Capítulo III: Paquete garantizado
Faltaban exactamente 24 horas para que comenzara oficialmente la primera ronda del campeonato mundial de beyblade, en su primera locación de Nueva York. Todos los equipos habían sido asentados en el mismo hotel, pero en pisos diferentes, para evitar roces innecesarios entre aquellos que jamás se habían llevado de lo más bien, léase: Blitzkrieg Boys contra todos los demás.
Era la hora del desayuno, y como Pasha estaba enferma de tener que llevar vista de Tyson y Daichi comiendo, decidió que lo mejor para el equipo, y su estómago, sería optar por el servicio a cuarto y evitar la vista, no importa cuanto se enojara el señor Dickenson por la falta de sociabilidad de su equipo, de todas maneras tenían una reputación que mantener.
— ¿Servicio a cuarto? Estás dadivosa el día de hoy – comentó Bryan cuando les llegó la comida a la habitación donde estaba reunido todo el equipo.
— Di lo quieras, pero si tengo que ver al niño mono y al pozo sin fondo llevarse otro "desayuno" a la boca, voy a hacer que las purgas de Stalin parezcan días de campo – le respondió la muchacha rusa, atándose su largo pelo negro con un imponente sujetador metálico.
— Uyyy...! Alguien está en uno de esos días, es mejor tener cuidado – siguió Bryan mientras probaba un poco de pan tostado.
— Te estás arriesgando demasiado Bryan – le susurró Tala, ojeando a Pasha que no dejaba de darle la mirada mortal a Bryan mientras se craqueaba cada uno de sus dedos.
— No puedo evitarlo, sin Ian por aquí, tengo que molestar a alguien o no sería divertido – Bryan se encogió de hombros y decidió probar la toronja dulce.
— ¿Puedo saber que es lo que vamos a hacer hoy? – preguntó Spencer, que esperaba poder quedarse por ahí y ver más intercambios verbales, tal vez, con suerte, enojaría lo bastante a Pasha como para que esta lo colgara de un asta bandera.
— Entrenamiento intenso – respondió ella – Acondicionamiento físico, hasta el almuerzo, práctica de lanzamiento hasta la tres, y prácticas de combate hasta la cena; después de la que planearemos estratégica y acoso psicológico de los rivales.
— O sea, nada nuevo – comentó Spencer.
— Di lo que quieras, pero me gusta apegarme a las costumbres. Lo que funciona, funciona – explicó Pashanka.
— Kai, has estado especialmente silencioso¿no tienes algún comentario astuto que hacer a nuestra sabia y hábil entrenadora? – Bryan, evidentemente no estaba tranquilo, Pasha hacía nota mental de dejar de darle café en las mañanas. Por su parte, Kai solo estaba silencioso y quedito, sentado en un extremo de la mesa, solo moviéndose para tomar de su taza de té.
— Déjalo tranquilo – le ordenó Tala – ha estado de malas desde que tuvo una pesadilla anoche.
Eso lo hizo, Kai casi se atragantó con el sorbo de té que tenía en la boca, y de verlo, Bryan y Spencer tuvieron que contenerse para evitar reírse, creían que solo Akira o Asuka eran capaces de lograr esas reacciones de Kai; Tala, por su parte, le limitó a pasarle miradas astutas mientras que Pasha lo miraba de modo curioso.
— ¿Pesadillas¿Qué fue¿Estabas atrapado en un "Todo lo que pueda comer por 1.50" con ese gordito Tyson? – preguntó ella.
— No fue nada, solo olvídenlo – dijo Kai, brusca y definitivamente, pero desafortunadamente, ese todo de rudeza que funciona también con los cerebros de pájaro de Tyson y Max, no tiene el más mínimo efecto en los que prácticamente habían crecido acostumbrados a eso.
—No seas amargado, dinos que fue – insistió Bryan.
omo Kai evidentemente se negaba a hablar, lo que es obvio cuando se cruza de brazos, frunce el seño y se limita a mirar el muro, Tala consideró que se podía divertir un poco más.
