Capítulo XI: Amore a la italiana
El abuelo Voltaire estaba en su villa en la costa de Australia, cerca del arrecife de coral, revisando mensajes importantes cuando un funesto correo electrónico apreció en la pantalla desde cierta conocida dirección de cierto enano ruso de enorme nariz¡cómo odiaba esa dirección! Temiendo lo peor, que suele ser poco en comparación a la realidad, abrió el link de video y lo reprodujo; vio en aparente calma los 15 minutos de rápidas imágenes editadas, sin expresión, sin gestos, solo viendo, y al acabar llamó al mayordomo.
— ¡Anthony! – hasta su voz se notaba extrañamente neutral.
— Sí, señor – dijo el pobre mayordomo de inmediato.
— Tráeme whisky – le ordenó Voltaire.
— ¿Un vaso señor? – preguntó Anthony, temiendo alguna regañada por su inutilidad.
— Sí, y de paso trae una bolsa de dos kilos de hielo y la caja completa de whisky – esa orden extrañó al mayordomo, ese es suficiente alcohol para 10 personas, y muy alcohólicas, así que para mayor indicación se arriesgó a preguntar.
— ¿Espera invitados?
— No
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El Antonov aterrizó en el aeropuerto de Roma unas 9 horas después de haber despegado de Estados Unidos, 4 de la madrugada hora local. Fue un aterrizaje suave considerando que es un avión militar de carga, pero eso no impidió que Suki se quejara por lo acalambrado que tenía el trasero. Descargaron el equipaje y pasaron migración sin problemas, de hecho, les dieron una bienvenida de lo más efusiva en la sección administrativa, no porque fueran los Blitzkrieg Boys, ya que no se esperaba que el equipo llegara solo, sino por venir Suki con ellos; no se podía menos que saludar a la persona que gasta tanto dinero en el país como para que aumente el producto interno bruto en 20
Ante tal visita no hicieron menos que darles transporte gratis, limusina y tragos hasta llegar al hotel, así, Asuka se sentía mejor que en la misma casa; los Blitzkrieg Boys se encontraban curiosos (cuando uno vive la vida estilo militar no hay mucho lujo que caiga del cielo, incluso cuando cargan con el dúo Aki-Suki), Pasha solo se quedó en un rincón de mal humor (nunca le a gustado la exagerada vida de Asuka¿será envidia?) y Kai hacía como que ni se daba cuenta, en su acostumbrada pose junto a una pared, columna o estructura vertical cualquiera contra la que se pueda apoyar y con los ojos cerrados.
Camino al hotel, aprovechando que el auto tenía hasta modem, Ian se conectó y revisó datos por los que tenía ciertas sospechas que quería confirmar.
— ¡Lo sabía! – murmuró, pero lo bastante alto como para llamar la atención de los demás.
— ¿Qué es ahora, Ian? – preguntó Bryan cansado - ¿Pusiste una encuesta en la red y todos están de acuerdo conque ocupas operarte la nariz?
— Ja ja. Muy gracioso – le gruño Ian – No, es una noticia aquí.
— Déjame adivinar – siguió Bryan – Averiguaste que mientras más enano seas tienes mayor esperanza de vida.
—Supongo que eso significa que eres inmortal – completó Spencer, compartiendo la broma con Bryan.
— No – les reprendió el pequeño con un gesto – me parece que es algo que le importa más a la señorita – y sin agregar le puso la computadora en las piernas a la rusa, que solo tuvo tiempo de una breve mirada antes de entrecerrar los ojos y gruñir.
— Demonios...
— ¿Qué¿Qué pasa? – la preguntó Tala, ligeramente preocupado, Pasha solo hace su gruñido feral en contra en ocasiones muy raras y molestas.
— Ese debe ser el país más ineficiente del mundo – siguió ella, evitando responder directamente al pelirrojo.
— ¿Cuál¿Qué sucede? – dijo esta vez Akira, expresando algo más de curiosidad infantil que Tala, aunque probablemente es que Tala no sabe siquiera lo que es la curiosidad infantil.
