Nota de la Autora: Viernes, 23 de septiembre de 2005.
¡Hola cómo estáis! Espero que bien. Yo aquí, subiendo otro cap.
Muchas gracias a las lectoras que me han dejado Review, por sus amables palabras y también por comprender lo de Malfoy, no esperaba menos de vosotras. ;-)
Y antes de que empecéis a leer, les recuerdo a las personas latinas que puedan estar leyendo el fic, que en España, cuando decimos "parar" nos referimos a "detener". Detener algo o a alguien o que alguien se detenga ¿Ok? Como veis, tenemos un significado distinto al vuestro que si mal no recuerdo, usáis "parar" para indicar "levantar" o "ponerse en pie" ¿verdad?
Bueno, os dejo con el cap¡que lo disfrutéis! RAkAoMi.
Simbología:
Con guión y letra normal, el diálogo.
Con comillas y letra cursiva, los pensamientos.
Con negrita, lo que sea importante.
Cap. 26. " El mensaje de James."
Los primeros rayos del alba comenzaban a despuntar cuando Harry Potter abrió los ojos. Él se tocó la rodilla ya que acababa de recibir una pequeña patada dada por la durmiente Hermione, quien se había movido, estirando una pierna y en el proceso, golpeando la rodilla de su ahora despierto novio.
Cuando él miró la hora y se dio cuenta que eran las 6 de la mañana, emitió una pequeña maldición en voz baja, pues estando en Hogwarts, no había cosa más horrible para Harry, que despertarse antes de tiempo. Pero cuando volvió la cabeza para mirar a Hermione y encontrársela a su lado, completamente acurrucada y abrazada a su pecho, Harry dejó de maldecir para emitir una bonita sonrisa.
Él se permitió el lujo de admirar a la belleza durmiente que tenía justo ante sus ojos. Y es que para Harry, no había nada más bello, que Hermione.
Tanto su cara como su cuerpo, le resultaban bellísimos. Y la personalidad que ella tenía, era tan asombrosa y a la vez atrayente para él, que le resultaba más que encantadora. En conclusión para él, Hermione Granger era la criatura más bella y atractiva, interior y exteriormente, que hubiese visto y conocido jamás.
Era cierto que tal y como había dicho ella la noche anterior, su aspecto, no era en aquél momento el más hermoso o atractivo debido a las muchísimas heridas, variados golpes y cortes, que llenaban su cuerpo, pero aún así, herida y todo, para Harry, seguía siendo el ser más precioso que existía.
¿Qué importaba que tuviese el labio hinchado? Su boca seguía siendo bonita.
¿Qué más daba que la señora Pomfrey le hubiese dado varios puntos en la comisura derecha de los labios? Sólo le quedaría una pequeña y discreta cicatriz, que apenas se notaría y aunque sí fuese perceptible a la vista, Harry seguiría pensando que aquellos labios eran divinos.
Sus ojos estaban morados, los dos, pero sanarían con el tiempo. Además, que estuviesen lastimados no quería decir que hubiesen perdido belleza porque él estaba seguro que cuando ella volviese a abrirlos, ese color marrón que tenían, volvería a brillar con la luz del sol, convirtiéndose en miel o ámbar, tal y como él había visto otras veces.
Harry movió un poco la sábana, para poder verla mejor, ya que aún no sabía qué aspecto tenía ella de cintura para abajo.
Recordaba los comentarios que hicieron la noche anterior, madame Pomfrey y la profesora McGonagall acerca del terrible maltrato e intento de violación al que la había sometido Draco Malfoy.
También recordó, cómo se había jurado así mismo, buscar a ese canalla y darle su merecido, pero antes de eso, quería saber qué aspecto tenía, porque si era algo tan horrible como él pensaba, no habría NADA ni tampoco NADIE en la tierra, capaz de evitar que Harry Potter emplease la más lenta y dolorosa tortura que existiese, para que aquella serpiente experimentara en su propia carne, todo el dolor que había causado a la persona que él más quería en el mundo.
"Ojo por ojo, y diente por diente, Malfoy."
Sí…él se vengaría y lo haría de una forma tan efectiva, que para cuando terminase con aquél repugnante gusano, ni su propio padre podría reconocerle.
Harry movió la sábana, desplazándola hacia abajo. Lo hizo con todo el cuidado posible para no despertar a Hermione.
Una vez que su cuerpo desnudo estuvo a su vista, la mandíbula se le cayó de la impresión.
Ya no porque ella tuviese un cuerpo espectacular, que de hecho, Harry pensó que lo tenía, sino porque conforme su vista recorría cada corte, moratón o hinchazón producidos por el maltrato al que la había sometido Malfoy, él sintió que se le nublaba la vista debido a las lágrimas que estaban acumulándose en sus ojos.
Él no encontraba palabras ni tampoco calificativos, para poder designar lo que aquél monstruo le había hecho al cuerpo de Hermione. Pero sí tenía muy clara una cosa, y es que le daría su merecido en cuanto le tuviese a la vista. Y por primera vez en su vida, Harry deseó matarle y lo haría de una forma cruel, lenta y dolorosa, de una manera tan horrible que ni el propio Malfoy pudiese imaginar.
En la mente de Harry, empezaron a aparecer todas las formas posibles y también imposibles, en las que él haría sufrir a Draco. Incluso estaba empezando a visionar cómo lo asesinaría. Porque Harry, sentía que merecía la muerte.
Por primera vez en su vida, Harry deseaba matar a alguien y ese alguien era el chico que más había odiado, incluso más que a Voldemort.
A pesar de que sabía que estaba destinado a matar al mago tenebroso, él nunca se había sentido un asesino ni tampoco había pensado acabar con la vida de nadie. Y aunque Harry sentía en su interior, odio por ese ente que le había arrebatado la oportunidad de crecer feliz junto a unos progenitores la mar de amorosos, tenía que reconocer, que no le detestaba tanto como para querer matarle.
Él sabía que llegaría un día en que lo haría, pero de momento eso no le preocupaba.
Ahora que…por Draco Malfoy sí sentía verdadero odio y repugnancia. Ya no por lo que le había hecho a Hermione, que para él era lo suficientemente grave como para querer despedazarle en cachitos tan pequeños que ni la magia pudiese recomponer. Sino que además de eso, aquél rubio de piel pálida, se había encargado de amargarle la existencia, a él y sus amigos, desde el primer día en que ellos pisaron Hogwarts.
