Capítulo 4. Preparativos nupciales.

Hermione sabía desde que estaba en séptimo curso de Hogwarts que Harry tenía fama de besar muy bien. Una vez, en una fiesta "solo para chicas" habían hecho una votación y Harry se había ganado el honor de ser el chico que mejor besaba.

Ella no había podido votar porque nunca había besado a Harry…al menos no de la manera de la que hablaban las chicas, pero ahora si podía hacerlo, y definitivamente votaba por Harry como el hombre que mejor la había besado en su vida. Había sentido sus labios suaves y firmes, y de ellos había emanado una calidez que le había recorrido el cuerpo de la cabeza a los pies.

Era otro magnífico día soleado de primavera, que prometía la llegada inminente del verano…y, para desgracia suya estaba en San Mungo. Suspiro pensando en la semana que tenía por delante y el corazón le dio un vuelco. El viernes era el último día de clases y el sábado se casaría con Harry…si se encontraba de una pieza.

A pesar de la caída de Voldemort y la detención de la mayoría de sus seguidores, aún seguían teniendo problemas con algunos que no habían logrado capturar, encabezados por Lucius Malfoy y apoyados por jóvenes tontos que se les unían con la esperanza de controlar el mundo mágico. Precisamente, el día anterior había habido un ataque en Hogsmeade, muy cerca de Hogwarts…demasiado cerca para el gusto de la auror, quien había intervenido, al igual que Harry, para defender a los alumnos. Todo estaba perfectamente controlado, era una auror experta y pertenecía a uno de los mejores equipos, pero su amigo Draco se había distraído un momento, al ayudar a Harry, y sin pensarlo, se había lanzado entre el prometido de Ginny y el ataque de Nott… lo que había dado como resultado que estuviera en San mungo con un brazo y un tobillo roto, por la caída, además de algunas quemaduras en el cuerpo, producto del hechizo que, afortunadamente, no le había dado de lleno.

Para su mayor tranquilidad y la de Ginny, Draco estaba bien…bueno, con algunos golpes, por la caída y ella ya estaba fuera de peligro, aunque aún tenía ligeras quemaduras.

Harry había llegado a San Mungo inmediatamente después que la chica, hecho una furia, culpando a Draco de lo ocurrido a Hermione y exigiendo ser él quien atendiera a la chica, a lo que nadie le puso un pero, sabiendo perfectamente, en especial Ginny, que estaba preocupado y que eso lo hacia tener un temperamento bastante volátil.

Había regañado a Hermione mientras la atendía, y después de asegurarse de que todo estaba bajo control, se había retirado a Hogsmeade, donde había más personas heridas que lo necesitaban.

El sonido de la puerta la hizo salir de sus pensamientos y voltear, para ver entrar a Harry, inmaculadamente vestido, aunque con expresión cansada, y con una caja misteriosa.

-Hola- dijo él, acercándose hasta la cama y dejando la caja en el suelo.

-Hola- contestó ella-. Tienes un aspecto horrible.

Él se pasó una mano por el cabello y suspiró profundamente-. Así te verías tú si hubieras atendido heridos toda la noche en San Mungo y Hogsmeade.

Hermione se incorporó mientras Harry le acomodaba las almohadas para que estuviera más cómoda-¿Tienes heridos en tu hospital?- preguntó.

-Aproximadamente 15- contesto el medimago, sentándose en la cama- aunque en si nada grave.

-¿Necesitas ayuda?

-¡No!- exclamo el chico- bueno, si…pero….-.Harry quedó en silencio, viendo las manos de su amiga-. Quiero pedirte una disculpa- comenzó, mirándola a los ojos-. Ayer lo que menos necesitabas era a alguien que te regañara…La verdad, Herms, es que al verte herida yo…

-Lo sé Harry- susurro la chica, sonriendo levemente, poniendo una de sus manos en la pierna de su amigo, intentando confortarlo-. Lo mismo sentía yo al verte en la enfermería de Hogwarts cada año…solo que mi preocupación era mayor, porque yo sí que no podía hacer nada…y jamás entre gritando, exigiendo verte…Madame Pomfrey me hubiera petrificado o algo así- su sonrisa se hizo más amplia al ver sonrojarse levemente a su amigo.

-Yo lo sé…y traigo una ofrenda de paz para ti- añadió, poniendo la misteriosa caja sobre las piernas de la chica.

