Alma vagabunda

Advertencia: Los personajes aquí mencionados no son míos (que más quisiera), le pertenecen a sus respectivos dueños.

La sombra de un vampiro.

Escuché una extraña voz que me llamaba, abrí los ojos y descubrí un extraño mundo a mí alrededor, todo era oscuro, sin embargo, distinguía con claridad las paredes de roca ¿dónde diablos estaba? Entonces miré mi cuerpo, mi carne se había consumido casi por completo, era sólo piel sobre los huesos, el pendón de mi casta hacía las veces de pañoleta sobre mi cuello y gran parte de mi rostro, seguramente ocultando los huesos del maxilar descubierto al no tener carne. Ya no existía el dolor, es cierto, pero estaba completamente seguro que no estaba en el infierno, ese lugar no era como los describían en las historias.

- Al fin despiertas, mi querido sirviente – dijo la misma voz que me despertó.

- ¿Dónde estoy? – pregunté mirando a mí alrededor.

- Entre la tierra de los vivos y la de los muertos – me dijo – aún no has cumplido tu deber y no puedes ingresar a la tierra de los muertos.

- Pero tampoco a la de los vivos – repliqué cruzándome de brazos.

- Pero a ese tendrás la oportunidad de regresar a su debido tiempo.

- ¿Con este cuerpo? – le dije sarcástico.

- Ah, mi querido siervo, tu cuerpo fue consumido, pero podrás recuperarlo si me obedeces.

Me quedé callado por unos instantes, me daba mala espina estar hablando con una voz que no sabía de dónde provenía, pero tenía curiosidad por saber de qué se trataba todo. Además, aquello me daba una magnífica oportunidad de vengarme.

- Muy bien, ¿qué debo hacer?

- La cosa es muy sencilla, muchacho – creo que aquello debe ser un sarcasmo, tengo 170 años – vas a regresar a la tierra de los vivos a recuperar al único ser capaz de destruir a los vampiros.

- ¿Existe algo así? Kein pensaba que yo…

- Te contaré la historia – lo interrumpió – existían dos reinos por separado que eran dominados por vampiros, creo que los conoces ¿verdad? – asentí, de uno de ellos vengo – en el que tú vives había tres primos con las espadas del poder y de otro solo dos, pero estos últimos se casaron con dos de los primeros y tuvieron descendencia. El rey de Benice consiguió romper la maldición pero Kein y algunos otros consiguieron regresar a lo que eran, por lo tanto, él dejó la forma de obligarlos a volver a ser humanos y destruir para siempre la manera de volver a ser vampiros. También era muy inteligente y dejó a cargo de todo a las dos ramas de su familia, vale decir que unidas ambas, Kein podría ser derrotado.

- ¿Qué debo hacer?

- ¿No te preguntas por qué Kein te temía tanto?

- Él me odiaba – le corregí.

- Oh, no, mi querido Heero, te temía porque él conoció al rey que rompió la maldición, y se llamaba exactamente como tú, Heero Yuy, así que debes ser descendiente directo de este, por eso te transformó en vampiro, para evitar que rompieras la maldición para siempre. Además – vi algo así como un espejo – existe otro descendiente de la familia, del heredero del rey de Meridian.

- Pero si ambos de casaron ¿o no?

- El descendiente del heredero de Meridian era sobrino del rey Yuy, hijo de la hermana de su esposo, el que adquirió el apellido Maxwell – y vi una imagen en el "espejo" – he allí a ambos reyes, te le pareces mucho ¿ves? Y Kein debió temer que en ti naciera el afán de liberación.

- ¿Y el otro descendiente?

- Ha aparecido su rastro, pero para los vampiros es imposible ya reconocerlo dado que, con el paso del tiempo y perder todas sus cualidades humanas, Kein perdió sus recuerdos y mató a todos aquellos que pudieran recordar a los reyes.

- Pero ¿sabes dónde está?

- Bajo las propias narices de los vampiros, pero no sé quién es, sé que tu sangre te dirá quién es, lo reconocerás como tu alma gemela.

- Estoy muerto – le recordé.

- Heero, Heero, al resucitar como espíritu has adquirido ciertos dones que poco a poco aprenderás a controlar, ya no eres un simple vampiro, eres un ser que puede hacer magia, controlar los elementos y, lo mejor, no te puedes morir.

- Estoy muerto – volví a repetir resoplando.

