Advertencia: Los personajes aquí mencionados no son míos (que más quisiera), le pertenecen a sus respectivos dueños.
Ah, por si acaso, cuando me refiero a ella, es Di, o sea, Dúo, Heero la va a tratar como si fuera mujer.
Recuerdos de otra vida.
Regresar a su lado no es un trabajo fácil de hacer, pero debo admitir que es algo que quiero, me gusta saber que al fin alguien me quiere y se preocupa por mí, no es algo que hubiese experimentado antes y pensaba que ya no podría pasar luego que fui convertido en vampiro, pero resulta que me siento bien, pese a que ya estoy muerto, creo que mi amo dirá que soy demasiado humano y que a Kein le daría uno de sus famosos arranques de ira si me viera.
Camino lentamente en torno a la que alguna vez fuera mi casa, algo que llamé mi hogar, está completamente destruida, supongo que es por el paso del tiempo o quizás algún vampiro la destruyó tratando de borrar por completo mi recuerdo. Y estos regresan vagamente a mi memoria…
Era apenas un pequeño cuando nos trasladamos de la capital a Maronia, los vampiros habían comenzado a invadir el reino de Benice desde Meridian matando a sus gobernantes, mi padre había muerto en batalla por lo que me dijo mi madre y ellos habían puesto precio a la cabeza de cualquier descendiente de los Yuy, por supuesto, yo debía mantenerme oculto ya que llevo su apellido y esto fue la causa que fuera un chico retraído y poco dado a tener amigos, no hablaba con nadie para no acarrearles problemas a mis primos, la familia Winner había sido muy amable con nosotros, pero la vida no era plácida allí, pese a que yo era descendiente del rey tuve que trabajar para ganar el sustento para mi casa. En ese tiempo no entendía qué era lo que pasaba, simplemente me dedicaba a lo mío hasta que escuché lo que decía una de mis tías. Hacía tiempo atrás el único hijo varón de la familia Winner (ninguna de ellas llevaba el apellido pero lo conservaban en su recuerdo), había sido uno de los principales colaboradores del rey Yuy y se había casado con un joven de apellido Barton, juntos habían luchado para librarlos de los vampiros, pero este lo traicionó, le quitó a su hijo y lo llevó a la muerte, sin embargo, él fue capaz de ocultar a los descendientes de los dos reyes y no protegió a los suyos. Me culpaban, más bien culpaban a mi padre, de que no hubiese quien llevase el apellido.
Estaba más grande, con alrededor de doce o trece años, cuando mi madre falleció por culpa de los vampiros, mis tías no quisieron ya tenerme en casa, decían que no haría correr peligro a sus hijos y fui echado a la calle, al menos el posadero del pueblo, que no conocía más que mi nombre y no mi apellido, me dio trabajo y un techo donde vivir, pero yo me volví agresivo, no iba a permitir que nadie me hiciera confiarme para luego darme una puñalada por la espalda. Así fue como crecí, siendo un muchachito muy solitario, trabajando duramente para poder comer y sobrevivir, en especial cuando el posadero se hizo anciano y murió, sus hijos no eran nada de amables con nadie y debía desquitar todo lo que gastaba, entre el techo y la comida.
Tenía casi veinte años cuando los vampiros atacaron nuevamente Maronia, Kein había tenido noticias que allí había descendientes de la familia real y parientes de esta, así que mandó a sus huestes a buscarme, desgraciadamente, me encontraron porque mis tías, por salvar a sus hijos, les dijeron donde estaba, sin embargo, ellos fueron destruidos de todas maneras por los mismos vampiros y yo fui sacado del pueblo para presentarme ante Kein.
Yo desconocía los motivos por los que me buscaban, pero intenté escapar en varias ocasiones, así que el que iba como jefe decidió transformarme en vampiro, creía que así sería más fácil controlarme y que Kein estaría de acuerdo ¡grave error! Al llegar al castillo de mis antepasados no encontramos con él y enfureció de tal manera que el vampiro, que decía ser el más leal y por ende el más querido, se convirtió en polvo. Allí conocí las debilidades de mi nuevo ser y la crueldad de Kein, lo dejó al sol para que muriera de la forma más dolorosa.
