Buenos amigos.

—¿En serio no le viste nada raro a Raiko hoy, Hoori?

Ya conocemos un poco a Juri, a quien le hablaba era al sargento Hoori Mishima, el mejor francotirador de las Unidades Móviles Pesadas de La Tierra, cosa imposible de imaginar viéndolo vestido de civil, con su extravagante look gótico que incluía aquella larga falda negra con una cruz trebolada roja en su parte frontal. Aquel larguirucho y pálido chico se encontraba en ese momento jugando al Súper Wak-a-Mole, arremetiendo contra los topos de peluche que aparecían a su alrededor con ese enorme mazo de goma, mientras que conversaba despreocupadamente con su muy intrigada amiga.

—¿Notarle algo raro a Raiko? ¡Ja! Jamás he conocido a nadie más extraño que él, cuando lo vea haciendo algo normal será cuando me sorprenda.

—Mira quien habla, pelos necios.

—¡Oye, oye! No te metas con mi peinado. Además, yo podré ser extraño por gusto, pero incluso yo encajo en alguna parte, que es más de lo que se puede decir de nuestro amado líder... ¡Toma eso maldito topo!

—Como sea... De todas formas no estoy hablando de algo raro en él-él, a lo que me refiero es a que si no le encuentras nada raro a que él estuviera acompañado por Ayanami.

—¿Qué tiene eso de raro? ¡Topos del infierno, conozcan mi ira! Tú misma me dijiste que la habías visto allá en el edificio, ¿no le prestaste tus llaves y todo a la chica para que encontrara a Raiko con facilidad?

—Sí, bueno, lo hice, pero...

—¡Oh, ya veo! —Hoori volteó a verla con los ojos entornados y una picara sonrisa— ¿Acaso estás celosita, Juri adorada?

—¿¡De qué diablos hablas, celosa de quien o por qué!?

—No tienes que hacerte la tonta conmigo, todos sabemos lo que pasó entre ustedes... ¡¡AUCHT!! —Con impecable puntería, Juri logró asestarle un buen mazazo volador al imprudente Hoori por aquel comentario, pero aún así, contrario a lo que se esperaría ella no estaba en realidad furiosa.

—La verdad, Hoori, no se trata de eso. Él y yo estamos muy claros con nuestros sentimientos, así que no me molestaría verlo con otra chica. La cuestión es que me extraña mucho que ella viniera con Raiko, es más, en el momento no lo pensé porque estaba toda alterada por tu llamada y todo lo demás, pero si pensamos en que NERV tiene su propio servicio de mensajería ¿no es extraño que ella misma en persona se prestara para llevarle algo a Raiko?

—No es tan extraño, recuerda lo famosa que es por su informalidad nuestra nueva superior: la Mayor Katsuragi. ¡Hum, como deseo comenzar a trabajar pronto con esa ricura!

—¿Te darás cuenta de que ella en realidad nunca se dejaría tomar fotos como las que bajaste de Internet, no es así, travestí depravado?

—En primera —con un salto mortal atrás se bajó del juego ya habiéndolo terminado e introducido sus iniciales en la lista de records, quedando entonces parado junto a su amiga— es un deseo natural del hombre joven el sentir curiosidad por la anatomía femenina, y en segunda, si se trata de ver a alguna chica sin ropa, no sabría explicarte por qué, pero yo prefiero que tenga un rostro conocido en lugar de estar mirando a una completa extraña, por eso es que he estado intentando convencerte desde hace tiempo, pero... ¡AUCHT! ¡Eso me va a doler por la mañana!

—Fue mi pisotón especial contra atrevidos, así que espero que te duela por más de una semana al menos. ¡Demonios! —Pateó el suelo molesta— ¡Aún tengo mucha curiosidad sobre que será lo que quiere Ayanami con Raiko!

—¿No que no estabas celosa...? ¡No, en la cara no, arruinaras mi maquillaje!

—Tonto —le empujó por el hombro— estoy hablando en serio.

—Lo siento. Oye, ¿no has considerado la posibilidad de que sea Raiko quien quiera algo con ella?

—No seas ridículo. Vamos, invítame un refresco, es lo menos que me debes por las sombras que me gastaste.

—Ya te dije que te las repondría a fin de mes; y no me cambies el tema, no has respondido a mi pregunta, ¿no crees que así como yo espero poder consumar mi ardiente amor apasionado algún día con mi adorada Misato, Raiko esté buscando lo mismo con Ayanami?

