-Al borde del abismo-
Capítulo 4: Luces del alba.
Fue a verla. Finalmente fue. No la llamó, como ella estaba segura de que había dicho que haría, pero acudió a su casa.
Y ella decidió que no quería recibirlo…
¿En qué estaba pensando? Llevaba toda la semana ansiando aquella visita y, ahora que finalmente él se había dignado a aparecer, ella decidía que tenía mejores cosas que hacer que hablar con él. Y en verdad las tenía… prefería abrazarse a él y refugiarse en la frialdad y el sosiego que le transmitía su piel, como había hecho otras veces... Prefería besarlo y que la pasión de sus labios le hiciese olvidar todo aquello que la atormentaba noche tras noche…
Pero nunca se lo dijo…
.-.Deja de jugar a las escondidas conmigo- dijo él cuando por fin ella se dignó a abrir después de casi dos horas esperando tras la puerta. -Deja de jugar, Gin. Hace tiempo que deberías haber aprendido a superar el dolor- aquello le pareció tan cruel que ella nunca imaginó que ni si quiera él fuese capaz a decirle algo así.
.-.¿Y cómo se aprende a eso?- inquirió, dolida. -Dime, Malfoy, ¿cómo se aprende a eso?. Dime qué tengo que hacer. ¿Tengo que olvidarme de ellos?. ¿Olvidarme de que antes tenía una familia? ¿Unos amigos?. ¿Un hogar?. ¿Olvidarme de que una vez existieron?. ¿Olvidarme de que, antes, no estaba sola?.
.-.¿Y estás sola ahora?.
.-.Más de lo que imaginas.
Él no dijo nada, solo abrió la puerta y salió dando un portazo. Ella se quedó tras la puerta esperando que volviese y, cuando se dio cuenta de que no lo iba a hacer, decidió salir tras él.
Agradeció que el ascensor estuviese esperando en su piso. Pulsó acelerada el cero y suplicó en silencio por que nadie llamase al ascensor en otro piso para poder así llegar más rápido, pero se arrepintió casi al instante de llegar abajo.
Las puertas se abrieron lentas, mostrando el mensaje poco a poco, como si se hubiesen aliado con el escenario y el ambiente para hacer la escena más cruel.
Cayó de rodillas en el suelo, agotada, abatida… Releyó la leyenda en el espejo frente a ella y lloró.
Se había ido pero se había encargado de que ella no lo pasase por alto. Allí, frente a ella, estaba la sentencia de muerte de lo que ellos habían tenido alguna vez. Allí, en la pared frente a sus narices, con algún denso material desconocido, en un brillante color negro y un estilo muy impropio de él, estaba la firma de su despedida:
"Yo aún estaba ahí"
Y las puertas del ascensor se cerraron otra vez lentas, y éste se fue dejándola encerrada en esa maldita e invisible cárcel de soledad que últimamente la acompañaba a todas partes.
En un arranque de ira se levantó, salió del edificio y echó a correr bajo la intensa lluvia sin dejar nunca de llorar.
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Dolor.
Sufrimiento.
Pasiones amortiguadas bajo el negro manto de la angustia.
Tensiones acumuladas durante demasiado tiempo como para seguir resistiendo.
Tragos y más tragos.
Había perdido el rumbo. Era ya una evidencia. Y le dolía. Más de lo que nadie podía imaginar. Ya casi no era capaz de amortiguar el dolor ni si quiera con alcohol. Las heridas eran tan profundas que ni si quiera el ungüento más milagroso sería capaz de curarlas nunca. Le dolía el orgullo y la razón, pero, sobretodo, le dolía el corazón. Había escuchado miles de veces que el corazón no duele como tal, sino que su dolor se refleja en cualquier otra parte del cuerpo.
Mentira.
A ella le dolía el corazón, y que nadie se atreviese a negarlo. Le dolía tan adentro que solo podía ser el corazón. No quería buscarle ningún tipo de explicación razonable; ni si quiera la necesitaba. Le dolía el corazón y punto.
.-.¿Estás bien?.
.-.¿Mmm…?- la cabeza le daba vueltas y más vueltas.
.-.Creo que deberías irte a tu casa. Si me dices donde vives te puedo acompañar- el chico parecía sincero y era realmente amable, pero ella no quería irse a casa. No a esa casa con paredes empapeladas de recuerdos.
