Esta vez he tardado menos en actualizar, a mi me gusta, aunque hay una escena un poquito fuerte, pero sé que vuestros corazones lo aguantaran jeje, ya veremos, espero que me dejeis reiews.

Capítulo IV: Antes de la tormenta

Muchas veces soñé que huía de Grimmauld Place y me iba a vivir con Lily a un sitio donde nunca nos encontraran Rugulus y mi madre.

Siempre despertaba con el sabor de sus labios en mi boca, y el tacto de sus rizos rojos en mis dedos, y escuchaba la respiración entrecortada de mi hermano en la cama de al lado, temeroso de que, de alguna manera, pudiera adivinar mis sueños y separarme de ella. Ahora me doy cuenta de lo infantil del pensamiento.

Intenté hablar con mi madre, tanteé todo lo que pude, pero por más esfuerzo que hice no me atreví a decirle nada. No puedo imaginar lo que hubiera pasado si lo hubiera hecho.

tñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñt

El día de la vuelta a Hogwarts se acercaba. Después de pasar tres largas semanas sin tener noticia alguna el uno del otro, sus miradas volvieron a cruzarse en el tren, cuando, por casualidad, se encontraron por el pasillo del vagón.

Andrómeda y Eloise iban con Lily, pero él estaba solo. Sus ojos se encontraron un momento, descargando por un instante una corriente de deseo e indecisión acumulada durante las vacaciones. Apenas una mera visión del incendio que esa chispa podía causar.

Un instante invisible, Sirius fue el primero en bajar la mirada y desaparecer en uno de los compartimentos. Lily no dijo nada. Sólo decidió esperar.

No fue hasta unas horas después cuando por fin se encontró a solas con el merodeador en una pasillo de los pisos superiores. Ella había ido a buscarle por el colegio.

Lily se acercó con inseguridad a él. Acababa de salir de detrás de un tapiz dorado. Sirius miró nervioso hacia el suelo. Había estado intentando evitarla.

Ella adivinó en seguida que había estado haciendo durante las vacaciones. Pensó que había sido egoísta presionandole con su familia. Supo que tampoco había sido justo enfadarse con él por no ser como ella quería.

¿Pero en qué había estado pensando? Sirius era ya como ella quería, no necesitaba que cambiara nada más.

-Sirius... –dijo en voz baja. Hubiera podido ser un desgraciado intento de llamar su atencion, pero la voz se le quebró. –Hola. –dijo.

Indecisa, le miró acercarse por el pasillo con lentitud, sin mirarla. Le ignoraba. Por un momento quiso uhir, pero algo la retenía allí.

Sirius oyó su saludo; notaba su mirada quemándole la piel. Apenas estaban a unos metros, la farsa de que no la había visto salir del tapiz ya no aguantaría mucho más. Pensándolo bien tampoco lo deseaba, pese a que tenía miedo de lo que pudiera ver en aquella mirada.

Levantó los ojos, buscando los suyos, verdes, profundos, tan conocidos y sorprendentes... Y los encontró.

Como el primer rayo de luz que entra por la ventana un día de verano, una chispa,quizá la misma que antes,saltó en el aire, pero ya no era aire, era un torbellino de sentimientos lo que se respiraba en ved de él.

-Hola Lils. –un segundo, una milésima más tarde, y Lily ya no hubiera estado allí para escucharlo. Ya no hubieran tenido nada que hacer, todo se habría acabado. Pero no fue así.

Ese timido asomo de sonrisa abrió de golpe la ventana, dejando pasara cada rayo de sol, dejando que el espacio que existía entre los dos se incendiara con la chispa de sus miradas, y en realidad había fuego allí, un fuego invisible, que les mordía por dentro...

Lily no pudo aguantar un segundo más. Bajó la mirada, en contra de sus sentimientos, miró al suelo. No sabía que él había hecho lo mismo. A penas estaban a un metro. Se sintió confusa. Sólo quería estar cerca de él después de tanto tiempo...

