Bien aquí esta el segundo capi, que no se si me ha quedado muy bien el final pero bueno... espero que os guste y ke dejeis review porque la cosa empieza a ponerse interesante...

Por cierto, creo ke se ha notado, pero la letra subrayada la cuenta Sirius y el resto lo cuento yo, jeje.

Capítulo II: Secretos y confesiones

Por una vez, no me molestaba estar en la biblioteca. La chica de los ojos verdes también estaba allí otra vez, y eso me animaba mucho más que historia de la magia.

No, decididamente, no veo a quién le iba a gustar más un troll que mi chica de ojos verdes. A Remus, a lo mejor, pero él siempre a sido de los raros.

Miré a James. Estaba muy extraño últimamente. Me fijé en que a él también le gustaba más una chica de ojos verdes, pero intenté pensar que miraba a otra.

-Oye, Jimy. –pregunté con voz inocente.

-¿Qué? –contestó, pero rápidamente cambió de expresión. –¡Oye, no me llames Jimy!

-¿A quien miras, Prongs? –pregunté sin desviarme del tema principal.

-¿Has visto a aquella pelirroja de allí? –preguntó con suspicacia.

-¡No te atrevas a acercarte a ella! –grité muy alarmado.

-Pues miraba justo a la que está detrás. –contestó riéndose de mi reacción. –Porque a la pelirroja llevas dos horas arrancándole la camisa los ojos.

-¡Mentira! Yo no estoy...

-¿Queréis parar de una vez? –interrumpió Remus. –¿Sabéis qué os digo? Me voy, estudiaré en la cama.

Cogió sus libros y salió de la biblioteca. James salió corrió detrás de él, dejándome allí solo. No había nada que hacer. (¬ ¬ Evidentemente, estudiar no es algo que hacer, ¿verdad?)

De repente, Lily se levantó de su silla y se acercó a mi mesa, con algo de indecisión. ¿Qué hacer? Miré a mi alrededor. Todo el personal femenino de la biblioteca me estaba mirando, no podía hablar con ella como si significara algo para mi...

Estaba a dos metros de mi mesa, quedaría muy mal huir de ella.

Oh, dios, ¿qué hacer?

tñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñt

-Hola Sirius. –saludó Lily, con voz algo afectada.

-Hola, Evans. –contestó él fríamente.

-Eh... ¿tienes aquí el libro de Defensa? Se me ha olvidado, y eres aquí el único de nuestro curso. –dijo ella.

Sirius ya había notado que se podía oír todo lo que decían desde las mesas de alrededor, y se estaba poniendo algo nervioso, aunque intentó mantener la calma exteriormente. Le dirigió a Lily una de sus sonrisas más arrogantes.

-Mmmm... No, Evans, si quieres unirte a mi club de fans, tendrás que inventarte una excusa mejor, o hablar con aquellas de allí. –anunció, señalando a un grupito de niñas de tercero y cuarto, que dieron un chillidito cuando él les señaló.

Lily notó como sus mejillas ardían, sabiendo que se había puesto delatadoramente roja.

-No hacía falta que te pusieras borde, Black. –contestó con frialdad. –Con que digas que no te da la gana basta.

Sirius sólo le señaló la mesa donde estaban las amigas de Lily, sin quitar la sonrisa burlona, como ordenándole que dejara de molestarle con sus trivialidades.

Lily se tragó lastimeramente el orgullo y volvió a su mesa, cabizbaja.

-¿Qué coño le pasa a ese gilipollas? –preguntó Eloise.

-Siriusitis. –murmuró Andrómeda, sin levantar la vista de su trabajo de astronomía. –Le suele pasar, de vez en cuando. El no tenerla, me refiero. Mi primo es imbécil, no le hagas caso. –terminó, levantando la cabeza.

Lily estaba entre con el orgullo herido, enfadada, triste y enamorada asquerosamente.

-Vale. –dijo la pelirroja. –Ese tío es un cabrón.

-No se te merece. –añadió Eloise.

-Y, además, es un Black. –suspiró Andrómeda, enrollando su pergamino. –Y los Black no son buena gente.

-¡Pero si tú también eres una Black! –esa era Eloise. Quisquillosa...

-¿He dicho que yo sea buena gente, Ely? –preguntó Andrómeda con voz casual.

Lily sólo soltó un gruñido mientras veía como la señora Pince tiraba a Sirius de la biblioteca por tener los pies encima de la mesa.

Sólo Lily se dio cuenta de que había dejado un libro encima de la mesa donde había estado estudiando.

