Levemente alucinante.

La primera persona que vio Raiko al bajarse de su cápsula fue a Misato, quien con los brazos cruzados le esperaba con una severa expresión en el rostro que claramente anunciaba sus intenciones. Luego de inhalar y exhalar profundamente, firme como siempre Raiko caminó directo hasta ella, listo para soportar cualquier cosa que se le viniera encima.

—¡La próxima vez que me llames "señora" te colgaré de cabeza en un poste! ¿Entendido? —Con asombrosa velocidad Misato acompañó esas palabras con un medianamente fuerte tirón de orejas, sorprendiendo aún más al Teniente al atrapar su cabeza entre sus brazos y apretándola fuertemente contra su pecho, felicitándolo así por su buen trabajo del día; ahora su voz en vez de molesta sonaba más bien cariñosamente fraterna— ¡Pequeño bribón, lo que hiciste fue fantástico! Pero nunca vuelvas a hacer algo tan loco como eso, me has preocupado mucho.

Por más que lo quería, ni una sola palabra lograba salir por la boca de Raiko. Siendo el caballero que era, ni siquiera se atrevía a respirar más de lo estrictamente necesario, sumamente avergonzado por aquella tan abrumadora muestra de afecto de parte de la Mayor, tratando además de controlar su mente desbocada y apretando sus puños para resistirse a la tentación de hacer algo indebido que pudiera ofender a su amiga. Quizás la parte más difícil de aquel trabajo no iba a ser luchar con los ángeles después de todo, el ser tratado como un hermanito menor por semejante dama tan sexy se vislumbraba que iba a ser bastante duro.

—Raiko.

¡Demonios! El que la chica que te gusta te atrape con la cara sumergida de lleno entre los senos de otra mujer no puede ser bueno para tus planes. Si antes estaba nervioso, ahora estaba petrificado. Su primer impulso fue el de zafarse del abrazo de Misato, halándola por un brazo y tirándola al piso pretendiendo que le estaba explicando una técnica de judo, pero ese fue solo un tonto pensamiento guiado por el pánico. Al final lo que hizo fue un tanto más sensato. Se dio la vuelta suavemente, guiando y sujetando con sus manos los brazos de Misato hasta por debajo de su barbilla, dejándola seguir abrazándole por el cuello con un aire casual y cándido. Sorprendiéndose un poco de su propia astucia y autocontrol en semejante momento embarazoso antes de responderle a Rei como si nada estuviera pasando.

—Hola, Rei. Muchas gracias otra vez por salvarme, no lo olvidaré.

—De nada, ¿todavía quieres acompañarme a nadar?

—Sí, por supuesto. ¿Está bien si nos vemos dentro de cinco minutos en la puerta de los vestidores?

—De acuerdo. Hasta luego, Misato.

—Chaito, Rei — la Mayor permaneció agitando su mano cómicamente mientras Rei se daba la vuelta y se alejaba, estrechando luego un poco más fuertemente el cuello del Teniente, hablándole de nuevo cariñosa y animadamente— No te preocupes, ponerse un poco celosa puede ser que la haga reaccionar.

Por toda respuesta Raiko solo soltó un pesado suspiro, sintiéndose de pronto sumamente inquieto al sentir el aliento de Misato en su oreja mientras que le susurraba maliciosamente.

—¡Hummm! Por la calma con la que actuaste, una creería que tienes experiencia en estas cosas. ¿Ya antes habías estado entre dos chicas a la vez?

—¿Qué...? ¡No! ¡No soy esa clase de hombre!

Misato explotó a reír.

—¡Vamos, no te enojes! Solo me estoy divirtiendo un poco. —De pronto se mostró muy alarmada, dio una vuelta de 180º halando a Raiko por el cuello como si lo estuviera protegiendo con su cuerpo de un posible ataque mortal.

—¡Misato...! ¡No puedo... respirar...!

—¡Rayos, será mejor que huyas!

—¿Eto...?

—¡Corre, no mires atrás sin importar lo que escuches! —Le dio un empujón como si la cosa fuera muy en serio— ¡Corre!

Acostumbrado a obedecer militarmente las ordenes de un superior en el que confiaba, sin chistar Raiko se dirigió a toda prisa hacia la salida. No entendiendo la verdadera seriedad del asunto hasta que escuchó aquella chillona y exasperante voz de niña malcriada explotando tras él justo cuando acababa de cruzar la puerta. Se sintió muy agradecido con su efusiva amiga por haberle evitado aquel incomodo momento, aunque desde luego no se podía sacudir aquel sentimiento de culpa por dejarla abandonada en semejante momento. Desde luego lo primero que se le ocurrió fue regresar y ayudar a Misato a lidiar con aquella fiera, pero con un suspiro tuvo que reconocer que era mejor no hacerlo; consolándose con la idea de que la mejor manera de honrar un sacrificio es no desperdiciarlo, mitigando su culpa al pensar en que quizás le pondrían "Misato" a su primera hija con Rei. Y así de optimista siguió su camino hacia la belleza que le esperaba.

