Lady Dark: Lamento haberlos dejados a todos en suspenso durante tanto tiempo, pero es que hemos estado muy ocupadas.

Lady Evil: Habla por ti.

Lady Dark: Sí, la verdad es que he estado demasiado ocupada con la universidad, y tanto estrés me ha mantenido un poco enferma.

Lady Evil: Pero ya era mucho atraso, así que nos esforzamos por sacar este capítulo.

Lady Dark: Está un poco más lleno de explicaciones de la necesarias, pero no me quedó opción.

Lady Evil: Y no se preocupen mucho esperando una actualización rápida, la cosa va a estar mal hasta diciembre.

Lady Dark: Pero vamos a tratar de sacar capítulos de vez en cuando.

Lady Evil: Hasta entonces, los dejamos con esto.


Capítulo XXXIX: El amanecer de una noche agitada

Voltaire Hiwatari era uno de los hombres de negocios más importantes del mundo, donde quiera que fuera la gente lo respetaba y temía, su poderoso y digno porte, su fría y calculadora mirada, y su fuerte y seca voz eran más que suficientes para reducir a los patéticos asistentes al borde de las lágrimas. Eso era lo que lo caracterizaba, y eso era lo que había tardado años en construir. No había un solo sitio en que no se le reconociera como el genio de los negocios y la estrategia comercial, y todos sabían que debían de andarse con cuidado alrededor de él.

Todos. Excepto los que de verdad deberían.

Voltaire usualmente disfrutaba mucho de su trabajo, liderar una colosal mega corporación mundial, planear nuevas formas de duplicar o triplicar su fortuna mientras lanzaba a sus rivales a la bancarrota. Pero hay algunas cosas que ponían más presión en él de la que podía soportar, y precisamente por ello, se había forzado a pasar una semana en su complejo vacacional en Kamchatka para reponerse un poco.

Fueron unos días maravillosos, descansar en su magnífica residencia, disfrutando de las frescas estepas rusas en verano, nada que hacer más que descansar y reponerse. Y lo mejor de todo, completamente aislado de cualquier medio de comunicación, sea televisión, teléfono u horribles correos electrónicos.

Pero, después de ese descanso, había llegado el momento de volver a casa, tenía cosas muy importantes que hacer, y quería volver a la comodidad de su linda mansión de Tokio. En la casa debían de creer que todavía estaría lejos una semana más, pero no tenía porqué decirles lo contrario, siempre consideraba una buena política mantener a su personal alerta, así nunca le fallarían, y un buen susto les ayudaría a mejorar en sus reacciones. El vuelo fue tranquilo, nada de tormentas ni de turbulencias, y al aterrizaje en su aeropuerto privado en Tokio, donde lo recogió una de las grandes limosinas de la oficina.

Iba ojeando tranquilamente el periodo en el camino a la casa, para su mala suerte había olvidado que ese mismo día iban a ser las finales del campeonato mundial de beyblade, lo que inevitablemente quería decir que Kai y su equipo iban a estar en la ciudad, junto con Asuka y Akira, justo lo que necesitaba. Pero tenían confianza en Pasha, no tanto como para controlarlos, hacía mucho su empleada había demostrado estar más loca que cualquiera ellos (con probable excepción de Suki), sino por su propio sentido de la supervivencia; ciertamente asentarse en su mansión no sería bueno para el balance del equipo, o para el sentido de desolación que Kai y Tala necesitaban para concentrarse.

¿Por qué seguían esos dos y sus compañeros en esa tontería del beyblade? Voltaire no lo sabía, ciertamente él ya había renunciado a sus intentos de conquistar el mundo con ese juego de trompos, debió de haber sido una rara fase maniática. Ahora, más concentrado, y ciertamente adolorido por la cantidad de dinero que gastó en abogados para librarse de estúpidas acusaciones, iba a tratar de conquistar el mundo como todos los demás multimillonarios egomaniacos, monopolizar el mercado con una compañía de software.

