EPÍLOGO I Una lucha de pintura.

Harry siguió la mirada de Hermione mientras inspeccionaba las cunas. Le encantaba mirar ese suave resplandor de su mirada.

-¿Harry?- La auror se acercó a él-. No esperaba que hubiesen tantas. Y quizá sea una tontería comprarla tan pronto. Ni siquiera hemos pintado aún el cuarto del niño.

-Pero ésa era la idea, ¿no? Querías ver las cunas antes de decidir el color de la pintura y de la alfombra.

-Me temo que nos va a costar una fortuna. Necesitamos muchas cosas.

-Está bien, cariño. Sabes que no hay ningún problema.

-Podríamos elegir colores individuales salmón, lima, frambuesa. Ya sabes a que me refiero. No los tonos pastel que suelen escogerse para los bebés.

Harry no tenía ni idea de cuales eran dichos tonos, pero contestó:

-De acuerdo.

-Creo que nos hará falta una mecedora. Con brazos.

-De acuerdo.

-Y necesitamos una cuna para el cuarto, desde luego. Pero no estaría de más un cochecito para la planta baja, y que sea plegable para poder llevarlo a todos lados…como al granero y al Ministerio…

-De acuerdo.

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Dos días más tarde, Hermione abrió de golpe la puerta principal, pensando que si Harry volvía a decirle una vez más "De acuerdo", lo estrangularía. No deseaba asesinarlo. Pero un buen estrangulamiento le resultaba muy tentador.

Harry, que había ido a buscarla al Ministerio, la siguió cargando su bolso, el maletín y algunos expedientes.

-Herms, sé que has tenido un día muy duro. Habíamos planeado empezar a pintar el cuarto del niño hoy, pero puede esperar. ¿Por qué no pones los pies en alto y te relajas?

-No estoy cansada- dijo ella alegremente, sin levantar la voz. Pero Harry le dirigió aquella mirada de "Es normal que se altere y sea terca, esta embarazada" que todo mundo le dirigía, que le hacía desear darle un golpe en la cabeza.

-De acuerdo, de acuerdo- dijo él condescendientemente-. Pero tengo algo en mente para la cena de hoy, así que cocinare yo. Luego nos pondremos a pintar, si quieres.

Hermione sospechaba que, en realidad, no tenía nada en mente para la cena…¡¡Por Merlín, ¿Qué hombre lo tenía! Pero respondió: "Bien", lo cual, al menos, era mejor que ahorcarlo…hacerle una llave, lanzarle una maldición…aunque superado por comérselo a besos y terminar en la alfombra del salón, haciendo algo más interesante que la cena. Pero en vez de eso, y antes de que Harry se sugiriese "amablemente" una vez más que pusiera los pies en alto, se quitó los zapatos y la chaqueta y se dirigió hacia el cuarto de lavado para llenar la lavadora…un artefacto que había insistido en que Harry comprara desoyendo el hecho de que era bruja y no tenía que preocuparse por realizar ese tipo de actividades

Había sido un día espantoso…en realidad, un mes espantoso. Por su embarazo de 4 meses, había aceptado hacer trabajo de escritorio en el Departamento de aurores…situación que no había resultado ser tan tranquila como esperaba…Sobre todo al trabajar con el departamento de Misterios, los inefables eran irritantes y estaba cansada por tanto trabajo.

Hermione activó la lavadora y empezó a meter la ropa. De acuerdo, debía admitir que su estado de ánimo no se debía por completo al trabajo en exceso, sino a Harry…e indirectamente a Ron.

Este último estaba tan feliz por que iba a ser padre que trataba a Luna como si fuera una cara y frágil pieza de porcelana...resultado, pues que su esposo la había casi aislado del mundo…cero fiestas, cero reuniones, cero dulces, nada de caminatas largas y, por su puesto, nada de emociones fuertes…lo cual, en el vocabulario de Harry significaba no llevarle la contra en lo más mínimo.

El corazón le dio un vuelco al oír a Harry jugando con Tizne en la cocina. Pasándoselo en grande…con el gato.

Diablos, era algo que no acertaba a comprender. Sabía perfectamente bien que Harry la amaba y ella lo amaba a él…y esos últimos meses habían sido como vivir un sueño…hasta que Ron metió su larga cuchara…De no ser porque Luna le simpatizaba, ya lo hubiera estrangulado.

Abatida, Hermione cerró la lavadora, sin estar segura de haber añadido el detergente. Sin importarle.

-¡¡La cena está lista, Herms!