— Lo que pasa es que... "después de 9 horas de interrogatorio – leyó Ian de la pantalla con una creciente sonrisa – las autoridades del FBI y del aeropuerto JFK, tras largas explicaciones de la BBA, han determinado que fueron datos erróneos lo que llevó al arresto del campeón actual de beyblade, Tyson Granger y la detención del resto de los equipos que participan en el torneo mundial de este año; la única excepción fueron los Blitzkrieg Boys, que ya habían salido del país..." blah, blah...
— ¿Cuándo los arrestaron? – pregunto Aki, haciendo un puchero - ¿Y por qué no me lo dijeron? Yo quería verlo.
— Lo tengo todo en video, no te preocupes – le aseguró Ian – Son solo 20.
— Vaya robo – se quejó Aki, frunciendo el ceño, pero alegrándose de pronto y sacando un billete – pero vale la pena, dame 10 copias.
— ¡Ese es un buen cliente! – exclamó Ian, frotándose las manos avariciosamente, o lo mejor que le permitía el yeso.
— ¿Por qué tengo la impresión que más de uno de los presentes tiene algo que ver con esos "datos erróneos"? – murmuró Kai como si fuera para sí-
— ¡Quién sabe! – respondió Ian rápidamente y con completa inocencia agregó – Esto significa que yo gano.
— Demonios – repitió Pasha, hundiéndose en su asiento.
— Asuka – siguió Ian – ella es toda tuya.
— ¿QUÉ? – casi chilló el resto del equipo, menos Kai, él solo pretendió que nada de esto pasaba, aunque no podía dejar de preguntarse en silencio que estaría pasando entre esos dos.
— ¿Qué se supone que haga? – Asuka estaba muy confundida.
— Oh, bien, yo tengo una sugerencia – ni la boca de un tiburón podía competir con la sonrisa de Ian mientras se acercaba a Suki y le susurraba en el oído. Al principio la nipona se mostró confundida, pero a medida que el ruso le seguía hablando, ella también ganaba una enorme sonrisa, que provocaba escalofríos por toda la espalda de Pashanka.
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Una vez en el hotel, siendo todavía de madrugada y tras un vuelo tan cansado, cada cual se acomodó en su cuarto, que Pasha ya había conseguido en la misma cantidad que en Nueva York, más un arreglo de emergencia a regañadientes para tenerles cuartos a los tres polizones. Cada cuál pasó las siguientes 6 horas durmiendo, comiendo, entrenado o haciendo lo que más le placiera, una ocasión rara puesto que la joven Bazdehieff acostumbra someterlos de inmediato al método autoritario fascista, pero ella simplemente no estaba de humor.
Eran como las 11 de la mañana, Pasha estaba tirada en su cuarto, apenas había tenido tiempo de bañarse y ponerse una bata antes de echarse en la cama y temer el horrible destino que le esperaba a tener que cumplir un deseo de Asuka. Hagamos constar que había muy poco que a ella la asustara, había aprendido a hacer bromas a las espaldas de Boris cuando este vociferaba acerca de sus "geniales" planes, y a insultar a Lord Voltaire cada vez que este retrasaba su ascenso, y convivía en diaria existencia con los Blitzkrieg Boys y todo el personal de Biovolt, era obvio que muy pocos maniacos serían capaces de intimidarla en lo más mínimo, pero Pasha y su absoluta voluntad era algo que superaba la categoría de simple maníaca.
Después de dar vueltas por la cama, consideró si debía levantarse y comenzar la tortura diaria de sus sometidos, arriesgando que agarrada por Asuka y sometida quién sabe que horrores; o quedarse en bata escondida debajo de su cama o en algún otro apropiado sitio. Ambas opciones le presentaban bastante problemas. Desdichadamente cualquier opción posible quedó eliminada cuando sonó un golpe a la puerta como a las 11:30 y fue tan descuidada de abrir sin fijarse.
Se levantó gruñendo, arreglándose la bata de baño por cualquier cosa y abrió la puerta, y le hubiera ido mejor si mejor hacía un escape estilo comando por la ventana, porque ciertamente no esperaba esto; aparentemente ya no tenía tiempo, porque ante ella estaba Suki, más contenta de lo que uno esperaría ante la rusa y usando un vestidito flojo verde limón, sandalias y sombrero de verano, lista para salir.
