Capítulo X: Hora del castigo

El día siguiente llegó muy apurado en hotel, donde todos los equipos se alojaban, con los acostumbrados retrasos de aquellos que olvidan por completo que se supone tienen que salir temprano y terminan quedándose dormidos y empacando en el último segundo, ustedes saben quién. Los Blitzkrieg Boys, que no solo tienen un puro entrenamiento militar sino que con Pasha apurándolos están el doble de presionados, tenían todo listo desde la noche anterior, y están levantados desde antes que el Sol saliera; la única falla ahí eran Suki y Aki, este último era fácil despertarlo, pero no se puede decir lo mismo de la señorita "si-no-es-hora-del-almuerzo-ni-me-hablen", por suerte Pasha sabría que esto les daría problemas, y mando a un señuelo irresistible para ella a modo que la obligara a levantarse, Kai.

Kai no estaría muy contento, dado que la primera reacción de Suki siempre es arrastrarlo dentro de la cama con ella antes de salir, pero como él no es de los que se dejan dominar tan sencillo, logró obligarla a salir luego de recordarle que si no salía en ese momento, la dejaba tirada en Nueva York, o peor, llamaría al abuelo Minamoto, y le diría lo que había estado haciendo¡eso la hace pararse!

Antes de las 8, y antes que los demás equipos, los Blitzkrieg Boys montaron en su autobús y se dirigieron al aeropuerto, con muchas quejas de Asuka, que pretendía no haber tenido suficiente tiempo para maquillarse correctamente, o elegir la ropa correcta para salir, aunque de todas maneras había tenido por lo menos dos horas, de las que pasó 60 minutos frente al espejo probándose todo lo que se le ocurría. Por algún raro motivo, Pasha se esforzó por convencerla de buscar algo tibio y que no fuera falda ni nada por el estilo, pese a que, ese día no solo se pronosticaba cálido sino que se decía que en Roma estaría hirviendo prácticamente, típico verano europeo. Pasha misma llevaba algo parecido a un uniforme de combate en negro y tenía un abrigo de campaña en la mano, instando a todos los demás a llevar abrigos, así que algo debía estar planeando.

Llegaron al aeropuerto a las 9 de la mañana, atrasados un poco por el terrible tránsito de la mañana, pero de todos modos debían de pasar al menos 3 horas de espera, dado que el avión debía salir a las 12, al menos eso es lo que los muchachos sabían. Gastaron al menos hora y media en lo que Pasha e Ian hicieron buen uso de su entrenamiento en espionaje y contrainteligencia, y se la ingeniaron con una pequeña treta en Migración para hacer parecer que efectivamente Asuka y Akira habían entrado legalmente y podían salir legalmente, espacio de tiempo que Suki aprovechó para recorrer el Duty-Free y quejararse de que no había nada decente que comprar, más allá de joyas, pero pobre de ella, eso es lo único, aparte de autos y propiedades, que su abuelo le tenía prohibido comprar.

— Lo que realmente ocupo es un anillo de compromiso – se quejó ella mientras ojeaba la joyería.

— Sigue soñando – murmuraba Kai desde lo más lejos posible, tratando de imaginar como librarse de ella durante las próximas 10 horas de vuelo.

— ¡Oh Kai! No me digas que aún no compras un anillo para jurar tu incondicional amor a tu hermosa prometida – Bryan dijo con fingida sorpresa y efusividad, haciendo que Spencer se cayera de la risa desde donde estaba tratando de tomar un café.

— Si sigues con eso Bryan, le diré a Pasha que fuiste tú y no ese pobre primerizo el que colocó decolorante en su shampoo hace un año – Kai mantenía su tono neutro, pero su mirada decía bien claro que hablaba en serio.

— No te atreverías – chilló Bryan entendido por donde iba la cosa.

— ¿Quieres probarme? – la expresión de Kai permanecía impávida.

— No, no, me callo – finalizó Bryan, escondiéndose un poco detrás de Tala.

Una media hora después, Ian y Pasha regresaron, los sus pasaportes listos para la salida, por alguna razón el pequeño se veía casi radiante, como si tuviera un muy bien chiste e hiciera un enorme esfuerzo para contenerse, mientras que Pasha se veía más estoica que de costumbre, excepto por su mirada, que de notaba tenía un fondo ligeramente entretenido, pero especialmente cruel.

