Capitulo XII: La medicina de la derrota

Era una linda mañana en la ciudad de Roma, el sol brillaba, las aves cantaban, los niños jugaban... y las imitaciones de agentes de la GESTAPO se quejaban a más no poder.

— ¡Me duele la cabeza! – esa, sin duda era Pasha, que descubrió que por más resistencia al alcohol que se tenga, 9 vasos de vodka puro no era algo a lo que se sobreviviera indemne, ni siquiera tras dos días en los que trató de quitarse la goma con más vodka¡vaya entrenamiento que fue el del día anterior!

— Debiste tomar el remedio que te dije, nunca falla – le comentó Aki, que pretendía una voz seria pero no dejaba de reírse mientras lo decía.

— No piensa tomar esa porquería¡yo no tengo resaca! – le gritó ella, pero falló en demostrar su punto cuando casi se golpea con el marco de la puerta y Tala tuvo que ayudarla para que saliera del elevador del hotel.

— Eso es pura negación de tu parte – continuó Aki – Es un milagro que no hayas caído en la ducha a como estás.

— De hecho, casi se cae ahí – respondió Tala casi automáticamente, y se arrepintió de inmediato cuando seis pares de ojos le cayeron encima con miradas que iban desde las jocosas a las asombradas.

— ¿Cómo sabes lo que le pasa a Pasha cuando está en la ducha? – preguntó Bryan, que nunca se perdonaría si dejaba pasar esta oportunidad de burlarse del pelirrojo.

— Ella me contó – respondió Tala rápidamente, pensando veloz para tratar de salirse de semejante problema.

— ¿Relatar lo que hacen en la ducha es algún tipo de juego sexual entre ustedes dos? – cuestionó Bryan, levantando una ceja y dejando que una maléfica e irónica sonrisa se asentara en sus labios.

— ¡NO! – casi gritó Tala, y Pasha le puso la mano en la boca para callarle mientras le siseaba para que dejara de meter la pata o hablar tan alto, era evidente que tenía un oído hipersensible esta mañana, y de no ser por los gruesos anteojos oscuros que llevaba uno podría ver además tenía la mirada vidriosa y problemas de ajuste.

Montaron en el bus asignado para ellos ahí, pero esta vez resaltaba un pequeño detalle entre el equipo que iban a llevar al estadio para los encuentros de hoy, además del equipo de reparación de los blades, cambios de ropa para aquellos que tienen la mala tendencia de destrozarse la ropa en competencia, equipo de computo para ajustes y cualquier caso de terrorismo electrónico que se presente, las cámaras de Ian y armas (solo por las dudas), había una sospechosa bolsa, bastante grande.

— ¿Qué es esto? – preguntó curioso Spencer, moviendo un poco la bolsa con el dedo, más le valía ser precavido, con el tipo de gente que se viajaba, incluyéndose él, no sería tan raro encontrar una bomba, arma biológica o algo parecido por ahí.

— No tocar – le regañó Asuka, golpeándole la mano – Eso es una sorpresa para después.

— ¡Uuuhhhh! – admiró Ian, evidentemente más entusiasmado ante la idea de una sorpresa de Suki de lo que la mayoría de los presentes podría estar - ¿Consiguieron todas las cosas?

— Si¿y conseguiste lo que te pedí? – preguntó ella, entrecerrando los ojos amenazadoramente.

— Claro, claro – le aseguró él, señalando otro misterioso paquete bajo su asiento que nadie había notado, y agregando en tono más preocupado - ¿Pero crees que ella esté en condiciones de hacerlo?

Claramente el pequeño ruso se refería a Pasha, que estaba acomodada en el asiento delantero, todavía con anteojos oscuros; estaba tan atontada todavía en su estado de sobrecarga alcohólica, que prácticamente tenía la cabeza colgando sobre Tala, que hacía esfuerzo para mantenerla medianamente derecha en el asiento, y aún mientras hablaba, Ian no dejaba de grabarla.

