?

No se esperaba esa pregunta. Sakuragi se quedó sin saber qué decir.

- Entiendo… - musitó Rukawa dolido por el silencio.

Agachó la cabeza y pasó por su lado en dirección a la puerta. Por suerte Sakuragi reaccionó a tiempo y le jaló nuevamente de un brazo. Quizás aún no estaba seguro de amarle, pero no permitiría que saliera tan fácilmente de su vida.

- Espera! Dónde crees que vas? – exclamó.

- A mi casa – respondió tranquilamente Rukawa – Ya no puedo más.

- A qué te refieres? – preguntó Sakuragi sintiendo una extraña opresión en el pecho.

- Lo he intentado. Pero no lo he conseguido, y ya no puedo más – repitió.

- Kaede, de que estás hablando? – se exasperó el pelirrojo.

- He intentado… que tu mentira se convirtiera en verdad…

Sakuragi se quedó lívido.

- Q-que mentira…? – tartamudeó.

- La mentira que me dijiste en Nueva York… - suspiró Rukawa - Hanamichi… Por qué me dijiste que sentías algo por mí si no era cierto?

No había resentimiento en la voz del zorro. Sólo quería una explicación. Pero Sakuragi no se la daba. Por una vez, el pelirrojo estaba más pálido que el moreno.

- Supongo que lo hiciste para ayudarme… - murmuró finalmente Rukawa después de varios segundos de silencio – Y que en realidad te importo, si no, no habrías ido hasta allí para buscarme… Por eso mantuve las esperanzas…

- Desde cuando lo sabes? – preguntó Sakuragi en un susurro.

- Creo que desde el principio… pero no lo quería ver.

- … - el pelirrojo no sabía que decir.

- Por qué te has acostado conmigo? – preguntó por fin, temiendo la respuesta.

- Porque me gustas… - respondió como si fuera lo más obvio del mundo.

Rukawa sonrió tristemente durante un momento, luego se dio la vuelta y colocó su mano en el pomo de la puerta.

- Eso no es suficiente para mi – musitó – Pero gracias por todo lo que has hecho para ayudarme.

Abrió la puerta del piso y salió por ella.


N/A: gomen gomen gomen por la tardanza… tenía muchos trabajos para hacer de la facultad pero los profesores los han pasado para después de Navidades… me han fastidiado las navidades pero ahora voy más desahogada… bueno, sólo un poco XD. Espero que les guste el capítulo, y muchas gracias por los reviews y las felicitaciones, me animaron mucho.

Khira