-Sólo han sido tres semanas, Lils. –suspiró Sirius, como leyéndole el pensamiento. Paseaba nerviosamente la vista por la alfombra, repentinamente interesanante, intentando contener las ganas de tocarla. El olor a rosas le embriagaba. –A ti también se te han hecho muy largas, ¿verdad? –dijo, pero las palabras le sonaron huecas.

Ahora Lily fue la que puso los dedos en su barbilla, levantándole con cariño la cabeza y obligándole así a mirarla a los ojos, devolviendole el contacto a la realidad, la única realidad. El fuego y ella.

Entonces, la pequeña red de sentimientos que había atado a Sirius se rompió, de nuevo como la ventana, su propia ventana, su incendio... no pudo contenerse por más tiempo y la besó con una mezcla entre deseo, miedo e impaciencia, pasando los brazos por su espalda y su cintura.

Lily se escondió en él, se escondió de todo lo que temía, por un momento, se dejó arder, por un momento eterno. Sin cortar el beso, Sirius bajó las manos hasta sus piernas y empezó a deslizarlas por debajo de la falda; todo parecía un juego, una contradición de sensaciones innombrables, cayendo a la deriva en un río, un río como ella, un río de pensamientos...

tñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñt

Momentos antes, Severus Snape deambulaba por los pasillos de las mazmorras. Solo, como siempre, repasaba los apuntes cuando de repente cinco Slytherins aparecieron del otro lado del pasillo.

-¡Hey, mirad, es el llorica! –gritó Lucius Malfoy, corriendo hacia él.

Severus se quedó clavado como una estaca. Antes de que pudiera reaccionar, Crabbe, Goile, Malfoy y Black le habían rodeado.

-Esto es territorio Slytherin, niñata. –gritó el chico rubio platino. –Y tú no eres un Slytherin. Eres una vergüenza.

La novia de Malfoy, Narcisa, soltó una risita histérica. Los otros tres le dedicaron una sonrisa arrogante a Snape, que vio sus nervios sobre explotados.

-Yo sí que soy un Slytherin. –protestó sacando su varita. –Sois vosotros los que avergonzáis a la casa, atacando cinco contra uno.

-¿Habéis oído lo que ha dicho esta niñata? –gritó Crabbe.

-Ya puedes ir lloriqueando, nenaza. –gruñó Goile.

Severus vio como los dos chicos de su curso sólo esperaban una orden de Malfoy para atacar. En el cerrado círculo en el que le mantenían sólo había un punto débil.

Sin pensárselo dos veces se abalanzó sobre Narcisa, tirándola encima de Malfoy. Los dos gorilas corrieron tras él, que ya huía por los pasillos de las mazmorras.

Rugulus vaciló un momento, esperando que el novio de su prima le dijera lo que debía hacer.

-¡Vamos, Black, esos imbéciles nunca lo alcanzarán! –gritó Lucius.

Snape se encontró entonces con tres Slytherins a sus espaldas. Sólo le quedaba una salida: las escaleras.

Pronto dos de los perseguidores se desmayaron en de tanto subir, pero Rugulus aún le seguía. Iban ya por el sexto piso, sin contar lo que habían subido desde las mazmorras cuando Rugulus sacó su varita y lanzó una cuerda plateada hacia el chico.

Severus cayó de bruces, intentando deshacerse de la cuerda. Para cuando lo consiguió, Rugulus ya estaba cogiéndole de la túnica y apretándole contra la pared.

-Suéltame Black, o hablaré con el director.

Rugulus sólo se rió.

-No te atreverías a hacerlo, Snape. Eres un cobarde.

-Petrificus totalus –murmuró él por toda respuesta, clavándole la varita en las costillas.

Salió corriendo libre del brazo del hermano de Sirius, que se había quedado petrificado.

Corrió hasta encontrar una de las numerosas salas vacías que había por el castillo y se escondió en un armario, con la intención de esperar allí hasta la hora de la cena.