— No te preocupes, podrá hacerlo – le aseguró Suki a Ian – Solo tiene que mantenerse encima de... ¿cuánto es que medía?

— 40 centímetros de amcho a dos metros de altura – respondió Ian, mirándola incrédulamente mientras le daba miradas fugaces a Pasha, que esta vez sí se cayó del asiento cuando el chofer frenó muy rápido.

— Eso. Ella lo har�, aunque yo nunca lo admitiría en público y voz alta, es bastante ágil – comentó Suki, mientras revisaba su maquillaje.

— Nunca estaría más de acuerdo, pero no creo que con esos niveles de alcohol ella va a poder mucho – le dijo Ian, ajustando la cámara para tener un buen acercamiento de Pasha arrastrándose arriba del asiento.

— Lo máximo que puede pasar es que se caiga, se rompa la cabeza y yo mate dos pájaros de un tiro¡genial! – Suki estaba chispeante, no se sabe si por cumplir al fin con lo que Pasha calificaba de tortura, o con la oportunidad de que se cayera se rompiera la cabeza y saliera de su camino permanentemente, pero probablemente las dos, es una situación de ganar o ganar para la japonesa.

Llegaron al estadio y se dirigieron al camerino, aunque de nuevo Ian se las había arreglado para obtener en primera fila los mejores asientos del estadio, pero como Pasha no estaba aún en condición de escándalos y Suki no quería ser vista en público cargando un paquete tan sospechoso, era muy indigno, aunque realmente no sería ella la que lo cargara, sino Ian, pero él habían expresado bien claro su negativa a ser el burro de carga del día, no confiaba que de usar a Bryan o Spencer estos no trataran de verlo, Tala estaba muy ocupado arrastrando los patéticos restos de Pasha. Kai se negaba definitivamente a hacerlo y Akira estaba fuera de la cuestión, él no cargaba nada a menos de que fuera suyo, los motivos no estaban muy claros, pero según algunos, tiene algo que ver con arrestos en aeropuertos y mascotas de Asuka.

El camerino era igual a cualquier otro que habían tenido hasta ese momento, con una mesa, silloncitos de muy mal gusto, al menos en opinión de Suki, y pantalla de televisión de 29 pulgadas cuyo control pasó de inmediato a las manos de Bryan. La maquina de bocadillos estaba en el pasillo, y era seguro que a eso nadie se iba a acercar... bueno, tal vez Ian, estas salidas le habían desarrollado el gusto por grandes cantidades de chocolate y completa falta nutricional.

— No sé a ustedes, pero este sitio me huele a sudor – se quejó Suki, frunciendo el ceño y aspirando el aire, pero luego hizo un gesto y produjo de la nada un desodorante ambiental que aplicó por todas partes.

— Puedo saber que te pasa – le preguntó Ka, atrapado en una color (N/A: Todo lo que Suki debe combinar, hasta su desodorante ambiental)

— Nada¿por...? – le respondió ella de inmediato, batiéndole las pestañas.

— Olvídalo – fue lo único que le respondió él, sentándose en un sofá con los brazos cruzados y los ojos cerrados, y ella de inmediato le saltó al lado y se le pegó al brazo como si fueran a ver una película romántica.

— Ya enciende el televisor Bryan – dijo Tala, pero ni hacía falta, el ruso de cabello grisáceo ya se estaba deslizando por los canales buscando cualquier cosa mejor que el primer encuentro del día.

— ¿Bryan? – dijo Spencer de modo neutro.

— ¿Sí? – le respondió el susodicho, muy absorto en la tele y considerando si dejar un encuentro de lucha de la WWF.

— ¿Vas a poner el encuentro o no? – siguió el enorme ruso, tratando de mantener el tono neutro.

— Estoy considerándolo – mejor no la WWF, había encontrado un canal que pasaba la película "Starship Troopers", le encantaban los bichos chupa sesos, aunque era obvio que por aquí se morirían de hambre.