— Estamos listos, podemos irnos – anunció Ian, al que le faltaba poco para brincar en su sitio.

— Creí que el vuelo salía hasta dentro de una hora – comentó Tala, levantando una ceja en sospecha.

— Cambio de planes, solicité otro avión y nos vamos ya – concluyó Pasha sin más explicaciones, tomando su equipaje y dirigiéndose a alguna puerta de salida.

— No creo que al señor Dickenson le guste esto – comentó Kai, a sabiendas de que eso realmente no importaba.

— El anciano no se va a dar cuenta, al menos no hasta que estemos a la mitad del Atlántico – comentó Pasha, y Tala, que estaba junto a ella pudo ver como torcía el gesto en una de esas medias sonrisas que suelen presagiar grandes males para alguien.

— ¿Por qué tenía la impresión de que diría algo así? – se dijo Akira mientras llegaba pasaban el control de pasaportes y se dirigían a los que no era otra cosa que una salida directa a la pista, evidentemente, el vuelo que iban a tomar no era un avión comercial en el estricto sentido de la palabra.

— Mmm... ¿no son esos los tontos perdedores? – preguntó Asuka en su usual falta de tacto, mientras apuntaba a una 4 o cuatro puertas de distancia, donde evidentemente los susodichos tontos, que nosotros conocemos mejor como el BBA Revolution, iban llegando a la sala de espera, seguidos además por el resto de los equipos, todos listos para preparar su salida rumbo a Roma.

— Su apariencia no mejora en las mañanas – comentó Spencer, viendo las rarezas de semejante espectáculo, no solo el acostumbrado horror estético que representan, sino el acto de Hillary y Tyson tratando de despegar a Daichi de una columna ante su absoluta negativa de volver a montarse en una avión, iba a despintar las paredes con las uñas.

— Sí, sí, muy lindo, apúrense sí – Pasha ciertamente no deseaba que los notarán al salir, y mientras, murmuraba a Ian al otro lado – Está todo listo¿no?

— Claro – él sabía cumplir con sus trabajos.

— Y te conectaste a las cámaras de seguridad¿verdad? – ay de él si la respuesta era no.

— Listo y grabando – le respondió el pequeño con un guiño.

— Excelente – eso último fue TAN parecido al señor Burns que dio miedo.

XP XP XP XP XP

— ¡Daichi, suelta ya ese muro¡Tenemos que irmos! – gruñó Tyson mientras trataba de soltar a pequeño de la pared.

— ¡No me harán montarme en otra de esas horribles cosas! – Daichi parecía pegado con Super Glue, nada parecía soltarlo.

— Vamos Daichi, si te sueltas y vienes pacíficamente de daré mis bolsitas del maní en el avión – le tentó Hillary.

— ¡No quiero! – él no iba a ser vencido por un simple maní salado.

— Del garapiñado – Hillary mejor su oferta, y por un segundo Daichi pareció listo a soltar, pero no, solo se agarró más.

— Daichi, simplemente no puedes hacer esto cada vez que vamos a tomar un avión, este torneo tiene 6 fases¿sabes? Y a todas tenemos que viajar en avión – Kenny trató de meter algo de sentido en su dura cabeza, pero parecía batalla perdida.

— Muy bien Daichi, tu lo quisiste – dijo Hillary, arrollándose las mangas del abrigo, lista para demostrar que ella tampoco era persona para tomar a la ligera, tomó su bolso de viaje y sacó... una pluma.

— ¡Qué rayos! – murmuró Tyson, y antes de poder exigir explicaciones, Hillary había comenzado a hacerle cosquillas a Daichi, obligándolo a caer el suelo en un ataque de risa, facilitando amarrarlo de ser necesario para subirlo al avión.

— Creo que eso es un poco exagerado – expresó asombrado Kenny mientras Hillary hacia rodar a Daichi por el suelo, y se aseguraba de tenerlo bien agarrado y lejos de columnas, muros, sillas atornilladas al suelo, muebles en general o gente de la que pudiera pegarse como sanguijuela. Debería empezar a cargar una jaula.

— Lo que funciona, funciona – respondió Hillary, encogiéndose de hombros.

— Listos niños, nos vamos a chequear al mostrador – anunció Hiro, llegando desde algún misterioso sitio, que supondremos era alguna conversación con el señor Dickenson, su agente de viajes, su manicurista o algo así.

