Alma vagabunda

Advertencia: no digo más que los personajes no son míos, de tanto moverlos de un lado a otro ya me los he apropiado y los siento míos.

Quiero agradecerles que estén leyendo mis historias y que me dejen sus comentarios, es gratificante saber que hay a quienes les gusta. Es cierto que tengo mucha imaginación, pero no siempre tengo la oportunidad de poner las ideas en orden y crear una historia interesante.

Por cierto, desde un principio planifiqué que Kein fuera uno de los abuelos de Heero y que los libros fueran Doshi y Hamish, tampoco Trowa era traidor y tampoco pensaba dejar que Quatre lo matara, este no se habría atrevido.

En fin, aquí va el primer episodio del final, pensé hacerlo en tercera persona, pero no me cuadra con el resto de la historia, así que me quedo con la opinión de Dúo, espero que les guste.

Adiós a los vampiros

No puedo creer que esto me esté pasando a mí, Heero ha caído entre mis brazos cerrando sus hermosos ojos, esos que tanto llamaron mi atención cuando le conocí, y veo como la daga termina de romperse haciéndose añicos, por ella comienza a correr sangre de un color oscuro y una a una las almas de los antepasados de mi Heero comienzan a desaparecer luego de acercarse a nosotros y rozar levemente el rostro de mi esposo (no estamos casados, pero yo lo siento así), Doshi me sonríe con tristeza y, ante mis asombrados ojos, comienza a envejecer junto con Hamish hasta que sus cuerpos desaparecen y sus almas también se van, lo mismo pasa con Trowa y Quatre, se mantienen juntos y se irán juntos al otro mundo.

- ¡No, Heero, tú no! – grito mientras las lágrimas comienzan a correr, pero mis palabras son en vano, su cuerpo comienza lentamente a convertirse en polvo de los pies a la cabeza aunque él no haya envejecido ente mis ojos – ¡Heero! – lo llamo tratando de retenerlo aunque sé que será en vano ya que de todas maneras se me va.

- No llores, te amo – me dice cansado apoyando su cabeza por última vez sobre mi pecho – te amo – repite y desaparece por completo.

Los Chang se acercan lentamente a mí que sólo me he quedado con la mascada de Heero entre mis dedos, ahora ya no me queda nada, mi Heero ha liberado a este mundo de los vampiros que lo parasitaban y ha permitido el descanso de muchas almas inocentes en el otro mundo, pero a que precio, lo he perdido para siempre. Wufei y Zech se agachan a mi lado y me apoyo cerrando los ojos en el hombro del moreno llorando amargamente, nunca tendré el hijo que tanto desee de mi esposo.

- Su majestad – me dicen llorando también, a mi alrededor los duros guerreros Chang me acompañan en mi dolor.

- ¡Heero! – grito desesperado mientras los sollozos se adueñan de mí, quiero ir a su lado, morir yo también, pero no es lo que Heero querría. Tanto luchar, tanto esperar para que los vampiros desaparecieran y todo para terminar de todas maneras solo, sin su calor, sin sus besos, sin él.

Wufei me abraza con fuerza, sus ojos están llenos de lágrimas, creo que él también se encariñó con aquel que esperaban fuera su rey, Zech nos abraza a ambos y siento como Wufei comienza a sollozar con la misma fuerza con que lo hago yo, el dolor nos inunda y el rubio nos deja llorar aferrados a su pecho, sobre su camisa rasgada por la batalla, hasta que las lágrimas dan paso al cansancio y el olvido del sueño me deja descansar...

Camino lentamente por los pasillos del castillo, pero es algo extraño, antes he recorrido el castillo Yuy buscando el salón del trono, pero este es muy diferente. Empujo la puerta del salón del trono y miro las paredes, allí están los pendones de los clanes Sturb, Barton, Maxwell... ¡Este no es el castillo de mi amado! Miro todo con detenimiento, nunca antes he estado en este lugar, así que me asomo a una de las ventanas en silencio, desde allí miro el paisaje a mis pies, es una ciudad desierta, pero de entre las ruinas comprendo donde estoy, en la capital de Meridian, por eso no conocía el castillo ya que nunca he estado aquí, pero ¿qué hago aquí? Estaba en el castillo de Heero, pero ahora estoy de regreso en mi propio reino.

- Este lugar deberá ser reconstruido desde sus cimientos – escucho la voz de un joven a quien jamás había visto en mi vida – los vampiros lo destruyeron todo buscando al heredero de nuestro reino sin saber que estaba bajo sus propias narices – entonces se percata de mi presencia – su majestad – me saluda haciendo una inclinación reverente – no sé cómo respetaron el castillo.