Con un simple Lumos iluminó el armario y siguió estudiando. Al cabo de un rato oyó como se habría la puerta y el sonido pesado del metal del cerrojo. Unas voces apagadas y unas cortadas risas llegaron desde la habitación. Alguien había entrado.

tñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñt

-Espera... –interrumpió Lily. –Si nos ven aquí podemos meternos en un lío. –susurró intentando alejarme de ella. Yo se lo impedí, abrazándole con más fuerza. –Sirius...

-Vale... –contesté abriendo una puerta que había cerca nuestro en el pasillo. Entramos en la habitación, corrí el cerrojo y volví a besarle. –¿Por dónde iba? –pregunté con voz inocente.

Como única respuesta, ella pasó sus labios por mi cuello y haciéndome temblar las piernas y me empujó sobre un sofá que en otra época había sido rojo floreado.

Antes de darme cuenta, Lily estaba sentada a horcajadas encima de mí, quitándome la camiseta.

-Ey, si yo no llevo camiseta tú tampoco. –protesté, desabrochando su camisa.

-Idiota. –murmuró, enlazando las manos con mi pelo oscuro y negro.

Yo pasé la mano por debajo de la camisa abierta, acariciándole suavemente. Lily cerró los ojos y sentí como su respiración se aceleraba gradualmente bajo mi piel mientras que mis labios jugaban en su cuello, disfrutando del sabor dulce y picante que ella tenía...

tñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñt

Severus pegó la oreja a la puerta y oyó un murmullo al otro lado y después un claro "Idiota". Con un suave golpecito en la madera se entreabrió lo suficiente como para ver un trozo de la habitación.

Una voz entrecortada murmuraba palabras, incomprensibles desde dentro del armario, pero la voz era de mujer. Dio otro suave golpe a la puerta, intentando que entraran en su campo de visión.

El tatuaje del perro negro que vio en su espalda ya era inconfundible. Enseguida reconoció el pelo oscuro y el cuerpo perfilado y moreno de Sirius Black, que besaba salvajemente el vientre de una chica pelirroja, a la vez que intentaba arrancarle la falda con los dientes.

Severus apartó enseguida la mirada de la escena. "¿Cómo me pasan a mi estas cosas?" se preguntó, con desagrado.

Al otro lado de la puerta se podía oír la respiración de los dos ocupantes de la habitación. Echó una tímida mirada fuera, con intención de reconocer a la pelirroja. Sin duda era Lily Evans, la prefecta sabelotodo.

Con cuidado, intentó cerrar la puerta del armario, misión imposible, porque no había de dónde tirar. A través de la obertura se oyó un gemido. Decididamente, no quería saber de cual de los dos era.

Hizo una mueca de desesperación y asco, abandonando el intento de cerrar el armario otra vez sin que los otros dos se dieran cuenta.

Tapándose con las manos las orejas, resignado, se preparó a pasar el peor momento de su vida. Tendría que esperar allí hasta que aquellos dos salieran. Entonces, una idea empezó a formarse en su mente.

Con un poco de suerte, podría aprovechar la información que se le ofrecía.

tñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñtñt

Después del día de la vuelta de vacaciones de Navidad, veía a Lily de manera distinta. No podía evitar estar hablando con cualquier persona y de repente, al aparecer ella quedarme colgado; o que me la cruzara en el pasillo y quedarme parado allí en medio, como si se me desconectara el cerebro.

Casi estuve a punto de olvidar que continuaba la vida, los días se me hacían tan cortos a causa de esa sensacion, esa que más tarde recordaría como felicidad, que apenas pensaba en nada negativo.

Fue esa también la época en la que se empezó a hablar del Señor de las Tinieblas, los asesinatos y todo lo demás. Cómo no, le di la espalda. Como hacía con todo lo que no quería ver. Todo...

Y aquella tarde, el primer atisbo de la tormenta que se acercaba. Era Snape...

Ese día yo estaba en la biblioteca con James (mirando el paisaje, como siempre, no os vayáis a creer) La misma noche era luna llena.

