Despiértame cuando el dolor se acabe

Capítulo 5

Disclaimer: Yugioh no me pertence, ni tampoco la canción "Tutankhamen" de Nightwish. Yo solo la traducí al español.

Sus gritos se escuchaban, pero él no les dio importancia.

Yugi solo miraba como Yami se alejaba. No podía moverse, su cuerpo no obedecía. Jamás esperó esta reacción por parte del ex faraón.

No podía hacer nada, su mente no pensaba con claridad. El amor de su vida se alejaba de él y estaba vez era para siempre.

Él sabía qué era lo que Yami iba a hacer. Pero no podía permitirlo, porque simplemente no podía perderlo.

Por fin su cuerpo reaccionó. Sus piernas se movieron rápidamente.

Pero Yami ya no estaba a la vista. Aunque esto no lo detuvo, siguió corriendo en la dirección en la que se había ido el otro joven.

Había miles de caminos; el faraón podría estar en cualquier parte. Sus esperanzas de encontrarlo se vinieron al suelo.

Ya sería muy tarde cuando lo encontrara. Tenía que pensar rápido.

La desesperación comenzó a manifestarse en su mente. No sabía qué hacer. No sabía qué camino debía tomar.

Miró en todas las direcciones, esperando encontrar algo que le ayudara a encontrar a Yami. Pero desafortunadamente no encontró nada.

Empezó a correr, eligiendo una dirección al azar.

Su mente estaba en blanco. Solo un pensamiento cruzaba por ella y ese era encontrar al faraón. Solo eso le importaba ahora.

Las lágrimas empezaron a amenazarle. Él las dejó caer. En pocos minutos, su rostro ya estaba completamente inundado de las pequeñas gotas de cristal.

Y para colmo, un relámpago cayó del cielo, seguido por un ejército de gotas de agua. Estaba lloviendo y eso le hacía más difícil ver por donde iba.

Llegó un momento en donde las lágrimas del chico se confundían con las interminables gotas de lluvia. No se podía saber si el pequeño estaba llorando o si solo era la lluvia cumpliendo con su trabajo.

No había nadie en las calles, como es de esperarse en una noche lluviosa. Había pocos vehículos en las carreteras. Las luces a los lados de las calles no iluminaban bien el camino.

Otro relámpago cayó de las alturas.

-Maldición, es una tormenta- susurró Yugi mientras miraba al cielo.

El clima presente solo servía para preocuparlo más. Yami acababa de salir del hospital y estar a merced de una tormenta como esta podría hacerle daño. No quería ver a Yami en una cama de hospital de nuevo. Con una vez había sido suficiente.

No importaba si el faraón lo perdonaba o no, él solo quería verlo sano y salvo.

En realidad Yugi no esperaba que Yami lo perdonara. No lo merecía, no después de todo el daño que le causó. Sabía que tendría que vivir con el odio del faraón. Solo esperaba que pudiera seguir viviendo a pesar de saber que su yami lo odiaba.

Pero jamás volvería a lastimar a Yami, no importa lo que pasara. Él jamás volvería a ser la causa de su dolor.

Ishizu le había dicho que el faraón entendería, hasta Kaiba afirmó que Yami lo perdonaría y que olvidaría todo fácilmente. Pero Yugi no estaba tan seguro. Había tratado a Yami como un esclavo; él jamás le iba a perdonar eso.

Otro relámpago lo sacó de sus pensamientos. Miró al frente. Estaba en la entrada del parque. Dio un paso adelante, el cual luego se convirtió en varios. Por alguna razón desconocida para él, su corazón se aceleró al entrar al lugar. El faraón estaba cerca, podía sentirlo.

Sus pasos se aceleraron. Sus ojos miraban hacia todos las direcciones. El lugar estaba vacío, no había nadie. Al parecer solo fue un falso presentimiento.