Mientras Hermione abría la caja lentamente, fue conciente de la preocupación que siempre le había causado a su amiga…y nunca le reprocho nada, al contrario, casi siempre lo primero que veía era una gran sonrisa de alivio en su bonito rostro…"Ron no es el único que tiene la sensibilidad de una cucharilla"- se reprocho mentalmente.

-¡Oh, Harry, es hermoso!- dijo Hermione mientras sacaba de la caja un pequeño gatito, de color negro y ojos verdes. El gatito se apretó contra la chica, buscando su calor y el sonido reconfortante de sus latidos. En ese momento la auror se enamoró perdidamente de él (N/A me refiero a que se enamoro del gatito…esperen un poco más, ya les llegara su momento)

Harry sonrió- Sé que te gustan mucho los gatos y después de la muerte de Crookshanks, no querías encariñarte con otro, pero lo vi en la tienda de mascotas de Hogsmeade y no pude evitar pensar en ti.

-Gracias- sonrió la chica, mirando al gatito, embelesada.

-Conozco esa mirada. Los cachorros siempre consiguen que las mujeres tengan esa mirada boba y atontada.

-Estás celoso, porque nadie te mira con esa mirada boba y atontada- contesto ella, mientras miraba al inquieto gatito explorar la cama.

-Debo irme…me llevare al pequeño a la casa- dijo tomando al gatito, para desencanto de Hermione y metiéndolo de nuevo en la caja-. Debo atender a otros pacientes…dejé ordenes para que te den hoy de alta, en cuando venga Ginny y revise las quemaduras…Nada de actividad intensa, necesitas mucho reposo y tomar muchos líquidos- añadió en tono profesional.

-Si, Doctor Potter- sonrió Hermione- pero no me contestaste sobre si necesitabas ayuda…No soy enfermera calificada, ni mucho menos, pero como auror tuve una instrucción básica en primeros auxilios.

-Tú necesitas descansar- protestó Harry- La enfermera Cassidy esta ayudándome, pero puede que contrate a Susie Sinclair para que me ayude unas horas.

-Pero, según recuerdo, ella también es una aspirante a Miss Hechicera- dijo Hermione-. Seguramente pensará que será maravilloso trabajar para el juez.

Harry gruñó- Eso es horrible.

-Supongo que mamá y papá vendrán por mí.

-Con Remus, para que puedan pasar- afirmo Harry.

-Bueno, recogeré algunas cosas de mi apartamento y me iré directamente a tu casa.

Él la miró sorprendido- ¿Me ayudarás?

-Claro. Soy tu futura mujer, ¿no es mi deber ayudar a mi futuro marido?- lo dijo en broma, pero no pudo evitar sentir mariposas en el estómago.

-Eso es. Como mi futura mujer, se supone que tienes que ayudarme en mi trabajo, hacerme la comida y recoger mis calcetines sucios.

Ella rió- Ya te lo dije, lo de recoger calcetines no entra en el trato…-Hermione se interrumpió al verse atrapada en un abrazo de oso.

-No vuelvas a asustarme así Herms- susurro el ojiverde- y si el hurón vuelve a distraerse…deja que le partan la ma…

-¡Harry!- exclamo Hermione, rompiendo el abrazo.

-…ceta, no me dejaste terminar- sonrió pícaro.

-Sabes que jamás podría hacer algo así…sería incapaz de no ayudarle si me necesita.

-Lo sé, linda, yo mejor que nadie- sonrió y le dio un tierno beso en la frente- pero no me gusta que te pongas en riesgo.

-¿Por qué se me hacen familiares esas palabras?- sonrió la chica.

-Tal vez porque tuviste un amigo muy dado a meterse en problemas al que le decías lo mismo- Se puso de pie- Debo irme o Mellie me matará por dejarla sola con los pacientes…Cuídate, cariño, te veo en casa- añadió, con una sonrisa y una caricia en la mejilla, antes de salir.

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Cuando Hermione llegó a Hogsmeade, a casa de Harry, era cerca de medio día. Sabiendo que la clínica estaba en el granero, se dirigió hacia allá.

En realidad "granero" era una palabra demasiado simple para describir el pequeño hospital que Harry había creado dentro. Con hechizos de clima, se mantenía caliente y acogedor en invierno y fresco en verano. Contaba con una sala de reconocimiento, una sala de espera, y un área de camas para los pacientes que debía quedarse y todas las instalaciones que lo hacían sumamente funcional.