—¡Misato! ¿Cómo se atrevieron a desconectarme en medio de la batalla? ¡Es un ultraje! ¡Una insufrible humillación! ¿Y a donde diablos se fue el estúpido kinder pesado ese? ¡Seguro me desconectaron para que tu nuevo chico estrella pudiera lucirse!

Esa bofetada, veloz y precisa, fue la más acertada respuesta a semejante ofensa que Misato no le dejaría pasar a nadie jamás.

—¡Ya basta, Asuka! ¡Tu comportamiento en batalla el día de hoy fue absolutamente inadmisible! ¡Tienes suerte de que los demás hayan podido evitar que te mataras! —Hizo una pausa para contemplar el rostro aturdido y resentido de la chiquilla, suavizando un poco su tono de voz al volverle a hablar— Asuka, estas rabietas tienen que terminar de una buena vez. Tienes que entender que los riesgos que enfrentamos son cada vez mayores y que es importante que cada uno de ustedes actué con la madures necesaria.

—¿Es eso todo lo que tienes que decirme?

—No, no lo es. Cualquiera que sea el problema que tengas con Raiko, de mujer a mujer te aconsejo que busques la manera de resolverlo, porque simplemente no puedes llevar lo que sea que tengas en la mente contra él al campo de batalla ¿Entendido?

—Sí, lo que sea... —Tras responder de mala gana, de la misma manera trató de marcharse.

—Y una cosa más, Asuka: estás castigada una semana. Sin Tv. ni paseos después de la escuela. Eso es todo.

Sin siquiera voltear a mirarla de nuevo, Asuka reemprendió la marcha alejándose de Misato en silencio.

—Diablos... Este papel de madre sustituta va a terminar matándome... ¡Shinji, espera!

—¿Qué ocurre, Misato?

—Necesito un compañero de bebida y te estoy reclutando para la misión. ¿Aceptas?

—Sabes que no puedo beber... (De seguro lo que necesitas es a alguien que te cargue de regreso a casa).

—¡Vamos —lo atrapó por el cuello con un brazo— desde luego que tú no tienes que beber alcohol! (O no podrías cargarme de regreso a casa) ¡Te cambias y andando! ¡Ricas sodas para ti y frías cervezas para mí! ¡Celebremos la victoria, será genial! (Ríndete, sabes que no puedes escapar).

—Está bien... (Diablos... ¿Por qué no puedo ganar una alguna vez?)

—¡Espléndido! (¡Espléndido!).

Ya por fin en camino a esa tan anhelada y necesitada cerveza, la única inquietud en la mente de Misato era la curiosidad que le daba saber como le iría ido a Raiko al final. De corazón le deseaba que tuviera éxito con Rei, no solo por él sino también por ella, siendo la buena persona que es no podía sino alegarse de que tan buen muchacho estuviera interesado en Rei, porque a pesar de todo algo bueno tenía que pasarle alguna vez a esa chica. Por algún motivo, muchos estaban de acuerdo en que era digna de compasión; si ellos supieran.

Durante todo el tiempo mientras se cambiaba, Raiko no pudo apartar de su mente esas graciosas imágenes que le venían acerca de cómo podría ser su vida futura con Rei, sobretodo de llegar en verdad a tener hijos con ella. Entre divertido e ilusionado se imaginaba como serían ya de adultos ellos dos juntos, ¿Serían una pareja común? Ya saben, él algo calvo, con bigote y corbata leyendo el periódico en la sala mientras ella estaría en la cocina con un vestido largo y delantal preparando la comida, "¡No, por Dios no! ¡Que aburrido sería!" Pensó Raiko con desagrado. No era que esperara ni mucho menos quisiera que aquellas batallas no terminaran nunca, que el futuro fuera tan bizarro como ellos dos llevando a sus hijas Misato y Rei Jr. a la escuela, cada uno en su propio evangelion mientras que las niñas pilotaban sus propios Tipe A y todos iban tomados de las manos, ¿qué tan loco sería eso? Definitivamente no sería aburrido, pero tampoco muy feliz que digamos. No, ninguno de esos podía ser su ideal, y aunque no podía imaginar cual podría ser el mejor futuro para los dos, definitivamente esa imagen en su mente de Rei y él ya adultos, acurrucados en un sofá, tranquilos, solo viendo una buena película y disfrutando de la compañía y del amor del otro, tan solo eso, esa imagen tan tranquila le hacía sentirse tan deseoso de hacer hasta lo imposible por hacerla realidad, tan seguro de sus sentimientos y de su determinación que no podía menos que sentirse inmensamente feliz, porque en realidad estaba enamorado de ella. ¿Qué otra razón podría necesitar para sentirse vivo? No lo sé ni él tampoco, lo que sí era seguro era que ya se estaba tardando mucho y no es digno de un caballero hacer esperar a una dama ¿verdad que no?

