Capítulo IX: Anatomía de una conspiración
— No lo entiendo, pagamos una millonada por tener los mejores asientos del estadio y los usamos para solo UNO de los partidos del torneo¡qué desperdicio! – se quejó Aki mientras Suki lo arrastraba hacia los camerinos junto a Ian y Pasha, en el camino se había topado con la Dinastía F, y Suki había aprovechado para sacarles la lengua, mandarlos a comprar algo de ropa decente y amenazar a Julia de muerte si se atrevía tan siquiera a ver a Kai.
— No dramatices tanto Aki, ni que tu fueras el que pagaba – le recordó su cañadita.
— No, es Ian el que paga y no creo que él tenga dinero para quemar, como haces tú – le explicó Aki indignado y con un raro sentido de conciencia social.
— ¡Yo no quemo dinero! – se defendió Suki.
— Mi error – rectificó Akira – Entonces derretir tarjetas de crédito como haces tú.
— No fue ni tanto – aclaró Ian – Tengo descuento de equipo del 40, y además, gracias a ustedes, estoy muy lejos de la ruina – agregó, con un raro brillo en los ojos mientras acariciaba su cámara de video.
— Disculpa... – aparentemente Suki perdía lo obvio nuevamente, pero antes de que Ian tuviera que darle alguna incómoda declaración de algo que a estas alturas ella debía más que saber, Pasha interrumpió el tema de conversación.
— Ya llegamos - anunció ella, efectivamente se encontraban frente a la puerta del camerino de los Blitzkrieg Boys, donde ya el resto del equipo estaba asentado y listos para ver el encuentro final del torneo americano.
— Hola, hola, llegamos – saludó feliz Suki, que de inmediato, con su radar interno, localizó a Kai sentado en una esquina y se dirigió a él más rauda que un misil teledirigido.
— ¡Ah! Cancelen la partida de rescate, los náufragos arriban al fin – respondió Bryan con sorna y sarcasmo ante la llegada del cuarteto.
— Has silencio Bryan – lo calló de inmediato Pasha.
— ¡Uuuuuhhhh...! Parece que el humor no mejora – el ruso se resistía a abandonar su estilo de conversación.
— Si no dejas eso yo voy a... – la amenaza mortal y definitiva de Pasha quedó en el aire cuando Tala decidió intervenir para evitar el homicidio de la semana.
— Ehh... Bryan¿por qué no poner el último encuentro? Tenemos rivales que examinar – pensamiento rápido por parte del pelirrojo, que corrió el riesgo de ser el nuevo blanco de Pasha, a la que no le gusta que interrumpan sus amenazas.
A sabiendas de que se acercaba a la línea terminal de resistencia, en que las medidas de control de Pasha se derrumban como un castillo de naipes, Bryan decidió hacer caso a Tala y esquivar la muerte segura o la prolongada estadía en la unidad de cuidados intensivos. Justamente ya se estaba introduciendo al Batallón Barthez, que, aunque por el momento tenía un público menor, Miguel parecía haber cultivado un público femenino propio.
— ¿Están esas fans echando porras a esos ejemplos de experimentación estética? – los peculiares estilos de cabello no pasaban desapercibidos al frío sentido de crítica cruel de Asuka, que encontraba el cabello de los mienbros del Batallón Barthez, pero especialmente el de Miguel como un chiste muy cruel.
— Para todo hay gustos Asuka – le respondió Aki.
— Comenzando esta ronda, por el batallón Barthez llega Claude – anunció Jazzman a medida que el joven de cabello celeste subía a la plataforma.
— Vez, ese no tiene tan mal cabello – mencionó Aki.
— Bueno, si el estilo "Chupado de Vaca" te perece bien, supongo que sí; pero no me niegues que ese conjuntito de vaquero futurista es algo normal – Suki no había ganado por 5 años seguidos el premio a la Criticona Máxima por nada, claro que ella no sabía de esto, o ganaría también la medalla a la Demolición Máxima.
— Eres imposible, no sé ni por qué lo intento – Akira dijo exasperado, rindiéndose por ahora, Suki simplemente estaba intransigente esta tarde.
