Aioria x Shura
24hours OPEN
Capítulo 3- De la cocina asesina y esa primera caricia.
Aioros dejó finalmente el baño después de algunos minutos, habiendo limpiado la mayor parte de la ropa sucia de su hermano menor y colocado jabones y demás artículos de limpieza en el lugar correcto.
Formaba parte de su naturaleza, desde que ambos eran pequeños, el cuidar y encargarse de los desórdenes de Aioria, por lo que comenzar a apilar la poca ropa limpia en el armario había sido un impulso meramente natural.
Aunque estando Shura ahí, no podía negar que había tratado por todos los modos de quedar bien con él...
Sonrió ligeramente, conforme sus pies desnudos bajaban una serie de escaleras con dirección hacia la oscura cocina.
Seguramente en aquellos momentos Aioria estaría haciendo la rabieta de su vida, teniendo que soportarle ahí, y encima llevando consigo a la cabra, pero eso sinceramente era algo que al arquero no le importaba.
Porque amaba molestar a su hermano casi tanto como amaba la presencia de Shura, y si podía matar dos pájaros de un tiro, pues...
—¡AH!
—¡Aioria!
La sonrisa se ensanchó en sus labios.
Sip. Definitivamente aquellos días iba a divertirse mucho.
Si es que Aioria no se terminaba fastidiando de ellos antes y echándoles a la calle.
Aunque lo dudaba mucho...
×××××××××××××××
—¡No!
Apretando bruscamente la mano herida dentro del otro puño y el estómago ligeramente doblado por el dolor, Aioria se recargó en la pared, tras haberse librado de un ahora asustado Shura, quien le miraba desde el otro extremo de la cocina, preocupado.
—T-te dije que no tocaras la...
—¡Cállate ¬¬!
Bien, Aioria sabía bien cuando había metido la pata, o en aquél momento, la mano, mucho más después de haber sido advertido ("No toques la sartén porque está caliente"), pero siendo tan orgulloso como lo era (ah, el bendito, bendito orgullo) no estaba dispuesto a aceptar que se había equivocado, que lo había hecho a propósito, y mucho menos a mostrarse débil enfrente de Shura y su asquerosa mirada de "yo te dije".
Aunque sí le dolía mucho... y seguramente, si no se apresuraba, pronto tendría sobre la piel una enorme pústula llena de agua que le recordaría todavía más la torpeza que acababa de cometer.
—Aioria...
—¿Qué?- bufó, sintiéndose todavía más irritado. –Ya déjame en paz y apúrate con eso, o también se va a quemar.
—Pero...
—¿Qué tienes en la cabeza¡¡Déjame!
Frunciendo el cejo, Shura regresó su interés a la cocina.
Aioria estaba comenzando a incomodarle. Es decir, sabía bien que él era quien estaba de sobra, y dentro de lo que cabía, si por algo se había caracterizado Shura era por ser una persona tranquila, pero eso de ser pasivo incluso cuando estaba siendo agredido no era en absoluto lo suyo y no estaba dispuesto a permitirle al otro gritarle o tratarle como si fuese su culpa por todo lo malo que le sucediera.
Así que si él quería quedarse ahí con una quemadura que tenía la forma de toda América, pues entonces ese era su problema y a él no le importaba.
—Mierda...
Arqueó sus cejas.
¿Algún día la tacaña de la diosa se dignaría a colocar instalaciones eléctricas en el Santuario? No podía ver lo que estaba haciendo, y tener a Aioria gruñendo y soltando tacos como histérico a pocos pasos de él tampoco estaba ayudándole mucho que digamos.
—Imbécil, imbécil, imbécil...
Apagando el fuego con un simple movimiento de su mano derecha y girándose sobre sus propios pies, aún estando casi cien por ciento seguro de que iba a ganarse un golpe en el rostro, caminó a pasos largos hacia el león, quien se había sentado ya en el piso, con la cabeza inclinada y balbuceando entre dientes.
—Dame tu mano.- dijo, en voz baja y tras haberse arrodillado frente a Aioria, quien levantó su cabeza bruscamente apenas le sintió llegar.
—Te dije que...
