Totalmente opuesto.

Había más de un aspecto en el que los pelotones de las Defensas Móviles Pesadas se parecían a las pandillas callejeras, chicos al fin, no del todo civilizados y por lo tanto aún muy guiados por los instintos territoriales humanos, se ven unos a otros como rivales en una competencia interminable por mostrar quien es el mejor. Raiko sabía esto perfectamente, sabía muy bien que las peleas callejeras entre pelotones no eran poco comunes; también sabía que aquella era una costumbre estúpida, pero tampoco era que iba a dejar mal a sus compañeros, él estaría allí siempre que le necesitaran. Solo le tomó unos 15 minutos llegar desde su casa hasta el lugar señalado en el mensaje de Juri, un gran arcade en el centro de la ciudad. Apenas llegar, su amiga le saltó encima, tomándolo por un brazo y arrastrándolo con rudeza.

—¡Al fin llegas! ¡Vamos, date prisa! ¡El honor de nuestro pelotón está en juego!

—¡Hey, hey! —Se soltó con brusquedad, algo no estaba bien allí— Antes que nada ¿me puede explicar la situación, sargento.

Habló muy seriamente, otra persona se lo hubiera tomado más en serio.

—¡Déjate de tonterías y apúrate, Raiko! —Se aferró de nuevo a su amigo, halándolo con todas sus fuerzas— ¡Esto no puede esperar más!

—¡Basta, Juri! ¿Cuál demonios es la gran emergencia? ¡Yo no veo ninguna...! ¿Emergencia?

13 chicos de ambos sexos estaban parados junto a uno de los juegos, un segundo antes miraban al gran monitor del Mecha's Showdown Tournament 3 con sendas caras de frustración y amargura, pero al ver al enojado Raiko enseguida se animaron todos, brindándole al recién llegado una calurosa bienvenida.

—¿Juri —gruñó el teniente amenazadoramente— en qué quedamos respecto del uso de la palabra emergencia la última vez?

—¡13 de tus amigos han sido apaleados aquí...! —Una voz electrónica anunció el habitual game over, red player wins, forzando a Juri a reformular su frase anterior— ¡No, 14 de tus amigos han sido apaleados aquí! ¿Acaso aún no ves la emergencia, grandísimo tonto?

—¡Por última vez, bocona sin cerebro, una emergencia es: un incendio, un ataque de Godzilla o una cobra suelta en tus estúpidas pantis! ¿Entendido? ¡Perder en un videojuego no es, ni será nunca una emergencia! ¡Y todos ustedes, pensé que había quedado claro que no quería verlos a ninguno hasta el lunes, y que solo quería ver a aquellos que tuvieran el valor suficiente de aceptar nuestra nueva misión! ¿Qué parte de eso no les quedó claro?

—¡Aaaaayyy! —Furiosa, Juri levantó los puños frente a su pecho y comenzó a trotar en un solo sitio, halándole una oreja luego a Raiko para gritarle bien de cerca— ¡Quieres dejar de pensar como teniente por un segundo, cabeza dura! ¡Nosotros somos tus amigos, por eso fue que te llamamos, idiota! ¡Y no te atrevas a decirme que de verdad creíste que alguno de nosotros iba a dejar solo a los demás! ¿O acaso semejante tontería pasó por tu mente, ah?

Por un momento Raiko miró a su alrededor entre enojado, apenado y orgulloso de su grupo, ellos podían ser aún muy inmaduros a veces, pero no se podía negar que también eran inmensamente leales; lastima que aquel lindo momento no duró mucho, siempre hay un aguafiestas.

—¡Hey, kinders! —Aquella voz llena de arrogancia, tan chillona y molesta solo podía pertenecer a una sola persona; parada la puerta de la cabina abierta del simulador del juego con su metro y medio de pura peste gritona arpio-maniática e histérica como si fuera un gran as parado junto a su avión, ella solo podía ser— ¡Yo, la grandiosa Asuka Langley Souryu, la piloto numero 1 de Evangelions de todo el mundo, ya he derrotado a toda tu entera unidad de pilotos de segunda categoría! ¿Pero qué es esto? —Fijó su presuntuosa mirada en el recién llegado— ¿Acaso han pedido refuerzos? ¡Es inútil, solo le están arrojando pollos a los lobos!

Al final de esta última frase dejo escapar una larga e irritante risotada, al parecer al menos Raiko tendría un buen blanco al cuan dirigir su enojo aquella vez.

