LAGRIMAS DE OTOÑO V

ÉPOCA DE CAMBIOS

Iba silbando por el pasillo cuando noté que ponían una mano en mi boca y tiraban de mí hacia un aula vacía, no pude impedir que un grito saliera de mi garganta pero este fue silenciado al instante por la mano.

Veras... el de la mano era Zabini que estaba preocupado por Draco. Estoy segura de que no pretendía asustarme, pero consiguió un golpe algo más dramático. Lo único que quería era convencerme para que me pusiera del lado del señor oscuro y hacerme espía para la orden como ellos. De esta forma Draco no sería descubierto, perseguido y asesinado, es más, todo lo contrario, podría tener más poder y enterarse de más cosas. No esperó respuesta y se largo dejándome con la palabra en la boca. Maleducado...

Como siempre sucede cuando estás a gusto con algo y no quieres que termine, el tiempo pasó volando y sin darme cuenta pasó un mes. No hubo nada destacable, salvo un par de peleas con Ron, porque siempre ha sido celoso, que no pasaron de algunos gritos que se acallaron con la intervención de Hermione.

Era la víspera del día de las iniciaciones y Draco, al día siguiente, tenía que huir o sería castigado con la muerte por no haber cumplido su objetivo. Normalmente no se mataban entre sí, pero este encargo había sido hecho por Tom en persona, ya que, cuando recuperó el diario con el que me había controlado en mi primer año, la poca esencia que quedaba de la pequeña y antigua Ginny le fascinó. Aunque no lo supiera, yo era una bruja muy fuerte, y fue esa fortaleza y esa resistencia lo que él admiraba y quería de mí. Tiempo después, Draco me contó que sobre todo quería magos y brujas fuertes de carácter y resistentes físicamente además de que también tuvieran cierta templanza porque creía que así su ejército sería invencible.

Como ya he dicho, no nos quedaba mucho tiempo juntos y decidimos pedirle a Dumbledore que nos dejara un aula vacía para poder cenar y hablar tranquilamente sin el acoso del resto del mundo. Dumbledore accedió para que nos quedáramos en un aula en desuso durante dos horas; una para cenar y la otra para hablar. Recalcó la palabra hablar y añadió un "nada más" con el rostro muy serio. Ambos enrojecimos ante ese comentario y nos dispusimos a pasar el resto del día juntos.

Era por la tarde y, después de pasar un rato con el trío, nos fuimos a cambiar para adecentarnos un poco. Cenar con el uniforme no resultaba nada romántico. Cuando nos encontramos no pudimos evitar observarnos minuciosamente porque nunca nos habíamos visto tan arreglados como ahora. Cenamos tranquilamente entre risas y miradas cómplices, sin atrevernos a tocar el tema de su huída por temor a romper ese mágico momento. Cuando la cena acabó ambos sentimos que no podíamos posponer más el tema y que teníamos que hablar ya de eso:

-Gin, ¿eres consciente de que mañana me ire para, seguramente, no volver nunca?

-Lo soy- se produjo un tenso silencio en el que ella parecía estar escogiendo las palabras más adecuadas -Lo único que quiero hacer es detener el tiempo y que no te vayas de mi lado. ¿Te enfadarías mucho si hiciera una estupidez?

-Muchísimo, así que no se te pase por la cabeza hacer ninguna. - Me acarició la mejilla y sentí, de repente, toda la nostalgia y la melancolía que preceden a una despedida. Daría lo que fuera para que se quedara a mi lado, y si eso estaba a mi alcance, aún más.

-Te quiero. - Solo pude decir eso antes de que me besara. Era un beso lleno de emociones, de sentimientos contradictorios, pero sobre todo estaba cargado de angustia. Iba a ser nuestro último beso en mucho tiempo, o incluso podía que ya no nos diéramos más. Ambos acabamos fatigados por la falta de aire y estoy segura de que me hubiera caído al suelo si hubiera estado aferrada a su camisa.

-Ya es tarde. Te acompaño a tu sala común. - Sabía que estaba intentando ser fuerte y retener las lágrimas para infundirme ánimos.

-No te lo tomes a mal, pero no se si voy a ser capaz de dejarte ir si me quedo un minuto más contigo.

-Está bien. Te escribiré. - Me volvió a besar. Esta vez fue rápido, como si mi contacto le quemara.