El Slythering les había fastidiado a los tres, todo lo que había podido y más… desde el instante en que tanto Harry, como Ron y Hermione le plantaron cara.
Harry recordaba nítidamente cómo fue su primer encuentro con Malfoy hacía ya 6 años. Tenía grabadas en su mente las palabras que él le había dicho y también lo que el ojiverde le había respondido.
Él sabía con total seguridad que el hecho de haber rechazado juntarse con él y habérselo dicho además, delante de los amigos de Malfoy, fue lo que había ocasionado que Draco le colocase en su punto de mira desde aquél momento. Un Malfoy nunca aceptaba un "No" por respuesta. Tenían el orgullo del tamaño de un planeta y un alma más que vengativa y rencorosa.
También sabía, que bajo aquella apariencia de niño mimado y cobarde, se escondía un corazón lleno de odio y maldad sin límites.
Él estaba seguro de que tarde o temprano, Draco Malfoy haría algo horrible e imperdonable. Peor que lo que había querido hacer con Hermione. Harry estaba seguro que Draco planeaba un asesinato, quizá de Dumbledore o incluso Hagrid, pues siempre había odiado a esos dos grandes hombres. Además, viniendo de una familia de mortífagos¿qué podría haber mejor que matar al director de Hogwarts, el único mago al que el señor tenebroso temía¿acaso habría otra forma de ganarse el respeto y aceptación del señor oscuro si hacía algo distinto a eso?
No…no lo había. El Slythering era un mortífago por propia voluntad, igual que su padre, y Harry lo sabía.
Recordaba cómo en una ocasión en que recorría el castillo bajo su capa invisible, había escuchado a Malfoy, hablar con Crabe y Goyle sobre las posibles formas de ser útil al señor tenebroso quitando de en medio a "ese asqueroso gigante o al incompetente director de este aburrido colegio."
Recordó la inmensa furia que sintió, cuando Malfoy y sus compinches empezaron a burlarse de Dumbledore y del guardabosques, recordaba también los esfuerzos que tuvo que hacer para no perder el autocontrol y empezar a partirles la cara.
Y recordó también, cómo después de sus risas, Draco les había contado a sus "amigotes" con todo detalle, cómo se había hecho mortífago y no sólo eso, sino también lo muy orgulloso que se sentía de serlo.
No…Draco Malfoy no era sólo un niño mimado, ni tampoco alguien inofensivo o una marioneta de su padre. Qué va…ese chico era pura maldad y aunque hasta el momento siempre se había mostrado ante Harry, Ron y Hermione, como un chulo que primero provocaba y huía después, Harry estaba más que convencido que Draco no era tan cobarde como quería hacer creer. Si el Slythering se proponía algo, lo conseguiría, al fin y al cabo era un Malfoy y ellos jamás se daban por vencidos.
Y la prueba de ese último pensamiento la tenía delante de sus ojos. La tenía en Hermione. ¿Quién si no alguien de corazón malvado podría haber hecho una barbaridad semejante?. ¿Y todo por qué, porque era una sangre sucia o porque era la única chica que demostraba no tenerle miedo o quizás por no adorarle como otras sí hacían?.
Harry no lo sabía, no lograba encontrar el origen de ese tremendo odio y aversión, que Draco sentía y demostraba SIEMPRE por la Gryffindor, pero de una cosa sí estaba más que seguro y era que aquella rata, no volvería a poner sus sucias y asquerosas manos en el cuerpo de Hermione.
"Antes lo mato yo mismo."
De repente, el maltratado cuerpo de Hermione, empezó a temblar, cosa que alertó a Harry.
Él observó a la prefecta con atención, atento a cualquier cosa que pudiese ocurrirle para poder actuar en consecuencia.
La boca de Hermione comenzó a emitir sonido, pero era tan bajo para los oídos de Harry, que no podía entender lo que decía, pero de una cosa sí estaba seguro, cualesquiera que fuesen sus palabras, eran de angustia. Pues su cara mostraba una gran inquietud y temor.
¿Qué estaría soñando ella que le hacía temblar de miedo? Harry no podía saberlo, ni tampoco comprenderlo. Hasta ahora, había estado la mar de tranquila y relajada. ¿Qué podría haberla alterado de aquella forma y por qué no se despertaba? Decidido a averiguar lo que ocurría, Harry le habló.
- Hermione...¿me escuchas?
No hubo respuesta.
- Soy Harry, estoy a tu lado. ¿Puedes oírme?
Si lo hacía, no se lo dijo.
- Despierta Hermione, por favor.
- No…no…no quiero...¡déjame en paz!
- ¡Hermione, abre los ojos!
- ¡Ayuda por favor, que alguien me ayude. No, no lo hagas, NO LO HAGAS!
- ¿No hacer qué?.
- LORI NO...¡POR FAVOR NO!
- Lori…ese nombre me suena…Lori… ¡La diosa!
- ¡Quieta, déjala en paz, apártate de ella!
- ¡HERMIONE DESPIERTA, DESPIERTA!
- ¡No por favor, no le hagas daño!
- ¡HERMIONE ABRE LOS OJOS, SI LO HACES, ELLA DESAPARECERÁ!
- ¡NO PERMITIRÉ QUE LA LASTIMES. AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!
El cuerpo de la prefecta brilló, como si acabase de recibir una gran cantidad de energía. Harry estaba aterrado, ya no por lo que veía, sino porque quería ayudarla y no sabía cómo, porque por mucho que él gritase, sabía que ella no reaccionaba y eso le preocupaba muchísimo, pero lo peor para él no fue que ella no despertase, lo peor fue ver cómo el cuerpo de Hermione se elevaba lentamente hacia el techo, hasta quedar suspendido antes de alcanzarlo.
- Hermione…¿Hermione?. ¡MALDITA SEA HERMIONE, TIENES QUE ESCUCHAR MI VOZ, TIENES QUE RESPONDER. ESTÁS FLOTANDO ¿ENTIENDES?.
- No te preocupes…yo estoy contigo. Pase lo que pase, te protegeré…
- ¿Proteger, a quién quieres proteger Hermione?
- ¡APÁRTATE DE ELLA LORI, SI OSAS TOCARLE OTRO PELO DEL CUERPO, JURO QUE TE DESINTEGRO!
- Esa voz…no es la suya. Parece una voz masculina. ¿Quién está contigo, Hermione?
- ¡ NO, NO, APÁRTATE LILY!- volvió a decir la voz de la prefecta.
- ¿Lily?- repitió Harry, más que asombrado.