- Ah, pero vas a adquirir de nuevo tu forma física – me mostró una puerta – debes seguir el camino hacia esa puerta, detrás de ella encontrarás un portal mágico que te enseñará el conjuro para conseguir un cuerpo material. Sin embargo, deberás alimentarte de almas si quieres mantenerlo o regresarás a ser una sombra.

- ¿Y cómo me voy a alimentar de almas?

- Supongo que recuerdas la manera de tomar la sangre de los humanos ¿verdad?

- Creo que sí.

- Bien, es lo mismo, sin embargo, debes tomar sólo las almas de los vampiros y otros monstruos que habitan esta tierra y la otra, porque si absorbes un alma humana recuperarás por completo tu frágil existencia sin volver a ser lo que eras y no podrás regresar jamás ¿entendido?

- Entendido – odio esto, demasiadas complicaciones.

- Bien, cada vez que superes una etapa tendrás noticias mías, pero recuerda que, al alcanzar el cuerpo material eres igual que el resto de los vampiros, si caes al agua, te expones al sol, no te alimentas en tiempos demasiado prolongados o recibes muchas heridas, regresarás aquí para recuperarte.

- Muy bien.

- Ahora, vete y busca al otro heredero.

- Misión aceptada – le dije y salí a buscar la famosa puerta que me llevaría de regreso a la tierra de los vivos.

El lugar era bastante lúgubre, debo decir, creo que de no estar muerto estaría muriéndome de frío, pero de pronto me di cuenta que encontrar la salida no iba a ser tan fácil como pensaba, el camino era un auténtico laberinto, anduve a saltos por todos lados hasta que hice la prueba de planear con mis desgarradas alas, así me di cuenta que dando saltos con ellas desplegadas podía cruzar mayores distancias o alcanzar mayor altura, hasta que llegué a un grupo de columnas y vi dos horribles criaturas, parecían ser lobos pero caminaban sobre sus cuartos traseros y trataban de atrapar esferas blancas de energía.

- Esas son almas sin descanso – dijo mi amo desde no sé dónde – y esos seres las cazan para comérselas, de ellos te puedes alimentar, igual que de aquellas almas que tú no has matado, ellas encontrarán alivio en ayudarte y las liberarás cuando llegue el momento.

Bajé de un salto y me enfrenté a uno de esos seres, estoy un poco fuera de práctica, es cierto, pero ellos son muy torpes y los venzo con relativa facilidad. Así, antes que se desvanezcan por completo, atraigo sus almas y siento como mi cuerpo de fortalece poco a poco.

Recorro todo el lugar, pero no hay pasada y mi amo otra vez ha decidido hacerse el que no está, así que miro hacia arriba, subo un muro y tampoco hay pasada, luego vuelvo a saltar y veo que allí está la salida. Corro por el estrecho pasillo y llego a un altar donde las almas me rodean sin que yo las llame y entran en mi cuerpo obligándome a caminar hacia un circulo de luz.

- Ya estás listo para aprender tu primer conjuro, mi sirviente – me dice – anda, que ahora podrás regresar a tu mundo.

Me agacho extendiendo los brazos hacia mis costados y trazo un espiral con ellos a medida que vuelvo a erguirme y noto que todo a mí alrededor cambia de color, ahora aquello que era negro toma un color arcilla.

- Ve y recuerda mis advertencias.

Corro por los pasillos y consigo frenar a tiempo, hay un pozo de agua, retrocedo un poco y doy un salto y planeo un poco hasta llegar a la otra orilla, creo que he saltado algo así como tres o cuatro metros sin tocar el agua. Vuelvo a iniciar mi carrera y me topo con una bajada pero hay un pozo también. Me detengo a planear mis movimientos cuando veo dos seres horrorosos que se comen un cuerpo que parece ser humano.

- ¿Quiénes son esos?

- Son tus hermanos evolucionados.

- ¿Evolucionados? – repito sorprendido – pero si la evolución ocurre una vez cada 50 años.

- El tiempo no se ha quedado a esperar tu despertar ¿sabías? Ha pasado mucho tiempo desde que fuiste lanzado al torbellino y esa es la forma que han tomado hasta los más jóvenes.

- Son espantosos – susurro apenas – no me quiero ni imaginar cuan feo se ha puesto Kein.

