Advertencia: no digo más que los personajes no son míos, de tanto moverlos de un lado a otro ya me los he apropiado y los siento míos, en especial a Heero y a Dúo, los adoro.
En general, no iba a hacer un final así, o sea, las cosas iban a solucionarse al destruir a Kein, pero me iban a quedar muchas cosas por decir y me decidí a hacer un final un poco salido de la línea central.
Sí, sé que hay personas que me quieren matar (al menos una lo dijo abiertamente), pero es que he estado leyendo sobre la mejor manera de crear una historia interesante y creo que lo conseguí, al menos en parte. Pero ya verán que esperar un poco más valdrá la pena.
Bueno, este podría ser el final (les hago la advertencia porque si encuentro que está muy largo lo voy a cortar, aunque va a depender sólo que no tenga más de 20 hojas) espero que les guste.
La desaparición del anillo malditoDesde que regresé a este mundo, cuando mi hijo me llamó del otro mundo con un grito que estremeció las paredes del castillo y rompió el encierro en el que estaba confinado, he notado cosas extrañas alrededor de Di. Sé que es varón, pero se ve muy bien con aquellos hermosos vestidos y sus pequeños pechos se me han vuelto una divina tentación. No es que no me gustara su figura masculina, pero tener las dos cosas en una me hace soñar con pasar una noche loca entre sus brazos.
Camino por el castillo siguiendo a mi hijo, es demasiado inquieto y a ratos noto el aura malvada de Kein en su sombra, el castillo me ha dicho que el viento que trató de arrebatarlo aquella tarde de su cumpleaños es alguien con la magia negra suficiente para ocupar su sangre para revivir al anillo ya que la daga no cumplió cabalmente lo que le pidieron. También me dijo que entre mi hijo y yo debemos encontrar la forma de convocar el poder de la luna azul.
Tomo a mi hijo de la mano y lo llevo hacia el salón del trono, allí está Di vigilada atentamente por Amishi, creo que el muchacho no está muy convencido de las palabras del castillo y no quiere dejarla. Y vuelvo a pensar en él como si fuera mujer, creo que es un poco confuso, lo voy a dejar así, se ve muy guapa.
- ¡Mami! – le dice Hirochi y se sube en su regazo mientras yo me siento en mi sitio acariciando el brazo de Di que sonríe tranquila – torre blanca y luna azul – le dice.
- Parece que estuvo escuchando conversaciones ajenas – le digo divertido, de un tiempo a esta parte ha comenzado a hablar, algunas palabras realmente inconexas pero con otras es bastante claro – el castillo me ha entregado nueva información sobre la manera en que puedo regresar a este mundo por completo – le aclaro – y él recuerda eso.
- ¿Qué tienen que ver una con la otra? – se vuelve hacia mí aunque no me pueda ver, sé que siente mi presencia claramente tal como lo hizo en el pasado cuando yo rondaba a su alrededor buscando el poder necesario para destruir a Kein y sus parásitos.
- Dile a Amishi que llame al abuelo, quizás él nos pueda ayudar a entender – le digo acariciando su mejilla. Se nota que Amishi no es feliz al escuchar la orden de Di, pero sale del salón sin decir nada – aún está enamorado de ti.
- ¿No serán sus celos los que están alimentando al anillo? – me pregunta y la miro sorprendido, es cierto, dos veces en el pasado el anillo se ha alimentado de los celos de su portador hasta convertirlo en un monstruo, pero Amishi ama a Hiroshi, no le haría daño.
- Quizás – le digo – pero el castillo me ha dicho que hay magia negra muy poderosa tratando de usar a mi hijo como sacrificio para rehacer el anillo y él es un Chang, un dragón de magia blanca.
- ¿Por qué su sangre? – me dice espantada abrazando al niño que se queja por el apretón.
- Bueno, la primera vez que fue despertado fue a causa de un Yuy y por un Maxwell, la segunda fue a causa de un Yuy también, pero para destruir un Maxwell, ahora será a la inversa, solo que ambas sangres deben ir mezcladas y ¿quién mejor que nuestro niño? – acaricio la cabeza de nuestro hijo que se desespera por bajarse al no entender de lo que hablo – quédate tranquilo, Hiroshi – lo regaño.
- ¡Bájame!
- No sea insolente con tu madre – le digo muy serio – eso no es bueno.
- ¿Mami, bajas Hiroshi? – dice ahora en otro tono, creo que el mocoso es demasiado listo para su propio bien.
- Pero te quedas cerca ¿de acuerdo? – le dice Di soltándolo al fin y el niño se sienta a sus pies a jugar con un muñeco que encontró hace un rato...
- ¿Me dejas verlo? – le digo agachándome a mirarlo y él me lo entrega sin discutir, el niño quizás sepa quien soy en realidad. Tomo el muñequito y este me hiere ¿cómo puede hacerlo si no soy más que un fantasma? – Hiroshi, ¿quién te dio esto? – le pregunto preocupado, sólo cierta clase de magia es capaz de atacar la magia de los Yuy y dejarme sin protección.
- Amishi – me dice y me preocupo más, no puede ser que él esté tratando de destruirme para quedarse con Di, él es un Chang, un guerrero altamente entrenado y leal a sus reyes, con un honor a toda prueba ¿o no? Ahora recuerdo que Wufei dijo que no todos los de la aldea eran Chang, pero el abuelo no se lo habría puesto de custodio a Di si no confiara en él.
- ¿Qué pasa, Heero?
- Ese muñeco tiene mucha magia negra que ataca con mucha fuerza la magia blanca que me tiene en este mundo – le respondo mirando mejor al muñeco, tiene alrededor de su cuello una argolla de oro que en las manos de mi hijo se torna rojiza – ¡Hiroshi! – digo espantado al ver que el niño se comienza a poner blanco – ¡Di, arroja el muñeco por la ventana! – tomo a nuestro hijo y lo alejo del muñeco, pero parece que este nos persigue – Di, hazlo, que yo no puedo tocarlo – vuelvo a insistir y ella lo lanza lejos cayendo en el agua y Hiroshi comienza a llorar asustado – tranquilo, ya paso – trato de tranquilizarlo y tomo su manito, tiene un pequeño piquete en un dedo – ay, amorcito.
- ¿Están bien? – dice Di agachándose a nuestro lado acariciando el rostro de nuestro hijo y este se apoya en su pecho llorando con fuerza – mi amorcito – le dice abrazándolo.
- Me pregunto si Amishi se habrá dado cuenta de lo que está haciendo en su afán de evitar mi regreso – le digo poniéndome de pie molesto – no le puedo decir al abuelo que lo retire de tu guardia, aquello avivaría más el odio que me tiene, pero no puedo seguir dejando que tenga acceso a nuestro hijo y le entregue el anillo para que, con su sangre, este vuelva a unirse.
- ¿Qué dices? – grita escandalizada y horrorizada.
- Ese muñeco llevaba al cuello una parte del anillo – le informo.
- No puede ser, Amishi no le haría daño jamás a mi niño.
- No quiere dañarlo a él, Di, quiere evitar mi regreso – le recuerdo – quizás no sepa que Hiroshi tiene que morir para que el anillo complete su despertar – me paseo por el salón – y tampoco sabe a lo que se enfrenta, el primer Maxwell que despertó al anillo se volvió un monstruo por dentro que no podía controlar sus emociones, Kein se volvió lo que era tanto por dentro como por fuera, no quiero ni pensar en lo que podría pasarle a él.
- Pero no puede ser, Wufei siempre dice que los guerreros Chang son guerreros de honor, que primero pierden la vida antes que traicionar a sus soberanos.
- Pero cuando estábamos en su pueblo también nos dijo que allí no todos eran Chang ¿recuerdas?
- Si, pero Amishi lleva el apellido de los Chang.
- Mis tías eran Winner e igual me vendieron a los vampiros – le digo – no quiero creer que él sea capaz de hacer algo así, quizás alguien lo está utilizando, haciéndolo creer que con esto se quedará contigo.
- Quizás debiera decirle que no soy lo que piensa.
- ¿No sabe que no eres mujer?
- Él, como muchos otros que no estuvieron en la batalla contra los vampiros, no saben lo que soy – me dice sonrojada – y todo se vio confirmado para ellos cuando descubrí mi embarazo.
No sé que iba a replicarle cuando el abuelo nos interrumpió diciendo que estaba a sus órdenes, así que volví a sentarme en el trono junto a Di que se sentó con Hirochi en su regazo, él estaba más tranquilo, pero seguía llorando.
- ¿Qué le pasó a su alteza? – dice el abuelo preocupado y Di me mira de reojo.
