Despiértame cuando el dolor se acabe
Capítulo 2
Las lágrimas no dejan de caer de mis ojos, y no creo que se detengan en algún tiempo. La culpa no me ha dejado en paz. Y cómo no sentirme culpable? Yami está muriendo... y yo no puedo hacer nada. Una semana ha pasado ya pero para mi han sido siglos. Aunque el tiempo ya no tiene importancia para mi, en realidad nada tiene importancia. Si no hubiera sido tan cobarde, Yami estaría bien. Pero ahora no puedo hacer nada, solo esperar aunque sin mucha esperanza. Es muy posible que jamás vuelva a abrir sus hermosos ojos. Tal vez nunca más vuelva a ver su sonrisa.
No puedo creer que yo haya sido tan cruel con él. Me dejé llevar por mis sentimientos, si es que así se le pueden llamar. Donde ha estado mi supuesta inocencia todo este tiempo? Se supone que soy un hikari pero...
-Yugi- levanto la vista al oír mi nombre. Era Joey quien me llamaba. -Tengo que irme. Vendré mañana a hacerte compañía... y a Yami- susurró. No dije nada, no estaba seguro de si podría articular palabra. -Todo estará bien, amigo... Ya lo verás- me dijo antes de salir de la habitación.
Me siento mal por comportarme así con mis amigos, pero no lo puedo evitar. Ellos han sido una gran ayuda... Hasta Kaiba se ha comportado como un gran amigo. Él se encargará de todos los gastos de hospital. Es un gran alivio ya no tener que preocuparme por eso.
Ishizu y Malik, apenas supieron lo que había pasado, decidieron venir aquí. Aun no han llegado, pero deben estar por llegar. Le pedí a mis amigos que no le dijeran nada a mi abuelo, no quiero que se preocupe. Aunque tendrá que enterarse de todos modos.
Dirijo mi mirada hacia el frente. Y ahí estaba Yami, su cuerpo inerte, pálido y con una máscara de oxígeno cubriendo parte de su rostro. También tenía varios tubos conectados a su cuerpo que, según lo que me dijo el doctor, es lo único que lo mantiene vivo ahora.
Donde estás ahora Yami? Estás consiente? Ya he intentado entrar a tu habitación mental pero la puerta está cerrada. Es porque estás ahí? Puedes escucharme a través de nuestro vínculo? Todas estas preguntas inundan mi mente, preguntas sin respuestas.
Aun recuerdo cuando vi que moviste tu mano. Me sorprendí mucho, sin embargo el doctor me dijo que solo era un acto reflejo. Mis esperanzas se desvanecieron en ese momento. Si tan solo pudiera ir donde tú estás ahora. Quiero explicarte todo, pero ya es tarde, muy tarde para explicaciones. Pero sin embargo no hay nada que justifique mi comportamiento. Mi única explicación es egoísta. No mereces una excusa así.
No merezco tu perdón ni tu comprensión. Mis acciones lo han dicho todo, no te merezco. Pero no quiero que te vayas. Te amo demasiado.
No puedo creerlo. Te he lastimado tanto pero sin embargo te amo. No tengo derecho a hablar de amor después de todo lo que hice. Si en verdad te amara, nada de esto habría sucedido. Pero tal vez todo ocurrió porque te amo demasiado. No lo sé, es muy confuso. Ya no sé lo que siento.
Oigo que la puerta se abre y me volteo para ver quien es. Una joven de cabello negro entra a la habitación, en su cuello luce un collar de oro con el ojo de Horus grabado en el centro.
-Espero no haber interrumpido- habló la mujer. Esta vez negué con mi cabeza pero también contesté con palabras.
-No, no has interrumpido Ishizu- Mi voz sonaba diferente pero no le di importancia.
-Cómo está?- preguntó. De inmediato supe de quien hablaba.
-No muy bien... No ha habido ninguna mejoría- respondí sin ánimo en mi voz. Ishizu asintió. -Todo esto es mi culpa- susurré para mi mismo, pero al parecer Ishizu me escuchó.
