Despiértame cuando el dolor se acabe
Capítulo 6
Yugi sintió como su sangre se congelaba. Yami no podía estar…
Se acercó con temor, rogando en silencio que el faraón aun estuviera con vida. Sus manos temblaban y su corazón latía a mil por hora. Y por supuesto, sus ojos estaban inundados de lágrimas. Tenía miedo de saber cual era el estado de su contraparte, y ese miedo era reflejado a través de las diversas reacciones que estaba experimentando su cuerpo.
Se acercó aun más y obligó a su cuerpo a caer de rodillas, a solo centímetros de Yami. Sus dedos temblorosos tocaron el cuerpo del faraón, quien en ese momento le estaba dando la espalda, haciendo imposible saber de donde provenía la sangre que ahora adornaba el cuchillo.
Yugi apartó su mirada de Yami y la enfocó en la ofensiva arma. Con mucho cuidado la retiró de la mano del joven. Ya de cerca se podía ver claramente las manchas de sangre que el objeto poseía. La sangre aun estaba fresca, sin embargo no había tanta como él había pensado. Tampoco había sangre en el piso.
Sintiéndose confundido, Yugi dirigió su atención al faraón nuevamente. No quería tocar a Yami, tenía miedo. Pero debía hacerlo.
Alzó el frágil cuerpo y lo colocó en sus brazos. Buscó la herido y la encontró en el pecho del joven, al lado izquierdo. Pero no parecía profunda. Esa herida no podía ser mortal.
Entonces Yami estaba bien? Buscó signos que le contestaran esta pregunta.
Fue entonces cuando notó un pequeño detalle. Yami estaba sudando y sus mejillas estaban muy sonrojadas. Aun así no pudo evitar sentirse aliviado al ver que el joven aun respiraba. Pero su alivio no duró mucho. Yami estaba ardiendo en fiebre, y eso podía ser igual de mortal que una herida en el corazón.
Se levantó con el faraón aun en sus brazos. Subió las escaleras con rapidez y caminó hasta llegar a la habitación del joven.
Dejó a Yami en la cama y salió del lugar.
Estaba muy preocupado. La respiración de su contraparte era entrecortada. Esa no podía ser una buena señal.
Entró al cuarto de baño y buscó con la mirada algo que pudiera ayudar. Su primera idea vino cuando encontró uno de los paños que guardaban en ese lugar.
Lo mojó con agua fría y volvió con Yami.
Con cuidado dejó el paño en la frente del joven y volvió a salir.
No sabía nada de medicinas. Siempre, cuando él había estado enfermo, era su abuelo quien conseguía las pastillas contra la fiebre.
Pero su abuelo no estaba ahora, y no volvería hasta después de unos días. Estaba solo, pero no podía quedarse ahí parado sin hacer nada. Tenía que ayudar a Yami. Sobretodo porque él era quien había causado todo.
Buscó el botiquín y lo encontró en pocos minutos. Revisó todas las medicinas buscando una que pudiera ayudar a su oscuridad. No encontró nada, solo nombres extraños. Siguió buscando hasta que se encontró con un frasco que se le hacía conocido.
Por fin recordó donde lo había visto antes. Su abuelo le había dado de ese jarabe cuando el había tenido fiebre. Era lo que buscaba.
De inmediato se incorporó y salió del lugar. Esta vez entró a la cocina y buscó una cucharada. Luego se dirigió adonde estaba Yami.
El faraón estaba en el mismo lugar. Su cuerpo no se había movido ni un centímetro. Sin embargo se veía peor que antes.
Yugi decidió que lo mejor era quitar las sábanas que ahora cubrían al joven. Pero al mirar con más atención al faraón decidió quitarle la camisa también.
Yami estaba sudando mucho además de que sus mejillas se habían enrojecido aun más. Esto no hizo nada más que preocupar al chico que aun se encontraba bien. Si la fiebre seguía como ahora, tendría que llevar a Yami al hospital.
Dejó de mirar al joven y concentró su atención en el frasco que tenía en su mano. Lo abrió con cuidado y dejó caer su contenido en la cuchara que estaba en su otra mano.
No sabía como hacer que Yami tomara la medicina. Sabía que por más que intentara el faraón no despertaría. Además él no quería que despertara, no quería que Yami sintiera el dolor de una fiebre tan alta.
Se acercó al joven y con cuidado lo levantó un poco. Luego intentó darle el jarabe, logrando que el faraón tomara un poco, mientras que lo demás salía de sus labios, trazando pequeños caminos.
Con unos de sus dedos limpió el líquido de los labios del joven y volvió a acostarlo en la cama. Solo esperaba que eso le ayudara a Yami a recuperarse.