Ella dio un salto. Luego se dirigió a la cocina. Harry había preparado Salmón, el platillo favorito de ambos, y había quemado la guarnición de verduras.

Deberían haberse reído por lo de la verdura y haberse abalanzado como lobos sobre el pescado. En vez de eso, intercambiaron una sonrisa artificial y se pusieron a hablar del tiempo.

Después de cenar, Harry comenzó a recoger la cocina. Al dirigirse al salón, donde Hermione revisaba unos expedientes, esbozó una sonrisa cautelosa.

-¿Sigues pensando en empezar a pintar?

-Desde luego- respondió la chica, cerrando el expediente.

Pero empezó a cambiar de opinión en cuanto se quitó la ropa y se puso una camiseta vieja y unos pantalones cortos. Estaba contenta con su nueva pancita…pero no estaba segura de cómo la vería Harry.

Para cuando llegó a la habitación del bebé, Harry ya estaba agachado, inspeccionando la pintura…e irresistiblemente atractivo con aquella camiseta vieja y los pantalones desgastados.

Hermione paseó la mirada por el cuarto, tratando de distraerse.

-Va a quedar precioso- murmuró-. Será una habitación muy acogedora.

-Un cuarto ideal para que un niño crezca en el- convino Harry- ¿Está segura de querer hacerlo de forma muggle? Podríamos encantar las brochas, añadió, mirándola a los ojos.

Hermione contuvo el aliento. Podría percibir en los ojos de su esposo el gozo por estar haciendo aquello juntos, construyendo una dulce parte de su vida en común.

Pero seguía tratándola como si fuera una inútil.

Se agacho junto a Harry.- ¡Por supuesto! Será un agradable ejercicio después de estar tanto tiempo sentada…es más, yo removeré la pintura.

Él se incorporó de inmediato- Bien. Yo me encargaré de pintar con el rodillo.

Como siempre, se ofrecía voluntario para hacer el trabajo más pesado. Hermione sumergió la brocha en la lata y empezó a darle vueltas.

-No Quiero que te subas en una escalera, Herms.

Ella comenzó a remover la pintura más rápido.

-Ni que te esfuerces pintando.

Hermione removió la pintura con tal velocidad que se salió un poco por el borde de la lata.

-Y estoy pensando que la lata de pintura pesa demasiado para que la lleves de un lado a otro.

Hermione levantó la brocha llena de pintura. Jamás solía ceder a sus impulsos, pero Harry estaba ligeramente volteado hacia ella. Con un breve movimiento de muñeca, agitó la brocha y varias gotas grandes de pintura salmón aterrizaron en el pecho de Harry. Él se miró la camiseta salpicada de pintura, sorprendido- Vaya accidente- comentó con ironía.- Aunque esperaba mancharme de pintura antes de terminar.

El diablo la impulsó a hacerlo. Volvió a salpicarlo con la brocha.

-Oye, Herms…

-Harry, como me digas una sola palabra educada más con esa voz amable y sobreprotectora, volveré a salpicarte de pintura.

-Has tenido un día muy pesado- empezó a decir cautelosamente.

Fue la gota que derramó el vaso. Hermione metió la brocha hasta el fondo de la lata y luego se puso de pie.

-Espera un momento…-durante varios segundos, Harry permaneció inmóvil, mirando la brocha goteante que ella sostenía en la mano-. No te atreverías.

Aquello era un desafío y Hermione Jane Potter nunca resistió un desafío, así que sacudió la brocha, salpicándole el mentón de pintura. Y sintió una enorme satisfacción.

Ahora Harry parecía sorprendido. No había creído ni por un momento que fuese capaz de hacerlo.

De repente, sus ojos brillaron y en un momento le quitó a Hermione la brocha.

-Veamos qué aspecto tienes con la nariz teñida de salmón.- dijo pensativamente.

Ella miró la brocha y luego sus ojos. Y en aquellos ojos vio al hombre que amaba. Al hombre en el que confiaba.

-No te atreverías- lo desafió.

Sin perder tiempo, Harry extendió el brazo y le soltó una gran gota de pintura en la punta de la nariz. Y para colmo, tuvo el descaro de reírse.

-Serpas…serás…-a Hermione no se le ocurría ningún insulto lo bastante fuerte, pero volvió a quitarle la brocha.

Las sonoras carcajadas de Harry dejaron paso rápidamente a un tono conciliador.

-Vamos Herms…no es para tanto…

Utilizando la brocha como una espada, Hermione de dio una estocada en el ombligo. Y luego retrocedió velozmente, antes de que Harry pudiera quitarle la brocha.

