Disclaimer¿de verdad creéis que si todo esto hubiera salido de imaginación estaría yo aquí, escribiendo por amor al arte? Pues no, pero como nada es mío, me aguanto. Bueno, los merodeadores son patrimonio de la humanidad, pero como los creó Rowling hay que reconocerle el mérito a la mujer.

Pos aquí estamos, actualizando religiosamente el 18 de julio tal y como prometí. Además no sabéis la sorpresa (agradable, por supuesto) que me llevé hoy después de tres semanas de vacaciones desconectada del mundo, y ver la cantidad de reviews que me habéis dejado. Muchísimas gracias.

- fer-black: me alegra mucho que te guste el fict. A mí la pareja Remus/Anne también me gusta mucho… no sé, es diferente a otras parejas sobre las que haya escrito. Y de Lily y James qué decirte, son mi pareja preferida pero como estaba harta de que en todos los ficts se odiaran a muerte, decidí darle una vuelta de tuerca a su relación. Un besito y disfruta con el capi.

- Ginny84: siento haber tardado tres semanas en actualizar (y eso que ya lo avisé), pero esta vez tenía una buena excusa, porque estas tres semanas he estado de vacaciones fuera de casa y no he podido actualizar antes. No te preocupes, que este capi también es largito jejej. Besotes.

- Miss Molko84: que bien que el fict te siga gustando, y sobre todo que las parejas te parezcan originales. En fin, a ver si en los siguientes capis Liz te agrada más. Besitos.

- AnnaTB: ok, pos compartimos a Brad, si seguro que tiene mucho amor para todas XD. Tranquila, que este capi está dedicado a la cita de Liz y Zabini (solo hay que leer el título), espero que te guste. Por cierto, que te lo pases muy bien en vacaciones. Un beso, guapa.

- Ilwen: jajaja, otra fan de la pareja Liz/Sirius. Bueno, bueno… ya iréis viendo poco a poco lo que pasa con estos dos. No sé yo si Anne dejará de hacer sufrir a Remus, me parece que la chica le ha cogido el gustillo XD. Un besazo.

- Chris M Black: menudo honor que os hayáis fijado en mi fict para vuestro concurso. Entré antes en el groups y ya me ha quedado todo más o menos claro, así que en cuanto tenga un ratito, me inscribo. Un beso y de nuevo muchas gracias por haberos fijado en mi fict.

- MaDe: ahí está el truco, que te resulte rara la relación de amistad entre Lily y James. No te creas, que a mí al principio se me hacía extraño escribir un fict en el que Lily y James no se odiaran, pero capi a capi te vas acostumbrando, jeje. Liz y Sirius… omito comentarios sobre esa pareja, aunque la decisión sobre su futuro ya está tomada XD. Besitos.

- shapira: pues añade a otros dos a tu lista de nacidos el 9 de junio: Jonhnny Depp y yo XD. Bromas aparte, me alegra mucho que te guste mi fict y espero que el resto también sea de tu agrado. Un abrazo.

- Srita-Lunatica: muchísimas gracias por tus dos pedazo de reviews, grandes como a mi me gustan, jeje. Vaya, no me lo puedo creer, soy tu escritora de fict favorita… eso ya son palabras mayores, jajaja. Ya sé que me he alejado muchísisisisisisismo del típico James/Lily, pero es que… no lo pude evitar, quería hacer algo diferente. Tú tranquila, que te aseguro que Anne va a cuidar muy bien del lobito (aunque ahora le esté haciendo sufrir), así que le dejas en buenas manos. Bueno guapa, me alegro muchísimo de que el fict te guste tanto y te prometo que en cuanto pueda me paso por el tuyo, que ahora en verano tengo mucho tiempo. Un besote.

- Hermy: muchísimas gracias, me alegra que te guste el fict. No te preocupes, que esta vez he cumplido la promesa y he actualizado el 18, como dije. Besines.

- Ely-chan: te aseguro que yo a veces tampoco sé como se me ocurren estas locuras… ni como me atrevo a publicarlas XD. Pero mientras sigan gustando, jejeej. Un abrazo.

- alessandra malfoy: que bien, otra lectora a la que le gusta el fic, jeje. Pues eso, que me alegro que te parezca original y sobre todo que te divierta, que es lo que importa. Un beso.

Ahora sí, el capi 5 de esta locura que cada vez está más loca. Que lo disfrutéis.

Capítulo 5. Una cita con Zabini

Lily y Anne corrían apresuradas por los pasillos para presenciar en primera fila el encuentro entre Liz y Zabini. Se morían de ganas por ver la cara que iba a poner el Sly en cuanto viera a su amiga. Pero cuando ya doblaban una esquina y enfilaban un pasillo que las llevaba directas al vestíbulo, alguien se interpuso delante impidiendo que las dos chicas siguieran corriendo.

- Tengo que habla contigo, Moore – pronunció Rachel Grant lentamente, mirando a su "oponente" directamente a los ojos.

Anne resopló furiosa. Como la estúpida de Grant se enrollara mucho, no llegarían a tiempo.

- Mi tiempo es oro – replicó Anne de mala manera – Habla.

- No llegamos – susurró Lily con impaciencia.

- ¿Dónde vais? – preguntó Grant con curiosidad, sacando al exterior su más pura faceta de cotilla.

- No te importa.

- Cierto – aceptó la Raven dándose cuenta de dónde estaba y de qué es lo que tenía que hacer – Necesito hablar contigo… a solas.

