Capítulo XVI: Regresando a las viejas mañas
La salida de Italia fue otra de esas pequeñas aventuras que son dignas que películas de espías. Pudieron salir del beyestadio sin ser vistos, pero para ello casi tuvieron que hacerse lanzados dentro del autobús, misión algo difícil con todo el equipo de cámaras de Ian, que para su suerte, por su brazo no puede cargarlas, agregado a eso los cambios de ropa de todo el mundo y la inconsciente Pasha, que Tala decidió seguir cargando; Kai y Aki no iban a hacerlo, no confiaba en que Bryan no jugara de gracioso, y es probable que Spencer empezara a desangrarse sobre ella de nuevo. Su chofer debió de violar unas cuantas leyes de tránsito al sacarlos del estacionamiento en su manía de conducción estilo rally, y de seguro llamó más la atención por eso que por los pasajeros que llevaba, pero finalmente los llevó al callejón de atrás del hotel, donde entraron por el área de lavanderías.
La prensa estaba rondando por ahí, deseosa de una entrevista con los Blitzkrieg Boys sobre tan peculiares resultados de su parte y los comentarios al respecto ("¡Perdieron por Dios Santo!"), y como todos sabemos que lo último que estos muchachos son en público es ser conversadores, decidieron evitarlos de un modo bastante poco ortodoxo. Ya que estaban en las lavanderías, vistieron a los menos conocidos en público, o sea Suki, Aki e Ian, de encargados de lavandería, y los demás se escondieron en tres carros de ropa. Evidentemente ninguno de los tres disfrazados estaba muy contento con esto, pero a los demás tampoco les gusta meterse entre la ropa sucia, así que están pares; la que costó convencer más fue a Asuka, pero la filosa lengua de Bryan pudo hacerla creer que esto de seguro le ganaría un beso de Kai antes de que terminara el día.
Por fin llegaron a los cuartos, esquivando a cuanta prensa se le puso por delante, y aunque alguien por poco llega a confundir a Aki con Kai, sus ojos expresivos, su sonrisa y falta de pintura facial son bastantes como para descartarlo de inmediato. Cada cual se metió en su habitación, y por el resto de la noche, solo comida por servicio a cuarto, lo que enojaría mucho a Voltaire cuando vea las cuentas, de no ser porque tiene cosas peores que preocuparse.
Esa misma mañana, mientras estaba en el tibio norte de Australia, tratando de relajarse y de ignorar por completo lo que pasaba en la bota italiana, su asistente personal le pasó la pantalla portátil de tacto para que revisara su correo electrónico de la mañana, y sin fijarse siquiera en el remitente, abrió su correo con un archivo adjunto de video. Siguiente parada, sala de emergencias.
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Para el día siguiente, la salida fue variada ligeramente, la prensa seguía dando vueltas, y los demás equipos estaban dando unas cuantas declaraciones enfrente del hotel antes de salir para el aeropuerto para tomar el vuelo que debía salir en unas tres horas con rumbo a Madrid. Pero todas sus conversaciones pararon cuando el sonido de pesadas aspas llenó el aire, todos voltearon arriba y vieron uno de esos enormes helicópteros de combate negro portando la insignia de la Corporación Hiwatari, por los que se hicieron famosas las entradas de Boris, aterrizar en el techo del hotel.
— Tengo que admitirlo Kai – gritó Suki por encima del ruido de las aspas mientras llegaban al techo y se preparaban a salir – Pese a arrastrarnos por medio mundo en feos aviones de carga, al menos parte del viaje se hace con estilo.
Mientras los botones acomodaban las maletas lo más rápido que podían en el interior, agachados para evitar ser decapitados por las aspas, que por orden de Kai no serían apagadas para permitir una fácil escapada de ser necesario, Tala se acomodó también dentro, se había convertido en el cargador oficial de Pasha, que seguía sin despertar, así que debía asegurarse que viajasen cómodos. Finalmente, ni 10 minutos después de aterrizar, estaban listos para salir de nuevo, directo a España; esquivando por segundos la llegada de molestos reporteros.