.-.Láddgaaate- el gruñido ebrio alejó al chico, que sólo murmuró algo sobre la ingratitud y se fue, dejándola tal y como la había encontrado: recostada de cualquier forma en un taburete de aquel dichoso pub.
Ya ni si quiera sabía si se trataba de un lugar mágico o muggle.
.-.Camrerooo- dijo con dificultad -póname otdaaa iguaaaal a esta- y alzó en el aire el vaso vacío que sostenía desde hacía rato.
El camarero no pensó, en ningún momento, en ponerle otra copa pero, a los diez segundos pedirla, ella ya no recordaba haberlo hecho así que eso no presentaba un gran problema. Ahora lloraba, y ni si quiera sabía porqué. Se incorporó, a medias, y se abalanzó sobre el muchacho cercano a ella.
.-.Tee quieeedo, ¿saaabes?- el chico la miró, primero, con escepticismo y, un segundo más tarde, con deseo.
.-.¿En serio?- preguntó, lujurioso, -yo también te quiero a ti- y la besó. El deseo se desprendía por todos y cada uno de los poros del chico, pero aquel beso no duró mucho. El camarero, dándose cuenta de la situación, decidió intervenir.
.-.¿Qué estás haciendo?- gritó al desconocido, en medio de todo aquel ruido. -Es mi chica, ¿sabes?. Como te vuelva a ver cerca de ella te la corto, ¿entendido?- el muchacho lo miró con desdén. -!Y ahora lárgate!- esperó a que se fuese y continuó. -Y tú- dijo a la pelirroja, -deberías irte a casa.
.-.¿Soy duu chiiica?- preguntó ella con una sonrisa estúpida.
.-.¡Merlín!. Estás más borracha de lo que creía- se dijo mientras salía de la barra. -Vamos- y pasó un brazo de la chica por encima de sus hombros. -Te llevaré a algún sitio en el que puedas dormirla- y salieron del lugar, ella sostenida y guiada por él.
.-.Kurt- un muchacho moreno que hablaba con dos chicas, en la acera de enfrente, se giró hacia ellos. -Necesito tu coche y tu casa.
.-.Vaya con Steve, por fin se va a hacer un hombre. Y con tremendo bombón- silbó observando a la pelirroja.
.-.Qué más quisiera- el muchacho hizo un último esfuerzo y reemprendió la marcha. -Cúbreme un rato en la barra, ¿quieres?- gritó antes de desaparecer en la esquina.
.-.¡¡Me debes una!.
El trayecto en coche fue una tortura. ¿Qué aquel tipo iba haciendo rallie? Su estómago estaba a punto de morir. El muchacho pareció adivinarlo porque la miró y le advirtió.
.-.Si vas a vomitar avisa, que paro. Kurt ama su coche.
La pelirroja asintió con la cabeza sin demasiados aspavientos, midiendo sus movimientos con cautela. Los párpados entrecerrados y el alcohol no le dejaban ver el paisaje. Sólo veía luces. Luces de coches que se cruzaban con ellos, de coches que los adelantaban, de farolas, de autobuses nocturnos… Luces.
Luces…
Eso era lo último que habían visto antes del accidente. Las luces de aquel maldito camión que les hizo salirse de la carretera. ¿O había sido ella la que había hecho a aquel camión salir del trayecto y chocar con ellos?. No lo recordaba bien. Aquella noche habían bebido y fumado… Cualquiera de los dos estaba demasiado eufórico para conducir pero aún así… aún así…
Llegaron a la casa, para alegría de la pelirroja, antes de lo esperado. Él la ayudó a subir las escaleras y la recostó en una cómoda cama. Lo escuchó dar vueltas por la habitación, pero ya no podía pensar con sensatez; hacía tiempo que no podía pensar con sensatez, por eso se había dejado arrastrar hasta allí.
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La mañana llegó esplendorosa y reluciente y la despertó en medio de un estado de letargo y desconcierto. El alba siempre había sido su momento del día preferido. De pequeña solía ir con su padre, los domingos, a lo alto de la colina a ver amanecer. Pero eso era cuando aún tenía padre. Ahora su cabeza no estaba para fiestas y lo que menos le apetecía era quedarse mirando al sol como si fuese estúpida; eso solo lograría incrementarle el dolor de cabeza.