Contuvo la respiración al salir al pasillo, primero por la preocupación de pensar que quizás Rei ya no estaba esperándolo, y luego no solo por comprobar que en efecto sí lo estaba haciendo, sino por volverla a ver tan hermosa como estaba, de nuevo vestida solo con su bikini de franjas azules y blancas, recostada de la pared y luciendo insondable en esa forma casi divina y sobrenatural de ella, haciendo sin querer sentir a Raiko como si estuviera soñando con una magnifica diosa, cosa que le impulsó a cometer esa locura. Un momento de espontaneidad del que jamás podría arrepentirse.

Se le acercó sonriendo, casi flotando tal cual como si en realidad lo estuviera soñando, sin poder contenerse Raiko levantó su mano derecha y con sus dedos pasó el cabello de Rei por detrás de su diminuta oreja con delicadeza, acariciando luego el lado izquierdo de su rostro con toda la ternura que le fue posible. Sin inmutarse Rei entreabrió los labios, adivinando rápidamente Raiko que lo más seguro era que estaba a punto de soltarle otro "¿Qué estás haciendo?" O algo peor aún, se apresuró a ser él quien por primera vez la dejara con la palabra en la boca.

—Es inútil que me preguntes que estoy haciendo, Rei, la acción misma es la respuesta. ¿No prefieres saber por qué lo estoy haciendo?

—... —En la mirada de Rei no se podía leer sus intenciones, pero aún así Raiko siguió hablando.

—Porque a veces hay cosas que no podemos decir con palabras.

Rei tomó con suavidad la mano de Raiko, apartándola de su rostro para quedársele mirando como si fuera la cosa más extraña del mundo.

—De hecho hay muy poco que se pueda hacer con palabras, pero sin embargo las acciones también pueden ser insignificantes.

—El significado o el valor de algo, solo una palabra o una acción, yo creo que depende de las personas. El que me hayas salvado la vida podría tomarlo como que solo estabas haciendo tu trabajo, pero sin embargo no me parece correcto despreciar tu acción de esa manera.

—¿Esperas que yo entienda algo en especial de esta caricia?

—No y tal vez sí, aunque de seguro no lo he hecho para que sea insignificante para ti. Supongo que no se me ha ocurrido una mejor manera de mostrarte que lo que has hecho por mí y la persona que me has mostrado ser, son sumamente valiosas para mí. Me alegra estar vivo, no solo por lo obvio, sino porque aún tengo oportunidad de conocerte mejor.

Rei levantó la mirada, no pudiendo ocultar entre toda su frialdad un ligero asomo de tristeza.

—No hay nada que saber sobre mí. Soy solo lo que vez y nada más.

Con estas palabras Raiko recordó de pronto aquel presentimiento de antes junto a la piscina, sintiéndose sumamente torpe por haberlo obviado hasta este momento. Casi pierde entonces su sonrisa, pero haciendo acopio de toda su fuerza logró mantenerla e incluso hasta sorprender a Rei con su respuesta.

—Lo que veo en ti es a una magnifica chica con alma de oro que quizás ha sufrido demasiado, así que ahora más que antes deseo hacer mi mejor esfuerzo por hacerte sonreír alguna vez, o mejor aún, muchas veces. Porque alguien como tú definitivamente merece ser feliz.

Ahora era Raiko quien se había quedado sorprendido por la reacción de Rei, quien había bajado un poco el rostro y cerrado los ojos, sonriéndole por primera vez con sinceridad como quien encuentra gracia en una inocente afirmación dicha por un niño. Aún no le había soltado la mano a él, solo que ahora había deslizado sus dedos entre los del Teniente para sujetarla con la clara intención de invitarle a caminar a su lado. Por último le deslumbró al mirarle de nuevo a los ojos con los suyos mostrando tierna alegría al decirle:

—Vamos, todavía podemos nadar un rato y pasar una media hora en las aguas termales antes de ir a almorzar, Raiko. ¿Te parece bien?

No se podía negar que la chica era determinada, por lo que a Raiko no le quedaba más que hacer que asentir sonriente y por fin acompañarla a nadar según el plan original del día. Pero mientras se marchaban juntos por el pasillo, ambos ignoraban que durante todo ese tiempo habían sido observados por una persona cuyos celos le carcomían furiosamente como un demonio que amenazaba con apoderarse de su interior. Un sentimiento por el que seguro había que hacerse algo al respecto.