— Dijo que algún terrible y oscuro mal se acercaba a traer caos y destrucción – explicó el pelirrojo tranquilamente.
— Mmm... entonces estaba soñando con nosotros – Pasha estaba evidentemente muy calmada con eso, no es que ella fuera del tipo supersticioso de todos modos.
— Bueno, si uno lo piensa bien, podría ser... – pero cualquier cosa que Bryan fuera a agregar fue interrumpida por un súbito timbrazo del teléfono, pero no el de la habitación, sino el celular satelital de Pasha, que funciona en cualquier lugar del planeta.
— Discúlpenme – dijo ella, y se retiró a una esquina a contestar.
— Seguro que es mi abuelo – dijo Kai con un tono neutral - averiguó que estuvimos pidiendo servicio a la habitación y ahora nos enviará a servir una temporada a las minas de carbón de Siberia.
— Eso no es gracioso Kai – le dijo Spencer – sabes que él bien podría hacerlo.
— No sean ridículos – intervino Tala – no mandó a Boris luego de que perdimos la última vez...
— No digas esa palabra – le interrumpió Bryan de inmediato.
— ¿Cual? – y Tala que odia que lo interrumpan.
— Perder – Bryan encontraba todavía un poco humillante todo eso, no importa la buena que le hubiera dado al gato chino, este lo había vencido, y encima que todo el equipo fue derrotado. ¡Qué vergüenza!
— Oh... lo siento – Tala sabía que Bryan era delicado respecto a esos temas - Como sea, no lo mandó a trabajar en las minas, no creo que nos envíe por pedir servicio a la habitación.
— Y no creo que se de cuenta – dijo a su vez Kai - lo último que supe es que estaba dándole una visita al sultán de Brunei, en su rancho de Australia, creo que está considerando comprarle un yate.
— ¿Cuánto dinero desperdicia tu abuelo en yates? – preguntó Spencer, de acuerdo a la última cuenta debía tener como unos cinco barcos para uso personal, y no creía que usara alguno más de unos días al año.
— A él le gusta pensar en ellos como inversiones – explicó Kai tranquilamente.
— Demasiada charla, tenemos que salir – Pasha dijo de pronto, cogiendo un pesado abrigo de cuero y lista para salir.
— ¿Adónde? – Bryan apenas estaba comenzando con su cereal, ya no se puede comer tranquilamente sin que alguna guerra civil interrumpa.
— Vamos al sótano, nada más, parece que nos llegó un paquete desde Rusia y lo dejaron abajo, tenemos que ir – les explicó Pashanka mientras abría la puerta a salía, seguida del resto del equipo, hasta Bryan, que comprendió que simplemente no podría comer tranquilo.
— ¿Cómo que abajo¿Les costaba demasiado subirlo hasta la habitación? – se quejó Spencer - La ineficiencia americana no deja de sorprenderme.
— Y aparentemente es contagioso – le dijo a su vez Tala – lo mismo no nos cuesta a nosotros bajar.
— ¿Pero por qué el sótano? Si no querían esforzarse bien podrían haberlo dejado en la recepción del hotel – siguió el rubio.
— Es un contenedor completo, no creo que puedan subirlo hasta aquí – Pasha les dijo, cuando entraban al elevador, milagro no los había hecho ejercitar usando la escalera, pero tanto ejercicio tras la comida iba a darles calambres.
— ¿Un contenedor¿Por qué demonios recibimos un contenedor¿Y quién envió un contenedor? – Bryan estaba evidentemente confundido- No me parece recordar que viniéramos en misión especial.
— Mucha queja, poca acción – le señaló Tala.
— Estoy rodeado de amargados – se quejó Bryan.
— ¿Desde cuándo te quejas de ser amargados? Creí que se habían extirpado todas las emociones o algo así – le señaló Kai.
