Aioria x Shura
24hours OPEN
Capítulo 8.- Querella fraternal
Aioros entró en la habitación.
Todavía estaba durmiendo cuando lo hizo, pero con todo el ruido que hacía el centauro yendo de acá para allá, le resultó imposible continuar haciéndolo por mucho rato más. Su cabeza estaba gritándole por un poco de confort, y cada paso que su amigo daba era como la pisada de un gigante que hacía que cada fibra de su ser vibrara.
Oww...
Sus ojos se abrieron entonces, y pudo ver el rostro del arquero sobre el suyo, quien le sonrió suavemente.
—¿Te desperté?
Shura sacudió su cabeza levemente.
Estaba hecho un ovillo dentro de las mantas, casi escurriéndose por el sofá, hacia el piso, y las mejillas le ardían.
Toda una delicia ofrecida ante los ojos turquesas de Sagitario, quien no pudo evitar inclinarse y depositar un beso frío sobre su acalorada frente.
—Discúlpame.
—No... está bien... Aioria estuvo conmigo, de todos modos. No os deberíais preocupar tanto por mí...
Los labios del castaño se curvaron en una especie de sonrisa forzada que asustó a Capricornio, aunque prefirió no preguntar.
—Me imagino que se quedó contigo. Te trató bien?
—Bien, sí...
—Ah, ya veo. Muy bien.
Luego se incorporó.
Había algo en su mirada que no gustaba en absoluto al español, pero no hubiese podido ubicar qué era. Aioros había sido siempre una persona muy calmada, y de algún modo sabía bien cómo ocultar sus emociones, así que cuando alguien era capaz de percibir algo extraño en él, significaba que estaba o muy enojado, o muy triste o muy contento.
Las últimas dos opciones quedaban descartadas de antemano.
Pero, por qué...?
—Shiryuu vino hace un rato a verte, sabes?
Las mejillas de Shura enrojecieron apenas un poco más.
—S-si, ya me lo había dicho tu hermano...
—Ah. Y qué más te dijo?
—N-nada... él...
El arco que Aioros llevaba consigo se apoyó en el piso, contra la pared, y se sentó en el diván, junto a Shura, que estaba luchando por liberarse de las cobijas.
—Creo que le gustas.
WTF!
—A Shiryuu, quiero decir...
Pasada la primera impresión, y tras haber sido rescatado por Sagitario de morir ahogado por el exceso de tos que le atacó, la cabra miró a su amigo con las cejas arqueadas.
—¿Pero de dónde...?
—Pues se le nota, creo o.ou
—N-no... no estaba saliendo con Seiya?
Aioros sonrió ligeramente.
—No lo creo. Porque a Seiya quien le gusta es mi hermano Aioria...
Y por alguna extraña razón que Shura no supo identificar, cuando el color de sus mejillas pareció palidecer, y dentro de su estómago una extraña y amarga sensación comenzó a fluir, casi creyó ver que Aioros sonreía todavía más.
—Yo... no sabía...
—Ah, pero si es un poco obvio.
No respondió. Sentía tantos deseos de preguntar qué era lo que pensaba Aioria al respecto, pero los ojos del griego le estaban viendo de una forma tan penetrante que sintió miedo de saber más.
Aún así, Aioros se inclinó una vez más sobre él, pasando un brazo por detrás de sus hombros y apoyando el mentón por encima de su cabeza.
—¿No es gracioso? A mi alumno le agrada mi hermano, y no sé si ese cabeza dura se haya dado por enterado todavía... Pero tal vez, puede no serle completamente indiferente... alguna vez creo recordar que me dijo algo al respecto, aunque no estoy muy seguro...
Shura estaba aguantando su respiración.
El abrazo de Aioros le pesaba cada vez más, y sólo sentía deseos de ponerse de pie y correr en busca de Aioria.
'Dime que mientes, dime que no es así...'
¿Por qué tenía Aioros que ser tan cruel? Cómo podía tratarle así?
Por supuesto que él no tenía ni la más remota idea del remolino de sentimientos que estaba guardando en su interior, en el que Aioria iba convirtiéndose poco a poco en algo más que el hermanito de su mejor amigo, pero aún así...