Pocos días más tarde llegó mi primera evolución, aunque yo no la suelo llamar así, y me convertí en un poderoso vampiro, sin embargo, conservé mi forma humana. No sé qué pasó por la mente de Kein en ese momento, pero dijo que no estaba lo bastante maduro para ser una auténtico vampiro y que esta transformación no contaba como evolución.
Así fue como empecé a trabajar duramente para hacerme un vampiro digno, en su momento llegué a ser su lugarteniente, muchos me envidiaban, otros decía que Kein estaba encaprichado conmigo y otros murmuraban que yo sería su fin, claro, nadie pasaba por alto que yo me parecía a los antiguos reyes y se lo solían recordar a Kein cada vez que podían.
Ya en mi primera verdadera evolución me crecieron los colmillos y perdí en parte mi apariencia humana, pero no era suficiente y Kein me envió a adueñarme de un pueblo llamado Frontera, un lugar entre los dos reinos. Cuando iba hacia allá entre en un lugar conocido como el valle de Hondonada Perdida, un lugar en el que nadie podía entrar, pero tuve la suerte de pasar su barrera mágica y llegar hasta un libro mágico que me dijo que sólo aquellos emparentados por sangre con los reyes Yuy podían llegar hasta allí. Salí del lugar y no le conté a nadie lo que había visto, pero algo pasó en mí, dado que cuando quería podía pasar fácilmente por humano.
En Frontera encontramos una fuerte resistencia, pese a que el pueblo había sido conquistado hace mucho tiempo ya, estaba abandonado y los humanos se habían vuelto a hacer del control, ellos conocían las debilidades de los vampiros y sabían usarla en su favor, claro que no pudieron hacerle frente a las hordas a mi mando y yo no pude evitar la masacre que estos hicieron sobre esa pobre gente. El caso es que fue allí donde comenzaron mis problemas, uno de mis subalternos me tenía envidia y se llevó a uno de los escasos sobrevivientes ante Kein y este lo hizo hablar ¿cómo? Mejor ni recordarlo, cuando quieres puede ser el monstruo más sanguinario que uno se pueda imaginar. Y lo que este le dijo sería mi perdición por los siguientes 100 años, hasta el día que me condenó, por mi sangre corría el secreto que destruiría a los vampiros cuando llegara la hora. Kein estaba tan furioso con el humano que lo despedazó con sus propias manos y no escuchó toda la historia.
Yo no me enteré de esto hasta mucho después, en mi siguiente transformación, cuando en vez de cambiar y volverme tan feo como el resto de los vampiros, mi cuerpo se tornó más delgado y los músculos más marcados, noté que mi fuerza aumentaba y que podía transformarme a mi antojo en vampiro, fue allí que ellos empezaron a sembrar la cizaña en la mente de Kein, yo era diferente, me hacía más fuerte y murmuraban que si no me detenía, muy pronto sería capaz de traicionarlos y destruirlos. Y él comenzó a cambiar, mis misiones no se movían fuera de los dos reinos, incluso había ocasiones en que debía quedarme en el palacio mientras ellos salían de cacería y conformarme con lo que quedara, que normalmente era nada.
Y cuando llegó mi tercera transformación, pasó lo que pasó, y aquí estoy, buscando algo que desconozco, pero que sé me ayudará a vencer a Kein, sin embargo, debo deshacerme de 16 lugartenientes de Kein sólo aquí en la capital antes de tratar de llegar a él. De seguro al ir evolucionando se ha hecho mucho más poderoso y yo no tengo tanto poder como quisiera como para ir y enfrentarlo directamente, no soy tan tonto, por mucho que ya este muerto, lo enfrento así y me manda de regreso y, aunque pueda regresar, estará alerta y serán muchos más los vampiros que me impidan llegar a él.
Siento una presencia cerca de mí, pese a que no he tomado una figura corpórea, y sé de quien se trata, ella es la única persona que puede percibir mi presencia, me vuelvo hacia ella y la veo preocupada, está toda despeinada y con sus vestiduras rasgadas ¿le habrá pasado algo malo? Y escucho pasos que vienen hacia nosotros, sin pensármelo mucho corro hacia ella, la tomo por la cintura y salto planeando hacia el techo de una casa cercana. De pie sobre este y sin soltarle, vigilo a los vampiros que la perseguían y noto algo extraño en donde estoy, salen pequeñas columnas de humo que forman un espiral a mi alrededor, allí puedo volverme un ser material.