Al cabo de un rato razonable, como para no despertar sospechas, se levantó y fue hacia la zona cercana a la mesa, revisando con exagerado interés las estanterías.

Al pasar por al lado cogió el libro y se apoyó en una esquina, a hojearlo. En las pastas había un título grabado que rezaba:

Defensa y preparación contra las malas artes, curso sexto.

B.T. Hellawney

Entre la tapa y la primera página se deslizó hacia su regazo un trozo de pergamino dorado. Era una carta escrita con letra azul muy cuidada.

Lo siento Lils, no he podido hacer otra cosa, ¿vale?Esta noche voy a ir a donde tú ya sabes a la misma hora de siempre. Te espero, mi amor. No faltes.

Te ama:

Sirius Black

PD: Hoy estás preciosa, pero que no se te suba a la cabeza... Te quiero.

Lily se quedó mirando un segundo el papel, pero inmediatamente se desintegró en un humo plateado.

La chica volvió radiante hacia la mesa de sus dos amigas. Andrómeda sólo chasqueó la lengua con desaprobación.

-Al final te ha dejado el libro, ¿no?

-Sip, eso parece. –contestó Lily, muy contenta.

-Mi primo no sabe lo que se está perdiendo. –dijo Andrómeda con apatía.

"En realidad, es el que mejor lo sabe" pensó Lily, pero no lo dijo en voz alta.

tñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñt

Severus Snape estaba cómodamente sentado en un sillón de su sala común, haciendo, cómo no, los deberes de Pociones.

Era ya noche cerrada, y no esperaba que a nadie se le ocurriera bajar a molestarlo. Sus ojos negros recorrían rápidamente el papel, sólo un poco más que su pluma, que emitía un conocido rasgueo al deslizarse.

Nada más se oía en la desierta habitación. Sólo la vela encendida frente a su pergamino delataba su presencia en la habitación.

A parte de esto, el chico estaba en perfecto silencio y no se le veía apenas, hundido en el sillón, demasiado grande para su delgado cuerpo.

De repente, se oyó un ruido, casi imperceptible, de alguien que bajaba por las escaleras. Con un movimiento rápido, apagó la vela y se agazapó en el sillón, casi sin respirar.

Una luz dorada bajó por las escaleras, iluminando tenuemente la verde y plateada sala. Sólo cuando estuvo más cerca de él pudo ver la torcida sonrisa de Rugulus Black.

Pasó con cuidado por la sala común, sin reparar en Severus, que seguía acurrucado en su asiento, rezando para que no le encontrara.

La puerta de la sala común se abrió suavemente, sin hacer ruido, de mano de Rugulus. Snape suspiró al creerse a salvo. Fue un error.

El segundo de los Black se giró bruscamente, iluminando con su varita al aterrorizado Severus, que se quedó paralizado.

-¿Qué haces aquí, idiota? –siseó, acercándose a él.

-Nada, sólo hacía los deberes. –atinó a decir el chico, con voz temblorosa.

-Como le digas a alguien que he pasado por aquí te arrepentirás, ¿entendido? –amenazó. –Te vas a llevar la paliza de tu vida como vuelva y aún estés aquí. Tienes suerte de que hoy esté de buen humor.

Snape recogió apresuradamente sus deberes y huyó hacia su habitación. Le había echado de su propia sala común un niño del curso inferior. Vergüenza.

tñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñt

-Lily. –susurré. –Sabía que vendrías.

Ella estaba tan guapa como siempre, bajo la luz dorada de mi varita.

-Eres un impertinente y un creído, Black. –dijo poniendo los ojos en blanco de forma adorable.

-Me cuesta conseguirlo, amor. –gorjeé con una sonrisa de satisfacción.

Me encanta cuando se hace la ofendida.

-Estoy cansada. Cansada de que siempre te portes igual de arrogante. –en su voz había un leve quejido de tristeza. –Deja de tratarme mal.

Por un momento, oí un parpadeo, como una alarma dentro de mi cabeza que decía que esta vez ella iba en serio. Me acerqué para intentar abrazarle, pero ella se alejó de mi.

-Vamos Lils... –dije intentando animarla. –Sabes que no puedo enfrentarme a mi familia. –de repente noté como la voz se me quebraba y me callé.

-¡Y tú sabes que yo no puedo mentir, Sirius! ¡Métetelo en la cabeza! Estoy viviendo una mentira por ti, y no me lo pagas para nada. –Lily estaba a punto de llorar. Así que era eso lo que le pasaba.

Yo bajé tristemente la cabeza. Estaba confundido. No sabía que decirle, ni como iba a reaccionar.

-Por favor, Lily... –musité lo más sinceramente posible. –Sólo un poquito más. Un poquito.