- Quizás esperaban que, al mantenerlo en pie, yo viniera a reclamarlo – le digo volviendo a mirar el desolador paisaje fuera del castillo, las ruinas de la misma hacen más desolador el paisaje – pero yo hubiese preferido regresar aquí con mi Heero – suspiro tratando de no llorar, pero es difícil, Heero en muy poco tiempo se volvió en el centro de mi existencia.

- Debería tratar de no pensar en él, ya está muerto – me dice molesto – hay muchos otros que podrían hacerlo mucho más feliz. Además, usted vino aquí para olvidarlo.

- Nadie podría ocupar su lugar en mi corazón – le respondo molesto – y tampoco quiero olvidarlo, en sus brazos fui realmente feliz, aunque haya sido poco tiempo – agrego sin mirarlo – algún día mi alma correrá a encontrarse con la suya y seremos felices por la eternidad.

- ¿Y cómo sabe si su alma se encuentra en el infierno? Después de todo era un vampiro y era nieto de Kein.

- ¡Heero no está en el infierno! – le replico con fiereza volviéndome hacia él – sería nieto de ese maldito, eso no era su culpa, pero era bueno, bien pudo haber sido egoísta y deseado permanecer para siempre a mi lado cuando destruyo la daga con la que venció a Kein, pero prefirió acabar con todos los vampiros.

- Pero usted es un joven guapo, no puede quedarse en el dolor para siempre. Además, debe darle un heredero a ambos reinos – me recuerda y eso me hace caer de rodillas al suelo, ese es el dolor más grande que me ha quedado dentro, el no poder tener aquello hijos con los que tanto soñaba cuando fingía ser mujer y comienzo a llorar de nuevo – no debe dejar que el dolor lo consuma.

- ¡Cállate! – le ordeno llorando todavía – ¿acaso no ves que es demasiado pronto como para que me pidas superar el dolor de perder a la persona que amé? – le grito dolido.

- Pues debe hacerlo pronto, su majestad, o envejecerá sin herederos – me dice fastidiado.

Yo me levanto furioso contra el atrevido, no voy a permitir que me trate así, pero me doy cuenta que todo ha cambiado a mi alrededor, ya no estoy en mi castillo, estoy en Hondonada Perdida, allí donde estaba el libro mágico que era uno de los abuelos de mi Heero, allí, sobre la mesa en la que descansaba el libro mágico, hay cinco largas y afiladas espadas, cada una tiene un emblema en la empuñadura, creo que es la marca de su dueño. La primera de izquierda a derecha tiene un león pero es de color metálico, la segunda tiene un cuervo negro, la tercera tiene un águila castaña apoyada en un risco, la cuarta es un caballo amarillo al que le sale humo por la nariz, y la quinta, un dragón que escupe fuego, por lo visto estas son las espadas del poder que liberaron a los vampiros la primera vez, pero no entiendo por qué han vuelto a este mundo.

- La primera representa el poder de los Yuy – me dice una voz extraña, no sé si es de hombre o de mujer – la que sigue es de los Maxwell, la otra de los Barton, la otra de los Winner y la última de los Chang – termina.

- Eso no explica su aparición – le reclamo.

- Eres tú quien las ha llamado – me dice – de lo más profundo de tu corazón has pedido aquello que te haga recobrar lo que perdiste.

- ¿Ellas pueden traer a mi Heero de regreso? – pregunto asombrado, Heero dijo muchas veces que no había magia que pudiera regresar a los muertos.

- Si, pero debes hacer un sacrificio para traerlo de regreso – continúa – tiene que ser alguien que forme parte o de tu familia o de la suya.

- Pero de mi familia no queda nadie – digo pensativo – y los únicos que quedan de la familia de Heero son los Chang y no puedo sacrificar a sus primos.

- También podrías escoger tu propia muerte e irte con él al otro mundo.

- Eso me parece más factible – digo poniendo mi mano sobre ellas y rozo apenas la espada de los Yuy, de inmediato montones de rayos inundan el lugar alejándome de la mesa y caigo contra una pared, del dolor, cierro los ojos y cuando los vuelvo a abrir me doy cuenta que estoy en mi casita en la capital de Benice, allí donde estuvimos con Heero cuando aparentaba ser mujer, pero él siempre supo que yo no lo era.

Me levanto del suelo y noto que estoy vestido como mujer una vez más, pero no son los mismos vestidos que llevaba antes, estos son muy elegantes, son de seda y brocato, suaves al tacto y de colores brillantes. Camino por la sala en silencio, todo se encuentra muy limpio y ordenado y escucho detrás de la puerta de la que fuera la habitación del lugarteniente de Kein, que era mi amo cuando le conocí y al que mate, las voces de Wufei y Zech.

