besos
Sobre Hielo V
Las sombras se disiparon lentamente, la luz inundaban su pupilas lastimándole completamente, sus ojos azules tardaron mas tiempo de lo acostumbrado a la luz. Reconoció poco a poco las siluetas que se dibujaban a su alrededor, una mezcla de sombras y colores chillantes, pero había algo más, creando un aire bizarro a todo el escenario, colchones y almohadas mullidas, distribuidas en todo el piso, en la pequeña habitación de 2 y medio de largo en ancho por largo.
Shaka se incorporó lentamente, notando en su piel una ligera humedad, tersa y esparcida en cada centímetro. Su ojos vieron con asombro que su piel estaba cubierta de una película suave de crema con colorante, un tono anuloso como turquesa, del mismo modo cuando se llevo sus manos a cabeza pudo sentir que sus largos cabellos dorados estaban atados en trenzas y un moño, formando un elaborado peinado a modo de corona. Sus manos al moverse tintineaban con el sonido de cientos de cadenas y joyas, as también en su cuello y pecho, collares de bisutería barata de ingeniosos y raros diseños que daban un toque exótico al rubio.
Al ponerse de pie se descubro completamente desnudo sin nada mas encima de su cuerpo que las yoyas y aquella crema. Un extraño miedo recorrió todo sus nervios, y su pánico aumento al ver un pequeño aparato negro frente a él.
-Por fin despiertas- una voz familiar al fondo de la habitación le hizo girarse, sonriendo al creer que encontraría respuestas, conocía al hombre, su cabello sus ojos, su cara. En esos momentos de confusión le parecía una cara hermosa.
-¿sabes donde estamos? – pregunto al grano acercándose al hombre frente al, quien cerraba la puerta detrás suyo de una manera... casi ritual.
Aquel hermoso hombre moreno, de cabellos negros tenia un porte sereno y sensual, su mirada tranquila se posaba completamente en Shaka.
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-Asi es señor Aioria – la voz del extranjero sonó un poco más convencida qe el anterior llamada – a mi jefe le ha gustado el material – el castaño sonrío ampliamente mientras miraba nuevamente por la ventana, el día caía lentamente y el dorado iluminaba el puerto del río, coloreaba las tristes barcazas que dejaban su cargamento en la ciudad preparándose para cargar nuevos paquetes de toneladas y viajar por los 7 mares.
La llamada se termino, y colgó su aparato, había pasado casi todo el día en esa habitación, que mas daba si ya tenia lo que quería. Llamaron a la puerta molestándolo un poco, había sido demasiado claro con recibir visitas. De mala gana abrió la puerta.
-Vaya vaya... -una nueva sonrisa apareció en su cara mientras era empujado con enorme violencia a la pared por un moreno demasiado furioso, cuyos ojos irradiaban odio puro. –Pero si es el fénix de las ventas – Era Ikki, y no estaba d muy buen humor, al contrario, parecía uno de esos locos asesinos de películas baratas de terror.
-¿qué demonios te pasa por la cabeza? – escucho Aioria de su enfurecido compañero –¿tratabas de dejarme en esa maldita bodega todo el día?
El castaño borro su fingida sonrisa ante oír la acusación pareciendo niño travieso, bajo un poco la vista y comenzó su red de mentiras, ahora que estaba tan cerca no dejaría que se estropeara por un amargado y enojo como era Ikki.
-No se de que estas hablando – explico el castaño con toda la seriedad que podía, reluciendo sus dotes d actor nato. –Ikki bájame y aclararemos todos – pidió dando un tono de sentirse ofendido a tal situación.
-Me parece bien – dijo sarcásticamente Ikki – comienza a cantar minino
Aioria no le gusto nada ese sobre nombre y mucho menos tener que sujetar los antebrazos de su agresor para evitar un poco el dolor que causaba su ropa apretándole el cuello.
- Allons enfants de la Patrie, Le jour de gloire est arrivé, Contre nous de la tyrannie, L'étendard sanglant est levé – comenzó a cantar Aioria en su mejor frances haciendo burla de las últimas palabras de Ikki, claramente el ritmo y la letra además hicieron enfadar al moreno.
En un solo movimiento claramente molesto lanzó a Aioria al otro lado de la habitación, el castaño cayo de lado lastimándose un hombre, con dificultad se apoyo en la cama lamentándose el dolor en su hombro derecho, mas no tuvo tiempo, Ikki estaba ya sobre de él listo a sujetarle de nuevo de la ropa del pecho y alzarlo nuevamente contra la pared, haciendo un golpe sordo con las paredes.
-Déjate de juegitos bobos minino – aclaró Ikki sumamente molesto. Aioria una vez sonrío, no se dejaría intimidar por algo así.
-¿qué quieres saber? – inquirió Aioria tratando de confundir a Ikki, sabia mejor que nadie a que había venido el moreno y el porque de ese maltrato.
-¿Donde esta Shaka? – pregunta directa apretando el cuello del moreno, que se hizo el desentendido por unos momentos, jugando un juego peligroso. Aunque en realidad quería ganar tiempo.