—¡Cabeza de incendio...!

—No, Juri. Déjame esto a mí —apartó a su amiga amablemente, al parecer estaba muy sereno, y de nuevo todo se desarrollaba en su mente como si se tratara de una película de samuráis— señorita Souryo, ha usted ofendido a mis amigos y mancillado el honor de mi grupo, normalmente al tratarse de una dama dejaría pasar todo esto con tan solo una disculpa, pero da la casualidad no solo de que estas dos monedas en mi bolsillo me sugieren que es nuestro destino batirnos a duelo, sino que además parece que no voy a tener que refrenarme con usted, ya que aún si fuera verdad lo que usted dice sobre ser la mejor piloto de Evangelions del mundo, jamás podría dejar escapar sin su castigo a una persona con tan malos modales como usted. Así que —mostró frente a sí las dos monedas como si la estuviera dejando escoger su arma— ¿Se encuentra usted lista para luchar?

Por un par de segundos la siempre alterada chica se le quedó mirando con el rostro vivamente encendido, ella quería estar furiosa, lo intentaba con todas sus fuerzas pensando a toda velocidad una respuesta ingeniosa que pusiera en su lugar a ese kinder presumido. Al fin le arrebató una de las monedas luego de aquel momento de duda, no queriendo reconocer la verdadera razón por la cual la sangre se le había subido a la cabeza.

—¡Vaya sujeto raro el que has llamado, tú niña marimacho! —Dijo refiriéndose a Juri, quien suele vestir un tanto masculinamente— ¡Veamos si al menos duras un poco más que los otros perdedores...! —Desde luego que iba a incluir un sobrenombre insultante al final de su frase, pero algo en los ojos de su oponente le cortó el aliento repentinamente, así que con sus mejillas haciendo perfecto juego con su bermeja cabellera, solo se dio la vuelta y regresó al interior del simulador, dedicándose entonces solo a configurar de nuevo sus preferencias.

—Raiko, —le detuvo un momento Juri antes de que él ocupara su puesto— sé que no es precisamente tu estilo, pero en vista de todo lo que nos ha hecho, solo por esta vez... ¿Podrías hacerla sufrir?

Raiko, siempre en su estilo de actor de cine samurai, habló muy seriamente sin voltear a ver a sus amigos, dándoles una lacónica respuesta.

—Les prometo que haré justicia. —Qué chico tan dramático, todos sus amigos estaban de acuerdo en que era divertido verlo; no era que no lo respetaran por eso, pero de todas maneras también estaban de acuerdo en que en esos momentos solo le hacía falta la típica musiquita triste de trompeta, la de las películas de los 70 ¿recuerdan?

Nivel 16, todos los mechas, los escenarios, y las armas primarias y secundarias así como sus municiones estaban desbloqueados. Se iban a enfrentar en el máximo nivel de dificultad, en el que no solo tenían que cuidarse el uno del otro, sino también de los muchos y poderosos enemigos dominados por la IA de la maquina. Era realmente un escenario de batalla solo para los más expertos y curtidos guerreros, pero al final de cuentas...

—Es solo un juego.

—¿¡Qué dices...!? —La ira inicial de Juri se tornó bruscamente en sorpresa— ¿Ayanami? ¿Y tú qué haces aquí?

—Todo este alboroto por un juego. No lo entiendo.

—¡No seas tonta, esto no es solo un juego!

—... —Miro hacia arriba en dirección de un gran letrero que prometía diversión y todas esas tonterías que siempre dicen en los centros de entretenimiento, sin querer, casi como por reflejo, Juri siguió la mirada de Rei, asumiendo una respuesta sarcástica en aquel silencio.

—Ya sé lo que dice allí, pero no es a eso a lo que me refiero. Está bien, esto es un condenado videojuego, pero lo que me motivó a llamar a Raiko desesperadamente no es ningún juego. ¡Esa cabeza de antorcha nos humilló a todos con su juego sucio, y no bastándole con eso ofendió nuestro honor como pilotos! ¿No puedes entender que esto amerita una venganza?

—La venganza es fútil —Juri sintió esas palabras como si fueran un sorpresivo puño reverso directo a su mandíbula, ni siquiera tuvo oportunidad de responderle a la silenciosa pero mortal Ayanami, su atención fue rápidamente desviada de ella por sus siguientes palabras calmadas— Es una... Estrategia interesante...