-Pero tal vez él no quiera recuperarse- susurró Yugi. Yami había intentado quitarse la vida nuevamente. Con eso suma tres veces en las que el faraón había intentado suicidarse. Y todo había sido por su culpa.
-Tienes que recuperarte Yami. Te necesito. Por favor…- No pudo contenerse más. Las lágrimas volvieron, al igual que su dolor. Salió del lugar y caminó hasta su habitación. Ya no podía hacer nada más, tendría que esperar. Si en una hora Yami no demostraba mejoras, no tendría más opción. Lo llevaría a un hospital.
Entró a su habitación y se acostó en su cama. No pudo aguantarlo más, necesitaba llorar. Hundió su rostro en la almohada y dejó que su dolor se manifestara.
Ya había tomado una decisión. Si Yami moría, él también lo haría.
Sabía muy bien que no podría seguir viviendo sin su hermosa oscuridad. Es por eso que había tomado esa decisión. No podía soportar perder a la persona que más amaba en este mundo.
Había intentado ser fuerte pero no sirvió de nada. Si Yami no estaba, entonces ya nada importaba. Su vida no tendría sentido. Estaría completamente solo.
Sus amigos intentarían ayudarlo, eso lo sabía muy bien. Pero aun así… no sería suficiente. Además de que la culpa nunca lo dejaría en paz.
Los recuerdos vinieron a su mente. Pero él no los hizo a un lado, ya no tenía fuerza. Miró en su mente todos los recuerdos, uno tras otro. Sin embargo, entre todos ellos, había uno que sobresalía.
Flashback
-Es curioso que a pesar de que ahora tengas un cuerpo propio aun dependas del rompecabezas- habló Yugi mientras miraba el objeto que colgaba de su cuello. Yami no dijo nada. –Me preguntó que pasará si… le quito una pieza- le dijo mientras colocaba sus dedos sobre una de las piezas del rompecabezas.
-Por favor no lo haga- susurró Yami quien no hacía ningún esfuerzo por ocultar el miedo que estaba presente en sus ojos.
-Tú no eres nadie para decirme lo que tengo que hacer. Si yo quiero quitar esta pieza, entonces lo haré- contestó el chico.
-Amo, por favor…-
-Cállate!- exclamó Yugi antes de sacar la pieza por completa. El cuerpo de Yami de inmediato empezó a desvanecerse. Lo último que el chico vio eran los ojos llorosos de su contraparte. Luego, el joven desapareció por completo.
Pasaron varios días hasta que Yugi decidió volver a poner la pieza en el rompecabezas. Yami salió de inmediato, en un estado deplorable. Miles de heridas cubrían su cuerpo. Cada una de ellas estaba cubierta por sangre. También tenía marcas de golpes, sobretodo en el rostro.
-Vaya, vaya, creo que las sombras se divirtieron mucho contigo, no es así?- preguntó Yugi.
-Por favor amo, no quiero volver. No me obligue a volver a ese lugar… por favor amo- susurró Yami entre sollozos.
-Volverás ahí cuando yo quiera. Y ya deja de llorar!- le dijo. Sin embargo, el joven no obedeció. –Acaso no me escuchaste! Que te calles!- exclamó antes de golpear a Yami en el rostro haciéndolo caer al suelo.
-Ahora quiero que te largues. No quiero que te acerque a menos que YO te llame- ordenó.
-Como ordene, amo- habló Yami mientras se incorporaba con dificultad y salía del lugar.
Fin del flashback
Los sollozos de Yugi se escuchaban por todo el lugar. Ese era el recuerdo más doloroso de todos. Había lastimado a Yami, a la persona a quien amaba.
Pero en ese momento había olvidado por completo sus sentimientos hacia el joven.
Siguió llorando hasta que ya no pudo más. El sueño se apoderó del chico y en pocos minutos ya se encontraba dormido. Sin embargo su sueño no era tranquilo. Los recuerdos no lo dejaron en paz, aun en sus sueños.
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Yami abrió sus ojos lentamente. Se sintió confundido al encontrarse de nuevo en su habitación.
Pero pronto recordó todo. Había estado a punto de quitarse la vida. Pero algo lo había detenido, el dolor de cabeza. Jamás había sentido algo parecido. Fue tan fuerte que hasta lo hizo desmayarse. Si no hubiera sido por eso él ya no estaría aquí.
Vaya suerte que tenía.
Buscó a Yugi con la mirada, pero el chico no estaba por ninguna parte. Esperó unos minutos antes de salir de la cama. Su cabeza le dolía, sentía que estallaría en cualquier momento.
Se puso de pie con algo de dificultad. Caminó en silencio hasta la puerta y miró fuera de ella. No había nadie. Salió de la habitación al pasillo. Nada. Todo estaba en silencio y no habían señales de Yugi.