-¿Shaka? Creí que estaba contigo – mintió descaradamente, Ikki no le creyó tan fácilmente golpeando fuertemente a su víctima contra la pared. -Es cierto... jajaja se vino conmigo – un juego de verdad y mentiras...
-Si quieres saber, déjame para que pueda explicarte - puntualizo la palabra "déjame", Ikki lo hizo ganando calma sobre si mismo, dejo al moreno, que se sacudió el polvo y se arreglo su hermoso trajo y a la par daba un masaje a su adolorido hombro. Aioria estaba en cierta forma extasiado al ver los ojos furiosos de Ikki.
Si le tenia miedo, pero él era el león, aquel que podía derrotar a cualquiera. Aquel que le había o de recuperar a su hombre o...
-¿y bien¡Habla! –exigió con voz alta Ikki perdiendo de nuevo los estribos ante tanta calma del otro.
Aioria no se dejo impresionar por las palabras, tontos meses de conocerlo a fondo le decía que estaba desesperado pero se calmaría para obtener respuestas, pero si se tardaba mas de lo usual, Ikki podía ser...
Peligroso.
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Hyoga ayudo a descender del tren a Shun, ambos caminaron a un puesto de información en la estación, la señorita leyó la dirección de la tarjeta y reviso rápidamente en un libro. Para ambos era como si el tiempo les presionara a cada instante que perdían conversando con alguien o pidiendo informes.
Apresurar a aquella chica nueva en su trabajo, tampoco era una opción.
La dejaron a la mitad de su investigación saliendo a toda prisa buscando algún taxi desocupado, cada uno en uno de los lados de la calle. Pareció eterno lograr que un taxi se detuviera, leyera la dirección y se encaminara.
Era un hotel lujoso del lado de los puertos, poco conocido ubicado en una zona bastante curiosa, pero sin duda muy apreciada para los altos ejecutivos.
Las sombras de la noche cubrieron la ciudad rápidamente, la estrellas no aparecieron a causa de la tupida nubosidad en el cielo. Habían pasado casi 20 minutos desde que abordaron el Taxi. Tratando de evitar el tráfico vespertino, usando callecitas aledañas, tomando la ruta más larga.
Hyoga sostenía la mano de Shun en cada momento, dándole ánimos en todo momento. Encontrarían a Shaka como fuese, si no conseguían nada en esa dirección informarían a la policía sobre sus dudas y lo que sabían.
-Calma cielo, veras que Shaka esta bien – animo Hyoga abrazando al Shun, sonriendo al taxista entrometido, mirándolos a través del retrovisor. El anciano de casi 65 años, detuvo en seco el aparato, los chillidos del neumático frenando en el pavimento sonaron en casi dos cuadras a la distancia.
-bájense por favor – ordeno el taxista con voz seca y ronca – yo no llevo a personas como ustedes.
Shun miró a Hyoga claramente confundido.
-Señor le pagaremos – trato de convencer al anciano, pero este siguió quieto y en silencio. Terco y firme a su decisión. –por favor ya casi llegamos.
Shun abrió la portezuela y bajo indignado del automóvil, rodeo el aparato y se reclino al lado de la ventanilla del conductor.
-Gracias por todo – le dijo con n tono demasiado irónico y casi ofensivo. Hyoga que le siguió le tomo del brazo y le jalo justo a tiempo. El anciano abrió la puerta, se sentía insultado.
-¡Maricas! –grito el anciano tan despectivamente, Shun no hizo caso, pero Hyoga no tolero eso. El rubio se volvió con paso firme, el anciano sonrío, victorioso creyendo que el extranjero le golpearía y seguramente pasaría la noche en la cárcel.
-Me olvidaba – Hyoga parado frente al anciano, saco su cartera y saco un billete de enorme cantidad, cogió la mano del anciano y le dejo el billete, sonrío de una manera curiosa. –Quédese con el cambio – Golpeo suavemente la mejilla del anciano que quedo mudo y atontado.
El rubio volvió al lado de Shun y continuaron su camino, tomados del brazo del otro, disfrutando la compañía y alegrándose de haber dejado al taxista aunque ahora tendrían que seguir con su camino a pie, completamente perdidos en la ciudad buscando una dirección de la cual no tenían ni la mas mínima idea de cómo llegar
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El rubio ante aquella mirada familiar sintió su vergüenza y se sentó en los mullidos cojines tratando de ocultar su vergüenza entre ellos.
-Estamos en ningún lado – respondió a la pregunta anterior de Shaka, devorando al rubio con la mirada cuando este no le miraba con atención y dando los pasos necesarios para quedar detrás de la cámara de vídeo, la miro sonriente. Había un pequeño foco que comenzó a titilar de repente, mostrando una luz escarlata. Volvió a dirigir su mirada hacia el rubio ataviado como un dios hindú.
Diosas que hermoso se veía así, inocente y piel celeste, sonrojado seguramente por verse así desnudo. Este era el momento..