- ¿Mi caballero? – me dice Di preocupada.
- Si, pequeña – le acaricio la mejilla y noto que tiene un feo moretón – ¿qué te paso en tu linda carita? – creo que soy demasiado cursi, pero no me gusta que la hayan maltratado.
- Un vampiro quiso robarme lo que es tuyo y lo mate, pero el muy estúpido hizo demasiado ruido y alertó a los demás que andaban cerca, ellos me golpearon cuando quise defenderme y rasgaron mis ropas, pero sentí tu presencia y corrí hacia ti, sabía que solo tú podrías defenderme – me dijo dejando que las lágrimas corrieran por su rostro.
Estoy furioso ¿cómo se les ocurre tratar así a tan bella criatura? Nadie toca a mi dama y vive para contarlo. La suelto y me vuelvo a mirar, sé que no estoy en las mejores condiciones, pero no puedo enfrentarlos si no tengo una forma corpórea, así que tendré que dejar que ella me vea. Me agacho y hago el conjuro mientras el espiral de vapor azulado me rodea mostrándole a ella por primera vez mi figura.
- Eres muy guapo – me dice ella y yo me sonrojo – ¿qué vas a hacer?
- Eliminar un par de infelices – le digo – quédate aquí mientras regreso ¿de acuerdo?
- Son demasiados – me dice preocupada.
- No, princesa, ellos no son rivales para mí – le doy un beso en la mejilla sana bajándome la mascada – no tengas cuidado.
- ¿Por qué tú puedes tocarme y yo no?
- Ya te explicaré todo, pequeña, espérame aquí ¿de acuerdo?
- De acuerdo, pero quiero un beso de verdad ¿si?
Que tipo este, digo para mí, creo que no tiene miedo que yo sepa que realmente no es mujer, quizás hasta sospeche que yo lo sé, pero es tan directa en sus deseos que estoy que pierdo la cordura. En fin, yo también quiero un beso de verdad, nunca he besado, así que espero no decepcionarle.
Me bajo de un salto y ataco a uno de los vampiros más cercanos, lo venzo y tomo su alma, lo mismo hago con otros dos, hasta que un cuarto me trata de atacar con una lanza, está bastante lejos, así que ocupo mi nuevo poder y le envío lejos con un disparo de energía, y tengo buena suerte, pues cae al canal y su me acerco a tomar su alma, no quiero que llegue a mi mundo dentro de quien sabe cuantos años, aunque quizás mi dueño no lo despierte.
Me volteo y busco con la mirada para ver si hay otros vampiros y me asombro de encontrar ante mí uno de los lugartenientes de Kein, está prácticamente irreconocible, sin embargo, puedo ver aún en su cara los rasgos de quien fuera Beruck Darlean, él estaba presente cuando Kein me condenó, así que me veo obligado a luchar con él.
- Vaya, vaya, a Kein le interesará mucho saber que sí se puede regresar de la muerte ¿verdad, Heero? – y me alarmo, no quiero que Di sepa mi nombre, pero estamos bastante lejos y tal vez no lo ha escuchado – no te asombra ¿verdad? – vuelvo a escuchar su horrible voz.
- Si yo te he reconocido ¿por qué no habrías de hacerlo tú? Yo no he cambiado demasiado en todo este tiempo.
- Sí, quinientos años debieron darte tiempo para desaparecer por completo, pero no fue así ¿verdad? Siempre tuviste una magia especial que te protegía – me dice despectivo y alcé las cejas sin responder – pero ahora sí te irás al otro mundo y Kein me recompensará.
- Me imagino que ese debe estar aún más horrible – le digo para hacerlo hablar – después de todo, ya era feo cuando me lanzó al torbellino.
- No sé por qué Kein no te mató con sus propias manos, quizás tu "belleza" lo hechizó como pasó con el rey Yuy.
Eso sí me sorprende, sé que él mató a los reyes, entonces ¿cómo le podía gustar mi ancestro? Uno no mata a los que ama, sino a los rivales.
- Pero él prefirió morir defendiendo a los suyos en vez de volver a ser inmortal, el rey Maxwell era un verdadero estorbo, yo mismo lo mate e intenté hacer lo mismo con su hijo, pero Kein lo quería vivo para atraer a Yuy a su lado, sin embargo, el Duque Winner lo sacó del castillo lanzando una maldición sobre nosotros puesto que Kein le quitó a su esposo al volverlo un vampiro, cada vez que cambiáramos seríamos más feos que antes y nadie nos querría, nos quedaría solo el poder.