— ¿No te has arreglado? Ya es hora de salir – le dijo a modo de saludo, dejándose pasar al cuarto y dirigiéndose directo al closet.
— ¿Ir¿Adónde? – pregunta cauta de Pasha, temiendo siempre lo peor.
— Pues de compras, claro – Suki abrió el closet y frunció el ceño – De verdad que solo tienes negro – dijo mientras movía ganchos de un lado al otro, y sin esperar respuesta sacó unas sandalias, falta negra de corte irregular y blusa de seda – Vístete.
— ¿Qué te hace creer que voy a hacerte caso? – le gruñó Pasha, progresivamente enojada.
— De acuerdo con lo que me dijo Ian, tú perdiste la apuesta, y no puedes romper tu palabra por que de eso depende tu honor... O alguna tontera así – explicó Suki – Por tanto, tienes que cumplir y hacer lo que yo quiero.
— ¿Y lo que quieres es ir de compras? – ya eso era malo, pero temía algo peor.
— No – peores temores confirmados – eso es para conseguir lo que ocupo, el resultado será muy especial.
— Justo lo que me temía – murmuró Pasha, y sometida al cruel destino, cogió su ropa y pasó a vestirse al baño.
— Alégrate – siguió chispeante Asuka – Al menos te voy a comprar el almuerzo.
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Tras 9 horas de interrogatorio, 2 horas consiguiendo otro vuelo y casi 10 horas de viaje, los equipos del torneo mundial llegaron al fin al hotel en Roma, viéndose exactamente como se sentían, cuál desperdicio.
— Esta ha sido la peor experiencia de toda mi vida, y eso que desde que los conocí a ustedes eso incluye varios secuestros y experiencias cercanas a la muerte – se quejó Hillary en voz muy alta mientras esperaban en el lobby por cuartos; a diferencia de la entrada de Suki y el equipo ruso, ningún ejército de botones se lanzó a cargar sus maletas y el gerente ciertamente no los escoltó a sus cuartos.
— Dime cómo es que tu día puede ser peor que el mío – gruñó Tyson, echado en el sillón y con una cara que decía muy claro que estaba a un pasó de lanzarse por la ventana más próxima.
— Tuve que pasar horas en un feo cuarto de interrogatorio con luces en mi cara y sin bloqueador – le reclamó ella.
— Me hicieron un completo chequeo de orificios corporales en busca de armas – le dijo a su vez Tyson, con expresión fúnebre.
— ¡Ohh! Tú ganas – admitió Hillary, que hizo distancia respetable de Tyson.
— De acuerdo niños – se escuchó de pronto la voz de Hiro, llegando desde el escritorio del hotel – Ya nos dieron cuartos, tomen sus llaves y nos vemos después – agregó, pasándoles dos juegos de llaves y saliendo en dirección a una de las salidas laterales.
— ¿Y dónde va usted entrenador? – preguntó Kenny de último minuto, viendo que Hiro se marchaba, mientras los demás equipos también levantaban sus patéticas humanidades y veían quién alcanzaba primero el elevador antes de que se cerrara.
— Al bar, ocupo un trago.
— No es por ofenderte Tyson, pero cada miembro de tu familia que conozco se me parece más loco que el anterior – comentó Hillary, viendo como se iba el hermano mayor de Tyson.
— Al menos no yo ando escondiendo a mi familia – respondió el capitán en voz muy alta, mientras recogía su maleta – como ciertas personas que conozco, pero con razón, todos esos están locos...
— ¿Puedo saber que está hablando Tyson? – se preguntó Daichi más extrañado que de costumbre mientras Tyson seguía con su interminable diatriba.
— Solo se está quejando de Kai, supongo – le informó Kenny – cada vez que alguien saca a luz lo loco de su familia responde demostrando que al menos él no la esconde, como hace Kai.
