N/A: Alguna anomalía con los signos de interrogación, exclamación y/o guiones, culpen a FanFiction, yo hice lo que pude con el Document Manager.
¡Feliz Lectura :)!
Saito Tenshi
Capítulo III: Infierno en Vida
La brillante y blanca luz provocada por el túnel lastimó los ojos de Saito, quien se sintió bastante extraño dentro del túnel: sentía que giraba, que iban bastante rápido y luego muy lento, a veces tenía la sensación de que estaba sólo, pero luego podía sentir la mano de Ángela, quien por su parte, se mantenía tranquila durante el viaje, tal parece que ya había viajado por el tiempo varias veces antes. El pequeño ángel sintió estar dentro de un torbellino hasta que todo se detuvo de manera repentina.
-Hemos llegado, Saito.- Ángela anunció. –Abre tus ojos, mi querido Saito.-
Saito obedeció, no obstante, sus ojos no se abrieron. –No… puedo…- Dijo él, tratando nuevamente de abrirlos; sus párpados estaban demasiado pesados para él.
-Sí, tú puedes. ¡Inténtalo!- Dijo Ángela mientras observaba como el pequeño trataba y trataba sin éxito. -¡No tengas miedo!- Le animaba.
-¡No tengo miedo!- Saito protestó mientras intentaba de nuevo abrir sus ojos.
-Tienes miedo de lo que vas a ver.- Explicó Ángela. –Puedes sentir que no será nada agradable.-
-Entonces… ¿Cómo consigo abrir mis ojos?- Preguntó Saito un poco frustrado mientras hacía otro intento fallido.
-Abre tu corazón y enfrenta esta realidad.- Dijo Ángela calmadamente. –Si no puedes, deberemos volver y nunca más tendrás otra oportunidad de ver el futuro.- Advirtió ahora con tono severo.
-¡Quiero verlo¡Quiero saber por qué tuve que morir!- Saito exclamó.
-¡Abre tus ojos entonces!- Dijo Ángela como si le diera una orden, pero Saito sabía que no lo había hecho con esa intención.
Saito intentó e intentó, pero sus párpados seguían siendo demasiado pesados y no parecían ceder. Ángela simplemente le miraba y esperaba en silencio, ella confiaba en que él podría abrir sus ojos, así que le esperaría un poco más.
-¡Por favor¡Quiero ver este futuro!- Se decía mentalmente Saito. -¡Quiero verlo¡No tengo miedo¡Puedo enfrentarlo¡Por favor!- La frustración comenzaba a invadir al pequeño ángel. -¡Ábranse!-
-Debemos volver ya.- Ángela dijo mientras tomaba la mano de Saito, triste. –Lo siento mucho, Saito.-
-¡No¡Aún no¡Espera!- Se dijo Saito, pero al sentir la mano de Ángela, la frustración y desesperación comenzaron a manifestarse en él. -¡Por favor, Ángela-san¡Espérame un poco más!-
Ángela evitó mirar a Saito, se sentía muy mal por ello, pero reglas eran reglas. –Lo siento, Saito.-
Saito sabía que Ángela hablaba en serio; lágrimas comenzaron a recorrer por su cara. -¿Por qué?... ¿Por qué morí¡Quiero saberlo¡Ábranse, ojos!- Saito suplicó mentalmente, y tomando mucho aire y como medida desesperada, gritó: -¡ÁBRANSEEEEEEE!-
-¡Saito!- Ángela gritó y se volteó al sentir cómo Saito había jalado fuertemente su mano hasta liberarse. -¡Oh, querido Saito!- Ángela sonrió orgullosa al ver a Saito: logró abrir sus ojos.
-¡Puedo ver!- Dijo Saito muy feliz, cambiando sus lágrimas de desesperación a unas de felicidad.
-¡Bien hecho, Saito!- Dijo alegre Ángela mientras aplaudía y le miraba y sonreía orgullosa.