Caminé por el pasillo de vuelta a Gryffindor mientras empezaban a salir las primeras lágrimas. El despacho de McGonagall me pillaba de paso y me dije "¿Por qué no?, así no me excluirán en esta guerra y podré ser muy útil." Me encaminé a hablar con la profesora y al llegar a su puerta di tres golpes secos. Esperé a que me abriera, pero me sorprendió ver al director mirarme a través de sus gafas de media luna. "Mejor." Me dije. "Así se enterará ahora de mis planes y no tendré que volver a contarlo."

-Señorita Weasley, sé a qué ha venido. - El director parecía leer la mente de las personas, siempre lo sabía todo.

-¿Y qué le parece? - Sólo necesitaba oír que no era mala idea intentar ayudar a la persona que más quería en la faz de la tierra. - ¿Me cree capaz de conseguirlo?

-Sinceramente señorita, creo que es capaz de hacer todo lo que se proponga, y si eso además incluye salvar al señor Malfoy, estoy seguro de que pondría mucho más empeño en conseguirlo. - Sonrió. Esa frase me era más que suficiente, ahora solo me quedaba el decírselo a mi familia y a Draco, pero eso sería cuando ya no hubiera marcha atrás. Si lo hubiera dicho antes de conseguirlo, cualquiera de ellos me hubiera atado y encerrado hasta que hubiera pasado el peligro.

-Profesor, no me parece prudente que...

-Minerva, Virginia puede serle muy útil a la orden y además no creo que fuésemos capaces de impedir que lo hiciera. - En eso se giró y me miró profundamente a los ojos. Todos pensábamos que cada alumno suyo era para él como su propio hijo y nos trataba como tal. - Sin más que decir, creo que debe dormir bien esta noche y mañana a primera hora deberá interceptar al señor Zabini para preguntarle algunas cosas.

-Muchas gracias profesor. Vendremos a verle en cuanto volvamos. - Me refería a Zabini, a Draco y a mi, pero supongo que él lo captó. Yo no paraba de sonreír, y aunque tenía miedo, me sentía bien sabiendo que Draco estaría conmigo un tiempo más.

-Eso espero señorita, y tengan mucho cuidado. - Me guiñó un ojo y abrió la puerta invitándome a salir por ella.

A la mañana siguiente, estaba escondida en un pasillo al lado del gran comedor esperando a que pasara Blaise y, cuando le vi aparecer solo, suspiré aliviada. Tiré de él hacia el aula en desuso donde me encontraba y cerré la puerta. Me miró asustado y sorprendido, pero se calmó al verme.

-Bien, lo primero, ¿Dónde está Draco? - Él no podía saber nada o se iría todo a la mierda.

-Dumbledore le ha llamado para no sé qué.

-Menos mal. Otra cosa más que agradecerle al director. - Me miró confundido. - Seré breve: quiero que me digas el lugar y la hora de la reunión. Voy a unirme a vosotros.

-¿Estás segura? Es muy peligroso y ayer lo que dije lo hice sin pensar. - Se veía arrepentido de haberme convencido.

-Tranquilo, llevaba tiempo pensarlo hacerlo, y ayer el director me dio su aprobación.

-Pero piensa que si te pillan te harán cosas terribles. - Vaya, últimamente me estaba sorprendiendo al saber que los Sly tenían sentimientos.

-Estoy decidida, pero Draco no puede saber nada. Por eso recurro a ti, eres mi única opción.

-Esta bien. Ve hoy al bosque prohibido a partir de las 5 de la tarde. Nada más entrar desde la cabaña del guardabosques, a la derecha, hay un claro.. Allí encontraras un viejo caldero de peltre. Es un traslador. Tócalo y aparecerás automáticamente en el sitio de la reunión. Te mandaré una lechuza cuando Draco haya ido para allá porque sino es capaz de llevar a tu hermano y sus amigos a rescatarte. - Se veía entre feliz y preocupado. Sabía que le preocupaba que me pasara algo porque yo era muy importante para su mejor amigo, pero estaba feliz porque así Malfoy no sería un prófugo del Lord.

Ese día lo pasé normal, y antes de irme, le dejé una nota a Miss en el cajón de su mesilla por si acaso me pasaba algo que supieran, al menos, el por qué. Le di un beso a mi hermano otro a Hermione y otro a Harry antes de salir de la sala común. A Miss no la vi, así que el beso se lo dejé por papel.