Encontró una nota en la mesilla de noche:
"Buenos días desconocida;
Espero que hayas descansado. Supongo que te dolerá la cabeza, abajo, en la primera puerta a la izda., encontrarás un baño que tiene botiquín; sírvete. En la entrada está el teléfono si quieres llamar a un taxi, al lado te dejo el número de la parada y la dirección en la que estás ahora mismo.
Steve."
Hizo una bolita con la nota y bajó a llamar al taxi. Tardó menos de 5 minutos en llegar y ella, así, según estaba, con el maquillaje estropeado, las ropas arrugadas, despeinada y con cara de mal humor, se dispuso a irse. Al salir por la puerta, las luces del alba volvieron a cegarla y estuvo a punto de romper a llorar.
Luces…
Las luces de aquel maldito camión eran lo último que había visto Harry antes de morir.
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Aún creyendo que no lo podría encontrar, no allí y en ese momento, apuró el paso más de lo que sería conveniente en su estado. La placa plateada tenía un estado tan sobrio como el primer día pero, en esta ocasión, le produjo una sensación entre el alivio y el estupor. El miedo que le producía estar otra vez ante esa puerta con la misma inseguridad que la primera y única vez que había estado allí, la dejó paralizada.
En un último atisbo de lucidez, decidió irse por donde había llegado pero la puerta se abrió antes de que se moviera un milímetro.
.-.¿Qué haces aquí?.
Y otra vez esa terrible sensación de dèja vú.
.-.¿Qué demonios haces aquí, Weasley?- insistió, pero ella solo escuchó su apellido. Volvían a ese trato impersonal y distanciado de siempre. No podía quejarse, después de todo, había sido ella quien se lo había exigido más de una vez, pero eso no lo hacía menos doloroso.
Él se acercó a ella y, agarrándola por un brazo de una forma un tanto brusca, la hizo entrar en el despacho. No le hizo falta más que un vistazo desprovisto de compasión y olfatear el ambiente alrededor para darse cuenta de las condiciones en las que ella se encontraba.
.-.¿Has estado bebiendo de nuevo?.
Ella solo lo miró una y otra vez, sin abrir la boca, sin evitar que las lágrimas surgieran al verse reflejada en los ojos cristalinos de él. ¿En qué se había convertido? Aquel espectro borroso grabado en los intensos iris grisáceos, no era ella. Hacía tiempo que había dejado de ser ella. ¿Qué era lo que había hecho con su vida?.
.-.Déjame ir- su voz ronca dejaba claro que se trataba de una orden directa.
.-.Adelante, vete, eres libre, pero dime antes qué has venido a hacer aquí.
Otra vez el reflejo de lo desconocido en sus ojos. ¿En qué momento había dejado a la cordura escapar por la ventana?. ¿Cuándo había perdido la sintonía consigo misma?. Demasiadas preguntas para tan pocas respuestas.
Se acercó a él y no dijo ni una palabra.
.-.Dime a qué has venido- insistió él. Ella sólo permaneció impasible. -¿No piensas contestar?. La verdad es que no te entiendo, por mucho que trate no lo logro. ¿Qué pasa contigo?. ¿Qué demonios es lo que estás haciendo con tu vida?- esperó, pero no pasó nada.
¿Sigues sin hablar?. Bien, me rindo. Ya estoy cansado de perder el tiempo contigo. Yo no soy así, deberías saberlo. Estoy haciendo un esfuerzo enorme por ayudarte pero tú no pones nada de tu parte y yo ya me cansé de no conseguir nada.
Ella calló una vez más y él continuó.
Ya me cansé de ponerte siempre mi mejor cara y que tú sólo me patees una y otra vez. Simplemente ya me cansé de todo eso y eso es lo único que he conseguido hasta ahora permaneciendo a tu lado. Así que se acabó. Sea lo que sea lo que había entre nosotros dos, se acabó, ya no existe.
Nunca le contestó. Sólo dio la vuelta y se fue, sin dar la mínima señal de que aquello le había afectado, cerrando la conversación de un portazo.
Él se desplomó sobre el sobrio sillón de cuero detrás de su mesa de escritorio.
