Capítulo II¿Y la primera clase...?
— ¡América¿Cómo que América? – luego de recorrer la mitad de Asia, lo último que Asuka quería saber es que Kai no estaba en Rusia para comenzar.
— ¿Qué quieres que diga? Se fueron ayer en la tarde, así de simple – se excuso Ian. Él, Asuka y Akira estaban en la cocina, dándole un té calmante a la violácea muchachita y consiguiéndole a Ian unas compresas frías para su adolorido cuello¡vaya que ella sabía apretar!
— Pero es él no puede dejarme, menos... menos... MENOS POR ELLA! – evidentemente debían tratar algo un poco más fuerte que el té¿un mazo tal vez?
— ¡Por favor, Suki! – le trató de calmar Aki, escudándose detrás de su jarro de chocolate – Tampoco es que hayan huido a algún romántico spa en el Caribe.
— ¡Buaaaaaaaahhhhh! – empezó a llorar ella.
— ... simplemente ella lo acompañó junto con el resto del equipo a una competencia, incluso vamos a poderlos ver en televisión – y agregando a modo de reproche - eso es si regresamos a tiempo para no desperdiciar el dinero que gasté en la suscripción al pay-per-view.
— ¿Pay-per-view? – preguntó Ian con curiosidad - ¿Cómo es que te llegan los cobros? Porque estoy buscando un buen servicio y tengo que decirte que estas compañías no hacen más que pasar malos programas y hasta me cobran cosas que yo no...
— ¡Disculpen! Esta es mi crisis emocional¿saben? – interrumpió Suki casi a gritos.
— Lo siento – se disculparon los dos al mismo tiempo.
— ¿Ahora cómo voy a ver a mi Kai? – Suki retornaba a su estado de llanto.
— Yo no veo ningún problema¿por qué simplemente no van a Nueva York? – si habían causado caos en Miami y evitado el juicio internacional, bien podrían hacer lo mismo en la Gran Manzana.
— Lo que pasa es que desde hace unos cinco años nos tiene entre ojos el jefe de Aduanas del aeropuerto La Guarda – explicó Aki.
— ¿5 años¿No debían tener ustedes unos 11 o 12 años entonces? – preguntó Ian, muy extrañado.
— Los más jóvenes infractores en contrabando y tráfico de animales de la historia – Akira se notaba bastante orgulloso de sus logros.
— ¿Contrabando y tráfico de animales? – Ian siempre había sabido que estos dos eran algo más que solo problemáticos, pero nunca se imaginaría que podían serlo tanto.
— No es mi culpa que malinterpreten las 50 maletas de ropa con las que entramos, o el hecho de que no quisiera separarme de mi precioso Kriki. ¡Ese debía ser el cocodrilo indo-pacífico más lindo del mundo! – los ojos de Suki hasta brillaban recordando a su mascota.
— ¿Cocodrilo Indo-Pacífico? – eso dejó a Ian un poco más confundido.
— ¿Nunca has visto la película "El Cocodrilo"? – trató de aclararle Aki - Bueno, no importa, porque tuvimos que deshacernos de él hace un año cuando alcanzó los 7 metros de largo.
— Igualmente nunca nos presentaron cargos, es cosa de ese viejo gordo de Aduanas que siempre nos da líos y amenaza con plantar cocaína en nuestras maletas – Suki parecía lista a otro berrinche - ¡Nunca podré ver a mi Kai!
— Yo podría ayudarlos en eso – Ian tenía una idea maléfica, y ciertamente vengativa saltando en su cabeza.
— ¿Cómo? – Asuka de pronto se mostraba ansiosa y lista hasta de abrazar al diminuto beyluchador.
— Podría pasarlos a través de Aduanas disfrazados, así yo tendría excusa para poder ir al campeonato también, aunque fuera de espectador – precisamente eso es el que él quería, con Pasha y Suki en la misma área continental, y con Kai de por medio, solo Dios sabe la cantidad de material que podrá grabar y luego colocar subrepticiamente en Internet para ganarse unos rublos más.