— De verdad podemos llegar a España en este chunche – se preguntó Aki, medio atemorizado de tener que viajar tales distancias en tal forma de transporte.
— Es un helicóptero de carga militar – le explicó Ian por el micrófono, ya que el ruido no dejaba oír – podemos llegar tan lejos como queramos, al menos dentro de Europa.
— Y lo peor que puede pasar es que nos quedemos sin gasolina o se descompone el rotor, cayendo a una muerte violenta y sanguinario en alguno de los pasos por los Alpes – esa es la manera tan especial de Bryan de alegrarnos la mañana.
— Eso me hace sentir tan bien – le respondió Aki con sarcasmo.
— Ahhh... todo por hacer mi buena obra del día – Bryan seguía con ese cinismo tan especial de él.
— ¿Cómo está el itinerario del día? – preguntó Spencer, pero la que suele manejar esos temas es Pasha, así que nadie le pudo responder de inmediato, solo se quedaron viendo unos a los otros por un raro, hasta que finalmente, Ian buscó entre las bolsas del suelo y pudo encontrar el maletín de viaje de Pasha, sacó la palm pad y revisó.
— De acuerdo a lo que nuestra bella durmiente tiene aquí – fue leyendo el pequeñín - tenemos todo el día de hoy y de mañana libres, es hasta pasado mañana que se dan los encuentros, en nuestro caso, será contra el PPB All Starz.
— O sea – consideró Bryan, llevándose los dedos a la barbilla - que podemos irnos de juerga esta noche y vivir las consecuencias hasta mañana.
— Eso me suena a no estrenar el día de hoy – respondió Kai, ojeándolo con desaprobación.
— No seas tan amargado Kai – le dijo Bryan – te pones mucho más agradable cuando bebes un poco, y hace tiempo que no vamos de fiesta, o al menos no en verdadera fiesta rusa.
— Me permito recordarte que la gente siempre tiene que salir en camilla de una verdadera fiesta de tragos rusa – le señaló esta vez Tala.
— No es cierto, ustedes no salen en camilla, solamente se ponen a bailar la polka en las mesas – recordó Ian, acariciando la cámara mientras lo pensaba.
— Y yo quiero bailar la polka con Kai en una mesa – intervino de pronto Asuka, pegando un brinco.
— Asuka, quédate sentada, si te caes por una puerta yo no voy a ir a buscarte – dijo Kai, pero tenía cara más bien de querer lanzarla por la puerta, antes de tener que esperar a que se cayera ella sola.
— ¡Oh, mi Kai! – siguió ella – Siempre preocupándose de mi bienestar. ¿No es romántico?
— Además – Tala estaba listo a dejar salir un poco más de su punto de vista, y de su mal humor, que hoy estaba como para echar chispas - Pasha está inconsciente, en caso de que no lo hayan notado, bajo el efecto de alguna rara droga, no podemos solo ir de fiesta y dejarla por ahí abandonada.
— Uuuuyyyyy... – Ian se estaba divirtiendo mucho con esto – Tala está preocupado por Trina – especial énfasis en ese nombre - ¡qué lindo!
— Eso no es completamente cierto – esta vez es Akira en la conversación, y con voz se completa eminencia médica, que de verdad aparenta saber de lo que está hablando, comenzó – Ella no está bajo el efecto de mi fórmula, eso se agotó cuando se desmayó de nuevo, ahora está bajo el efecto de un extremo cansancio inducido por una alta actividad física, que fue matar a golpes a media gradería y casi a Tala, y el efecto alcohólico que aún no le pasa bien.
— Eso quiere decir que... – ahora Tala estaba confundido.
— Que una vez que ha dormido 16 horas – continuó el joven Hiwatari, revisando su reloj - creo que ella debe de despertar finalmente justo...
— Uuummm... mi cabeza – se escuchó cierta quejosa y acentuada voz.
— ...ahora – finalizó Akira con una sonrisa de satisfacción.
