Capítulo 5

Ghost aminoró su marcha. Sirius pudo divisar no muy lejos, un pequeño poblado, con varias casas campestres. La gente iba de un lado al otro, despreocupada. Parecía que nadie allí sabía que una muchacha de diecisiete años estaba guiando a un ejército hacia la batalla que les daría la gloria o la muerte.

Al internarse en el pueblo se dispuso a buscar el lugar al cual tenía que ir: "El Establo". No tardó en localizarlo; un gran cartel tallado en madera rezaba "El Establo, tu lugar en Brandyville". Vaya… muy creativo pensó Sirius con ironía, mientras descendía de Ghost y lo ataba con firmeza a un poste. El potro relinchó, entre enojado y ofendido.

-Oye, se bueno. Espérame aquí un segundo, ¿si? Quiero averiguar si realmente puedo usar la red de polvos flu, o si tengo que ir a otro lugar.-se excusó Sirius, mientras acariciaba la crin del caballo. Giró luego sobre sus talones y entró en el bar.

La imagen que recibió le recordó terriblemente a Las Tres Escobas. La gente se amontonaba en aquel bar a pedir extrañas bebidas humeantes, a conversar, e incluso a reír. Sirius se sintió relajado. De seguro ése era el lugar correcto. Por las dudas se sentó en una mesa, ubicada en la esquina del bar, y esperó a que la camarera se acercara.

-Buenos días, joven. ¿Qué quiere tomar?-le preguntó la chica de rizos rubios y cara rubicunda. La muchacha lucía una sonrisa radiante.

-Una cerveza de manteca, por favor-le pidió Sirius. Ella asintió, y desapareció antes de que Black le pudiera preguntar algo más. Segundos después, ya estaba de regreso con una helada cerveza de manteca.

-Aquí tiene. Que la disfrute.-le dijo ella, todavía sonriendo.

-Una pregunta-la atajó Sirius, antes de que se fuera a toda velocidad. La muchacha lo miró.-¿Por casualidad está este bar conectado a la red de polvos flu?

-¡Por supuesto!-le contestó la chica, risueña.

-¿Podría utilizarla?

-¿Ahora?

-No, no. Más tarde.-aclaró Sirius.

-Oh, claro. Pero debo aclararle que debe pagar por usarla.-le aclaró la chica, conservando esa sonrisa alegre.

-No hay problema-aseguró Black. Tanteando los bolsillos de su túnica notó que tenía allí algunos galeones. Solo esperaba que con eso alcanzara.

-De todos modos, le avisaré cuando quede libre. En el momento la están utilizando.-le informó ella.

Ya más relajado, tomó un sorbo de su cerveza, mientras observaba a la gente a su alrededor charlar de cosas, por lo general, triviales. Sin embargo, su vista se detuvo en dos hombres sentados no muy lejos de él. Vestían túnicas oscuras y sucias, como si hubieran viajado mucho. Sus rostros estaban demacrados por el tiempo, y posiblemente, por varios duelos. Hablaban en voz muy baja, y lanzaban miradas desconfiadas hacia todas partes, como si temieran ser escuchados. Sirius no pudo evitar la tentación de escuchar lo que decían, y con cuidado, deslizó su silla de manera que quedó muy cerca de los hombres. Reclinándose sobre la misma, como si estuviera descansando, logró acercar sus oídos aún más, y las palabras de los hombres le llegaron con total claridad.

-…y las tropas están en movimiento.-dijo uno de los hombres, que tenía el pelo negro oscuro, y los ojos de un penetrante verde.

-Era de esperarse.-dijo el otro hombre, pelirrojo.

-¿Lo crees?-dijo el otro, alzando las delgadas cejas.-Yo no me lo esperaba tan pronto.

-Vamos, Tompson, ¿dónde vives?-le dijo bruscamente el pelirrojo.-Era obvio que ella no iba a esperar para atacar. De seguro se puso en marcha tan pronto como se enteró de la caída del Blanco.

-En eso tienes razón, Freen, pero… ella no es estúpida… seguro tiene un plan. No la van a tomar desprevenida.

