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Cap 3
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El Templo marino, con pasos firmes el General del Pilar del Atlántico Norte y segundo al mando de aquel recinto, entraba a la cámara del trono en donde debería reunirse con el joven dios. Imponente y majestuoso, así era como le percibían en aquel lugar, pues solía caminar con un aire de seguridad, elegancia y poderío que sólo llegaba a compararse con el del mismísimo señor Julián.
Kanon clavó una rodilla en el piso, y agachando la cabeza en un leve movimiento, saludando así al joven de cabellos celestes que se encontraba sentado justo frente a él. Aquel joven de oscuros ojos azules, le saludo también, y antes que su General se diera cuenta, despareció la pequeña sonrisa que en sus labios había aparecido al verlo llegar.
-Dragón Marino, te he llamado para informarte que me dispongo a viajar de nuevo…
Kanon miraba al joven sin expresión alguna en el rostro, pero queriendo gritar a todo pulmón un… "no… otra vez no…por favor quédate solo un poco más"… mientras sentía como su pecho era golpeado por un enorme puño que apretaba fuerte su corazón y le impedía respirar bien.
-… quiero que le indiques a Sorrento, todo lo que necesite saber para poder dirigir este lugar en nuestra ausencia…
Sorrento…que diferente pronunciaba el nombre de aquel general al suyo propio, siempre lo hacia con suavidad, hasta ternura podría decir. A este parecía tenerle mejor estima y le permitía incluso, compartir su compañía en sus paseos por todo el fondo del mar, algo que jamás había podido hacer pues Julián nunca departía con él nada que no fueran asuntos de trabajo. Y ahora le pedía que le entrenara para sucederlo también en su labor de comando, apretó los puños con fuerza, al ser su cuerpo recorrido por los odiosos celos que el joven de la flauta provocaba.
Estuvo a punto de cuestionar aquella orden, abriendo la boca para investigar el porque de aquella decisión, pero fue entonces que un clic se escuchó en su cabeza.
-¿nuestra ausencia?... ¿quienes viajarán señor?
-esta vez vendrás conmigo Dragón Marino, partiremos el día después de mañana y necesito que todo quede en perfecto orden para nuestra salida a primera hora¿entendido?
-por supuesto – asintió con la cabeza-… puedo preguntar nuestro destino, señor
-Grecia… visito a Saori, es algo oficial y de unos cuantos días por ello uno de mis marinas me acompañará. Pienso que tú de entre todos, aprovecharías mejor que ninguno nuestra estancia en aquella tierra.
-le agradezco que pensara en mí… - se puso de pie he hizo una reverencia-… me retiro mi señor, debo preparar todo de inmediato. Julián solo asintió y le miró salir.
Kanon avanzaba con ese gran porte, que ocultaba el turibulado corazón que palpitaba dentro de sus escamas. Había experimentado muchas sensaciones distintas en muy poco tiempo, los celos hacia Sorrento, digerir el que viajaría con el joven peliazul, quien no pudo evitar hacer su tono de voz aun mas áspero, al mencionar sin palabras explicitas que él tenía una razón de visitar tierra ateniense. Ese último pensamiento, le hizo sonreír suavemente, acababa de comprobar algo, a Julián ciertamente no le agradaba su hermano gemelo.
Sin poder evitarlo, su corazón albergó una pequeña esperanza.
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Saga de Géminis se encontraba sentado en las escalinatas de su templo, conservando aun esa extraña mueca en su rostro. Sorpresa mezclada con alegría, confusión y emoción fundidas por igual. Aun no sabía que pensar ni que sentir ante lo que el joven de acuario le había confesado hacia dos días atrás, cuando apenado por las palabras del santo de Escorpio, trató de justificar la acusación que ante el soltó el otro.
-yo… lamento… que te involucrara en esto… es un idiota
-descuida Camus… yo sé quien es él, no le doy importancia a sus palabras…
-aun así, no debió insinuar nada… una vez mas me comprueba lo poco fiable que es
-lo dices porque estas molesto... no hay verdad en sus palabras, o me equivoco?
Camus miró al santo con un leve sonrojo en sus mejillas, pero tensó el rostro aparentando una seguridad que el mismo sabía no existía en ese instante.
-bueno… cuando niño, solía estar… enamorado de ti, algo completamente platónico por supuesto…-se apresuró a aclarar con las mejillas aun mas encendidas-
-por supuesto… - afirmó el geminiano suavemente, con una sonrisa en los labios y una mirada llena de ternura, mientras aquellas palabras se repetían en su mente una y otra vez. De alguna manera aquella confesión le había dado una pequeñísima esperanza de…
-¿de que exactamente Saga?...-se repitió a sí mismo- … tú mismo lo dijiste, el ama a Milo más que nada… su enamoramiento por ti fue hace tanto tiempo que serias un verdadero imbécil si creyeras que por ese simple recuerdo puedes ganar algo. Por Athena, mírate…! Mientras tu aquí estas de idiota ilusionado por un montón de palabras vanas, él seguro esta despertándose entre su brazos… y que tienes tu ?... a quien tienes entre tus manos?...