— Pasha¿estás bien? – Tala sonaba de nuevo preocupado, mientras ayudaba a Pasha a incorporarse de la posición donde estaba durmiendo sobre su regazo, a una sentada en el asiento de al lado.
— Mmm... eso creo... Necesito una aspirina – se quejó ella, haciendo círculos en su sien para aliviar el dolor - ¿Qué fue lo que pasó?
— En resumen – las peores palabras que pueden salir de la boca de Ian – debido a tu estado de resaca, Akira te drogó para que te mantuvieras de pie, luego entraste en un estado de furia homicida porque el equipo perdió en contra del BBA Revolution, mataste a media gradería, intentaste lo mismo con Tala, pero te desmayaste encima de él, lo que me permitió conservarlos a la posteridad manteniendo las posiciones de implicación sexual más indecorosas que se pueden imaginar...
— �¿QUEEEEEEEEEE! –y ustedes creían que los chillidos de Asuka podían alcanzar altos tonos, esperen a oír los de Pasha.
— Y espero – siguió Ian como si no hubiera oído el chillido que puso oídos a sangrar - que cuando ustedes dos decidan filmar un video porno, me tengan en consideración como su director.
— Ian, nadie quiere oír eso – le dijo Tala entre dientes, y dirigiéndole una mirada homicida, muy superada por la que Pasha tenía en este momento.
— Tala... – gruñó ella, como señal para que todos los pobres diablos se pongan a temblar de miedo.
— Sí... – le respondió el pelirrojo con voz dudosa.
— ¿Cómo es eso de que ustedes perdieron? – verdad que creían ella estaba enojada por otra cosa, pues no, es por eso otro.
— Mmmm... puedo explicarlo – le respondió Tala, encogiéndose un poco mientras buscaba inútilmente un sitio para esconderse.
— Más vale que sea una MUUUUYYYY buena explicación – Tala empezaba a considerar que eso de caer del helicóptero, tal vez no fuera tan mala idea después de todo.
Nuevamente los Blitzkrieg Boys le ganaron a los demás equipos por horas en su arribo a Madrid (N/A: Suponemos que esos encuentros fueron en Madrid, pero quién sabe) así que pudieron pescar los mejores cuartos y dejar plantadas unas cuantas sorpresas en los cuartos de los demás equipos, nada especial, solo pequeños detalles como picante en el champú, clavos en las camas, llamar a la operadora del hotel y pedir llamada de despertador a las 3 de la mañana o serruchar las vigas de soporte del cuarto, nada nuevo.
Tala la tuvo un poco difícil, porque Pasha, recién despertada de tremenda resaca, inducción de drogas sospechosas y desmayo, no estaba en las mejores condiciones del mundo, podía andar y todo, pero aún así ocupó un poco de ayuda para bajarse del helicóptero, claro que eso no impedía que mientras él la ayudaba ella estaba tratando de hacerle una llave de lucha libre y dejarlo sin oxígeno, aparentemente, pese a todas las excusas, explicaciones e intervenciones de los demás, aún estaba bastante descontenta respecto a ese resultado de Roma. Ya una vez todos acomodados y las trampas en su sitio, se reunieron en uno de los cuartos, al parecer en reunión de estrategia.
— De acuerdo. Tras haber pasado por 16 horas inconsciente o olvidar todo lo que pasó antes de eso – comenzó la rusa, lanzando una mirada mortal a Tala y Akira – voy a tener que esforzarme por ponerlos a punto nuevamente para ver si no hacemos el ridículo esta vez.
— No crees que estás siendo un poco drástica – dijo Spencer – solo fue un encuentro.
— ¿Un encuentro¿Solo un encuentro? – Pasha le cuadró los ojos y dejó bien claro que el que la contradijera se buscaba que lo matara sin pensarlo dos veces - Me permito recordarte que fue solo un encuentro, lo que le costó el empleo a mi predecesor¡yo no voy a cometer el mismo error si quiero ser vicepresidente!
— ¡Uuhhh... qué dramática! – murmuró Bryan.
— ¿Dijiste algo Bryan? – le dijo ella secamente.