— ¿Y por qué no fuiste para comenzar? – se preguntó extrañado Aki, fijándose en la muñeca enyesada de Ian.
— Es que tuve un pequeño accidente y me quebré la muñeca – le respondió el otro casualmente, pero bajando la voz a un murmullo – Accidente con un pelirrojo, un peliazul, sus botas de combate y su aparente incapacidad de aceptar un simple comentario.
— ¿Dijiste algo? – le preguntó Suki, captando el susurro.
— Nop, nada – se excusó Ian rápidamente – ¿Por qué no bajamos a la bodega de embalaje y les muestro como los voy a pasar por Aduana?
— Claro – dijeron los dos, y lo siguieron hacia la mencionada área mientras Ian suspiraba mentalmente¡de la que estuvo cerca!
KKKKKKKKKKKKKKKKKK
— �¿PRETENDES QUE VIAJEMOS EN ESO! – evidentemente, meterse en un contenedor para atravesar el Atlántico no era lo que Suki llamaría primera clase.
— Es la única manera – le dijo Ian, evidentemente más que divertido con la situación, y por tanto, escalando posiciones en la lista de futuros homicidios de Asuka.
— Siempre podríamos hacer un salto de gran altitud desde 5000 metros de altura con un paracaídas y caer en los Grandes Lagos, hasta mojarme en ese excusado gigante sería mejor – no es que no lo hubieran hecho antes.
— Me temo que eso no se puede, el abuelo le prohibió a la división de seguridad de la Corporación de hacernos esos favores salvo en caso emergencia – le recordó Aki, haciendo una mueca divertida y señalándole con el dedo.
— Esto es una emergencia – Suki chilló de manera injuriada.
— No si él no lo aprueba – le siguió recordado su cuñado.
— ¡Rayos! – finalmente se había rendido.
— Ya que se han decidido¿cuándo salimos? – preguntó Ian, intercambiando su mirada de uno al otro.
— Lo más pronto posible – dijo de inmediato Suki.
— Al menos podrías darme unas horas para arreglar los papeles de la aduana¿sabes? Meter un contenedor y que no pase por rastreo es algo bastante difícil en estos días – le señaló Ian.
— ¿Entonces cuál es la idea de este tonto plan? – Suki no estaba de humor para tonterías.
— Dije, difícil, nunca imposible – les dijo, mientras cogía el teléfono de la pared y comenzaba a marcar un número - ustedes no son los únicos que tienen experiencia y contactos en el contrabando¿saben?
— Genial – Aki estaba cada vez más entretenido con la situación.
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Dos horas después, las cosas estaban listas, saldrían en vuelo courier de DHL (N/A: Ninguna implicación política al respecto), calificados como carga delicada, de modo que Ian pudiera acompañar sin problemas. El contenedor era lo bastante grande como para que pudiera entrar todo el equipaje de Suki y les quedara campo para respirar, claro que Ian no se hacía responsable si uno de esos enormes baúles Louis Vittoun salía disparado durante la turbulencia y le rompía la cabeza a alguno de ellos.
— Sabes, aún no estoy muy convencida de que esta sea una muy buena idea – Suki daba un poco de batalla respecto a meterse en el contenedor, donde ya Aki se había asentado bien y estaba sentado sobre un enorme y caro abrigo de ming (¿para qué alguien ocuparía algo como eso en el pleno verano ruso? Quién sabe, pero ahí estaba)
— No te quejes tanto, será divertido – le dijo Aki, este ya estaba bien iluminado con una lámpara de baterías y todo un juego de canasta listo para comenzar – puedes jugar conmigo.
— Definitivamente, yo no voy con él – Suki era convincente respecto a su punto, un vuelo de 12 horas con Aki no es lo que uno encontraría relajante, menos si había cargado unas 2 docenas de juegos de naipes entre las maletas.