— Eso es muy injusto – respondió Hillary, abriéndose campo rumbo al elevador e iniciando la sacrosanta labor de defender a Kai contra cualquier crítica, labor noble pero mortal dependiendo de quién la escuche – aún no he visto nada raro de la familia de Kai.
— Es porque no has visto a la familia de Kai – le respondió Tyson enojado.
— Bueno... eh... – ciertamente ella no había visto nada de la familia de Kai, pero¿qué tan locos podían ser?
— Déjame decirte – siguió hablando Tyson en voz más alta de lo necesario - no solo tiene un abuelo que trata de formular raros planes para la conquista mundial, además que tiene un hermano gemelo que no podría ser más diferente en el sentido de sociabilización y humor, sino que también práctica por las noches el terrorismo urbano con la aún más desquiciada prometida de Kai.
— ¿Kai tiene un hermano gemelo? – eso no se lo esperaba, pero analizando el resto de la oración, chilló - ¿Kai está comprometido? – el mundo entero se derrumba sobre Hillary, que se pone ligeramente azul y se le pueden ver los espíritus del mal humor dando vueltas a su cabeza.
— Sí, Hillary, no te acuerdas en el estadio de Nueva York, la muchacha de la minifalda y el cabello lila – le recordó Kenny, que aún tenía escalofríos de solo pensarlo.
— ¿Esa? – simplemente no se lo creía, de todas las mujeres para Kai, una muchacha así de... snob, era lo último que ella colocaría junto a él – Se ve demasiado común y corriente para ser novia de Kai.
— No es novia, es la prometida – le aclaró Kenny – Fue idea de sus abuelos, como un matrimonio arreglado.
— Pobre Kai – Hillary casi quería llorar¿pero será de tristeza por Kai o felicidad de que aún tiene oportunidad? – Ya imagino el trauma de estar obligado a casarse con la "reina de la moda", que defiende su territorio como una fiera y despacha a cualquiera que podría ser una oportunidad de amor verdadero para él basándose en artimañas y chismes – siguió Hillary, en el aire de una telenovela.
— Bueno, ella no defiende su "territorio" con chismes, como tu dices – le corrigió Tyson mientras ya estaban en el elevador y subían al piso que les correspondía– sería más con bombas caseras y peleas al estilo "Mortal Kombat".
— ¿Ehh? – se quedó ella, bastante más confunda cuando la sacó de su sueño dramático.
— Te lo explicamos en el cuarto – finalizó Kenny, justo cuando las puertas del elevador se abrieron y se encontraron frente a frente con las últimas personas que esperaban encontrar.
— No puedo creer que realmente hayan logrado que me rebaja a este nivel – se quejó Pashanka, en un gesto entre desesperado y furioso, entrando por la puerta del hotel y seguida imperialmente por Asuka, que parecía estar en la gloria y ya tenía un botones cargando las 5 bolsas de comprar que traían.
— ¿Por qué te quejas? Te queda linda y hasta los accesorios te lucen – respondió Suki de lo más inocente.
— ¿No podía por lo menos ser negro? – expresó la rusa en voz de derrota.
— No, tienes una obsesión muy enfermiza con ese color, al menos cumplí con darte un color oscuro – le respondió la japonesa.
— Eso es porque si elegías el rojo rubí tu cabello se vería como un experimento nuclear – le indicó Pasha con un dejo de burla pese a su traumada posición.
— No es cierto – se defendió la japonesa con energía, pero agregando en un tono más humilde – Solo no le sienta muy bien, eso es todo.
— Como sea, igual yo ocupo un trago – la despachó Pasha, yendo directo al bar.
— Hey, espérame, ahora que somos amiguitas tenemos que compartir una copa – ase apuró Asuka a alcanzarla, tras mandar al botones con sus paquetes a la habitación.
— ¿Amiguitas? – le preguntó Pasha con cinismo, sentándose en una mesa.
— Bueno... no exactamente amiguitas, pero no importa lo mucho que desee ver a la persona empalada en una estaca al mejor estilo medieval, mi política personal es la compartir una copa con quien vaya de compras – le explicó la joven Minamoto, sentándose junto a Pasha.
— Uuhhh... gracias – le respondió Pasha con sarcasmo.