- Mm – este tipo tiene más información que mi amo, parece.
- Pero a ti no te afectó ¿verdad? Después de todo a ti no te dañaría por ser descendiente de su primo.
- Mira, eso no interesa…
- ¡Claro que sí! Cuando Yuy murió protegiendo el escape de su hijo de palacio y después de enterarse de la muerte de su esposo, le gritó a Kein que de su sangre y de la que venía del otro reino lo vencerían – sus ojos se oscurecieron – Kein anduvo furioso buscando a los descendientes de las casas de Yuy y de Maxwell, incluso creo que encontró al hijo de los reyes, pero no fue capaz de matarlo, era tan parecido al padre que lo dejó ir y lo llamó "el embrujo de sus ojos".
- De haberlo sabido – murmuré.
- Menos mal que jamás te miró a los ojos, de seguro nos habría condenado a todos por ponerlo en tu contra – se burló y yo sonreí para mí, no sabe de mis poderes – pero ya basta de charlas – te destruiré y le llevaré tu cabeza a Kein.
- Eso quisieras – le repliqué y tomé la lanza con la que me había atacado antes el vampiro, sé que con él no puedo llevar a cabo una batalla justa, es uno de los vampiros más tramposos que hay, al menos de los que yo conocía, pero le llevo la ventaja de conocer su forma de pelear y que él jamás ha visto la mía ni sabe de mis poderes.
Se lanza contra mí a gran velocidad y trata de darme un zarpazo, pero yo lo esquivo y le hago un corte con la punta de la lanza a la altura del abdomen, el corte es profundo, pero él no me da tiempo para pensar en su ataque y trata de golpearme por la espalda, pero soy lo bastante rápido para lanzarle un disparo y lo hago retroceder lo suficiente como para rehacer mi defensa, sé que pronto debo derrotarlo, hace demasiado ruido, pero no lo he herido lo suficiente como para robar su alma, pero creo que me queda un medio, no puedo malgastar mis energías en un tipo así.
- Eres tan torpe como tus antepasados – me dice – al esposo lo maté de un solo golpe, le saqué la mano por el abdomen, me habría encantado verle la cara a Yuy cuando lo hice.
Que tipo más sádico, pero eso ya no importa voy a vengar a mi familia aquí mismo con un conjuro, creo que mi amo lo llamo "sombras de muerte", una neblina totalmente negra surge a nuestro alrededor y lentamente comienza a adueñarse del vampiro pegándose a la piel hasta penetrar por esta y luego viene hacia mí a gran velocidad y me entrega su alma, haciendo que su cuerpo comience a desaparecer. Cierro los ojos mientras absorbo su poder por completo y siento el cambio que va ocurriendo en mi cuerpo, un poco más de carne a mis huesos y una energía que me da calor.
Entonces recuerdo a mi Di que está en el techo esperando por mí, quizás preocupada por mi tardanza, sólo espero que no haya escuchado mi nombre, no quiero que ella lo conozca y se meta en problemas. Subo a buscarla y veo que está temblando ¿Será de miedo o de frío? Levanta su mirada hacia mi y se echa a mis brazos llorando, o al menos eso me parece, porque en realidad se está riendo. Suspiro y bajamos del techo.
- ¿De qué te ríes, pequeña?
- De mí – levanta su mirada y me sonríe ampliamente – yo temía que ese montón de vampiros te hicieran daño y tú eras capaz de vencer a un lugarteniente sin ensuciarte las manos – se aparta un poco de mí y camina hacia una de las calles iluminadas por las antorchas – al final de esta calle está el centro de reunión más grande de los vampiros, algunas veces vienen algunos de los lugartenientes a "entretenerse" con las batallas que ellos hacen, a veces hasta traen a humanos de otros poblados y hacen orgías, pero los humanos jamás salen de allí, no hay quien cuente qué es lo que hacen.
- Y es mejor que no lo sepas, esas cosas no son bonitas.
- ¿Participaste alguna vez de ellas?
- No, corazón, pero las he visto y realmente dan asco – le tomo de la mano y salimos de allí rumbo a su casa – creo que te debo algo.
- ¿En serio? – me mira sorprendida y tengo que ocultar la risa – no te rías.