- Cuéntale – le digo acariciando el cabello del niño que comienza a dormirse.
- Amishi le regaló un muñeco – le dice pero se nota que no quiere meterlo en problemas – pero este tenía algo que hirió al niño, no debe haberse dado cuenta – agrega mirándome.
- ¡NO ES CIERTO! – grita el castillo molesto – ¡ESA COSA TENÍA MAGIA NEGRA!
- Es castillo le hablará al abuelo de los Chang cuando se trate de impartir justicia – le digo pensativo – es el juez principal de este reino.
- ¿Es verdad lo que dice el castillo, Majestad?
- Bueno, creo que si – suspira al fin – Heero le pidió el muñeco a Hiroshi y este se lo pasó pero Heero no pudo tomarlo, lo dañó y cuando el niño volvió a tomarlo, se puso pálido y lo lancé lejos, entonces Heero descubrió que había sido herido levemente, pero le sacaron sangre.
- Pero ¿para qué?
- Para reconstruir el anillo maldito – dice al fin – estaba en torno al cuello del muñeco, a mí no me dañó porque ya no tengo magia – suspira – quizás Amishi ni sepa lo que hizo – lo defiende.
- Creo que voy a tener que sacarlo de su guardia.
- No – le digo usando mi magia para que me escuche igual que al castillo – ello alimentará el odio que me tiene y le dará fuerzas a la magia negra para volver a la carga, lo mejor es que busquen el muñeco y lo echen en un frasco cerrado con agua.
- ¿Señor Yuy? – dice asombrado de escucharme.
- Soy parte de las sombras del castillo, pero puedo regresar a este mundo con la ayuda de la magia de mi hijo.
- Se hará como dice – asiente y está para retirarse, pero lo detengo.
- Abuelo, el castillo me ha dicho cosas, como sabe, mi comunicación es directa con él, pero habló de la torre blanca y la luna azul.
- La luna azul aparece una vez cada cinco años y faltan tres años para aquello – me recuerda.
- Lo sé, pero dice que desde la torre blanca se puede invocar el verdadero poder de los Yuy.
- Nunca había oído hablar de ese lugar, majestad – me dice sorprendido y le creo, tampoco el castillo sabe donde queda ese lugar – quizás debamos preguntar a los otros clanes, cada uno era guardián de algo en especial.
- Gracias, abuelo – le dice Di – y no castigue a Amishi, es muy joven y de seguro alguien lo está engañando para que haga cosas que desconoce.
- Muy bien, señora, pero investigaré qué le ha pasado.
Pero aquel incidente trajo consecuencias, Hiroshi ya no acepta cosas de Amishi, le tiene miedo y se aferra a mí cada vez que él viene hacia nosotros, cosa que le ha dolido mucho a muchacho, por muchas disculpas que le ha pedido mi hijo no parece ceder y ha cambiado de compañero de juegos, claro, el pequeño Fai – Fei Chang es mejor para él ya que tienen casi la misma edad. Sólo me pregunto como es que Zech dejó que fuera el apellido de Wufei cuando él es el seme y no el dragón.
Fai es tan intranquilo como mi hijo, vaya que me sacan canas verdes entre los dos, si a uno se le ocurre una gran travesura, al otro se le ocurre otra mayor y complementaria con lo que debo perseguirlos para todos lados cuidando que no resulten heridos y tratando de arreglarlo todo. Por supuesto, Di lo ha castigado en dos ocasiones, pero los castigos no parecen afectarlo, a ratos se vuelve malvado y es en ese momento cuando más me preocupo, no quiero creer que el mal de ese anillo haya entrado en su sangre.
Por lo menos en este momento duerme la siesta y puedo estar un rato junto a Di en nuestra habitación a quien abrazo, ella está muy triste y aquello no me gusta, trato de consolarla, pero ella comienza a llorar amargamente.
- ¿Qué ha pasado, vida mía? – le doy un beso y ella se abraza a mí tomándome por sorpresa, jamás había podido hacerlo.
- El abuelo me ha dicho que encontraron el muñeco pero que el anillo no estaba, Amishi lo tiene y no quiere entregarlo, dice que con él podrá tenerme para siempre a su lado una vez que se repare por completo – suspira – eso significa que ha estado obrando adrede contra mi hijo, por lo que abuelo quiere exiliarlo, pero yo le dije que no, que lo haría más fuerte – y comienza a llorar – Amishi fue siempre tan simpático y dulce conmigo, no puede ser que haya cambiado tanto.
- Quizás él encontró el anillo después de la batalla – acaricio su espalda delicadamente – y pensó en dártelo como consuelo por mi partida y desde entonces se ha estado alimentando de sus sentimientos, aprovechando su juventud para confundirlo y hacerlo verme como un enemigo.
- Pero pensé que él te admiraba.
- Quizás aun lo hace y por ello el anillo me ha convertido a sus ojos en su peor rival, sabe que contra mí no podrá conquistarte porque tú me amas y tienes un hijo mío, no razona que, aunque llegue a quitarme del camino, no podrías amarlo, está intentando reiniciar lo que Kein dejó inconcluso.
- No entiendo nada.
- Bueno, mientras estuve en el otro mundo me contaron algunas cosas. El Maxwell que despertó por primera vez al anillo amaba a un Yuy, pero era demasiado tímido para acercársele y el anillo le prometió la fuerza para conquistarlo sin que este supiera que el objeto de sus deseos también quería acercarse a él. El joven Maxwell le envió una invitación a una fiesta y este tomó la oportunidad a dos manos, se conocieron y se enamoraron profundamente, pero era un joven apetecido y comenzaron a aparecer los celos, muchos sin ningún fundamento, que eran acrecentados por el poder del anillo. Pero el Yuy lo amaba y perdonaba todo por amor, hasta aquel día fatal en que lo dejó medio muerto. Alguien lo ayudó a huir y encontró alguien que lo ayudó a sanar tanto las heridas físicas como espirituales, pero aquello llegó a oídos del ahora rey Maxwell y su odio alimentó mucho al anillo y este reventó convirtiendo a todos los que estuvieran involucrados con ambas familias en vampiros. Yuy quiso detener la masacre y volvió a su lado consiguiendo aplacarlo por un tiempo, pero no olvidaba a su familia, quería regresar con sus hijos al lugar en que había sido verdaderamente feliz y susurró al viento el nombre de su pareja, ello terminó por sellar su destino y los dos se convirtieron en las espadas del poder que al romperse dos siglos más tarde, liberaron por un tiempo muy corto a todos.
- ¿Y que hay del famoso anillo? – me dice más calmada.
- Mis ancestros no sabían de su existencia ya que su guardián era la familia Darlean y el único que sabía de su existencia era Dermail Maxwell, quien no confiaba en ninguno de sus sobrinos. Por supuesto, Beruk Darlean no sabía que era lo que custodiaba hasta mucho tiempo después, cuando este le dijo a Relena que si quería recuperar su inmortalidad debería traerle a quien quisiera conquistar a un Yuy. Ella, ambiciosa y egoísta, le llevó a Kein y despertaron el poder de los vampiros iniciando una nueva guerra, ahora peor a la anterior porque el anillo sabía que su portador jamás sería correspondido, por lo que su fuerza sería infinita – suspiro enredando mis dedos en la larga cabellera de Di, como quisiera tener mi cuerpo para hacer con ella el amor una vez más.
- Y ¿por qué habrá elegido a Amishi?
- Quizás por el mismo motivo que eligió a Kein, es un amor imposible de concretar, en especial porque sabe que si él consigue su cometido menos lo querrás y volveremos al principio, o quizás peor porque sabe que los poderes de los Chang han sido sellados en Hondonada Perdida y no podrán protegerte.
- O sea que fue un error darnos por ganadores sin cerciorarnos primero.
- No, amor, no sabíamos que aquella daga debía cumplir tu deseo también – le beso la frente mientras mis manos se deslizan por su suave espalda – mi padre me dijo que sólo cumpliría un deseo y lo pedí, pero ella alcanzó a escuchar tus palabras antes de desaparecer y, como mi magia aún estaba presente, decidió hacerte feliz, pero ello le dio la posibilidad al anillo de regresar.
- ¿Y qué podemos hacer ahora? No podemos matar a Amishi ¿verdad?
- No, pero debemos buscar la torre blanca de la que tanto habla el castillo, quizás allí esté la solución que necesitamos para evitar que los vampiros vuelvan a dañar este mundo.
- Cómo quisiera que tuvieras tu cuerpo para que me hicieras tuyo otra vez – suspira y se acerca más a mí con lo que siento su excitación latiendo con fuerza sobre mi muslo – pero podrías darme un poquito de placer ¿no?