Por la desgracia, la escalera, la pintura y demás cosas del cuarto limitaban sus intentos de evadir a su esposo. Harry empezó a avanzar hacia ella.

-Cuando agarre esa brocha, veremos que tal te vez con el pelo salmón- prometió amenazadoramente.

Parecía muy peligroso con el mentón pintado. Imprevisible. Amenazador.

-No pienso soltar la brocha.- le informó Hermione.

-Ya lo veremos.

-¿Piensas aprovecharte de una embarazada? ¿De una mujer indefensa, vulnerable y más pequeña que tú?

-Si. Y disfrutaré haciéndolo.

-¡¡En el pelo no, por Merlín!

-Si amor, en el pelo.

Hermione volvió a atacarlo con la brocha y manchó de pintura su brazo. Eso no lo detuvo.

-Te la estás buscando. Y me alegrará darte tu merecido- Harry alargó los brazos y la agarró por la cintura. Luego la atrajo de un tirón hacia sí.

Hermione no tuvo ni la más mínima oportunidad de defenderse.

Con una rapidez que le impidió tomar aliento, Harry la sujeto contra la pared, agarrándole en el aire la mano con la que sostenía la brocha, y la beso.

Hermione dejó caer la brocha.

En el momento en que le rodeó el cuello con los brazos, ya era demasiado tarde para sentirse enfadada.

Hermione le devolvió el beso, con el corazón y el alma, porque era lo que su marido le estaba exigiendo.

Harry la soltó de repente. Todo su amor se reflejaba en sus ojos…y también sus miedos e inseguridades.

-Lo siento, Herms.

-¿Por qué?- Preguntó apoyado la mano en la mejilla de su esposo.

-Porque siento que algo te molesta…y no logro averiguar lo que es…me he esforzado para que te sientas bien y más bien te siento…molesta y algunas veces lejana…¿Estoy haciendo algo mal, nena?

-Me amas.

-Más que eso, eres el centro de mi corazón.

-Maldición Harry…Entonces, ¿Por qué no has hecho antes?

Él enarcó las cejas- ¿Te refieres a la lucha de pintura?

-No tontito, ¿Por qué no me besaste antes y hablaste sinceramente conmigo?

-Porque no quería que te exaltaras…Ron también cree eso y estoy de acuerdo, linda.

-¡Pues al diablo con lo que diga Ron!

¡¡Herms!- la censuró Harry.

-Cariño, te agradezco mucho los cuidados, pero no soy de porcelana, estoy bien…tu hijo y yo estamos bien- sonrió- Tú eres medimago y sabes que mi salud es estupenda…y no es que me queje de las atenciones y los mimos, pero me has hecho sentir inútil y tú sabes que odio sentirme así.

Harry la abrazó- Siento mucho eso…pero tú sabes, nunca he tenido una familia propia y ahora que estoy apunto de tenerla, tengo miedo de que algo pase, de que las cosas salgan mal o de que te des cuenta de que yo no soy adecuado para ti- le dio un beso en el cabello- Tengo miedo de decepcionarte.

Hermione sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas ante las palabras de su esposo. Sin romper el abrazo, lo miro a los ojos.-¿Crees que no sé a lo que te refieres? Cuanto más te amo, más miedo me da decepcionarte o fallarte…pero somos humanos, Harry y en algún momento fallaremos…lo importante es siempre estar juntos, apoyándonos…y, con riesgo de inflarte tu ego, te diré que no podría tener un mejor amigo que tú, ni pensar en uj padre mejor para mi bebé, Harry Potter. Ni aún compañero mejor…y no creo que haya un esposo más maravilloso que tú.

Los labios de Harry reclamaron los suyos.

Con aquel beso, Hermione trató de comunicarle la felicidad que desbordaba su corazón…hasta que, de repente, él echo hacia atrás la cabeza.

-Señora Potter…

-¿Mhhh?

-¿Se da cuenta de que estamos embadurnados de pintura?

-¿Mhhh?- lo amaría para siempre, se dijo Hermione. Estaría junto a él cuando las cosas no salieran bien. Protegería eternamente su corazón inmenso y maravilloso.

-Creo que quizá debemos continuar esto en otra habitación. Y lo primero que se me ha ocurrido es el dormitorio. Pero tal vez debamos ducharnos primero.

-Si insinúas que nos turnemos para utilizar la ducha, olvídalo. O juntos o nada, marido mío.

-O juntos o nada, esposa mía- prometió él.- Para siempre