De un salto llego del otro lado y me enfrento a mis hermanos, conozco sus debilidades porque yo también las tenía, así que empujo a uno al agua y absorbo su alma y peleo cuerpo a cuerpo con el otro dándole de garrazos hasta hacerlo retroceder contra la pared y enterrarse las estabas de madera que sostienen las antorchas, una vez allí, absorbo su alma y tomo camino hacia el castillo de Kein, todo está oscuro, pero ahora tengo la vista de un gato y distingo perfectamente todos los detalles de las paredes. A unos pasos de mí está la entrada principal del castillo y siento como todo se remece.

- Eso es culpa de Kein.

- ¿Acaso tiene el poder de controlar la tierra?

- No, es la tierra que trata de sacudirse a los parásitos que tratan de destruirla, todo por la ambición de un hombre que quiso vivir para siempre.

Me acerco a las puertas y veo que hace mucho tiempo nadie las abre, pero no muy lejos de allí diviso varios vampiros montando guardia. Sé que ninguno de ellos me reconocería, quizás ni sepan que alguna vez existí, pero no puedo dejar que alerten a los demás de mi presencia, así que los ataco uno a uno y robo sus almas, eso me dará tiempo para llegar al otro lado del castillo y a la capital de Benice para encontrar a mi primo.

Lentamente camino por el acantilado, allí mismo fui lanzado al abismo donde me convertí en lo que soy, debo cruzar del otro lado para llegar a la capital, sin embargo, no sé si seré capaz de saltar tal distancia. Miro para todos lados y no veo otra solución, retrocedo un poco y doy feroz salto, pero me veo obligado a planear un poco y me agarro apenas de la orilla para no caer al torbellino y regresar al principio. Camino hacia el otro lado, el puente se cayó de viejo, se nota por lo mohoso de la tablas del otro lado, la distancia desde aquí es mayor, pero no puedo regresar, así que doy un tremendo salto más hacia arriba que a la distancia y comienzo a planear, tanto así que logro llegar al otro lado apenas, pero el suelo esta un poco resbaloso y por poco y caigo.

- Es hora que comiences tu misión, Heero, desde aquí ya no puedo acompañarte – y estoy seguro que regresó a la cueva.

Camino lentamente por aquellos senderos conocidos, es extraño volver a lo que alguna vez pensé mi hogar, está tan cambiado, pero todo es igual ¿no es una paradoja? El paisaje es el mismo, pero es totalmente diferente, todo es gris, antes tenía un color dorado, ahora todo es opaco. Me detengo al detectar la presencia de varias humanas, sí, son mujeres que han sido respetadas seguramente porque hacen las labores domésticas dentro del castillo, pero una de ellas llama especialmente mi atención ¿qué será?

Pero retrocedo contra un pilar, varios monstruos (ya no los puedo llamar vampiros) se acercan a ellas y las cogen echándoselas al hombro, quiero ayudarlas, sé perfectamente que es lo que pretenden, pero intentarlo sería provocar que les den muerte y no es lo que quiero ¿verdad?

Veo a la muchacha que llamó mi atención, es bastante delgada (yo hablando de flacos cuando soy un esqueleto con pellejo), pero es bonita, tiene el cabello sujeto en una larga trenza y unos intensos ojos violeta que miran el suelo de manera resignada. Molesto, rodeo el pilar y los sigo sigilosamente, entonces noto algo raro en la muchacha, se le ha corrido un poco la ropa y, aunque los otros no lo han notado, sé que es varón disfrazado.

Me río para mis adentros, que poco observadores son estos remedos de vampiro, entonces el tipo trata de romperle las vestiduras, pero un conjuro viene a mi mente y una densa neblina de expande a su alrededor, aprovecho que sí lo veo en la oscuridad y lo destruyo absorbiendo su alma, lo que rehace mis fuerzas un poco. Lo veo a él acomodarse la ropa un tanto asustado y lo tomo por la cintura alejándolo del lugar.

- ¿Quién eres? – me dice fingiendo una voz femenina.

- Tranquila, pequeña, estás a salvo.

- ¿A salvo? – me dice fingiendo preocupación – ¿de quién?

Yo lo mantengo de espaldas a mí, no quiero que me vea, se asustaría realmente porque si no se asusta de mis hermanos es porque ya está acostumbrado a verlos, en cambio yo soy diferente.

- Debo irme, pequeña – la suelto y me alejo de un salto, pero él trata de detenerme atajándome por la mascada.

- ¿Cuál es tu nombre?

- No te lo puedo decir, pequeña.