Ella, una vez más, huyó.
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Había perdido su último lastre con la realidad. Era cierto que no había ya nadie a quien pudiese importarle lo que ella hacía o lo que le ocurría pero, bien cierto era también, que él había intentado acercarse a ella una y otra vez sin el más mínimo éxito.
Y todo porque ella se negaba a dejarlo entrar. Pero es que él no podía entender la razón. ¿Qué acaso era estúpido?. Ella lo veía realmente sencillo: no quería volver a sufrir. O quizá debería decir sufrir más, ya que nunca había dejado de hacerlo.
Lo que ella no quería aceptar era que él ya había entrado.
Había entrado escabullido, pero se había instalado más hondo de lo que la pelirroja estaba dispuesta a confesar. Nunca le había cedido permiso para entrar, cierto, pero, lo quisiese o no, con permiso o sin él, por la puerta grande o por la de atrás, Malfoy se había colado en la fortaleza de acero que ella había creado alrededor de sus sentimientos y que creía inquebrantable.
Pero no, no lo dejaría pasar más allá; ella misma se encargaría de sacarlo de donde quiera que estuviese metido. No lo dejaría quedarse en ella por más tiempo. No estaba dispuesta a permitirse pensar en él ni un segundo más de lo absolutamente imprescindible. No, claro que no. Aunque fuese lo último que hiciese, dejaría de pensar en él.
Aunque fuese lo último que hiciese…
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No recordaba el nombre y, a duras penas, podía recodar el lugar, pero, aunque últimamente no estuviese siendo ella misma, eso no significaba que fuese a ser maleducada. Se había portado muy bien con ella confiándole su casa y ella debía de ser agradecida.
Steve. El chico había firmado como Steve. Y era el camarero, eso podía recordarlo. Lo que no recordaba eran las circunstancias ni las condiciones en las que había acabado en su casa. No sabía si el muchacho solo pretendía ayudarla, si lo había conocido la noche anterior o si no lo conocía, si… bueno, si se había acostado con él… pensándolo razonablemente, no sonaba tan absurdo… ella no se acordaba de nada y él era un desconocido para ella que bien podía haberse aprovechado de la situación.
Igual ya no tenía tanto que agradecerle.
Ya estaba otra vez dándole vueltas a cosas sin sentido. Si de verdad había pasado algo la culpa era solo de ella, y a ella, en realidad, no le importaba. Ya todo le daba igual.
¡¡Allí estaba! Estaba segura de que ese era el bar. Bien, ya que estaba allí, entraría. El lugar era lúgubre hasta para ser un pub. La suciedad se amontonaba en los rincones, el suelo estaba aún pegajoso de la noche anterior, las luces no se habían encendido, las luces…. ¡No! No volvería a pensar en eso… de momento. Encontró a una chica rubia tras la barra, amontonando los vasos unos encima de otros en una estantería en la pared.
.-.Perdone…- empezó, cohibida -¿trabaja aquí alguien llamado Steve?- la muchacha la miró con recelo y escepticismo, analizando al límite cada uno de los detalles de su aspecto descuidado.
.-.¿Steve?- respondió, al fin. -Si, claro. ¿Eres tú su nueva conquista?.
.-.¿Qué?- preguntó ella, confundida. -Yo sólo…
.-.Dana, déjalo ya- un chico moreno y fornido interrumpió a la rubia mientras salía de una habitación que parecía un almacén. -¡Vaya!- exclamó echándole un vistazo. -Anoche tenías… iba a decir mejor aspecto, pero no creo que fuese verdad.
La pelirroja lo miró realmente extrañada, sin saber bien qué decir.
.-.Soy Steve- dijo, tendiéndole la mano; -y aquella de allí- hizo un gesto con la cabeza señalando hacia detrás de la barra, -es Dana. No le tomes en cuenta nada, es un poco… antipática. La rubia hizo una mueca desagradable y desapareció por donde había aparecido él.
.-.Virginia- respondió ella, moviendo su mano al son de la del chico.
.-.Y bien, ¿me buscabas?- preguntó él.
.-.Eh…- la pelirroja aún no reaccionaba. -Sí. Sí, claro. Bueno, yo… quería agradecerte y de paso…
.-.Querías saber qué paso anoche y porqué acabaste donde y como acabaste- terminó él.