En la compañía muchos se preguntaban sus motivos para mantener el equipo, y la respuesta oficial siempre era la posibilidad de marketing y anunciantes. No es que ocupara eso, pero el equipo era buena distracción para Kai, solo Dios sabía lo que él podía hacer si no se mantenía entretenido, podría empezar a conspirar de verdad con Aki, y antes de darse cuenta estaría metido en un asilo y sus adorables nietecitos manejarían todo su imperio. ¡Primero muerto!... claro que, tampoco descartaba esa posibilidad en sus planes, después de todo, él los había educado para inmisericordes con los rivales.

Otro motivo era mantener ocupada a Pasha y a los Blitzkrieg Boys, luego de finalizar sus planes de conquista mundial, sabía que no podía solo deshacerse de todo eso, sería muy problemático, además de que tanto entrenamiento estaría desperdiciado. Así que, pese a todo, los conservó, solo que haría todo su complejo de entrenamiento de beyblade estaba lentamente evolucionando como un centro de entrenamiento de las fuerzas de seguridad de la corporación; "mercenarios y asesinos" les había llamado el senil Stanley Dickenson una vez, pero Voltaire Hiwatari no se preocupaba por asuntos de semántica.

Era verdad que semejante deber ya era bastante para la mayoría del personal de la Abadía y el resto de los centros de entrenamiento, pero el equipo de los Blitzkrieg Boys había demostrado tener mucha más energía, y ocuparla en beybatallar evitaba que la ocuparan en complots en su contra. Pasha en especial tenía que ser distraída, su propia genética como descendiente de crueles oficiales soviéticos, la compelía a destruir rivales, conspirar traiciones y ascender la escalera del poder, ella estaba desesperada por lograr un ascenso tras otro, y sin haber cumplido siquiera los 18 años, estaba a solo un vaso de convertirse en su vicepresidenta de Seguridad para la división Euroasiática, demasiado ambiciosa para su gusto. Podía deshacerse ella, como lo había hecho con tantos otros jóvenes ejecutivos excesivamente ávidos de poder, pero ella tenía algo que ellos no, un increíble talento y gran instinto de supervivencia, no podía despedirla de ella solo porque sí, era muy útil, solo tenía que canalizar su energía excesiva en otras cosas. Así, los Blitzkrieg Boys seguía juntos y beybatallando.

Lo único que preocupaba a Voltaire de esa agrupación es que colocaba juntos, no solo a sus más talentosos oficiales de seguridad y prometedores ejecutivos, sino que los unía a sus herederos, una combinación ganadora y siempre lista a destruir a los que se interpusieran su camino, y mientras concentraran ese deseo en el blade estaba bien. ¿Pero que pasaría si se concentraban en él? Sabían lo suficiente para hundirlo, tenían bastantes lazos con el poder interno de la Corporación Hiwatari como para controlarla, y estaba tan entrenados como para derrocar un gobierno (lo que había sido el punto de esto desde el comienzo). Tenía que empezar a tomar medidas, separarlos y ocuparlos en otras cosas, afortunadamente, el verano ya casi acababa, lo que significaba que Aki, Kai y la temible Asuka debían volver al internado, los Blitzkrieg Boys a sus tutores y su entrenamiento, y Pasha... bien, había considerado enviarla a una misión en África, seguro que unos meses en la selva del Congo, masacrando a los guerrilleros y terroristas que tiene el atrevimiento de amenazar sus minas de diamantes, le bajarían los humos de conspiración a su pequeña valquiria rusa.

Poniendo sus pensamientos de conspiración y contra conspiración familiar a un lado, Voltaire se fijó por la ventana para notar que finalmente estaba llegando a su casa. Parecía una mañana bastante agradable, todavía era temprano, el sol brillaba, los pájaros cantaban y el viento soplaba tibiamente. Al contrario de la noción general, él no era un vampiro, monstruo o demonio sobrenatural, y como la mayoría de los seres humanos medianamente normales, disfrutaba de las tardes soleados y un buen descanso en la terraza de su casa, mirando a los jardines de rosas, precisamente lo que ansiaba hacer en el momento en que volviera a casa.

Finalmente, la larga e intimidante limusina entró por los portones de la mansión, llegó hasta la fuente veneciada de ninfas, y giró alrededor hasta llegar a la puerta. Voltaire se bajó, cerró los ojos y dio un profundo respiro, había vuelto a casa... pero algo no estaba bien.