De todos modos...
¿O es que acaso...?
Tan horrible pensamiento no consiguió terminar de asaltarle cuando, repentinamente, una serie de pasos acercándose a la puerta y el agradable cosmos del león le sorprendieron, segundos antes de que, mientras el pomo giraba, Aioros le hubo empujado sobre el sillón, tirando de las mantas y sujetando su cabeza con fuerza. Sus labios se encontraron entonces en un beso brusco, que le lastimó el labio inferior consiguiendo a cambio que dejara escapar un profundo gemido.
Ese mismo gemido que Aioria pudo escuchar cuando, al entrar en su habitación, se los encontró a ambos echados sobre el diván; su hermano sobre el otro y ambos envueltos en un revolvedero de sábanas.
Pero no dijo nada, aunque los ojos violetas del español estaban completamente abiertos mientras que le veía de reojo, aterrado, y en cambio el félido les dedicó una mirada inexpresiva antes de carraspear suavemente.
—Perdón por interrumpir...- dijo, con voz calmada.
Aioros se incorporó un poco.
—Ah... no, discúlpanos tú... Por un momento se nos olvida que estamos en tu casa, lo siento...- dijo el arquero, riendo nerviosamente y sentándose junto a Shura, quien jadeó fuertemente para recuperar el aire perdido. -¿Pasa algo?
Aioria cabeceó negativamente.
—Sólo venía a ver a Shura.- dijo, desafiante, consiguiendo que con esto y con la mirada verde que posó sobre él, el corazón del hispano triplicara su marcha.
Le sonrió, y el muchacho de cabellos oscuros enrojeció a cambio.
—¿Cómo estás?
—M-mejor, gracias...
Ante la mirada sorprendida de Aioros, el más joven avanzó hacia ellos, y deteniéndose al estar frente a Shura, extendió hacia él un paquete que llevaba en su mano derecha.
—¿Q-qué...?
—Es de Shiryuu. Dice que espera que te mejores pronto.
Los tres permanecieron en silencio.
Shura se sentía de algún modo contento, aunque las miradas frías que ambos hermanos acababan de intercambiar, y el modo en que estaban ahora viéndole a él tampoco le gustó.
Están celosos...
—Eh... gracias, creo...- susurró, sonriendo débilmente y sujetando el paquete con ambas manos.
Olía bien, y era ligero, por lo que él intuyó que sería té de la China.
—Entonces...- Aioria frunció el cejo, antes de girar 180 grados y retirarse de la habitación una vez más. –Continúen con lo que estaban haciendo.
—¡No!- el grito abandonó los labios de Shura antes de que pudiese darse cuenta, y ambos hermanos se volvieron para mirarles, sorprendidos. Capricornio mismo se cubrió la boca con una mano, asustado. –E..es decir...- balbuceó, torpemente. –No estábamos haciendo nada... y... me gusta estar contigo...
Dioses, dioses, DIOSES...
¿Por qué había dicho eso, entre todas las frases o excusas existentes posibles?
Sabía que era la verdad. Sabía que adoraba la presencia de Aioria, y que desde hacía un tiempo no soportaba estar a solas con Aioros, formando dentro de su torturada cabecita una larga cadena de excusas y contrariedades, pero lo cierto era que no debió haberlo dicho, ya que ahora Aioria se había ruborizado, y el agarre que Aioros ejercía sobre su hombro pareció apretarse de forma desagradable.
—Pero...- consiguió a su vez murmurar el león, cubriéndose la boca con una mano para ocultar el sonrojo de sus mejillas doradas. -...no quiero molestarlos, yo...
—Está bien.- interrumpió entonces el centauro, sorprendiendo a los dos más jóvenes. –No hay ningún problema, además Shura se siente mejor y, lo que sea, es nuestro invitado... puedes dejar por un lado tus infantiles asuntos para dedicarle un poco de tiempo, ¿no crees?
Los hombros del félido se tensaron, pero no dijo nada. Comprendía que su hermano estaba enojado, aunque no supo si fue con él, con Shura o consigo mismo, pero tampoco pretendía dejarse humillar de una forma tan obvia.