-Saga…
El dorado se incorporó de inmediato al escuchar la voz de su hermano resonar en su mente, interrumpiendo su auto calvario, -Kanon- llamó a su gemelo de la misma forma, esperando una respuesta, pero esta no llegó y el desazón comenzó a invadirlo. Que diablos fue eso?... su hermano se escuchaba tan triste, desesperado… no, no sólo se escuchaba también logró sentirlo, algo muy malo le había pasado eso sin duda, mientras continuaba llamándolo en su interior, sintió la presencia de un poderoso cosmo que se acercaba a la entrada de las doce casas. Un cosmo que conocía bien, y no tardó mucho en ver al portador de tal energía aparecer frente a sus ojos con aquella altivez tan característica de él.
Saludó al joven regente del mundo marino con una reverencia, y permitió el libre paso del mismo por su templo. Kanon miró al guardián con los ojos vacíos, como hubiera querido correr hasta su hermano y refugiarse entre sus brazos, esos que siempre lo acunaban con inmensa ternura y que sin importar que, lo protegían, incluso de sí mismo. Pero el General Marina, tuvo que contenerse y conformarse solo con sentir su cálido cosmo acariciarlo levemente, mientras continuaba su camino escoltando un par de pasos detrás, al joven dios.
Las horas que Saga tuvo que aguardar el regreso de Kanon le parecieron eternas, los malditos minutos no avanzaban y era su imaginación o aquellas manecillas estaban retrocediendo en lugar de avanzar. Simplemente no podía permanecer tranquilo cuando sentía esta pesadez, esta incertidumbre y esta opresión en su pecho, que bien sabía era creada por su hermano.
-¿qué demonios sucedió? – musito sin sentido llevándose una mano al pecho y apretando fuerte su puño, contra la oscura camisa que usaba en aquel momento.
-se va a comprometer con ella…
Saga se giró en sus talones al escuchar aquella voz familiar ahora impregnada de tristeza, se encontró de frente a su hermano, quien en ese momento sin ocultarlo mas dejaba salir un par de lagrimas que lentamente se deslizaban por su bronceadas mejillas, mientras resbalaba de sus dedos el casco que hasta hacia poco adornaba su cabeza, aturdiendo con el sonido del golpe metálico sobre el piso marmoteado de la tercera casa.
Con paso seguro el guardián de aquel templo se acercó a su gemelo, envolviéndolo entre sus brazos Saga trató de consolar al joven marina que se aferró a su espalda temblando como un pequeño. Pero Kanon no era un niño, era un hombre dolido, un hombre enamorado que necesitaba olvidar… que necesitaba sentirse vivo…
Se separó de los cálidos brazos de Saga y busco sus labios con desesperación, comenzó a besarlo y a acariciarlo a un ritmo que el dorado peliazul a penas alcanzaba a seguir. De pronto sintió las manos del menor recorrer su pecho desnudo, en un respiro ya estaba acorralado contra un pilar gimiendo gracias a las caricias desenfrenadas que el general marino aplicaba en su miembro.
-Ka... Kanon… -pronunció aquel nombre suplicante y excitado
-ayúdame Saga… -respondió con voz entre cortada por el llanto-… ayúdame a olvidarlo… déjame tenerte, déjame amarte como no puedo amarlo a él…
Saga tomo el rostro de su hermano con ambas manos, limpiando con sus pulgares las lagrimas que marcaban su hermoso rostro, fijó sus ojos en las desconsoladas esmeraldas de su contraparte e inclinó su rostro besándole suavemente.
-tómame Kanon… haz lo que quieras conmigo…
Ambos hermanos se fundieron en caricias, besos y gemidos que inundaron la tercera casa del sagrado santuario. Llenando aquel templo con sensualidad, lujuria e inmensa tristeza.
Pero tristeza fue lo último que pudo percibir el santo de acuario, quien congelado en la entrada del recinto, no sabía como reaccionar a lo que sus ojos le mostraban y a las palabras que recién escuchaba pronunciar a Saga, esa voz sumisa y erótica en el santo dorado, hizo que Camus tragara saliva con dificultad, sintiendo un inmediato endurecimiento entre las piernas y deseando sin saber la razón que hubiese sido su nombre el mencionado.
Pero había algo mas allá de eso, aunque de todos era sabida la relación que los gemelos tenían, verlos juntos… o mas bien, ver a Kanon tocar a Saga, despertó en el joven acuariano, un intenso sentimiento que por más que deseara negar, sabía bien, no eran más que celos.
Y unos celos que jamás había sentido, ni siquiera por Milo.
Continuará…..
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Sahel: gracias a todos por sus reviews! En verdad los aprecio muchísimo.
