Disclaimer: Bueno, ya saben que ningún personaje es mío, que todo lo que reconozcan pertenece a los herederos de Tolkien, y que Atavus y la pandilla de adorables orcos son creación de la maquiavélica mente de Meluivan Indil. nn
Nota: ¡Ejém...! Una vez más es mi deber anunciarles que en este capi habrá escenas de tortura, solo... espero que a mis queridas lectoras no les de un infarto cuando lo lean... nnU
Dol Guldur
Atavus
permaneció inconsciente por la mayor parte de la noche. Sus
amigos no durmieron mucho, ninguno de ellos querían ver los
horrendos actos cometidos en ella repetirse en sus sueños. El
brazo de Legolas no fue atado de nuevo y él había
tratado en vano de liberarse. Pasó la mayor parte de la noche
manteniendo a Atavus cerca, queriendo que ella superara la tortura
con su corazón y su alma intactos. Había visto la fría
actitud que ella había adoptado la noche anterior, sabía
que eso era lo que la hacía permanecer cuerda, pero temía
que aún si sobrevivían el escape de sus captores ella
nunca volviera a ser la despreocupada y divertida persona que había
sido antes.
Era muy temprano aún y todos los orcos, excepto
por un centinela, estaban dormidos. El centinela los estaba vigilando
pero estaba demasiado lejos como para escucharlos. Aragorn pudo ver
la mirada desesperada en el rostro de su amigo. "Legolas ella ha
resistido cosas peores que esto antes de nosotros la conociéramos;
se convirtió en la persona por la que nosotros nos preocupamos
después de eso. Cuando salgamos de este enredo ella será
igual que antes."
"¿Cómo puedes estar tan seguro de eso? ¿Qué si es demasiado para ella?" preguntó Legolas recordando sus ojos mientras la golpeaban la noche anterior.
"Porque él tiene fe en mí," susurró ella abriendo sus ojos.
"¿Cómo es que siempre sabes cuando estamos hablando de ti?" preguntó Legolas sacudiendo su cabeza asombrado.
Ella solo se encogió de hombros, lo que hizo que un espasmo de dolor atravesará el hombro que había sido apuñalado la noche anterior. Entonces se dio cuenta de que estaba medio tendida sobre Legolas, quien tenía un brazo libre alrededor de sus hombros. Sabía que si habían estado así toda la noche ahora sus piernas y su brazo debían estar dormidos. Intentó sentarse suavemente pero él la tenía bien sostenida por los hombros. "Legolas deja que me siente," susurró de nuevo.
"No, estás demasiado débil," negó él.
"Estaré bien, pero tú nunca podrás caminar si no puedes sentir tus piernas." La mirada en su rostro era tan oscura y seria que ella le sonrió alcanzando y acariciando su mejilla. "Aún soy yo, Legolas," podía ver las lagrimas contenidas en sus ojos. Se odió por porque eran por ella. "Por favor, no llores por mí. Sonríe a cambio. Tu sonrisa puede sanar cualquier dolo en mi corazón, mellon nin. Por ti y Estel yo deje de ser esa cosa fría y descuidada que encontraron en Ithilien. Pasé muchos años en la oscuridad, pero ustedes dos me enseñaron la luz del sol, no desperdiciaré lo que me han dado. A pesar de que a veces parezca que soy fría y descuidada, es lo que tengo que hacer para conservar mi salud mental y mi dignidad. No temas por mí."
