Guarda que empieza…

Embarque Inesperado

Cap 3

Una hora había pasado ya…

Eriol tenía a Sakura abajo suyo; ambos estaban escasos de ropas, y el sudor había comenzado a aparecer sobre sus pieles deseadas.

-E… Er… -Sakura jadeaba tanto que no podía ni hablar. –Eriol, pará –le exigió Sakura, obligándolo a detener el ritmo acelerado que llevaban. –Tenemos que ir a… a ver… qé está hacien… do Shaoran con… la… put… con Tomoyo.

-¿Qué ibas a decir? –le dijo Eriol traviesamente.

Sakura lo miró con resignación. No se iba a callar.

-Tomoyo siempre me quiso quitar a Shaoran, y nunca le importó que estuviéramos casados.

Eriol la miraba; el rostro de sorpresa estaba en él.

-¿Mi angelito? ¿Capaz de hacer eso? –Eriol desvió la mirada verde de Sakura- No puedo creerte.

-¿Por qué no? –Eriol se levantó del suelo, y Sakura lo imitó. El capitán comenzó a vestirse lentamente ante la mirada babosa de Sakura -¿Solamente porque ella se dejó tratar como la zorra que es aunque hayas matado a su amiga? ¿Eso no te parece extraño?

-No. Era su vida o la muert—

-No se trata de eso, Eriol .-Sakura se acercó a él lentamente –Tomoyo te va a sacar todo, hasta el último centavo –estaba hablando casi en un susurro, como si tuviera miedo de ser escuchada por alguien más –eso hizo con su antiguo esposo… AH! Perdón! ¡No sabías que ella había estado casada con un tipo 20 años más grande que ella y que ella misma arregló su muerte! –Sakura había dicho todo eso en un tono irónico, como burlándose de la hipocresía inocente del joven que se hallaba a medio vestir.

Eso lo había dejado impactado. Podría ser cierto, o podía ser verdad.

No lo sabía, porque no tenía pensado casarse con ella, y mucho menos darla a conocer la fortuna que podría llegar a ganarse en un par de años solamente con dos expediciones más…

Mejor prevenir que lamentar.

-¿Y qué puedo hacer ahora? –le dijo Eriol, cruzándose de brazos, con la camisa abierta. -¿Largarme a llorar porque la chica de mis sueños es en verdad una pesadilla? ¿O disparar un tiro en mi sien? –Eriol acercó su rostro al de la joven –Yo NO amoa Tomoyo. Ella fue sólo un… entretenimiento. Quizá en un momento me sentí más atraído por ella que por otras chicas, pero no significa que esté perdidamente enamorado de una nenita caprichosa. –Eriol pensó, y vio cómo Sakura arqueó su ceja. –Bueno, lo admito, yo tampoco me creí esa historia del amor incondicional al sexy capitán inglés.

-Por lo menos lo admitís.

-A qué cosa.

-Que sos re sexy –Sakura volvió a abrazarlo, y se besaron de vuelta. Eriol escuchó la campana de la iglesia: eran las 12.

-Mi tren va a salir, hermosa. –Sakura lo miró con pena.

-¿Ya te vas? ¿Y qué puedo hacer yo?

-Si querés te lo puedo decir yo –volviéndola a besar.

-En qué tren te vas.

-En el próximo. A la 1 (de la mañana.)

-Me voy con vos, pero… que no se entere nadie. –le guiñó un ojo y comenzó a vestirse.

Eriol la miraba. Y pensó, y le dijo a Sakura:

-¿Por qué tendría que pensar que vos no te venís conmigo por la misma razón que Tomoyo?

-Porque yo tengo todo lo que quiero, y no necesito a nada ni a nadie.

-Entonces supongo que no me necesitás.

-Tenés razón, no te necesito. Pero quiero probar algo más distinto, salvaje. Shaoran es demasiado… refinado para mí.

Eriol volvió a mirarla. Le gustaba esa actitud.