— He estado asistiendo a un psiquiatra que trata de sacar a la luz mi niño interior – explicó el beyluchador de cabello lila (N/A: Aunque parece que ahora es más gris que lila)
— ¿Y que averiguaste? – siguió el joven Hiwatari.
— Que a mi niño interior le gusta el sarcasmo y los malos modales – le respondió Bryan con mucha seriedad.
— Nada nuevo ahí, espero que no le estés pagando demasiado por descubrir el agua tibia – se inmiscuyó Tala.
Finalmente llegaron al sótano del hotel, en el que tuvieron que avanzar entre las cajas y provisiones de la cocina almacenas ahí, y luego por un largo y oscuro pasadizo hasta llegar al área de estacionamiento subterránea. Todo se veía básicamente normal ahí, solo autos normales, y algunos de los autobuses que se usarían para llevar a los equipos a los encuentros, nada de que preocuparse. Eso era al menos hasta que uno fijaba la vista en el extremo más oscuro y alejado del área de parqueo, donde, solitario y aparentemente inocente, estaba colocado un trailer negro con las insignias de la división americana de la corporación Hiwatari, y colocado en su parte trasera, un contenedor igualmente negro, con las insignias de la división rusa y con los sellos de transporte. Por alguna rara razón, se notaban unas abolladuras en la caja metálica, pero no hacia dentro, sino hacia afuera como si algo muy grande y fuerte hubiera golpeado desde ahí.
Tranquilamente, y como si no dudara ni un minuto de la naturaleza de semejante paquete, Pasha se acercó a la cabina del conductor, pero no encontró a nadie, ningún papel que firmar, ningún recibido que reconocer, eso sí era raro, y otra confirmación de la frase de Spencer respecto a esta ineficiencia americana, hasta dentro de las mismas líneas de la Corporación.
— Pero es que no hay nadie aquí, es el colmo¡qué clase de mensajeros! – se quejó ella.
— Te lo dije – comenzó Spencer – todos en este país son unos vagabundos, y deberíamos salir de él antes de que nos los contagien.
— No seas ridículo, esas cosas no se pegan – le reprendió Tala.
— Me parece que es mejor prevenir que lamentar – señaló el rubio.
— Aún así esto es raro – siguió Pasha, dando otra mirada dentro de la cabina, como si el conductor fuera a aparecer de pronto.
— ¡Ahí están! Llegan algo tarde – se escuchó una aguda y conocida voz desde la derecha; todos voltearon para ciertamente ver un conocido, un diminuto beyluchador de cabello púrpura, ojos granate y una imponente nariz.
— ¿Qué se supone que haces tu aquí? – dijo Tala de inmediato, considerando que tal vez debió quebrarle la cabeza, seguro eso lo obligaría a tranquilizarse - Creí que estabas en reposo por ese brazo quebrado.
— Vaya saludos los que dan ustedes – se quejó Ian ante la falta de aprecio.
— Un placer verte – le dijeron sus tres compañeros de modo mecánico.
— Ahora dime que haces aquí – exigió Pasha a su vez, ella no sabía los detalles de esa herida y no le interesaba realmente.
— Se nota el aprecio en el aire – respondió Ian con sarcasmo, pero evidente diversión - La carga es delicada y yo tengo el trabajo de courier.
— ¿Y el chofer del camión? – preguntó Spencer, considerando la probabilidad de que tal huyó por ahí.
— El chofer se fue a tomar café, creo que estaba algo alterado – explicó el pequeño ruso con tranquilidad, acercándose más a ellos.
— De seguro lo volviste loco – comentó Bryan con burla, ahora que Ian estaba ahí, el orden natural es reestablecido.
— No, fue la carga, es mucha presión traer algo así hasta aquí en tiempo record – Ian tenía una sonrisa que parecía un gato, era evidente que se traía algo entre manos.