Shaka estaba concentrando buscando algo más que cojines para cubrirse. Tenía que salir de allí y volver a casa como antes. En su falta de atención sintió en su piel un delicado roce, devolviendo su mirada celeste a aquel que le acariciaba el hombro de una manera tan suave y sensual. Su otra mano por inercia trato de tomarla y apartarla, ese suave roce le hacia sentir extraño. Además este no era el lugar para esas cosas.
Al menos dentro de la mente de Shaka.
Unos labios suaves atraparon los suyos en un intento de hablar y hacer se entenderse con el otro, abrió sus ojos tan como su fisonomía podía y después los cerro, Shaka estaba disfrutando enormemente de esos labios y no sabia porque su cuerpo se relajo y fue recostándose poco a poco, aquella mano que antes intentase quitarse la intrusa mano de su hombro ahora jalaba las pocas ropas del otro, atrayéndolo mas y mas a su cuerpo.
Las manos morenas surcaron la piel celeste, recorriendo lentamente cada parte, comenzando en los pechos y las tetillas con un suave masaje circular moviéndose lentamente por el vientre pasando poco a poco a la entrepierna y a al desnudo miembro que ya estaba esperando ansiosamente sus caricias. Shaka no entendía porque su cuerpo estaba reaccionando tan rápido a unas caricias, no podía entenderlo y tampoco trataba de detenerlo, al contrario ayudaba a aquel a hacer con su cuerpo lo que quisiera.
Las manos de Shaka trataban de imitar a aquellas que surcaban su piel, pero la ropa se interponia, ayudo lentamente a quitando la playera, atrayéndole nuevamente para besar aquellos labios, haciendo un juego con su otra mano, frotándola suavemente contra el pequeño bulto creciente en la entrepierna que destacaba en la tela. Desabrochó uno a uno los botones, logrando así el espacio deseado e introducir su mano a aquella calidez que necesitaba sus atenciones.
Poco a poco fue liberando a su compañero de la ropa que tanto estorbaba y de pura inercia seguía masajeando y estimulando con las manos. Shaka sentía su cuerpo arder por dentro como jamas lo había sentido, por un lado le encantaba pero por el otro estaba seguro que esa reacción no debía ser normal.
Shaka sintió en sus caderas un suave ritmo, embriagante alterando aun mas sus sentidos, provocando a su cuerpo a seguirlo a tomar con sus manos esas caderas y pegarlas a las suyas como si fuese un baile sensual sin canción en el aire, el ritmo estaba dado y ambos bailaban.
Un gemido fue arrancado de sus labios al sentir aquella boca en su cuello, lamiendo y besando con intima ternura y salvaje pasión, chupeteando cada ves mas y mas lejos de la boca acercándose a las tetillas, mordisqueándolas una a una a su debido tiempo, procurando seguir el ritmo que él mismo imponía a Shaka con sus caderas, seduciéndolo aun más. Aunque en realidad no había necesidad de eso. Lo sabia bien, por la forma en que cooperaba y exigía más Shaka, por la forma de gemir y responder a sus caricias y acariciarle del mismo modo.
Era suyo.
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Aioria camino hasta su maleta arrumbada en una esquina, la jalo hasta la cama abriéndola lentamente, mirando de reojo a veces a Ikki, sonriendo por la desesperación y confusión que causaba el castaño con sus acciones.
-¿qué crees que estas haciendo minino? –Advirtió Ikki dando un par de pasos hacia Aioria.
-Te digo donde esta Shaka – aclaro Aioria sacando una pequeña caja de color café, avanzó a donde estaba Ikki y abriéndola ante sus ojos confundidos.
La caja era un poco mas grande que una caja de zapatos, de madera totalmente con una talla suave recordando las flores silvestres, dentro estaba forrada de terciopelo rojo y había dos cintas de vídeo.
Ikki tomo una y la alzó con curiosidad. Aioria miraba satisfecho a Ikki sabiéndose ganador de esa contienda, tenía a Ikki en donde quería y en los siguientes momentos hasta podría exigirle que se arrodillara y le lamiera los zapatos.
-¿qué tiene que ver esto con Shaka? – preguntó Ikki olvidándose por un momento de su furia, su curiosidad estaba siendo tentada al máximo. Sus ojos no se apartaron de aquella cinta, dejando que el castaño se saliese con la suya. Al menos por el momento.
-Todo Ikki – respondió Aioria tomando la cinta de vídeo cuidadosamente de las manos del fénix. Abrió unas puertas de una especie de closet donde se guardaba el equipo de vídeo y audio. Introdujo el video en un aparato debajo de la tele regresando al lugar donde estaba Ikki.
-Ya te dije que dejes de jueguitos – aclaro Ikki tomándole del cuello nuevamente, Aioria sonrió y estiro su brazo iniciando la reproducción del vídeo. Las imágenes hicieron que el fénix quedara impactado, abriendo sus ojos como nunca.
Aioria le tomo de un brazo al verse libre de las poderosas manos del fénix y le arrastro frente de la cama y le obligo a sentarse. –toma asiento y disfruta del espectáculo.