Con un poco más de confianza caminó por el lugar, buscando un lugar en especial.
-Yami- El faraón se quedó inmóvil al escuchar su nombre. Era Yugi, conocía esa voz. Se dio la vuelta lentamente, hasta quedar de frente al chico. Ahí estaba Yugi mirándolo interrogante.
-No voy a intentar nada, amo. Solo voy al baño- le dijo. Sin esperar respuesta por parte del pequeño siguió su camino. Ya sabía que su castigo vendría después.
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Yugi no pudo evitar que las lágrimas cayeran. Yami le hablaba de una manera tan diferente. Ya no lo llamaba por su nombre, o "aibou", nada, solo "amo".
No se sentía bien. No quería que Yami lo viera como alguien superior a él.
-"Tengo que decirle… explicarle todo"- pensó el chico.
En ese momento escuchó unos pasos. Eran de Yami, quien ya estaba de regreso.
-Yami…-
-Lo siento- interrumpió el faraón. Yugi lo miró confundido. –Perdóneme, amo. Prometo que jamás lo volveré a hacer- El pequeño miró al joven sorprendido. Por qué se disculpaba? Era él quien tenía que hacerlo, no Yami.
Por fin entendió todo. Yami tenía su mirada baja, como un niño esperando a ser castigado por su madre. Se había disculpado para que él no lo castigara de una manera cruel, como solía hacerlo antes.
Pero ahora lo que menos cruzaba por la mente del chico era la palabra "castigo". Se sentía feliz de ver que Yami ya estaba mejor, aunque estaba un poco desconcertado con la manera en la que el faraón estaba actuando. Pero eso era de esperarse.
Sin embargo, no pudo contenerse y se acercó al joven, quien solo cerró sus ojos esperando lo que el creía que seguía. Pero en lugar de alzar la mano y golpear a Yami, Yugi se lanzó a sus brazos y empezó a llorar.
Yami, sin saber que hacer, puso sus brazos alrededor del pequeño. Estaba muy sorprendido, jamás había esperado esto. Pero lo único que pensó era que había lastimado a su amo, y ahora iba a recibir un castigo.
-Lo siento, amo. Merezco que me castigue- le dijo. Yugi de inmediato se separó de él.
-De qué hablas? No pienso castigarte, mou hitori no boku- El faraón lo miró con sorpresa. Cómo lo había llamado? –Y soy yo quien debería pedirte perdón- agregó.
-Por favor, amo. Usted no tiene que pedir perdón. Todo fue mi culpa. Sería justo si me castigara-
-No sabes lo que dices. Por Ra, Yami, qué fue lo que te hice?- preguntó mientras las gotas saladas resbalaban por sus mejillas.
-Amo… yo…-
-Esta bien, Yami, ya no tienes que preocuparte. No te volveré a lastimar… nunca más- afirmó el chico.
-Eso no es cierto. Esto es parte de mi castigo, verdad? Hacerme creer cosas que jamás pasarán. Creo que es lo menos que me merezco- habló el joven. Yugi negó con su cabeza y le dijo que esto no era un castigo. Pero Yami parecía no escucharlo, y Yugi, sin saber como solucionar esto, hizo lo primero que se le vino a la mente.
Con un rápido movimiento tomó las muñecas del joven con fuerza y sin pensarlo dos veces unió sus labios con los del faraón.
Al principio Yami no correspondió el beso, pero después de unos momentos colocó sus brazos alrededor de Yugi y movió sus labios permitiéndolo al chico entrar en su cálida caverna aun inexplorada.
Sus lenguas se juntaron en una danza, lenta al principio pero luego rápida y rítmica. Ninguno de los dos había experimentado algo como esto. Aun así sus pensamientos eran diferentes. Yugi en realidad no tenía pensamientos coherentes, ninguna palabra llegaba a su mente ahora. Yami, por otra parte, pensaba que todo esto era solo parte del castigo.
Yugi sabía sus sentimientos, o por lo menos eso era lo que creía. Ahora solo estaba jugando con ellos.
Por fin se separaron. Ambos respiraban agitadamente.
-Este fue un castigo muy cruel, amo- habló por fin Yami.
-Esto no es un castigo- afirmó el chico.
-No mientas. Sabes lo que siento por ti, solo juegas con mis emociones- susurró. Yugi lo miró sorprendido.
-Significa que... tú... tú me amas?- preguntó aun sin creerlo.
-Ya lo sabes. Sabes que te amo- afirmó el joven. Sin embargo, Yugi reaccionó de una manera muy diferente a la que esperaba.
Abrazó al joven con fuerza y le dijo lo que había querido decirle desde hace tiempo.
