14 de diciembre:
Hoy me regañaste. Me quedé dormido y llegamos tarde a clase.
Bueno, no me quedé dormido.
En verdad, van días que no duermo. Y tu lo notaste. Como siempre, tan detallista.
Esta misma tarde me quedé dormido en el Gran Salón.
Y cuando desperté estaba a tu lado.
Sentí tu mano cerrada sobre la mía.
Cerré los ojos. Deseé no despertar nunca. Nada ni nadie arruinaría este momento.
La armonía del amor valseaba junto a nosotros. Yo te quería y te quiero para mí. Te necesito.
Aún no se como llegué a mi cama. ¿eso que importa?
Estabas a mi lado. Y me tomabas la mano. Y no me la soltabas.
El sueño comenzó a vencerte. Lentamente quisiste dejarme dormir. Lo sentí, y quise impedirlo. Te tomé con más fuerza la mano. Pero no mucha, no quiero hacer daño a tu piel de seda.
Esa piel que tanto deseo sentir, tocar y besar.
Notas la presión de mi mano. Me miras. Y yo te miro. Sabes que lo hago a propósito.
Pero eso no hace que te vayas.
Al contrario. Te acuestas a mi lado. Puedo tomar el olor de tus rizos. Siento que la vida me sonríe, que no podría ser mejor. Siento que eres un poco mía. Te deseo, Hermione.
Siento el impulso de tomar tus sonrojadas mejillas y darte un beso en esos labios prohibidos.
Pero lo resisto por cobardía.
Me sigues mirando, y estás tan solo a un suspiro de mi.
Pero no abro los ojos. Sigo soñando contigo. Déjame soñar. Déjame soñar con un futuro. Un futuro perfecto.
Tu y yo.
Nosotros.
Juntos. Que podría ser mejor. Nada.
Abro los ojos. Y te veo. Y siento el aroma de tus rizos. Y siento el gusto de tu suspiro.
Ese suspiro que destruye la distancia que hay entre nosotros.
Distancia que yo también quiero acortar. Y tu lo sabes. Sólo pareces esperar que de el primer paso.
Pero soy un cobarde.
Me sonríes.
Te sonrío.
Tu sonrisa me pide que reduzca la distancia.
Mi sonrisa te dice que no me atrevo.
Suspiras nuevamente. Y vuelvo a sentir tu aroma. Y tu gusto.
Pero cuando vuelvo a sonreír, ya te has ido.
Me levanto. Te busco. Es ahora o nunca.
Miro a todos lados. Él estaba allí.
Le pregunto si te ha visto. Dice que te vio cuando subía al cuarto. Tu bajabas.
Me pregunta si sé que regalarte para Navidad. Respondo que no lo sé.
Pero ahora sí se que regalarte. Eso que tu deseas.
Suspiro. Trato de acortar esa distancia. Pero es tarde. Ya te has ido.