- ¿Estará bien que dejemos que vuelva a fingir ser mujer? – dice el rubio preocupado – quizás no le haga bien, recuerda que así le conoció.

- Pero no podemos hacer nada por aliviar su dolor – le dice el moreno – él se fue y nadie más puede usar la magia de la luna azul para darle un hijo.

- Deberíamos buscar algo…

Y me alejo de la puerta, no quiero escucharlos hablar de Heero, de sólo pensar en su partida pierdo la cordura. Quizás ellos tengan razón, me estoy volviendo loco poco a poco, no recuerdo como camino de un lado a otro, cómo es que he estado en tres lugares tan distintos sin recordar el viaje.

Salgo de la casa y camino hacia la pileta en la que lavaba la ropa, una vez Heero se me apareció allí pero no pude verlo, pero él cargó la ropa mojada diciendo que era demasiado pesada para mí ¿quién iba a pensar que los reyes hicieran cosas tan sencillas y humildes como esas? Y de todas maneras éramos felices, estábamos juntos, él me abrazaba con ternura pese a que yo no lo podía tocar porque me evitaba diciendo que lo mandaría al otro mundo, pero siempre estaba ansioso que regresara a mi lado.

Me alejo del lugar y regreso lentamente a la casita, quizás debería dejar que los recuerdos se alejaran para siempre de mí, pero no puedo. Pero entre las sombras se oculta alguien, puedo presentirlo, es casi como…

- ¿Heero? – digo asustado.

- Di, no te pongas así – me dice poniéndose ante mí, mis ojos se llenan de lágrimas al verlo, está tan guapo como siempre – no, no quiero que llores – me dice poniendo sus manos sobre mis hombros antes de abrazarme con fuerza y delicadeza hacia su pecho – debes regresar, salir de este mundo.

- ¿Qué dices? – lo miro preocupado abrazándome a él.

- Este es un mundo creado por tu mente y tu corazón adolorido, aún hay magia maligna habitando mi castillo y me quiere arrebatar el último vestigio de felicidad para que mi alma no encuentre la paz – me besa con desesperación – por favor, Di, regresa al mundo de los vivos.

- ¡Quiero vivir contigo! – me aferro más a él.

- Amor mío, regresa a la tierra de los vivos, por favor – me suplica y yo lo miro a los ojos, mi Heero no haría eso ¿verdad? – Di, tú llevas en tu interior la fuerza que necesitas para tener esperanzas en el futuro.

- ¡Sin ti no hay esperanzas para el futuro! – le digo volviendo a ocultar mi rostro en su pecho – déjame quedarme contigo.

- No puedo, Di, no puedo dejar que desperdicies el regalo que nos dio la luna azul esa noche – me dice besándome una vez más – regresa a casa, hay muchos preocupados por ti – me dice acariciándome la mejilla con sus manos.

- ¿Y tú?

- Yo estaré siempre contigo, Di, allí donde me recuerdes estaré en tu corazón.

- Gracias, Heero, te amo – le digo y vuelvo a cerrar los ojos…

Una luz molesta da en mi rostro y al fin abro los ojos, me duelen de tanto llorar, pero creo que lo peor de la tormenta ha pasado ya y puedo respirar más tranquilo, he visto a Heero en mis sueños y me ha pedido seguir adelante, sobrevivir a su partida y soñar con un mañana mejor, pero quisiera saber a qué se refería cuando dijo que no desperdiciara el regalo que nos dio la luna azul esa noche, ¿será acaso que yo…?

- Al fin despierta, majestad – me dice Amishi sonriendo – ha estado encerrada muchos días en la habitación llorando y comenzábamos a asustarnos ¿se siente mejor ya?

Veo que el muchacho sigue pensando que soy mujer, es divertido, pero creo que debo sacarlo de su error, algún día tendrá que enterarse que soy varón pese a las vestiduras que me han puesto.

- Mi mamá dice que esas son las ropas que debe portar una reina hermosa como usted, que el señor… - se calla al ver que va a cometer una impudencia al mencionarlo, respiro hondo, debo aprender a soportar que lo mencione en mi presencia sin ponerme a llorar como la mujercita que creen que soy – bueno, que se ve muy bonita.

- Gracias, Amishi – trato de sonreír.

- Ah, el abuelo me ordenó vigilarla, tiene a mi tío Zech y al tío Wufei castigados uno en cada extremo de la ciudad haciendo guardia – se sonríe poniendo una mano en la nuca en un gesto pensativo – dice que esas cosas no se hacen sin haberse casado primero.

- ¿De qué hablas? – le pregunto intrigado.

