Dioses antiguos.

Solo había una cosa referente al Comandante Ikari sobre la que se hacían tantos chistes como respecto de su manera de juntar las manos frente a su boca cuando se sienta (en los baños habían ofertas para vacunar a la gente contra la gendohnitis, un extraño síndrome que causaba que a cualquiera se le quedaran las manos pegadas en la posición Gendoh) y eso era todo acerca de su hijo. Cuando llegaron a la sala de reuniones, Shinji Ikari ya se encontraba allí junto con los dirigentes principales de NERV, el Subcomandante Fuyutsuki y la Doctora Akagi. Shinji estaba allí sentado como el renacuajo apático que todos los que lo habían conocido juraban que era. A Raiko siempre le llamó la atención aquel chico, más que nada por el asombro de saber que él era el mejor piloto de Evangelions sin lugar a dudas, además de que de los tres primeros, él era también el mejor ejemplo de que era cierto lo que decían: hace falta ser todo un orate para ser piloto de Evas; aunque Raiko no podía hablar mucho al respecto, no solo por ser piloto de Tipe A, lo más cercano a un Eva que cualquier otra cosa en el mundo, sino porque además él estaba enamorado de una de esos orates. El amor no solo es ciego, también es cosa de locos.

Como piloto de Tipe A, así como también como soldado y como adolescente, a Raiko no le resultó muy placentero escuchar la exposición de los resultados de los estudios y la propuesta para las mejoras sugeridas por el condenado Dr. Lizst. Aquello no era más que un insulto para la dignidad de todo piloto de las Defensas Móviles Pesadas.

—Todos esos mimos que se le dan a los pilotos —decía el doc acerca de los privilegios que se les otorgaban— no son más que el resultado de un antiguo complejo de culpa arraigado en el subconsciente colectivo desde la época en la que se acostumbraban a realizar sacrificios humanos. Son conocidos los ejemplos de culturas como las precolombinas adoradoras del sol, en las cuales se trataba al elegido para un sacrificio como si fuera un dios hasta el momento de su muerte, o por otro lado también está el famoso último placer al que tenían derecho los samuráis antes de algún duelo, o más comúnmente el último deseo de cualquier condenado a muerte. Todas estas cosas ocurren debido a la culpa que sienten los que le sobrevivirán por causarles o exponerlos a la muerte. El efecto que esto tiene sobre nuestras unidades según mis arduos estudios, es completamente negativo, ya que todas esas cosas como permitirles adornar el exterior de sus Tipe A entre otras libertades que solo deberían ser disfrutadas por adultos maduros capaces de asumirlas con responsabilidad, les ocasionan muchas distracciones, no dejándoles concentrarse plenamente en el verdadero objetivo de sus misiones. Es por eso que recomiendo que todos esos privilegios sean suspendidos inmediatamente y que todos los pilotos sean sometidos a la más estricta disciplina militar tradicional.

—Qué montón de basura.

Todos se le quedaron mirando a Raiko, aquella frase se le había escapado de la boca sin querer, pero no podía darse el lujo de demostrarlo en aquel momento. Era el momento de permanecer firme, era el momento de defender los derechos de todos sus compañeros pilotos y no dudaría en hacerlo (menudo complejo de héroe ¿eh?).

—¿¡Cómo te atreves a interrumpirme...!?

—Tranquilo, Dr. Lizst —a Ikari tampoco parecía simpatizarle mucho el doc, la suerte de Raiko siempre ha sido envidiable— ¿Tiene algo que decir, Teniente Izanami?