- Pequeña, tú me pediste algo antes que fuera a luchar con esos vampiros ¿recuerdas? – le digo tratando de mantener mi voz neutra, pero no lo consigo.
- ¿Qué cosa fue? – me dice muy intrigada y luego se sonroja violentamente, creo que se ha acordado de lo que quería – ¿me … me lo vas… a dar? – me dice toda nerviosa mientras tartamudea.
- Pero debo advertirte algo, pequeña, jamás he besado a nadie.
- ¿Siendo tan guapo no has tenido novia?
- Bueno, soy guapo sólo según tu apreciación – le digo divertido – además, no cualquier mujer se deja besar por un vampiro y menos por uno muerto ¿sabes?
- Pues entonces, estamos iguales – me dice sin mirarme – yo tampoco he besado a nadie.
Y me tengo que tragar la sonrisa complacida, ella y yo somos tal para cual, aunque ella tiene esa belleza etérea que la hace diferente o quizás yo tenga prejuicios porque me gusta, vaya a saber uno, pero eso no cambia nada.
Entramos en su casa y ella se acerca a uno de los candelabros para encender las velas, pero le cuesta tanto que me acerco a ella y las soplo sin pensar y ellas se encienden con facilidad. Se vuelve hacia mí y me mira asombrada.
- ¿Qué más puedes hacer?
- Mm – y me pongo a pensar un momento para darle una respuesta – a ciencia cierta, desconozco la mayoría de mis poderes, los he ido descubriendo con el tiempo, ya has visto algunos, pero otros permanecen ocultos a la espera que mi cuerpo tenga la fuerza suficiente para controlarlos.
- Me gustan tus saltos, dudo que algún vampiro pueda hacer lo mismo.
- Pero no me has dicho por qué estás en este pueblo.
- Bueno, sé que no le vas a decir a nadie lo que te cuente, así que te revelaré mi secreto – me dice y se sienta en un diván y golpea suavemente el lugar a su lado, sin dudarlo, me siento a su lado y ella se vuelve hacia mí – el rey de Meridian se casó con el rey de aquí y juntos rompieron la maldición de los vampiros que tomaban una forma monstruosa pero que a simple vista parecían humanos. Ellos tuvieron un hijo llamado Doshi Yuy, pero decidieron mantener los dos reinos separados debido a todos los años que ambos habían sido rivales, por lo tanto el heredero sería el hijo de Diana Maxwell y Goddar Sturb, pero en el reino de Meridian había gente que odiaba a la gente de acá y no quisieron ser simples mortales, así que cuando murió Goddar obligaron a su hijo a tomar el apellido Maxwell y gobernar, de allí empezaron a surgir los vampiros feos, ellos habían encontrado el pacto que antes los hiciera ser poderosos e inmortales, pero esta vez el conjuro sería más fuerte y caería sólo sobre aquellos que fueran mordidos y no sobre una casta completa. El joven heredero se negó en rotundo a ayudarlos y se vio obligado a esconderse en el sur, así fue como ellos se adueñaron de nuestro país. Tiempo después avanzaron hasta aquí y destruyeron a la familia real, pero también el joven heredero desapareció sin dejar rastro.
- Mm – murmuré – si conociéramos toda la historia entenderíamos que pasó.
- Creo que esto nos podría decir lo que pasó – me dijo y sacó un libro del asiento.
Realmente se parece mucho al libro mágico que vi en Hondonada Perdida hace tanto tiempo ya, es un libro de gran tamaño de gruesas tapas de cuero color negro y con las letras de un extraño color rojizo brillante. Lo tomé de sus manos y este se abrió como si yo lo hubiese abierto.
"Este es el libro de la sabiduría y sólo puedo responderles que fue lo que pasó", recitaban las primeras líneas "presten atención a mis palabras". Miré a Di y ella se acomodó contra mi pecho antes que comenzara a leer.