— Puedo saber que haces realmente aquí – exigió Pasha, cansada de que la ignoren en esas pequeñas conspiraciones, estaba convencida de que le estaban ocultando cosas desde que averiguó que Ian se había "accidentalmente" quebrado el brazo luego de aquella noche hacía una semana en que los muchachos se habían vuelto a pasar de tragos.
— He venido con este paquete especialmente para Kai y Tala, eso es todo – se limitó a decir Ian.
— Ian, si este es otro de esos chistes raros, te prometo que... – comenzó Tala.
— Nada de chistes, pero antes de comenzar, creo que debería mostrarles algo para que recuerden por qué estamos aquí – de entre la bolsa de su overol, sacó una fotografía, que mostró de modo que solo fueran capaces de verla los muchachos, dejando a Pasha más rezagada en la conversación.
— ¡Esa foto! Te juro enano que... – pero antes de que Tala pudiera terminar, Kai intervino.
— ¿Qué es lo que quieres Ian? – preguntó el peliazul, aburrido de toda esta conversación y deseando solamente terminar su desayuno para comenzar a entrenar, estas conspiraciones y chismes baratos ya lo tenían aburrido.
— Pero, estoy haciendo un favor a un par de personar que saben pagar bien mi generosidad – comenzó Ian, con una mirada de maléfica diversión – Y segundo, esta es mi venganza, ustedes dos no debieron romperme el brazo – ahora se veía un poco más maléfico que divertido.
— Eso fue un accidente – dijeron Tala y Kai a un tiempo, pero de modo evidentemente fingido.
— Lindo, pues este también es un accidente – Ian metió la fotografía entre una rendija del contenedor, dio un ágil salto al suelo, tomó su cámara y fue a buscar refugio detrás del automóvil más macizo que pudo encontrar pero que al mismo tiempo que proporcionara buen ángulo de filmación. Bryan y Spencer, que saben que cuando Ian habla de venganza se refiere a toda la extensión posible de la palabra, entendían que, lo que fuera que estuviera adentro, no podía ser bueno, y se lanzaron a hacerle compañía tras su escondite.
Un segundo después, se empezó a oír ruidos dentro del contenedor, primero fueron unos susurros y ruidos de movimiento; pero todo se hizo silencioso y lo siguiente que se oyó fue un atronador grito, más parecido al aullido de una bestia descomunal que a algo humano, seguido por un golpe furioso contra la pared metálica, que logró una anormalmente grande abolladura. Kai y Tala, que tontamente aún estaban frente a las puertas del contenedor, retrocedieron al menos dos metros, mientras que Pasha se movió más hacia a un lado, y apenas a tiempo, porque entonces se oyó otro rugido, y un nuevo golpe, pero esta vez la puerta no se dobló, sino que literalmente fue arrancada de sus goznes y lanzada por el aire cinco metros, para ir a caer justo detrás de Kai y Tala, efectivamente acorralándolos ante la bestia violácea que ahora bajaba de un salto del contenedor.
— ¡TALAAAAAAAA! – fue el grito de saludo de Suki, que parecía más una bestia infernal que otra cosa; detrás de ella, Aki también se bajo, pero él parecía más fresco que una lechuga, como si no hubiera pasado las últimas 16 horas metido en una gigantesca lata con solo Asuka de compañía.
— Hola todos – saludo con tranquilidad el hermanito de Kai – ¡Ohh! – exclamó, cuando vio en el suelo la foto que había puesto a Suki al borde del ataque histérico – Esto va para mi colección – y se la guardo en la bolsa de la camisa.
— ¡Tu... vas... a... morir... Ivanov! – evidentemente, Suki no estaba para nada contenta, e iba a desatar toda su furia sobre Tala, que notando por donde iba la cosa, apenas dio tiempo de emitir un chillido y esconderse detrás de Kai, por más seguridad.
— ¡Minamoto! – se escuchó una exclamación igual de injuriada desde la derecha, Pasha en este caso, ante la vista de su tan detestada rival.