Una multitud de causas podían causar la súbita desazón que llenó a Voltaire Hiwatari en ese momento, podía ser la extraña sensación entre húmeda y pegajosa del suelo, el confeti y las cintas que cubrían sus preciosos árboles, las colillas de cigarrillos que llenaban toda su fuente o las botellas y latas que estaban tiradas por toda su entrada principal. Fuera lo que fuera, alguien iba a pagar con la vida por esto.

XD XD XD

Ota Hiiragi estaba empezando a considerar la opción de cambiar de trabajo, este empezaba a demostrar ser peligroso. Justo ahora, estaba descansando en uno de los sillones del estudio principal, su cabeza le dolía y tenía una resaca como jamás en su vida. En cierto que la mayor parte de esos males se los había traído él mismo, no tenía por qué recibir la culpa del desastre; debió saber después de haberse tomado la tercera o cuarta botella de sake que no iba a salir bien esta, y debió detenerse en la tercera o cuarta botella, pero Spencer le había lanzado un reto y él no es de los que rechazan una buena competencia, pero vaya que ese ruso sabía beber, se bajó las 5 botellas de vodka que siguieron como si fuera agua, ni siquiera parecía mareado, definitivamente no era la primea vez que había eso.

Justo ahora, Ota solo quería descansar y evitar pensar, claro que no podía dejar de pensar. El jefe lo iba a despedir en cuanto llegara... no, no despedir, eso sería demasiado bueno, probablemente lo iba a meter en una de esas mazmorras que todo el mundo decía que tenía y lo iba a torturar como forma de entretenimiento. Demonios, y a él que tanto le gustaba este empleo, es decir, no el paraíso laboral y nada, y ciertamente tanto su jefe como los nietos de su jefe y casi cada persona que pasaba por esa casa estaban más que solo un poco locos, pero no podía decir que fuera un trabajo aburrido, la paga era buena, y tenía tres semanas de vacaciones pagadas al año, además de que cuando el jefe no estaba y los niños estaban el internado (aunque debiera ser reformatorio o manicómio), era sitio muy tranquilo y agradable.

Pero no tenía por qué hundirse en esta idea, el jefe no debía estar regresar sino hasta dentro de una semana, seguramente eso sería suficiente tiempo para limpiar cualquier evidencia de una fiesta, lo que no pudiera, siempre podía ser achacado a algún accidente de la cocina o al lagarto gigante que aún estaba en el estanque. Justo ahora, solo quería disfrutar del momento y descansar, tal vez luego tomar una o dos aspirinas, tal vez una docena, solo para estar seguro.

— Hiiragi, despierte - ¡no es posible¿es que ya un hombre cansado y con resaca no puede descansar más? Él reconocía esa voz, Rumi, una de mucamas de la casa; agradable chica, pero le estaba empezando a parecer bastante molesta en este momento - ¡Ota!

— Sea lo que sea, puede esperar unas 8 horas más – le respondió Ota, volteándose contra el respaldar del sillón y usando uno de los cojines de terciopelo para cubrirse la cara.

— No, no puede esperar, el jefe volvió – le respondió ella en un susurro urgente y desesperado.

— ¿Qué? – seguro de que no había oído bien, o que tanto alcohol lo estaba haciendo alucinar, Ota sacó la cabeza de debajo del almohadón y trató de mirarla, tarea muy difícil con ese abominable dolor de cabeza y el exceso de luz, que no era exceso, sino típica luz diurna, pero la hipersensibilidad a la luz luego de la borrachera era algo obligatorio.

— El jefe, Ota, el señor Voltaire está en la entrada, y no se ve feliz – Rumi estaba prácticamente tirando de él ahora, la desesperación más que evidente en su rostro.

— Debes estar soñando – Ota estaba demasiado agobiado para considerar eso real, y honestamente, estaba seguro de estar tan fuera de sí que si viera a la chiquita del "El Exorcista" caminado boca abajo en el cielo raso no se sorprendería mucho - ¿qué te fumaste anoche?

— No me fumé nada Ota, pero tu estarás aspirando el humo de tus órganos internos carbonizados si no vas a recibirlo – le advirtió ella, enojada de que cuestionaran su sinceridad en semejante asunto.