— No hay de que – siguió Suki, ignorando el tono de la rusa.
— ¿Qué les servimos a las belissimas damas? – preguntó el mesero (N/A: Nos disculpan los errores, estamos improvisando con el italiano)
— Yo quiero un vodka doble en las rocas con una gota de limón – le respondió Pasha – y ella tomará cianuro.
— Je, muy graciosa – Suki le cruzó los ojos en su mirada mortal, que tiene poco efecto intimidador en Pasha, pero regresando en la mirada más dulce que tenía le respondió al mesero – Yo tomaré una fresa colada.
— Enseguida bellissimas – se inclinó el mesero y fue a ordenar las bebidas, nada como un buen par de piernas que llamen la atención para mover a los hombres, y este par ciertamente que llamaba la atención porque no había un solo par de ojos en la habitación que no estuviera sobre ellas o murmurara sobre ellas.
— Les importa si las acompaño, bellas damas – les dijo una voz al rato, cuando ya Pasha estaba lo suficientemente bebida como para no usar su comportamiento de reina fascista y Suki tan alta en azúcar como para no querer no pensar en matar a Pasha, o sea, requete-pasadas de tragos.
— No hay problema – respondió la japonesa, levantando la mirada para ver al nuevo tonto, décimo en la última hora, que pretendía cortejarlas, pero al menos este sí estaba guapo, alto, cabello largo de color celeste grisáceo, ojos castaño rojizos y buena sonrisa, estaba lindo y por una vez, Pasha estaba muy de acuerdo.
— Mi nombre es Hiro, y ¿ustedes? (N/A: No se imaginaban esto¿verdad? Pero él no las conoce y Pasha está muy ebria para reconocerlo)
— Yo soy Suki Minamoto y esta máquina de consumo alcohólico es Pasha Bazdehieff – le respondió Asuka, señalando a la rusa que ciertamente se conservaba en buen estado considerando que debía llevar su quinto vaso de vodka casi puro y no haber comido, nada de ojos vidriosos y problema de lenguaje, claro que aún no había intentado ponerse de pie.
— ¿Y para que vinieron tan bellas damas a Italia? – siguió Hiro, que, créanlo o no, es un casanova cuando se presenta la ocasión, aunque habría que considerar los límites de edad, hay leyes para estas cosas.
— Vinimos al torneo de bayblade – respondió esta vez Pasha, ordenando un sexto vaso.
— ¡Vaya coincidencia! Ustedes son fanáticas y yo entreno al mejor equipo de este torneo – eso fue patético¿no les parece?
— ¿Al mejor equipo? Pero, tú no entrenas a los Blitzkrieg Boys – le respondió Suki, que no es nada tonta y veía lo que pretendía Hiro, pero ciertamente le gusta jugar.
— Esos son buenos, pero el BBA Revolution es el que va a ganar – respondió orgulloso Hiro, ordenando a su vez otro trago para Suki, que parecía ser inmune al efecto de las fresas coladas, mejor era intentar con tequila.
— Yo no estoy de acuerdo – dijo Pasha, bajando de un solo trago su vodka y pidiendo un sétimo, aún sin dar señas físicas de caer pronto.
— ¿Y saben mucho de beyblade? – Hiro, pese a que no es tonto, evidentemente no tiene la más mínima idea de con quién está hablando, más allá de ser unas extremadamente lindas muchachitas que gustan del beyblade y se exageran en el alcohol, aunque no lo aparenten.
— Bueno, yo soy jefa técnica de los Blitzkrieg Boys, jefa ejecutiva ante la corporación Hiwatari y jefa de personal de investigación de Biovolt – le señaló la rusa, mientras recibía su trago de un mesero cada vez más asustado por semejante resistencia alcohólica.
— Ahh... – esa revelación dejó un poco mudo a Hiro, además de que su quijada ya golpeaba la mesa, era un gesto tan divertido que impidió que los nublados censores de Suki detectaran dos pequeños espías en la entrada del bar.
— Mmm... esa expresión idiota se me hace conocida, no serás pariente de Tyson¿verdad? – le cuestionó la japonesa al cada vez más anonadado Hiro, que no pensó más que solo en responder.