Juri sin darse cuenta dirigió de nuevo su mirada en la misma dirección de la de Rei, quien ahora al parecer leía las características configuradas por Raiko para su personaje. En el monitor que les permitiría ver la batalla desde afuera se podía leer claramente: Basic C Mecha, High Speed, Medium Armor, Main weapon: Plasma Sniper Rifle, Sub Weapon 1: Hypersonic Blade, Sub Weapon 2: Medium Range Selfpropoulse Spread Granade. Juri abrió los ojos desproporcionadamente, en un santiamén y como de costumbre perdió el control y comenzó a gritarle a Raiko, golpeando la ventana junto a él con sus puños desesperadamente.

—¿¡Qué rayos crees que haces!? ¿¡No ves el tamaño de bestia mecha que esa desquiciada ha configurado!? —En efecto Asuka había elegido al máximo y más pesado de todos los modelos disponibles, con todas las armas más poderosas y demás exageraciones— ¡NO, no presiones el botón de inicio aún! ¡Todavía tienes chance de arrepentirte, Raiko...!

—Déjalo. —Toda la furia de la aguerrida sargento se dirigió de pronto hacia aquella entrometida de Ayanami, estaba totalmente dispuesta a darle un buen pedazo de su mente a la morosita, pero justo cuando se dio la vuelta escuchó el clásico blattle start de los videojuegos, dejándole claro que en ese momento de distracción había perdido la oportunidad de salvar a su amigo; por eso ahora no podía dejar de mirar a Rei con rencor creciente, sobretodo ante el hecho de ver que obviamente eso a ella la tenía sin cuidado.

El escenario era extenso, su paisaje era el de desiertas montañas pedregosas y rojizas, por sobre toda su extensión se podía ver un intrincado laberinto de cañones, túneles y valles. Cada jugador comenzó en un punto contrario del mapa, por lo que debían atravesar todo el lugar para poder enfrentarse el uno al otro, teniendo por lo tanto que verse obligados a luchar contra los ya mencionados enemigos virtuales programados para agregar dificultad y emoción al juego; dificultad que se agravaba si pensamos que ambos contaban con munición limitada, así que de gastar todo su parque en los pequeños obstáculos, desde luego que ya no podrían hacerle frente a su oponente o lo harían con gran desventaja, sobretodo para Raiko debido a su elección, misma que mantenía angustiados a todos sus amigos.

—Maldita sea. ¿Por qué eligió a ese modelo si los hay mejores?

—¿Qué rayos está haciendo? En ese nivel con tan pocas armas no hay manera de que gane.

—Es cierto, son demasiados enemigos bien armados contra él solo, sin importar cuanta munición gaste la desaforada esa en ellos, aún le quedará más que de sobra para convertir al teniente en coladera.

—¿Coladera? ¿No tienes una frase más original? —Aquel chico de aspecto extravagante trató así de aliviar la tensión, sin éxito.

—¿No te gusta ese utensilio de cocina, Hoori? —Juri le salió al paso enseguida, tenía rato esperando encontrar a alguien con quien pagarla— ¿¡Qué te parece si en lugar de eso lo vuelven confeti o quizás te gustaría usar las minúsculas piecitas que queden regadas de él por todas partes como lentejuelas en una de esas faldas largas que te pones!? ¡¡¡GÓTICO AFEMINADO DEL DEMONIO!!!

—Fiiiuuu... Debes estar muy enojada de verdad. Nunca habías dicho nada así de mi ropa. No es justo, pensé que te gustaba...

—¡Hey, kinders, dejen el escándalo allá afuera! ¡Se van a perder de cómo aniquilo a su amiguito!

—¡Bruja bocona cabeza de fósforo! ¡No hables tan deprisa! ¡Raiko es muy capaz de darte una paliza, ya lo verás!

—Qué bueno que diriges tu rabia fuera de tus amigos, Juri, y me alegro de que hayas recuperado la fe.

—¡Tú cállate, Hoori! —Desvió de nuevo su mirada de odio de vuelta primero a Asuka y luego a la siempre inconmovible Rei, por un momento solo deseo que ambas se incendiaran espontáneamente en ese mismo instante, pero en realidad no estaba meditando bien en sus motivos, solo las odiaba y eso era todo, o por lo menos eso creía— ¡Jah, Maldición! —Se sacudió bruscamente un inquietante pensamiento de su cabeza— ¡Vamos, Raiko, sabemos que tú puedes! ¡Vamos todos, a animar!