— Genial, Roma ahí vamos – gritó Tyson en su acostumbrada actitud sobreentusiasmada.

— Tyson aún son falta una hora para salir – le recordó Hillary, que a veces era la única fuerza lógica para controlar a Tyson, o estaba más loca que él, simplemente demasiado temperamental para adivinar así como así.

— No arruines mi día Hillary, no estoy de humor – este es uno de esos momentos en que esos dos llegan a discutir como si estuvieran casados.

— Hablando de humor Tyson, recuerdo que tengo un mensaje que darte – le interrumpió Kenny, apenas impidiendo el combate, pero ciertamente eso no era lo que estaba pensando, sino en la reunión de pesadilla que había tenido la tarde anterior y que no lo había dejado dormir tranquilo a punta de creer que alguna de esas arpías podría entrar al cuarto y cortar su garganta para mandar un mensaje más personalizado. Kenny ha estado viendo demasiadas películas de mafiosos.

— ¿Cuándo te lo dieron? – preguntó Tyson, solo por curiosidad, porque no tenía interés en ningún tonto mensaje, salvo que fuera de alguna linda admiradora. ¡Si solo supiera!

— Ayer – Kenny quería tener que postergar lo inevitable, decirle a su mejor amigo que era capaz que no estuviera vivo al finalizar el torneo. Y aquñi con sarcasmo¡Gran perdida para la humanidad!

— Algo tarde, no? – notó Tyson, si era una promoción de pizza por solo una noche o un Todo lo que Pueda Comer, iba a matar a Kenny.

— Si no estuvieras desapareciendo y pegando gritos, Kenny podría darte tus tontos mensajes – Hillary ciertamente había decidido ser respondona esa mañana, agregado a que realmente no le habían agradado para nada las muchachas que lo habían enviado y de las que Kenny parecía demasiado asustado la tarde anterior para proveerle la más mínima explicación.

— Oye, yo no... – ya iba a empezar Tyson a dar excusas de que no es ninguna culpa de él y que esto y lo otro, pero ya estamos muy hartas de eso.

— Hmph...Disculpen – interrumpió Kenny, que empezaba seriamente a arrepentirse de no haberle dado el mensaje a Tyson aún¿qué pasaba si ellas ponían una bomba en el avión? Hasta dónde sabía, eran capaces de todo.

— Perdón¿cuál es el mensaje? – mejor acabar con eso de una vez, lo único que Tyson quería era conseguir su revista gratis y su bolsita de maní garapiñado.

— Bueno, cómo decía, ayer, tras tu... salida, estuvimos en el pasillo... – Kenny empezó a tartamudear de los puros nervios, solo el hacer memoria le ponía la carne de gallina, y no quería volver a toparse con ella hasta que el Sol hiciera Nova y la vida en la Tierra se acabara.

— El mensaje, Kenny – le recordó Tyson, ya un poco cansado del ritmo que estaba tomando la conversación, y a sabiendas de que a veces hay que poner los nervios de Kenny en cintura.

— Ah, claro – bien era ahora o nunca, le diría lo que pasó a Tyson y esperaría que no lo matara de inmediato.

— Pasaportes por favor – dijo la asistente tras el mostrador, con su enorme sonrisa de dientes tan blancos y perfectos que definitivamente no son naturales.

— Tome... – Hiro le pasó los pasaportes, completamente ignorante de lo que estuvieran hablando sus jóvenes protegidos.

— Y bien... – esto era rídiculo, consideró Tyson, Kenny se estaba tardando más en dar la respuesta que en lo que se tardan en anunciar al ganador de Mejor Película en noche de los Oscar.

— Es que nos encontramos con... – Kenny finalmente iba a hacerlo, cerró los ojos y dio un par de profundas bocanas, listo para enfrentar a Tyson con la horrible verdad, y no se dio cuenta del sospechoso individuo de seguridad que llegaba tras ellos.

— Disculpen¿cúal es Tyson Granger? (N/A: Sabemos que su nombre real es Takao Kinomiya, pero como hemos dicho, todos los nombres se quedarán igual que en traducción para comodidad de las masas que no tienen idea de la versión original) – el trataba de parecer educado, pero se veía que esa no era su especialidad, ojeándolos a todos como si los analizara.

— Yo soy Tyson – respondió el chiquillo de modo más natural, al menos hasta que 10 sujetos de seguridad con traje de asalto, salieron de la nada y los arrojaron a todos al suelo para ponerles unas ametralladoras Tech 9 en la cabeza.