Entonces Legolas sonrió y la tiró a un feroz abrazo. Ya no temía por su alma, pero hasta que todo eso terminará continuaría temiendo por su vida. Entonces la ayudo a sentarse. Ella flexiono sus adoloridos miembros y chequeó todos los cortes y moretones que había recibido, todos estaban curándose perfectamente. Cuando inspeccionaba el largo corte que tenía desde su hombro hasta su clavícula notó que el rostro de Legolas palidecía más. Podía ver que su mano estaba temblando. "No te culpes por esto Legolas," observó que los demás estaban mirando a cualquier otra parte excepto a ella. "Ninguno de ustedes tienen culpa de lo que ese monstruo me hizo. Mírenme," su voz se alzó un poco pero no lo suficiente para despertar a los orcos. Ellos la miraban uno por uno. "No hubiera importado que ustedes no hubiesen estado aquí anoche, el resultado para mi hubiera sido el mismo. Él esta usándome para lastimarlos emocionalmente. Yo sé eso, pero si cualquiera de ustedes se permite el sentirse culpable de lo que pasó el habrá logrado lo que quería hacer. Eso significaría que él gana. La única manera de la que pueden decepcionarme o defraudarme es permitiendo que esa vil criatura gane. Yo no le permitiré ganar."
Esa noche cuando se detuvieron Atavus se sorprendió que la dejaran sola después de que los orcos comieran. No estaba segura de lo que significaba para ella. Uglúk notó que lo miraba. "No te preocupes Retroceso, no me he olvidado de ti. Llegaremos a Dol Guldur mañana temprano. No voy a llevarle un regalo arruinado. Esta noche conseguiste un indulto, pero después de que el Amo termine contigo desearás que hubiera sido yo quien jugará contigo." Su felicidad por no ser torturada esea noche se vió reemplazada por el miedo que sentía por el Rey Brujo. Recordaba la sensación de que su alma se helaba en su presencia. Ella siempre había estado helada en Mordor y aún después en Ithilien, pero el tiempo que había pasado en Rivendel había disminuido esa sensación y por primera vez en su vida se sentía tibia. Hizo una nota mental para esperar la frialdad al día siguiente.
--------------------------------------------------------------------------------
Los cautivos llegaron a las puertas de Dol Guldur. A medida de que se acercaban Atavus empezó a temblar, sabía que era porque el Rey Brujo estaba cerca. Legolas estaba caminando tras ella y podía ver el ligero temblor de sus hombros. "¿Atavus?" susurró su nombre queriendo evitar llamar la atención sobre ellos.
Ella lo miró sobre su hombro y notó la mirada preocupada. "Frío," susurró como respuesta. Durante su estancia en Rivendel habían discutido sobre el antinatural frío que ella siempre sintió mientras estuvo cerca de Mordor. Él le había contado que se había sentido igual cuando la conoció. Esa sensación había desaparecido de ambos mientras más se alejaban de Mordor, pero ahora Atavus podía sentirlo metiéndose en su alma. "Es la presencia del Rey Brujo." Él asintió una vez, también estaba empezando a congelarse.
La banda de orcos alborotadores los introdujo a la fortaleza, mientras hacían eso muchos otros se acercaron para ver a los cautivos, lo que empezó algunas peleas entre los recién llegados y los que ya estaban ahí. Los orcos que habían traído tan fino regalo estaban seguros de ser recompensados y los otros orcos, celosos de los presentes, no estaban contentos. Una fuerte voz se oyó sobre las peleas que amenazaban en convertirse en una gran disputa. "Retrocedan gusanos. Retrocedan. Capturamos estas basuras para el Amo. El primero que lo toque perderá su cabeza." Era Uglúk. Los otros orcos tenían miedo del capitán de alto rango y retrocedieron dejándoles pasar.
Condujeron a los cautivos a una celda en los niveles inferiores, donde los encadenaron a la pared. Ellos aún no habían tenido la oportunidad de intentar un escape. Había cientos de orcos en la fortaleza, haciendo las probabilidades de un escape aún menores.
"Atavus, ¿tienes alguna idea sobre lo que el Rey Brujo quiere de nosotros? Pensé que talvez solo querría destruir a los elfos," dijo Elladan rompiendo el silencio que había caído sobre todos ellos.
