Capítulo 2

Sirius no se movió. Cuidadosamente, trató de acercar su mano a la varita que tenía guardada en la túnica. Sintió que la punta de la espada hacía presión contra su espalda.

-Gabriel, fíjate si esta armado-ordenó la voz femenina. Sirius todavía no podía ver a la persona que hablaba, pero por la voz, parecía alguien bastante arrogante. Un muchacho rubio de unos 22 años se acercó a Sirius. Lo revisó con cuidado cada bolsillo de la túnica, hasta dar con la varita. La extrajo satisfecho, con una amplia sonrisa. Se puso de pie.-Gracias-le dijo nuevamente la voz de la chica.-¿Quién te envía?-le preguntó imperiosa a Black.

-Nadie-le respondió él. No entendía a donde quería llegar. Escuchó una risa de la muchacha, y otras risas que se le unieron luego.-Mira, no se que es lo que sucede acá, pero no me agrada hablar con alguien que me tiene a punta de espada contra el suelo, a quien no puedo mirar a los ojos-se quejó Sirius. Las risas cesaron. Tragó saliva. Esperaba no haber ofendido a la portadora de la espada. Pero repentinamente, la espada dejó de hacer presión contra su espalda, y dos manos fuertes lo tomaron por los hombros, levantándolo. Dos hombres más grandes y fuertes que él lo tenían ahora sujeto de manos y hombros, manteniéndolo parado frente a una figura.

Delante de él, con un rústico vestido en tonos oscuros de verdes y grises, estaba parada una muchacha que debía tener su edad. Sus ojos eran miel, y el cabello era de un tono marrón, que le caía como una larga cascada por los hombros. Era alta y delgada, de tez blanca, y expresión calma. En la mano derecha, apoyando la punta contra el piso, sostenía una larga y filosa espada, muy delicada y labrada. Colgando de su espalda, Sirius notó que tenía un arco y un canjad lleno de flechas. Alrededor de ella y él había un gran círculo de hombres y mujeres todos jóvenes, de no mas de 30 años, todos armados, algunos con las espadas en manos, otros con los arcos en mano, y una flecha tendiendo peligrosamente en su dirección.

-¿Ahora está contento, señor?-le dijo burlonamente la muchacha, sonriendo de lado. Sirius asintió, sin dar crédito a lo que veía.-Excelente. Entonces decidme ahora quien eres,-le ordenó ella, borrando su sonrisa.

-Me llamo Sirius Black- respondió él. Los murmullos crecieron entre la gente.

-¿Black?-le dijo ella sorprendida, adelantándose hacia él. Él asintió- ¿qué relación tienes con Augustus Black?-le preguntó ella. Sirius trató de hacer memoria. Augustus Black... si, lo recordaba. Era un viejo pariente de él. Una "oveja negra" en la malévola familia Black... como él.

-Es un pariente algo lejano.-dijo él, sin comprender como ella lo conocía. La muchacha levantó una mano, e instantáneamente, todos bajaron los arcos y las espadas. Ella misma guardó la suya en la funda que le colgaba de la cadera. Hizo una seña a los hombres que sostenían a Sirius, que inmediatamente lo soltaron.

-Mi nombre es Shannon, un placer-le dijo ella extendiéndole la mano izquierda para que la besara. Sirius notó que en uno de sus dedos había un hermoso anillo de oro, en el cual había un escudo finamente tallado... un escudo que se le hacía extrañamente conocido. Sin comprender mucho lo que sucedía, Black tomó la mano de Shannon y le besó el anillo, en muestra de obediencia. Ella sonrió complacida. Luego, giró a mirar al resto-Ya es tarde, y se avecina una tormenta. Busquemos refugio-ordenó. Instantáneamente, todos fueron a buscar a sus caballos, amarrados a los árboles cercanos, y de los cuales Sirius no había notado la presencia. –Sígueme-le dijo Shannon, luciendo una alegre sonrisa, y por primera vez, Sirius vio en ella a una joven adolescente, y no a una imperativa guerrera. Caminaron hasta un caballo completamente negro. Shannon lo acarició con suavidad, y el caballo soltó un relincho.-Este es Pegaso, mi caballo.-le dijo a Sirius, luego giró para señalar otro caballo, también negro.-Y este es Ghost, ¿lo reconoces?-le preguntó ella, como si aquello fuera una especie de prueba. Sirius negó con la cabeza.-Era el caballo de Augustus.-le dijo ella, y Sirius notó cierta tristeza en sus palabras-Ahora será tuyo. Cuídalo, es un gran corcel-le comunicó, y sin más que decir, se subió a Pegaso, lista para partir. Pero Sirius permaneció unos segundos mirando a Ghost, con expresión confundida.-¿Qué sucede?-le preguntó Shannon.