Entró a través de la pequeña sala de espera hasta el escritorio donde Melanie Cassidy, una mujer de 50 años ordenaba unos expedientes.

-¡Hola Mellie!- la saludo con una sonrisa- ¿Está Harry disponible?

-¡Por Dios, niña, deberías estar descansando!- exclamo la buena mujer- lo que te pasó no fue un paseo por Londres- sonrió- en cuanto a que si el Doctor Potter está disponible…bueno, eso quisieran todas las solteras, suertuda-Hermione sonrió, un poco apenada.- Ya es hora de que hagas de él un hombre honesto, y nadie mejor que tú.

-Puedo hacer de él un hombre casado, pero no estoy segura de poder convertirlo en un hombre honesto- dijo, guiñando un ojo.

Mellie rió- ¡Esa es mi niña! ¿Te gustaría ver trabajando a Harry?- Hermione asintió- entonces sígueme, linda.

Hermione siguió a Mellie al área donde tenían a los pacientes. Era un área bastante amplia, alegre y luminosa, para que los pacientes se sintieran mejor…a decir verdad, le recordaba mucho a la enfermería de Hogwarts, tal vez era lógico, teniendo en cuenta que casi era como un segundo hogar para Harry. Melanie le indicó que se sentara en un rincón, para que el medimago no la viera.

No pudo evitar admirar la suavidad con que Harry trataba a sus pacientes. Les hablaba con voz suave y tranquilizadora, principalmente a los niños y ancianos, mientras los examinaba, les hacia bromas para que se relajaran.

Se preguntó si usaría el mismo tono de voz con ella, y la misma suavidad durante los preliminares al sexo, y la idea le provocó un estremecimiento. Después se preguntó si tendrían preliminares, al fin y al cabo, no eran necesarios para hacer un bebé.

Al fin llegó con el último paciente, que después de un extenso examen fue dado de alta.

-Bien Doctor Potter, la mayoría de los pacientes han sido dados de alta- dijo Melanie, mientras caminaban hasta donde estaba Hermione, Harry no la había visto, por ir revisando un expediente-. Y también ha sido dado de alta un paciente muy especial.

Harry se detuvo cuando Mellie se detuvo, fue entonces que la vio.

Se veía maravillosamente bien, con esos vaqueros y la blusa verde, que resaltaba de una forma bella el color de sus ojos. Sus cabellos estaban recogidos en una trenza, que descansaba en su hombro.

Su expresión era cansada, no era para menos, había pasado por mucho, pero una hermosa sonrisa iluminaba su rostro. Sintió que él también sonreía…¿Por qué nunca se había dado cuenta de que la sonrisa de Hermione era mejor que un hechizo tranquilizante? No importaba como se sintiera…o si el mundo se estuviera cayendo a pedazos…si ella sonreía, todo volvía a la normalidad, todo tenía sentido-. Herms- su sonrisa se hizo más amplia.

Hermione le devolvió la sonrisa a su amigo, y pudo ver su semblante cansado. La noche anterior había estado asustada hasta que llego Harry y a pesar de que la había regañado, se había sentido segura, ¿Por qué nunca se había dado cuenta de que la presencia de Harry la hacia sentirse segura…aún cuando le propusiera locuras? No importaba que tan peligrosa fuera la aventura en la que se hubieran metido, ella siempre lo seguía…y ahora sabía él porque…siempre sabía que pasara lo que pasara, Harry siempre la protegería.

-Aquí estoy reportándome, señor- bromeo la chica con un saludo militar.

-¡Que bueno!- exclamo Melanie- porque necesitamos toda la ayuda posible, podrías empezar ayudando a los pacientes a vestirse y ordenando la cama, además de ayudarme a estar segura de que saben el tratamiento que deben seguir.

-Le ayudaré a Mellie, si no te importa- sonrió.

Harry negó con la cabeza y apoyó su mano en la mejilla de la chica- Gracias Herms, pero no te sobrepases, acabas de dejar San Mungo y…

-Ya, ya, tortolito, yo la cuidaré-dijo Mellie, llevándose a Hermione y dejando a Harry sonrojado.