—¡Oh, por favor! —Se alteró la sargento— En primer lugar: ¿qué rayos te hace pensar que una mujer adulta y sofisticada como Misato Katsuragi, que te dobla la edad, va a fijarse en un desastre de la moda como tú...?

—Hey, las perversiones existen y los casos de abuso infantil ocurren todo el tiempo, así que si ella desea aprovecharse de mi inocencia, yo no la juzgare sino solo en base a su pericia sexual.

—...Y en segundo lugar, grandísimo obsceno, ¿podrías decirme que rayos le podría ver Raiko a una chica como Rei Ayanami? —Comenzó a hablar en tono sarcástico— A ver, ¿podrá ser esa mirada perdida que siempre trae? ¿Su insípida palidez? ¿O acaso será que a Raiko le fascina como luce en su ventiunico uniforme gris? Que ni siquiera es como los de las chicas vestidas de marineritas que aparecen en las películas hentai que tanto te gustan, sino largo, holgado, absolutamente nada llamativo y que ni siquiera insinúa la más mínima curva. ¡Vamos! ¿Por qué no me lo dices? ¡Dame tu opinión! ¿¡Qué recontradiantres crees tú que le podría ver mi Raiko a esa chica de algodón y papel!?

El avasallado Hoori se le había quedado mirando con el mismo respetuoso temor con la que la miraban todos los que habían presenciado aquel vehemente despliegue de rabia.

—Bien, Juri... Si lo pones de esa manera...

Había una hermosa luna creciente aquella noche. ¿Qué las calles se habían hecho menos seguras que antes? ¡Por favor! Con la drástica reducción en la población y el constante temor a los ataques Zcentraedi y de los Ángeles las calles nunca habían sido más seguras por las noches en toda la historia de la humanidad, así que eso de la inseguridad solo había sido una excusa de Raiko para convencerla de que no se fuera sola a su casa. Nuestro buen chico no podía dejar de ser el caballero andante que siempre era, en especial con ella.

Caminaban uno al lado del otro en silencio (¿Extraño, verdad?), ella llevaba puesta la chaqueta de Raiko sobre los hombros y él trataba de calentar sus manos metiéndolas en sus bolsillos, cosa que siempre le ayudaba a camuflar esas emociones que se le notaban tanto en su físico cuando de alguna forma u otra aquella abrumadora belleza que él veía en Rei era resaltada de cualquier manera, como el brillo de su cabello bajo la luz de aquella luna que ya mencioné.

—Ella no te dejará en paz ahora.

Raiko no respondió enseguida de ninguna manera, de hecho le tomó unos cinco segundos reaccionar y darse cuenta de que Rei en realidad había hablado y que no era un producto de su imaginación.

—Eh... Disculpa ¿me decías? —Ella repitió sus palabras de nuevo sin mirarlo siquiera al igual que la vez anterior— No comprendo, ¿te refieres a Asuka? ¿Qué quieres decir?

—Solo eso.

Que desilusión, el pobre Raiko ya tenía esperanzas de que fueran a conversar de verdad esta vez. De todas maneras insistió, él no es de los que se da por vencido fácilmente.

—Yo solo le gané en un videojuego, no es como para que se valla a poner psicotica conmigo ahora.

—¿Siempre peleas así?

"¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!" Pensó Raiko disimuladamente emocionado, quizás si había esperanzas después de todo.

—¿Cómo si creyera que voy a vivir para siempre? No, esa forma de pelear es algo que me gusta hacer por diversión, verás, es que yo creo que de eso es que se tratan los juegos.

—¿De hacer cosas que no harías de ordinario?

—De divertirse.

—Divertirse...

—Así es. ¿No hay algo que te guste hacer solo por diversión?

—Por la cara que tenías más bien parecía que te lo estabas tomando muy en serio.

—Je... La verdad es que estaba muy metido en mi personaje.

—¿Cuál, el de robot de combate?

—No... Es que yo... Por favor olvídalo, de seguro te parecerá tonto. Es algo muy infantil de mi parte.

—Quiero saberlo.

Raiko quizás estaba alucinando, pero por un segundo le pareció escuchar un ligero tono autoritario en la voz taciturna de su adorada Rei; desde luego, no podía negarse, se detuvo al instante y miró a la luna y a su reflejo sobre el tranquilo mar, luego volteó a mirarla a ella de nuevo, tan próxima a él y mirándolo tan fijamente.