- ¡CORRE HERMIONE, CORRE!-dijo otra voz ajena a la de Hermione, pero que igualmente salía de la garganta de ella.
- ¿Mamá?-preguntó el ojiverde lleno de asombro.
Harry se agarró la cicatriz, parecía que le iba a estallar, él lloró de dolor, mientras las voces de Lily y Hermione que antes habían sido emitidas por medio de la boca de la prefecta, eran escuchadas claramente por Harry como si su madre y Hermione, estuviesen delante suya.
- ¡ CUIDADO LILY!- gritó la prefecta.
Una imagen clara, de Lori lanzando un enorme rayo de energía negra, vino a la mente de Harry. Con horror, él observó cómo aquél rayo volaba directo hacia el cuerpo de su madre. La pelirroja no fue capaz de reaccionar.
- ¡MAMÁ NOOOO!
Pero justo cuando la energía iba a impactar de lleno en su cuerpo, Lily cayó al suelo y con gran alivio para Harry, supo por qué. La habían derribado.
- ¡ HERMIONE, QUÍTATE DE ENCIMA!
- ¡NO LILY, NO PERMITIRÉ QUE ELLA TE HAGA DAÑO, AHHHHHHHHHHHHHH!
- ¡HERMIONE!- gritó aterrada la voz de Harry. Pues había visto cómo la prefecta, había recibido de lleno, el impacto de aquella energía.
El cuerpo de la Gryffindor descendió a gran velocidad, Harry la atrapó antes de que ella tocase el suelo.Pero en seguida la soltó, pues empezaba a notar un calor abrasador invadir su cuerpo. Durante un instante, los ojos de Hermione no se abrieron.
Él estaba muerto de miedo y lleno de angustia, pensando que podía estar muerta, pero suspiró aliviado cuando la vio respirar y escucharla decir algo que él no pudo entender.
- Hermione ¿estás bien?
Al escuchar el sonido de su voz, ella abrió los ojos.
- Ha…Harry… ¿eres tú?
- ¡SÍ, SÍ, SOY YO, ESTOY AQUÍ!. ¿ME VES?
- Cre…creo que sí, pero…un poco borroso.
- No te preocupes, llamaré a la señora Pomfrey y ella te curará. Quédate aquí y no te muevas ¿de acuerdo?
- Sí.
Harry salió corriendo en busca de la enfermera y cuando regresaron, Hermione sufría unas terribles convulsiones.
- ¡No lo entiendo, ella estaba bien hace sólo un minuto!. ¿Qué es lo que le ocurre?
- No lo sé, pero no es algo que tenga que ver con la medicina mágica. Señor Potter, busque a la profesora McGonagall. ¡Deprisa!
Harry corrió lo más rápido que le permitían sus piernas. No tardó mucho en llegar al despacho de Minerva y golpear fuertemente la puerta. Casi sin aire, él le explicó rápidamente lo que había ocurrido, la profesora no tardó ni dos segundos en correr hacia la enfermería, seguida de Harry.
Allí vió a madame Pomfrey intentando reanimar a la prefecta, pero sin resultados positivos.
- ¡Déjame a mí Poppy!
- Minerva dime si puedo ayudarte en algo.
- Trae una almohada y ponla bajo su cabeza ¡rápido!
- ¿Y yo qué hago, profesora?
- Usted, señor Potter, vaya a calentar agua en una tetera y luego tráigala aquí. ¡Vamos, márchese en seguida!
En cuanto Harry abandonó la habitación, McGonagall sacó su varita y empleando algunos hechizos que ni la señora Pomfrey conocía, envolvió el cuerpo de Hermione en una extraña energía plateada. La buena mujer, cerró los ojos y comenzó a recitar una serie de palabras desconocidas para la enfermera pero que para ella sonaron como una oración.
La señora Pomfrey no tenía ni idea de lo que ocurría ni tampoco de lo que estaba empleando Minerva para intentar ayudar a Hermione, pero estaba segura de que fuese lo que fuese, no era nada malo ni peligroso. Así que decidió observar en silencio y esperar a que McGonagall le pidiese ayuda, en el caso de necesitarla.
Poco después de que Minerva empezara con sus hechizos, Harry Potter hacía su aparición con la tetera de agua hirviendo. Él abrió la boca para decir algo, pero la señora Pomfrey se llevó una mano a los labios en señal de silencio, Harry comprendió rápidamente.
Él se situó al lado de McGonagall y observó con atención lo que ella hacía, aunque no tenía ni idea de por qué decía cosas raras ni tampoco porqué el cuerpo de Hermione comenzaba a flotar otra vez.
La prefecta quedó suspendida dos cabezas por encima de los tres ocupantes de aquella habitación.
Minerva abrió los ojos y pronunció algo, que para Harry sonó como ¡MUÉSTRATE! Y de repente, la luz plateada que había envuelto el cuerpo de Hermione, se extinguió y su cuerpo descendió suavemente hasta quedar tumbado en el suelo.
Harry se acercó rápidamente a ella, iba a inclinarse para saber cómo estaba pero el grito de ¡ALÉJESE DE ELLA! Pronunciado por McGonagall, impidió que hiciera lo que él quería. Él obedeció, apartándose rápidamente de Hermione, algo en su interior le decía que la profesora tenía razón y que no era prudente que él estuviese cerca de la prefecta.
Entonces, los ojos de Hermione se abrieron pero no eran marrones, sino azules. Una voz nada amigable comenzó a emitir una risa terrible, que hicieron que los pelos del brazo de Harry, se pusieran de punta.
- Señor Potter, camine hacia atrás muy lentamente hasta llegar donde estoy. ¿Me ha comprendido?- dijo McGonagall con una voz suave, como si tuviese miedo de gritar y alterar a la prefecta.
- Sí señora.
Harry comenzó a caminar hacia atrás, sin dejar de mirar los ojos de Hermione. ¿Por qué habían cambiado de color, y por qué se reía ella de aquella forma? Parecía la risa de una loca, de alguien desquiciado. Por primera vez, Harry sintió miedo de Hermione, o de lo que parecía ser ella.
- Pro…Profesora...¿por qué se ríe así?
- Ahora no es momento de preguntas, señor Potter. Vamos, siga retrocediendo, ya casi ha llegado. Sólo unos pasos más y estará a salvo.
- ¿A salvo de qué?
- ¡DE MÍ!- dijo una voz proveniente de la garganta de Hermione pero que no sonaba como la suya.