"Tengo una idea, pero estoy segura de que las paredes tienen oídos así que guardare mis ideas para mi misma," dijo en voz alta, pero entonces, en silencio vocalizó la palabra "casa". Elladan asintió entendiendo lo que quería decir, tenía sentido. Con dos elfos Noldor entre ellos no sería difícil para el líder de los Nazgûl adivinar de donde venían. Después de algunos momentos en silencio la puerta de la celda se abrió y varios orcos entraron, acercándose a donde estaba Atavus. Uno abrió sus cadenas y tiró de ella violentamente.
"Déjenla en paz. ¿No se han divertido ya bastante con ella? Intenten con uno de nosotros a cambio," dijo Elrohir.
"Espera a tu turno gusano," dijo una de las criaturas escupiendo al elfo. "El Amo quiere verla primero."
Atavus sabía que no se liberaría de los orcos. Había demasiados, pero eso no le impidió patearlos y arañarlos durante todo el trayecto por los pasillos hacía las habitaciones del Amo. La empujaron por una gran puerta de metan y la tiraron al piso frente a una figura que hubiera deseado no tener que volver a ver en toda su vida. Miró al espectro, que estaba completamente cubierto de la cabeza a los pies de negro. No podía ver dentro de la capucha que cubría su cara, pero nadie lo había hecho nunca. Trato de imaginarse cual era la verdadera forma de la criatura, pero el solo pensamiento hizo que varios escalofríos la recorrieran.
"Estabas en lo correcto," le siseó al capitán orco parado junto a él. "Es ella. Pensé que nos habíamos desecho de ella hacía muchos años. Pero ahora me complace verla de nuevo." La voz parecía salir de todos lados, como si el espectro estuviera protegiendo su propia voz a través de la habitación.
"Bien chica, ¿no estás feliz de verme de nuevo?" Parecía que la voz estuviera dentro de su mente.
"La bienvenida no fue buena exactamente, entonces ¿Qué cree usted?" sabía que debería mantener su boca cerrada, pero el solo pensar que la criatura creía que cualquiera querría estar en su presencia era demasiado.
"Oh, oh, ella aún tiene esa filosa lengua, ¿no Uglúk?" La criatura solo se rió malévola.
"¿Tal vez le gustaría que la removiera?", respondió el orco sacando su daga.
"No, no, no, quiero tener una conversación con esta," dijo seriamente mientras se sentaba en una decorada silla. "Viajaste con tres elfos y un humano. ¿Quiénes son?"
"No lo sé. Los encontré no mucho antes de que los orcos nos capturaran," mintió fácilmente.
El Nazgûl miró al orco quien sacudió su cabeza. "Intentémoslo de nuevo. Dos de ellos son elfos Noldos, son de Rivendel, así que debes haber estado ahí con ellos. ¿Cómo llego a Rivendel?" La voz estaba volviéndose más alta en su cabeza. Ella tapó sus orejas con sus manos pero esto, no bloqueó la voz.
"No lo sé," susurró.
"Esto no funciona. Puedo sacar la información que deseo de tu mente, desafortunadamente para ti no habrá nada ahí para cuando termine," la criatura se paró rápidamente acercándose a ella. Ella intento retroceder en el piso pero fue bloqueada por uno de los orcos que la habían llevado a la habitación. El espectro sujeto su cabeza con sus manos enguantadas acercando su rostro a solo pulgadas del suyo propio. Ella miró en la capucha, estaba segura de que si el infierno existía sus fuegos estaban en los dos ojos malditos que finalmente pudo ver.
Sabía que tenía que controlarse. Sintió un dolor intenso en sus sienes y sabía que la criatura estaba penetrando en las primeras capas de su mente conciente. Empujó un pensamiento al frente de su mente. La criatura pudo ver la escena de ella matando al capitán orco. Cuando trató de pasar la imagen se encontró con una pared en blanco. No importaba lo que la criatura intentara hacer en su mente esto se volvía una pared en blanco. El único pensamiento consiente que tenía era el de matar al orco, y ella estaba bloqueándole completamente su subconsciente. La tiró al suelo temblando de rabia. "¿Cómo pudiste hacer eso? No tienes entrenamiento, tu mente debería ser un libro abierto."