-¡Puedo ver tu cara, Ángela-san!- Dijo Saito mirando a los azules ojos de la ángel, quien cesó con su aplauso, pero no con su rostro. -¡Tambien puedo ver…¡Pero qué?-
Cuando Saito dio media vuelta y vio lo que había, se quedó en seco, Ángela siguió su mirada y comprendió lo que hizo que Saito se quedara así: un vecindario estaba completamente envuelto en llamas que parecían ser del mismo infierno, explosiones en otros vecindarios y casas se escuchaban a lo lejos y luego agarraban fuego. Bomberos trataban de apagar las ardientes llamas, pero parecía todo inútil; ambulancias iban y venían, las enfermeras, enfermeros, doctoras y doctores atendían a personas en el suelo, mientras que otros eran subidos a las ambulancias para llevarlos urgentemente al hospital; la policía ayudaba a evacuar, mientras los oficiales de la Internet conectaban a sus navis para analizar la situación en la red; familias se estaban abrazando, las mujeres y niños estaban llorando, mientras otros gritaban los nombres de sus padres o hijos.
Fue el primer vecindario el que dejó a Saito helado: una casa de color rosa y marrón se incendiaba, la casa de a lado, de techo azul y paredes blancas, era consumida por las llamas, aquella casa le era bastante familiar…
-Esa es mi…- Saito balbuceó mientras sus ojos estaban bastante abiertos por tan terrible sorpresa.
Ángela se acercó al pequeño ángel. –Saito, yo…- iba a tratar de consolarlo primero poniendo su mano sobre el hombro de él, pero…
-¡MAMÁ¡PAPÁ¡NETTO-KUN!- Saito alzó rápidamente el vuelo hacia la casa sin darle a Ángela oportunidad de consolarle. Ángela solo le miró, triste.
Saito llegó al umbral de la casa. -¡Aguanten, ahí voy!- Gritó y cuando estaba apunto de entrar, escuchó una voz familiar, demasiado familiar…
-¡Netto-kun¡Apresúrate!- Dijo la voz desde adentro. -¡Debemos salir de aquí!- Saito se quedó tieso, aquella voz… era su voz.
-Pero… ¡Mamá y papá!- Respondió una preocupada voz algo parecida a la de Ángel-Saito y Saito, pero no tan idéntica: la voz de Netto.
-¡Netto!- Dijo otra masculina voz, pero más grave, al parecer de un hombre adulto. -¡Ve con tu hermano, su madre y yo vamos detrás de ustedes!-
-¡Vamos, Netto-kun!- Saito dijo.
La puerta de la casa se abrió, dejando escapar un humo negro y mostrar su interior ardiendo en terribles llamas. De la cortina de humo, dos niños idénticos salieron tosiendo y sudando por el calor. Uno era cien por ciento idéntico a Saito, sólo que llevaba ropas normales: un short negro, camisa blanca de manga larga y un chaleco verde era lo que Saito vestía. Netto llevaba lo mismo que su mellizo, exceptuando el chaleco, que era anaranjado.
Tras los niños, dos adultos salieron: una mujer, de corto cabello y café claro se apoyaba de un hombre de cabello también corto, pero color chocolate. Los dos tenían sus ropas con rastros de que se habían quemado, sólo en sus brazos se venían quemaduras graves de las cuales brotaba sangre; los niños se encontraban en buen estado.
Una niña de cabello rosado, quien vivía al lado de la familia Hikari, se acercó a los mellizos con una mirada de alivio. -¡Netto-kun¡Saito-kun¡Están vivos!- Dijo la niña. -¡Que alivio!-
-¡Meiru-chan¿Estas bien?- Los mellizos preguntaron al unísono. La pequeña, Meiru, asintió y se lanzó a los brazos de Netto, donde comenzó a llorar.
Netto se sonrojó ligeramente y abrazó a Meiru, tratando de consolarla. –Tranquila…-
Meiru sollozó, pero su llanto no cesaba –Traté de evitarlo, pero… Roll-chan… Roll-chan fue… fue…- Meiru no pudo terminar, pues su llanto aumentó aún más.
Netto no sabía que decirle, sólo la abrazaba fuertemente para hacerla sentir segura.
–Nosotros también lo intentamos, Meiru-chan… Pero todo fue en vano…- Saito dijo mirando tristemente su casa siendo consumida por las llamas.
-Mi padre… mi padre no ha salido de la casa…- Dijo Meiru entre sollozos y lágrimas. –Mi mamá…La estufa explotó cuando ella estaba cerca… La ayudé a salir de la casa pero se la llevaron al hospital… ¡Estaba grave, Netto¡Muy grave!- Dijo la chica viendo a los ojos de Netto con sus llorosos ojos que se estaban tornando rojizos.