— ¿No estás bromeando? – preguntó él, por primera vez pensando de verdad en lo que ella le estaba diciendo.

— ¿Crees que estoy tan loca para bromear con esto? - le espetó ella, mirándolo con exasperación - Te digo que el señor Voltaire está en la entrada, y se ven tan enojado que no me extrañaría que en lugar de despedirnos solo nos matara.

Eso le bastó a Ota, se levantó como un rayo del sillón, ignorando vértigo, dolor de cabeza y todo lo demás, cualquier malestar que sintiera ahora era poco comparado a lo que el jefe podía hacerle. Se arregló el uniforme lo mejor que pudo, lo que era mucho considerando que estaba cubierto de machas verdes de donde había caído en la piscina de gelatina la noche anterior, y voló hacía el vestíbulo y Voltaire Hiwatari, que, si tenía algo de compasión hoy, solamente lo mataría.

Ota llegó más rápido que una exhalación, para comprobar con sus propios ojos que Rumi no estaba inventando cosas, efectivamente, Voltaire estaba parado ahí, una semana antes de los previsto, y no se veía nada contento. Con algo de cinismo, Ota se preguntó si tendría algo que ver con la docena o más de fiesteros que aún estaba dormidos en la sala, al estar demasiado borrachos para irse por sus propios medios.

—Supongo que tienes una muy buena excusa para esto – ese fue el saludo de su jefe, Ota se esforzó por tragar y tratar de no parecer demasiado asustado, de pronto su jefe parecía ser al menos medio metro más alto que él, y verse demasiado cruel y maléfico para ser algo menos que salido de una pesadilla o una película.

— Verá señor es que... – Ota tartamudeó un poco, no muy seguro de cómo expresar esto y mantener su piel intacta al mismo tiempo.

— Déjame adivinar – le cortó Voltaire, un frío sarcasmo más que evidente en sus palabras - "Algunos de los vecinos pasaron a pedir una taza de azúcar y decidieron de pasó tomar unos tragos"

— No exactamente señor, es que... – volvió a intentar Ota.

— Hiiragi – Voltaire le cortó la línea de nuevo, el enojo evidente hasta en la manera que respiraba - las patéticas excusas que tengas para este desastre realmente no son de mi interés, es obvio que descuidaste tus deberes y pagaras por ello.

— Pero, señor – al demonio, si iba a caer iba a llevárselos a todos consigo - la señorita Minamoto...

— No me interesa si... – Voltaire se detuvo en seco, fijando la vista en su mayordomo - ¿dijiste Minamoto?

— Sí, señor – respondió Ota, con timidez, preguntándose cómo lo iba a tomar su jefe.

— ¿Asuka Minamoto? – justo ahora, Voltaire solo quería estar seguro que no tenía alucinaciones auditivas.

— Sí señor – Ota tenía un poco más de confianza en su voz, con suerte podría conservar su empleo... y su piel.

— ¿Qué rayos hace aquí? Sabes que ella no puede estar sin vigilancia – el usualmente frío carácter de Voltaire estaba descartado.

— Bueno, con el amo Kai y el amo Akira supuse...

— Nunca supongas... – y nuevamente, el amo de la casa se quedó hecho piedra al oír lo que dijo su mayordomo - ¿Kai¿Está aquí?

— Sí señor – le respondió Ota, ahora con más firmeza, él sobreviviría esto, iba a hundir a los demás, pero ellos podían soportarlo, no es que los pudieran desheredar.

— ¿Y los Blitzkrieg Boys? – Voltaire preguntó esa casi como por confirmación, realmente esperaba que Pasha eligiera asentar al equipo en un hotel, no tenía idea que ella estuviera de humor para los suicidios laborales.

— Lo acompañan, igual que la señorita Pasha y el joven Ian – en ese momento, Ota podía traicionar hasta a su madre si se lo proponía.

— ¿Quieres decir que todo mi equipo élite de seguridad estaba aquí, junto con mis nietos y su prometida? – Voltaire parecía dividido entre echar espuma por la boca de la pura rabia o hundirse en sillón de la depresión, si no fuera porque sus sillones estaban llenos de vagos, basura o vómito.

— Sí señor.