Esta vez las lágrimas cayeron con mayor rapidez. La desesperación volvió. Todo había sido su culpa. Yami estaba a punto de quitarse la vida por su culpa. La vida que le habían regalado los dioses. Yami había decidido quedarse con él. Aunque no por él, eso lo sabía muy bien, sino por la persona especial de la que Yami le había hablaba.

Y fue por eso que empezó todo. Hubiera preferido que el faraón no le dijera nada, así nada de esto habría ocurrido.

-Te amo Yami- susurró el chico. Ya era demasiado tarde, se sentía derrotado. –Te amo tanto. No podría vivir sin ti- Cayó de rodillas y dejó que las lágrimas hicieran su trabajo. Ya no tenía fuerza para seguir. Por sus malditos celos iba a perder a la persona más importante en su vida.

Siguió llorando, hasta que un sonido lo hizo detenerse. Era un llanto, y al parecer no estaba muy lejos.

Siguió el sonido. Este lo llevó hasta el puente que dividía el parque en dos partes. Abajo había un río. Sus aguas normalmente serenas habían cambiado y se habían convertido en aguas violentas, debido a la tormenta.

Ahora los llantos se podían escuchar con claridad. Yugi buscó con la miraba al dueño de los sollozos. Sin embargo, nada lo había preparado para lo que vería.

Los sollozos pertenecían a Yami, quien estaba subido en la baranda del puente, a solo un paso de la muerte.

Yugi se acercó en silencio. No quería sorprender al joven.

Sin embargo, el faraón pareció escucharlo y miró hacia atrás encontrando sus ojos con los del pequeño.

-Qué estás haciendo aquí?- preguntó sorprendido.

Yugi no respondió, solo dio dos pasos hacia delante.

-No te acerques!- exclamó Yami.

-Yami, por favor, no lo hagas- suplicó el pequeño. Estaba muy preocupado por el estado de su contraparte, estaba muy pálido y su cuerpo estaba temblando, además de que sus ojos estaban enrojecidos por tanto llorar.

-Vete- susurró el joven.

-No voy a irme sin ti- contestó el chico mientras se acercaba aun más.

-No te acerques!- exclamó el faraón.

Yugi se quedó donde estaba. Tenía que hacer algo y pronto, sino estaba seguro de que Yami saltaría y no habría forma de salvarlo.

Vio su oportunidad cuando Yami miró hacia delante nuevamente.

En un rápido movimiento, tomó la mano del joven y la jaló con fuerza, consiguiendo que el faraón cayera del lado seguro del puente.

Siendo consciente de que Yami intentaría alejarse, colocó sus brazos alrededor del tembloroso cuerpo.

Y como era esperado, el faraón comenzó a forcejear contra los brazos que lo rodeaban. Sin embargo, su cuerpo estaba débil.

-No, suéltame! Aléjate de mí!- exclamó el joven. Yugi no obedeció, no iba a dejar que Yami se alejara de el nuevamente.

Yami siguió forcejeando durante algunos minutos, hasta que su cuerpo ya no pudo más y cayó rendido sobre el pecho del chico, quien estaba de rodillas. El faraón se limitó a sollozar en silencio hasta que el cansancio pudo más que él y quedó profundamente dormido.

Yugi aun estaba llorando, no podía evitarlo. El faraón ya ni siquiera quería estar cerca de él. Aunque se lo tenía bien merecido después de todo lo que había hecho.

Pero por ahora lo más importante era llevar a Yami a casa. Estaba frío y su cuerpo aun temblaba. Esto tenía muy preocupado a Yugi.

No quería despertar al joven pero no sabía si podría cargarlo. Después de todo Yami siempre fue más alto.

Sin embargo, y para alivio de Yugi, el faraón era sorprendentemente ligero. Aunque eso mse debía a que el joven estaba muy delgado. Eso trajo recuerdos no muy agradables a la mente del chico. Después de todo, Yami no había comido durante varios días por su culpa.