"El reino de Meridian estaba dividido, no querían un rey enamorado del que por muchos años consideraron un enemigo, pese a que ya se sabía que en realidad eran ellos los culpables de este odio. Un rey Maxwell los había llevado por celos a ser lo que eran, y un rey de esta misma sangre los liberó de esta por un amor desinteresado. Pero el rey Yuy era un joven hermoso, estaba casado con el rey Maxwell, pero siempre había alguien que se enamorara de su belleza y seriedad, todos lo daban a llamar "el embrujo de sus ojos", incluso su esposo, pero esta vez no fueron los celos de este los que trajeron la tragedia a nuestra gente, fue la de un extranjero al que el rey Yuy amablemente recibió en el castillo ¿quién iba a pensar que tan maltratado hombre se iba a enamorar tanto de él hasta el punto de tratar de destruir ambos reinos? El esposo no le decía nada, no quería que pensara que estaba celoso y se reiniciara la guerra, pero las cosas empeoraron cuando volvieron al reino de los Yuy, con su cuñado muerto y su sobrino desaparecido, el joven Maxwell debía regresar para gobernar, pero fue atacado por los vampiros en el camino y murió de la peor forma, cuando su esposo se enteró de su muerte, todo se volvió desesperación para él, pero de inmediato tomó las medidas necesarias para proteger a su gente y dispersó sus energías mágicas de manera que nadie pudiera ocupar la magia que él poseía y crecía cada cinco años ante la presencia de la luna azul excepto sus descendientes y los de su esposo, lo que incluía a su sobrino.
En ese tiempo el extranjero convirtió al primo del joven Maxwell en un vampiro, que estaba casado con el Duque de Maronia, con lo que este se volvió loco y mató a su propio hijo, lo mismo intentó con su sobrino y su esposo, pero este último consiguió activar su propia magia y protegerse y protegerlo, haciendo más fuerte el conjuro del rey mientras maldecía a los que los atacaban.
Solo existe un problema, los poderes se quedaron en la sangre de los Yuy, pero la llave que los activa está en los Maxwell y solo cuando ambas castas se unan, los poderes que ambos poseen serán liberados y expulsarán para siempre a los parásitos que habitan estas tierras y acabarán de forma definitiva con la amenaza que son los vampiros".
Me quedé pensativo unos minutos mientras acariciaba suavemente la espalda de Di que estaba sorprendida por lo que decía el libro.
- Yo soy descendiente de los Maxwell – me dijo preocupada – pero no quiero ser de nadie que no seas tú.
¿Debo o no decirle que yo soy el descendiente de los Yuy? Sé que al unirnos ambos liberaremos todos los poderes mágicos que mantenemos ocultos, pero quizás aún no sea tiempo de intentarlo, si despertamos todos nuestros poderes mágicos y no tenemos la fuerza para dominarlos ¿no sería nuestra perdición? Y si así fuera ¿cómo podemos dejar sin esperanzas a los pocos humanos que quedan? Sería nuestro fin y la victoria final de Kein.
- Era algo que ya sospechaba – le dije al fin – me han dicho que el esposo del rey Yuy tenía una larga trenza y los ojos violeta, como tú.
- Debió ser un hombre muy guapo, entonces – me sonrió.
- Bueno, aun te debo una explicación…
- Y mi beso – me interrumpió.
- Lo primero – le dije sonrojado – en realidad, te mentí cuando te dije que no podías tocarme, sólo quería evitar que descubrieras cómo era en esos momentos.
- ¿Y como eras? – me miró a la cara.
- Cuando fui traicionado, le lanzaron a un torbellino de agua.
- El agua consume a los vampiros hasta dejar el puro esqueleto.
- Así es, pero yo fui sacado de allí, sin embargo, cuando regresé a este mundo, era un esqueleto con pellejo y no quería que te asustaras con mi apariencia, aún no soy como era antes, pero cada vez que absorbo un vampiro poderoso, mi cuerpo mejora, por eso evité que me abrazaras.
- Pero ahora me has dejado verte.
- Sólo porque me gustas ¿sabes? – le levanto el mentón y uno mis labios a los suyos, es apenas un roce, pero es electrizante, mis labios cosquillean y ella separa los suyos con delicadeza, deslizo mi lengua en su interior y disfruto de su dulce sabor lentamente mientras me voy recostando en el diván hasta que ella queda completamente sobre mí.
- ¡Oye! – me reclama apartándose, creo que se ha dado cuenta que podemos llegar muy lejos si seguimos así y ello sería descubrir su otro secreto, que es varón y quizás eso no quiera confesármelo – no voy a hacer el amor contigo, ni siquiera sé tu nombre – me regaña.
- No te lo puedo decir – le dije nuevamente.