— Y supongo que ellos comenzaron la fiesta – eso era un poco redundante de preguntar, pero nunca se sabe.

— Bueno, es algo complicado – trató de explicar Ota.

— No importa¿dónde están? – Voltaire se veía decidió, había tomado una decisión.

— Arriba – le señaló el mayordomo.

Voltaire subió escalera tras escalera con la furia de un toro, no sabía exactamente qué es lo que iba a hacerles, pero ciertamente sería algo épico, que incluyera elementos clásicos, como fierros calientes, el potro y muchos clavos. Es cierto, era un comportamiento infantil de su parte el empezar a planear horribles finales para sus herederos universales y equipo de seguridad, pero no es que los iba a matar, no a todos ellos al menos. Pudo haberse calmado, pudo haberse tomado un trago y pensado esto bien, pero tenía la impresión de que probablemente ya no iba a tener nada de alcohol en las bodegas si le preguntaba a Ota, así que decidió reaccionar en ese mismo momento, y no ayudaba nada que incluso mientras iba subiendo las escaleras, encontraba más visitas de las fiesta, dormidas entre los escalones alfombrados, no quería ni imaginar lo que terminaría encontrando en los cuartos.

Finalmente, llegó a la puerta de Kai. Ahí, Voltaire hizo pausa por un momento, le dirigía una mirada tan intensa a la puerta de roble que Ota, parado con una firmeza casi militar detrás de él, estaba convencido que en cualquier momento la madera iba a prender fuego. Voltaire abrió la puerta con una fuerza casi excesiva y entró, esperado hacer una entrada tan imponente que dejara bien claro que el castigo venía, pero por el estado de las cosas ahí, evidentemente no había tenido el efecto que él deseaba.

Ese cuarto era casi tan desastre como el resto de la casa, aunque tal vez un poco peor. Al menos ahí no había raros adolescentes que no se podía saber si estaban ebrios, drogados o qué, ahí estaban sus nietos y amiguitos ebrios, drogados o quién sabe qué. En la cama, entre el montón de manos y pies, se podía reconocer a Kai, durmiendo en una de sus almohadas, y Suki, que al fin había cumplido su deseo, dormía sobre el pecho de él. En el otro extremo, Pasha dormía en el extremo inferior de la cama, con su alborotado pelo negro cayendo por el borde, y Tala dormía justo en el piso debajo de ella. Una mano que parecía de la Akira parecía salir de debajo de la cama, a donde se había arrastrado para dormir.

Justo cuando Voltaire se adelantaba más en el cuarto, notando que nadie había tenido ni la más mínima reacción a su entrada, también observó a Spencer, Bryan e Ian, dormidos en los cojines frente al televisor de pantalla gigante, aún encendido y entre un montón de comida; aparentemente no habían podido terminar su juego de "Perfect Dark" en la X-Box de Kai. Como para calmarse un poco y poder hacer esto con completo control y recriminación, Voltaire tomó un profundo respiro, con lo que notó mejor el olor a alcohol, y del caro.

— Ota – dijo Voltaire, en tono normal, lo que tampoco hizo que despertaran – abre las cortinas.

— Ehhhmmm... señor – el mayordomo trató de decir esto con el mayor respecto - los jóvenes apenas se durmieron hace una horas, tal vez debería...

— No recuerdo haber pedido tu opinión al respecto – le espetó su jefe, lo que hizo a Ota cumplir con velocidad.

Las pesadas cortinas de terciopelo azul se abrieron, dejando entrar los brillantes rayos del sol, pero nada, ni uno se movió, casi parecían muertos. Pero eso no iba a arruinar el deseo de Voltaire de ponerles los pelos de punta, con otra orden a Ota, consiguió un vaso llenó de agua bien helada y se la echó en la cabeza a Kai, este, para su sorpresa, solo se giró y murmuró.

— Mmm... no tengo ganas de nada ahora.

Bien, eso es lo que pasa cuando mandas a tus nietos a vivir en Siberia en invierno. Pero no importa, había una manera definitiva de resolver esto. Caminó de regresó de nuevo hasta el centro del cuarto, tomó un profundo respiro y gritó.

— ¡TODAS LAS TROPAS! ¡ATENCIÓN!

