Capítulo XX: Tiro al blanco

— Ya que terminamos con la idiotez correspondiente – comenzó Suki con pequeños brincos, de los más inadecuados dado que aún estaba usando su uniforme de porristas - ¿no podemos irnos de compras?

—No – replicaron terminantemente y a un tiempo, Pasha y Kai.

— A veces creo que ustedes dos solo se ponen de acuerdo para arruinarme el día – gruñó Suki ante la respuesta doble.

— Nos toca ir a ver el último encuentro del día, BBA Revolution contra el Batallón Barthez – le indicó Spencer, ojeando el reloj para calcular cuanto tiempo faltaba.

— Hablando de torturas – murmuró la japonesa, y en tono de reclamo continuó - ¿Pero por qué? Nunca vemos en vivo los encuentros de otros equipos, y esos no son más que un montón de perdedores fenómenos de la moda.

— Porque el siguiente encuentro que nos toca será en contra del Batallón Barthez, y tenemos que analizar su estrategia – le aclaró Tala, como si estuviera si de verdad se creyera esa excusa.

— Además, nuestro valiente pelirrojo aquí presente quiere esquivar la tunda que le dará Pasha más tarde por perder ante el altote del All Starz – agregó Bryan con una horrenda sonrisa.

— Eso también – concordó Tala sin darse cuenta, para cuando reaccionó de lo que acababa de decir, tuvo que apurarse y esconderse detrás de Spencer antes de que Pasha, que había reaccionado a coger su látigo, se diera cuenta de que no lo tenía en ese momento y procediera a usar su alabarda/bastón de porrista.

Mientras Spencer hacia el esfuerzo de evitar la cuchilla asesina y tratar de meter algo de razón en la cabeza de Pasha respecto a asesinar a Tala en un sitio tan público y cuando todavía faltan tres encuentros para el fin del campeonato, lo que pareció convencerla, todos saben lo mucho que ella quiere un aumento; se abrieron camino rumbo a la gradería para el siguiente encuentro, y no era tan difícil abrir camino, dado que entre la pinta amenazante de los Blitzkrieg Boys, y las definitivamente mortales lanzas de Pasha y Suki, todos mantenían su distancia.

— Saben, ayudaría si pudiera irme a poner un poco de ropa decente – dijo de pronto Pasha, notando que no todas las miradas eran de absoluto miedo, sino que algunos omitían su cuchilla gigante para ver su diminuta falda.

— No hay tiempo, no hay tiempo – le respondió Ian, guiándolos a sus sitios, ahora, la pregunta es, dijo eso porque no tienen tiempo, o porque encuentra muy divertido que ellas dos sigan en sus trajes de porristas. ¿Cuál ser�?

Pero ahora quedaba un problema, resulta que los asientos que Ian tiene permanentemente apartados, son solo para él, Pasha y el par de locos que son Akira y Asuka, por lo que sus "amenos" compañeros no tienen campo, pero ni que lo quisieran; si hay algo que Kai y sus compañeros odian, es tener atención cuando no están barriendo el piso con algún pobre baboso, así que optaron por quedarse en la parte alta de las gradas. Esto presentaba una gran crisis para Suki, como todos saben, ella donde quiera que esté, no está feliz si no está lo más cerca posible de Kai, pero al mismo tiempo, quedarse solo parada por ahí en lugar de disfrutar de los mejores asientos posibles también es en contra de su naturaleza¿qué hacer¿qué hacer?

— Buajjjj... ¡Yo quiero a Kai! – se quejaba Suki mientras estaba sentada en la línea frontal con los acompañantes de costumbre.

— Pues ve con él, nadie te está amarrando al asiento – le señaló Pasha, sin mucho humor para llevar a cabo lo que de verdad quería hacer con los arrumacos de Suki, colgarla de los dedos de los pies sobre un pozo de serpientes gigantes, o algo parecido.

— Pero... pero... – trastabilló la otra con ojos acuosos - ¡No me puedo quedar de pie y en el fondo! – y en susurro de complicidad – Eso es de muy mal gusto.

— ¡Eres imposible! – fue lo único que gruñó Pasha, tratándose de concentrarse en el comienzo del encuentro entre Daichi y Matilda.

— Eso es tan falso – murmuró Ian cuando Matilda tuvo que autodestruir su blade, lo que la sacaba pero al mismo tiempo dañaba el blade del monillo rojo, de modo que al vencer Miguel a Tyson, no habría nadie para la revancha y la victoria sería del Batallón Barthez.