-De eso no me cabe duda. Pero Letizia también tiene un plan…

-No creo que funcione-

-Oh, si que funcionará-dijo de manera maligna el hombre llamado Freen.-El ejército de Gourellie atacará por el ala oeste, porque piensan que es la más débil del castillo…

-¿Qué te asegura que ataquen por ahí?-lo interrumpió Tompson.

-Pues… no hay sociedad perfecta, compañero. Siempre hay traidores. Y una buena traidora le dijo a Shannon que el punto débil del castillo era el ala oeste.-Freen hizo una pausa, comprobando que nadie lo estuviera mirando. No notó que a espaldas de él, un muchacho se reclinaba sobre su silla todo lo que podía para escucharlos.-Lo cual, es una gran mentira. El Ejército atacará por el oeste, y quedará atrapado entre el castillo, y las tropas de Letizia que lo estarán esperando escondidos en el Bosque Perla. El fin de los rebeldes está muy cerca.-aseguró Freen, sonriendo satisfecho.

Sirius empalideció. Shannon había sido engañada. Ahora iba en camino hacia el Castillo de Hierro, convencida de que Letizia no sabía nada del ataque. Iba a atacar por el ala oeste del castillo, e iba a quedar rodeada de enemigos. Tenía que hacer algo. Tenía que avisarle. No podía dejar todo así.

-Disculpe señor. La red de polvos flu ya está libre, ¿desea utilizarla?-la voz de la camarera interrumpió sus pensamientos. Sirius la miró unos segundos.

-No, gracias. Tengo… tengo que irme. Tenga-le dijo Black, poniéndole un galeón en la mano.

-Enseguida le traigo el vuelto-

-No, quédeselo. Estoy apurado-le dijo Sirius, y segundos después, salió corriendo de El Establo.

Ghost esperaba tranquilo, amarrado todavía al poste. Sirius lo desató tan rápido como le daban las manos, y lo montó con más agilidad de la que él mismo imaginaba que tenía.

-Ghost-lo llamó agitado y nervioso.-necesito que me lleves hacia Shannon, lo más rápido que puedas. Al Castillo de Hierro, Ghost. ¡A todo galope!-le rogó Black. Ghost soltó un fuerte relincho, y comenzó a correr por el camino principal, de regreso al Bosque Perla, en busca de Shannon.

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El Castillo parecía dormir. Un silencio terrorífico rodeaba el lugar. No había ningún movimiento a los alrededores.

-Tanta calma me produce desconfianza-confesó Gabriel, agazapado entre los árboles, con la varita en mano. La muchacha a su lado chasqueó la lengua.

-Algo está mal-aseguró Shannon.

-¿Pasa algo?-preguntó una tercera voz. Heather se había acercado a los dos muchachos. Tenía la espada desenfundada, que resplandecía en su mano derecha, amenazante.

-Nada…-dijo Shannon no muy convencida.

-¿Entonces por qué no estamos atacando?-preguntó Heather, entre nerviosa y ansiosa. Gabriel le lanzó una mirada calculadora. Shannon alzó las cejas.

-Heath, amiga, ¿qué te sucede? ¿Desde cuando eres tan atolondrada?-le preguntó Shannon, verdaderamente sorprendida. La chica parecía todavía más nerviosa.

-Lo lamento, Ann. No era mi intención… es que…-

-No te preocupes, Heath, todo va a estar bien-le dijo amigablemente Gabriel, posando una de sus manos sobre el hombro de la chica. La muchacha lo miró de manera extraña.

-Si… todo va a estar bien…-repitió Heather, forzando una sonrisa. En ese momento, un hombre de unos 25 años se les acercó.

-El camino está despejado, Shannon.-le comunicó el recién llegado.-Es hora-agregó. Shannon asintió, al tiempo que sacaba una hermosa varita de madera clara.

Sirius tiró aún más de las riendas. Deseaba poder llegar a tiempo. Su mente pensaba ahora únicamente en poder salvar a Shannon y al ejército de Gourellie. Repentinamente un oscuro pensamiento lo ensombreció. ¿Estaba realmente haciendo lo correcto? Tratar de salvar a Shannon provocaría un cambio radical en la historia… Notó que realmente aquello no le importaba. No pensaba dejarla morir.