— ¡Bazdehieff! – exclamó Suki al mismo tiempo, pero no quitaba los ojos de Tala, cuya roja melena no podía ocultarse tras Kai – No tengo tiempo para ti, bruja, mi asunto hoy es con Ivanov, que va a sufrir lenta e irremediablemente.
— ¿Por? – eso sorprendió a Pasha, acostumbrada a ser el blanco de la agresión de Asuka, pero todo se le aclaró cuando Aki balanceó frente a sus ojos la foto que había disparado semejante reacción, Pasha la miró durante unos segundos, pero eso fue suficiente para que su mirada se endureciera al nivel de un digno agente de la KGB, y ella no se iba a quedar detrás de Suki en el departamento de reacciones desproporcionadas.
— Tala... – dijo la rusa tranquilamente, mientras sacaba de su abrigo algo muy parecido a un látigo con puntas metálicas.
— ¿Sí? – dijo el pelirrojo tímidamente, aún escondido detrás de Kai.
— Mejor comienzas a correr¡ahora! – no había terminado Pasha cuando Tala ya estaba corriendo fuera del estacionamiento y directo a la calle.
— 5, 4, 3, 2, 1... tras él – al mismo tiempo, las dos descontroladas jovencitas le siguieron el rastro, con Pasha azotando su látigo de tanto en tanto para estimular la carrera.
— Y tú que nos querías dejar en casa – dijo Aki tranquilamente como saludo a Kai, mientras este aún veía la persecución alejarse - ¿Dónde habría estado la diversión?
— Eso digo yo – agregó Ian, saliendo de detrás del auto, con una cámara de video bien sujeta, y tratando de no perder ni un detalle.
— Puedo saber de dónde sacaste esa foto¿haciendo montajes digitales de nuevo? – le preguntó Kai a Ian, ligeramente enojado.
— Nada, nada, solo seguí los tres pasos básicos de la borrachera rusa – le respondió Ian, y comenzó a contar con los dedos - en su versión, primero es cantar y bailar la polka.
— Ya lo hemos visto – dijeron a un tiempo Bryan y Spencer.
— Les dicen a todos que lo aman – siguió Ian.
— Ya lo hemos sufrido – hicieron eco los otros dos.
— Y luego se meten en la cama que sea, sin importar de quién o con quién – finalizó el pequeño ruso.
— Mmm... creo que aún no veía esa – dijo Bryan, considerando cada borrachera que recordaba.
— Les falta olfato para estas cosas, yo simplemente aproveché la oportunidad – Ian tenía el aire de reportero amarillista, listo para conseguir la noticia.
— ¡Y de qué manera! – reconoció Akira.
— Esperen a que coloque esto en Internet, mis distribuidores que colmarán de dinero – Ian ya podía comenzar a contar sus billetes.
— Si sobrevives lo suficiente, no lo olvides – le recordó sabiamente Kai, no sería la primera vez que es el mensajero el que muere a manos de ese par de locas.
— Nahh... nada me va a pasar, y tampoco a Tala, él es rápido – Ian estaba exageradamente confiado, considerando de quién estaba hablando - Además, Pasha no puede darse el lujo de matarlo, y Asuka castiga a la competencia, no la mata...
— Aún – le señaló Spencer.
— Hablando de Suki, creen que puedan conseguir a alguien que lleve nuestro equipaje, tenemos como 20 toneladas ahí adentro – dijo Aki, señalando el trailer.
— Creo que primero deberás conseguir un cuarto, pero no creo que haya ni uno disponible en toda la ciudad, supongo que deberán acampar – comentó Kai, evidentemente divertido, y comenzando a caminar de regreso a su habitación.
— Kai, eso no es divertido... – se quejó Akira, corriendo tras su gemelo - ¡Kai! No puedes hacerme eso, no olvides que soy tu hermano¿dónde colocaré mi mesa de canasta?