- Es que el tío Wufei está embarazado del tío Zech – me dice divertido – igual que usted, claro que lo suyo es más natural que lo de ellos – se ríe – al tío Wufei casi le dio un ataque cuando se dio cuenta, pero se echó al agua solo cuando en medio de una comida se lanzó contra el tío Zech y le comenzó a pegar mientras le decía que era un abusador, que como se atrevía a hacerle eso, que él era un guerrero Chang y como tal debía tener honor, creo que si mis otros tíos no se lo quitan, lo mata.

Y ahora comprendo todo, estoy esperando un hijo de Heero, realmente no estoy sólo, en él podré poner el amor que ya no puedo entregarle a mi esposo, creo que voy a seguir con la farsa que soy mujer, así no tendré que asumir tantas responsabilidades mientras espero a mi hijo.

- Tendré un pequeño Heero – suspiro complacido poniendo mi mano derecha sobre mi vientre donde sé que descansa mi pequeño retoño.

- ¿Y si es niña? Podría ser tan bonita como usted.

- No, será niño y se parecerá a Heero – le replico sonriendo – y ordena que me traigan de comer ¿quieres? Debo atender a la fiera dentro de mis entrañas ¿sabes? Creo que el pequeño Heero tiene hambre.

- Será porque hace más de una semana que casi ni come, señora – se burla él poniéndose de pie.

- Insolente, no seas así con tu soberana – lo regaño medio en serio, medio en broma.

- Lo siento – se disculpa apenado.

- No te sientas mal y pídeme de comer – le sonrío – bromeaba, nada más.

- Es que el abuelo dijo que yo debía respetarla siempre.

- Si, es cierto, sólo debes tener cuidado ¿de acuerdo? – le digo – en especial si hay alguien más en la habitación.

- Sí, señora.

- Bien, estás perdonado, pero ¡tráeme de comer!

Amishi asiente y sale de la habitación mientras yo me siento en mi cama, miro bien la habitación, creo que a mi Heero le habría gustado compartirla conmigo, pero debo de tratar de pensar las cosas en positivo, él no está aquí de cuerpo presente, pero lo llevo en mi corazón, así que no debo llorar su ausencia, si necesito amor, nuestro hijo llenará los espacios que ahora están vacíos, le daré todo mi amor y será un niño feliz.

Han pasado varios meses desde que los vampiros desaparecieron en definitiva de la faz de este mundo, la magia de los clanes de ambos reinos ha sido puesta a dormir por decisión de todos y oculta en Hondonada Perdida con el último conjuro de la magia de los Maxwell y como soy el último, ya nadie podrá romperlo. Por cierto, me he puesto como un barril, mi hijo ha crecido mucho y creo que está listo para ver este mundo, claro que me habría gustado que Heero estuviera a mi lado cuando este naciera, pero ni modo.

Ah, Wufei y Zech se casaron hace unos meses, pero el moreno aún no le perdona a Zech el haber hecho el papel de mujer y cada vez que se acuerda duerme en el castillo y Zech en su casa. El hijo de Wufei ya nació, se adelantó a su primo unos días, es muy lindo, tiene unos lindos ojos celestes, pero el resto es completamente Chang, cosa que no pareció hacerle mucha gracia a Zech porque quería un hijo rubio, pero el abuelo le dijo que debía ser porque la sangre de su clan era más fuerte.

Espero la llegada de mi hijo sentado en mi habitación, el pequeño me cansa demasiado, pero no me importa. Pero ha sido cómodo el vestir ropas de mujer y descansar casi todo el día, claro que siempre hay cosas por hacer, nuevas leyes y tratados, en especial porque no suelo ir a Meridian, fui una sola vez y resultó ser exactamente como la vi en mis pesadillas, incluso allí había un joven que ambicionaba mi amor, pero no por mí, sino porque quería ser el rey, si con Kein ya había tenido suficiente, así que le dije amablemente que no puesto que estaba embarazada de mi difunto esposo, ello lo desanimó por completo y no he tenido más problemas.

Me duele el vientre, quisiera que Heero estuviera aquí para ayudarme, pero sólo está su dulce recuerdo, ya no me duele traerlo una y otra vez a mi presencia, es tan grato pensar que su alma está pegada a la mía y saber que aún me ama, muchos dirán que estoy loco por seguir soñando con quien está muerto, pero no me importa, lo amo y punto.