— Esa jugada me parece de lo más infantil – agregó Pasha - ¿Para qué autodestruirte y darle la victoria al contrario? Lo mejor es barrerlos del campo desde el comienzo, o mejor aún, romperles las piernas antes del encuentro.

— Eres tan deportiva, Pasha – le señaló Akira con ironía.

— Sí, verdad – le respondió ella con una gran e hipócrita sonrisa.

— ¡No puedo más! – y con eso, Suki decidió que además de la mala compañía, lo que más quería era estar con Kai, de ser posible en algún cuarto privado, pero si no, al menos lo más cerca posible. Así que, sin siquiera ir hacia el pasillo para hacer una salida medianamente digna, y se lanzó sobre los asientos para abalanzarse sobre su amado Kai.

— Típico de ella, nada de dignidad – comentó Aki.

— Pero tienes que reconocer su espíritu – le dijo Ian, que no desaprovechaba la ocasión para usar la cámara.

— Solo espero que se fije donde pone los pies...- la rusa cortó en seco la frase cuando efectivamente Suki trastabillo cuando saltaba sobre otra silla y caía de sentón en el pobre que estaba abajo - ¡Oh! Olvídenlo.

— Hasta cuando cae lo hace con estilo – Akira se vio obligado a reconocer.

Mientras tanto, unos cuantos asientos más arriba...

— ¡Quítame las manos de encima, fenómeno de la naturaleza! – chilló Asuka, tratando de cambiar de posición respecto a donde había caído.

— Nada me haría más feliz, fraülen – evidentemente era alemán el que tenía la desgracia, o gusto, de tener a Suki encima de él vestida de porrista.

— Ahora están cayendo proletarios del cielo – dijo a su lado una voz de pesado acento escocés, que no debe de ser muy difícil de identificar.

— ¡Cómo te atreves! – Suki se abalanzó a agarrar por la camisa al descarado que tenía el valor de llamarla a ella proletaria, y no dudo ni un segundo en reconocerlo - ¡Ah! Eres tú.

— ¡La bruja lila! – gruñó Johnny, también reconociéndola, haciendo un sonido parecido a los que hace Pasha ante semejantes situaciones.

— ¿Puedo saber qué te hace creer que puedes llamarme proletaria y salir con todos tus órganos intactos? – Suki lo tenía todavía agarrado de la camisa y sus ojos se cerraban con amenaza.

— Mmm... ehhh... uuu... ohhh… porque… ¿soy muy lindo? – tanteó el pelirrojo, tratando de mantener el cuello integro.

— Ahh... – ella tenía una sonrisa claramente sádica mientras le hablaba, porque, recuerden, ella todavía tenía su alabarda en la mano – Te doy medio punto por esfuerzo, pero me temo que tu respuesta no es acertada.

— Un poco de ayuda aquí – Johnny tenía una voz chiquita, como para tentar a la bestia.

— Señorita Minamoto – dijo Robert desde atrás, o mejor dicho, dejado de ella – ¿puedo saber que hace por aquí?

— Ehhh... pues ahora que lo pienso, creo que se me olvido.

XD XD XD XD XD XD

De regreso a la primera fila, Pasha estaba de lo más contenta, Suki se había largado y cualquier tonto que le lanzara comentarios vulgares ya había sido disuadido gracias a su excelente puntería con largos y peligrosos objetos punzo-cortantes. A diferencia de Suki, Johnny y Robert, que en su pequeño altercado no tenían tiempo de ver el encuentro, la rusa y sus acompañantes remanentes no le quitaban los ojos de encima, Ian, aprovechando las palomitas de Akira, se dedicaba a abuchear a Tyson.

— Este encuentro debe de ser lo más ridículo que he visto desde la última vez que patearon el trasero de Tala – comentó el pequeño ruso.

— ¿El de esta mañana? – pregunta inocente de Akira que casi hace que Pasha mate a alguien solo por el gusto.

— No, cuando estábamos en Roma – y por eso ella de nuevo lanzó su lanza, quién sabe a donde, solo se sabe que fue hacia atrás.