Miro a Di que tiene los ojos cerrados mientras lleva mi mano a aquella parte de su anatomía necesitada de atención sin que yo me resista, no puedo evitarlo, yo también deseo volver a estar con ella, siento que mi cuerpo responde a su calor y me dejo llevar por sus impulsos, acaricio lentamente esa parte y con la otra mano comienzo a soltar el vestido, quiero ver sus pechos, sentir su sabor. Uno a uno los botones ceden a mis ansias y separo la ropa, comienzo a darle besos en el pecho cuando escucho un chillido que remece las paredes del castillo que se pone en guardia obligándome a desaparecer del lado de Di y aparecer al lado de mi hijo que se resiste a que Amishi lo tome.
- ¡Déjalo, Amishi! – le ordeno cogiendo a mi hijo mientras maldigo mi suerte, estuve tan cerca de tener lo que quería.
- ¡Ellos serán míos! – me grita y desaparece. ¿No que su magia estaba sellada en Hondonada Perdida?
Camino lentamente cargando a mi hijo que tiembla asustado y subo las escaleras preguntándome en qué momento este enano llegó abajo y estaba en la puerta del castillo, entonces noto que estoy parado sobre una marca en el suelo muy parecida al escudo de mi familia y que ella emite una clase de humo blanco que sube como espiral por mi cuerpo. Cierro los ojos preguntándome si el conjuro servirá de nuevo, de todas manera lo hago y siento y veo como mi cuerpo se materializa una vez más ante los asombrados ojos de mi hijo.
- ¿Quién eres? – me mira asombrado y veo a Di en lo alto de la escalera, le ha tomado tiempo el rehacerse lo suficiente para aparecerse.
- ¡Heero! – grita y corre a mi encuentro echándose sobre mí por lo que los tres caemos por las escaleras y saco la peor parte ya que los tengo encima, menos mal que no habíamos subido mucho o me manda de regreso al otro mundo – estás de regreso – me besa llorando y riendo a la vez mientras frota su nariz en mi cuello volviendo a alterar mi sangre.
- Tranquila – trato de quitármela de encima pero no lo consigo, creo que está demasiado feliz de verme – Hiroshi está con nosotros.
- ¿Se encuentra bien? – me suelta al fin mirando a nuestro hijo que le ha parecido muy divertido el "vuelo" escaleras abajo.
- Pues creo que sí ¿no lo ves? – le señalo tratando de levantarme pero ambos siguen encima y no me lo permiten.
- Perdona, Heero, estoy tan feliz de tenerte de regreso – me dice levantándose al fin – no quise hacerte daño.
- Está bien, no me ha pasado nada – la acaricio la mejilla y camino con ella cargando a Hiroshi que mira las escaleras – ¿pasa algo?
- Porrazo – se ríe.
- Ah, claro, como no fuiste tú el del aterrizaje forzoso – le digo serio – quizás debiera castigar a tu mamá.
- Mami bonita – me dice él.
- Lo sé – le sonrío – pero yo soy tu papá.
- ¿Papá? – me mira tomándome de las mejillas, sus ojos y los míos son del mismo color y cada día nos parecemos más – quiero tú – me dice y me da un húmedo beso en la mejilla con lo que Di se vuelve a poner a llorar.
- Ya, ya – le digo tendiendo mi brazo libre hacia ella y se pega a mi pecho – ¿Sabes lo que esto significa? – le digo maliciosamente al oído y ella comienza a reírse coquetamente mientras se sonroja – bien, creo que ya sé cual va a ser tu castigo – le guiño un ojo y ella oculta su rostro contra mi hombro – vamos abajo, vamos a tener que ir a Hondonada Perdida porque tengo una ligera duda.
- ¿Acerca de qué?
- Amishi desapareció en la entrada del castillo ¿no se supone que su magia estaba sellada junto con la del resto de los Chang?
- Creo que sí, sólo un Maxwell podría haber roto mi magia.
- Y el único que podría ser es Hiroshi, pero no pudo ser él – empujo la puerta del salón del trono y veo a los Chang reunidos allí muy sorprendido de verme pero terriblemente preocupados ¿qué habrá pasado?
- Su majestad – se inclinan todos y veo que la madre de Amishi ha estado llorando, sus ojos están rojos y su cara hinchada.
- Tenemos una muy mala noticia – nos dice el abuelo mientras camino a sentarme en el trono con mi familia a mi lado – hemos descubierto que Amishi conserva sus poderes mágicos pese a que estos debieron quedar sellados con el resto del poder de los Chang, no sabemos cómo pasó.
- Tal vez el anillo evitó que ellos fueran sellados – digo pensativo acariciando a mi hijo que ahora muerde algo – que tienes allí ahora – le digo exasperado, mi hijo no entiende ni aprende de sus errores.
- ¡No, mío! – grita cuando trato de quitárselo, pero al tocarlo a ambos nos ataca y lo lanza lejos – ¡mala! – grita molesto.
- Creo que deberías dejar de tomar cosas que no saben de donde son, Hiroshi – le digo sacudiendo mi mano, es casi como si me hubiera quemado, claro que yo saqué la peor parte – es peligroso.
- ¿Cómo muñeco?
- Como el muñeco – asiento, creo que comienza a entender.
- Amishi malo – dice al fin y escuchó a la madre del aludido llorar nuevamente.
- No sé como mi hijo pudo hacer algo semejante, es una deshonra para mi familia – llora ella apoyada en el hombro de Wufei – es por los dos lados un Chang, no podría traicionar a su rey así.
- Amishi, desde un principio, sintió cierta atracción hacia Di – le digo – pero yo estaba presente y no pasaba de ser un ideal, pero cuando yo desaparecí aquello cambió, en especial luego de recoger los restos del anillo y se convirtiera en su guardián, todo estuvo tranquilo ya que la magia del castillo se mantenía dormida, pero al nacer Hiroshi esta despertó y me trajo de vuelta por lo que los celos de Amishi están fortaleciéndolo aunque no esté completo, para ello necesita la sangre de mi hijo.
- Pero nosotros deberíamos ser capaces de protegerlo – dice Wufei.
- Lamentablemente Amishi tiene su magia – le recuerda el abuelo – y nuestras destrezas guerreras no pueden contra su magia.
- Vamos a tener que liberarla de nuevo – dice Di molesta – yo la soltaré y lucharemos de igual a igual para mantenerlo a raya hasta que encontremos la famosa torre blanca para que Heero esté completo y el anillo ese nos deje en paz definitivamente.
- Pero él sabrá que viajamos allá – dice Zech.
- Viajaremos con magia – le digo – sólo necesito una distracción para él – me quedo pensativo, no puedo dejar a mi hijo solo y necesito a Di... – Di y yo somos primos, no necesito su sangre para romper el sello ¿verdad? – miro al abuelo y este asiente – bien, lo siento, amorcito, pero vas a tener que actuar como distractor para Amishi, yo liberaré la magia de los clanes y me llevaré a Hiroshi para que el Valle le conozca.
- ¿Y si él se da cuenta? – dice preocupada.
- Pondré un sello especial – le digo – ninguna magia que no haya entrado en Hondonada Perdida antes de esto podrá traspasar sus límites.
- Buena idea, Excelencia, eso evitará que robe la magia de los demás – dice el abuelo – al menos eso fue lo que dijo que haría.
- Bien, es hora de ponerse en movimiento – digo poniéndome de pie tomando a mi hijo que se agarra de la ropa de Di – ¿qué pasa ahora?
- Mami no sola – reclama.
- No se queda sola – le replico y señalo a sus tíos a nuestro alrededor.
- Cierto – y todos se ríen, pero a mí no me hace gracia.
(Un paréntesis, de aquí en adelante van a tener que estar atentos, voy a contar la historia a dos voces y al final las uniré, espero que no se enreden, esta es una técnica que le copié a Gabriel García Márquez)
Salí del castillo en un tris mágico que emocionó sobremanera a mi hijo, no debía soltarlo, el enano tiene su propia magia y quien sabe dónde se aparece luego y no tenemos tiempo para andarlo buscando por todos lados, así que lo agarro firme y me detengo dentro del valle de Hondonada Perdida. Tan pronto entramos pongo el conjuro especial para que nadie entre tras nosotros y camino hacia donde Di me dijo están sellados los poderes de todos los clanes. Bajo a Hiroshi que se dedica a explorar el lugar mientras yo miro la pintura, en ella se ven las cinco espadas del poder de la primera vez, me dijo que debo obligar a Zero a actuar para romper el conjuro pero me parece extraño. En fin, ella es extraña de por sí, así que pongo las manos sobre la pintura pidiéndole a Zero que lance un rayo y este rompe la pintura con lo que la magia rodea todo el lugar.