Lily suspiró. Pareció pensarlo unos segundos que me parecieron infinitos antes de asentir. Me acerqué otra vez a ella y le abracé con cariño, mientras le besaba. Allí mismo decidí que aquello no podía seguir así.

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James se acercó a la cama de Remus, corrió la cortina y se sentó a su lado. Estaba dormido. Dormía sin camiseta. El pelo castaño le caía descuidadamente sobre la cara y la almohada de forma muy sexy.

James pasó la mano por los mechones jugueteando con ellos. Le encantaba el pelo de Remus. No era como el suyo. El color era mucho más bonito y brillante.

No estaba muy seguro de lo que iba a hacer. Decidió dejar de comerse el tarro y despertarle de una vez. Con dulzura, acercó la boca a su oreja.

-Remus... Remus... despierta, tengo que hablar contigo. Ahora. Es urgente.

El licántropo abrió los ojos dorados, profundos e impactantes con una naturalidad increíble. No parecía que hubiera estado dormido mientras James le acariciaba el pelo.

La sola idea hizo sonrojarse al chico, pero Remus no dijo nada. Con elegancia, bajó de la cama por el lado contrario al que estaba sentado James.

-Mejor vamos a otra parte. –dijo Remus señalando la cama de Peter, que tenía las cortinas corridas. –Últimamente está cogiendo la mala costumbre de traerse a sus chicas a la habitación.

James sólo asintió, mientras seguía a Remus fuera del dormitorio. Bajaron por un pasadizo oculto en la sala común a un cuartito pequeño, que iluminaron con una vela.

Se sentaron en el suelo, porque el único mueble que había en la habitación era una banqueta de madera, ocupada por la vela.

-¿Qué querías decirme, Prongs? –preguntó Remus con voz serena.

James tragó saliva, con nerviosismo. En ese momento se dio cuenta de que jamás conseguiría decirle a Remus todo lo que había ensayado.

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Lily corría detrás de mí bajo la luz de la luna, que iluminaba los terrenos, tiñéndolo todo de color plateado.

Nadie hubiera pensado que yo era aquel perro negro que saltaba a su alrededor.

Cansado, me tumbé al lado de un árbol, esperando que ella llegara hasta mi y se sentara. Me transformé en una persona de nuevo y la abracé sonriendo. Eran esos momentos especiales los que hacían a Lily tan diferente a las demás... en el aire se notaba una sensación que no podría definir ni con todas las palabras.

Entonces oí un ruido entre los matorrales de alrededor. No era un ruido de viento, era un animal o una persona bastante grande. Enseguida me alejé del árbol convirtiéndome en perro, y corrí hacia el lugar del que venía el sonido.

Saltando impulsivamente sobre lo que fuera que se escondía allí, me encontré sobre el cuerpo de una persona. Los ojos fríos y azules, el pelo largo y oscuro y la mirada dura y arrogante, cortesía de los Black.

-¡Rugulus, hijo de la gran...! ¿Qué coño haces aquí? –por un segundo, no supe como había podido decir eso siendo un perro, momento que aprovechó mi hermano para deshacerse de mi.

Entonces caí en la cuenta de que me había transformado sin querer. A veces aún me pasaba. Me levanté sin perder un segundo y le apunté con la varita.

-Sirius. –dijo con desprecio. -¿Sabe papá que eres un animago ilegal? –puso un énfasis especial el la palabra "ilegal" que me dejó bien claro que estaba metido en un lío.

-Como se lo cuentes a alguien te juro que te arrepentirás. –amenacé.

-¡Qué miedo! ¿Que harás? ¿Irás llorando a mamaíta otra vez? Mami... –lloriqueó falsamente. –Sabes que ella me prefiere a mi. –se burló en mi cara.

-Puedo decirle a madre que vendes pociones alucinógenas... –comenté simulando un tono casual. Rugulus se puso serio de repente.

-No serás capaz. Ella no te creerá. No tienes ninguna prueba.

-No te esfuerces, hermano, lo divertido es que sí que las tengo –añadí con una malévola sonrisa. –Podrías acabar fuera de la familia...

-Como se entere ella, te juro que todo el colegio sabrá que eres animago ilegal. –siseó, entrecerrando los fríos ojos.

-Tu silencio por el mío, Ruggy. –le dije. Odiaba que le llamaran Ruggy, pero no dijo nada al respecto.

-Te lo advierto, Sirius, si rompes el trato te arrepentirás. –dijo a modo de asentimiento.

-No te preocupes, Rugulus, puedo decir lo mismo.