—Pues al menos tengo cosas qué hacer.- le espetó, dirigiendo al español una mirada dura que se desvaneció cuando volvió a girarse, y sin agregar nada más, desapareció por la puerta, hacia un corredor vacío.
Adentro quedaron Aioros y Shura; uno viendo hacia la puerta cerrada con el cejo fruncido y el otro apretando el paquete de Shiryuu sobre su regazo, pensando en lo que había hecho y lo que le había dicho Sagitario respecto a Seiya...
Tal vez era cierto, y quien en realidad le gustaba a Aioria era aquél chiquillo... así que, en ese caso, todo lo que había estado sucediendo entre ellos desde el primer día, se remitía a una posible travesura cruel que el felino estaba jugando con él.
Pero de no ser así...
Inclinó la mirada.
Tenía que sincerarse consigo mismo y con los demás... Porque la verdad era que Aioria le atraía mucho, y si permanecían así por más tiempo, estaba seguro de que se volvería loco...
Mientras tanto, por su parte, Aioros arqueó ambas cejas.
No entendía lo que sucedía con su hermano desde que llegaron. La forma de comportarse con Shura, a quien sabía de antemano no toleraba, y la forma de comportarse con él, que no le había hecho nada.
Lo que estaba sucediendo con él mismo, quien nunca creyó poder llegar a sentirse tan enfadado con Aioria, y también lo que creía que le pasaba a Shura...
Shura, quien hasta hacía nada se comportaba amable y cariñoso con él, quien no se relacionaba con Leo más que para los más reglamentarios asuntos, pero que ahora parecía frío y renuente a su tacto, y que encima le decía a Aioria que le agradaba su compañía...
¿Qué estaba sucediendo?
¿En qué momento se habían invertido las cosas, y había terminado siendo él el que sobraba?
Porque aunque se negase a aceptarlo, Aioros no era nada tonto, y por mucho que le doliera lo admitía: estaba sucediendo algo entre la persona que más amaba en el mundo y el único familiar que tenía... Entre sus dos personas más importantes en la vida, y que simplemente le habían apartado del juego.
Pero cómo? Por qué? Hubiese comprendido que sucediese con Shura; era simplemente normal que en algún momento se fastidiase de él y decidiera voltearse para ver a alguien más. Pero Aioria? No era él su hermano, el mismo que no había tolerado jamás a Capricornio y que iba por ahí rumiando injurias para su persona? No le había abiertamente declarado la guerra años atrás, y expresaba con desprecio lo mucho que le odiaba? No se había casi negado a recibirle en su casa cuando se lo había pedido de favor? Y ahora incluso le sonreía!
Lo que había sucedido antes...
Todo lo que Aioros había visto y oído en ese tiempo...
Lo hubiese tolerado, cierto, si supiese que en el fondo verdaderamente se había enamorado él también de Shura. Pero dado que eso resultaba imposible, y que Aioros había llegado a la conclusión de que sólo lo estaba haciendo para burlarse de él, las cosas no iban a quedarse como estaban.
Él no pensaba permitir que Aioria jugase de aquél modo con los sentimientos de Shura, y si en sus manos estaba el detener su macabra y cruenta diversión, podía de antemano tener por seguro que lo haría.
Después de todo le amaba... A ambos, y si permitía que aquello continuara, sabía que no sólo Shura, sino también Aioria iba a terminar lastimado (más física que psicológicamente).
Entonces sonrió a Shura, quien le veía con curiosidad, y una de sus manos le acarició suavemente el cabello.
A final de cuentas, él aún le pertenecía.
×
Notas: ¬¬ MALDITAS PC'S FORMATEADAS! MALDITOS VIRUS! ODIO QUE ME PASE ESO! LO ODIO! –golpea su PC muchas veces- Yo ya había terminado éste capítulo, y hasta había empezado el nueve, pero entonces a su grandísima majestad le dio la gana descomponerse, y todo se fue al carajo. Bueno... no está exactamente igual, pero creo que le da una idea... La verdad es que ya hasta se me olvidó lo que había puesto en el otro. Y como sea... Perdón por el error anterior (el capítulo que cargué aquí pero que iba en otro fanfic XD), y espero les haya gustado esto -.-... saludos, y feliz navidad!