— ¡Está arrestado por terrorismo internacional, manos a la cabeza todos! – eso fue un poco ridículo, considerando que ya los tenían en el piso, esposados y amenazados, pero protocolo en protocolo.

— �¿Qué! – cualquiera pudo decir eso, ya que no es todos los días cuando a uno lo declaran como la mano derecha de Al-Qaeda, pero digamos que fue Tyson, ya que él era el que se llevaba las palmas hoy, con al menos 5 de los policías apuntando a una o más de sus partes vitales, o no tan vitales, después de todo¿no puede acaso un hombre vivir sin genitales? Tyson prefería no averiguarlo.

— Resulta que me topé con Pasha Bazdehieff y Asuka Minamoto, y que juraron venganza en tu contra por alguna cosa que habías dicho – Kenny terminó con su mensaje como si nada, pese a que él también tenía una boca de ametralladora en la cabeza, pero como sospechaba seriamente que esto tenía algo que ver con ese asunto, le pareció adecuado acabar.

— Muy puntual Jefe – le dijo Tyson cortante - muy puntual.

XD XD XD XD XD

— ¿Nadie escuchó eso? – preguntó Akira mientras avanzaban por un lateral de la pista rumbo a un enorme hangar, al menos hasta que a él le pareció escuchar unos gritos y unas alarmas.

— Yo no oí nada – era aterrorizante cuando Pasha usaba esa voz, porque uno podía estar seguro que "nada" era lo último que ocurría.

Como íbamos diciendo antes de ser interrumpidas por el inminente arresto de Tyson y su posible envío a Guántamo, Pasha había decidido que no viajarían con el resto de los equipos y por tanto usarían un vuelo aparte, esto es obvio porque es probable que una vez que se sepa cuál es grupo total que viaja con Tyson, todos va a acabar en prisión, y ellos tenían demasiados antecedentes para salir tranquilos de eso, sin decir que estar en prisión con esos era más de lo que sus nervios podía aguantar. Pero para que perturbarnos con lo que habría pasado si estaban con ellos, esto era un plan de Pasha, y una regla de sus planes es jamás permitir ser agarrada por el plan, a menos de que eso confiera una ventaja estratégica; aquí no la hay, así que hay que huir mientras se pueda.

Finalmente arribaron al enrma hangar, y no es demasiado sorprendente ver que en las puertas está el logo de la Corporación Hiwatari, en su interior, un enorme avión Antonov de carga. Todo parecía estar listo, y los 4 tripulantes parecían solo estar esperándolos para despegar.

— Espero que no les importe un viaje a baja altitud – anunció Pasha, mientras pasaba su equipaje a un carro de carga.

— No de nuevo – se quejó Asuka – Ya tuve demasiado con estos aviones cuando tuvimos que huir de Miami...

— Que te recuerdo es tu culpa – interrumpió Kai.

— Como iba a saber yo – se defendió Suki - que por causar un pequeño corto iba a apagar toda la ciudad...

— Y subsecuentemente crear pánico y saqueos por tres días – completo Tala.

— Sí, eso también – Suki descartó el tema lo más rápido posible.

— Les importa, quisiera abandonar este país antes de que cierren los aeropuertos – dijo Pasha impaciente.

— ¿Por qué habrían de cerrar los aeropuertos? – preguntó suspicazmente Bryan, sabiendo bien que lo estaban dejando fuera de algún buen chisme.

— ¡Ay, yo que sé! Este país está desquiciado, uno nunca sabe lo que pasa – respondió la rusa rápidamente, subiendo al avión y descartando la conversación.

— Ella no me está contando y eso me desespera – Bryan se llevó las manos a la cabeza, listo para arrancarse el cuero cabelludo.

— No te preocupes Bryan – Ian le dio una palmada en la espalda, manteniendo una sonrisa más parecida a la del gato que tiene a su ratón – Antes de acabe este día, lo averiguaras con todos los detalles.

— ¿Tu también sabes? – le gruñó Bryan irritado.

— ¡Ah¿Qué puedo decir? Es importante mantenerse informado – eso fue todo lo que el pequeño le respondió, apenas escabulléndose para seguir a Pasha al avión,

— Estas alianzas siempre me ponen los pelos de punta – comentó Bryan, meneando la cabeza con desaliento, como se supone que se iba a burlar de la desgracia ajena si lo dejaban ignorancia.