Ella no sabía como podía hacerlo, supo que podía cuando había dejado que Lord Elrond leyera sus pensamientos, pero nunca había pensado que no debería poder hacerlo. En ese momento a ella no le importaba los 'como o porques', solo quería estar lejos de la criatura cuya voz escuchaba en su mente.
El orco se acercó junto a su Amo y le susurró algo al espectro. Este se calmó inmediatamente y asintió al orco, quien se fue inmediatamente. "Puede que seas capaz de bloquear tus pensamientos de mí, pero cuando haya terminado contigo estarás rogándome para que escuche la información que guardas," dijo el espectro y pudo oír la sonrisa en su voz.
Cuando la puerta se abrió el corazón de Atavus se hundió. Otro grupo de orcos estaban arrastrando a un golpeado elfo. A Atavus le tomo un momento establecer que era Elladan, el mayor de los gemelos. No se dio cuenta de que estaba sacudiendo su cabeza. El Nazgûl ordenó que el elfo fuera atado a la pared mirándolos. Le quitaron la túnica y la camisa.
"Sé que mi capitán aquí presente se divirtió un poco contigo en los días anteriores, pero eso se acabo ahora." Ella pudo ver la mirada decepcionada en el rostro de Uglúk. "Tú y yo sabemos que no importa cuanto dolor te provoque no hablarás. Pero, ¿puedes soportar ver sufrir a quienes quieres?" El Nazgûl recordaba como era torturarla, nunca hizo un sonido.
Ella temía esas palabras más que nada. Por un momento estaba de vuelta en Minas Morgul escuchando los gritos de su amigo enano mientras los orcos lo torturaban. Se había roto entonces, pero ¿volvería a romperse? Guardo silencio desconfiando de la fuerza de su voz.
"Vamos a empezar con algo simple," movió su cabeza hacía el capitán orco, quien tomó un látigo de una mesa al otro lado de la habitación. Primero golpeó las costillas del elfo.
Rápidamente intentó pararse para detener lo que estaba pasando, pero dos orcos la regresaron al piso de un empujón. La forzaron a tirarse al piso y sus manos fueron atadas a su espalda. Uno de los orcos puso una rodilla en sus hombros mientras otro se sentó en sus piernas. No había forma de que se levantara. Su cara estaba puesta de lado para que pudiera ve lo que el capitán orco estaba haciendo. Miró horrorizada como Uglúk golpeaba a Elladan una y otra vez. Las rojas heridas empezaron a sangrar después de varios latigazos. Podía ver el rostro de Elladan. Tenía la misma mirada inexpresiva que ella tenía cuando el orco la torturo. Quería gritarle al Nazgûl que se detuviera pero tenía miedo de lo que saldría de sus labios si los abría. ¿Podría traicionar a Rivendel?
"Puedes detener esto. Solo dime como llegar a Rivendel y él no sufrirá más," la voz del Nazgûl era suave ahora, no era áspera pero ella sabía que era una mentira. Aún si él no torturaba más a Elladan nunca más, a él le dolería más si ella traicionaba a su gente. Un pequeño sollozo abandono sus labios mientras ella cerraba los ojos, pero se abrieron de nuevo con el siguiente latigazo en el pecho del elfo. La miró y negó ligeramente con la cabeza. Reconocía la mirada. Era la misma que ella le dio cuando no quería que dijera nada. No produjo ningún sonido pero movió los labios para decirle 'Lo siento' mientras el orco continuaba azotándolo.