— No, nada – se defendió el de inmediato.
— A la siguiente persona – amenazó la rusa, levantándose de su silla – que se atreva a decir otra cosa que implique perder un encuentro lo voy... lo voy a... – y cae de nuevo, aparentemente el efecto de tanto alcohol, drogas raras y viajes en helicóptero no se le han pasado todavía, y Tala tuvo que sujetarla nuevamente y llevarla hasta su silla.
— Creo que aún no estás muy bien – comentó Akira.
— ¿Y de quién será la culpa de eso? – le espetó ella.
— Yo sé lo que ocupas, Trinita... – le dijo Ian, mientras le palmeaba la mano.
— ¿Cómo es que me llamaste? – le preguntó ella, pero con los ojos puestos que Tala, que hizo lo mejor que pudo para esconderse tras Kai y Spencer.
— Olvídalo, olvídalo – le dijo el pequeño como si nada – solo quería sugerir que lo que ocupas es salir a tomar unos tragos.
— Me permito recordarte que tomar "unos" tragos es lo que me tiene así en primer lugar – le respondió ella mientras buscaba una aspirina en su bolso de viaje.
— Precisamente, no nada mejor que toma un trago para sacarse la resaca – le dijo Ian con voz melosa y mirada que según él era inocente.
— Por algún motivo, eso falla en mi lógica – le respondió Pasha, tragando su aspirina de un golpe y en seco¡qué salvaje!
— No importa, solo cámbiate, salimos en dos horas – esta vez fue Akira, que estaba en actitud conspiratoria con el resto de sus maléficos compañeros para convencer a Pasha, todos excepto Tala y Kai, ambos estaban de acuerdo en que deberían practicar para el encuentro, pero no son algo tan inamovible como para que en labor entre Bryan y Asuka no puedan convencerlos.
— ¿A donde vamos? – preguntó ella, cediendo finalmente a la presión de semejante montón de fiesteros locos
— Es una sorpresa – le respondió Suki con una enorme sonrisa, de esas que hacen que los pobres que la conocen sientan escalofríos por todo su cuerpo.
— Otra frase famosa que siempre acaba mal – murmuró Pasha.
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Apenas eran las 8 de la noche, hora de Madrid, cuando, por más raro que fuera, todo el equipo de los Blitzkrieg Boys, con agregado de metiches, llegaron a uno de los clubes de moda más apetecido de toda Europa (N/A: No sabemos cuál es la hora normal de comenzar la fiesta en España, pero por aquí, las 8 de la noche es buena hora para eso) El susodicho club, que había sido inaugurado hacía menos de 6 meses por un reconocido promotor europeo que recién acababa de una temporada en América, debía tener una fila de entrada que superaba los 200 metros, y unos guardas en la entrada que más parecían gorilas; evidentemente nuestros amados protagonistas no tienen reservación ni mucho menos, pero tampoco tienen la paciencia para colocarse en el extremo de una fila de dos manzanas, así que deberán recurrir a la típica entrada Minamoto.
— Mmm... "Degenery", ese título me parece conocido – dijo Kai, fijándose en el brillante letrero de neón a un lado, nuevamente su energética prometida se las había arreglado para vestirlo a su modo, con camisa de seda negra y todo lo demás.
— ¡Ahh... qué importa, clubes son clubes – exclamó Asuka, que con su corto vestido de satín violeta y tacón aguja, recién comprados en salida relámpago hacia dos horas, porque ella no repite la ropa para ir a un club; se abrió camino a empellones entre la multitud, seguida de los demás, todos también con ropas distintas a las de costumbre, pero tampoco tanto, porque la moda estilo militar siempre puede usarse de noche, así que el metal, cuero, y gran cantidad de cierres siguen presentes por ahí. Pasha era la principal excepción, que había pero seguía en su estilo, con altas botas, que le llegaban a medio muslo, una diminuta falta que era apenas más grande que una faja, abrigo largo, todo de cuero negro, agregado a los tradicionales accesorios de metal en cabello, manos, cuellos y demás.