— Vamos, lo que te pasa es que te desespera que te dejen fuera de una artimaña – le recordó Spencer.

— Bueno, eso también – reconoció el ruso de cabello gris, colocando su maleta en carga y siguiendo al interior del avión apenas para oír gritar a Pasha para que se apuraran.

Por otra parte, Tala había sido reducido a burro de carga, colocando, no solo sus maletas sino las maletas de Kai, Akira y las dos toneladas de Asuka, mientras el par de gemelos Hiwatari hacían el trabajo difícil, separar a Suki de uno de los montacargas, donde hacía una impresionante imitación de Daichi, negándose rotundamente a subirse a una forma tan vulgar de transporte para llegar a un sitio como Roma¿qué pensarían sus diseñadores? Convencerla no fue sencillo, y les tomó 10 minutos y una caja de bombones de chocolate, y someterse Kai a un beso, con consecuencia de las burlas de su equipo, para que Suki finalmente se pudiera subir, pero ahora simplemente era a él al que no dejaba ir.

Efectivamente, justo como Pasha lo había previsto, el avión de ellos apenas tuvo tiempo de despegar antes de que se anunciara una suspensión temporal de todos los vuelos por "causas más allá de control" en el aeropuerto. Iba a ser un vuelo largo, y Suki estaba especialmente descontenta de tener que viajar en semejante máquina, con delgados asientos tipo militar y completamente amarrada con correas y solo pudiendo comunicarse a través de la radio interna con enormes audífonos debido al ruido de los motores de helice, muy poco estético en opinión de la señorita Minamoto, pero increíblemente tranquilo para el gusto de Pasha.

— ¿Oh, Pasha? – una voz queda y maliciosa se escuchó en los audífonos de la rusa cuando sobrevolaban el Atlántico, después de haber descargado un poco de la carga en Londres, donde Pasha hizo otro berrinche para bajarse. Ella gustosa la habría dejado bajarse, pero mientras estaban sobre el mar a 3000 metros de altura.

— Sí, Ian – le respondió ella, en la voz más neutra e intransigente que tenía, notaba que estaba usando una línea privada y cada vez que Ian quiere hablar algo en privado significa problemas.

— Creo que no fue suficiente plantar esa evidencia, el Bocón y compañía podrían ser capaces de escabullirse en poco tiempo – Ian lo sabría, él fue el que se encargó de eso.

— No lo creo, con lo paranoicos que son en ese país, lo más seguro es que estén encerrados en alguna celda hasta el Día del Juicio Final – Pasha se estaba confiando, notó Ian, y esta le parecía buena ocasión para desarrollar otro de sus planes (N/A: Con tantas conspiraciones, esto parece ya una telenovela).

— ¿Quieres aportar por eso? – le preguntó él en la voz más inocente y relajada que pudo sacar, pero sus ojos brillaban de malevolencia, afortunadamente oculto por la distracción que representaba Suki tratando de arrancarse el cinturón para saltar sobre Kai sin ningún motivo aparente.

— Apostemos – aceptó ella, sin darse cuenta realmente de lo que decía.

— De acuerdo, yo digo que están fuera de la cárcel antes de 12 horas – Ian había calculado toda la operación segundo por segundo, sabía el tiempo que tenía.

— Muy bien, si yo gano, quiero el 50 de tus ganancias – no es que ella realmente deseara quitarle a Ian su dinero, pero después de haberlo considerado mucho creía que si ella iba a ser humillada en eso videos, al menos merecía una compensación.

— Y si yo gano, deberás hacer lo que Suki desee – le respondió Ian, con una enorme sonrisa, que más parecía la mueca de un tiburón.

— Disculpa... – eso dejo fría a la rusa, realmente no entendía lo que quería decir Ian, y por su mente bailaba la posibilidad que tanto viaje la hubiera enfermado o que el sistema de radio no servía.

— Ya me oíste – continuó el ruso, tenía que apurarla a responder, porque sabía que si uno siquiera le da un segundo de paz de Pasha, ella puede sacar a relucir el plan que sea.

— Mmm... de acuerdo – pensándolo lo mejor que pudo y analizando las probabilidades conocidas, determinó que el riesgo de derrota es mínimo - de por sí, no hay manera que logren salir.