Negó con su cabeza varias veces. Tenía cosas más importantes que hacer ahora. Miró a Yami, cada vez se ponía peor. Estaba muy pálido, aun más que en el hospital. Aceleró el paso, necesitaba alejarse de la lluvia, y llegar a casa.

Por fin, después de varios minutos, Yugi llegó a su hogar. La puerta estaba abierta, había olvidado cerrarla.

Subió hasta su habitación y acostó a Yami en su cama. Buscó las llaves de la habitación del faraón y con ellas abrió la puerta.

Buscó ropa seca y limpia y volvió con Yami.

Le quitó la ropa que traía puesta, la cual estaba completamente mojada. No pudo evitar sonrojarse alo ver el hermoso cuerpo de su contraparte pero de inmediato comenzó a vestirlo con la ropa seca.

Después de hacer esto tomó a Yami en sus brazos y lo llevó hasta la otra habitación, ya que sus sábanas ahora estaban mojadas.

Dejó a Yami en la cama y fue a buscar ropa para cambiarse.

Encendió la radio, tal vez la música le ayudaría a relajarse. Una canción conocida para él se escuchó, "Tutankhamen" de Nightwish.

Esa canción le recordaba a Yami. Al poderoso faraón a quien amaba, quien había salvado el mundo hace milenios.

Dejó sus pensamientos a un lado y buscó ropa limpia para cambiarse, mientras que la canción seguía su curso.

Cuando el sol se pone más allá de las pirámides

para saludarme con sus rayos

pongo mi mano en mi frente

para ver las llamas de tu carro

Mírame arrodillada ante ti

oyendo a los gatos maullar en el templo

desean la leche que dejas caer

como yo deseo ese tesoro prometido

Tesoro de Tutankamon

Soy la única que está

llévame contigo

a través del portal de estrellas

al valle de los reyes

Sacrifícame Tutankamon

Y déjame ser tu reina

tómame esta noche y siempre

Nos reproduciremos para llenar toda la tierra

Tres milenios me llevó guardar tu descanso

tu tranquilo sueño

en el poderoso nido del Fénix

Pero esta noche la oscuridad ha sucumbido

en la tumba

Porque Carter ha venido a liberar a mi amado

Yugi sonrió al escuchar la letra. Si tan solo se hiciera realidad, él podría estar con Yami. Aunque esta canción era interpretada desde un punto de vista femenino, solo habría que cambiar eso, y el nombre del faraón… y tal vez otros pequeños detalles.

Pero nunca podría hacerse realidad.

La sonrisa de Yugi se desvaneció. La tristeza volvió a apoderarse de su mente. Él jamás podría tener a Yami, porque simplemente no se merecía el amor del faraón. Además, Yami amaba a otra persona, y estaba seguro de que sea quien sea, esa persona jamás lo ha lastimado como lo había hecho él.

Se vistó en silencio. No se sentía bien, físicamente sí, pero mentalmente… era otra historia.

Intentó ignorar sus sentimientos pero era muy difícil. Los sentimientos no tienen dueño, actúan por su propia cuenta. Nunca obedecen.

Cerró sus ojos por unos momentos.

Los abrió nuevamente. Ya estaba listo, ahora tenía que ir con Yami.

Con un pequeño suspiro salió de la habitación.

En pocos minutos ya estaba nuevamente junto a Yami. No pensaba alejarse de él en ningún momento.

Miró al faraón y se sintió aliviado. El cuerpo del joven había dejado de temblar y el color había vuelto a sus mejillas. Al parecer todo había sido a causa del frío.

El tiempo pasó y el sueño se fue apoderando del chico. Momentos después, Yugi yacía dormido con su cabeza y brazos apoyados en la cama, mientras que sus piernas descansaban en el suelo.

Pero su sueño no era tranquilo, y no lo sería por varios días.

IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

Yami abrió sus ojos lentamente. Se sentía mareado y tenía un fuerte dolor de cabeza. Intentó sentarse, lográndolo con dificultad. Miró en todas direcciones. Sus ojos se abrieron en impresión al reconocer el lugar en donde estaba. Era su habitación; no había estado ahí en meses.

Salió de la cama. Miró a su derecha y se encontró con Yugi, quien al parecer estaba dormido.

De inmediato, el miedo se apoderó del joven. Tenía que salir de ahí.

Con mucho cuidado, salió de la habitación y bajó hasta la sala. Llegó hasta la puerta e intentó abrirla, pero… estaba cerrada. Esta vez lo que sintió fue pánico.

No quería que Yugi lo encontrara ahí, tenía que irse, desaparecer para siempre.

Con paso lento caminó hasta la puerta trasera. Pero por desgracias esta también estaba cerrada.

Yugi había cerrado todas las puertas, asegurándose de que Yami no escapara.

Caminó con nerviosismo, pero algo llamó su atención. Entró a la cocina.

Un cuchillo descansaba en el fregadero. Yami lo miró por unos momentos antes de sostenerlo en sus manos.

No podía creer que él, un poderoso faraón que había salvado al mundo más de una vez, estuviera aquí, mostrando tanta debilidad. Llorando como un bebé.

Pero no podía negarlo, él era humano. Y los humanos tienen sentimientos.

Tal vez él era el hijo de los dioses, pero eso no evita su naturaleza humana.

Y todos los humanos muestran debilidad a veces, es algo necesario. Nadie puede escapar de los sentimientos, porque todos tienen un corazón.

Corazón…

Esa era la respuesta. Sin un corazón, un mortal no puede vivir.

Lentamente llevó el afilado cuchillo hasta su pecho, en donde él sabía, se encontraba el órgano que le daba vida.

Esta vez no iba a fallar.

IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

Mientras tanto, Yugi estaba despertando. Al principio estaba confundido pero luego recordó todo lo que había pasado.

Miró al frente esperando encontrar a Yami.

Pero no fue así, la cama estaba vacía.

Yugi de inmediato se preocupó. Aunque había cerrado todas las puertas y ventanas, así que Yami no podía haber ido a ninguna parte.

Aun así, decidió buscarlo.

IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

Las lágrimas seguían cayendo de sus ojos carmesí. Su cabeza le dolía aun más que antes.

El afilado cuchillo seguía descansado contra su pecho.

Sus sollozos se incrementaban cada segundo, al igual que su dolor. Pero pronto todo terminaría.

-Te amo Yugi- susurró Yami antes de hacer fuerte presión, sintiendo como el cuchillo empezaba a cortar su piel.

IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

Yugi estaba preocupado. Había buscado a Yami por todas partes pero no lo había encontrado.

-"Debe estar abajo"- pensó el chico.

Bajó las escaleras con cuidado. Estaba oscuro y no quería tropezar y caer.

No había señales de Yami. Todo estaba en silencio.

Buscó por todas partes, ahora solo faltaba la cocina.

Un mal presentimiento se apoderó de él. Caminó rápidamente hasta llegar al lugar.

Lo que vio lo dejó completamente paralizado.

Era Yami, estaba inconsciente y en su mano estaba un cuchillo manchado de una sustancia roja… sangre.

IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

Magi Girl: se acabó... sí claro ya lo voy a dejar ahí, todavía falta el final. Ya sé que había dicho que este era el último capítulo, pero hubo un cambio de planes. Así que todavía falta un capítulo más… o por lo menos eso es lo que tengo planeado.

Y para los que no sepan mucho de egiptología, Carter es quien descubrió la tumba de Tutankamón, por eso aparece en la canción, la cual me pareció que iba con el tema (o por lo menos con el tema de Yugi n.n)

Bueno eso es todo por ahora.

Nos vemos hasta el próximo capítulo

Gracias por sus reviews!

Matta ne!