Tiró nuevamente de las riendas, pero Ghost ya no podía ir más rápido. Algo en su interior le decía que estaba tarde… que no llegaría a tiempo… pero trató de ignorar aquel sentimiento, y seguir, con la esperanza como único impulso.

Finalmente, escuchó algo que le aterró los oídos y la mente: explosiones, gritos y extraños sonidos. Entre los árboles se podían vislumbrar extraños destellos. Y entonces supo que había llegado tarde. Ghost aminoró la marcha hasta detenerse. Sirius descendió del caballo.

-Espérame aquí, Ghost. Has sido un gran chico-le dijo dulcemente Sirius, mientras le acariciaba la cabeza. Sacó la varita de la túnica, y se encaminó entre los árboles, guiado tan solo por los destellos de luces. Y entonces, lo vio.

Una enorme construcción de hierro y piedra, con altas torres. Un castillo gigante, indestructible. Y frente a las paredes de estos, vio al Ejército de Gourellie, luchando contra los que obviamente debían ser el Ejército de Letizia Brott. Efectivamente, Shannon había atacado por el ala oeste, y ahora se encontraba rodeada. Sirius tomó aire, y se encaminó hacia ellos.

-Desmaius!-gritó Shannon, derribando a uno de sus atacantes. Miró a su alrededor. Junto a ella se encontraba Gabriel, y no muy lejos, Heather. Notó que estaba rodeada.- Impedimenta!-atacó nuevamente a otro de sus enemigos.

-Lervitandus!-gritó Gabriel, derribando a dos hombres al mismo tiempo. Inmediatamente después de ellos, otros dos hombres se le lanzaron encima. Sin tiempo de lanzar un maleficio. Gabriel sacó su espada, y dando una increíble vuelta, logró apuñalar de frente a uno de ellos. El otro, sorprendido, se alejó. Gabriel decidió quedarse con la espada en una mano y la varita en la otra.

-Estamos perdidos, Gabriel-le dijo Shannon, quien también había sacado su espada.

-No. No hasta que no caiga el último de nosotros-la contradijo Gabriel. Sin perder tiempo, encestó una estocada contra uno de sus enemigos, quien cayó al suelo, muerto.

-No podré sacarlos con vida de acá. Es mi culpa.-le dijo Shannon, mientras que también atacaba a sus enemigos, tanto con la espada como con la varita.

-¡No digas eso!-le gritó Gabriel, mirándola brevemente a los ojos.-Escudo!-gritó justo a tiempo para detener un ataque.-Todavía quedan esperanzas-aseguró. Shannon soltó una risa amarga.-Ann, tienes que acabar con Letizia.-le dijo Gabriel, olvidándose repentinamente de pelear, y tomando a la muchacha por los hombros. Shannon lo miró fijamente.

-No los voy a dejar-le dijo ella.

-Si no nos dejas, todos vamos a morir-le respondió él, con dureza. Ella no respondió. Tan solo le sonrió brevemente, y con delicadeza, lo besó en la mejilla.

-Gracias.-le susurró Shannon al oído, y acto seguido salió corriendo en dirección a la puerta del castillo. Gabriel quedó duro, en el lugar, mirando a la muchacha alejarse.

-Galdernio!-se escuchó gritar a una voz potente. El maleficio rozó contra el brazo derecho de Gabriel, haciendo que éste soltara su varita. Rápidamente, el joven giró sobre sus talones con la espada en alto para enfrentar a su atacante. Parado frente a él se encontraba un hombre alto de cabellos rubios y ojos verdes. Lo conocía.

-Vladimir-dijo Gabriel entre dientes. Ahí, con la varita en alto, estaba su hermano mayor, con una mirada maliciosa y sonrisa arrogante.

-Gabriel. Nos volvemos a encontrar.-le dijo Vladimir, conservando la sonrisa.-Y mira en dónde nos encontramos-rió.-Pero sabes, seré generoso. –agregó, mientras se acercaba lentamente a Gabriel.-Si te rindes y entregas a Shannon, te dejaré vivir.-

-Entonces prefiero morir-le contestó Gabriel cortante. Vladimir acentuó todavía más su sonrisa.