— Un momento señorita – dijo uno de los enormes gorilas, digo, guardias, que estaban en la puerta, parando en seco el decidido avance de Asuka y con pesada y potente voz agregó – Usted y sus amiguitos tienen que ir al final de la fila.
— Perdoooon... – le respondió ella en voz rebelde, ojeándolo de arriba abajo y torciéndole los ojos.
— No puede pasar – agregó el otro enorme guardia, dando una mirada de desprecio a toda la partida que la seguía, aparentemente el equipo ruso tenía en su opinión muy mala pinta para entrar.
— Deberemos hacer algo al respecto entonces – dijo ella, y en uno de sus tradicionales movimientos, dio un salto en aire y le dio una patada en la cabeza al primer guardia que se atrevió a pararla, lanzándolo unos cinco metros hacia atrás, completamente inconsciente.
— ¡Qué rayos! – exclamó el segundo guardia, pero ese había sido frenado de pronto por Pasha, que se puso en su camino, este fue a moverla de un manotazo, pero ella le agarró la mano, y en un movimiento de aikido, lo hizo girar en el aire y caer al suelo, sacándole el aire de los pulmones. Cuando el pobre se fue a levantar, fue el turno de Spencer de agarrarlo del brazo de nuevo de arrojarlo por el aire, para caer encima de su compañero de desgracias.
— ¡Esto de verdad es divertido! – exclamó el rubio - ¿Por qué nunca lo habíamos hecho?
— ¡Un momento! – de inmediato llegaron unos cinco guardas más, todos también con sus buenos dos metros de altura y cuerpo de fisiculturistas.
— ¿Responde esto a tu pregunta? – le dijo Ian a Spencer, mientras consideraba si debían empezar a desenfundar el armamento.
— ¿Qué pasa aquí? – preguntó una voz más débil, con marcado acento inglés, todos voltearon a ver mientras un estrafalario hombre de cabello rubio brillante, evidentemente teñido, entraba, engalanado en un traje entero rojo – ¿Señorita Minamoto¿Señores Hiwatari? – exclamó en sorpresa, fijándose en los aparentes intrusos que le habían noqueado sin problema a dos de sus guardias.
— ¡Saint-John! – dijo ella en sorpresa, fijándose en el personaje recién entrado, que efectivamente era el extravagante inglés que hasta hace poco poseía en la ciudad de Miami el club Decay, obligado a cerrar por motivo de desastre natural, o sea, la imponente fuerza de la naturaleza que significa tener una pelea entre Pasha y Asuka en plena pista de baile.
— Señorita Asuka, que placer verla – se acercó Saint-John, y para sorpresa de sus guardias, se saludó de beso con Suki y empezaron conversación como si los dos enormes cuerpos inconscientes en la acera fueran cosa de costumbre.
— Vinimos a pasar una noche de fiesta – le dijo ella, señalando a toda su comitiva detrás, no falló a la vista de él quienes conformaban a tan nutrido grupo, la mayoría de ellos le habían noqueado guardias o destruido clubes en más de una ocasión, y las peleas entre Pasha y Asuka no eran legendarias entre las aseguradoras sin motivo.
— Mmm... mi queridísima señorita Asuka¿está segura de que no habrá problema? – le preguntó él nerviosa.
— ¿Estás sugiriendo que somos una molestia para ti? – le preguntó Suki con voz retadora.
— No, no, por supuesto que no – se defendió, considerando si sería buen momento para esconderse tras uno de sus guardaespaldas.
— Entonces pasemos – le dijo ella, transformando su ceño retador en una encantadora sonrisa completamente sin esfuerzo.
— Por supuesto, síganme por favor – le dijo Saint-John – Les tengo mi mejor mesa, exclusamente a ustedes.