-Meiru-chan… ¡Verás que tu mamá se pondrá bien, y tu padre debió haber salido por la parte de atrás!- Le animaba Netto a Meiru, tratando de sonreír.
-Netto-kun tiene razón¡no pierdas esperanzas!- Saito dijo también tratando de animar a la pequeña. -¡Pronto estaremos todos juntos en el hospital¡Verás a tus padres curados¡Podrás abrazarlos y besarlos!-
-¡Saito-niisan tiene razón! No des todo por perdido- Netto dijo con una débil sonrisa.
Meiru no pudo evitar sonreír al ver cómo los mellizos Hikari le animaban, desde muy pequeños ellos han sido grandes amigos, y una vez más Netto y Saito le daban la mano en una situación terrible. -¡Arigato gozaimazu, Netto-kun, Saito-kun¡Son los mejores amigos que jamás halla podido tener!- Dijo Meiru recostándose en el pecho de Netto, quien sonrió junto con su hermano y la siguió abrazando dulcemente.
No obstante, la situación no dejaba de empeorar, los padres de los mellizos se desplomaron en el suelo, respiraban agitadamente; una ambulancia vino rápidamente a examinar a la pareja Hikari. Los tres niños intercambiaron miradas y fueron donde los enfermeros.
-¡Qué tienen nuestros padres?- Preguntaron al unísono los gemelos, bastante preocupados.
-No sólo tienen quemaduras de tercer grado en sus brazos, sino también en otras partes de sus cuerpos¡tenemos que llevárnoslos urgentemente!- Dijo una enfermera.
Rápidamente los enfermeros subieron al matrimonio Hikari en las camillas para meterlos a las ambulancias. Dejando atrás a tres niños solos y a punto de ser invadidos por el pánico y la desesperación.
-¡Oigan ustedes¿Conocen a esa pareja, verdad¡Vengan conmigo, los llevaré al hospital!- Dijo un señor que estaba vestido como doctor.
Los mellizos y la niña intercambiaron miradas y asintieron para después subir rápidamente al auto del doctor. -¡Gracias señor!- Dijo Saito.
-¡No me lo agradezcan, pues aún no he hecho nada para recibir su gratitud! Ahora¡sujétense que debemos llegar al hospital inmediatamente!- Dijo el doctor arrancando el auto a gran velocidad.
Ángel-Saito vio todo con tristeza y terror, no podía creer lo que sus ojos veían. –¿Es… este el futuro donde yo… estoy vivo?- Preguntó volteándose lentamente hasta ver a Ángela, quien tenía un rostro triste y asintió.
-Así es, mi querido niño…- La voz de Ángela tenía un tono melancólico. –Este es apenas el inicio de nuestro viaje. Estate listo, porque lo que falta por ver puede ser más doloroso que lo que acabas de presenciar…- Advirtió.
-Es… ¡Estoy listo!- Aunque aparentemente Ángel-Saito tenía miedo, su corazón estaba preparado para enfrentar lo que faltaba por ver.
-Bien. Toma mi mano, Saito.- Ángela dijo mientras extendía su mano al pequeño ángel.
Ángel-Saito tomó la mano de Ángela, y ambos alzaron el vuelo para iniciar otro pequeño viaje por el tiempo. Antes de entrar al túnel, Ángel-Saito dio un último vistazo a aquellas infernales llamas que devoraban y consumían todo sin tener, al parecer, un alto.
Cuando el viaje terminó, los ojos de Ángel-Saito estaban abiertos, lo cuál le permitió ver que era un atardecer sobre un cementerio, lo cuál, lo dejó algo confundido…
-¿Por qué aquí?- Preguntó Ángel-Saito a la ángel.
-Ya verás…- Fue la respuesta de Ángela, quien miraba el lugar con tristeza.
Ángel-Saito comenzó a explorar el lugar cuando escuchó un llanto. -¿huh?- Sin pensarlo dos veces, alzó el vuelo para buscar la fuente del llanto, y cuando lo hizo, sintió un terrible escalofrío recorrer por su espalda y le dio la sensación de que la sangre se le congelaba ante lo que su sentido de la vista le permitía ver…
N/A: ¡He aquí el tercer capítulo¡Espero que les haya gustado! Comienza la crueldad, jejeje… Y créanme ¡nos falta lo mejor ¡Buajajajajaja¡Agh! cofcofcof ¡No vuelvo a reirme así x.xU!
¡Hasta el próximo capítulo!
