-a angela30, que supo como seguir-

-AL BORDE DEL ABISMO-

Capítulo 5:Algo que contar.

Las nubes violetas lamían el sol que, tímido, lanzaba sus últimos rayos cayendo lento tras la línea del horizonte. El paisaje le provocó un escalofrío tan mórbido que le dio pavor. Aunque, quizá, siendo objetiva, no fuese el paisaje lo que le dio pavor.

Pensó y repensó en la noticia que le habían dado. ¿Qué acaso su vida podía ir a peor? Bueno, era obvio que podía y lo había hecho.

¿Y qué haría ella ahora¿Qué se suponía qué debía hacer? Tal vez decírselo. No, mejor no. Estaba mejor sin saberlo. Por lo menos ella estaría mejor sin que lo supiera. Y, lo cierto, era que tampoco tenía porqué saberlo. Arggg¿Por qué era todo tan difícil¿Y por qué estaba tan empeñada en engañarse a sí misma?. Lo sabía.

Porque la verdad dolía…

… mucho.

Era un dolor tan mortal y tan adentro que le impedía respirar. Pero no se lo podía negar más.

Aunque doliera…

Pero sí que dolía. Y mucho. Y no sabía que era lo que dolía más, si el hecho de saberlo o lo que ello implicaba. Porque sabía que, detrás de todo eso, sólo había más dolor. Y ya no podía aguantar más dolor.

Rogó en silencio que lloviera. Necesitaba que lloviera.

Y, como por arte de magia, sintió al cielo tronar. En un segundo, los últimos rayos de sol se habían convertido en mero recuerdo de almas románticas y habían dejado paso a un paisaje mucho más tétrico.

Contempló con desespero el rayo que deshizo el cielo en dos y esperó con anhelo el ruido y la lluvia que sabía que habían de venir después.

Las primeras gotas llegaron frías y húmedas; después, esa sensación desapareció dejando lugar a una de purificación. ¡Cómo necesitaba esa lluvia! La necesitaba igual que necesitaba su cercanía. Igual que necesitaba su ser. Igual que lo necesitaba…

No podía encontrarlo. No dentro de sí misma. Y, sin embargo, sabía que estaba allí. No podía negárselo por más tiempo.

Y quería volver atrás. Mucho tiempo atrás. Aquel tiempo donde todos sus miedos se basaban, en su mayor medida, en el monstruo que amenazaba con atacarla todas las noches desde debajo de su cama. Aquel tiempo en el que no tenía que preocuparse del mañana y de quién desaparecería de su vida al día siguiente. Aquel tiempo en el que todo era ideal…

Trataba de sobreponerse. Merlín sabía que era cierto. Pero era tan difícil… La olas iban y venían en un mar de desconsuelo en el que ella se estaba ahogando y no era capaz a parar. No le servía de nada saber que no era bueno lo que se estaba haciendo. Por mucho que lo supiera, eso no solucionaba nada. Lo peor que le podía pasar ahora ya le había pasado. Y no había marcha atrás. Eso estaba más que claro. Si, durante todo ese tiempo, había aprendido algo de todo lo que le estaba ocurriendo era precisamente eso.

Nunca había marcha atrás y aquella no sería la excepción…

Corrió. Corrió todo lo rápido que pudo intentando alejarse de todos sus problemas, pero, predeciblemente, todos ellos se iban con ella, la acompañaban hasta el fin del mundo. Nunca desaparecían y, se dio cuenta, de que, tal vez, fuera cierto eso que todo el mundo decía… huir nunca solucionaba nada.

Aunque quisiera visitarlo no sabría a dónde ir. Bueno, si que sabría, pero ese no era el tema. El tema era que ella prefería no visitarlo; al menos, eso creía. Sí. Mejor no visitarlo. ¿Qué ganaría si lo hacía? Seguramente un dolor de cabeza y una borrachera. Vale que una cosa no implicaba la otra y que no sería él el responsable directo de que bebiera, pero es que esa era la única forma que había encontrado para amortiguar todo lo que él le hacía sentir… empezando por la culpabilidad.

Pero él tenía derecho. Tenía derecho a saber…

¿Por qué demonios todo era tan difícil?.

El parque se materializó ante sus ojos y por todos lados no había más que parejas. Parejas tomadas de la mano. Parejas besándose. Parejas abrazándose. Parejas… pero, sobretodo, eran personas. Personas que tenían a alguien a su lado. Personas que, simple y llanamente, tenían a alguien con quien contar.

Bueno, técnicamente, también ella tenía a alguien con quien contar. Era una forma muy especial de estar ahí, pero estaba. Y ella… ella necesitaba su cercanía. Ya lo había admitido, aunque eso no fuese a cambiar nada, así que no iba a negárselo ahora. Necesitaba su ser. Lo necesitaba…

Creyó que un poco más de él no le haría daño y fue en su busca. ¿Adónde? Pues ya no podía recordarlo. Ni si quiera recordaba cómo lo había encontrado la primera vez…

Utilizaría su sentido común. Para algo le tenía que servir. Lo buscaría por ejemplo… y recordó que ya lo había buscado. Y que ya lo había encontrado otras veces. Y, de repente, supo que, si de verdad quería, podría encontrarlo.

Caminó lenta, sin prisas. No estaba del todo segura de estar haciendo lo correcto y quería que le diese tiempo a, si fuera necesario, arrepentirse.