-No es tu culpa... Todos somos dominados por los sentimientos a veces. Es algo normal en los humanos- Mis ojos se abrieron en impresión. Acaso ella sabía por qué había ocurrido todo? No podía quedarme con la duda, así que decidí preguntar.
-Usted sabía por qué?- pregunté.
-No, pero creo que es un poco obvio. Dime Yugi, tú amas a Yami?- Me quedé callado por unos momentos... pensando...
-No lo sé. Antes creí que sí lo amaba pero ahora, lo he lastimado tanto. No tengo el derecho de amarlo- respondí con sinceridad.
-Era la respuesta que esperaba- La miré confundido, y al parecer ella se dio cuenta de mi confusión. -El amor a veces no nos deja ver la realidad. Nos hace hacer cosas que jamás hubiéramos querido hacer... En mi opinión, tú estás profundamente enamorado del faraón- No supe que decir o pensar ante esto. No podía amar a alguien a quien había lastimado, cierto? -Yugi, tú quieres que Yami regrese?- preguntó.
-Por supuesto- contesté de inmediato.
-Quieres explicarle todo y perdirle su perdón?- Nuevamente, mi respuesta fue afirmativa. De pronto, un pensamiento llegó a mi mente. Tal vez Ishizu podría... decirme en donde estaba Yami.
-Usted sabe... en donde está mi Yami ahora?- pregunté. Ella asintió. -Donde?- interrogé.
-En su habitación mental- fue la respuesta. -Sé que está cerrada ahora, pero hay una manera en la que puedes entrar... pero es muy peligroso...-
-No me importa, dígame como- le dije con nuevas esperanzas. Volvería a ver a Yami! Y podría explicarle todo.
-Cierra los ojos- me dijo. De inmediato obedecí. -Ahora escúchame con atención. Las sombras se están adueñando del faraón. Tienes que ser muy cuidadoso. Tienes que encontrar al verdadero Yami. Él no sabe quien eres, y eso hará más difícil las cosas. No tienes mucho tiempo...- La voz se desvaneció y mi cuerpo sintió un cambio de temperatura. Estaba en un lugar frío. Abrí mis ojos y solo vi oscuridad, sin embargo, el lugar aun era visible. Sin duda, estaba en la habitación mental de Yami... o mejor dicho, en el laberinto mental.
Un suspiro escapó de mi boca. Esto iba a ser muy difícil. Pero no importaba, tenía que encontrar a Yami.
Empezé a caminar por el interminable laberinto hasta encontrar una puerta a mi derecha. Con cuidado y un poco de temor la abrí. Estaba vacía. Pero eso no me hizo sentir mejor, aquí habían muchas trampas y no podía confiarme. Después de unos momentos decidí que lo mejor era cerrarla nuevamente y seguir buscando. Abrí miles de puertas, muchas estaban vacías y otras contenían trampas que por poco me matan. Estaba cansado, pero no me detuve, no podía detenerme. Las sombras se expandían más cada minuto haciéndome sentir menos seguro cada momento. Pero tenía que encontrarlo, tenía que encontrar a Yami.
Abrí otra puerta, esta era un poco diferente. Era de metal con jeroglíficos grabados en los lados. Y lo que encontré dentro también era algo diferente. Estaba de frente a Yami. No me moví, solo miré lo que ocurría dentro.
-Así es como se usa- Era mi voz la que oí y era yo quien estaba ahí. Ahora sé que es esto... un recuerdo.
-Y estás seguro que no me va a atacar?- preguntó el faraón causando que el chico riera.
-Por supuesto que no- respondió.