- Solo un Maxwell podía romper esta magia – me dice alguien muy molesto, no sé quien es, pero no me preocupo, estoy buscando a mi hijo que no lo veo cerca – oye, respóndeme.
- Heero Yuy – le digo y encuentro a mi hijo sentado frente a una pintura.
- No eres Maxwell, no podías romper su magia.
- Claro que soy Maxwell, y no sólo por matrimonio, mi bisabuelo era Maxwell – me desentiendo de ella mientras camino en silencio hacia mi hijo para ver que es lo que observa tan atentamente, pero siento como la magia se acerca rápidamente a la barrera mágica y frente a esta se detiene abruptamente y me dice preocupada:
- ¿En realidad quieres poner este sello mágico? Ten en cuenta que muertas las generaciones que me portan ya nadie volverá a entrar en Hondonada Perdida.
- Lo sé – le digo decidido – es mejor así, ya nadie podrá ambicionar la magia de los clanes mágicos de Benice y Meridian – le respondo.
- Bien, Hondonada Perdida está para servir a los Yuy – dice finalmente y se retira dispersándose rápidamente, al llegar a sus dueños pondrá al reino en alerta y a todos los cabezas de clanes les hará reunirse en el castillo Yuy.
Me agacho a la altura de mi hijo y veo que es lo que ha encontrado, es una pintura de una noche oscura, sin embargo, allí se ve una alta montaña rodeada de blancas nubes y una torre blanca que apunta a la luna llena.
- Vaya, has encontrado una pista – lo felicito pero él se pone de pie abrazándose a mi pierna con cierta fuerza, se nota que algo lo ha asustado, no estoy muy seguro de lo que es, pero quizás tenga que ver con la perturbación en la magia. De todas maneras aún debemos buscar más pistas antes de regresar a casa.
- Mami no sola – me dice preocupado y yo trato de sonreírle, espero que esté a salvo ahora que recuperó su magia.
Miro a mi alrededor preocupado, desde que Heero se llevo a Hiroshi con él a Hondonada perdida he comenzado a temer que pase algo realmente malo, me siento nervioso que las cosas no resulten bien, que Amishi haya pensado antes en robar los poderes de los clanes ya que nadie lo ha visto desde que intentó robarse a mi hijo de palacio.
Wufei se siente contrariado, me ha dicho que fue él quien lo entrenó, siempre lo consideró un hermano más que un alumno, nunca pensó que fuera a terminar deshonrando de esa manera a los dragones Chang, no se conforma y se siente terriblemente frustrado al respecto. Zech ha dicho algo parecido, siempre pensó que Amishi era un chico aterrizado y le salía con esto.
Pero ahora he salido de palacio sin la guardia, quizás Amishi se dé cuenta que hay gato encerrado, que es lo que más me preocupa, aunque debo de dejar de ser tan negativo, las cosas van a salir bien, Heero va a regresar a nuestro lado por completo y el riesgo de los vampiros desaparecerá para siempre.
Me detengo ante la pileta en la que lavara la ropa antes de conocer a mi Heero y miro el agua que se mueve lentamente por ella, que no daría yo por llevar una vida tranquila con mi familia tal como lo hacen tantas mujeres de los distintos clanes que forman los dos reinos.
- Veo que anda sola, mi señora Bonita ¿o es que acaso el fantasma no puede salir de palacio? – me dice Amishi y no le respondo, Heero me dijo que fuera lo más natural posible en su presencia y no lo mencionara siquiera – creo que debería salir más, se está poniendo muy pálida.
- Tengo demasiadas ocupaciones – le respondo al fin tratando de alejarme un poco de él – cuando mi hijo sea más grande quizás se aliviane mi carga – Heero me recomendó no recordarle de su posible regreso, no debo avivar su odio y los celos.
- Pero si usted quisiera yo podría ayudarle a relajarse – me dice en un tono que no deja lugar a dudas acerca de sus intenciones, cosa que no me agrada.
- No, Gracias, Amishi, no lo necesito.
- Pero sí yo fuera él no diría lo mismo ¿verdad? – dice enfureciendo.
- Mira, Amishi, no quiero discutir contigo, sólo quiero tomar un poco de aire puro y en paz ¿podemos dejar ese tema para otra ocasión? – creo que las cosas están saliendo bien por el momento, espero que Heero llegue luego de regreso – voy a ver a Zech y a Wufei.
- Puedo acompañarla, si así lo quiere – me dice amablemente, pero al parecer hay segundas intenciones tras sus palabras, no creo que quiera acompañarme sólo para cuidarme y me pone más nervioso.
- Sabes, tengo un gran secreto que debo confesarte – le digo manteniendo mi distancia, quizás así se decepcione y se olvide de mí y del anillo.
- No creo que deba decírmelo, a no ser que sea que yo le gusto. Allí nos podríamos fugar juntos ¿no le parece?
- No se trata de eso – le digo retrocediendo al ver sus malas intenciones – mira, yo no soy lo que tu piensas, hay quienes ya lo saben, pero no todos los Chang conocen este secreto, sólo los dragones…
- ¡Yo soy un dragón Chang! – me interrumpe molesto tomándome del brazo – y le juro que será mía algún día y será muy pronto – me trata de besar pero nota algo extraño, es una ráfaga de viento que me ha envuelto librándome del agarre de Amishi devolviéndome la magia que había sellado en Hondonada Perdida, Heero ha logrado su cometido y pronto estará de regreso a mi lado.
- Así que de eso se trataba – me dice molesto – el fantasma ha ido a liberar la magia de los clanes, pero yo iré por él – dice desapareciendo bruscamente y yo me dejo caer, no tengo manera de prevenir a Heero, ojalá y haya puesto el conjuro protector ya.
Estoy cansado de buscar, mejor nos regresamos a palacio, lo único que tengo es que la famosa torre de la que hablaron las voces del silencio está en la cumbre de una montaña que roza las nubes y que por eso nadie sabe de ella, pero nada más. Además mi hijo se ha dedicado a voltear cuanta cosa se ha cruzado en su camino, casi como si fuera un huracán con patas, si no fuera porque sé lo que va a pasar, le daría una buena palmada, pero ni modo, sólo me queda ponerle mala cara y tratar de atraparlo para regresar a casa.
Pero mi hijo es más astuto de lo que aparenta y se mete bajo una mesa en un rincón donde no puedo alcanzarlo porque es demasiado estrecho para mí. Molesto ya, lo agarro por un tobillo y lo arrastro fuera, pero se resiste sujetándose de algo pesado. Uso magia para incrementar mi fuerza sin dañarlo y descubro que encontró un libro enorme.
- Así que esto era lo que buscábamos – le digo y me saca la lengua – bueno, lo voy a pasar por ahora, pero a la siguiente no te salvas – lo amenazo – regresemos a casa – sujeto a mi hijo con un brazo, parece que al fin se canso porque se aferra a mi cuello con fuerza, y con el otro el libro antes de concentrarme en regresar al castillo.
Pero algo ocurre afuera, la magia me lo dice claramente consultándome si dejo entrar al joven dragón que me llama, dice que es pariente por sangre, que tiene todo el derecho de estar aquí, pero que el segundo sello no lo deja pasar porque desconoce su magia.
- No lo dejes pasar – ordeno – nosotros regresamos a la capital – agrego y desaparecemos de inmediato, no quiero una confrontación con Amishi en este lugar, no es conveniente hacerle saber que, de regreso los poderes a sus respectivos dueños, estos me fortalecen.
Aparecemos casi de inmediato en el salón del trono y veo al abuelo Chang muy preocupado, parece que ellos saben que Amishi fue a buscarme a Hondonada Perdida, sólo me pregunto dónde anda Di.
- ¿Mami? – dice mi hijo haciendo eco a mis pensamientos.
- Con Wufei y Zech, Alteza – le dice el abuelo y mi hijo me mira como pidiendo que lo baje para correr con su primo, lo bajo y le indico a otro de los guerreros que lo acompañe, con la magia de regreso pueden protegerlo fuera del castillo – Su majestad encontró otro libro mágico.
- Si, me pregunto si no será otro antepasado mío disfrazado – aún recuerdo que mi abuelo y Hamish Barton eran los libros que protegían a los herederos para la confrontación con Kein.
- Quién sabe – dice el abuelo y hace aparecer una mesa con dos sillas frente a nosotros – mejor lo revisamos ¿no?