-basta Tomoyo, basta. –Shaoran estaba extasiado. ¡Qué chica salvaje!

-Pensé que estabas necesitado, tesoro.

-Ni que fuera para tanto.

Estaban semiacostados en el sofá, con Tomoyo dominando la situación. Ella se levantó y se vistió rápidamente.

Shaoran no entendía, pero él también se puso sus ropas.

-¿Te vas a ir con ese… muchacho? –se notó un tono de bronca en esas palabras.

-Sí. Encontré lo que quiero.

-¿Y qué es eso?

-Plata, nene. Un marido con un futuro prometedor que me llene de oro, y ropas elegantes –un brillo de ilusión se reflejaba en sus ojos, como si todo eso imposible pudiera llegar a ser realidad. –Todo lo que Sakura tuvo con vos, y que yo nunca pude.

-Cuando pudiste tenerlo me rechazaste.

-Pero no voy a perder esta oportunidad.

Salieron del pequeño cuarto.

En el hall, se encontraron con Sakura y Eriol.

-Bueno, mi tren pasa en media hora por la estación, así que… me voy.

-Nos vamos, querrás decir –trató de corregirlo Tomoyo.

-No, no. Ya no te necesito, ya conseguí lo que vino a buscar.

-¿Cuánto le diste, Sakura? –le preguntó Shaoran hostilmente a su mujer

-Me dio mucho…. Y muuuuy duro –una sonrisa salió de sus labios. Agarró su maleta y se fue, dejando a todos allí.

Sakura corrió tras él al ver que Tomoyo comenzaba a perseguirlo, pero Shaoran la detuvo.

-¿Qué hiciste? –le preguntó Shaoran.

-ya estamos grandes para estas preguntas, ¿no te parece? –dijo Sakura con un toque de cinismo, librándose de él, y saliendo a correr tras el Eriol.

Shaoran sólo permaneció inmóvil en la entrada de su mansión, observando cómo las mujeres corrían desesperadas tras aquel capitán inglés, y viendo cómo las rechazaba a ambas, dejándolas solas a las dos.

-Si querés guerra la vas a tener –murmuró Shaoran, y entró a la gran casa, seguido de Tomoyo y Sakura.

………………………

Una semana había pasado ya desde que Eriol había vuelto a la Marina en Gran Bretaña.

Había ascendido en su puesto, y cada vez sentía que su sueño estaba más y más cerca. Lo sentía al ver aquel esplendoroso buque en la dársena; seguramente esperando para ser comandado por él.

Eriol estaba dándose un paseo por la dársena cuando una voz grave lo llamó.

-Hiiragizawa, lo llama el capitán Pekerman.

El joven comenzó a caminar hacia la oficina de Pekerman. Este hombre era un viejo capitán, que poseía, de la flota de 50 barcos de la Marina, unos 3. Y era demasiado, ya que la mayoría eran del propio monarca. Pekerman era un señor de unos 80 años, y se sabía que, aunque ya se había retirado hacía un par de décadas, no dejaba de asistir diariamente a la Marina para controlar todo. Era un hombre muy respetado y muy mal llevado, aunque con Eriol él siempre había tenido una excelente relación.

Eriol abrió la puerta de la oficina luego de golpearla suavemente y escuchar que le dijeran que pase. Cerró la puerta tras él y se quedó mirando al viejo. A su lado había otro hombre, que sabía era uno de los mejores timoneles de los que tuviera alguna vez la Marina.

-¿Me había llamado? –le preguntó Eriol algo confundido.