Siento una fuerte presión sobre el vientre, hace días que siento que el pequeño trata de salir, sin embargo, las sensaciones se detienen luego de un rato, pero esta vez no es igual, se hacen cada vez más continuas, más dolorosas, siento que algo dentro de mí se rompe y emito un gemido de dolor que pone alerta a todos a mi alrededor, veo que varias mujeres entran en mi cuarto y el dolor me quita la conciencia, sólo me queda sentir cómo mi pequeño nace…

Abro los ojos una vez más, mi pequeño hijo duerme tranquilamente sobre mi pecho, supongo que ahora si parezco mujer porque ha crecido un poco, supongo que para poder alimentarlo. Lo vi cuando nació, pero estaba tan cansado que no lo miré bien, sólo estaba feliz que hubiese nacido sanito, pero ahora puedo mirarlo a mi antojo. Es muy hermoso, pero como está dormido no puedo verlo bien y si soñar con despertarlo, si cuando nació todo el mundo se enteró de su presencia, tiene unos pulmones. Sonrió con ternura acariciando su sonrosada mejilla, no importa a quién se parezca en definitiva, lo único que importa es que es mi hijo y de Heero, aunque este no esté aquí para compartir esta alegría.

Un ligero golpe en la puerta distrae mi atención y escucho la voz de abuelo pidiéndome autorización para entrar, será la primera visita que recibamos.

- Adelante – le digo tratando de acomodarme sin despertar al bebé.

- Buenos días, señora – me sonríe mientras se sienta junto a la cama.

Es cierto, estuve toda la noche ocupado trayendo al mundo a este pequeño, tanto que ni cuenta me di del tiempo que pasó. Además, quedé sumamente cansado como para intentar siquiera quedarme despierto.

- Yo quería felicitarla en nombre del clan Chang, estamos muy felices que haya encontrado un motivo para vivir y le diera un heredero al reino – me sonríe una vez más – además, quería comunicarle que la magia del clan Yuy se ha vuelto a activar sobre el castillo.

- ¿Cómo puede ser eso?

- Bueno, no estoy muy seguro, pero según creo, antiguamente los herederos de los clanes principales debían nacer en este castillo, así que supongo que al nacer su hijo, este ha despertado para protegerlo, sin embargo, ha sido alguien con sangre Yuy quien lo ha llamado.

- ¿No sería el tremendo grito que dio este bárbaro al nacer?

- Quizás, pero es demasiado pequeño como para tener el poder suficiente como para invocar tan poderosa magia.

- Pero no hay nadie que tenga la magia Yuy, el padre de Heero no tenía hermanos y él tampoco los tenía, a no ser que la bruja tuviera descendientes, porque no creo que hayan sido ni Wufei ni Zech.

- Ellos no pudieron hacerlo, su magia fue sellada cuando pusimos a dormir la magia de los Chang – dijo pensativo – y si ella hubiese tenido hijos, eran vampiros y desaparecieron cuando su majestad venció a Kein.

- Quizás la magia del castillo sabía que nacería un nuevo Yuy y como ninguno de los que estábamos la podíamos usar, se quedó esperando a que este naciera – le dije pensativo – Heero me contó que las voces del silencio saben cosas que nosotros quizás no, o de las que nos enteraremos más tarde.

- Las voces del silencio, me había olvidado de los guardianes de los secretos del castillo – dice el abuelo pensativo – aún así, es la magia de la luna azul la que provoca este efecto.

- Mi niño fue concebido esa noche ¿recuerda? Quizás por eso tiene el poder para despertar la protección del castillo.

- Quizás – suspira – tendremos que averiguar la causa, de todas maneras no creo que sea de ninguna manera peligrosa, seguimos emparentados con el niño y la magia del castillo incluirá a todos los menores.

- Es bueno saber que Heero sigue protegiéndonos aunque ya no esté con nosotros – acarició a mi hijito y veo que ha despertado – vaya, que lindos ojos tienes, amorcito, se parecen a los de tu papá – le sonrío – ojalá sigan así cuando crezcas y te parezcas mucho a él.

- Bueno, su majestad, la dejo para que lo alimente antes que comience a gritar – se pone de pie – y descanse, en unos días va a tener muchas cosas que hacer para su presentación.

Veo como el abuelo sale de mi habitación y me descubro el pecho para ponérselo al glotón este, no me importa mucho que sea pequeño, crecerá muy pronto y me llenará de alegrías.

A los cinco días de nacido tuve que presentarlo, aún me duelen las caderas al caminar, pero el dolor es soportable. Me puse uno de los vestidos que la mamá de Amishi confeccionó para mí y me he mirado en el espejo, realmente parezco mujer, tengo pechos de mujer y por culpa del embarazo tengo un poco más anchas mis caderas, así que tengo verdaderas curvas y no las que me daban antes los vestidos y el relleno.