- ¿Por qué? Yo ya te dije que soy una Maxwell.
- A mi nadie podría torturarme para sacarme tu secreto, pequeña, en cambio a ti si podrían dañarte, es mejor que no lo sepas.
- Exijo conocer tu nombre o al menos una manera de llamarte, te llevaste mi primer beso, creo que me lo merezco ¿no te parece? es lo justo.
- Está bien – suspiro – llámame Hee-chan – le digo, nunca me gustó que mi madre me llamase así, pero creo que es la única manera que ella no insista en saber mi nombre, aún no es tiempo.
- Hee-chan es diminutivo de tu nombre ¿verdad? – me dice volviendo a recargarse sobre mi pecho – ¿ y me puedes decir quién te llamaba así?
- Mi madre – le digo tomando su trenza y jugando con ella – aunque yo odiaba que me llamara así – le confieso – serás la primera a la que deje que me diga así.
- Ah, ella es la gran mujer de tu vida ¿verdad?
- Quizás – le sonrío acariciando un hombro – murió cuando yo era niño todavía – suspiro – pero creo que esta no es hora para que una chica bella ande en pie, es la hora de los monstruos, así que te vas a ir a dormir de inmediato – le ordeno divertido de mi mismo.
- Quiero quedarme contigo – me dice negándose a moverse de mi lado.
- ¿Quién dijo que yo me iba? – le sonrío y me levanto cargándola con cuidado entre mis brazos, ella pesa menos que una pluma – te cuidaré toda la noche para que nadie ni nada perturbe tus sueños ¿de acuerdo? – y sigo sonando cursi incluso a mis propios oídos, pero no puedo evitarlo, ella me hace ser así.
- De acuerdo – me dice apoyando su cabeza en mi hombro – yo necesito mi sueño reparador para que mi belleza no se opaque ¿verdad?
- Claro que sí, princesa mía – le digo dejándola con delicadeza sobre la cama.
- Pero quiero que te quedes a mi lado todo lo que queda de la noche ¿lo harás?
- Muy bien – le digo y me recuesto a su lado.
- Eres un chico muy obediente – me dice sonriendo apoyándose sobre mi hombro nuevamente mientras pasa su brazo por mi cintura mi8entras cierra sus hermosos ojos que me han robado el aliento.
- Si lo fuera no estaría aquí – le digo, pero me doy cuenta que ya está dormida profundamente, así que la imito, creo que jamás he dormido de noche desde que me sacaron de casa y me convirtieron en vampiro, pero siento que los párpados me pesan demasiado sobre los ojos e irremediablemente el sueño me vence…
Un fuerte ruido extraño desde el exterior me despierta poniendo alerta todos mis sentidos, hay alguien rondando la casa afuera, alguien potencialmente peligroso, pero si se trata de uno de los vampiros, sea quien sea, jamás entrará a menos que alguien los invite a pasar, es el conjuro que echó Kein sobre las casas de los lugartenientes temiendo que alguno de ellos pretendiera tomarlo por sorpresa y matarlo mientras dormía, pero jamás supe dónde dormía y no creo que alguno de los lugartenientes en realidad lo supiera, echó un embrujo sobre el castillo que lo volvía una auténtico laberinto, en especial si tenías intenciones de darle su merecido a ese desgraciado.
Con cuidado coloco a Di sobre la cama y siento que se queja un poco, pero que no se despierta, así que me levanto y me acerco a la ventana en silencio y abro apenas la cortina de terciopelo procurando mantenerme oculto de la vista de los que están afuera, allí afuera hay tres, no cuatro vampiros menores y dos de los lugartenientes de Kein hablando de la extraña desaparición de los otros vampiros, algunos murmuran algo acerca que se fueron o que el propio Kein los mató por intento de traición ¿cómo lo sé? Hace mucho tiempo que aprendí a leer los labios para evitar acercarme demasiado a los otros lugartenientes y que así no me mataran, creo que era uno de los vampiros que más enemigos tenía sin siquiera intentarlo o quererlo, quizás tenía menos enemigos entre los humanos, ellos me temían, no sentían esa envidia terrible.