— Sí, soy su hermano.
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— ¡Bryan¡Spencer¿Que hacen ustedes dos aquí? – casi chilló Kenny, viendo a los dos imponentes rusos en la entrada del elevador, mientras estos cambiaban sus expresiones pensativas por unas de completa diversión.
— Mmm... déjame pensar – Bryan se golpeó ligeramente la cabeza con los nudillos, e iluminando la expresión y chasqueando los dedos respondió finalmente - ¡Ahh, ya sé! Subir a un elevador.
— Pregunta estúpida – admitió Kenny, nunca acostumbrado al sarcasmo del ruso, que enojaba mucho a Hillary por alguna razón.
— Evidentemente – estuvo de acuerdo Spencer, mientras ponía una sonrisa inmisericorde.
— Qué pasó? No estaban en Nueva York cuando nosotros salimos – Kenny sospechaba la respuesta eso desde que le colocaron el arma automática en la cabeza, pero un raro sentido del masoquismo lo impulsaba a preguntar.
— Bueno, una vez que Ian y Pashanka lograron su arresto por el FBI, nos pareció que lo mejor era salida rápida, así que salimos en un vuelo privado de la corporación – les explicó Bryan, de lo más calmado posible y como si solo narrara el último resultado de la lotería.
— ¿O sea que nos abandonaron? – gritó, más que dijo, Hillary, lista a poner en uso su uso de la escoba, pero, uno, no tenía una a mano, y dos, Bryan y Spencer son los últimos que se sentirían impresionados por eso.
— ¿Ustedes fueron los que dijeron que yo era un terrorista? – gritó a su vez Tyson, que conocía mejor la indiferencian de esos dos, pero nunca ha sido muy brillante para comenzar, así que se quejó de todos modos.
— Bueno... no, esa fue Pasha – justificó Spencer, y en tono más ligero - Pero lamento no haber pensado en eso primero
— Voy a matarla – dijeron a coro Hillary y Tyson.
— Primero deberías encontrarla, ella y Asuka desaparecieron desde hace horas – contó Spencer, pero se nota que el que ellas dos desaparezcan no es tan preocupante, excepto para la salud de terceros.
— ¿Creen que les haya pasado algo? – exclamó Hillary preocupada, ella no las conoce realmente, así que no tiene idea de que algo no les pasa a ellas, si no a los que se topan con ellas.
— No, pero es probable que algo malo sí ocurra, ya saben como son – dijo Bryan, encogiéndose de hombros.
— Sí – dijo Kenny en voz fúnebre.
— Pero en cualquier caso, yo tendré mi venganza – dijo Tyson, encogiéndose como un loco y frotándose las manos
— Buena suerte con eso – respondió Spencer, escondiendo mal su risa mientras arrastraba a Bryan, que se agitaba tanto en una risa silenciosa que ni podía respirar, fuera del elevador en el piso 10.
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— No puedo creer lo que vi – se dijo Aki, con los ojos bien abiertos y buscando asiento al pie de la escalera del hotel, mientras trataba de procesar todo lo que tenía en la cabeza.
— ¿Crees que eso signifique que ya no se van a casar? – le preguntó Ian mientras revisaba su cámara para asegurarse haber captado el momento histórico; no es que le interesara mucho la dichosa boda, pero tenía videos que hacer y no quería imaginar a su negocio si la pareja favorita del mundo no se casaban, o al menos se mantenían juntos para volverse locos mutuamente.
— No, no, pero es que es tan raro – Aki aun procesaba todo, y consideraba que el también ocuparía un trago.
— ¿Como? – sí, todo estaba bien, tendría que arreglar eso rápido y ponerlo esa noche, o enviarlo al abuelo Minamoto.
— ¡Ellas dos estaban juntas, y no se estaban hundiendo los cubiertos! – exclamó Aki, tan sorprendido que ni lo creía todavía.
— Creí que estabas así porque ellas dos estaban con el estándar "alto, moreno y misterioso" - dijo Ian, encogiéndose de hombros y apagando la cámara.