.-.S… sí. Supongo que sí- dudó ella.
.-.Bien- el muchacho se dispuso a continuar la tarea que su compañera había dejado a medias. -Si solo venías a eso…- Ginny solo lo perseguía por el bar mientras él iba de un lado al otro dándole largas y haciendo varias labores al tiempo, -bueno, no sé lo que pasó hasta que llegaste aquí, borracha como una cuba, y te enamoraste locamente del chico que se te sentó al lado.
.-.¡¿Qué!- exclamó ella agitada.
.-.Tranquila, él aprovechó la oportunidad… tonto sería si no- murmuró para sí mismo. -Y ahí es donde entré yo. Como sabía lo que estaba pasando, le dije al tipo ese que eras mi novia y te llevé a dormir la mona a casa de un amigo. Fin de la historia.
.-.¿E.. eso es todo?. ¿No pasó nada más?- preguntó la pelirroja, insegura.
.-.Si lo que quieres saber es si tú y yo nos acostamos, la respuesta es no. A mi no me hubiese importado- volvió a mirarla de reojo incomodándola, -pero no soy de esos. Además tampoco creo que hubiese podido pasar nada, según ibas… no sé como no te dormiste en el coche. Supongo que porque estabas demasiado ocupada intentando mantener tu estómago en su sitio- la miró, sonriendo, y se volvió a acercar a ella. -En fin, tengo trabajo. Un placer.
Se iba a ir cuando la pelirroja pudo reaccionar y hablar.
.-.Gracias- él la miró de nuevo. -Yo… bueno, casi nadie habría confiado su casa a una completa desconocida.
.-.Si de verdad quieres agradecérmelo… cena conmigo esta noche- ella quedó perpleja, no se esperaba algo así. Iba a aceptar cuando cayó en la cuenta de algo: ¿estaba intentando echar a Malfoy de su vida e iba a permitir que otro tipo tratase de entrar en ella? ¿qué era estúpida? ¿acaso no pensaba con claridad? Bueno, eso era más que evidente y venía ya de largo.
Entonces, tras ese debate mental, hizo algo inesperado que dejó a ambos estupefactos.
Le pegó una bofetada tremenda al chico.
El tiempo se detuvo unos instantes. Los necesarios para que él reaccionara y decidiera que, en pago a aquel golpe, la besaría.
Y allí estaba, en un bar desconocido, con un nombre desconocido, besándose con un tipo desconocido.
.-.Genial, Weasley- alguien los interrumpió. -Lo estás haciendo todo genial- aquella voz… Aquella maldita voz…
.-.¡Jefe!- exclamó el muchacho moreno; pero la pelirroja no podía reaccionar.
Aquella maldita voz, y su dueño, estaban ahora en el marco de la puerta, observando la escena y aplaudiendo lenta y cruelmente.
Aquella maldita voz fría y calculadora que se había prometido olvidar…
Y, entonces, levantó la vista y se encontró, frente a frente, con los iris plateados y heridos de Draco Malfoy.
Notas de la autora: bien, no me pidan más, es todo lo que puedo dar de mí si tenemos en cuenta de que ya voy a empezar con los exámenes parciales y tengo que estar estudiando en vez de haciendo esto pero, cuando la inspiración llega, hay que aprovecharla y dejar todo lo demás de lado En fin, son las 2 y media de la mañana de un miércoles; acabo de estar depilando el pecho a mi compañero de piso; he estado de botellón en el salón con mis compañeros de piso y dos amigos... (para que se hagan una idea de todo lo que pierdo el tiempo estudiando ) les digo esto para que se compadezcan de mí y no me tiren tomates cuando terminen de leer el cap.
Voy a intentar contestar a todos los rr, los del capítulo 3 y los del 2 que había dejado sin contestar. Eso me va a llevar un rato así que, lo que voy a hacer, es subir el capítulo y contestar reviews en otro cap. Me explico, voy a subir ya el capítulo por si acaso no me diera tiempo a contestar reviews en el tiempo que tengo para usar el ordenador. Desde que suba el cap. Me pondré a contestar rr y lo subiré como si fuese otro cap ¿entienden? Se que me explico muy mal pero... es lo que hay