— Es realmente extraño, y esos discursos de Tyson se están volviendo bastante tediosos - pese a no prestarle verdadera atención al juego, Akira retiene bastantes detalles, al menos de lo locos que están los demás - tiene bastante lengua para hablar sobre aprendizaje y emoción del juego cuando él mismo chilla como una mona cada vez que pierde un juego o algo así.

— Ya me aburrí yo también – Ian se hundió en el asiento.

— Y mira eso – le señaló la rusa vestida de porrista - como se atreve ese experimento de genético ambulante...

— ¿Cuál de todos? – tantos pobres babosos estaban tachados de ser residuos de experimentación que Akira requería un poco de orientación.

— Miguel – le aclaró ella, siguiendo indignada su discurso -... a soltar su única ventaja de juego y embestir así, bastante falto de estrategia.

— Creí que decías que los trucos del Batallón Barthez eran tontos – Ian estaba seguro de que ella había dicho eso, porque él tono lo tiene grabado, no solo para venderlo por Internet, sino como evidencia posterior, por aquí nunca se sabe cuando se va a acabar en un juicio.

— Destruir tu propio blade y soltar el llanto es una cosa, desaprovechar una ventaja estratégica y técnica contra el rival es otra – Pasha estaba muy acalorada para solo estar estableciendo un punto - ¿es que no aprendiste nada de Boris?

— Como dar espectáculos fallidos y patéticos y culpar a los demás de mis errores solo para ser descubierto por los espías internos de mi jefe – le respondió Ian haciendo memoria, esos últimos días, y dramas, antes de que Boris fuera despedido habían sido bastante interesantes.

— Aparte de eso – le dijo ella con tranquilidad.

— Entonces no – le respondió él con aún más tranquilidad.

— ¿Espías internos? – Aki se rascaba la cabeza, de todas las trampas de su abuelo, no podía recordar que también espiara a sus propios agentes - No sabía que los había.

— Sí, Pasha fue la que le contó al jefe todos los detalles de cómo falló Boris – Ian le decía eso como si fuera lo más obvio - ¿Por qué crees que la ascendieron tan rápido?

— ¿Por un trabajo honesto y eficiente? – tanteó Akira con completa inocencia.

— Mmmpphhh... por favor – se burló la rusa, de todas las personas, uno pensaría que al menos Akira conocería las tretas de su propia compañía.

— Pero eso quiere decir que ella también tiene espías internos encima – una vez que Aki hubo captado el espíritu general de la conversación, eso le parecía de lo más evidente.

— Claro – ella estaba prácticamente gruñendo y sus dientes chirriando - y estoy segura de que cuando cumpla mi primer error, ese desgraciado de Kalidranov tendrá el descaro de acusarme ante el jefe.

— ¿Kalidranov? – Aki estaba haciendo memoria del personal que conocía, claro que el abuelo hacía rodar cabezas tan a menudo que es difícil seguirle el ritmo - ¿Ese individuo raro y flacucho que es jefe de ingeniería en las bases de Siberia?

— Ex-KGB, te aseguro que no hay nadie más aprovechado y doble cara que él – le aclaró Ian, y como un último detalle - Excepto tal vez Pasha.

— Y nadie va a conseguir ese empleo de vicepresidente de Seguridad más que yo – vaya que ella se toma las cosas personalmente.

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— ¿Quieres decir que con una inversión mínima puedo conseguir un aumento de 5 anual? Suena interesante – murmuraba Robert.

— Claro, es muy rentable, y estable; genial para inversiones a largo plazo – respondió la japonesa Suki, que había entablado conversación como si discutir planes de inversión fuera común en medio de partidos de blade.

— ¿Y cuál es el mínimo de inversión? – siguió preguntando el alemán, mientras que a su lado Johnny estaba tan aburrido de oírlos que ya estaba empezando a babear sobre su asiento.

— Unos 5 billones, bastante bajo, no es cierto – le respondió ella con tranquilidad, mientras se revisaba la pintura de las uñas, no acostumbraba pintarlas de negro, pero debía admitir que no se veía tan mal, comenzaba a entender por qué Pasha vivía siempre usándolo.

— Mmm... creo que debo considerar era oferta con mayor tiempo – la cifra lo ponía ligeramente nervioso, o sería que el tener a Suki vestida de porrista y todavía sentada en su regazo no era un asunto para corazones delicados.

— Es tu decisión – le respondió ella, acomodándose en su sitio, y poniéndolo a él mucho más nervioso.