En la presentación de Hirochi, no le quise dar el nombre de su padre porque he notado que es una mezcla de los dos y me duele cada vez que alguien pronuncia su nombre, estuvieron todos e incluso apareció un descendiente del clan Oz que había salido del reino y se había ido a los reinos de nieve que son los únicos lugares que no atacaron los vampiros, después de todo la nieve es agua aunque en otro estado. El muchacho, dudo que sea mayor que yo, lleva el apellido Kusrenada y está casado con una chica de apellido Winner, lo que significa que aún quedan descendientes de esos clanes.

- ¿Nos contarían como es que sus familias se salvaron?

- El antepasado que salió de este reino – me dice él – estaba casado con una joven de Meridian, tenían cuatro hijos y uno de ellos mantenía negocios con las regiones del norte, cuando vino el ataque de los vampiros y el clan fue destruido, él estaba allá así que permaneció en esas tierras a la espera que la profecía se cumpliera y entregarle nuevamente su lealtad al rey. Él se casó allá y tuvo varios hijos con los que comenzó a reconstruir su clan, yo tengo cuatro hermanos más, todos menores que yo, pero también tengo muchos otros primos, creo que somos alrededor de cien, pero somos la única familia que conserva el apellido.

- Su clan fue exterminado por completo de estas tierras por defender a Dúo Maxwell en el pasado, pero si quieren volver a habitar nuestro reino pueden volver cuando gustes y reconstruir su condado – les digo.

- Bueno, yo soy descendiente de los Winner – me sonríe su mujer – mi antepasado no estaba de acuerdo con su madre que entregaran al heredero de los Yuy a los vampiros, especialmente porque este era menor que él y era la única esperanza que tenían de librarse de los vampiros, pero no pudo hacer nada y se fue hacia el norte. Él era un Winner porque su padre murió antes que naciera y no había muchos varones en la familia. En el norte se caso y tuvo 15 hijos e hijas, nosotros somos un clan muy numeroso y hemos venido a pedir perdón por lo que hicieron nuestros antepasados.

- Tal vez esos eran los Winner que debían ayudar a Heero y fortalecer su magia – suspiro recordando lo que me contó Heero de su familia – bueno, eso ya quedó atrás y te digo lo mismo que a tu esposo, son libres de volver a este reino cuando gusten, Maronia estará feliz de recibirlos.

- Gracias, su majestad – sonríen ambos y se acercan a mi hijo – será un chico muy guapo cuando crezca – cada uno le da un beso y se retiran.

Pero lo que más llama mi atención es el movimiento de los pendones por las paredes, casi todos se agitan con la brisa que se cuela por los altos ventanales, con excepción del de los Yuy, este está tieso, como si estuviera clavado a la pared, pero sé que no es así, quizás sea la magia del castillo, pero es extraño.

Wufei y Zech vienen hacia mí con el rubio cargando a su pequeño hijo, se nota que lo adora por la forma en que lo mira, desde luego, Wufei lo mira atentamente como temiendo que lo vaya a dejar caer o se le resbale.

- ¿Cómo está el pequeño sobrino? – les sonrío.

- Este enano no deja dormir – se queja Zech – se despierta a cada rato y sólo quiere comer, es un acaparador.

- No deberías quejarte – le dijo el moreno quitándole al niño al fin – tú quisiste tener un hijo, así que ahora te aguantas hasta que crezca y duerma la noche de corrido. Además, más he sufrido yo con el embarazo y su nacimiento que tú, así que no quiero escucharte más.

- Si, lo sé, pero ya no tienes tiempo para mí.

- Debiste pensarlo antes de embarazarme – le responde – el niño es una criatura indefensa que me necesita más que tú.

- Es un guerrero Chang, no es tan indefenso – le recuerda.

- Es un Chang, de acuerdo, pero es demasiado pequeño para ser guerrero, así que no insistas, no tendrás nada más hasta que él se pueda valer por sí mismo.

- Diantre, Wufei, me vas a castigar por un año – le reclama.

- Y alégrate que no es más – le contesta enojado.

Estos dos se aman y se odian, desde que los conozco que están peleando, pero bien sé que esa noche que pelearon por última vez con los vampiros y el rubio salió herido el moreno se puso como fiera a protegerlo y que, mientras lo estaba curando este se aprovecho del pánico y lo hicieron. En fin, sé que se aman, es cosa de no hacer caso de sus peleas.

Es acaso un poco extraño lo que ocurre a nuestro alrededor, todos están felices con el pequeño heredero que no ha abierto sus ojos pese a todo el ruido a su alrededor, creo que a mi hijo no le gustan las visitas o quizás está demasiado cansado, no lo sé, pero durante la mañana hizo mucho escándalo para hacer notar que estaba despierto mientras se preparaba la fiesta en torno a él, pero ahora duerme tranquilamente en su cunita al lado del trono que debió ocupar… su padre.