- Yo soy Di – me dijo ella – gracias por protegerme, pero pude habérmelo sacado sola – me sonrió – no soy una delicada flor.

- No lo creería a simple vista – le digo y me suelto.

- Tienes unos lindos ojos ¿sabes? – me suelta al fin y me alejo entre la bruma hacia donde están las mujeres, no puedo permitir que él piense que lo hice por él.

Los vampiros de ahora, o por lo menos con los que me he topado hasta el momento, son unos debiluchos, sus almas no me dan más fuerzas, simplemente restablecen mis fuerzas, necesito encontrar un vampiro con el cual realmente valga la pena luchar.

Camino por todos lados buscando algo que no encuentro y sin querer me caigo en uno de los canales y mis poderes se evaporan y todo se vuelve oscuro…

Abro los ojos y me descubro de regreso al punto de partida ¡odio esto! Pero debo admitir que es mucho mejor, sigo "vivo", pero de regreso a la tierra de los muertos.

- Debes fijarte por donde caminas, Heero – escucho su regaño.

- Lo sé – le respondo molesto.

- Heero, Heero – me dice divertido por mi enfado – esa chica te dejó mal ¿eh? Ni te atreviste a dejar que te viera.

- Por supuesto que no, si ella grita hubiese alertado a todos y no habría podido salvar al resto de las mujeres.

- Por supuesto, por supuesto – insiste en el mismo tono – en fin, es mejor que descanses por ahora, allá arriba está por amanecer.

- ¿Puedo salir de aquí sin tomar un cuerpo material?

- Por supuesto que sí.

- Regresaré a la tierra.

- Bueno, tienes la ventaja de ser completamente invisible para todos, tanto vampiros como humanos, eres inmortal…

- Porque estoy muerto – lo interrumpo.

- Y tienes todos tus poderes intactos – siguió sin hacerme caso – puedes atacar a los vampiros y absorber sus almas sin que ellos puedan defenderse, y también podrás verla a ella ¿verdad?

Y sentí un extraño calor en mis mejillas, estaba seguro de haberme sonrojado, ¿cómo es que sabe lo que siente mi corazón?

- Ah, aún tienes mucho de humano, pese a todo el tiempo que fuiste vampiro sigues teniendo el corazón de un humano, te gusta ¿verdad?

Y para qué negar que siento algo aquí en mi pecho pese a que sé lo que es en realidad, así que asentí en silencio.

- Mm, quizás sea tu alma gemela.

- ¿Mi alma gemela? – repetí, creo que el estar tanto tiempo fuera de circulación me ha vuelto un poco idiota ya que mi cerebro no parecía asimilar bien lo que me decía, quizás el agua no sólo me había secado la carne, sino también el seso. Moví la cabeza y me dije que eso sí era idiota.

- Bueno, perfectamente podría formar parte de tu familia, después de todo ambas ramas eran humanas y perfectamente ella podría ser una Maxwell, según recuerdo el rey de Meridian tenía el cabello largo tomado en una trenza y los ojos de intenso color violeta – me informó y me quedé sorprendido – y el rey Yuy era como tú, claro que con más carne.

Miré mis costillas y recordé porque no quería que me viera, si no fuera por la ropa se me verían todas las costillas, soy un espectáculo deprimente hasta para mí mismo.

- Mm, creo que deberías buscar el lugar donde están los vampiros más poderosos para que tu forma física mejore, con los que has luchado no lo lograrás nunca.

- ¿Por qué no?

- Simple, no tienen energía suficiente para aportarte, así que tendrías que absorber a cientos o miles antes de dejar de parecer esqueleto y no creo que ella te espere tanto tiempo.

Y vuelvo a lo mismo, nunca he querido impresionar a nadie, pero con Di si quiero estar en mis mejores condiciones.

- Bien, quizás de día puedas averiguar lo que no podrás de noche, pero ten presente que si quieres luchar con un vampiro poderoso de verdad debes ir hacia los círculos de poder.

- ¿Y dónde están?

- Tu instinto te guiará, ahora, vete.

Estaba de pie bajo la luz del sol, era extraño después de tanto tiempo el poder hacerlo, los colores se ven tan diferentes a la luz natural, entonces escucho murmullos de voces femeninas que se acercan a la pileta de lavado en medio de la plaza del pueblo, sé que no me pueden ver, pero de todas maneras me oculto en las sombras para vigilarlas.