El libro tiene un gravado en letras doradas que señala que sólo una persona será capaz de leerlo y esa persona es el actual heredero al trono de Benice, y como yo por el momento estoy muerto, se niega a mostrarme nada.
- Diantre, de haber sabido no dejo que Hiroshi se fuera – me quejo.
- Volverá más tarde, Wufei no tiene tanta paciencia como usted para soportar las travesuras de ambos – se ríe el abuelo – además, su señora también está allí, de seguro estará ansiosa de regresar a su lado ¿no cree?
- Es posible – asiento sonrojándome por las segundas intenciones de las palabras del abuelo y este se ríe sonoramente.
Maku Chang viene conversando con mi hijo amenamente, este le cuenta lo que vio cuando andaba con su papá en Hondonada Perdida, sólo algunas cosas se le entienden, como el del cuadro de las nubes y un libro pesado que se trajeron con ellos. También le dice que llegó allí un dragón pero que su papá no lo dejó entrar y ellos se vinieron de inmediato. Eso significa que Amishi no pudo entrar debido al conjuro de Heero y que este ha encontrado algo que piensa puede ayudarle a resolver el enigma que lo mantiene como fantasma.
- Ay, no – gime Wufei por lo bajo al verlo, sé que mi hijo es terrible, pero junto con el suyo son un verdadero desastre que el pobre no es capaz de controlar, sólo Heero puede meterlos en cintura – Fai se había portado bien lo que va del día – se lamenta mirando su casa y se me ocurre algo.
- Bueno, ya que recobraron sus poderes mágicos estos dos estarán mas tranquilos en el castillo ¿no crees? Allí no podrán causar grandes desastres porque el castillo suele controlar sus travesuras y Heero los controlará – le digo mirando a Zech que ha estado muy callado, creo que aún no le perdona a Wufei que lo hiciera aparecer como Uke cuando en realidad es el seme – ¿qué me dicen? – insisto.
- Está bien, su majestad – dice Wufei acercándose a Fai para hacerle unas cuantas recomendaciones que de seguro le entrarán por una oreja y le saldrán por la otra, pero igual se las da – pórtate bien, Fai, tu tío Maku los acompañará al castillo ¿verdad? – mira al aludido y este, aturdido, asiente – bien, te pasaré a buscar a la hora de la cena, o irá tu papá.
- Ese enano es un terremoto con patas – dice Zech al fin.
Me pregunto, si Heero es capaz de convocar nuevamente el poder de la luna azul ¿Wufei podría volver a tener un hijo? ¿Podré tener otro yo? Pero primero habría que hacer el intento de la manera tradicional ¿no? Y apuro el paso para llegar cuanto antes al castillo, estoy ansioso de estar entre los brazos de mi esposo, hace dos años que no hacemos el amor.
Maku toma de la mano a Fai mientras este y mi hijo conversan en un idioma que parece ser muy particular y suyo que nosotros no alcanzamos a comprender. Por supuesto, hay palabras sueltas respecto al viaje y lo que Hiroshi vio mientras estaban en Hondonada Perdida, pero de allí a comprender en totalidad lo que dicen, ni de broma.
Llegamos al castillo y me informan que Heero está con el abuelo en el salón y que requiere la presencia de nuestro hijo para algo importante, me pregunto qué será, después de todo Hiroshi es demasiado pequeño para asumir la responsabilidad que le compete como heredero.
- Ah, regresaron pronto – me dice Heero tendiéndome una mano y me siento a su lado procurando estar lo más cerca posible de él – y te trajiste a Fai – mira al pequeño dragón que lo mira con gran curiosidad.
- Mi papá – le dice Hiroshi sonriendo – libro malo.
- Y no le habla a tu papá – le dice él tomándolo y sentándolo en su regazo con lo que Fai lo mira con una carita que da pena por lo que lo levanta y lo sienta en su otra rodilla, que no diera yo por ser cualquiera de ellos y estar así.
- ¿Por qué no?
- Porque quiere al heredero y ese eres tú – le explica y, con la mano de Hiroshi, lo abre lentamente con lo que se comienzan a revelar unas letras estilizadas que Heero lee en voz alta para todos:
"La torre blanca es custodiada por la más leal de las castas del clan de Benice, ellos viven al norte, más allá del territorio de los Chang, uno de ellos vino a ser madre del primer Yuy involucrado con la maldición de los vampiros, su castillo, en lo más alto de las montañas, roza el cielo y está permanentemente oculto entre las nubes, sólo una persona puede llegar hasta allá y no ha de ser con magia, deberá subir la montaña cabalgando sobre un animal que no ha sido domesticado por ningún ser vivo"
- ¿Le suena conocido, abuelo? – lo miro mientras Heero trata de mantener tranquilos a los niños en su regazo.
- No estoy muy seguro, de los clanes anteriores a las espadas del poder poco y nada se sabe, si escasamente se tenían noticias del clan Oz, que no llevaban todos aquel apellido, su líder, que fuera esposo de Berduki Yuy, murió en batalla contra Kein mientras intentaba defender al esposo de su cuñado, pero su apellido era Kusrenada. También había otras familias que pertenecían a ese clan, como los Schbeiker o los Une, pero no tengo noticias de ellos
- Debe ser alguien que esté relacionado con los Yuy antes de los vampiros – señala Heero permitiendo que los niños cierren el libro y se bajen de su regazo – quizás entre la documentación del reino haya algo que nos pueda ayudar a encontrarlos, después de todo debe de haber algo que recuerde aquel enlace.
Lo que me recuerda que realmente Heero y yo no estamos casados. Claro, no es importante porque nadie lo sabe, pero yo quisiera que pudiéramos hacerlo real o al menos más legítimo, no quisiera que algún día a alguien se le ocurriera decir que mi hijo es un bastardo, por mucho que su padre lo reconociera como su hijo sólo por no estar casados.
Heero me mira y toma mi mano con un gesto delicado, me encanta que sea así, tan tierno, tan dulce, tan especial. También noto un brillo extraño en su mirada que apenas alcanzo a descifrar, hay en ellos deseo, pasión, ansiedad y algo que no alcanzo a definir pero que creo que es lujuria, que enciende mi cuerpo, quiero lo que él quiere, quisiera que hubiese alguien más que se hiciera cargo de ese par para ir a hacer cosas de grandes.
Heero suspira y lleva mi mano a sus labios, mira a los niños y luego a nuestro alrededor, creo que busca algo que sea capaz de distraerlos de manera tal que no se acuerden de hacer travesuras mientras estamos ausentes, pero lo veo un poco difícil, la magia del castillo no puede evitar que hagan cosas que no deben por más que Heero y yo se lo ordenemos ya que él puede romper nuestra magia con facilidad. Pero veo una sonrisa maliciosa en los labios de Heero y al abuelo que levanta las cejas de manera interrogante.
- Creo que al fin encontré la solución – dice Heero de manera triunfante mirando a ambos niños – ese es un lugar en el que estarán contentos y podrán destruir cosas a su antojo a diestra y siniestra.
Me pregunto ¿qué lugar será ese? Porque, que yo sepa, no existe un lugar así en este castillo ¿o me equivoco?
He tomado a los dos terremotos y los he puesto en un lugar muy especial, un lugar que nadie sabe que existe dentro del castillo dado que el único que puede entrar en ese lugar es el rey de los Yuy, que ente caso soy yo, o alguien que no pertenezca a este mundo, condición que también cumplo. Este lugar, según me dijo el castillo, es habitado por una magia poderosa que mi hijo no será capaz de romper ya que es demasiado pequeño, ella no permitirá que se hagan daño si rompen algo, les dará de comer si tienen hambre, como lo sabrá, ni idea, pero bueno, mientras me dé tiempo de disfrutar unas horas con Di y ellos se estén tranquilos sin darles problemas a nadie, estará bien.
Tanto el abuelo como Di me miran preocupados al verme aparecer sin los niños, pero estarán a salvo toda la tarde. Claro, no puedo decirles donde están, aquello rompería la magia de aquella habitación, simplemente insisto en que están y estamos a salvo.
- Pero... – insiste Di preocupada, después de todo Hiroshi es su hijo tanto como mío y debe de preocuparle – ¿estás seguro que no podrán salir de donde los dejaste?
- Completamente, amorcito – la levanto y Maku me mira sorprendido – no salgas del castillo, Wufei podría preocuparse – le ordeno antes de ponerme en rumbo a mi habitación con mi chica entre mis brazos.
- Heero, bájame, puedo caminar – me reclama.
- Di, sé que puedes, pero yo quiero cargarte ¿de acuerdo?
- Pero no soy muy liviano – me mira a los ojos sonriendo.