No puedo evitarlo, las lágrimas acuden a mis ojos sin que pueda evitarlo, recordar a Heero aún es doloroso para mí, siempre soñé compartir este momento con él, desde el momento en que descubriéramos mi embarazo hasta el final de mismo, su nacimiento, su presentación, sus primeros dientes, sus travesuras sus primeros pasos, pero él ni está a mi lado.

- ¿Quién dice? – me susurra su voz al oído – no, no hables, ellos no escuchan las voces del silencio, solo la familia real ya sea por lazos de sangre o por matrimonio son capaces de sentirlas.

Las lágrimas se secan en mis ojos y limpio mi cara de las anteriores, Heero está con nosotros pese a todo.

- Te amo, y tú pediste un deseo antes que me fuera que me mantendrá a tu lado hasta que mueras – puedo sentir que una mano acaricia mi mejilla – así que deberé cumplir me sentencia.

Estoy contento, mi hijo ha crecido bastante en los últimos meses, aunque debo admitir que han ocurrido cosas raras a nuestro alrededor, las voces del silencio me dicen que hay que tener cuidado, que hay algo que impide que el maleficio de los vampiros sea roto por completo, pero no me he preocupado demasiado, en realidad mi hijo es demasiado inquieto y desde que dio sus primeros pasos se las ha ingeniado para moverse dentro del castillo sin tener un accidente, creo que es la magia de los Yuy que lo protege, pero es muy agotador andarlo persiguiendo por todos lados como si no tuviera otra cosa que hacer que vigilar sus pasos.

- Debes dejar que yo lo vigile, él me conoce aunque no sepa que soy su padre – me susurra Heero de entre las sombras – el chico debió sacar tu carácter, corazón mío.

- ¿Mi carácter? – le digo incrédula y ofendida.

- Yo no era así, de haberlo sido me habría metido en miles de problemas por el hecho de ser un Yuy, él es demasiado confiado, es como tú, sólo el envase se parece a mí.

- Que malo eres – le reclamo – muy bien, hazte cargo de tu hijo, pero si le pasa algo voy a buscar la manera de… - le advierto.

- No tienes magia – se ríe de mí – pero no le pasará nada malo, es mi hijo ¿recuerdas? Además, no deberías ser tan aprensiva, la magia del castillo lo protege desde el momento en que fue engendrado.

- Tú no lo llevaste dentro nueve meses – le recuerdo – y nadie me va a quitar eso – agrego – es mi hijo.

- ¿Sabes, Di? A veces pienso que no quieres compartirlo con nadie, ni siquiera conmigo – y su esencia se pierde en el aire, creo que acabo de ofender profundamente a mi esposo.

- La maldición del anillo aún no está rota – me dice una voz en el silencio, creo que es el mismo castillo el que hace la advertencia – intenta separar a aquellos que deben juntarse para poder regenerarse por completo – agrega.

- ¿Qué quieres decir con eso? – pregunto pero la respuesta no me llega, el castillo ha corrido a socorrer a mi hijo que de seguro una vez más está metido en problema.

Mi hijo acaba de celebrar su primer cumpleaños y ha dejado literalmente la crema en el comedor principal, claro, los Chang se han divertido mucho viendo al pequeño príncipe haciendo barbaridades para tomar antes que se lo den un trozo de pastel, tanto así que, al elevarla por el aire su magia no fue capaz de sostenerlo el tiempo suficiente y cayó sobre su propia cabeza haciendo que él llorara a mares dando fuertes gritos que hicieron temblar al castillo. Heero se vio obligado a tratar de calmarlo susurrando algo a su oído que no alcancé a comprender y el castillo se tranquilizó.

- Creo que en él quedan los restos de la magia malvada del anillo – me dijo Heero poniendo su rostro en mi hombro – es extraño que tenga tanto poder siendo tan pequeño ¿no crees?

Varias veces había pensado en lo mismo, Hiroshi es más poderoso que la magia de todos los Chang juntos y ellos ya no tienen su magia, ella dormirá eternamente en Hondonada Perdida. Claro, Heero pudo traspasarle los poderes de los clanes sin querer ante de morir, pero, al aparecer sus legítimos dueños, estos regresaron con ellos, como paso con la magia de los Winner y de los Barton, que ahora no hay nadie con ese apellido ya que son descendientes de la hermana mayor de Trowa Barton, la que fue sellada por mí junto con la de los Chang.