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La casa de Harry, de color blanco, estaba rodeada de robles antiguos que contribuían a refrescar el porche en verano. El porche pedía a gritos un columpio, pero Harry siempre había rechazado la idea, diciendo que los columpios eran para parejas que llevaban mucho tiempo casadas, no para un soltero.

Ya había atardecido cuando por fin dejaron el hospital y regresaron a casa. Ambos estaban cansados y hambrientos, pero habían dejado a los pacientes lo más cómodos posibles. Melanie Cassidy había insistido en que se quedaría a vigilar a los pacientes, junto con Marybeth, su hermana gemela, que también era enfermera y trabajaba para Harry.

Hermione quería regresar a Hogwarts, pero Harry le había prometido un rico baño caliente y una cena antes de que se marchara.

-¿Sabes, he estado pensando- dijo ella.

-Guau, levanten banderas, lancen fuegos artificiales, esto hay que celebrarlo- bromeó, y se rió cuando ella intentó golpearlo en el brazo.

-Hablo en serio, aunque diste de alta a varios pacientes, tendrás que venir a revisión y aún tienes cuatro pacientes en el hospital, eso significa que tendrás mucho trabajo.

-¿Y en que has pensado?

-En que no será necesario que contrates a alguien. Solo me queda esta semana de clase, y después puedo estar aquí todo el día. Durante esta semana podría venir a una hora o algo así por las mañanas y después del colegio.

-Puede funcionar- contestó mientras abría la puerta de la casa-. ¿Estás segura de que no te importa ayudarme?

-Tengo que cuidar de mi bebé- dijo Hermione mientras se sentaba en el salón, que apenas estaba decorado.

-Gracias, me gusta que cuiden de mi…aunque lo de bebé es un poco excesivo- sonrió el medimago.

-No estaba hablando de ti, sino de Tizne…es muy pequeños para tenerlo en Hogwarts, sobre todo porque tendría que estar encerrado.

Harry suspiró-Supongo que querrás que se quede conmigo.

La chica se puso de pie y se acercó hasta donde estaba él, dando saltitos y puso cara de niña buena-¿De verdad Harry? ¿No te importaría?

Harry le sonrió- Claro que no, sé lo mucho que te agrada Tizne y lo pequeño que es, necesita supervisión.

-Es verdad…y creo que me quiere un poquito- emocionada, le puso los brazos alrededor del cuello y le plantó un sonoro beso en la mejilla. Harry puso una mano automáticamente en su espalda, y el contacto la hizo sentir extrañamente emocionada. Se separó de él, rápidamente, desconcertada por su reacción.

-Pido ser la primera en bañarme- dijo, sacando una pequeña cajita de su pantalón, y deshaciendo el hechizo para que volviera a su tamaño normal. Abrió la caja y sacó otra cajita donde decía "ropa"

-Siempre sospeche que usabas ropa de muñeca Herms…y esto me lo confirma- sonrió, al ver la cajita

-Eres un tonto, Harry- dijo la chica, un poco sonrojada, mientras volvía la caja a su tamaño normal sacando una muda de ropa…unos pantalones cortos y una camiseta.

-Bien, mientras te bañas, me ocuparé de la cena.

-Nada de trampas, Doctor Potter…sin magia y sin microondas- advirtió la castaña, sonriendo mientras subía a ducharse.

Momentos después, bajo el chorro del agua caliente, Hermione intentó quitarle importancia a la reacción que acababa de tener. Supuso que era normal, ya que lo veía de otra manera. Al fin y al cabo, siete días después estarían casados. También era normal que comenzara a darse cuenta de cosas que antes no había visto, como que sus manos tenían una bonita forma y dedos fuertes, o como que su mejilla había estado cálida y ligeramente áspera cuando lo había besado.

Terminó de ducharse, se secó y se vistió rápidamente. Después regresó al salón, donde encontró a Harry sentado en el sofá y bebiendo una cerveza fría. Un delicioso aroma inundaba la habitación.

-¡Huele muy bien!- exclamó la chica, sentándose a su lado- ¿Qué cenaremos?

-Me pareció adecuado consentirte-dijo Harry- así que prepare espagueti primavera y salmón horneado a las hierbas, y como postre tenemos el famoso pastel de cereza de la Sra. Caldwell.

-¿Por qué te hizo un pastel?