- Eso dices tú, soy quien te carga y no pesas nada – le recuerdo – además ¿quién dice que te estoy cargando con mi fuerza?
- Ah, tramposo – me dice haciendo un puchero mientras acerca su boca a la mía – pero puedes hacerlo cuando quieras – agrega seductoramente con sus brazos rodeándome el cuello.
- Espero que seas capaz de soportar las consecuencias, amor – le digo empujando la puerta de nuestra habitación con un pie y cerrándola de la mima manera aplicando magia sobre ella para que nadie nos interrumpa. Bajo a Di apegada a mi cuerpo, siento como si la sangre hirviera por dentro, la tomo suavemente por las mejillas mientras ella se empina a besarme, sigo siendo más alto que ella, así que la tomo suavemente por la cintura y me siento al borde de la cama sentándola sobre mí para poder besarla a mi gusto mientras mis manos viajan por su talle acariciando y buscando los botones que cierran su vestido y esconden su graciosa figura.
- No, no te apures tanto – creo que me ha detenido porque no consigo soltar los botones y estoy a punto de romperlos – así se sueltan – libera los primeros dos dejando ver su piel suave ya que es de esos que se abren por delante. Casi sin pensar mis manos imitan sus actos y siguen soltando el talle del vestido que al fin cede a mis ansias dejando su pecho al descubierto, regreso a besar su boca lentamente mientras mis manos exploran su piel suave encontrando aquello que desde que los descubrí, me ha enloquecido.
- Heero – me reclama cuando una de mis manos aprieta levemente aquella pequeña montaña de carne – no seas bruto.
- Perdona – le digo apartándome de ella tratando de calmarme un poco mientras me recuesto en la cama – ha pasado tanto tiempo – trato de excusarme.
- Puedes apretar, pero no tan fuerte, es de verdad ¿sabes? – me dice subiéndose sobre mi cuerpo luego de quitarse el famoso vestido y quedar sólo en enagua semi transparente – aunque creo que deberíamos estar en iguales condiciones – me dice soltando lentamente mi ropa, yo le ayudo a quitarme la ropa levantando mis caderas y quedo sólo en ropa interior – deberías verte – se ríe y se sienta en la cama.
- Deberías verte tú – le digo un poco molesto sentándome en la cama señalando su cuerpo – pareces mujer pero hay algo que te sobra ¿ves?
- No molestes – me dice perdiendo la sonrisa lanzándose sobre mí – y no me gusta que pienses en mí como si fuera mujer ¿me oyes?
- Yo no pienso en ti como si fueras mujer – lo rebato tratando de atraparla entre mis brazos de nuevo, supongo que tiene razón, pero así, vestida con ropas de mujer, para mí es Di y no Dúo.
- ¿A qué sí? – me dice desafiante mostrándome sus lindos pechos.
- De acuerdo, de acuerdo, no puedo evitarlo – le digo poniendo una mano sobre uno de ellos con delicadeza – vestido como mujer lo pareces realmente y me gusta tu nueva figura, me dan ganas de comerte.
- ¿Así que te gusto más que antes?
- Me gustas igual que antes – le rebato nuevamente – sólo que ahora tienes algo que llama más mi atención, quizás solo sea la novedad, no lo sé, pero me gusta – lo masajeo suavemente – ¿a qué a ti te gusta la sensación?
- Bueno – me dice sonrojándose al fin mientras se vuelve a subir a mi cuerpo rozando cierta parte de nuestras anatomías que siguen siendo iguales – te perdono sólo si me haces tuya nuevamente.
- Ah, quieres guerra – le digo buscando su boca mientras la hago caer sobre mi cuerpo excitado – solo espero que no haya interrupciones otra vez – gimo al sentir su mano juguetona recorriendo mi piel buscando y encontrando aquello que sabe le dará placer – ¡ah! – gimo al sentir como me masajea suavemente el miembro con una mano mientras la otra se apoya en mi pecho – mmm.
- Vamos, hazlo – me pide buscando con la mano que estaba sobre mi pecho la mía instándome a acariciarla, cosa que hago de inmediato bajando por sus costados haciendo que sus pechos se apoyen contra el mío. No puedo evitarlo, los músculos se me contraen a su contacto, es una sensación extraña, grata, no digo que antes no me gustara el contacto piel a piel con ella, pero ahora es una verdadera locura la sensación.
Mis manos recorren sus costados de Di lentamente de arriba abajo acariciando por todos lados suavemente, buscando, reconociendo, aprendiendo de nuevo a darle placer, buscando el lugar donde nos uniremos una vez más, sólo me pregunto ¿será posible embarazarle de nuevo?
Siento las manos de Heero subir y bajar por mis costillas, las caricias son muy suaves y sensuales, me vuelven loco, en especial cuando medio se sienta con mis piernas a cada lado de sus caderas y toma uno de mis peches entre sus dedos procurando no apretar muy fuerte antes de tomar el pezón entre sus labios. Ahora las caricias son más apasionadas, salvajes, pero sigue teniendo cuidado con mi cuerpo, creo que sabe bien que desde la última vez que lo hice con él no ha vuelto a pasar nada y me encanta que sea así, tierno, cariñoso, cuidadoso. Se separa un poco de mí para besarme de nuevo en los labios antes de inclinarse hacia el otro lado y tomar el otro mientras sus manos, que no han dejado de moverse por mi espalda y mi costado, han encontrado su objetivo y sus dedos largos entran en mí preparando en camino, duele un poco, pero las caricias de la otra mano y sus lentas succiones sobre mi pecho, aquello pasa muy rápido y mi cuerpo quiere estallar de placer que me dan sus manos y sus labios.
- Ah – gimo sintiendo como un fuego que me abraza por dentro – ¡Heero! – grito sin querer cuando su mano abandona mi entrada y se ubica allí para penetrarme – ten cuidado – le pido aunque sé que lo tendrá.
- Amor mío – me sonríe con pasión y me toma por las caderas antes de hundirse lentamente en mi interior. Tenía miedo, debo admitirlo, que me hiciera daño al entrar, tiene su miembro bastante desarrollado y, aunque me encanta sentirlo, suelo apretarme más cuando lo veo, pero el placer en mayor que mis temores y me dejo caer contra él, hundiéndolo por completo en mí, lo que nos arranca a ambos un grito de placer.
Lentamente comienzo a subir y bajar por su miembro erguido, algo que me vuelve realmente loquito, puedo hacer lo que quiera en esta posición, pero también le dejo las manos libres a mi amor para que me acaricie, cosa que no desaprovecha, cada vez que estoy arriba me atrapa un pezón, lo muerde, lo succiona y le masajes con su lengua de manera sensual, antes me gustaba que hiciera eso, es cierto, pero ahora mi cuerpo es mucho más sensible a su toque y me hace tocar las estrellas, más cuando toma una parte de mí que se sentía abandonada y el placer comienza a atacarme por todos lados, acelero en ritmo de mis idas y venidas, tanto que ya no sé ni lo que siento, sólo sé que el placer me está dominando...
Esto es salvaje, Di sigue sobre mí y a cada estocada me aprieta en su interior, sé que estoy a punto de acabar, pero es demasiado pronto, no quiero que sea tan rápido, quiero que lo goce plenamente, así que la detengo un segundo y me volteo sin salirme de ella, quedando ahora Di de espaldas contra la cama con las piernas abiertas y yo en su interior. Tomo un poco de aire y consigo calmarme un poco antes de comenzar a moverme lentamente mientras sigo con mi labor tanto sobre su miembro como sobre sus pechos que se agitan con fuerza cada vez que choco contra su interior, el fuego y el sudor nos baña a ambos, tanto así que parece que estuviéramos recién bañados. Casi me salgo de su interior y vuelvo a entrar una y otra vez, acelerando con cada empuje la velocidad y la fuerza hasta que ella grita que ya no puede más, que le dé, pero no quiero, me contengo todo lo que puedo, pero mi cuerpo ya no lo resiste y me dejo ir dentro de ella. Claro que ella se ha venido dos veces antes que yo acabara también, me encanta saber que le doy placer antes de tomarlo.
- Heero – se queja cansada y me fijo que sigo dentro de ella, no quería hacerle daño, sólo disfrutaba de la sensación de saberla sólo mía – gracias – susurra en un hilo de voz mientras su sexo, agotado por las dos veces, yace flácido entre mis dedos, lo dejo tratando de no rozarlo más y me recuesto en la cama a su lado para descansar un poco – me gustó mucho – agrega.