— ¡Ah, eso! Es asunto de Kai, no mío – le dijo.
— ¿Qué es mi asunto? – preguntó súbitamente una voz fría detrás de ellos, y ambos se voltearon para ver a Kai y a Tala bajando las escaleras y deteniéndose detrás, con esas expresiones de "mejor-cuentan-o-no-verán-otro-día".
— No, nada – Aki se paró como si le hubiera dado un rayo, y agitó los brazos mientras hablaba de modo muy poco convincente.
— Ian… - habló Tala, con una voz increíblemente tranquila, pero en un tono letal.
— Sí – le respondió el pequeño, ya poniéndose algo nervioso.
— Habla – le ordenó el pelirrojo, y luego de considerar sus opciones, el ruso consideró que lo mejor era hablar.
— Pasha y Asuka están en el bar VIP del hotel, emborrachándose como si no hubiera mañana y coqueteando con el entrenador del BBA Revolution – les dijo Ian, tan rápido que se quedó sin aire.
Sin decir más, Tala y Kai intercambiaron miradas y se dirigieron con paso militar y letal hacia el bar¿cómo es eso de que sus impuestas novias ahora los dejan tirados por un Granger¿dónde se ha visto tal cosa?
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— Sí, soy su hermano – les respondió Hiro al par de jovencitas, mientras Pasha se metía su octavo trago.
— Ohhh – dijeron ellas a un tiempo, en un tono por demás decepcionado.
— Sí, – acordó él, preguntándose que había dicho que de pronto había matado todo el ambiente - ¿algo está mal?
— No, nada, es solo que… - le respondió Suki, meneando la cabeza y jugando con la sombrillita de su trago - hermano de Tyson, yo no esperaba que… - pero no tenía nada real que decir.
— ¡Aquí están! – dijo la seria voz de Tala, mientras él y Kai entraban al bar y pasaban la escena en la mesa con mirada analítica, tomando en consideración cada detalle, el estado sumiso de Pasha, único efecto que tiene el alcohol en ella, antes de caer inconsciente claro; y la sonrisa juguetona que le apareció a Asuka en cuanto los vio entrar, mientras que Hiro se veía cada vez más confundido con el cuadro.
— Hola Kai... Tala – fue lo único que atinó a decir Hiro, preguntándose que estarían haciendo esos ahí de pronto.
— Granger – fue lo único que le dijo Kai en voz mortalmente seria, y cambiando a un tono más emocional (léase furioso) - ¿Puedo saber que hacen?
— Solo tomamos unos tragos con… ¿cuál era tu nombre? – ella tenía la voz lo más inocente posible, al menos hasta que preguntó el nombre de Hiro, al que ni le había prestado atención de verdad.
— Hiro – le respondió él, intercalando su mirada entre los dos novios insultados frente a él, y las jovencitas medio ebrias a su lado, mala situación.
— Eso, parece que es hermano del barril sin fondo¿quién diría que la genética juega tan raro, no? – bromeó ella, sonriendo aún más y dando chocando sus manos para levantarse de la mesa y adherirse al hombro de Kai - ¿Vamos a cenar?
— Claro – le dijo él, confundido, pero no iba a demostrarlo.
— ¿Y tu? – dijo a su vez Tala, dirigiéndose a Pasha, que parecía tener problemas de reacción y tenía la mirada fija en su trago vacío.
— Mmmm… ¿yo qué? – le respondió ella, poniéndose de pie, pero colapsando de inmediato, de modo que el pelirrojo tuvo que reaccionar rápido y llevarla en brazos.
— Nada – dijo él, acomodándola mejor para que no se le cayera - ¿cuánto tomaste?
— Nos vemos después Hiro – se despidió Suki, saliendo con Kai, mientras que Pasha, desde los brazos de Tala, solo pudo agitar un poco la mano antes de dormirse definitivamente.
Hiro, no reaccionó, al menos hasta que el mesero le puso la cuenta por su cerveza, los 9 vodkas de Pasha y los 4 cócteles de Suki enfrente, total 100 euros.
— Hey¿quién va a pagar por esto?