Harry le pasó su cerveza, ella tomó dos sorbos y se la devolvió. Hermione nunca se bebía una cerveza entera, y mucho tiempo atrás habían adoptado la costumbre de que ella bebiera de la de Harry.

-Me gustaría creer que lo ha hecho por que soy un buen tipo, pero cuando lo dejó, mencionó que su nieta, Kathy Lynn, es una de las aspirantes- se levantó y se terminó la cerveza-. El salmón aún está en el horno, por favor, cuando suene la alarma, sácalo, mientras voy a bañarme.

Ella lo observó mientras se alejaba, paseando la mirada por su espalda amplia y por su cintura y cadera delgadas. Volvió a sentir una oleada de calor, apartó la mirada y se fue a la cocina para poner la mesa.

Le encantaba la casa de Harry por fuera, pero por dentro era la vivienda típica de un soltero. Aunque la ventana de la cocina tenía cortinas de color amarillo brillante, que ella le había sugerido, no había mantel en la mesa ni ningún centro de mesa o adorno que aportara algo de color. En la alacena blanca solo había un microondas de color negro y una lata de café que Harry había olvidado guardar.

Al empacar algunas de sus cosas ese día, consciente de la falta de calidez en la casa de su amigo, había añadido algunos objetos para adornar la casa. Si iba a vivir en ella un mes o dos, quería sentirse cómoda.

Mientras ponía la mesa, intentó no pensar en las extrañas sensaciones que Harry le había provocado desde que accedió a casarse con ella. La hacian sentirse incómoda.

Cuando hubieran hecho el amor, toda esa incomodidad desaparecía, pensó. No era Harry quien la ponía tan tensa, ni pensar en hacer el amor con él. Lo que la ponía nerviosa era pensar en hacer el amor con cualquier persona.

Durante todos los años que Harry había sido su amigo, Hermione sólo le había ocultado un pequeño secreto…que aún era virgen. Sabía que él creía que había hecho el amor con Draco Malfoy, al fin y al cabo la relación había sido bastante seria y estable. Aunque nunca le había mentido directamente, tampoco había hecho nada para que él pensara otra cosa.

Pero le parecía adecuado que al final le fuera a ofrecer su virginidad al hombre en quien más habría confiado.

El timbre del horno sonó, devolviéndola a la realidad. Tomó los guantes y sacó el salmón del horno. Acababa de poner el espagueti en la mesa cuando apareció Harry, con unos vaqueros limpios y una camiseta blanca ajustada.

-Muy oportuno- dijo ella.

-Bien. Muero de hambre-Se sentó frente a ella en la mesa, y cada uno se sirvió una porción de espagueti y salmón.

Cada uno comió dos porciones sin hablar, y cuando Harry se sirvió por tercera vez, ella apartó su plato y se reclinó en la silla.

-Supongo que debo avisarte que cuando salí de casa esta mañana, mi madre estaba hablando con Arabella, y no creo que estuvieran intercambiado recetas de cocina.

Harry sonrió levemente-Si, Arabella me envió una lechuza urgente para preguntarme si sabía que flores querrías para la ceremonia.

-¿Y que le dijiste?

-Primero, le recordé que queríamos una ceremonia sencilla, y después le dije que margaritas, ¿Pensabas que no sabia cuál es tu flor favorita?- le dijo sonriendo

Ella le devolvió la sonrisa, sintiendo la camaradería que siempre había existido entre ellos-. No estaba segura de que lo recordaras- se inclinó hacia delante y tomo un trozo de pan de ajo-. Sé que, a veces, tengo la manía de irme por las remas, y no sé si me sigues o no.

-Perdona, ¿Qué estabas diciendo?- Harry se rió, mientras ella amenazaba con arrojarle el pan de ajo- Al menos tenemos una excusa para no tener una luna de miel tradicional.

-Los pacientes.

Él asintió con la cabeza-. ¿Estas segura de que no te importa trabajar conmigo para cuidarlos?

-En absoluto. ¿Has terminado, o vas a servirte más?

-No, estoy satisfecho

Ella se levantó, y puso la porción que había sobrado sobre la encimera, donde la cubrió con kleen pack y después la metió al refrigerador. Cuando se giró para mirarlo de nuevo, la expresión de Harry era sombría y pensativa.

-¿Pasa algo?- preguntó, sabiendo que estaba pensando algo.

-No le gustaba vivir en Hogsmeade.