-Yo también te amo-
-Amo, no mienta-
-No es mentira... y yo no soy tu amo, no quiero que me llames así de nuevo- le dijo.
Yami no sabía si creer lo que escuchaba. Jamás pensó que Yugi sentía lo mismo por él. Pero entonces... por qué había pasado todo?
Yugi, al sentir la duda en el faraón, decidió hablar.
-Yo no te odio, Yami. Pero mis sentimientos me controlaron, no sabía lo que hacía. Lo siento- se discupó el chico.
-Entonces, sí me amas?- preguntó el joven. Yugi asintió.
-Sí, Yami, te amo. Te amo mou hitori no boku- Yami sonrió al escuchar esto. Yugi sintió alegría al ver a su faraón sonriendo por primera vez en varios días.
-Yo también te amo, Yugi, mi aibou- le dijo el joven antes de abrazar al pequeño. De sus ojos caían lágrimas de felicidad. Pero a pesar de todo aun estaba un poco confundido. Si Yugi lo amaba entonces, por qué lo había lastimado tanto? Al principio no se atrevió a preguntar pero luego decidió que era mejor hacerlo.
-Yugi, todo lo que pasó... por qué?- preguntó. Yugi suspiró, ya era hora de decirle a Yami la verdad.
-Recuerdas aquél día cuando me dijiste que estabas enamorado de alguien?- El faraón asintió. -Bueno, solo digamos que... me molesté mucho y... no lo sé... dejé que mis sentimientos me dominaran. En realidad no estaba consciente del daño que te estaba causando. Sé que esa no es la mejor explicación pero es la única que tengo. Si no quieres perdonarme, yo entenderé- comentó el pequeño. Yami negó con la cabeza.
-Es suficiente explicación para mí. Debiste estar muy celoso-
-Si, MUY celoso- afirmó Yugi. No podía creer que Yami lo perdonara así nada más. Al parecer Ishizu y Kaiba tenían razón.
-Aun así no puedo creer que pensaras que yo podría enamorarme de otra persona que no fueras tú- habló el joven.
-Y yo no puedo creer que pensaras que yo podría odiarte solo porque me amas. Sobretodo si esos sentimientos son correspondidos-
-Bueno, no sabía eso hasta hace algunos minutos- comentó Yami. Yugi no pudo evitar sonreír. Se sentía feliz, Yami lo amaba. Ahora no podía pedir otra cosa.
-Eres maravilloso Yami- susurró Yugi.
-Y tú eres hermoso- contestó el faraón. Ambos jóvenes sonrieron y se abrazaron con fuerza. A veces encontraban sus labios en pequeños besos. El mundo ya no exitía para ellos, ni tampoco el tiempo. Hasta que Yugi recordó un pequeño detalle.
-Yami, aun tienes fiebre- recordó el chico. -Es mejor que te lleve a tu habitación, necesitas descansar- agregó.
-Aibou no me vas a obligar a quedarme enla cama hasta que esté bien, verdad?- preguntó Yami coninocencia, la cual pocas veces mostraba. Lo hacía parecer un niño, algo que muy pocos habían podido ver. Despuésde todo Yami siempre se comportaba frío y a veces distante con los demás, excepto con los amigos de Yugi, y con Yugi por supuesto.
-En realidad, eso es exactamente lo que pensaba hacer- respondió Yugi antes de levantarse con su Yami en sus brazos, quien en ese momento estaba haciendo un puchero digno de un niño de 5 años.-Además de que luego tendremos que ocuparnos de tu peso. En mi opinión estás muy delgado. Pareces la rama de un árbol- agregó.
-Gracias aibou, yo también te amo- contestó el joven con sarcasmo.
-Solo bromeaba, amor- comentó el chico antes de depositar un pequeño beso en los labios del faraón. -Ahora no quiero que salgas de la cama. Recuerda que estaré vigilándote- le dijo al llegar a la habitación y acostar a su yami en la cama. El joven solo le sacó la lengua.-Pareces un niño, sabes?- preguntó. Yami no contestó, solo se dio la vuelta quedando de espaldas a Yugi y simuló estar durmiendo.
Yugi solo sonrió. No podía creer que todo eso estuviera pasando. Jamás creyó que Yami lo perdonaría.
Pero ahora la vida le había dado una segunda oportunidad y no iba a desperdiciarla. Mientras tuviera a su Yami con él ya nada le haría falta... absolutamente nada.
Fin
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Magi Girl: se acabó. Aunque estoy pensando en hacer una continuación, pero no estoy segura. Así que dejaré que ustedes decidan n.n, quieren una continuación o lo dejo hasta ahí?
Bueno eso es todo por ahora
Gracias a todos los que dejaron un review!
Nos vemos
Matta ne!