Más o menos militarmente obedientes pero no del todo convencidos, algunos más que otros, todos los miembros del pelotón comenzaron a vitorear a su líder y amigo. Mientras tanto, con esa mezcla tan natural en ella entre atención, seriedad y apatía, Rei observaba el desarrollo del virtual combate, y como siempre nada parecía sorprenderle, tal y como si siempre supiera lo que va a pasar de antemano, y como siempre, si es que esto era así era imposible saberlo, ella sí que sabe como guardar silencio al respecto.

Cual si fuera un búfalo desbocado armado con cientos de lanzamisiles, la estrategia de Asuka no podía ser más sencilla: reducir a polvo gracias a su poder de fuego a todo lo que se moviera o cambiara de color. Nada discreta mostraba toda su adorable personalidad en su forma de pelear, por eso actuaba como un Hulk sumamente borracho, violento y sumamente armado, sin importarle atravesar paredes arremetiendo contra ellas mientras se abría paso por el mencionado laberinto en búsqueda de aquel chico extraño y hablador; nunca antes, o por lo menos desde que conoció a Shinji, había querido tanto aplastar a nadie. Esa chica es tan extraña respecto de sus sentimientos.

Las únicas pistas del paradero de su rival eran las partes que dejaba atrás de sus enemigos derrotados junto con sus armas vacías, moviéndose sigilosamente y usando tácticas de comando y guerrilla, Raiko, valiéndose de toda su astucia eliminaba a los mechas de la maquina usando más que nada su primer arma secundaria para luchas cuerpo a cuerpo y en espacios cerrados, siendo la razón de que su oponente no encontrara munición en las armas enemigas el que él procurara gastarla toda, aprovechándola lo mejor que podía en contra de aquellos que iba dejando acabados luego de caer en sus trampas. En cualquier encrucijada, ya fuera oculto entre las estalactitas del techo de una caverna o debajo de un montón de sus oponentes convertidos en chatarra, en el momento más propició era capaz de aparecer Raiko armado con una sud-ametralladora en cada mano, soltando una ronda de sus granadas o simplemente apuñalando a un enemigo en un punto débil con su cuchillo para inutilizarlo en silencio sin mayores complicaciones. Todo esto estaba al mismo tiempo llenando de esperanza los corazones de su cada vez más reanimados compañeros, al mismo tiempo que enojaba cada vez más a su principal oponente; a quien lo que más que todas las tácticas y bien planeadas estrategias empleadas a su juicio solo para hacerla quedar en ridículo, le estaba enloqueciendo (eh... es decir, enloqueciendo aún más) era esa tonadita que Raiko no dejaba de tararear constantemente; misma que él empleaba en aquel momento para distraerse de la estridente música del juego y así mantener más fácilmente la calma que necesitaba, pero no que el que pudiera desequilibrar a Asuka (otra vez, desequilíbrala aún más) fuera un efecto secundario nada despreciable.

—¡Maldito kinder con complejo de chicharra! —Con una ráfaga de cohetes derribó a un buen grupo de los robots enemigos— ¡Aparece y pelea como los hombres!

—¿Qué sucede, señorita Asuka? Ta-taata-aataa... ¿No está disfrutando el juego? A propósito, no me parece que esté sonando como una chicharra. Quizás si luego vamos al karaeoke se dé cuenta de que en realidad no cantó tan mal que digamos...

—¡Maldito seas, deja de esconderte! —Una pequeña explosión se escuchó, estuvo acompañada de un ligero estremecimiento dentro de la cabina del simulador de Asuka— ¿Qué es esto, un disparo critico al brazo izquierdo? ¿Cómo...?

—Raiko Izanami no se esconde de nadie. —A todos sus amigos se le subió el corazón a la boca al ver al siempre heroico Raiko, o por lo menos a su personaje de pie en la cima de una montaña, plenamente descubierto y con su rifle humeante en la mano.

—¡Allí estás! ¡¡MUERE!! —Esos eran sus últimos mísiles, pero no eran para nada pocos, aún con la buena ronda de granadas expulsadas por Raiko a manera de pared defensiva antes de saltar tras la montaña, unos cuantos lograron pasar tras las explosiones y la espesa cortina de humo, por lo que Asuka se alegró triunfante— ¡Eso es, he ganado! ¡¡Eres historia presumido pilotillo de tercera!!

—El juego no termina hasta que uno es derrotado.