-¿A quién? ¿A Cho?- Hermione volvió a sentarse frente a él, sorprendida de que hubiera sacado el tema. Casi nunca hablaban de ella.

-¿Y porqué vino a vivir contigo si no le gusta Hogsmeade?

Harry se reclinó en su silla y se rascó la barbilla. Sus intensos ojos verdes eran inescrutables.

-Pensó que podría convencerme de mudarnos a Londres, donde, según ella, tendría más pacientes y viviríamos como reyes.

-¿No se dio cuenta de que vives como un rey en Hogsmeade? Quiero decir, eres respetado y además tienes tu propio estanque.

Harry se rió y alargo un brazo para tomarle la mano-. A veces me pregunto que haría sin ti, Herms- durante un momento, sus palabras la hicieron estremecer-. Eres la mejor amiga que un hombre podría tener.

Ella le apretó la mano y después la soltó y se levantó- Claro que lo soy- dijo con brío-. Y ahora esta amiga se va a ir a casa- él se levanto y en ese momento llamaron a la puerta-. Estaré aquí mañana temprano. Traeré algunas cosas más de Hogwarts y te ayudaré con los pacientes- le dijo mientras la conducía a la puerta.

-Tendré el café preparado- se inclinó y la besó en la frente-. Buenas noches, Herms.

-Buenas noches Harry.

El medimago abrió la puerta para encontrarse con….

-¡Ron!- exclamaron ambos, sorprendidos.

-¿Me pueden decir que es todo eso que se van a casar?- preguntó Ron, furioso, entrando a casa de Harry- ¿Y por que diablos no me lo dijeron?...y lo que es peor…Cenaron salmón y no me invitaron.

-Gracias Ron, a nosotros también nos da gusto verte, ¿Cómo te fue en tu luna de miel?- dijo la chica por lo bajo, haciendo sonreír a Harry y haciendo fruncir el ceño al pelirrojo.

Después de calmar a su amigo, le contaron que lo habían decidido de improviso….y que después de conocerse por tanto tiempo, se habían dado cuenta que se querían de una forma especial y que les parecía adecuado casarse.

Ron los miró a ambos, mientras le daba un sorbo a su café- Chicos, uno no se casa por que es lo más adecuado, sino por amor…aunque yo sé que no debo preocuparme por eso, aunque no estén de empalagosos uno sobre otro, sabemos que se aman, siempre lo hemos sabido…..y espero que por lo menos me dejes ser tu padrino Harry.

-Nunca hubiera pensado en nadie mejor que tú, amigo.

Mientras los dos amigos hablaban animadamente, Hermione pensó en lo que Harry había dicho. Se preguntaba que haría sin ella en su vida. Durante un momento Hermione deseó que hubiera estado hablando de ella como mujer, no como amiga.

Sacudió la cabeza, preguntándose si la locura de Miss Hechicera no la había afectado también a ella.

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Hola a todos! Antes que nada, una gran disculpa por no contestar adecuadamente a sus amables reviews, pero ahora si el tiempo no me ayudo demasiado…pero prometo responder como se debe en el próximo capítulo, no lo dejaré pasar, puesto que es lo menos que puedo hacer como agradecimiento de que se toman el tiempo de leer mi historia y me animen con sus comentarios…

Como pueden ver, las cosas han empezado a complicarse un poco…ambos están comenzando a sentir cosas que se supone no deberían sentir…y eso los llevará a hacer locuras, ya lo verán….así que

SPOILERS:

El tío Jack le dio una palmada a Harry en la espalda.

-Si esto hubiera sido hace cien años, no estaríamos sentados en esta recepción, estaríamos de fiesta aporreando ollas y sartenes frente a tu ventana mientras ustedes consuman el matrimonio….Pero como estamos en el siglo que estamos, supongo que lo han estado haciendo durante años.

-¡Tío Jack!- exclamo Hermione

-Vamos Hermione, suéltate…flojita y cooperando- contestó su tío antes de alejarse

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Se detuvo en la puerta de la habitación y todas su esperanzas se desvanecieron. Harry estaba tirado en la cama, atravesándola en diagonal, y evidentemente estaba profundamente dormido

¿Qué les ha parecido? No se pierdan el próximo capítulo…va estar muy bueno…

Y no olviden de hacer feliz a una niña agobiada por la falta de tiempo y dejen un review.

Besos a todos

Ady