Me dirigí al lago para estar cerca del sitio cuando Blaise me enviara la lechuza. Esperé sentada en la orilla hasta que sentí un débil aleteo a mi lado y desvié la mirada encontrando a una lechuza hermosa. Era rojiza con motas negras y tenía unos ojos tan profundos que parecía que hablaban. Con precaución me acerqué poco a poco a quitarle la carta y ella, captando mi miedo, la dejó en el suelo y remontó el vuelo hacia la ventana de la lechucería. La nota simplemente decía "Es la hora. BZ".

Me apresuré a introducirme en el bosque y coger el caldero. Lo toqué y sentí esa sensación tan rara y mareante. Al poco me encontré en un sitio muy oscuro. Yo ya llevaba una túnica negra con capucha que me había prestado Blaise el día anterior. Avancé sola por un pasillo y al final vi un arco. Al otro lado había mucha gente con capucha, así que lo traspasé y me mezclé entre la multitud intentando pasar desapercibida.

De pronto todos miraron hacia una dirección y yo también lo hice. Vi a un ser entre las sombras sentado en una silla algo estrambótica. De repente vi como uno de ellos se arrodillaba y se quitaba la capucha y pude observar a Draco con la cabeza gacha y los ojos fijos en el suelo mientras esperaba órdenes.

¡Era mentira! No tenía pensado huir. Habría muerto, y por eso el director me permitió venir, porque sabía que era la única manera de salvarle el pellejo a Draco.

-Señor Malfoy... - Escalofríos. Una corriente de frío fue lo que sentí al oír hablar a esa voz. Era una voz muerta, carente de todo sentimiento y calidez humana. Era la voz mas terrorífica que había escuchado nunca. - ... veo que no ha cumplido con su parte de traer a la señorita Weasley entre nosotros hoy para que se iniciara como mi servidora...

-Señor, bueno... verá - Se había puesto nervioso, y si no hubiera sido porque le quiero tanto, en ese mismo momento me hubiera callado para hacerle sufrir por mentiroso.

-Tom...- Puse la voz más fría que me pudo salir e intenté mantenerla firme -permíteme que te llame así ya que así fue como te conocí.

-Veo que, después de todo, la pequeña de los pelirrojos sí que ha venido hoy hasta mi. Me alegra que me llames Tom, eso quiere decir que aún confías en que sea tu amigo.

Esas palabras me dieron ganas de vomitar, pero me sobrepuse pensando en Draco y en Blaise,y sobre todo en mi y en salir viva de ahí. - Estoy preparada para unirme a tu ejército con una condición. - Si colaba, colaba.

-Habla. Me gusta que tengas tantas agallas. Llegarás muy lejos.

-Quiero elegir personalmente a mi compañero de misiones en el castillo, y al de Parkinson. - Cada uno tenía un compañero por si acaso les daba por atacar el castillo. Así tenían un apoyo y sabían que nunca se iban a quedar solos, ya que una persona no podía salir sin su pareja a no ser que esta estuviera muerta.

-No es lo habitual, pero, adelante, ¿Quién?

-El mío será Malfoy, y el de Parkinson será Zabini. ¿Te parece bien? - Blaise esbozó una sonrisa, Draco seguía con la boca abierta y por los ojos de Pansy pasó una chispa de felicidad.

-Está bien. Empecemos con los ritos...

NOTAS: Bueno, lo primero y como siempre pedir mil disculpas por el retraso. No tengo excusa, pero en mi defensa tengo que decir que me encuentro en el curso más estresante de mi vida estudiantil. De este curso depende el resto de mi vida (exagerada), y del examen de selectividad también depende mi futuro, así que me preparo a conciencia. Lo segundo es daros las gracias por molestaros en leer la historia, y más encarecidamente si vais a dejar comentario. Lo tercero es que intentaré hacer todo lo posible por publicar algo más en menos tiempo .

Susy: gracias por tu comentario, y espero tardar menos en publicar el siguiente capitulo.

Ashley-Malfoy:P : A mi me gusta pensar que Draco es humano y también puede sentirse mal, angustiarse o desahogarse siempre que sea con alguien a quien quiera y en quien confíe. De lo de a quién están hablando, lo aclararán en el último capítulo.

Por último darle las gracias a Azazel por ser mi beta.