-Bueno... yo... yo no se montar muy bien a caballo-le confesó Sirius. Shannon levantó las cejas, en completo asombro. Pero luego sonrió.

-Ghost es un excelente caballo, como ya te he dicho. No te preocupes, será él quien te llevara, y no tu a él, por lo menos hasta que sepas dominarlo-le comunicó ella. Ya más confiando, Sirius subió al caballo. Se sentía confundido. ¿Dónde estaba? ¿Por qué estaba ahí? ¿Quién era esa gente? ¿Y por qué Shannon conocía a ese familiar tan lejano? Le parecía extraño que Ghost fuera el caballo de Augustus Black, porque él había muerto hacía muchísimos años. Pero sin atreverse a cuestionar a Shannon, había montado el caballo, y la había seguido por entre el bosque, sin saber donde estaba ni a donde se dirigía.

Escuchó cómo el cielo tronaba sobre él. Shannon tenía razón, se avecinaba una gran tormenta. La morocha iba a la cabeza del grupo, y Sirius cabalgaba a su lado, llevado por Ghost. Detrás de ellos, montaban todas las personas que minutos atrás lo habían rodeado con sus armas en mano. Notó que no había ninguna antorcha entre ellos. Marchaban en completa oscuridad a través del bosque, en silencio. Fue entonces cuando comprendió porqué todas sus vestiduras eran en esos tonos tan opacos. Camuflaje. Muy inteligente. Pero si se estaban camuflando, era porque escapaban de algo... o de alguien. Antes de poder encontrar algún lugar seguro, la lluvia estalló sobre sus cabezas, y a pesar de los altos árboles, el agua llegaba hasta la cabeza y cuerpo de Sirius, mojándolo lentamente, haciéndolo temblar.

Finalmente, le pareció divisar en la distancia unas especie de montaña rocosa. Shannon hizo relinchar su caballo y apuró el trote hacia la montaña. Inmediatamente detrás salió disparado Ghost, y con él, Sirius. Tomó las riendas en sus manos, haciendo un desesperado intento para que el animal disminuyera la velocidad, pero Ghost parecía no obedecer. Escuchó el galope de varios caballos a su espalda. Todos los seguían. Pero, ¿a dónde estaban yendo?

Black miró a la Jefa del grupo, Shannon. Galopaba delante de él, a trote rápido, enfilada hacia la montaña. ¡Se iba a chocar! Pero repentinamente, ante los ojos de Sirius, que veían poco en esa inmensa oscuridad, Shannon pareció ser comida por la montaña. ¿Cómo...? Pero pronto vio la respuesta. En la enorme montaña de piedra había una gran grieta, que mas bien era una cueva, lo suficientemente grande para albergar a todo el grupo. Ghost disminuyó su velocidad, y entró lentamente en la cueva. Sirius desmontó al segundo de Ghost. No era agradable cabalgar en un caballo que hacía lo que le daba la gana. Shannon le sonrió, mientras se escurría el pelo, empapado en agua. Los jinetes entraron en la cueva, buscando protección de la lluvia, y en pocos minutos, ya habían prendido fuego y algunos incluso descansaban contra las frías piedras. Sirius se sentó apartado del grupo, en una zona más elevada de la cueva. Desde allí podía ver las copas de los árboles, como un gran mar verde oscuro, ciñéndose amenazadoramente delante de él. Escuchó unos pasos ahogados acercándose a él. Giró la cabeza para mirar a Shannon, quien cargaba con lo que aparentaba ser un plato de comida.

-Ten, para ti-le dijo sonriente, dándole el plato. Sirius lo tomó asombrado. Estaba a punto de comerlo cuando se contuvo.-Come tranquilo, no acostumbro a matar a la gente con veneno-le dijo ella, sentándose frente a él. Sirius comenzó a comer.- Así que eres pariente de Augustus Black...-habló, más para ella que para Sirius.-Dime, ¿cuánto lo conocías?

-¿Conocer?-repitió Sirius, riendo.-No, yo nunca lo conocí, Augustus murió mucho antes que yo naciera, siglos antes.-aclaró Sirius, mientras tragaba un pedazo de carne. Shannon empalideció.

-¿Es una especie de broma?-le preguntó, y Sirius notó que deslizaba su mano hacia donde debía hallarse su espada.

-No-aseguró él. Shannon parecía perdida.

-Eso es imposible.-hizo una pausa- Porque Augustus murió hace cinco días-le dijo ella, apoyándose confundida contra la pared de piedra, con el ceño levemente fruncido. Sirius dejó caer el plato de madera contra el piso de piedra al escuchar esas palabras.