No le importaba mojarse. A decir verdad, le gustaba la sensación que le estaba provocando la lluvia en su cara y su cabello. Su flequillo pelirrojo pegado a sus sienes. Su larga melena cayendo, empapadas. Sus ropas pesadas, pegadas a sus cuerpo. Sus manos ya arrugadas.

Se imaginó su vida en el futuro y nunca dejó de pensar en la maldita noticia que le habían dado ese mediodía y en lo cruel que podía llegar a ser el destino. Aunque ella ya no creía mucho en esas cosas, a pesar de su vida adyacente a la magia. De hecho, había abandonado el mundo mágico porque había dejado de creer en la magia. No en ella como tal, si no en la magia en sí. La magia como herramienta. Como ayuda. Como solución.

La magia no le había servido para no perder a sus padres. No le había ayudado a evitar la muerte de sus hermanos. No había sido la solución a la guerra contra Voldermort.

Había perdido su esencia y ella había decidido olvidarla.

La magia no había sido tan mágica.

Llegó totalmente empapada. De los pies a la cabeza. Parecía que se hubiese tirado a nadar al lago. Pero no le importaba. Estaba totalmente segura de que aquel era el sitio donde lo podría encontrar.

.-.Virginia Weasley- se presentó. La muchacha la miró raro pero la dejó pasar.

Llegó a su destino. Alzó la vista y leyó el nombre en la placa: 'Sr. D. Malfoy'. Y los recuerdos la fueron asaltando, uno tras otro. Empezando por aquella maldita noche.

.-.Virginia, te amo.

.-.¿Cuál es tu problema ahora?- ella lo miró entre intrigada y ofendida. -Sólo me buscas cuando tienes algún problema.

Entonces, todo era silencio, paz y oscuridad. Todo estaba bien.

.-.Estoy embarazada.

Apagar la luz. Todo era mucho más fácil en la oscuridad.

.-. Genial- murmuró sin gracia después de mirarla levemente sorprendido.

Y la luz se colaba por la ventana, pero ella ya no podía pensar en la promesa que se había hecho la noche anterior.

.-.¿No piensas decir nada más?- exigió. -¿Ni si quiera preguntar si de verdad es tuyo?.

Y en ese instante odió a Draco Malfoy más que nunca. Lo odió por hacerle recordar, aunque fuese de forma indirecta, que ya no le quedaba nadie a quien deber explicaciones.

.-.Casémonos. Ya está. Esa es la solución que querías¿no?.

En ese momento, mientras se rendía de nuevo ante él, ante sus besos y ante sus caricias, se dio cuenta de que sólo él era capaz de hacerla olvidar. Y lo odió aún más por eso.

.-.¿Acaso estás loco?- retrocedió varios pasos. -¿Crees que es eso lo que venía buscando¡¡Ni loca me casaría contigo!- y siguió retrocediendo.

Quizá fuese por la misma razón por la que, copa tras copa, ella iba olvidando porqué estaba en aquel bar, bebiendo güisqui para desayunar.

Nunca supo como había llegado a casa ese mediodía.

.-.¿Por qué no?. ¿Cuál es el problema?

.-.Se me está muriendo el alma, Draco.

.-.¿Acaso crees que mi vida es de color rosa?- dudó entre continuar y abrir la puerta para irse. -¿Qué voy a ser capaz de afrontar también esto?.

.-.Ayúdame, Draco, por favor. Ayúdame a olvidar- y atacó sus labios.

.-.Vamos, Weasley- dijo, acercándose a ella. -Tienes que superarlo de una maldita vez. No puedes estar viviendo toda tu vida en el pasado- sólo consiguió que ella saliera de allí corriendo, huyendo mientras murmuraba: "Para ti es fácil de decir". Él decidió que no podía dejarla sola y salió tras ella.

Se sintió caer. Finalmente el dolor había podido con ella.

.-.¿Y para ti no?- gritó cuando casi la alcanzaba en la calle. La lluvia aún no se había detenido, pero el cielo estaba ahora completamente oscuro, anochecido.

Qué difíciles eran las cosas estando sola.

.-.¿Sabes de quién fue la culpa?- chilló ella de vuelta, aún sin detenerse.

Las nubes púrpura lamían el sol que caía lento en el horizonte.

.-.¿Sabes quién conducía aquel maldito coche?- continuó.

Trataba de sobreponerse. Merlín sabía que era cierto. Pero era tan difícil…

.-.¿Sabes quién murió y quien tenía que haber muerto?- los sollozos no lograban amortiguar sus palabras.

La olas iban y venían en un mar de desconsuelo en el que ella desearía ahogarse.

.-.¿Sabes qué fue lo último que vio en su vida?.

El infierno era duro y a ella la estaba consumiendo día a día.

.-.¡WEASLEY!. ¡NO!- chilló él.

Y, entonces, ella miró al frente y las luces de aquel dichoso autobús la cegaron.

Cerró los ojos ante el golpe evidente y se debatió entre el miedo a morir y el agradecimiento por ello.

Y él se lanzó a correr hacia ella, pero era demasiado tarde.

Nunca había marcha atrás y, aquella, no sería la excepción.


Notas de la autora: Gracias a todos los reviews que me habéis enviado durante todo el fic, me hacen tremendamente feliz. Me gustaría llegar a los 100 rr, ya que ninguno de mis fics ha llegado a esa cantidad :'(

Me gusta este final, a vosotros no?