- Mientras mi alma vague por este mundo, él no debiera tener el poder de los Yuy, sin embargo existe una posibilidad… – me dice rodeando mi cintura, puedo sentirlo perfectamente alterando mis sentidos en esa posición, por supuesto, él es más alto que yo y siento algo duro que se aprieta por detrás.

- ¿De qué? – le digo sintiendo como sus manos recorren el talle del vestido – no hagas eso, me estás alterando – le reclamo en voz baja.

- Es que de un tiempo a esta parte he venido sintiendo que mi cuerpo se fortalece, como que quiere materializarse para hacerte ciertas cosas que no hacemos hace mucho ¿sabes?

- No se puede revivir a un muerto.

- Mi abuelo lo hizo ¿recuerdas? Solo necesitamos el conjuro que me permita volver a tener una forma física.

- ¿No será que no eres mi Heero? Él no haría ese tipo de cosas.

- Ah, Di – se sonríe contra mi oreja – yo puedo decirte cosas que nadie sabe de ti, como por ejemplo que tienes un pequeño lunarcito en forma de diamante en cierta parte de tu anatomía, que por cierto veo más sensual cada día, o los sonidos que emites al hacer el amor, o como te gusta colocarte para que te tome.

- No sigas – le reclamo totalmente rojo, sólo Heero puede saber esas cosas porque ha sido el único con el que he estado – ya entendí.

Miro nuevamente a mi hijo que permite que Amishi lo limpie mientras le dice que no se preocupe, que hay otro pastel, que sólo espere a que lo sirvan y podrá comerlo, cosa que tranquiliza bastante a Hiroshi que parece haberse calmado. Sé que el muchacho lo quiere mucho, es agradable con él, pero a veces noto algo extraño en su mirada, en especial cuando mis ojos se cruzan con los suyos, él se sonroja violentamente y se aleja.

- Creo que el abuelo cometió un error al ponerlo como tu guardián – me dice Heero sin ningún tipo de inflexión en la voz – me temo que está medio enamorado de ti.

- Oh, vamos, es bastante menor que yo…

- Recuerda que yo tenía literalmente siglos de diferencia contigo – me recuerda – y Amishi suele llamarte "Mi señora bonita" y enfurecerse sobremanera cuando alguien menciona que deberías casarte otra vez o si dicen que te vez más hermosa cada día – me suelta de repente.

Yo no lo había pensado así, claro, había notado que Amishi era un poco posesivo conmigo, pero lo achaqué a que se estaba tomando demasiado en serio su papel de guardián a nombre del clan Chang, en cambio si lo veo desde el punto que me señaló Heero, puede que sea cierto, o sea, cada vez que lo descubro mirándome fijamente se pone rojo como manzana, siempre susurra algo así como "que hermosa se ve" o suspira disimuladamente, por eso también cuida tanto a Hirochi, quisiera que fuera su hijo...

Un fuerte viento interrumpe mi meditación al azotar las ventanas y trata de arrebatar a mi hijo que se ve elevado en el aire por el mismo, pero algo obliga al viento a soltarlo y lo deja caer en mis brazos.

- ¡No puedo permitir que ataque a los Yuy! – grita el castillo furioso con voz potente que todos escuchan perfectamente – ¡espera, anillo desgraciado, que mi señor regrese a este mundo por completo, así sabrás que no te debes meter con mis dueños! – dice violentamente cerrando puertas y ventanas, pero lo que haya sido que atacó a mi hijo ya se había ido.

Amishi está temblando, no sé por qué, pero, al parecer, las palabras del castillo lo has alterado notablemente, sus esperanzas, si es que realmente está enamorado de mí, han sido rotas de un plumazo por la advertencia del regreso de Heero. Sólo me queda una duda ¿cómo es que va a regresar?

Continuará...

Está bien pensé que iba a ser corto, pero se me ha ido estirando poco a poco, no creo que en realidad les importe mucho ¿verdad? En fin, creo que ha valido la pena y que dejo todo listo para un verdadero final feliz.

Por cierto, quise hacer un final alternativo que no lo fuera, pero no puedo ¿quién soporta ver las lágrimas de Dúo? Al menos yo no, no me gusta verlo sufrir, así que será feliz sí o sí. Claro que si alguien no lo quiere... ¡No siga leyendo! (es broma), aunque no esperen algo así, porque vaya que me costó no alterar las primeras líneas de este capítulo para que Dúo pensara que había esperanzas, pero creo que haber dejado la duda hasta el final.

Esperen el pronto regreso de Heero a la Tierra de los vivos y el final definitivo, quizás los termine por subir los tres juntos (sí, tal como hice con los anteriores) o por separado, ya veré.

Los quiere mucho.

Shio Chang y Wing Zero (hicimos un pacto para arreglar las diferencias)