Rugulus sólo frunció los labios y me miró con odio.

-No sé que haces aquí, hermano, ni que te llevas entre manos últimamente, pero como me entere no comprarías mi silencio ni con todo el oro de Gringgots. –dijo antes de girarse orgullosamente y encaminarse hacia el castillo.

Así era Rugulus. Siempre tenía que decir la última palabra en todo.

Busqué con la vista a Lily. Se había escondido. Volvimos al castillo con cuidado de que nadie nos viera.

-No sabía que tu hermano vende pociones ilegales. –murmuró Lily de camino la sala común.

-Hay muchas cosas de Rugulus que sólo yo sé. Y prefiero que siga siendo así. –le contesté con la voz apagada. –No le digas a nadie lo que has escuchado esta noche.

Lily no dijo nada. Sólo subió hacia su cuarto, mientras yo le miraba desde abajo de las escaleras.

Subí hacia mi habitación, dándole vueltas a mi situación familiar.

El odio que le profesaba a mi hermano estaba acumulado desde que tenía yo un año y medio. Hiciera lo que yo hiciera, Rugulus lo hacía mil veces mejor.

Él empezó a hablar antes que yo, el hacía dibujos más bonitos, él era mejor mago, él era adorable y un Black como los de antes, y yo era la oveja azul a topos naranjas.

Con el tiempo aprendí que mi casa era el último sitio en el que me gustaría estar encerrado. Y menos si estaba Rugulus Black. Mi madre le adoraba.

Aparte de eso, era una buena madre. Siempre me cuidó y se preocupó por mi. No, ella tenía otra pega. Pensaba que ser un Black de convertía prácticamente en miembro de la realeza, y estaba a favor de la pureza de sangre.

Si quitamos esas dos cosas, era una mujer adorable, que nos protegía de nuestro padre, jugaba con nosotros y estaba siempre en casa. No todos los hijos de familias ricas podían decir eso.

Es muy triste que te críe un elfo doméstico. Familias como los Malfoy o los Lestrange, dejaban a sus niños a cargo de estas criaturas. No es que tenga nada en contra de ellos, pero madre no hay más que una.

Entré en la habitación oscura. James y Remus habían salido. Me pregunté si habrían notado mi ausencia y me metí en la cama algo preocupado. No sé si serían imaginaciones mías, pero últimamente estaba muy raro, James.

tñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñt

-¿Y bien? –preguntó el chico de los ojos dorados.

James hizo un gesto nervioso con la boca. Remus le miraba fijamente. Cada segundo que pasaba estaba más expectativo.

-Vale. –empezó el moreno, intentando tranquilizarse. –Remus, tenía que hablar contigo a solas, ¿sabes? Es porque siempre estamos con Padfoot y Wormtail, nunca hablamos en serio.

-Bueno, –admitió Remus. –ahora estamos hablando, Prongs.

-Sí. –dijo. –La verdad es que me he dado cuenta de que nuestra amistad no es como la que tengo con Padfoot. –James miró a Remus, que asintió, animándole a continuar. –Cuando estoy contigo, Remus, todo es diferente. Siento... siento... una sensación muy rara en el estómago, y he estado pensando mucho tiempo en ello. No... no te lo diría si no lo hubiera pensado bien.

Remus perdió gran parte de la calma que había mantenido con esfuerzo hasta el momento. Se había puesto a temblar incontrolablemente. James intentó ignorarlo y siguió hablando.

-La verdad es que yo... creo que... que... que... –se había enganchado de lo nervioso que estaba.

-¿Crees que qué? –preguntó Remus, intentando recuperar la confianza.

-Creo que estoy enamorado de ti. –suspiró James por fin.

Ya está. Ya lo había dicho. No quería saber su reacción, pero tenía que enfrentarse a ella. Remus estaba allí y tendría que contestarle.

Mmmm parece que va a haber un poquito de slash... no me pasaré con las escenas lo prometo... se aceptan sugerencias para la reacción de Remus...

¿Qué hará nuestro licántropo favorito? Tensssiiiooooonnn... muajajajajajajaj ke mala soy.

Bueno, y contesto a los reviews... solo dos, ke vagos...

Yare: Ke ben ke te guste mi fic, yo he leido el tuyo y es buenísimo, klaro ke estare encantada de poner mi fic en tu pagina, lo ke pasa es ke no sale! Porfavor mandame la direccion...

Sara Riddle: Claro ke lo seguire! En serio piensas ke tengo talento?? Gacias!!!

Dru: ¬¬ ese titulo era solo para el document manager tonta... por cierto la traduccion no la e exo yo. I ke no es gay!!!!!