Con horror, Harry vió cómo el cuerpo de la prefecta se ponía en pie como impulsado por un resorte.
En la cara de Hermione, apareció una perversa sonrisa, y su pelo, antes castaño, ahora era rubio.
- Qui… ¿Quién eres?- preguntó Harry, casi sin voz, de la impresión que sentía por ver todo lo que estaba ocurriendo.
- Alguien poderoso. Soy la Diosa del Caos y la Destrucción. Soy la que habita el Inframundo. Soy la que destruirá tu mundo y os llenará de pesadillas por el resto de la eternidad y nada ni nadie, podrá evitarlo.
- Tú eres… ¿Lori?
- ¡SÍ, YO SOY LORI Y TÚ ERES HARRY POTTER!
- Có… ¿Cómo lo sabes?
- ¡YO LO SÉ TODO, POR ALGO SOY DIOSA. Y TAMBIÉN SÉ OTRA COSA!
- ¿El qué?
- ¡QUE TE QUEDAN DOS SEGUNDOS DE VIDA!
- ¿Cómo has dicho?- dijo Harry más que asombrado, deteniéndose de repente.
- ¡Señor Potter no se pare!- le gritó McGonagall con una voz llena de miedo.
- ¿Pero qué es lo que pasa?- preguntó Harry, no sabiendo qué hacer.
- ¡Cuidado Harry!- gritó Minerva.
Demasiado tarde, Lori se había puesto a la altura del ojiverde y le había agarrado del cuello. Ella flotó, elevándole a él también, y al mismo tiempo estrangulándole. Harry hizo intentos por deshacerse de ella, pero no podía, tenía una fuerza impresionante.
Las uñas de las manos de Hermione se alargaron, convirtiéndose en largas y afiladas.
Lori estiró los dedos, haciendo que las larguísimas uñas envolviesen el cuello de Harry. Ella hizo presión y él notó la sangre brotar.
- ¡Dí adiós a tu preciada vida!
- ¡NOOOOO!- gritó la voz de la verdadera Hermione. Y entonces ocurrió algo que dejó a todos los presentes, más que asombrados.
La mano de Hermione cuyas uñas se habían alargado para degollar a Harry, se inclinó hacia abajo y las uñas mortales se clavaron en el estómago de la prefecta.
Lori emitió un potente grito de dolor y desapareció, haciendo que Hermione recuperase su aspecto.
Tanto Harry como la prefecta, cayeron al suelo. El impacto no fue muy fuerte, pero sí lo suficiente para que ambos se quejasen de dolor.
Con rapidez, tanto Harry, como Minerva y la señora Pomfrey, se pusieron a la altura de la prefecta, cuya boca derramaba sangre, pues los puntos que había recibido ella la noche anterior , en la comisura derecha de los labios, se habían abierto.
- ¡Hermione!. ¿Estás bien?- preguntó él, lleno de preocupación.
- Me…me duele todo.
Minerva la cogió en brazos y la depositó en una de las camas de la enfermería.
La señora Pomfrey le curó la herida del estómago, de la boca y también los moratones de los ojos. Seguidamente, cerró la herida de Harry.
- Señor Potter, traiga la tetera...¡deprisa!
En menos de dos segundos, McGonagall echaba unos polvitos en el agua caliente, removiéndolo todo y mojando un trozo de tela en esa especie de infusión, frotando la tela por todo el cuerpo de Hermione.
- ¿Qué es lo que estás usando Minerva?- preguntó la señora Pomfrey.
- Es un ungüento purificador.
- ¿Purificador contra qué?- preguntó Harry.
- Contra la magia oscura, señor Potter- respondió Minerva.
- ¿Por qué estaba Lori en el cuerpo de Hermione?- preguntó el ojiverde.
- Porque le encanta hacerme sufrir. No es la primera vez que entra en mí, Harry.
- Señorita Granger, no hable ahora, debe descansar, su cuerpo lo necesita- dijo la señora Pomfrey a la vez que tapaba el cuerpo de la prefecta con una sábana.
- Profesora, señora Pomfrey, les agradezco lo que han hecho por mí pero si no les importa, me gustaría que se fuesen. Quiero hablar con Harry en privado ¿podrían dejarnos solos, por favor?
- Sí, por supuesto señorita Granger, pero antes quiero cerciorarme de que está usted bien- dijo la enfermera.
Hermione se dejó examinar y cuando madame Pomfrey y Minerva consideraron que ella estaba fuera de peligro, les dejaron solos.
- Harry…
- ¿Qué?
- Te quiero mucho.
- Yo también a ti.
- Quiero…que nunca lo olvides, Harry.
- ¿Qué nunca olvide el qué?
- Lo muchísimo que te quiero.
- No lo olvidaré. ¿Por qué te preocupa eso?
- Porque…sé que lo peor… aún está por llegar. Y quiero que tengas claro que, pase lo que pase, mientras yo sea yo, nunca jamás, dejaré que nada ni nadie te haga daño.
- ¿Por eso te hiciste daño a ti misma?
- Sí…quería protegerte de ella.
- ¿Aunque tuvieras que matarte?
- Sí, aunque tuviera que matarme, Harry. Yo no permitiré jamás que te pase nada malo. No mientras pueda evitarlo de alguna manera.
- ¡Pero yo no quiero que te hagas daño ni tampoco que te lo hagan por mi causa!
- Eso no puedes evitarlo, Harry. Siempre habrá algo o alguien que me haga daño, ya sea por tu causa o no.
- Pero Hermione yo…
- Lo sé, Harry, sé que te preocupas por mí, y sé también que no quieres que sufra, pero…debes entender que hay cosas que escapan a tu control, siempre las habrá y esas cosas me harán daño y no quiero que te sientas mal por ello. La vida es así, Harry, está llena de cosas buenas y malas, y también de errores que todos cometemos pero…tal y como me dijo una persona en una ocasión, no importa los errores que cometamos, lo importante es que aprendamos de ellos.
- Es un buen consejo. ¿Quién te lo dio?
- Tu padre.
- Mi… ¿Mi padre?
- Sí, él.
- Has… ¿Has hablado con mi padre?
- Sí.
- ¿Cuándo?
- Anoche, después de la alineación. Él vino a darme un mensaje con respecto a mi misión, lo que me recuerda por otro lado, que debo darte un mensaje de su parte.
- ¿Un mensaje de parte de mi padre, para mí?
- Sí, eso mismo.
- Y… ¿qué es lo que quiere decirme?