—¿Qué? ¿Es esa la voz de la niña modelo? ¿Pero qué...? ¡Aaaaaarght! —Una explosión muchísimo mayor que la anterior hizo sacudir la cabina de Asuka como si fuera a desarmarse, luego de por fin poder levantar la vista y todo dejara de moverse, ella pudo constatar que todo su sistema mayor de armas, entre los que aún le quedaban un par de fuertes bombas que pensaba usar como último recurso, había estallado por completo por causa de una serie de certeros disparos directos, de no ser por el extremadamente grueso blindaje de su mecha no habría sobrevivido, aunque desde luego estaba bastante maltrecha y prácticamente desarmada.

—Le tengo una sugerencia, señorita Asuka.

La encolerizada muchacha miró hacia uno de los monitores de realidad virtual a su derecha, solo para descubrirlo a él apuntándole con su rifle, tirado sobre su espalda a un lado de la montaña, sin su brazo izquierdo y al parecer casi tan averiado como ella en comparación a sus respectivas fuerzas.

—Si estás pensando que aceptaría rendirme ahora solo porque aún te queda un arma ¡Estás sumamente equivocado! ¡Ahh! —Asuka había escuchado el chasquido del gatillo del rifle con el que muy fácilmente le habría arrancado la cabeza, y estando tan metida en el juego reaccionó con natural temor al encogerse sobresaltada dentro de su cabina intentando instintivamente de esquivar aquel disparo que en realidad nunca ocurrió— Maldito seas... ¿¡Acaso tratas de burlarte de mí!?

—Sin munición, la he gastado toda, incluso la de la ametralladora que perdí junto con mi brazo al destruir sus mísiles —levantó su arma vacía como para contemplarla antes de arrojarla lejos de sí— esto es lo que me gusta de esta dimensión irreal, aquí sí vale la pena intentar tonterías como esa solo por diversión.

—Tienes una forma de hablar bastante molesta ¿lo sabías? —Sus ojos llenos de su enloquecida furia se clavaron en la imagen del mecha azul claro de Raiko, ahora más que nunca deseaba destruirlo con toda su alma; mientras disimuladamente trataba de comprobar cuan móvil permanecía su propio vehículo, por lo que decidió seguirle un poco la corriente— ¿Acaso crees estar metido dentro de una estúpida película de acción? ¿Estás ahora improvisando el triste final de uno de esos ovas de las series famosas de Anime? ¿¡Quién se supone que eres, el héroe que muere al final de la cinta!? ¡A nadie le gustan esos finales cursis!

—¡Hum! Qué falta de gracia. Además de todas sus carencias también le hace falta un poco de sentido dramático y estético, es una lastima —lentamente se puso de pie, echando mano a su cuchillo y mostrándoselo a su rival a manera de una sutil y triste invitación a terminar con todo de una vez. Otra cosa que es una lastima es que lo sutil no es precisamente el fuerte de la segunda elegida.

—Al parecer no tienes idea de lo ridículo que te vez en todas tus poses teatreras —levantándose por fin se puso en guardia con la firme idea de arrancarle cada parte restante de su cuerpo hasta que su victoria fuera de una vez anunciada— Tampoco tienes idea de cuanto te odio en este momento. ¡Ven y pelea de una buena vez!

—Tal y como dije —empuñó su puñal con la hoja invertida y lo encendió antes de agacharse ocultando su arma tras de sí— sin ningún sentido dramático ni estético.

De nuevo se quedaron inmóviles, en silencio y dejando comer ascuas a casi todos los que observaban la pelea al borde de un ataque de nervios.

—Muerte súbita.

—¿Muerte súbita? —Repitió intrigada Juri al escuchar salir estás palabras de la boca de Rei; no hizo falta que preguntara nada más, su significado le quedó perfectamente claro al ver lo que ocurrió a continuación.