— Y por el PPB All Stars, llega Rick – al anuncio de Jazzman, todo el público local aumento por 100 sus gritos de saludo al equipo de la casa, del que Rick parecía no verse interesado, solo encendiendo su grabadora a todo volumen.
— Ahora, ese sí es un ejemplo de malos modales – se quejó Pasha – Casi tan malos como los de Minamoto.
— Sí – acordó Suki, y agarrándolo tarde – Heeyyyy...
— Por una vez me voy a la crítica – se metió Aki - ¿Quién rayos lleva una grabadora gigante en el hombro en estos días? Eso es muy de los 80's.
— ¿Por qué siento que el nivel de coeficiente intelectual de esta conversación cae un punto por minuto? – murmuró Spencer.
— �¿Ese es el estilo de peinado "Estrella Marina Gigante¿Y quién le decoloró el cabello? Ese es un trabajo atroz – iba comentado Suki del otro lado en conversación con Aki y, según ella, Kai.
— Te equivocas, no cae un punto por minuto, es un punto por segundo – le corrigió Bryan en murmullos al rubio, y Tala, detrás de ellos, no podía estar más de acuerdo.
— 3, 2, 1... Let it rip – gritó Jazzman como señal para lanzar los blades (N/A: Como notarán, vamos a regresar a la costumbre de quejarnos cada vez que alguien dice esa estúpida frasecita)
Aunque el ataque de Claude era ágil y veloz, deslizándose por entre las agujas del plato con gran habilidad, el estilo de Rick era impresionantemente agresivo, sin detenerse a pensar mucho en elegancia, solo barrer con todo lo que el rival pusiera en su camino. Uno al otro se esquivaban y atacaban, corriendo y esquivando otra vez l oque progresivamente iba poniendo a Rick de muy mal humor.
— Ese Rick necesita clases para el control de la agresión – comentó Pasha luego de que el americano hiciera un pase especialmente agresivo.
— Mira quién habla – murmuró Ian.
— ¿Dijiste algo? – le preguntó ella con voz fría y ojos como acero.
— ¿Yo? No, nada – Ian sí sabía poner cara de inocente.
— Me gusta su tendencia, pero creo que le falta un poco de actitud adecuada – dijo a su vez Bryan.
— Y tu propondrías... ¿qué? – Spencer sabía a dónde iba la conversación, pero era bueno consentir a Bryan de vez en cuando.
— No mucho, implemente debo decir que ese Claude empezaría a hacer valer de verdad su seguro médico – ese brillo sádico y despiadado del ruso regresaba a sus ojos, el brillo especial que tiene cuando de verdad quiere expresar su completa naturaleza en batalla y suele significar trabajo para los paramédicos.
— Te recuerdo que por ese estilo tuyo tuvimos que pagar 50 000 en multas por comportamiento antideportivo – a Pasha aún le dolía tener que pagar ese dinero, tampoco es que Ray haya quedado tan mal tras el encuentro, podía respirar¿no?
— Esos jueces simplemente no aprecian mi sentido artístico – se quejó Bryan.
Entretanto, Claude había decidido utilizar todo su poder, impactando a Rick, que pese a todo, no se vio muy afectado más que para aumentar más su mal humor (N/A: Esta es la tonta escena en que a Claude se le ven alas en la espalda. Puntos especiales y posición de fan estrella de la semana al que nombre la mayor cantidad de series de anime en que tiende a poner alas a los protagonistas o invitados en los momentos más raros).
— Soy solo yo o ese sujeto de pronto un sacudidor en la espalda – comentó extrañada Asuka
— No es un sacudidor, son alas – explicó Kai, crecientemente más cansado del nivel que alcanzaba la conversación – Y esa es una expresión del poder de su bestia bit.
— ¡Aaaaahhhh! – pausa – No entiendo.