-Pero Bakura dijo que...-
-Es porque no sabe usarlo bien. Si vas a calentar sopa tienes que quitar la tapa- Mientras la escena pasaba frente a mi como una película, yo recordaba ese día. Era el día en que le había enseñado a Yami a usar el microondas. Eso fue antes de que todo esto ocurriera. Sentí que un nudo se formaba en mi garganta y las ganas de llorar se apoderaron de mi. No pude soportarlo más, cerré la puerta y corrí lejos de ahí, hasta quedar de frente a otra puerta. Esta también era diferente. Serpientes y víboras de metal cubrían toda la puerta. No tenía un buen presentimiento sobre esta puerta y tenía miedo de saber que había adentro pero de todos modos la abrí aunque con mucho cuidado. Dentro había otro recuerdo. Al principio no lo reconocía pero al hacerlo no pude evitar sorprenderme.
Recuerdo
Yugi entró a su casa después de un día de escuela. Yami, al escucharlo entrar, bajó de inmediato.
-Cómo te fue aibou?- preguntó. Sin embargo no recibió respuesta por parte del otro chico. -Aibou, estás bien?- preguntó con preocupación. Yugi lo miró fastidiado.
-Sí mamá estoy bien- contestó de mala gana mientras encedía la televisión y se sentaba a verla. Yami se sorprendió por la respuesta del chico pero pensó que todo se debía a que el pequeño había tenido un mal día.
-Te hice la cena- habló el joven.
-No tengo hambre- fue la respuesta del otro. -Ahora, podrías dejarme en paz!-
-Qué pasa aibou? Acaso hice algo mal?- preguntó el faraón mientras se acercaba a su hikari.
-Sí hiciste algo mal... y eso fue nacer!- exclamó el chico mientras lo miraba a los ojos.
-Qué dijiste?- interrogó Yami con dolor.
-Lo que oiste, ahora lárgate y déjame en paz. No estoy de humor para tus estupideces!-
-Pero aibou...-
-Que te larges!- exclamó el chico mientras se levantaba bruscamente. Sin pensarlo dos veces alzó su mano y golpeó a Yami en la mejilla con todas sus fuerzas. -Ya me oiste... vete a tu habitación. Si necesito algo te llamo y tu vienes y haces lo que yo te pida. O si no... puedes buscarte otro lugar donde vivir-
-Aibou...-
-No me llames así! Ahora lárgate, no quiero verte!- exclamó Yugi. Yami obedeció y corrió hacia su habitación. Después de cerrar la puerta se dejó caer al piso y lloró como nunca lo había hecho. -Por qué Yugi? Qué hice mal?- preguntaba entre sollozos. Después de unos minutos se quedó profundamente dormido.
Fin del recuerdo
Esta vez no pude contener las lágrimas. Ese había sido el día en el que había empezado todo. Luego de eso cerré la puerta de su habitación con llave. Muchas veces lo encontraba durmiendo en el sofá, con frío... Pero no podía quedarme ahí, lamentándome por el pasado. Tenía que encontrar a Yami y salir de ahí. Cerré la puerta y vi las imágenes de las víboras. Ahora sé por qué están ahí.
Por más que intenté, no pude detener las lágrimas, así que las dejé caer, pero no me detuve.
Por fin encontré otra puerta. Parecía estar hecha de perla blanca mientras que jeroglíficos hechos en oro la adornaban... era hermosa. Jamás había visto algo parecido. Con más confianza abrí la puerta, esperando que lo que encontrara adentro fuera algo alentador. Pero parecía ser otro recuerdo. Era mi habitación pero era Yami quien estaba en ella. No podía ver claramente qué hacía, ya que estaba oscuro. Solo la luz de la luna alumbraba el lugar. Un gemido de dolor escapó de los labios de Yami. Lo miré confundido durante unos momentos. De pronto comprendí qué era lo que pasaba. Esta era la noche en que Yami había intentado... suicidarse. Sin pensarlo dos veces salí del lugar y cerré la puerta... la puerta. Es hermosa. Acaso es así como Yami ve su muerte, cómo algo hermoso?
Por supuesto que lo ve como algo hermoso, después de todo lo que pasó. De nuevo las lágrimas se hicieron presentes y nuevamente las dejé caer.
Voy a encontrarte Yami. No importa lo que pase yo voy a encontrarte y voy a llevarte a casa. Y me aseguraré de compensarte por todo lo que te hice... te lo juro.