Sentía un dolor terrible. Su pecho, costillas y estómago ardían. Cada azote dolía más que el anterior. Quería gritar, pero Estel le había contado de cómo había sido torturado el amigo enano de Atavus y que sus gritos aún la perseguían. No estaba seguro de que ella resistiera si lo oyera gritar. Por ella y por Rivendel se forzó a si mismo a mantener un doloroso silencio.
Pronto el Nazgûl se vio frustrado porque ninguno de los dos emitía sonido alguno. Después de que el elfo cayera inconsciente ordenó que lo regresaran a la celda de los cautivos, pero hizo llevar a Atavus a su calabozo privado que no estaba muy lejos de sus habitaciones. El lugar era un hueco de cuatro pies de lado que cuando sellaron la puerta se volvió completamente silencioso y oscuro. Atavus se encogió en un ovillo en el piso, y por primera vez desde que ese calvario comenzará, se dejó llorar.
Elladan fue tirado en el piso de la celda de los cautivos. Los demás ocupantes de la celda se horrorizaron al ver su estado. Uno de los orcos los miró y les preguntó, "¿Alguno de ustedes es un sanador?"
"Yo," dijo Aragorn inmediatamente.
El orco removió sus cadenas, "El Amo lo quiere curado. Un esclavo traerá suministros." Entonces los orcos se fueron dando un portazo y poniendo seguro a la puerta de madera.
Aragorn tomó a su hermano entre sus brazos inmediatamente. Los ojos de Elladan se abrieron. "Estel."
"Shhh... Guarda tus energías," dijo mirando las muchas heridas sangrantes que cubrían su torso.
Elladan ignoro sus palabras mirando alrededor, "¿Atavus?"
"No esta aquí. Ellos solo te trajeron a ti," respondió Legolas.
"¿Qué le hicieron a ella?" preguntó Elrohir. Ver a su hermano en tal estado le hizo preguntarse lo que pudieron hacerle a ella. Ella había estado fuera mucho más tiempo que Elladan.
Elladan negó con su cabeza, "No la lastimaron."
Legolas y Elrohir estaban asombrados por sus palabras, pero Aragorn sabía lo que significaba. "Hicieron que ella mirara, ¿no?"
Elladan asintió, "Querían que ella les dijera como llegar a Rivendel. No lo hizo. No sé donde la habrán llevado."
Mientras tanto en la cocina de los esclavos un joven se acercó a un enano cuyos cabellos y barba se habían vuelto grises prematuramente por la dura vida de un esclavo de Mordor. "Garin."
"¿Qué quieres, chico?" preguntó secamente el enano. Le gustaba el joven, pero en estaba ocupado. Él estaba a cargo de los esclavos que hacía la fuerte cerveza con sangre que a los orcos les gustaba tanto. Sabía que la demanda crecería ahora que otro grupo de orcos habían regresado de las patrullas del norte, y ellos estaban detrás produciendo.
"No me saques la cabeza. Solo escuche algo y pensé que querrías saberlo," dijo el joven fingiendo que había lastimado sus sentimientos.
"Escúpelo, Laston. No tengo todo el día," dijo el enano frunciendo el ceño.
"Bueno, vi entrar a ese nuevo grupo de orcos. Encerraron a cuatro elfos y a un humano en una de las celdas." Eso no era nada nuevo para el enano, pero espero a que el joven continuara. "Bueno, pensé que te gustaría saber que uno de los elfos era una mujer... pelirroja." El enano se levantó de su asiento inmediatamente. No había muchos elfos pelirrojos. Sabía que era cierto, y nunca había perdido las esperanzas de algún día encontrar a la amiga que pensó había perdido. Después de que los orcos le torturaran lo llevaron a un campamento orco lejos de Minas Morgul. Le habían dicho que estaba muerta, pero nunca les creyó.
"Necesito llegar a esa celda," dijo el enano yendo hacía la puerta.