Rick no se dejó impresionar por el ataque y las evasivas de Claude y lanzó a su Rock Bison en un completo ataque frontal, que no solo lanzó fuera al blade de Claude, sino que arrancó desde la base una de las enormes agujas del plato, que salió disparada en dirección a Claude. Ahora bien, este tuvo suficiente tiempo y seguramente los reflejos rápidos para esquivarla, pero como el probable masoquista servil que es, se quedó en su sitio y dejó que le rozara el hombro, milagrosamente no lo empaló al suelo.
— Mmmm... eso está mucho mejor, es casi... el colmo de la satisfacción – Bryan dio un gran suspiro y se hundió en su sitio, de la mirada ansiosa y respiración entrecortada que tenía durante el combate, se redujo a los ronroneos de un gato, perdonando lo inadecuado de la analogía para el caso, que al fin atrapó a su ratón en el momento que vio la sangre de Claude.
— ¡Looooocoooo! – medio canturreó Ian inocentemente.
— Eso me parece sospechoso – dijo Kai, mirando suspicazmente, mientras en pantalla el entrenador Barthez se apuraba a ayudar a Claude.
— Yo no veo nada extraño, es solo el entrenador ayudando al azulito ese – Aki no estaba muy perceptivo a las iniquidades del día de hoy.
— Más allá de que ese sujeto está sobreactuando tanto que hace los protagonistas de una telenovela venezolana como actores shakespearianos – intervino Suki a su vez (N/A: Perdón a cualquier venezolano, pero ustedes saben que esas novelas son muy malas)
— ¡Uuuyyy¡Qué densa! – exclamó Pasha - ¿No lo vez? Es todo una estrategia de convencimiento, él planeó la acción porque ese herido les gana el apoyo del público mientras maneja los hilos por detrás, claro que es otro asunto muy distinto ganar los encuentros a ganar el apoyo público.
— ¿Y tu como sabes? – inquirió Akira, él era bueno con las estratagemas pero no había visto ni la mitad de lo que vio Pasha.
— No coopere con las confabulaciones de Boris por años sin aprender trucos – explicó Pasha como la que solo explica un punto en su currículo – por lo que noto, este Barthez tiene sus planes, no es ni la mitad de lo creativo o maléfico que solía ser Boris, y no tiene los recursos de Biovolt, pero te aseguro que al menos viste mejor.
— Eso es cierto – intervino Suki – esos anteojos eran horribles – torcida de ojos de todos los presentes.
Por su parte, luego de recoger los miserables restos de Claude y correr todo el melodrama de la semana, tocaba el turno para que Jazzy anunciara la entrada de Miguel y Max como los siguientes contendientes, en la última pelea del torneo.
— Ese Miguelito debe de haberse acercado mucho a cables de alta tensión o a la silla eléctrica, porque solo un rayo puede haberle parado el cabello de ese modo – comentó Suki en su particular estilo.
— Suki, vas a seguir con eso – le respondió Akira exasperado.
— Solo hasta que el mundo, los ejemplos del mal gusto sean extintos – Suki comenzó un discurso muy parecido a los que se diría en una vieja serie de Superman o en un discurso de la Guerra Fría - donde la gente no use cabello salido de series de ciencia ficción o salgan a la calle como si fuera una fiesta de disfraces – ella no estaba muy impresionada por la manera de vestir de Miguel tampoco, especialmente cuando este usa pantalón corto.
— Ahí va de nuevo – murmuró Kai.
No vamos a ponernos con detalles respecto a este combate porque todos los que ya lo vieron ya saben lo que pasa, y los que, basta con decir que Max venció a Miguel sin demasiado esfuerzo o evento intrigante. Respecto a los que de verdad no interesa, que sería cualquier conversación llevada a cabo en el camerino de los Blitzkrieg Boys, porque todo fue un puro berrinche de Suki respecto a porque los hombres NO tienen que mostrar las piernas más que cuando hacer ejercicio o nadan; pero hasta las diatribas de Asuka tienen un límite de gracia y será mejor que ella deje ese tema por el día de hoy.
XD XD XD XD XD
— Bien, ya que este ridículo espectáculo está acabado¿que vamos a hacer? – preguntó Suki en voz bien alta mientras dejaban el estadio al final de la tarde, la competencia había finalizado oficialmente, habían recogido sus cosas y ahora Pasha estaba en completo modo militar soviético para que se apuraran a montarse al autobús.
