13 de Enero:
Pensé dejar de escribir esto. Es más, lo había botado a la basura junto a todo lo que tuviese que ver contigo. Pero no pude. Mejor dicho, no puedo abandonar esto, porque sería como abandonarte a ti.
Y es por eso que sigo aquí, esta noche garabateando sobre este papel, que solo Dios sabe si leerás algún día...
Porque no puedo abandonarte... porque no puedo parar de imaginar lo que perdí al dejarte ir, al desperdiciar mi chance...
Porque aún eres mía... porque por más que él sea tuyo, tu sigues siendo mía... porque sigo amándote como antes... porque sigo necesitando estar contigo para sentirme bien, sigo necesitando oír tu voz al amanecer, sigo necesitando tus consejos y tus críticas, sigo necesitando tomar el olor de tu cuerpo al recibir un abrazo, sigo necesitando que me regañes, quizá hoy más que nunca...
Porque sigo necesitándote a ti. Y nunca dejé de hacerlo. Nunca dejé de amarte.
Pero no puedo decírtelo. Ya lo sé, y lo reafirmo. Porque eres feliz con él.
Y no quiero arruinar tu felicidad. Porque pese a que sigo destrozado, verte feliz es él último consuelo de mi corazón. Lo único que aún me permite soñar y pensar en ti sin tener que derramar lágrimas en la noche. Sin tener que desaparecer ante el resto.
Porque me da pena que me vean así por esto. Sólo por amarte.
Hoy releía lo que escribí hace unos meses...
"Yo deseaba tu felicidad..." – decía. Vaya paradoja. Lo logré, sí. Eres feliz.
Pero no quería esta felicidad... quería que tu felicidad fuese la misma que la mía... que tu felicidad fuese yo...
Pero no, porque fui, soy y seré siempre un cobarde... y porque no quiero verte mal. No. Por eso, seguiré escribiendo esto, deseando que algún día seas lo que nunca fuiste, lo que eres en mis sueños más hermosos.
Mía.