- Descansa – le digo tratando de apoyarla contra mi pecho pero veo que está totalmente dormida, creo que he tomado parte de sus energías para suplir las mías, no es algo que haya hecho de manera conciente, al contrario, sin embargo, lo he hecho, sólo espero que no tenga malas consecuencias.
Cierro los ojos sintiéndome todavía un poco entre las nubes cuando recuerdo algo, dejé a los dos terremotos con patas encerrados y de seguro ya se aburrieron y están llorando. Miro a Di que ni se inmuta al moverme de su lado, la cubro con la ropa de cama, dejo caer el dosel y me visto rápidamente, espero que los niños estén bien ¿qué clase de padre soy? Mejor me apuro y me aparezco allí.
Casi al momento de aparecer en el cuarto secreto ambos niños se echan sobre mí llorando a lágrima viva, me pregunto qué habrá pasado para que estén así, ellos que siempre ríen.
- ¡Papá! – me dice Hiroshi señalando un libro que está en un rincón. Me acerco a este con un niño pegado a cada costado y lo reviso, allí hay un monstruo horrible, que no es otro que Kein y, al parecer, es un padre el que defiende a los pequeños que este trata de comerse.
- ¡Papá! – dice también Fai y siento que se me parte el corazón, no debí dejarlos aquí solos, ni dejarme llevar por la lujuria, la familia debe estar primero.
Suspiro y los levanto a ambos del suelo, no los volveré a dejar allí sin antes asegurarme que no haya algo que los pueda asustar. Camino hacia la pared y salgo del cuarto apareciéndome en el salón del trono. Allí está el abuelo y Maku revisando algunos libros que creo son de mis antepasados totalmente enfrascados en la lectura por lo que se sobresaltan al escuchar el lloriqueo de los niños.
- ¿Qué les pasó, Su Majestad?
- Monstruo malo, come niños – le dice Hiroshi apretándose contra mi cuello – papá protege.
- Papá protege – repite Fai abrazado también a mi cuello.
- Papá mío – le dice Hiroshi bastante molesto tratando de hacer que me suelte.
- Mío – llora más fuerte y noto que el abuelo y Maku intercambian una mirada culpable.
- Fai, Wufei te ha de proteger – le dice Maku, por lo que sé, él es primo segundo de Wufei, pero él vivía en Konitsa a diferencia de este último que vivía en una aldea cercana a esta capital.
- Él mamá, no papá – le responde Fai y comienzo a entender.
- Tranquilo, Fai, yo te cuido igual a Hiroshi – consigo que ambos me suelten y los bajo – pero ¿tienen hambre? – los dos se miran y me miran asintiendo – bueno, que alguien los acompañe al comedor y les den de cenar ¿les parece? – vuelven a asentir y se van con otro de los guardias ya que Maku se ha quedado muy quieto – quiero que me expliquen qué está pasando ¿por qué no le dijeron que Zech es su papá y él va a protegerlo?
- Porque, según las tradiciones de nuestro clan, Zech no tiene ningún derecho sobre su hijo por haberlo engendrado fuera del matrimonio – me dice el abuelo muy serio.
- Así que, por culpa de sus tradiciones el pobre Fai no tiene papá ¿verdad? – los miro molesto – pero lo que no entiendo es ¿para qué los obligaron a casarse si no era para legitimar al niño?
- Para recobrar el honor de los Chang – prosigue el abuelo – él deshonró a Wufei haciéndolo sin casarse primero.
- Pues bien podría haber sido a la inversa – le digo cruzándome de brazos – Wufei siempre se escapaba de Zech, la única manera que algo hubiese pasado entre ellos es que él hubiese dejado que pasara. Además, ninguno de ustedes estuvo cuando fue la batalla contra los vampiros ¿verdad? – los miro molesto – estoy seguro que fue Wufei quien se aprovechó que Zech estaba herido sin saber que la luna azul lo había hecho fértil.
- ¿Qué quiere decir, Su majestad? – dice Maku preocupado.
- Que el clan Chang se ha equivocado al aplicar la justicia.
- Los Chang nunca se equivocan al…
- Abuelo – le digo con paciencia – ustedes no han tenido en cuenta que, al aplicar la sentencia que ustedes creían correcta, más que arreglar las cosas las han empeorado – camino hacia la mesa en la que trabajan – véanlo así, a Zech lo han dejado sin orgullo, han destruido su honra de Chang, a su hijo lo han dejado sin padre, a Wufei sin esposo y sin apellido ¿de qué sirve que estén casados si no son familia?
- Sólo aplicamos lo que decían nuestras leyes.
- Las leyes deben cambiar según el tiempo y las situaciones – le recuerdo a ambos – así que van a tener que buscar una solución a ese problema. No creo que a Zech le agrade que su hijo, que por causa del clan no es suyo, me esté llamando papá a mí cuando él es el responsable de cuidarlo y protegerlo.
- Nuca nos pusimos a pensar en el daño que podría hacerla aplicación de aquella ley – dijo el abuelo apenado – hacía muchos siglos que no ocurría algo así en nuestro clan, y no medimos las consecuencias.
- Entiendo que sea así – le digo tranquilamente – pero ahora no podemos lamentarnos, sólo buscar una solución para ellos.
- No creo que Wufei esté dispuesto… - dijo Maku.
- Va a tener que estarlo o va a perder a Zech.
Me desperté todo adolorido, cansado y sólo en la cama. Claro, Heero me había tapado y había dejado caer el dosel de la cama, pero no me agrada. Me siento en la orilla con mucho cuidado, creo que voy a tener que hacer algo para evitar el dolor cada vez que me siente, y veo que comienza a anochecer, ello me recuerda que Heero dejó a los niños encerrados en no sé que lugar y por eso me dejó solo, para ir a buscarlos. Me levanto de la cama tratando de evitar cualquier movimiento brusco, creo que ahora me siento peor que la primera vez que lo hicimos, aunque ahora Heero fue más cuidadoso, quizás junto con ganar más cuerpo aquella parte de su anatomía también creció y el solo pensamiento me hace sonrojarme, voy a tener que fijarme la próxima vez que lo hagamos. Me visto lo más rápido que puedo, pero siento que los pechos me palpitan, este Heero me las va a pagar. Molesto, termino de vestirme y bajo al comedor en donde están todos los Chang, ello me preocupa, desde el matrimonio de Wufei y Zech que no los veía a todos por aquí en el castillo, cuando presenté a mi hijo vinieron de a pocos.
- ¿Qué sucede? – le digo a Heero sentándome a su lado haciendo una mueca por el dolor y él me mira en silencio pasando su mano por mi espalda, siento un rico calorcito que me baja por la columna y los dolores desaparecen y me puedo sentar bien.
- Hay que corregir lo que está mal – me dice poniendo su mano sobre la mía – los niños ya están alimentados y dormidos, pero hay un pequeño problema con Fai, no se quiere ir con Wufei a casa – mira a Zech que se mantiene del otro lado del salón evitando a su esposo – y Zech no quiere cooperar tampoco.
- ¿Por qué?
- Por las tradiciones de su clan, Zech no puede intervenir en nada que tenga relación con Fai.
- ¡Pero si es su hijo!
- ¡No lo es! – interviene Wufei molesto apoyando sus manos sobre la mesa – lo engendró fuera del matrimonio, así que es sólo mío.
- No deberías ser tan cerrado – le dice Heero, parece molesto – ¿o me vas a decir que Zech abuso de ti para hacértelo? – le dice y yo me sorprendo.
- ¡Yo jamás haría algo así! – dice Zech molesto – fue él quien me sedujo aprovechándose que estaba herido – explicó y todos miramos a Wufei que se sonroja violentamente.
- De todas maneras me embarazaste.
- ¿Cómo iba a saber que eso iba a pasar?
- ¡Por la magia de la Luna Azul! – replica molesto y yo miro a Heero, cuando él me fecundó no fue esa noche, lo hicimos antes cuando la llamamos antes.
- Wufei, lo del embarazo es tu culpa – le dice Heero muy calmado – tú quisiste venir con nosotros cuando vinimos a este castillo a recobrar la magia de los Yuy, en ese momento quedaste fértil, no es culpa de Zech.
- ¿Qué quiere decir? – le dice palideciendo.
- Bueno, creo que en muchas ocasiones el abuelo habló delante de todos que la luna azul le daba magia a los Yuy para hacer que aquellos miembros de los clanes tuvieran hijos que de otra manera no podrían.
- ¡Y también dijo que no era necesario el embarazo!
- ¡Eres muy porfiado! – Heero se pone de pie – los vampiros evolucionaron, nuestra magia también ¿por qué no iba a cambiar la forma de tener familia? – se vuelve hacia Zech que no ha vuelto a hablar – eres quién más ha salido perjudicado ¿quieres decir algo?