- Lo que pasó anoche fue muy extraño – dijo una de ellas poniendo jabón en las piedras – esa neblina y la desaparición de esos vampiros…

- Yo creía que ya no la contaba – dijo otra – pero sé que alguien me salvo.

- Pues yo si lo vi – dijo mi Di muy orgullosa – tenía unos hermosos ojos azules – agregó comenzando a refregar la ropa contra las piedras jabonosas – pero no quiso que lo viera ni me dio su nombre.

- Siempre has tenido suerte, Di, los vampiros nunca te han hecho daño ni han vuelto por ti.

- Ah, eso – se rió él – es que yo los mato luego de cansarlos ¿ves? – le mostró una cruz de plata – si no los quema al principio, los destruye al enterrárselos en el corazón.

Y me quedé de una pieza, ese era el emblema principal de mi escudo, en la heráldica de mi familia siempre estuvo una cruz de plata y la luna azul detrás y mo pendón, aquel que uso de mascada, aún conserva los filamentos bordados que señalan ambas cosas, por lo tanto, lo que siento por él no es por él, sino que la sangre me tira hacia él porque juntos podemos romper la maldición ¡que decepción! Aunque quizás si haya algo de atracción.

- Pero te apuesto que te abrazó.

- Me tomó por la cintura – dijo sonriendo y algo sonrojado – y me dijo pequeña, fue tan dulce, me habría quedado con él si no se hubiese ido a rescatarlas a ustedes también – les dijo como regañándolas.

- Un caballero dulce y amable – suspiraron a la vez sus amigas – de seguro es muy guapo y simpático.

Y me tuve que reír para mis adentros, así como estoy son tan espantoso como el resto de los vampiros, y eso de simpático, bueno, siempre he sido más bien antisocial, quizás fue por eso que nadie me ayudó ni me buscó aquel día que los vampiros, por órdenes de Kein, me secuestraron y me convirtieron en uno de ellos, nadie me echó de menos porque no tenía ni familia ni amigos.

- Bueno, chicas, las dejo – se despidió Di avanzando lentamente hasta donde yo estaba, sé que no puede verme, pero si yo puedo sentir su presencia, a la inversa debe ser igual – no te escondas de mí ¿quieres? Sé que estás allí.

Diantre, además de hermoso, es bastante listo, pero no debo dejarme impresionar por él, así que comienzo a salir de las sombras y noto que su mirada me busca, suelto el aire contenido y me río de mi mismo, no puede verme aunque me sienta, fui un tonto al pensar que quizás si podría.

- Vamos, quiero verte – insiste un tanto molesto.

- Estoy aquí, solo que no puedes verme – le hago saber con la voz calmada – de día nadie puede verme.

- ¿Por qué no? – me mira con su pose más coqueta, creo.

- Porque soy un fantasma – o algo parecido, agrego para mí.

- Pero los fantasmas no agarran a las damas por la cintura.

- Es que en la noche yo puedo tomar una forma corpórea, de día es imposible ya que la luz dispersa las sombras que lo componen.

- Ah – dice, pero creo que no comprendió.

- Estabas lavando ropa ¿Es tuya o trabajas para alguien?

- Si, trabajo para uno de los lugartenientes del rey – suspiró – es un tipo tan desagradable, su carácter es peor que su cara.

- He estado recorriendo el lugar y no he visto varones ¿por qué?

- Bueno, la gente de este pueblo o fue asesinada o ha escapado rumbo a otros territorios, nosotros fuimos un grupo capturado en Meridian ¿sabes? Se decía que uno de nosotros era el heredero del clan Maxwell, así que asesinaron a todos los varones y las chicas fuimos respetadas única y exclusivamente porque no tenían quienes limpiaran las pocilgas que tenían por casas – volvió a suspirar – pero hemos escuchado que si los herederos de los clanes principales se unieran, la maldición se rompería, sin embargo, por lo que ha dicho mi amo, el heredero del clan Yuy no ha dado ni luces – miró hacia todos lados – ¿por qué no me acompañas a mi casa? Es molesto estar al sol ¿sabes?

Y me tenía que tocar "una chica habladora", me contó su vida con todo lujo de detalles, lo que le gustaba hacer y lo que no, cuantos vampiros había enviado al otro mundo, qué le gustaba comer, que era excelente en la cocina y que, pese a lo que las chicas pensaban, aún estaba virgen, porque esperaba al hombre de sus sueños que estaba completamente segura que era yo.