Otro ruido me alerta y me volteo al identificar de donde proviene, es a mis espaldas, ha la propia sido Di que se ha movido buscándome en la cama, parece que está a punto de despertarse, mejor regreso a su lado, ellos no podrán molestarnos esta noche ya que no tengo ni la más mínima intención de dejarlos entrar, sólo el propio Kein puede romper sus conjuros, así que estaremos tranquilos, nadie se atrevería a ir ante él para decirle que un montón de sus vampiros menores y dos de sus lugartenientes han desaparecido sin dejar rastro, menos si hay sospechas de traición.
Me acomodo de nuevo junto a Di volviendo a colocarla sobre mi cuerpo y ella me abraza otra vez, es agradable tener su cuerpo delgado tan pegado al mío, es como si ese fuera su lugar, y un rico calorcito se anida en la parte baja de mi vientre al sentirla respirar sobre mi piel ¿Este es lo que llaman amor? O tal vez ¿es lujuria? No lo sé, pero no quiero hacerle daño, es mejor que trate de dormirme de nuevo, por el momento estamos a salvo…
Vuelvo a despertar y veo sus ojos tan cerca de los míos, siento que me llama, que toca mi alma sin haber rozado siquiera mi piel y que esta acude a su llamado sin que pueda ni quiera evitarlo, es algo tan dulce que mi corazón parece saltar dentro de mi pecho, siempre pensé que no lo tenía, pese a que solía mostrar una cierto grado de compasión por los humanos, pero eran pocas las veces que ella me dominaba y los ayudaba, es como si la hubiese conocido en otra vida y nos encontráramos de nuevo para vivir nuestro amor.
- Buenos días, mi amado caballero – me dice rompiendo el momento mágico y me da un beso suave sobre la mejilla – espero que no te haga daño el amanecer.
- Sólo perderé mi forma corpórea – le acaricio una mejilla – y regresaré a mi mundo, pero no será problema, siempre puedo regresar aquí.
- Eres extraño, creo que una extraña magia te protege del mal, es más, te ayuda a fortalecerte y no permite que te vuelvas feo.
- Quizás sea cierto – la abrazo y ella apoya su cabeza de nuevo en mi pecho, me gusta estar así, quisiera que el tiempo no pasara y estar mucho tiempo abrazados así, disfrutando uno del otro.
- ¿Sabes? Tuve un sueño extraño anoche – vuelve a mirarme, sus lindos ojos me embrujan otra vez y escasamente escucho sus palabras, más bien las leo de esos labios que quiero volver a saborear – el mismo libro que vimos anoche me decía que debíamos buscar el libro mágico de Hondonada Perdida, que ese libro nos daría la clave para llegar al líder de los vampiros y destruirlo antes de liberar esta tierra de los parásitos que la controlan.
- A Hondonada Perdida no puede entrar nadie que no esté emparentado por sangre con los Yuy – dije sin pensar, claro que pensaba que ella no podía ir allí y no sé si yo pueda alejarme tanto como para viajar hasta allá, está muy cerca de Frontera, allí donde dos veces ha comenzado todo.
- Debemos encontrar, entonces, con urgencia al heredero de los Yuy ¿no crees? O no podremos estar siempre juntos – me dijo ella.
- ¡Heero, regresa! – me llamó la voz de mi amo, es la primera vez que estando en la ciudad la escucho, creo que no está muy de acuerdo con que y revele mis secretos, aunque sea ella la única persona que me puede ayudar a vencer, entonces me percato que ella al fin ha escuchado mi nombre y que yo no puedo explicarle nada puesto que la oscuridad comienza a rodearme y soy obligado a regresar a mi mundo aunque no quiera…
Continuará…
Bien, a este minuto no sé si el resto de la historia ha tenido comentarios o no (Si los hubo pido disculpas) dado que no he revisado mi correo en días y a que, como no tengo internet en casa, me veo obligada a ir a un ciber o a la casa de una amiga a subir los capítulos.
Aún no diré quien es el que rescató del abismo a Heero, no sé si por allí tenga una sospecha de quien podría ser, pero se van a sorprender cuando al fin aparezcan.
Espero que esta locura no la esté escribiendo a la nada, aunque lo dudo.
En fin, hasta aquí lo dejo, no me gusta escribir esos capítulos interminables aunque me guste leerlos, pero creo que no tengo ni la paciencia ni la inspiración necesaria, aunque por allí haga una que otra excepción.
Shio Chang.
Ah, gracias, soy feliz si me han dejado comentarios ya, lo estaré mucho más si me dejan otros ¿de acuerdo?