- Varias cosas, pero todas se resumen en dos principales, una es que te quiere y la otra que está muy orgulloso de ti.
- Recuerdas… ¿recuerdas todo lo que te dijo?
- Sí, todo. ¿Quieres escucharlo?
- Me encantaría.
- Bien, entonces presta atención.
- Lo haré.
- Y no me interrumpas o se me olvidará.
- Me quedaré callado hasta que acabes.
- Aunque pensándolo bien, mejor no te lo digo. Mejor te lo enseño.
- ¿Enseñarme el mensaje?
- Sí, creo que si lo ves, te gustará más.
- ¿Ver el qué, lo que dijo?
- Eso es.
- ¿Tú puedes visionar todo lo que él te encargó que me dijeras?
- No, yo puedo reproducir visualmente mi encuentro con él. Pero sólo te enseñaré la parte del mensaje que me dio para ti.
- Tú… ¿harías eso por mí, me enseñarías a mi padre, me permitirías escuchar su voz?
- Claro que sí.
- Yo…yo…no sé qué decir.
- Pues no digas nada, limítate a escuchar y observar lo que voy a mostrarte.
- Tienes toda mi atención, Hermione.
La prefecta sacó la varita y pronunció un hechizo que Harry desconocía.
De repente, justo en medio de ellos, se formó una especie de burbuja transparente. Dentro de ella, se veían dos personas iluminadas por la luz de la luna. Harry no tardó en darse cuenta que esas dos personas eran su padre y la prefecta. Con el corazón encogido de la emoción al ver a James, Harry sintió como una especie de nudo formándose en su garganta.Él tragó saliva y prestó atención, pues ya empezaba a escuchar las voces de los dos.
- ¿Por qué no me cuentas algunas de las que me mencionaste antes, de esas cosas que te gustaría explicarle?- decía la prefecta.
- Sería imposible que las recordaras todas.
- Haré un esfuerzo por recordar la mayor parte de ellas, lo prometo.
- Pero…si lo hago… ¿no corremos el riesgo de que Arion se enfurezca?
- No lo creo, porque al fin y al cabo, no estás incumpliendo tu promesa. No estás hablándole a tu hijo, me estás hablando a mí.
- Es verdad, no pensé en eso. ¿Ves como es cierto que eres listísima?
Harry vio cómo Hermione sonreía y le guiñaba un ojo a James. Él también vio la bonita sonrisa que su padre le regalaba a la prefecta.
- Cuando quieras, James.
- Pues…me gustaría que mi hijo supiera lo muchísimo que le queremos su madre y yo y lo orgullosos que nos sentimos de él.
Nos encantaría decirle que no cambie nunca porque tal y como es, nos encanta. Me gustaría explicarle lo importante que es, el amor en la vida de una persona, el tener a alguien que te quiera y al que él quiera. Ya sea un amigo o una pareja, los humanos necesitamos amar y ser amados. También me gustaría contarle cosas sobre las chicas, pero eso me lo reservaré, no creo que te interese oírlas.
Quiero que sepa…que sólo con saber que está en el mundo, me hincho de felicidad. Que no me importa los errores que pueda cometer, porque sé que aprenderá de ellos. Que me encantaría poder defenderle de todo lo que le amenazara o le hiciese daño y que vendería mi alma, si con eso consiguiese besarle y abrazarle.
Quiero que mi hijo sepa, que es el fruto del amor que existe entre su padre y su madre, que es un amor inmenso y que sigue creciendo aunque estemos muertos. Deseo que no dude nunca, de que fue un hijo deseado y muy querido y que lo sigue siendo.
Pero sobre todo, quiero que tenga muy claro, que si no hubiésemos muerto, se habría criado en un hogar lleno del amor más puro. Porque entonces, todo habría sido muy distinto para él, habría sido mejor, mucho mejor.
Harry vio con asombro, cómo lloraba su padre, al igual que Hermione. Seguidamente observó a la prefecta acercarse a James y darle un abrazo a su cuerpo transparente, intentando consolarle. Luego ella le dio un beso en la frente y entonces un gran brillo envolvió el cuerpo de James para luego apagarse y Harry ver con asombro, cómo Hermione lloraba de emoción al ver al que antes había sido tan sólo un espíritu, con un cuerpo sólido.
Harry se rió alegremente cuando vio a su padre abrazar con ímpetu a la prefecta y darle las gracias por haberle dado un cuerpo. Seguidamente le oyó decirle que estaba a su entera disposición para todo lo que ella necesitase y luego los escuchó reír.
Después de eso, el ojiverde ya no vió ni escuchó nada más pues Hermione había hecho desaparecer la burbuja.
Él no supo entonces, lo que ocurrió después de eso, que James le había dicho a Hermione que siempre que ella le llamase, él acudiría, al igual que lo haría Lily si la prefecta la llamaba y que tanto él como ella, sólo serían visibles a los ojos de la prefecta.
Hermione lo había hecho adrede, le había ocultado esa última parte porque no quería que Harry sufriese. Ya que ella creyó que si Harry sabía que su padre y madre acudirían en su ayuda, podría sentirse herido. Porque era muy injusto que ella pudiese contar con la ayuda de James y Lily y él no.
Al menos eso es lo que pensaba ella. Lo que no sabía Hermione, era que se preocupaba por nada, porque a Harry eso no le habría molestado en absoluto. Harry entendía que sus padres querían a Hermione casi tanto como la quería él.
Por otra parte, Harry estaba tan agradecido por lo que ella le había enseñado y se sentía tan feliz con Hermione, que no sabía cómo expresarle todo lo que sentía en aquél momento.
La prefecta le observó con atención durante unos segundos y al ver que no reaccionaba, se preocupó.
- Harry… ¿te encuentras bien?
- Sí.- dijo él, casi sin voz.
- Pareces preocupado.
- No…no lo estoy. Lo que estoy es asombrado.
- Entiendo.
- No…no creo que lo entiendas, no creo que puedas entenderlo. No creo que puedas entender lo grande que es.
- ¿Qué es qué?
- Lo que has hecho por mí, Hermione.
- No…no exageres Harry, tampoco fue para tanto.
- ¿Qué no lo fue. NO LO FUE? Hermione por favor ¡por supuesto que lo fue!. ¿Tú sabes lo que significa para mí el que me hayas dado la oportunidad de ver y escuchar a mi padre?
- No pero… puedo suponerlo. Es decir…sabía que te gustaría, por eso lo hice. Además, sé lo mucho que hechas de menos a tus padres.