— Lo que vamos a hacer es regresar al hotel a empacar y prepararnos a tomar un vuelo temprano mañana, salimos para Roma – les informó Pasha, aún en modo militar y evidentemente de mal humor. Ya el autobús estaba cargado y se dirigían de regreso a su hotel, pero evidentemente Asuka tenía otro planeas para su última noche en Nueva York.
— Mmm... Roma, eso es buen gusto. Pero ya que estamos aquí una noche más¡vayamos de compras! – de seguro eso no era lo que se esperaban.
— ¡Oh no¡Por Dios! La pesadilla continúa, de compras con Asuka – gruñó Pasha, que se veía lista a estrangular a alguien.
— No seas tan quejosa, vamos. Podemos ir a la tienda Versace y comprarte algo un poco alegre, tal vez así comiences a botar esos ridículos trajes de cuero – Suki cruzaba terreno peligroso.
— Ni ropa no es ridícula – le espetó Pasha de regreso.
— Lo que quieras – Suki de encogió de hombros.
— ¿Qué quieres decir con eso? – Pasha estaba seguro que había un insulto implícito.
— Nada, no yo no he dicho nada – nuevamente se encoge de hombros.
— Me estoy de verdad cansando que cada vez que alguno de ustedes medio murmura algo se quitan diciendo que no ha dicho nada, así que el próximo que intente tal truco, le voy a arrancar un brazo y matarlo a golpes con él – era obvio que no se podía subestimar semejante amenaza.
— Y hablando de control de ira – murmuró Spencer.
— ¿Dijiste algo? – la voz de Pasha era de nuevo ese puñal de hielo que de verdad asusta.
—Yo, nad... – iba a responder el enorme rubio, pero recordando la amenazada de hace treinta segundos, se quedó un poco en el aire tratando de salirse del lío.
— ¿Sí? – seguía ella, esperando la respuesta.
— ¿Ehhhh? – estaba perdido.
— Llegamos – salvado por la campana, o este caso, Ian, que por alguna razón había vuelto a sacar la cámara de video.
— Un momento – Pasha le tomó un segundo voltear a la ventana y darse cuenta de que alguien estaba jugando como agente doble, y modo cortante dijo – Este no es el hotel.
Efectivamente, alguien, que no diremos quién para que adivinen, había indicado al chofer dirigirse al distrito comercial de Nueva York, lleno de tiendas de ropa que no cerraban sino hasta entrada la noche y donde una buena tarjeta de crédito puede alcanzar su límite de gastos en cuestión de 10 minutos, desafortunadamente para Pasha, Suki usa tarjetas con crédito ilimitado, y carga decenas de ellas.
— ¡De compras! – chilló ella, arrastrando consigo a Kai, y la siguieron Aki, Bryan, Spencer e Ian, a buen conocimiento de que Suki en tienda de departamentos con Kai de modelo es diversión garantizada. Detrás, sentada un momento más en su asiento y haciendo un profundo esfuerzo para calmarse, estaba Pasha, que parecía haber heredado la jaqueca de Kai.
— Supongo que no estás de humor – dijo una voz desde atrás de ella, aparentemente Tala había decidido esperarla.
— No voy a ganar esto¿verdad? – se notaba en su voz que se había dado por vencida.
— Me temo que en el momento que ella se bajo, la victoria estaba declarada – Tala trataba de tener un tono conciliador, él sabía que lo mejor es admitir la derrota.
— Este viaje va a ser horrible – dijo ella, hundiendo la cara entre las manos.
— ¡Ahh! Podría ser peor, al menos no están Boris o Lord Voltaire – le respondió él en el tono más parecido a lo alegre que era capaz, que no es mucho.
— ¡Jaaa! Ilumíname el día – ella recordaba esos viajes, y no eran exactamente lo que uno podía llamar vacacionales.
— Vamos, al menos podemos hacer algo mejor que estar en este bus – Tala la tomó del brazo y la obligó a levantarse de su asiento y dirigirse a la salida.