"Ella no está ahí. La trasladaron al calabozo privado del Amo. Lo siento Garin, trate de llegar allá abajo tan pronto como pude, pero no pude dejar el bloque de celdas temprano." A él le correspondía cuidar de los prisioneros, pero también tenía muchas otras responsabilidades. "La única razón por la que pude salirme ahora fue porque voy por suministros curativos para uno de los elfos. Le torturaron."
El enano froto su frente agitado, intentando decidir que haría después. "Laston, debes hacer algo por mí. Cuando les lleves los suministros a los prisioneros, habla con ellos. Averigua como se llama ella."
Laston entró a la celda de los prisioneros con los suministros curativos. Caminó rápidamente hacía donde Aragorn estaba arrodillado junto a Elladan. "Lo siento, esto es todo lo que tenemos." Puso los artículos en el suelo junto al elfo. "¿Puedo ayudarte?" Aragorn sospecho de la oferta, pero la acepto de todos modos.
Mientras el joven le ayudaba se presentó. "Soy Laston. Me asignaron para cuidar de las necesidades de todos los prisioneros."
"Laston, ¿puedes decirme donde llevaron a la mujer que estaba con nosotros?" preguntó Aragorn.
"Ella esta en los calabozos personales del Amo. Esta cerca de sus habitaciones y ningún esclavo tiene permiso de acercarse," le respondió.
Aragorn asintió, "Gracias por contarnos."
"¿Puedo preguntar cuál es su nombre?" preguntó el esclavo.
Aragorn sospecho de inmediato, "¿Por qué quieres saber?"
"Un amigo mío quiere saber," respondió el esclavo.
"Entonces sugiero que tu amigo me pregunte en persona," fue la respuesta de Aragorn.
--------------------------------------------------------------------------------
Notas de la traductora:
Hola a todos, bueno, les había dicho que demoraría, ¿no? Pues bien, a dos semanas de las fiestas de Quito me he encontrado con un lindo fin de semana para hacer lo que yo quisiera, claro, si le quito esa escenografía que tengo que hacer para teatro, la guardería esta mañana y el deber de Lite que aún no hago, pero no importa... Estoy disfrutando de mi tiempo como quiero nn Este capi había estado abandonado hacía algún tiempo por los exámenes (que pase bastante bien en su mayoría n.n) además de que andaba medio cansada, tristona, depresiva en pocas, pero ahora estoy mucho mejor :D Pero dejando la aburrida vida de la traductora de lado: Hablemos sobre el capítulo...
Llegan a Dol Guldur... Esto es importante... Digo, con todo eso del fantasmón queriendo saber donde esta Rivendel y sus excelentes técnicas de convencimiento. Cuando yo lo leí casi me da un infarto o algo así, ya bastante se abusan de Atavus y luego que vengan a maltratar a uno de mis amores... ;; Y después el sorprendente regreso de la tumba de Garin, el amigo enano de Atavus, ¿lo recuerdan? Pues a ver que pasa ahora.
Espero que les haya gustado el capi, para las sentimentales he de decir que en verdad lo lamento pero así son las cosas que planea la maquiavélica mente de Melissa (si vieran el susto que me dio el otro día con un fic suyo...)
Lo que si me ha dado penita es que casi todo el mundo se ha olvidado del fic y de mí... ;; No sean crueles, eh? Déjense al menos un review chiquitito, okis? Y hablando de reviews... Me acabo de acordar de algo, para las que no hayan visto la página principal de les comento que la regla de no responder reviews ahora es real, debido a que ya tenemos una forma de responderlos. Yo pongo la respuesta desde acá y les llega a sus mails, claro que solo para las que tengan cuenta aquí. Así que para evitar problemas voy a pedirles que elijan como respondo todos los reviews (especialmente las personas que no tienen cuenta) 1» las que no tengan cuenta me den su mail o 2» ver en mi blog por las respuestas después de cada actualización. ¿Qué tal?
Espero que me recuerden un poquito, un beso enorme para todas
¡Gracias por leer!
Namarië