—Sí señor. Al doctor se le están olvidando algunas cosas importantes: lo primero es que nosotros no formamos un ejercito tradicional. Hace un año todos estábamos jugando videojuegos como chicos normales y ahora vivimos como si fuéramos parte de la trama de uno de ellos. Somos adolescentes que se han visto obligados a matar o morir, niños que no dudan un segundo en hacer lo que sea necesario para resguardar a nuestro planeta, todo lo normal y tradicional en nuestras vidas nos fue arrebatado en el momento que elegimos o nos forzaron a pilotar los Tipe A. Nosotros sabemos que podemos morir en cualquier momento, pero no es por eso que buscamos nuestros así llamados privilegios, para nosotros no son tal cosa, son derechos que nos hemos ganado y a los que podemos optar por nuestros leales servicios y buen trabajo. No son distracciones, son todo lo que tenemos para aferrarnos y mantener la cordura, son lo único que tenemos que nos hace sentirnos como individuos dignos, símbolos del respeto que nos hemos ganado y de la gratitud que nos profesan por todo lo que hemos hecho aunque lo hayamos hecho sin esperar nada a cambio. Eso es lo que pienso, señor.

—¡Bah! No dices más que puros sentimentalismos tontos...

—¿No son los sentimientos, las emociones y las pasiones lo que nos hacen desear estar vivos? Y otra cosa ¿No aumentó el numero de suicidios en los pelotones europeos donde se experimento por primera vez su propuesta de pintar a todas las unidades con un color uniforme con el pretexto del camuflaje? Eso sí que fue bastante tonto. Actuaron como si no supieran de los avanzados mecanismos y dispositivos de rastreo de los Zcentraedi ni de las capacidades telepáticas de los Ángeles, luego cuando la depresión comenzó a hacer estragos entre las filas, muy convenientemente lo atribuyeron a otros factores, aunque misteriosamente y sin motivo alguno aparente restituyeron el derecho a adornar las unidades. Realmente me asombra que ahora vuelvan a insistir con eso aquí y ahora, mucho más cuando no se trata de una sola cosa que quieran quitarnos, sino de todo lo que nos hemos ganado con nuestra sangre, sudor y lagrimas. Francamente su insistencia y la de SEELE me hacen preguntarme que rayos esperan ganar con todo esto. ¿Acaso están buscando la manera de convertirnos a todos en drones sin cerebro?

—Teniente Azanami, creo que ya ha dicho suficiente, no es prudente que acuse a SEELE de estar tejiendo ningún tipo de complot sin tener pruebas —Lizst miró triunfante a Raiko, estaba seguro de que el discurso de un chiquillo no podía pesar más que todo su refinado trabajo intelectual, pero ¿Ya les mencioné que a Ikari tampoco le agradaba mucho el doc?— Dr. Lizst, aunque sus estudios muestren lo contrario, mi experiencia con el factor humano me dice que no es necesario implementar sus recomendaciones ya que tanto el rendimiento como la disciplina y la moral de los pelotones se encuentra en un punto estadísticamente alto, al parecer en buena medida gracias a los derechos que se han ganado los pilotos —ahora era Raiko quien no podía aguantar las ganas de sacarle la lengua a ese vejete engreído— pero sin embargo su propuesta de un método para controlar el verdadero potencial demostrado por la unidad 01 durante sus momentos de descontrol —Shinji apartó su mirada de admiración del incómodo Raiko, para asumir de nuevo su pose patética de siempre cuando estaba cerca de su padre— así que me gustaría que habláramos de eso enseguida.

Un repentino bip bip resonó en aquel momento, haciendo que la Mayor Katsuragi se levantara de su asiento muy avergonzada.

—Lo lamento, pero parece que me necesitan en otra parte, si no hay problema me retiro —en lugar de dirigirse directo a la puerta se acercó hasta Raiko poniéndole amistosamente una mano sobre el hombro— puedo necesitar algo de ayuda ¿Por favor, vendría conmigo Teniente?

—Desde luego, Mayor.

Él era todo un caballero, sencillamente no podía negarse, aunque eso significara alejarse de Rei y perder toda oportunidad de invitarle esa malteada que se había prometido a sí mismo que tendría el valor de invitarle. Miró por encima de su hombro para saber si ella estaba al menos algo interesada en él luego de todo lo que había pasado, pero nada, el único que le estaba mirando como si quisiera hacerlo su nuevo mejor amigo era Shinji. La suerte de Raiko es envidiable, pero solo a veces.