— Vamos, Asuka, no será tan malo – Ian, luego de mucha batalla, una patada en la espinilla y las amenazas de que ella le rompería cada uno de los dedos del pie, logró meterla para hacer compañía a su cuñado.
— Ian, tengo una duda – muy tranquilo, pese a la casi batalla entre el pequeño beyluchador y la furia violeta justo en la entrada de su nuevo transporte, Aki, le formulo a Ian la duda que se lo carcomía desde que llegaron a Moscú.
— ¿Cuál? – manejó decir Ian, jadeando de tanta lucha, pero ya Asuka se había tranquilizado un poco, así que, ya dentro del contenedor todo esta listo para partir.
— ¿Cómo es que te quebraste la muñeca? Y no me digas que fue solo un accidente, porque yo tengo buen oído y te oí murmurar algo sobre un pelirrojo y un peliazul – Aki trataba de no hacer demasiado ruido al respecto, tenía el presentimiento de que lo que fuera que Ian iba a decir, la reacción de Suki sería intrigante.
— La verdad es que Tala y Kai me quebraron la muñeca, supongo que fue mi culpa, tengo que hacer distancia de ellos cada vez que hago uno de esos comentarios – admitió Ian, mientras cerraba la puerta metálica tras la que ese par estarían atrapados por las próximas horas.
— ¿Qué les dijiste? – Aki estaba sorprendido de semejante respuesta, ciertamente de todas las personas que conocía, esos eran los últimos de los que él esperaría una respuesta cercana a la violencia.
— Realmente creo que no tiene importancia – Ian hacía tiempo, tenía problemas para cerrar la puerta.
— Ohhh... vamos, no vas a dejarme con la duda¡cuéntame! – Aki ya estaba haciendo un puchero, gesto que lo hacía ver tan radicalmente distinto a Kai, que uno se preguntaba como es que se supone que eran gemelos.
— Bueno – finalmente había desatorado la puerta, y asegurándose de no tener que abrirla más hasta que llegaran a Nueva York, procedió a responder la pregunta – Bueno, digamos que Kai y Tala han estado pasando bastante tiempo juntos entrenado y cosas así, tanto, que simplemente se me ocurrió que podrían estar pasando de ser solo compañeros a ser "compañeros", si sabes lo que quiero decir...
Ian ni siquiera se molestó en terminar la frase, un atronador rugido salió de las fauces de la bestia que se podría decir que una vez fue Suki, esta se lanzó directo contra el pequeño beyluchador, lista a desgarrarlo hasta que ya no le quedara ni aliento por decir semejante herejía¡nadie decía tales cosas sobre su Kai, de Tala podía decir lo que viniera en gana, pero no de Kai, menos si eso implicaba que la estaba dejando a ELLA por otro. Ian apenas pudo cerrar y asegurar la puerta a tiempo, porque cuando Suki conectó su puño contra el metal, este casi se dobló hacía afuera; el pequeño ruso se lamentó de la suerte de Akira, este iba a ser el pobre que le tocaría compartir las próximas horas con ella, si es que sobrevivía a este viaje.
— Uuuuhhh... supongo que debí de inventar algo – pero desechando la idea, solo colocó unas cadenas extras alrededor de la puerta para asegurarse que estuviera bien cerrada, ahora estaban listos a partir.
— Señor¿cuál es el paquete que debemos llevar? – dijo de pronto un anónimo empleado de mensajería que estaba encargado de mover la "carga".
— Este de aquí – Ian le señaló el contenedor, del que aún salía unos ruidos bestiales y se golpeaba el metal, pero ya un poco menos ruidosos que unos segundos antes.
— Ese... – el empleado temblaba de miedo y completa confusión respecto a semejante encargo.
— Sí, no se preocupe, no hay problemas mientras no lo abra, pero recuerde que es carga delicada – Ian ahora estaba más preocupado en repasar mentalmente todo lo que él llevaba, no quería olvidar ninguna de sus cámaras.