— ¿Asuka, puedo saber que demonios están haciendo sentada ahí? – llamó de pronto una voz, ella y Robert se voltearon para ver a Akira, junto a Pasha e Ian, llamándola desde el pasillo.

— ¿No se supone que ibas a buscar a Kai? – preguntó también Ian, lanzando maliciosas miradas, y ángulos de cámara, en dirección a ella y su asiento actual, Robert.

— Ahh... cierto – trató de aclarar Suki – Yo iba para all�, pero me topé con estos dos e iniciamos una conversación de negocios – al tiempo, trastabillaba un poco abriéndose camino para llegar al pasillo, pisando a unos cuantos en donde de verdad duele.

— Okkaaayyyy – como que Aki no se le creía mucho.

— Presiento cierta sospecha de tu parte respecto a mis acciones – evidentemente, cuando Suki quería librarse de sospechas, el mejor curso de acción es poner una mirada acusadora ella misma y amenazar con el objeto que posea las mejores características de arma, en este caso, la alabarda que llevaba en la mano.

— No, no, yo no digo nada – y Aki definitivamente sabe cuando es mejor cerrar la boca.

— Entonces vamos a buscar a mi Kai. ¡Adiós casquito! – se despidió de Robert y Johnny, este último todavía medio dormido.

— Ehh... este... – el pelirrojo escocés tratada de reaccionar - ¿Ya terminó el partido?

— Sí – le respondió el alemán secamente.

— Bien – el escocés se levantó de su asiento y sin preguntar siquiera el resultado - ahora podemos irnos a Wimbledon, tengo un encuentro de tennis que jugar.

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Pero de regreso con los que nos interesan, en la parte alta de la gradería donde los Blitzkrieg Boys habían estado todo el tiempo...

— Ohh... Kai¡te estuve buscando por todas partes! – una vez que Suki pudo poner sus ojos, y más aún, sus brazos, sobre Kai, se pegó como una lapa a su brazo, y noten, aún de porrista... bastante llamativa.

— ¿En verdad? – la voz de Kai sonaba un poco más seca de lo normal como... suspicaz.

— Pues claro – eso obvio que ella no notaba ese toque extraño en su voz - yo solo vivo para estar contigo.

— No me pareció eso cuando te acomodabas en las piernas de Robert – ¡eso era lo que molestaba a nuestro valiente y contradictorio Kai!

— Ehh... yo... eso era un asunto de negocios – para Suki viéndose descubierta, es momento de salvar el pellejo.

— Claro – aún más suspicacia por parte de Kai.

— ¡Ian! – exclamó Akira, casi gritando al pequeño ruso - ¡Dime que tienes eso!

— ¿Qué? – preguntó Spencer, sobresaltado con semejante grado de emoción por parte de Aki.

— ¡Kai está celoso¿Cuáles son las posibilidades de tener eso en cámara? – ciertamente, ese concepto era para llamar la atención - ¡Dime que lo tienes!

— Claro que sí – Ian casi parecía insultado por la pregunta - ¿qué clase de empresario independiente crees que soy?

— No querrás decir – planteó Kai con una mirada que casi, pero casi, podía decirse de homicidio - " ¿Qué clase de sanguijuela/paparazzi/chupa vidas crees que soy?

— Semántica, pura semántica – fue lo único que Ian le respondió, aún apuntándole con su cámara.

— ¿Y a él que le pasa? – preguntó por el otro lado Pasha, señalando a Tala, que estaba sentado en el piso, con una pinta de estar medio fuera de sí mismo, y a poco de comenzar a babear y balbucear.

— Solo está en un poco de shock, ignóralo – le respondió con tranquilidad Bryan, que parecía estar sospechosamente escondiendo algo tras su espalda.

— ¿Shock¿Y por qué? – ciertamente ella se lo tomaba bastante tranquilo para tener a su casi-novio sentado en el suelo y a un paso de la catatonia.

— Cree que la tienes personal en contra de él – le explicó Bryan, aún bien tranquilo, y escondiendo todavía algo.

— ¿Por? – ella no entendía por qué.

— Esto – finalmente el ruso de pelo gris descubrió que tenía la alabarda que tan descuidadamente ella había lanzado hacía unos 10 minutos, a la vez que le señalaba una severa hendidura en el muro de concreto - ni te fijaste a aún así atinaste a menos 5 centímetros de la cabeza de Tala.

— ¿Y solo por eso?