—Y yo te dije que me des tu mano.
Los ojos verdes de Leo se posaron en los de Capricornio, que ya de cerca resultaban no ser negros, sino de un profundo tono violeta que no se había detenido a observar antes...
Pero sinceramente¿Quién se tomaba el tiempo para ver a Shura?
Además de Aioros, claro, y en aquellos momentos de él mismo, encontrando con horror que se había ruborizado cuando la mano del español había tomado la suya al no obtener respuesta previa.
—¿Todavía duele mucho?
Cabeceó, en respuesta, con un movimiento ligeramente torpe.
—Bien. Vamos al baño.
—¿Qué?
—Tendrás anaquel de primeros auxilios, no?
—Eh... sí, pero... La cena...
—Olvídate de eso. No es importante.
Y tirando de la mano sana de Aioria, Shura salió de la cocina, regresando por encima de sus pasos y no pensando en nada más que en encontrar vendas.
Aioria, por su parte, no sabía ya con qué clase de ojos ver a la cabra, y en una esquina, dejándoles pasar sin decir nada, Aioros sonrió, ligeramente.
No era que le molestase que ambos estuvieran llevándose bien.
Es sólo que, tal vez, hubiera esperado encontrarse otra cosa diferente a su mejor amigo tomando a su hermano menor por una mano...
Pero celos no eran.
¿Verdad?
×××××××××××××××
El felino suspiró, ligeramente, cuando los dedos de Shura tocaron suavemente la superficie lastimada de su mano y una sensación fría y adormecedora se expandió por toda su piel.
—Aioros siempre me regañaba cuando era pequeño...- dijo, en voz baja y sin saber bien por qué. Pero Shura no levantó la mirada, y con cuidado enredó sus dedos entre los vendajes que desplegaba sobre la piel enrojecida. –Ha dicho todo el tiempo que soy un torpe, y creo que tiene razón.- sus cejas se arquearon y frunció el cejo de forma irritada, conforme se reacomodaba sobre el taburete que había en una esquina del baño, justo frente a Capricornio, que estaba arrodillado junto a él. –De todos modos, no es como si sólo a mí me sucedieran accidentes¿verdad? Estoy casi seguro de que se ha quemado o cortado mientras cocina más veces de las que puedo recordar haberlo hecho yo.
Luego se quedó callado, observando el oscuro techo en silencio y con la mirada perdida.
La tela elástica de las vendas se aferraba progresivamente a su mano lastimada, y sentía cómo poco a poco el tacto de los dedos del hispano desaparecía de su piel.
—Mi hermano pasa mucho tiempo contigo...- murmuró, consiguiendo finalmente que los ojos violetas de Shura se posaran de reojo en su rostro. –Ha sido así desde que éramos pequeños, y sinceramente ya no sé si lo conoces mejor tú o yo...
—Aioria...
—Es por eso que siempre te seguía, con la esperanza de poder tirarte un diente y que te quedase claro que él era mi hermano y no tuyo...
El rostro del décimo custodio volvió a inclinarse y sus manos tomaron con más fuerza la muñeca del león, quien apenas si se dio cuenta.
—Pero...
En realidad creo que te buscaba porque...
—No entiendo qué es lo que pudo haber visto Aioros en ti.- exclamó, repentinamente, una vez que Shura se hubo incorporado dando por terminadas las curaciones. –Pero siempre has sido tú. "Shura dijo, Shura hizo...", y sí, realmente siempre te he tenido celos.- sus ojos verdes se enterraron en el rostro sorprendido del español. –Por eso trataba siempre de acercarme a ti. Por eso las constantes peleas, por eso las ocasiones en que me encontraste siguiéndote, por eso las bolas de puré en el desayuno. DeathMask y Aphrodite siempre te defendían, y Camus, aunque no era muy amigable en público, sé que te ha apreciado siempre y que era él el culpable de que yo encontrase mi comida fría cada vez que me sentaba a la mesa. Pero muy por encima de ellos, ha estado Aioros todo el tiempo, lanzándome miradas acusadoras y pidiéndome que deje de meterme contigo... porque él lo sabe, todos ellos. Han sabido desde siempre lo que yo siento por ti y no les ha importado.