— ¿Y eso sería? – ella no tenía de lo que él le tendría planeado.
— Ir de compras – esas palabras sonaban tan raras saliendo de la boca que ella estaba acostumbrada a solo oír lanzar amenazas.
— Estás bromeando, te golpeaste la cabeza¿verdad? – si no era así, ella sí lo golpearía.
— No te hagas, yo sé que sabes ir de comprar – todas las mujeres saben ir de compras¿no? Es un don implícito el género.
— Admito lo que he hecho unas veces – ni siquiera la todopoderosa y despiadada Pasha Larionovitch Bazdehieff estaba libre del simple deseo de ir a comprar un par de zapatos o unos aretes de vez en cuando.
— Entonces vamos – Tala acabó de arrastrarla fuera del bus y siguió a los demás a la tienda.
— Vas a ser mi ruina¿sabes? – le dijo, ella admitiendo otra derrota de dejándose llevar por él.
— Podría decir lo mismo de ti – desesperarse uno al otro, que la vida la que deberán llevar esos dos.
El grupo pasó las siguientes cuatro horas causando caos por todas la tiendas en las que se les ocurrió entrar. Suki, tras probarse y modelar al menos 100 trajes, de los que desechó la mitad por ser feos, otros por hacerla ver gorda y otros por no ir con su cabello (N/A: El lavanda debe de ser difícil de combinar), se decidió por comprarse al menos 5 faldas, 12 blusas, algunos conjuntos, 3 pares de zapatos e infinidad de accesorios varios. Encima, le agarró por hacer que Kai se probara ropa también, y bajo la atenta mirada de la cámara de Ian, ella decidió comprarle unas cuantas camisas de vestir, de salir, de casa, deportivas, juveniles y todo lo que se le ocurría; hubo un segundo en que de no ser por un firme tirón de ella a su bufanda, él habría huido por la escalera de emergencia.
Por otro lado, los demás Blitzkrieg Boys habían decidido no aprovechar la oportunidad, y tras buscar por un rato, lograron encontrar algunas cosas que les iba a su estilo tan particular, estilo Ejercito Rojo pero moderno. Ian se había dedicado a buscar un módem más rápido para su computadora y hasta Pasha había caído, prendada de unas piezas de ropa Prada, elegante y sensual, pero toda negra por supuesto, y todo lo de ellos pagado con la tarjeta de la compañía ¡Esperen a que el abuelito vea la cuenta de esto!
Horas después, finalmente de regreso al hotel para empacar el incrementado volumen de equipaje, Ian se encontraba en la habitación que compartía con Akira, aprovechando el momento para cargar su material recién editado, y de paso mandando un correo muy especial al cierta persona que todos conocen. Se encontraba muy divertido en su trabajo hasta que...
— ¡Ooohhhh Iaaan! – dijo una acentuada, cantarina y aterrorizante voz.
— Sí, Pasha – Ian no ocupaba voltearse para reconocer la voz, y sabía que ese tono solo significaba problemas.
— Tu tienes un asunto que resolver conmigo, si mal no recuerdo – con que eso era, lo iba a matar, eso es todo. ¡Vaya que ella no perdona unos simples comentarios!
— Yo... yo... ehh? – por primera vez, Ian se quedó sin palabras, porque se volteó, y se encontró con los letales ojos de Pasha, que no se veía de humor para negociaciones.
— Deja de balbucear. – le ordenó ella, y en un tono más normal, agregó - Si haces lo que dijo puede que no me una al club y te rompa las rodillas también
— Lo que quieras entonces – ciertamente el pequeño ruso no deseaba tener que andar en silla de ruedas.
— ¿Puedes hackear dentro del Departamento de Estado o el FBI? – preguntó ella en un tono neutro, dando una mirada de reojo a la computadora en la mesa.
— Supongo¿por...? – Ian recuperó su tono de negocios, eso podía costarle ir a la cárcel, pero siempre ha sido divertido lo que sale.
— Hacer un servicio a la comunidad – le respondió ella crípticamente.