- Mm – fue mi respuesta, creo que es demasiado directa para su propio bien.

- Je, las chicas dicen que hablo hasta por los codos, pero es lo que ha mantenido viva y sin que los vampiros me roben lo que he guardado para ti ¿entiendes? Sé que ellas no podrán decir lo mismo cuando su príncipe azul llegue a su lado, no creo que algún hombre olvide o pase por alto con facilidad que tu cuerpo haya sido de otro aunque no fuera por tu propia voluntad ¿verdad?

Di entra en una casa de aspecto terrorífico, creo que de tener mi figura corpórea me habría estremecido, era asquerosamente horrible ¿cómo mi pobre Di podía aguantar estar allí?

- Como quisiera poder modificar un poco la decoración – me dijo apesadumbrado – mi amo piensa que tener las paredes tapizadas con la piel de sus enemigos la hace más hermosa.

- Pues a mi me produciría nauseas si estuviera vivo – respondí.

- Mi caballero está muerto – dijo sentándose en un rincón llorando y lamenté mi metida de pata, no me gusta verle en ese estado – entonces ¿para qué he sobrevivido estos dos años?

Me pregunto si estará bien lo que pretendo hacer, después de todo no sé si ella, él, sea capaz de asimilar mi situación y ayudarme a llegar hasta los generales de Kein para hacerme más fuerte y destruir juntos la maldición.

- Pero puedo volver a este mundo – le digo al fin poniendo mi mano en su frente – solo debo hacer un cierto trabajo para mi jefe y podré volver a ser lo que era antes que me secuestraran y me volvieran lo que fui.

- No te entiendo – levanta la mirada con su rostro bañado de lágrimas.

- Yo soy… era un vampiro, uno de los lugartenientes más jóvenes del rey, sin embargo, fui muy diferente a ellos y trataron de destruirme, pero mi amo me rescató del abismo y estoy de regreso para vengarme y liberar al mundo de los parásitos que lo amenazan.

- ¡Que lindo eres! – se puso de pie y por poco y me atrapa entre sus brazos – no me rehuyas ¿quieres?

- Muñeca, si me abrazas, me regresas al otro mundo – le mentí descaradamente.

- Y yo que quería saber cómo eres – dijo haciendo un puchero que en su boca se vio de lo más sensual – no puedo verte…

- Pero si consigo mi objetivo pronto, podrás verme – le digo tratando de no reírme, es tan divertida – quizás pudieras ayudarme.

- ¿Y qué debo hacer?

- Necesito algo de información, como por ejemplo, dónde está la madriguera principal de los vampiros y donde se quedan los lugartenientes.

Me mira pensativa, aunque sus ojos no me vean saben que estoy allí, va hacia la habitación donde descansa su amo y se vuelve hacia donde cree, acertadamente, que estoy.

- Destrúyelo a él primero y te diré de los demás.

Trabajo difícil, no puedo luchar con él sin mi forma corpórea y aquí no hay puntos de energía cercanos, en realidad hasta el momento no he encontrado ninguno, quizás sólo se manifiestan de noche, así que no puedo absorber su alma. Sin embargo, si puedo destruirlo.

- Dime, Di ¿has tratado de destruirlo tú?

- Pero no consigo hacerle daño, su coraza es muy fuerte.

Miro a nuestro alrededor y veo una lanza de madera, sé que la única parte en que podrá dañarlo es en el abdomen, pero no le pasaría nada a no ser que lo empale, así que quizás debamos moverlo un poco.

- Pequeña, se nota que nunca has sido vampiro – le digo divertido – ponlo con mucho cuidado de lado y entiérrale la lanza de abajo hacia arriba de manera que le atraviese el corazón – le ordené. Dudoso, hizo lo que le decía y tomó la lanza con firmeza enterrándosela hasta el final. El vampiro dio feroz alarido y comenzó a desaparecer, casi de inmediato atraje su alma y la absorbí, sentí cómo si una cosa enorme hubiese entrado en mi cuerpo, como si hubiese recibido un mazazo en todo el pecho y caí al suelo de rodillas, miré mis manos y vi que tenían algo de carne, que mi estómago ya no se pegaba a la espalda, así que toqué mi cara con cuidado y noté sorprendido que ya no era puro hueso.

- ¿Pasa algo malo, corazón? – me dijo ella y yo me puse de pie, aún era demasiado pronto para cantar victoria.