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Como todos ustedes saben, las fiestas de Suki nunca son tan tranquilas como uno desearía, al menos como el anfitrión desearía, porque todos los demás las encuentran de los más entretenidas, al menos hasta que pierden un diente. Todos lo muchachos bebieron y se entretuvieron hasta bien entrada la noche, y para sorpresa de Saint-John, que estaba vigilando para ver cuando llamar a su seguro y cobrar de nuevo por perdida completa del local, Pasha y Asuka no se estaban matando; no estaban a besitos tampoco, pero al menos no se estaban disparando una a la otra.
La fiesta siguió hasta como a las dos de la mañana, para ese punto, había suficientes botellas de licor vacías en la mesa como para ser muestras del paso del completo Ejercito Rojo; Pasha empezaba a ver todo borroso de nuevo, como muestra de que cuando aún se está en resaca, no se deben beber dos botellas completas de ron con cola y varios martines. Suki había tenido su buena tanda de daiquiris de banana y el equivalente a dos litros en otros cócteles exóticos, mientras que los demás, podían dar ejemplo en como desaparecer una licorera completa, tanto en tamaño como en diversidad. Para cierto punto, era poco probable que alguno se parara pronto, los que menos habían bebido eran Tala y Kai, que tenían la constante presencia de Ian para recordarse que emborracharse y bailar la polka en la mesa no era opción durante este campeonato, al menos hasta que los engañaran para lo contrario, Akira había bebido tanto, si no más que los demás, pero no parecía hacerle efecto.
— Te lo digo – hablaba Asuka con Bryan, ya arrastrado la lengua y esforzándose para no caerse de la silla - no hay manera que... que... ¿de qué estaba hablando?
— Ni siquiera se de que has estado hablando en toda la noche – le respondió el otro, que aunque menos afectado, también se veía con los ojos más rojos que tomates, y una tendencia a pasarse al ruso en media conversación.
— ¿Entonces por qué demonios estás hablando conmigo? – le preguntó ella entre molesta y enferma, todo ese alcohol y maní empezaba a asentársele muy mal en el estómago.
— No sé... – le respondió el ruso de pelo gris, y más desorientado que nunca, miró alrededor hasta encontrar a la persona que estaba buscando, casi arrastrándose debajo de la mesa – Ian¿por qué hablo con ella?
— Para distraerla... – le respondió el otro, que se estaba bajando de un golpe una sangría española.
— ¿Distraerla de qué? – le preguntó Bryan, al que esa respuesta había dejado aún más confundido, pero que a Suki había despertado bastante, sabe cuando una conspiración se está revelando.
— De eso... – le respondió con simpleza Ian, señalando unas mesas más a la derecha, donde estaban Kai y Tala, que sus respectivas acompañantes ni siquiera habían notado que no estaban con ellas, y que estaban rodeados de una enorme cantidad de fanáticas en escasas ropas, cada una de ella bastante coquetas y pidiéndoles autógrafos, pero que se los firmaran en los sitios más improbables concebibles, para dar el ejemplo, una de ellas quería que hasta le personalizaron el trabajo "frontal" que le había hecho el cirujano plástico.
— Pasha... – gruñó Suki, a la que parecía que todo el licor no le había ni hecho efecto mientras se levantaba de la silla y calculaba sus acciones.
— Si... – le respondió la rusa, que también se había llevado oído a la conversación y acontecimientos de la mesa cercana y estaba lista a demostrar porqué a los 17 podía ser declarada arma mortal.
— ¿Me acompañas? – le dijo la japonesa con aparente simpatía, pero el tono mortal en el fondo de la voz no se quitaba con nada, y era señal inevitable de Ian para empezar a filmar de nuevo.
— Con gusto – le respondió ella, juntas se dirigieron a la otra mesa, y en resumen, todo el infierno se desató, mechas arrancadas de raíz, gritos, sillas voladoras o pobres idiotas voladoras, patadas, dientes y sangre, escenario estándar en las confabulaciones Pasha/Asuka, esto era la inevitable señal al pobre de Saint-John de que una nueva mudanza estaba a la orden del día.
— ¿Seguros Mediterráneo? – dijo con resignación mientras hablaba por su exclusivo teléfono celular - Tengo una póliza por desastres y perdidas totales que cobrar...