— Bryan, el encuentro... ¡ya! – esa fue Pasha, harta de la conversación y ciertamente con poco humor para discusiones, además, su estómago estaba muy inquieto y esos insectos destrozando idiotas que evidentemente no tienen conocimientos de movimientos militares reales, a diferencia de ella, no la hacían sentirse mejor.

— Ok, ok – cedió Bryan, poniendo la pelea del Batallón Barthez contra el White Tiger X.

— Parece que sí va a jugar ese... ¿cómo es que llamaba el azulito? – preguntó Ian.

— Claude – le aclaró Tala, y en tono irónico agregó – pero para mayores guías, puedes llamarlo como le dice Asuka.

— ¿Y eso es...? – lo recordaría, pero Suki inventa tantos insultos que es difícil seguirle el paso a todos.

— Chupado de vaca ambulante con vestuario de seudo vaquerito futurista – le respondió la joven Minamoto, frunciendo el ceño ante el tan particular estilo de vestuario del Batallón Barthez.

— Los estuve viendo en entrevista ayer y de una vez puedo calificarlos, siendo testigo de fenómenos semejantes – comenzó en el tono de análisis burlón mientras se rascaba la barbilla – como típicas víctimas de dominación de un seudo genio maléfico con pretensiones de conquista mundial y enorme necesidad de alguien que mejore su peinado.

— ¿Qué quieres decir con eso de "testido de fenómenos similares"? – preguntó Bryan de modo cortante y con los ojos entrecerrados.

— Cada cuál sabe de lo que hablo, no me van a negar que ustedes tuvieron sus años de soldados fanáticos sedientos de batalla... – y considerándolo un segundo, agregó – momento, ustedes aún no dejan esa etapa, mi error.

— No somos fanáticos – se defendió Tala, porque a Bryan parecía de acuerdo.

— No, no, no ciertamente es poco fanático cubrieron las sábanas de Boris con polvo pica-pica – recordó Aki con risa.

— Esos fueron ustedes, nosotros pusimos laxante en su café de la mañana – le corrigió Ian, mientras se partía de la risa.

— ¡Ahhh! Cierto – le concedió Akira.

— Hmmpp... podrían poner atención, el tal Claude acaba de perder y ustdes ni se dieron cuenta – señaló Pasha a todos, que pese a su estado, seguía siendo relativamente la más lúcida.

— Uuuhhh... pobrecito Claude – se burló Suki con un puchero, mientras que en la pantalla se veía que Miguel llegaba a ayudar a Claude a ponerse de pie, intercambiando unas palabras de apoyo y dando un choque de manos, ganando aplausos de toda la arena.

— ¿Qué fue eso? – balbuceó Aki, harto enfermo de semejante cursilería.

— No quiero ni saber – chilló Suki tapándose los ojos ante el cursi y vergonzoso espectáculo en la tele¿solidaridad¿en un equipo¿en público¿Dónde se ha visto semejante?

— Yo... – comenzó Pasha, pero antes de decir siquiera otra palabra, se puso tan pálida que había alcanzado un tono pastoso ceniciento - ¡Disculpen! – se las arregló para decir y salió corriendo del cuarto, lo siguiente que se escuchó fue el sonido de sus arcadas mientras regresaba el desayuno, y el agua corriendo en el baño.

— Creo que Bazdehieff acaba de expresar perfectamente nuestro sentimientos respecto a ese show – finalizó Ian.

Unos minutos después, Pasha salió del baño sudorosa, con el cabello todo despeinado, mejillas rojas por el esfuerzo pero conservando un tono verdoso en el rostro.

— ¿Te sientes bien, Pasha? – Bryan, siendo un maestro en preguntar lo obvio de vez en cuando.

— Espero que te hayas lavado la boca – dijo a su vez Suki – Es más, toma estas mentas a ver si te arreglan algo, y no te me acerques.

Pasha no tenía ni la energía ni el humor para responderle, solo se sentó en el único sillón vacío con una cara que decía bien claro: "¡Dispárenme ya!". Iba a comenzar el encuentro de Lee contra Miguel, pero una nueva crisis parecía querer gestarse en los camerinos.