Detrás suyo, Spencer, Bryan e Ian se levantaron al instante, Tala hizo lo propio, aunque se pegó un cabezazo con Pasha, que parecía al borde dividida entre la nausea y la alarma, todos se pararon firmes en sus sitios. Kai, reaccionó también, aunque solo levantó la cabeza un minuto, lo miró y se dejó caer en derrota en la almohada.

— Akira, te dije que no le echaras cosas raras a los tragos – gruñó Kai, cubriéndose los ojos con uno de sus brazos.

— Mmm... no le eche nada – se escuchó la respuesta de su hermano desde debajo de la cama.

— Bien – siguió Kai, dejando salir un suspiro - Entonces, estamos en problemas

— ¿Y ahora qué? – Akira sonaba bastante agotado y con ganas de dormir, no conversar con su hermano.

— El abuelo está aquí – continuó Kai con tono indiferente.

— ¿QUE! – se escuchó el golpe seco de la cabeza de Aki impactando con la parte baja de la cama, luchó un segundo por moverse y finalmente su cabeza salió de debajo de los bordes de las sábanas - Ji, ji, ji, hola abuelo.

— Será mejor que todos ustedes tengan sus explicaciones listas para esto – Voltaire, ignorando el saludo de su nieto, se dirigió a todos, prestando una atención especial a sus nerviosos subordinados.

— Permiso para hablar, señor – es escuchó la voz de Pashanka, sonando ligeramente alterada.

— Adelante – le concedió él, esperando algún tuvo de respuesta interesante.

— Puedo ir al baño – dijo ella, y sin siquiera esperar respuesta, salió corriendo al baño privado de Kai, lo siguiente que se escuchó fueron los inconfundibles sonidos de su estómago regresando los bocadillos de la noche anterior.

— Ota – murmuró Voltaire, cerrando los ojos.

— Sí señor.

— Llama a mi doctor – le dijo lentamente - creo que voy a ocuparlo.


Lady Dark: Bien, otro fic terminado.

Lady Evil: Y con algo de dificultad, ha estado faltando la electricidad.

Lady Dark: Y yo tengo jaqueca.

Lady Evil: Por todo la anterior, vamos a las respuestas de una vez.

XD XD XD

Alexa Hiwatari – Lady Dark: Podríamos hacer el intento de complacerte pro tenemos un problema. Lady Evil: Podrías definir un día de felicidad para Tala. Lady Dark: Hay muchas maneras de interpretar eso, dependiendo de con quién hables salen ideas muy interesantes o perturbadoras. Lady Evil: Yo voy por las ideas perturbadoras. Lady Dark: Ya lo sabía.

littledark – Lady Dark: Bien, Suki ha saciado su sed de sangre así que no se preocupa por el momento. Lady Evil: Y ya no iba a invitar a nadie que no supiera bien claro que deben mantenerse alejadas de Kai. Lady Dark: Cualquiera que lo olvidara simplemente podría tener un curso rápido con Asuka. Lady Evil: Y no, no vamos a cambiar el final del torneo. Lady Dark: Pero le tenemos una excusa plausible.

Yoko – Lady Dark: No sé, tenemos que ver como lo hacemos y donde la acomodamos. Lady Evil: Además, como estamos considerando la posibilidad de otra secuela podríamos acomodarla ahí. Lady Dark: Aunque tenemos la más mínima idea de lo que vamos a hacer con una secuela.

Sumimo-Sham – Lady Dark: Claro que Aki es previsivo¿dónde has visto a un Hiwatari que no lo sea? Lady Evil: Es cierto que Kai y Voltaire han dejado escapar unas cositas ahí y allá, pero eso es raro. Lady Dark: Y nunca falla nada de lo que planean. Lady Evil: A menos que traten de arruinarse entre sí. Lady Dark: Demasiados genios maléficos en una misma familia.

Oneesan - Lady Dark: Me encantaría hacerle caso a tus interesante quejas, pero, sabes que... Lady Evil¡CHUPESE UN BURRO! Lady Dark: A todos los demás les gusta, y los que no, se callan y dejan de leer, punto.

Kize Gorak - Lady Dark: Me parece que ya expliqué por podíamos actualizar, pero ya volvimos. Lady Evil: Por un rato.