- No, mi dama – le dije tranquilamente – pero ahora podrás hacer lo que quieras con esta casa, él ya no volverá a molestarte.

Di comenzó de inmediato a sacar las pieles de la sala, abrió las cortinas y las ventanas, la luz penetró a raudales y el aire fresco se llevó el olor a muerte del lugar, Di era feliz limpiando todo y me sentí tranquilo de haber confiado en parte en su persona.

- No me has dicho tu nombre – me dijo de repente y me sorprendió – yo te dije anoche cómo me llamaba.

- Mi nombre te metería en muchos problemas, pequeña – le dije ayudándole a bajar las cortinas, estaba llena de alimañas de todo tipo, además de estar fétidas y con una gruesa capa de mugre – ellos te harían daño si sospecharan que sabes quien soy.

- Pero no lo sé.

- Y es mejor así – le dije convencido – una vez ellos me traicionaron por su afán de ser inmortales y dominar la tierra, no puedo permitir que a ti también te hagan daño ¿entiendes?

- No, yo puedo defenderme muy bien sola.

- Quizás de los vampiros menores, pero no todos los lugartenientes se van a dejar matar como hizo este inútil, cuando te ataquen no te lo van a advertir ni se van a quedar esperando que tú los empales, te van a atacar a muerte y te van a comer, es lo que hacen con sus enemigos – me estremecí al pensar que pudiesen hacerle daño – no es algo bonito, los vi muchas veces.

- Yo puedo defenderme sola – insistió.

- Mira, pequeña, cuando yo sea lo bastante fuerte para defenderme y defenderte, te lo voy a explicar todo, pero ahora es mejor que sigas en la ignorancia.

- ¡Eres igual que el resto de los vampiros! – me gritó – sólo quieres una cosa de mí y el resto que se lo lleve el diablo ¿verdad?

Creo que la comparación no me ha gustado para nada, no quiero lo que piensa, simplemente le estoy cuidando, es mi alma gemela y no quiero que llegue al otro mundo, de seguro de allí no podría regresar y ¿qué sentido tendría destruir a Kein si no le tengo a mi lado?

- Di, creo que es mejor que me vaya – le dije dispuesto a regresar al otro mundo, aún tengo muchas cosas por aprender y estar a su lado no me permite controlar los nuevos poderes que he adquirido.

- ¿Volverás esta noche? – me dice desesperado, creo que la idea de perderme no le ha gustado nada – yo investigaré lo que me pediste – se nota que quiere que vuelva, es un poco extraño, pero voy a aceptar.

- Regresaré – le digo y salgo de la casa rumbo al canal, allí me lanzo al agua cerrando los ojos de regreso al otro mundo.

Mi amo me llama la atención, está un tanto molesto porque he confiado en Di, pero me dice que ahora está seguro que es mi contraparte, y lo mejor es que está loquita por mí, si supiera que es varón, bueno, quizás admitiera que le contara ciertas cosas de mi pasado.

- Esa chica te va a terminar de secar el seso – me dice y yo me cruzo de brazos enfadado, no quiero que juzgue así a Di – pero, al menos, sigue pura y has conseguido perder ese aspecto de esqueleto que tenías.

- Pero me siento extraño, como si quisiera hacer algo que desconozco.

- Es que estás asimilando un alma más poderosa que las anteriores – me dice – cada vez que el alma de un vampiro fuerte entre en tu cuerpo cobrarás un poder nuevo – puso de nuevo ese espejo frente a mi y vi que podía lanzar energía por mis manos y separar el agua con las mismas – ve hacia la zona de acceso y practica hasta que lo domines, asó podrás vencer a tus enemigos.

Camino lentamente hacia el acceso y comienzo a practicar con los monstruos que se aparecen por el camino y absorbo sus almas, pero sigo preocupado ¿qué pensará Di de mis nuevos poderes, le gustaré así como estoy o espero a absorber el alma de otro lugarteniente antes de dejarme ver por sus lindos ojos? Creo que me estoy volviendo demasiado sentimental, pero es que antes jamás conocí a alguien así…

Continuará…

Y creo que es suficiente, hay bastantes datos y descripciones para que comprendan lo que pasa, ustedes decidirán si sigo contando las cosas desde el punto de vista de Heero o agrego la visión de Dúo o me vuelvo narrador omnipresente, qué sé yo.

Ah, y a ver si adivinar quién es el que habla desde las sombras a Heero.

Shio Chang.