- ¡Por eso mismo, Hermione! No sabes…no sabes lo mucho que significa para mí lo que has hecho. Es más…yo…no sé cómo agradecértelo.
- No tienes que agradecerme nada, Harry.
- ¡Claro que tengo! Pero no sé cómo hacerlo. No sé cómo podría devolverte el favor.
- Un beso estaría bien.
- ¿Y si quiero darte más de uno? Porque la verdad, ahora mismo…me siento tan eufórico y feliz, que podría llenarte a besos. Si me dejas.
- Claro que te dejo. Pero…
- Con cuidado, lo sé.
- No es por ser quejica, Harry, pero de verdad que me duele todo.
- Lo supongo. Aquél hijo de puta te hizo mucho daño.
- No sólo él, Lori también. Cada vez que se mete en mi cuerpo, es como si me lo rompiese en mil pedazos.
- Ella es muy fuerte ¿verdad?
- Sí, y no es de extrañar que lo sea, al fin y al cabo es una diosa.
- Pero tú la vencerás, por algo eres la Elegida ¿no?
- Sí que lo soy, aunque no sé si la venceré, espero que sí.
- Y cuando todo acabe, lo celebraremos.
- Si vivo, te aseguro que pienso montar una gran juerga sólo contigo.
Harry esbozó una pícara sonrisa.
- ¿Alguna sugerencia?
- Varias…y ninguna inocente. Aunque creo que te gustarán.
- ¿Puedo tumbarme contigo?
- Sí por supuesto.
Él lo hizo, colocando su cabeza en el hueco que había entre el cuello y hombro de ella. Hermione le acarició el cabello.
- Oye Harry…
- ¿Sí?
- Estaba pensando en lo que me dijiste hace días, cuando hablamos de lo que haríamos una vez que terminásemos Hogwarts.
- Ah, lo de… ¿vivir juntos?
- Sí. La verdad es…que hasta que me lo dijiste no me lo había planteado. Más que nada porque no sé si sobreviviré a mi lucha contra Lori, pero sobre todo, porque tampoco tengo claro si nosotros seguiremos juntos cuando acabemos el colegio.
Él levantó la cabeza rápidamente y la miró algo asustado.
- ¿Quieres romper conmigo?
- ¡Por supuesto que no! Estaría loca si lo hiciera. Tú sabes que yo te adoro.
- Y yo a ti.
- Sólo pensaba…en lo que podría ocurrir si dejásemos de querernos como una pareja.
- Eso nunca ocurrirá, Hermione, al menos por mi parte.
- Nunca digas "nunca", Harry. Nadie sabe lo que puede ocurrir. A lo mejor mañana te encuentras con una chica que te guste más que yo y te enamoras perdidamente de ella.
- Eso no sucederá, así que deja de decir tonterías.
- ¡No son tonterías Harry, son cosas posibles!
- Estás rara, Hermione. ¿A qué viene tanta inseguridad, por qué dudas tanto de mí?
- No es que dude, Harry, sólo me planteo posibilidades.
- Posibilidades de qué ¿de que te deje por otra chica?
- Sí.
- ¿Por qué piensas así, acaso no te demuestro cada día lo muchísimo que me importas?
- No es eso Harry. Sé que me quieres y sí me demuestras lo que te importo. Pero yo…a veces pienso…qué pasaría si te enamorases de otra persona mejor que yo. Esas cosas ocurren ¿sabes? Incluso entre parejas tan unidas como nosotros.
- Hermione…
- Qué.
- Mírame a la cara.
- Ya lo hago.
- Y escúchame con atención.
- Dí.
- Yo nunca, jamás, ni en sueños, te dejaría por otra chica.
- Pero Harry…
- ¡No me interrumpas!
- Perdona.
- Me cuesta bastante expresar con palabras todo lo que voy a decirte, así que déjame hablar ¿vale?
- Vale.
- Yo nunca, jamás, ni en sueños, te dejaré por otra chica. Estaría más que loco si hiciera algo así. ¡No, no me preguntes por qué, te lo voy a decir! Si yo te dejase para buscar alguien mejor, sería estúpido. ¿Y sabes por qué? Porque sería imposible y también improbable, que hubiese otra chica mejor que tú. ¡Deja de abrir la boca para hablar, te he dicho que no lo hagas hasta que termine!
Hermione se llevó una mano a la boca y juntando el pulgar con el índice, los movió sobre sus labios hacia un lado, como si hubiese cerrado una cremallera. Harry la besó en señal de agradecimiento, pero antes de que ella pudiese responderle el beso, él empezó a hablar otra vez.
- Sería imposible y también improbable, que hubiese otra chica mejor que tú y es verdad, Hermione. Es cierto que puede haber chicas más atractivas que tú- ella frunció el ceño- ¡pero eso no quiere decir que me gusten!- pero al oír eso último por parte de Harry, ella volvió a relajarse.
- Lo que intento decirte es que yo…te veo como alguien tan perfecto e insuperable, que todas las demás chicas de este mundo no podrían jamás estar a tu altura y por lo tanto, no me interesan. ¿Me entiendes?
Ella asintió con la cabeza.
- Lo que me lleva a la siguiente conclusión, y es…que tú, Hermione Granger, eres la mujer perfecta para mí y no te cambiaría jamás por otra¡aunque esa otra fuese la mismísima Cindy Crawford! Además…dudo mucho que Cindy pudiera conocerme tan bien como me conoces tú, o que supiese comprenderme como tú o que supiese cómo y cuando mimarme o reñirme o consolarme o…darme un beso o un abrazo cada vez que lo necesito. ¡Entiéndelo, Hermione! Para mí eres única y te juro y rejuro que no te cambiaré por otra, porque no necesito otra, no quiero otra que no seas tú. ¿Lo comprendes?
Incapaz de decir algo, presa de la emoción que sentía, ella sólo asintió con la cabeza y luego le dio un beso que dejó a Harry la mar de feliz. Ella le preguntó con la mirada si podía hablar ya, el ojiverde asintió, así que ella hizo el gesto de quitarse esa supuesta cremallera invisible que tenía en la boca, cosa que hizo reír a Harry.
- ¿Sabes una cosa?
- No...¿el qué?
- Soy la chica más afortunada del mundo.
- ¿Por qué?
- Por tener una pareja como tú.
Harry se ruborizó.
- Bueno…gracias.
- ¡Oh, por todos los dioses y diosas, Harry Potter, no me des las gracias y bésame!