- No quiero seguir con Wufei.
- Muy bien, lárgate, no te necesito para criar a Fai, es un dragón Chang – le dice él furioso – sólo has sido un estorbo desde que nos comprometieron.
Pero Zech ha perdido la paciencia, aprieta los puños con fuerza y veo que sus ojos se han puesto oscuros, casi como los de Heero, pero se contiene, se da media vuelta y se va.
- Eres un idiota, Wufei – le dice Heero sentándose de nuevo – Fai se quedará en el castillo, la magia de los Yuy lo mantendrá a salvo.
- ¡Es mi hijo, yo lo protejo!
- ¿Y quién lo protege de ti? – le responde de vuelta – no, ya lo dije, se queda aquí, conmigo.
- No tiene derecho a arrebatarme a mi hijo – le reclama.
- Pero tú si tienes derecho a dejarlo sin padre ¿verdad? – señala la puerta – has destruido a tu familia, has deshonrado a Zech y tienes cara de venir a pedir justicia, por favor – agrega furioso – sé consecuente.
- A mí no me importa qué sienta Zech, es su castigo.
- Entonces, ¿para qué te casaste con él? Estoy seguro que Zech se arrepiente bastante de haberte conocido y aceptado ser tu prometido ¿tienes que ser tan egoísta de negarle a su hijo?
- Fai es sólo Chang.
- Me dan ganas de pegarte – dice molesto – pero debes acatar, soy tu rey.
- ¡ME ESTÁ QUITANDO A MI HIJO!
- ¿NO ENTIENDES QUE NO QUIERE IRSE CONTIGO PORQUE PIENSA QUE YO SOY SU PADRE Y QUE PUEDO PROTEGERLO MEJOR? – le grita Heero con lo que Wufei se queda callado y más pálido aún – eso es lo que le estás negando a tu hijo, quizás él sea quien más perjudicado ha salido con tu egoísmo, ¿qué no ves que le estás dando fuerzas al anillo maldito para que nos destruya?
- Debes buscar a Zech y traerlo de vuelta antes que se encuentre con Amishi – le digo preocupado y Heero me mira – recuerdo que dijeron que fue su alumno ¿no es cierto? Y si el anillo fue capaz de engañarlo a él para que crea que puede tenerme ¿no será posible que convenza al corazón herido de Zech de buscar venganza? No necesitamos que él también se vuelva nuestro enemigo.
Heero me mira atentamente y luego se vuelve hacia Wufei que sigue enojado, se nota que él no va a ir por Zech, el orgullo de un Chang es más grande que su lealtad hacia su rey, por lo que Heero se enfada y sentencia:
- Lo siento más por Fai que por ti, Wufei, pero me temo que haz de traicionado mi confianza – le dice muy calmado – supongo que el abuelo te puede decir perfectamente cuál es el castigo que mereces por ello – se pone de pie y desaparece dejando a los Chang como estatuas de sal.
- ¿Cuál es castigo? – apenas me atrevo a preguntar.
- La traición al rey se paga con la muerte – dice el abuelo cubriéndose el rostro con las manos.
Encontré a Zech apoyado contra una de las columnas del patio principal del castillo tratando de contener los sollozos, creo que ni cuenta se dio que yo me había aparecido junto a él hasta que puse mi mano en su hombro y casi salto.
- Su majestad – me dice tratando de recomponerse.
- Aún quieres a Wufei ¿verdad? – él asiente en silencio – creo que te voy a pedir un favor, algo que te ayudará a tener un poco de calma.
- No irá a castigar a Wufei ¿verdad? – y me sorprendo que, pese a todo lo que ha tenido que sufrir por causa del moreno lo sigue queriendo y anteponiéndolo a su propio bienestar – no quiero que Fai se quede sin nadie.
- Entiendo que los quieras, Zech, pero deberías pensar un poco en ti también – le digo tranquilo – pero esto no tiene relación con lo que te voy a pedir – él me mira frunciendo las cejas preocupado – resulta que el castillo me dijo que todos los documentos importantes relativos a la familia real fueron sacados del castillo luego de la muerte de mi bisabuelo y que fueron guardado en un lugar en el que sólo los Marquize pueden entrar, lo que significa que sólo tú puedes ayudarme a encontrar el lugar que me devuelva todo el poder de los Yuy para destruir el anillo maldito.
- Pero eso significaría regresar a mi pueblo y alejarme de m familia – me dice.
- Zech, eres en parte un Chang y sabes perfectamente que mientras Wufei no recapacite, ellos jamás serán tu familia.
- ¡A pesar de todo, mi corazón dice que lo son!
- Lo sé, tranquilo – le digo tratando de aplacarlo, ahora comprendo que no podré decirle que le he retirado mi confianza a Wufei, me ganaría de verdad su enemistad y jamás recobraría los escritos de mis antepasados – pero cuento contigo ¿verdad? ¿Cómo sabes si en tu ausencia Wufei recapacita y accede en ser verdaderamente tu esposo?
- Está bien – veo que sus ojos brillan con resolución, está dispuesto a arriesgarse si ello lo ayuda a tener a su familia a su lado.
- Vete de inmediato, yo me hago cargo de las cosas aquí.
- Pero, a ciencia cierta ¿qué es lo que debo buscar?
- Un libro grande que tiene el filigrama antiguo de mi familia, no el que yo porto, sino el que está en el salón del trono.
- Ese que parece estar pegado a la pared ¿verdad? El que no se mueve cuando entra el viento en el salón – yo siento en silencio – muy bien, volveré de mi aldea apenas lo encuentre – me dice secando las lágrimas en la manga de su chaqueta y desaparece rápidamente, me alegro que un sentimiento más positivo haya reemplazado al dolor en su alma.
Más tranquilo por los resultados obtenidos, regreso al castillo en silencio y al comedor donde están todos los Chang conmocionados por mi anuncio, sé lo que significa que tu soberano te quite la confianza, lo viví en carne propia cuando Kein me odió por mis alas y me lanzó al torbellino de agua, allí donde comenzó mi calvario y la salvación de este mundo, aunque, claro, lo mío no pasa de ser un simple enojo contra la tozudez de Wufei, y de todas maneras no pienso matarlo, sigue siendo mi primo, el problema se acabará tan pronto admita que ama a Zech y le permita a este ser verdaderamente el padre de Fai.
- Muy bien, veo que aún no deciden nada – les digo sentándome junto a Di que está muy pálida, creo que se ha tomado en serio mis palabras acerca de matar a Wufei. Pero, claro, ella recuerda la traición de nuestras familias.
- Su majestad, no debería hacer las cosas tan precipitadamente – el abuelo está abogando por Wufei pero yo lo miro fingiéndome molesto – es un problema doméstico que nosotros podemos solucionar.
- Y supongo que esto demuestra su total favoritismo por Wufei – le replico muy calmado – no he visto que ninguno de ustedes haya abogado o se le haya ocurrido siquiera abogar por Zech, él también es en parte un Chang, por si no lo recuerdan, pero claro, como él no lleva el apellido.
- Pero Wufei es la madre de Fai – dice Maku – ¿no podría pensarlo mejor?.
- Lo siento, no voy a cambiar mi resolución a no ser que Wufei recapacite y le dé una oportunidad a Zech – digo mirándolo de frente.
- Un Chang no se retracta de sus decisiones – me replica él, aunque está muy pálido, se nota que tiene un conflicto interior.
- Que tipo más testarudo – digo entre dientes perdiendo la paciencia – Zech abogó por ti antes de irse, me rogó que no te hiciera daño porque te quiere, pero voy viendo que no te mereces de ninguna forma tal adoración, así que, como favor a él, no morirás, pero ten en cuenta que ahora no puedes salir del castillo bajo ninguna circunstancia hasta que Zech regrese de la misión que le encomendé, él decidirá tu suerte.
- Pero… – me dice Di preocupada – ¿qué lo mandaste a hacer?
- Ya lo sabrás – le digo mirando a todos en silencio...
Continuará...Bien, ya se los había dicho al comienzo, lo iba a cortar si salían más de 20 hojas, así que van a tener que esperar el siguiente, que va a ser el final sí o sí.
Soy terrible ¿verdad?
En fin, con todo esto daré por terminado mi trabajo de hoy, espero que lo hayan encontrado entretenido y que no me quieran matar, miren que por ustedes agregué el lemon y más extenso de lo que pensaba.
Saludos y esperen lo que sigue.
Shio Chang y Wing Zero unidos por siempre (o hasta que se termine la tregua)