-Supuse que dirías eso.-dijo Vladimir, haciendo un ademán con la mano, y ante la sorpresa de Gabriel, guardó la varita.-Y como soy un hombre justo, quiero que peleemos en igualdad de condiciones. ¿qué dices?-le sugirió. Gabriel alzó las cejas, sin comprender a dónde quería llegar. Como toda respuesta, Vladimir desenfundó su espada. No hubo más palabras. Vladimir se lanzó contra Gabriel, quien lo detuvo hábilmente con su espada, desviando el golpe. Sin esperar, Vladimir volvió a atacar. Ambos eran muy diestros en el arte de la esgrima, y ninguno parecía dispuesto a rendirse. Gabriel lanzó una estocada contra su hermano, quien la detuvo a pocos centímetros de su pecho.-Vaya que has mejorado desde la última vez que nos enfrentamos, hermanito-le dijo en tono burlón.

-Y no sabes cuanto-le contestó Gabriel, y sin perder tiempo volvió a atacar. Vladimir rió, mientras volvía a detener el ataque de su hermano menor, pero en sus ojos se podía ver un extraño brillo.

-No puedes vencerme, y lo sabes.-le dijo Vladimir, separándose brevemente de su contrincante, pero alerta.-¿Por qué pelear por algo que ya no tiene salvación? ¿Por qué morir por algo que no tiene sentido? Hermano, derramas tu sangre en vano, porque todo por lo que hoy estás peleando para salvar, será destruido mañana.

-No, Vladimir, yo no soy el equivocado. A diferencia de lo que tu piensas, hermano, yo creo en que hay un mundo mejor, algo por lo que vale la pena morir.-se explicó Gabriel, con la espada en alto.

-¿Realmente crees en aquello a lo que defiendes? ¿Acaso piensas que con derrotar a Letizia acabarás con el mal por siempre?-exclamó Vladimir, y acto seguido, rió cruelmente.-¡Despierta, hermanito! Lo que buscas no existe. No hay bien, no hay mal. No hay nada. Solo tú, y un mundo entero dispuesto a destruirte.-gritó Vladimir, quien parecía sumamente enojado, y atacó a su contrincante con furia y brutalidad. Gabriel, a quien había tomado desprevenido, no llegó a esquivar el ataque de su hermano, y la espada de éste dio contra su brazo derecho, provocándole un profundo corte. Gabriel sintió como la sangre brotaba de su brazo en gran cantidad, y haciendo un gran esfuerzo, trató de sostener su espada todavía en alto.-Ríndete-le ordenó Vladimir.

-No-se negó Gabriel.

-Entonces muere-sentenció su hermano mayor, y volvió a atacar. Gabriel alzó su espada como pudo con su herido brazo. Pero Vladimir había atacado muy fuerte, e inevitablemente, la espada resbaló de las manos de Gabriel, cayendo a varios metros.-Si ruegas de rodillas por piedad, talvez te perdone la vida Gabriel.-le dijo socarronamente. Pero él no se movió, sino que se mantuvo en pie, con la mano izquierda fuertemente apretada contra la herida.-Siempre tan orgulloso.-agregó Vladimir, alzando su espada, listo para atacar.

-Desmaius!-se escuchó gritar a una voz masculina joven. El cuerpo de Vladimir cayó inconsciente al suelo. Y parado frente a Gabriel, con la varita en alto, se encontraba su atacante…

-¿Black?-preguntó Gabriel, asombrado. El morocho sonrió, mientras que se agachaba y tomaba la espada del rubio, la cual yacía a sus pies.

-El mismo-le respondió, acercándose y dándole de regreso la espada a Gabriel.

-¿Qué no se suponía que te tenías que ir?-siguió cuestionando el muchacho, sin terminar de comprender los hechos.

-No hay tiempo para explicaciones, Gabriel. Hay un traidor entre ustedes. Alguien que los engañó, para que cayeran en esta trampa. ¿Dónde está Shannon?-se apuró a informar Sirius.

-Fue a buscar a Letizia al castillo-le respondió Gabriel, quien lo miraba todavía con sorpresa. Sirius asintió, y acto seguido, giró sobre sus talones hacia la entrada del Castillo de Heirro.-¡Black!-le gritó el rubio. El aludido detuvo su caminata y giró a mirarlo. –Gracias-el dijo Gabriel.

-No fue nada-contestó Black, sonriendo.