—Mis padres eran grandes actores del teatro y el cine independiente, uno de los papeles con el que más relacionaban a mi padre era con el del gran héroe samurai, ya sabes, el gran hombre honorable, el justiciero al parecer invencible, de gran dureza y pocas palabras. Yo crecí viéndolo interpretar ese papel, muchos otros también, pero era ese en especial el que mejor le sentaba porque él lo vivía dentro y fuera del escenario.

—Y tú quieres ser como él.

Raiko desvió un poco la mirada como avergonzado, mirando de nuevo a la luna.

—Sí, en parte es así. Y en parte la verdad es que a lo que realmente quisiera dedicarme es a la actuación; yo... siento esa necesidad.

—...

—La necesidad de actuar. —Se llevó una mano tras la cabeza y continuó hablando con una enorme sonrisa y sus ojos entornados— Fue por eso que no pude resistirme a interpretar a un héroe vengador ante la señorita Asuka y mis amigos hace un rato; si lo piensas bien, considerando que ella había matado a todos mis amigos, la arrogancia que mostraba y hacía de ella una perfecta villana, toda la cuestión del duelo y demás cosas que sucedían, me parece que tienes que reconocer que esa escena hubiera sido genial en una película. ¡Hasta efectos especiales y todo teníamos! ¡Jajajajajajaja!

—Entiendo. Entonces esa no es tu verdadera forma de pelear. —De pronto se dio la vuelta y siguió caminando en silencio, dos pasos después Raiko se sobrepuso a la gran confusión que invadió su mente e hizo un esfuerzo por alcanzarla de nuevo.

—No del todo... ¡Espera un segundo! ¿A qué te refieres, Rei? ¿Acaso estabas juzgando mi carácter en base a como estaba jugando? —Su corazón se acelero con anticipada alegría por la respuesta que esperaba escuchar y que para él significada que de alguna forma había despertado al menos algún interés en ella.

—Sí.

—No entiendo, ¿por qué lo hacías?

—Porque creí que estabas luchando en serio.

—No me refiero a eso, lo que quiero saber es porque te interesaba...

—Ya llegamos. Gracias por tu chaqueta y por acompañarme. Buenas noches, Raiko.

Sorprendido por aquel corte violento y suponiendo que lo mejor era no insistir, el ya exhausto Raiko decidió que era mejor dejarlo así por esa noche.

—Buenas noches, Rei. Que descanses. —Se dio la vuelta para marcharse, doblando su chaqueta sobre su brazo.

—Raiko.

Como por un extraño reflejo condicionado, él se volteo a mirarla, parándose firme y un poco sonrojado.

—Mañana pienso ir a nadar a la piscina olímpica que tienen en NERV. Suelo ir a eso de las diez de la mañana y últimamente no ha estado yendo nadie más que yo en los días en los que voy.

—Ya veo, ¿hay algo que pueda hacer por ti?

—No es prudente nadar sola, así que me preguntaba si podrías acompañarme mañana.

¿Ella y él solos en una piscina, así tan de repente? Ahora sí que aparte de atónito estaba sonrojado de verdad. Su mente adolescente se disparó a fantasear, así que le tomó un par de segundos poder responder, tartamudeando además.

—Y-yo... Claro... No ha-ay problema. Te puedo pasar buscando...

—No hará falta, me harías un gran favor si me esperaras allá solamente.

—¡Entendido!

—Muchas gracias. Entonces, nos vemos mañana. —Se inclinó un poco a modo de respetuosa despedida y entró al edificio sin esperar respuesta.

—¡Sí! —Tieso como una tabla, a Raiko le costó un poco de trabajo devolverle la reverencia. Una vez que Rei ya lo había dejado solo, se encaminó hacia el portón del estacionamiento, caminando como uno de esos torpes robots de juguete, hasta que por fin al dar la vuelta junto a la tapia y seguro de que ni ella ni nadie podía verlo en aquel momento, satisfizo su vergonzoso placer culpable con una fuerte inspiración dada con su rostro sumergido en el interior de su chaqueta, en efecto impregnada con el sutil olor de Rei.

"Soy una vergüenza" dijo para sí mismo, y en realidad lo era; pero al menos era una inocente vergüenza, feliz y afortunado.