Entonces fue cuando apareció Ted Tonks, ese extraño Ravenclaw que a James y a mi nos caía tan bien... Era un Raven de lo más agradable.

Tenía los ojos oscuros y profundos como dos pozos, y el pelo rubio, del color de la paja sucia, pero muy brillante (por lo menos ese día) Su piel estaba dorada aún en invierno y sus brazos fuertes eran fruto de que era cazador en el equipo de Quidditch de Ravenclaw.

-Hola, tíos, quería informarme sobre un asunto...

-Que te conteste Remus. –interrumpió James que estaba concentrado en una revista de Quidditch.

-Yo estoy estudiando. Peter... –murmuró Remus.

-Sirius, estoy muy ocupado... ¡Sirius! –llamó haciéndome bajar de mis nubes (en las cuales se estaba llevando a cabo una orgía que dejaba a las de los romanos a la altura de una fiesta de cumpleaños infantil)

-¿Qué problema tienes, Ted? –pregunté apartando la mirada de Lily.

-Tu prima. –murmuró, poniéndose algo rojo. –Necesito consejo profesional. ¿Qué me queda mejor con los ojos, este rojo... –preguntó mientras su pelo tomaba ese color ante mis ojos –... o mejor el color paja? –su pelo volvió a tomar el antiguo color.

-Sin duda el paja. –aconsejé. –Pero necesitarás más que eso para conquistar a mi prima... por cierto, ¿a qué prima?

-Andrómeda. –dijo con veneración.

-Vaya. –dije. –Le gustan mucho las margaritas. Y si no recuerdo mal, que le acaricien el cuello...

-¿Cómo sabes eso? –peguntó el pobre, un poco alarmado.

-No por experiencia personal. –le tranquilicé. –Pero tú parte de eso... –dije guiñando un ojo. Siempre me ha gustado dejar clara mi experiencia de conquistador.

Ted asintió, dándome las gracias y se acercó a la mesa donde estaba Andrómeda con Lily y Eloise.

Entonces, un chico con el pelo oscuro y largo y ojos negros y brillantes se acercó hasta mi, vacilante, pero con decisión.

-¡Vaya, pero si es Quejicus! –saludó James con tono burlón.

-¿Qué tripa se te ha roto, Snape? –pregunté yo despectivamente.

-Tengo que hablar contigo, Black. –dijo dándose aires.

-¿Por qué tendría yo que hablar con un Slytherin como tú?

-Porque yo sé algo que no quieres que nadie sepa. –contestó misteriosamente.

Yo sólo levanté una ceja, incrédulo, más bien intentando alejar de mi mente la posibilidad de que supiera lo de Lily.

-Nos veremos esta tarde, a las siete, en la mazmorra de al lado de pociones. Y no traigas a nadie si no quieres que se entere todo el colegio, Blacky. Nos vemos... –gorjeó dándome la espalda.

James intentó levantarse y hacer a Snape volar por los aires, pero yo le contuve.

-¿Vas a dejar que eso te trate así? –preguntó enfadado.

-Yo sé lo que me hago, Prongs.

-¿Se puede saber al menos qué es lo que sabe Snape?

-No. –contesté fríamente.

James bajó de nuevo la mirada a su revista de Quidditch, malhumorado y no me volvió a hablar en todo el día.

Últimamente estaba muy raro. Esquivaba a Remus y se portaba de manera muy susceptible. Pensé en hablar con él cuando por fin arreglara mis problemas.

Que pocos revis me dejais, voy a tener que hacerme más publicidad... Bueno, a las que me habéis dejado:

Yare: Espero que este capi te guste, todavia tengo que leerme el ultimo capi que has sacado pero no tardare... gracias por todo muxos besos

Dru: ke te as esnifado?? tipex?? otra vez?? por favor, un poquito de seriedad...

Bueno, eso es todo, muxas gracias a todos los que leeis.

Besos

Merodeadora5