Él lo hizo y luego se acurrucó contra su pecho. Ella se quejó un poco, pero no le quitó.
- ¿Molesto, Hermione?
- No, cielo, es sólo que estoy hecha polvo.
- ¿Cómo me has llamado?
- Cielo. Es…una expresión cariñosa, pero si no te gusta, no lo diré más.
- No…no…sí que me gusta. Es sólo…que nunca nadie…me había dicho cosas de esas.
- Sí bueno…supongo que tus tíos no dicen cosas así.
- Sólo a Dudley, aunque cielo no le dicen, le llaman otras cosas y son la mar de ridículas.
- Siento mucho que lo pases tan mal cuando estás con ellos, Harry.
- Ya pero…al menos es por poco tiempo. Desde que entré en Hogwarts, sólo les veo en verano, ni si quiera voy en Navidad.
- Lo sé¡hey! He pensado que este año, yo tampoco iré en Navidad a visitar a mis padres.
- ¿Por qué no?
- Porque prefiero quedarme contigo. Además…dentro de 3 días cumplo 17 años y…si no recuerdo mal, en el mundo mágico, esa es la mayoría de edad ¿o eran 18?
- Ahora no me acuerdo, pero me importa poco, la verdad.
- Pues a mí sí me importa, Harry, porque siendo mayor de edad en el mundo mágico, eso quiere decir que tendré ciertos…privilegios.
- ¿Cómo cuáles?
- Podré usar magia fuera del colegio, podré teletransportarme o incluso convertirme en animaga, y además de esas cosas… también podré hacer cosas de adulto, como por ejemplo, alquilar una habitación de hotel para pasar una noche la mar de apasionada con mi pareja.
Harry levantó la cabeza y la miró algo alucinado.
- ¿Tú querrías…serías capaz…es decir, tú y yo haríamos…estás insinuando lo que creo?
- Si lo que tú crees tiene que ver con la palabra sexo, sí, lo estoy insinuando.
- ¡No jodas!
- Pensé que te alegraría saberlo.
- ¡No, si yo me alegro mucho!
- Entonces… ¿por qué me ha parecido que no te gustaba la idea?
- Es que…es que… ¡no me lo esperaba! Bueno…yo…a ver cómo te lo digo…
- ¿Decirme el qué?
- ¡Que me has hecho muy feliz, porque yo también pensaba en eso, pero no sabía cómo planteártelo porque no quería parecer un aprovechado o un pervertido o qué se yo, Hermione! Hace poco que estamos juntos y…bueno, no es que piense que es precipitado, bueno un poco sí, porque pensé que pasaría más tiempo antes de que diéramos ese paso pero igualmente me gusta la idea aunque también me horroriza porque no sé si lo haré bien ya que nunca lo he hecho y… estoy hecho un lío pero aún así quiero y…
- ¡Respira! Jajajaja. Hablabas tan rápido que creí que te ahogarías y por cierto Harry, para no saber cómo decírmelo, me lo has dejado más que claro. ¿Y sabes otra cosa? Te quiero muchííísimo y algún día, haré el amor contigo por eso mismo, porque te quiero.- ella le besó.
- Ah sí¡eso! Olvidé decirlo. Yo también quiero porque te quiero.
- Y Harry…no te preocupes ¿de acuerdo? Todo saldrá bien.
- ¿Cómo lo sabes?
- Simplemente lo sé, siento que así será.
- Ya pero…y si…
- Harry, deja de preocuparte, además, yo tampoco lo he hecho nunca y no creo que importe si nos sale bien o mal, pienso que si nosotros no somos buenos, practicaremos hasta que lo hagamos bien. Y eso podría ser divertido. Por otra parte…Creo que debemos planteárnoslo como si fuese un nuevo hechizo que debemos aprender. Aunque no lo trataremos de la misma forma. ¿Me entiendes?
- Sí.
- Entonces deja de preocuparte, después de todo, no es que vayamos a hacerlo ya.
- No, claro, ahora no estás en condiciones de algo así.
- La verdad es que no.
- Dijiste… ¿Qué dentro de 3 días será tu cumpleaños?
- Sí...¿por?
- Porque acabo de acordarme de que se me había olvidado y no te he comprado nada.
- No hace falta, Harry. No necesito nada.
- ¡Pero yo quiero regalarte algo!
- Pues regálamelo el día antes.
- ¿El día antes, y por qué no puedo dártelo el mismo día de tu cumple?
- Porque acabo de acordarme que el día de mi cumple, será la batalla final.
- ¿Cómo has dicho?
- He dicho, que el día en que cumpla 17 años, Lori abrirá el portal que traerá el Caos a nuestro mundo mágico.
- ¡Coño!
- Sí, lo sé, es muy fuerte ¿verdad?
- Pues sí. Menudo día para festejar algo.
- Es que no pienso celebrar nada, por eso te dije que si querías regalarme algo, lo hicieras antes de mi cumpleaños.
- Oye Hermione…
- Qué.
- Si todo termina bien, y vives para contarlo… ¿piensas celebrarlo de alguna forma especial?
- Ya te dije antes que sí, pero sólo contigo.
- Emm…considerando que habrás salido de una batalla contra una diosa y que estarás más que herida…tendremos que posponer esa celebración ¿no?
- Es posible.
- Y cuando estés completamente bien y con tus energías y fuerzas al 100, entonces…
- ¿Entonces qué?
- ¿Crees que podríamos…poner en práctica lo que hemos hablado antes?
- ¿Te refieres al sexo?
- Sí, aunque suene demasiado directo, en eso mismo pensaba.
- Supongo que sí, no veo por qué no podríamos. Pero pongo dos condiciones…
- ¿Cuáles?
- Que lo haremos en mi habitación de Prefecta porque allí no entrará nadie sin mi permiso y… la segunda es…que prepares todo a tu gusto, pero de forma romántica.
- Ah, ya. Te refieres a lo que sale en las pelis de amor ¿no? A llenar todo de velas y flores como por ejemplo rosas rojas. ¿Es eso?
- Sí, eso mismo.
- Qué cursi eres.
- ¿Y qué esperabas? Para las chicas, la primera vez es muy importante ¿sabes? Por eso nos gusta que nuestra pareja se esfuerce en prepararnos algo especial. Y llenar la habitación de flores y velas no creo que sea mucho pedir, es más, en un sitio como este castillo, no tendrás dificultades para conseguir esas cosas, sobre todo las velas ¡las hay por todas partes!