Era una escena clásica del anime, uno corriendo hacia el otro dispuesto a dar ese típico golpe final y decisivo tras el cual uno de los dos caería derrotado luego de un par de segundos de suspenso. Asuka gritaba como si quisiera expulsar un dragón por su boca, su único plan era arroyar a su oponente para destruirlo a pisotones; por un mínimo instante miro afuera de su cabina esperando ver los rostros devastados de los pilotos antes derrotados por ella, pero en su lugar lo primero que se encontró fue a Rei, quien ya no estaba mirando al monitor como todos los demás, sino que mantenía su tan conocida mirada fija sobre algo más. Fue increíble para ella descubrir que de hecho podía ver aquella imagen reflejada en los ojos serios de su odiada niña modelo, era un rostro, cejas gruesas y fruncidas, ojos fieros firmemente concentrados, labios ligeramente tensos y curvados hacia abajo; era el rostro de Raiko, un rostro sin odio ni enojo, solo pura y simple determinación. Aquel estremecimiento en su corazón fue prontamente seguido por las sacudidas dentro de su cabina, en aquel momento de distracción quedó imposibilitada para reaccionar apropiadamente ante las dos puñaladas que había recibido, la primera al ser esquivada por él con un giro hacia su derecha, llevándose la empuñadura del puñal al pecho antes de proferirle una profunda herida en el abdomen que dañó su sistema de control de las piernas, y la segunda de manera descendente en su espalda mientras caía, la cual destruyo por completo su celda de energía, desprotegida luego del debilitamiento de su blindaje ocasionado por la explosión de sus pesadas bombas.

Game over, blue player wins.

Todos los del pelotón de Raiko estallaron en animados vítores para su amigo vengador, por así decirle, muy arrepentidos por haber dudado de él. Sabiendo lo acostumbrados que están a hacer escándalo por nada, rápidamente les perdonó por su desconfianza, prestándole poca atención a sus elogios, algo más había atrapado su atención.

—¡Raiko, muchachote rudo! —Juri fue la primera en saltar a abrazarlo emocionada— ¿Cómo pude haber dudado de ti?

—¿Rei...? —Le había devuelto el abrazo a su amiga, pero de pronto la hizo a un lado y pareció ignorar a todos los demás— Pensé que para este momento ya te habrías ido.

—Tu chaqueta, no podía irme sin devolvértela.

—¿Has presenciado toda la pelea?

—Aquí tienes tu chaqueta. Adiós.

—Espera, por favor. Me gustaría acompañarte a tu casa, a esta hora las calles ya no son tan seguras como antes.

Rei le miro de soslayo— No puedo impedirte que hagas lo que quieras —igual que las otras veces echo a andar sin fijarse si le acompañaban o no, Raiko les hizo una seña a sus amigos de que regresaría en un rato, pero no le fue tan fácil marcharse.

—¡Alto allí, kinder odioso! —En la cúspide de su exacerbación furiosa, Asuka había salido de su cabina y detuvo a Raiko halándolo bruscamente por el hombro— ¡Ni pienses que voy a dejarte ir así nada más! ¡Exijo la revancha inmediatamente!

—¿Qué te pasa paliducha, no te gusta perder? ¡Has recibido tu merecido, apestosa per...!

—¡Juri! —Raiko meneó lentamente la cabeza, no quiso permitir que su amiga cometiera ese error, luego miro a la furiosa chica ante él con gran serenidad y tomándola amablemente por la mano con la que le había detenido— Los juegos son solo juegos; diferentes son los sentimientos, que son reales, y se notan en las palabras que decimos. Señorita Asuka, me parece mejor si dejamos esto para después, cuando no esté tan alterada.

La mayor frustración de la segunda elegida en aquel momento era no poder permanecer enojada por más que lo intentaba, no quería aceptarlo pero aquel chico extraño y que lo más seguro para ella era que estaba fingiendo toda esa madures, la verdad era que estaba llegando a gustarle bastante. No lo soportaba, ya no quería tenerlo cerca; de un tirón separó sus manos y apartó sus miradas, quedando entonces parada de perfil frente a él, trató de hablar lo más seria que pudo, temiendo que la voz se le quebrara por las inmensas ganas de llorar que sentía.

—Te dejare escapar esta vez, tampoco eres tan importante —sacudió su cabello con su mano despectivamente— ahora vete, se te está escapando la niña modelo.

Raiko no dijo nada más, dejándola conservar su orgullo con la última palabra, solo se dio la vuelta y haciendo su mayor esfuerzo para no salir corriendo al ver lo lejos que ya iba Ayanami, con paso firme se alejó, conteniendo el aliento para no soltar aquel pesado suspiro acompañado por su pequeña maldición a su gusto en mujeres. Los tres se alejaron, dejando atrás a los chicos del pelotón sumidos en una profunda confusión, por un momento sus claras intenciones eran las de abuchear a la chica pesada que tanto los había humillado, pero luego del discurso de Raiko se les habían quitado todas las ganas, ahora solo les quedaba la confusión, no sabían si irse ellos también a casa o por lo menos aplaudir un rato luego de haber presenciado toda aquella escena. Hubiera sido una genial escena en cualquier película, aún con todos los clichés.