'Lo que siento por ti...'
Shura no supo por qué, pero se ruborizó ligeramente cuando aquellas palabras abandonaron los labios de Aioria.
Su rostro se giró hacia un costado. Se había dado cuenta desde el principio de que Leo no le quería ahí, con ellos. Se había percatado del enorme esfuerzo que estaba haciendo para soportarle cerca, y también sabía desde antes que aquella pequeña discusión iba a suceder entre ambos tarde o temprano. Pero por alguna razón, aquello le incomodaba ahora mucho más que cuando eran pequeños y se limitaba a ignorarle.
Aioros, DeathMask, Aphrodite y Camus no estaban ahí en esos momentos.
No que los necesitara, pero si ahora Aioria deseaba arreglar las cuentas pendientes, terminar las peleas iniciadas hacía muchos años, o simplemente romperle la cara, él no iba a poder defenderse.
No lo hubiera hecho de cualquier modo...
—¿Y sabes qué?- continuó la voz del félido, pareciendo acercarse a Capricornio, quien había chocado contra el lavamanos. –Ya me cansé. Estoy harto de todos los que te han tapado durante los últimos diez años. Estoy harto de no poder acercarme a ti lo suficiente para darte un golpe. Estoy cansado de escuchar a mi hermano hablando todo el tiempo de lo "maravilloso" que es Shura, y de no poder hacer nada al respecto por el simple hecho de que no comprendo, de que no sé nada de ti...- una de sus manos se estiró, y repentinamente sujetó el mentón del español entre sus dedos, tirando bruscamente de él.
Podían verse reflejados en los ojos del otro, con la tenue y dorada luz de la lámpara, pero lo que veían era muy diferente a lo que habían esperado poder ver.
El griego apretó aún más la presión de su agarre.
—Cansado de no saber qué es lo que ve él en ti, lo que tienes tú que no tengo yo, aquello que atrajo a Aioros lo suficiente como para hacerle olvidarse de que tiene un hermano menor... la razón del por qué le gustas.
gustarle
¿Le gustaba él a Aioros de Sagitario?
¿Pero en qué sentido?
¿Y por qué no terminaba de desagradarle la mirada que Aioria tenía fija en él?
—Pero... ahora que finalmente no están ni Camus, ni Aphrodite, ni DeathMask de por medio, te tengo donde quería, y quiero que sepas que no voy a permitir que te apropies del cariño de Aioros así como así. Que no eres bienvenido. Que no te tolero. Pero que principalmente...- y la sonrisa que el león dibujó en sus labios en aquél momento asustó a Shura más que cualquier cosa que le hubiese dicho -...no voy a descansar hasta saber qué diablos es eso que te hace tan especial...
—¿D-de qué estás...?
Aioria no le respondió. Había aflojado el agarre de su mano, y repentinamente a ambos asustó que ahora sus dedos estuvieran frotando suavemente la piel enrojecida por la presión antes ejercida.
—Aioros debe de estarnos buscando...- dijo de pronto el más joven, apartándose de golpe y dando la espalda a Shura. –Mejor nos aparecemos.
La puerta del baño se abrió por influencia de la mano de Aioria, y Shura, tocando inconscientemente el sitio donde los dedos de éste habían estado antes sobre su mentón, lo siguió a pasos cortos.
Sinceramente, un golpe en el vientre le hubiese atraído mucho más que la idea de lo que acababa de suceder. El extraño hormigueo a través de la piel irritada, el súbito vacío en su estómago, el recuerdo de la mirada de Aioria dentro de la suya...
Pero a todo esto, aún así, hubiese mentido de haber dicho que no le gustó.
×××××××××××××××
Notas: Le dedico éste capítulo a la hermana que me escribe mails pidiendo que lo continúe xP muchas gracias, se siente muy cool que alguien se interese en tu trabajo o.o y bueno, aunque de pronto me dio pereza continuar este fanfic, pues igual lo haré nada más para que no digan n-n y ya regresé a clases T.T pero bueno, como no hago nada, igual a ver si los puedo seguir cuando esté en clase de orientación vocacional o algo así XD ayox o.o!