— ¿Es un animal?... ¿No se supone que esas cosas deberían ir sedadas? – le preguntó cobardemente a Ian, el empleado.
— No veo por qué, a mí parece bastante tranquila – para ir con sus palabras, se escuchó otro golpe que dobló el metal.
— Claro... – si eso era tranquilidad, no quería estar a un kilómetro de distancia cuando se enojara de verdad, el muchacho se limitó a llamar la grúa y mover el contenedor.
— Ahhhh... es el momento de mi dulce venganza – murmuró Ian mientras observaba como movían la caja, y él mismo agarraba sus maletas para acompañar el transporte – Solo espero llevar los cargadores y suficiente rollo.
XD XD XD XD XD XD XD
En algún anónimo hotel de Nueva York, eran las 3 de la mañana. Kai se despertó súbitamente en medio de la noche, había tenido un extraño e incómodo presentimiento mientras dormía, no era lo que uno podía llamar una pesadilla, solo la sensación de que algo no andaba bien, de que algo muy malo y terrible se aproximaba, y no había manera de poder escapar, un sentimiento muy impropio de él, hay que agregar, pero me medio de la oscuridad y la noche, cuando las defensas se bajan, hasta Kai Hiwatari puede asustarse un poco.
Tratando de quitarse el presentimiento de la cabeza, Kai se salió de la cama y encendió la luz de la mesita para dirigirse al baño y bebe un poco de agua.
— A menos que sea la KGB, quiero que apagues esa luz ya – dijo Tala adormiladamente, ambos estaban compartiendo habitación, pues Pasha creía que eso de meter cuatro personas en dos camas era ridículo, así que se le las había arreglado para darles 2 habitaciones conectadas a su equipo, claro que así ella podía tener un cuarto para ella sola.
Ignorando el gruñido de Tala, Kai fue al baño y pasó unos buenos minutos limpiándose el sueño de la cara, tratando de imponer un poco de lógica en medio de la noche; después de todo, qué podía ser tan malo como para asustarlo a él, de seguro solo fue otro sueño. Regresó a la habitación, donde Tala seguía murmurando cosas inteligibles entre las que apenas se oía algo así como "maldita Perestroika" y "campo siberiano", mientras daba vueltas en la cama y se tapaba la cabeza con la cobija. Kai simplemente se metió de nuevo en su cama y apagó la luz.
— ¿Qué demonios pasa? – le dijo el pelirrojo, con la voz ronca a esa hora.
— ¿No que querías dormirte¡Pues duérmete! – le ordenó Kai, girando sobre su espalda.
— Muy tarde, ya me despertaste, ahora explica por qué – exigió Tala.
— Tuve un sueño, es todo – le dijo el joven Hiwatari parcamente.
— Ah, conque el frío y letal Kai es capaz de tener pesadillas, quién lo diría – pese a lo ronco de su voz, se tonaba la diversión de Tala.
— No fue una pesadilla, solo es un presentimiento – se limitó a decir el otro.
— ¿Y bien? – preguntó ansioso Tala.
— ¿Y bien qué? – Kai no estaba de humor para estos juegos.
— ¿Cuál presentimiento? No me dejes con la duda – Tala quería algo de lo cual reírse, como compensación por ser despertado a estas horas.
— Ahh... –suspiró Kai, cediendo ante el pelirrojo, solo para poder descansar – Es simplemente la idea de que algo viene, algo malo y destructivo, una idea muy oscura e incómoda, nada más.
— ¡Oh, vamos! – esta conversación sonaba demasiado a sonambulismo después de una fiesta de tragos y una sesión vudú - Estamos al otro lado del mundo, lejos de Boris, del señor Hiwatari y de todos los demás locos. ¿Qué clase de poder destructivo y maléfico puede ser al mayor al nuestro por aquí?