-Sí, hijo. Vení, sentate. –Eriol se sentó frente al ocupado escritorio de Pekerman. La habitación era pequeña y oscura, y el aire era muy denso. –Qué grande qué estas… ¿Cuántos años pasaron? Ya estás hecho todo un hombre… Qué rápido pasa todo, ¿no? Al principio todo parece tan irreal… pero cuando sabés que te vas a morir te das cuenta que todo fue real, que todo lo viviste… y al fin y al cabo no te sirve de nada porque te estás muriendo –el hombre parecía hablar consigo mismo, y su voz comenzaba a entrecortarse. –Cuando empecé acá, era un pibe… un pibe como vos, chiquito, inocente… los años me volvieron duro, austero, y veo que lo mismo te está pasando a vos, hijo. Yo siempre ansié tener mis propios barquitos, y ahora que los tengo no me sirven, porque no los puedo manejar más. –Eriol lo miraba… No podía creer que aquel hombre que durante muchos años había sido su segundo padre se estuviera por morir –la Santa María, la Niña y la Pinta se convirtieron en la Bucanera, la Reina y la Máxima… mis nenas, mis barcos, mis buques… Quiero que sean tuyos, Eriol… sé que vas a poder con todo, lo sé… te lo merecés… pasaste toda tu vida acá y estos negros de mierda nunca te dieron un barquito aunque sea para verte contento… Ya firmé los papeles, hijo… Las 3 nenas son tuyas… Cuidalas…

Eriol no salía de su asombro… No podía hablar, es decir.. ¿Qué podía decir además de…

-Gracias…

Nada más.

Pekerman le hizo una seña al timonel, quien le entregó unos papeles a Eriol. Él los firmó. Miró al hombre. Se levantó de su asiento. Se abalanzó sobre él. Y lo abrazó como nunca había abrazado siquiera a su padre.

-Ya, hijo… -le dijo el hombre sobándole la espalda –Y tengo otra sorpresita para vos, nene… Mañana vas a comandar tu propia expedición a África…Con tus propios navíos, tu timonel, tus marineros… Es todo tuyo hijo, todo…

Momentos después, el capitán Hiiiragizawa festejaba con los suyos sus logros.

Esa misma tarde zarpaba la Máxima hacia territorios africanos para capturar más negros y venderlos.

Un mercado cruel, sí, pero le dejaba platita.

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-¿Seguro que ya salió?

-Sí, señor. Hace sólo un par de horas.

-Perfecto.

El teléfono se cortó.

-Salimos ahora. –Li se subió a su pequeña avioneta para llegar al puerto y embarcar lo más rápido posible. Sakura iba a ir con él, pero no tenía idea de lo que Shaoran planeaba.

La avioneta despegó, para dejar a su tripulación en el puerto.

La barcaza de guerra lo estaba esperando.

Zarparon en un santiamén.

A las pocas horas, estaban mar adentro. Un gran barco se vislumbraba a lo lejos en la oscura noche.

-Mirá, Tomoyo, un barco! – Tomoyo se levantó y fue hacia donde estaba Sakura, tratando de ver.

-Es un buque negrero –le dijo Tomoyo. Por el tamaño del barco, lo supo enseguida.

Las jóvenes disfrutaban de la vista de aquel barco que estaba cada vez más cerca.

Shaoran, desde lo alto del carajo, observaba al otro barco.

-¡Preparen cañones! –un gran número de marineros comenzaba a moverse en el barco, y se escuchaban fuertes ruidos, de golpes y de algo pesado siendo arrastrado.

-¡Los cañones están listos, señor! –un marinero gritó desde plataforma.

-¡Disparen! –un fuerte ruido se oyó. A lo lejos, una explosión se veía en la plataforma del barco inglés.

La Máxima estaba siendo atacada.

-Te van a terminar comiendo los tiburones, hijo de puta –dijo Shaoran con odio y bronca, mientras daba otra orden para que disparen los cañones.

Eso le pasaba por meterse donde no tenía que hacerlo.

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N de A:

He aquí la tercera entrega de esta historia de marinos…

Espero que les vaya gustando, creo que se aclararon varias cosas más...

Va a terminar en un par más de caps si así lo quieren… No me gustan las historias demasiado largas!

Voy a actualizar pronto para la alegría de algunas y la tristeza de otras :P

Salu2, y grax x los com!

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