— Kai, estos asientos son muy duros – se quejó Suki a tono infantil.

— Y que propones que haga – le dijo él, tan serio y cortante como siempre.

— Que te quedes quedito mientras aprovecho ese lindo regazo tuyo como un asiento – y antes de que él pudiera hacer algo para contrarrestarla, ella ya se iba a sentar, solo que parece que Pasha tiene una reacción aún más rápida, incluso descompuesta y con resaca, porque detuvo a Suki por detrás de la blusa, colocó un cojín en el espacio vacío y la hizo sentarse, evitando en todo momento que la japonesa la golpeara por interrumpir su diversión.

— Ni se te ocurra – le dijo al fin la rusa cuando la otra estaba sentada en su sitio y tan enojada que no podía ni respirar – con ese enorme trasero tuyo le vas a romper las romper las piernas, y yo lo ocupo completo.

— ¿Qué? – menos que Suki podía reaccionar ahora, mientas que Tala, ante tal frase, hizo un gesto estrangulado que alguno podría identificar como previo a los celos - ¿Qué quieres decir con "ocuparlo completo"?

— Para luchar – le aclaró la rusa, que había perdido su momentum de adrenalina y se sentó de nuevo, aún más verde.

— Más te vale – respondió Suki, cruzando los brazos en imitación a Kai, pero arruinando el efecto con el puchero de cuiquita de 5 años.

Para este punto ya Miguel había derrotado a Lee, y era el turno de Ray de enfrentar a Miguel en la batalla de desempate, como lo estaba anunciando D.J. Jazzman en sus acostumbrados gritos sin gracia.

— 3, 2, 1... ¡Let it rip! – y comenzó el encuentro visto con concentración por el equipo, mientras Pasha trataba de bajarse un raro menjurje de un color verdoso y espeso que Aki le acababa de dar, solo se lo tomaba con la esperanza de que la matara y no tuviera que aguantar esto, pero resultó ser muy efectivo para la resaca; de acuerdo a Aki, era la fórmula especial del abuelo Voltaire, para cada vez que se pasaba de tragos (muy a menudo últimamente). Aki y Suki estaban en un juego de canasta, en el que obviamente Aki iba barriendo; e Ian cumplía la labor por la que Pasha le había dejado conservar la vida y no lo había enviado a un gulag estalinista, grabar digitalmente cada detalle del encuentro para análisis posterior.

Cuando el cable sobre el que los blades se deslizaban se partió súbitamente y el Drigger de Ray chocó con el suelo, Kai hizo uno de esos gestos incómodos y gruñido de reconocimiento, algo raro pasaba por ahí, mientras los demás seguían con lo suyo, pero si un lector de mentes anduviera por ahí, se les percibiría partiéndose de la risa ante la desgracia ajena¡son tan malos!. Finalmente Miguel pudo derrotar a Ray, y si consideramos la cantidad de fanáticas que el "cabello eléctrico" había conseguido desde la parte americana del torneo, las gradas estallaron en vítores.

— Ese Miguel debería relajarse cuando combate, parece que le va a dar una apoplejía – comentó Aki, después del ataque final del rubio.

— ¡Olvida a ese Miguel! Esas fanáticas no sabrían identificar lo que es bueno de verdad ni aunque las golpeara en la cabeza – se quejó Suki de mal humor, separando la mirada del juego en que llevaba tres manos seguidas perdidas – De hecho, creo que voy a ir a arrojarles un juego de luces, a ver si entran en razón.

— Suki, eso fue lo que hiciste en Miami – le recordó Aki, que en ese momento ganaba la cuarta mano.

— No es cierto, lo que hice fue reventar los focos para que se les quemara el cabello – le aclaró ella de mal humor, odiaba mucho perder.

— Y que al final acabó en un completo apagón en el Estado, caos, hurtos y nosotros huyendo en medio de la noche como ladrones – reclamó Pasha enojada.

— Sí – reconoció la japonesa - ese sí fue un buen día.