- ¿Y qué flores te gustan más, cuáles son tus favoritas?
- Los tulipanes blancos.
- Joder…
- ¿Qué?
- Que jamás he visto flores de esas en Hogwarts.
- Será porque no miraste donde debías…
- Pues dime dónde están.
- ¿Recuerdas las clases de Herbología de la profesora Sprout, Harry?
- Sí, eran un latazo.
- ¿Y recuerdas dónde las recibíamos?
- Sí, en el invernadero.
- ¿Y qué hay en todo invernadero, Harry?
- Flores y plantas de todo tipo.
- Entonces… ¿dónde crees que estarán los tulipanes blancos?
- En el… ¿invernadero?
- Premio.
- Pues yo nunca las ví.
- Porque no las tiene donde da las clases, están en otra habitación y para acceder a ella, sólo tienes que pulsar un interruptor en forma de tulipán pequeñito.
- ¿Y tú por qué sabes todo eso?
- Porque soy igual de curiosa que tú y también me gusta cotillear sin que me vean, con la única diferencia de que yo no me paseo de madrugada bajo una capa invisible, lo hago cuando es de día y sin esconderme.
- Pues yo nunca te he visto cotilleando por ahí.
- Ya…ni tú ni nadie, porque procuro hacerlo en las horas libres, cuando todo el mundo está por ahí.
- ¿Horas libres? Pero si tú no tienes horas libres ¡siempre estás estudiando!
- No, te aseguro que no, no siempre estoy estudiando. Y ahora que estoy en lo de Lori, tampoco puedo estudiar a diario. Lo que me recuerda por otra parte, que cuando todo esto acabe, iré retrasadísima. No quiero ni imaginarme suspendiéndolas todas, si me ocurre algo así, me dará un infarto.
- Tú nunca suspenderás todas, Hermione, eres demasiado inteligente.
- No es inteligencia, Harry, sino constancia en el estudio.
En ese momento, la señora Pomfrey hacía su aparición en la habitación de las camas, encontrándose a Harry y Hermione en una de ellas. La enferma se llevó las manos a la cabeza en señal de asombro y seguidamente le dijo a la prefecta lo que opinaba al respecto.
- ¿No le dije antes, señorita Granger, que se limitase a descansar?
- Eso es lo que he hecho, señora Pomfrey, sólo que acompañada.
- ¿Dónde tiene usted la cabeza, señorita Granger?
- En mi sitio, gracias. Y no se preocupe, no hemos hecho nada de lo que piensa.
- ¿Ah no, entonces por qué están juntos en la misma cama?
- Porque nos apetecía. ¿De qué se extraña? Somos una pareja al fin y al cabo.
- ¡Son ustedes muy jóvenes aún, para acostarse juntos!
- Es que nosotros, no nos hemos acostado juntos en el sentido que usted piensa, señora Pomfrey. Sólo nos hemos tumbado, además, no hace ni media hora que sufrí una posesión...¿cree usted que estoy en condiciones de practicar el sexo con mi novio?
- No.
- Pues entonces deje de pensar cosas raras, porque ya ve que no ha pasado nada.
- Bien, me tranquiliza saberlo. Y ahora, si no le importa, voy a examinarla otra vez. Señor Potter... ¿sería tan amable de abandonar la cama y dejarme hacer mi trabajo?
- Claro, señora Pomfrey, cómo no.
- Gracias.
Una vez que la enfermera hubo examinado a la prefecta, le dio el visto bueno y le dijo que podía irse.
Hermione le dio las gracias por todo y seguida de Harry, abandonó la estancia.
Mientras Harry y Hermione se dirigían a la habitación de la prefecta, Ron Weasly y Winky, charlaban en la casita de ésta.
- Entonces, ya ha comenzado la cuenta atrás.
- Sí señor, dentro de tres días, Lori aparecerá.
- ¿Crees que ganaremos?
- Eso espero, señor Weasley, la señorita Hermione Granger es muy fuerte, Winky tiene mucha fé en ella, señor.
- Yo también.
- ¿Puede Winky preguntarle una cosa, señor Weasley?
- Claro que sí.
- ¿Por qué no le dice usted a la señorita Hermione Granger, quién es en realidad?
- ¿Cómo? No te entiendo.
- ¿Por qué no le dice a la señorita, quiénes son sus verdaderos padres, por qué no le dice que son Arion y Lori?
- ¿Pero qué tonterías estás diciendo, Winky? Mis padres no se llaman así, se llaman Arthur y Molly.
La elfina le miró atentamente, como si quisiera comprobar si mentía o no. Le extrañaba mucho ese cambio de actitud por parte de Ron, pues hacía dos horas que había estado hablando con él y él mismo le había dado una serie de datos, que ella desconocía pero que podían ser muy útiles para Hermione. Decidida a no insistir más, pero a averiguar el por qué de ese cambio, Winky decidió dar por terminada la conversación.
- Winky debe irse ahora, señor Weasley. Debe preparar el almuerzo.
- Entiendo.
- ¿Necesita algo más de Winky, señor?
- No, nada, gracias. Sólo…
- ¿Sí, señor Weasley?
- Dile a Hermione que tenga cuidado y que sea fuerte, pero sobre todo…dile que no debe perdernunca la fe en la vida, ni las ganas de luchar porque si las pierde, estará perdida. Todos lo estaremos. ¿Se lo dirás?
- Sí, señor, Winky lo hará.
- Bien. Hasta pronto Winky.
- Hasta luego señor Weasley.
Continuará.
Nota de la Autora:
¡Buenas de nuevo¿Os ha gustado el cap? Eso espero.
Bueno, como habréis podido leer, volvemos a retomar el misterio. ¿De qué habrán estado hablando Winky y Ron? Ahhhh Ya lo sabréis más adelante. Os aviso de que ya sólo quedan 4 caps para que termine el fic.
Seguro que muchos de los lectores y lectoras os estaréis preguntando ¿habrá sexo entre Harry y Hermione? Ahhhhhhh No lo diré. Sinceramente, en la vida he escrito una escena de sexo, así que no sé si me atreveré o no. De cualquier manera, aunque no lo describa, si decido poner algo así en el fic, quizás haga una pequeña referencia a eso, ya veré …
Este…voy a responderos los Reviews ¿sí¡Y muchas gracias a todos y todas, porque cada vez me hacéis más preguntas y eso me encanta!
Un beso y hasta el próximo cap. RAkAoMi. ;-)