Lily, que ya se lo temía, comenzó a retirarse para dar a los dos jóvenes un poco de intimidad pero rápidamente Anne alzó la mano y paró a su amiga.

- Lo que me tengas que decir lo puede oír Lily perfectamente.

La otra joven hizo un mohín de disgusto, pero se dispuso a hablar.

- Quiero que te apartes de mi novio.

Silencio por parte de Anne. La tensión se masca en el ambiente. Comienza a sonar una música tipo película del oeste… tiruriiiii… Una bola de paja reseca atraviesa el pasillo… estoooo, se me ha ido la pinza. Lo siento

- Y también quiero que te busques un novio – siguió enumerando Grant sin darse cuenta del peligro que había en el ambiente – para que así mi Remsie deje de fijarse en ti, que te vistas más recatadita y que no vayas llamando así la atención, que engordes un poco para no tener ese cuerpo tan asquerosamente perfecto, que no te arregles tanto todos los días… sí, creo que con eso es suficiente.

- ¿Algo más? – preguntó Anne con ira contenida, mientras Lily por detrás se preparaba por si tenía que sujetar a su amiga.

- No… creo – respondió la Raven sin captar el enfado de la otra joven.

- ¿Una disculpita? – sugirió Anne con sarcasmo - ¿O quieres que me arrodillé enfrente tuyo y te pida perdón?

- No, lo de arrodillarse no, queda muy vulgar pero una disculpa no me vendría mal.

Por un momento, Lily creyó que su amiga iba a abalanzarse sobre Anne y a descuartizarla con sus propias manos, tal y como se hacía en el mundo animal. Pero no. Anne tenía mucha más clase y estilo que un león.

- Mira… Rachel – a la Gryffi le costó una barbaridad llamar a la otra joven por su nombre – te lo voy a decir solo una vez y por tu bien no me hagas repetírtelo: si Remus anda detrás de mí no es mi culpa. Lo que deberías hacer es vigilar más a tu novio en lugar de pedirme explicaciones a mí – Anne se dio la vuelta con elegancia dispuesta a irse, pero pareció pensárselo mejor porque se paró y dijo – Por cierto¿sabías que una de las bases para que una relación funcione es la comunicación?

- Sí, claro. El otro día lo leí en una revist… - empezó a contestar Grant, pero Anne la interrumpió.

- Pues ponlo en práctica y habla con tu novio. Últimamente está muy… descontrolado.

Con una sonrisa maliciosa, Anne se volvió a dar media vuelta y se marchó acompañada por Lily que a duras penas podía contener la risa que pujaba por salir. Mientras tanto, Grant se las quedó mirando con una mezcla de desconcierto y sospecha en la cara. A pesar de las palabras contundentes de Anne, Grant sabía perfectamente leer entre líneas y se había dado cuenta de que a la Gryffi le gustaba su novio. La chica soltó una carcajada en el solitario pasillo… si Moore quería guerra, la iba a tener. Iba a seguir con Remus costara lo que costase, iba a hacer que Moore se retorciera de celos, iba a… arreglarse las uñas inmediatamente¡las llevaba hechas un asco!

Con estos pensamientos, la Raven corrió hacia su sala común horrorizada por el mal aspecto de sus uñas. Ya pensaría en un plan más tarde.

oooooooooooooooo

Como era de esperar, la conversación entre Anne y Grant hizo perder a las dos Gryffis demasiado tiempo por lo que no pudieron ver el encuentro entre Liz y Zabini. Un encuentro, por cierto, digno de presenciar.

En cuanto Liz había puesto un pie en el escalón que la conduciría al vestíbulo y había visto la imponente figura de Adam Zabini, de espaldas a ella, el peso del estómago de la chica había aumentado por momentos como si… como si en la comida hubiera tomado mucha tarta y ahora estuviera empachada. O como si su estómago estuviera hecho de plomo… ¿serían eso nervios? No. Que va. ¿Por qué habría de estar nerviosa? Pero lo cierto es que a medida que iba bajando por la escalera, lentamente, esa sensación aumentaba y además ahora iba acompañada por un temblequeo en las rodillas. ¿Sería eso otro síntoma de los nervios que se estaba apoderando de su cuerpo? No lo entendía. No había motivo alguno para estar nerviosa, tan solo era un cita… ¿cuántas citas había tenido Liz? Muchísimas. Pero nunca se había sentido tan nerviosa ante una de ellas como le estaba ocurriendo ahora.

A mitad de camino, Liz se paró y se ordenó a sí misma tranquilizarse. Respiró profundamente y… de nuevo sus manos comenzaron a temblar. ¡Oh, por favor! Parecía nueva en esto. Además, por nada del mundo debía mostrarse así ante Zabini. Sacando fuerzas de no se sabe donde, Liz logró tranquilizarse un poco y se dirigió hacia donde el chico la estaba esperando.

- Ejem – carraspeó Liz para llamar la atención del Sly.

Zabini se dio la vuelta inmediatamente, seguramente para replicar a la chica que llegaba tarde, pero se quedó sin habla al ver lo espectacular que estaba Liz. Ella no pudo más que sonreír tímidamente.

- Estás preciosa – murmuró el chico a la vez que besaba la mano de su acompañante en un gesto caballeroso y seductor.

- Gracias – contestó Liz con una radiante sonrisa.

Tras el saludo se produjo un momento incómodo; ninguno de los dos sabía exactamente qué hacer o qué decir.

- Mmm… ¿vamos yendo? – sugirió Zabini tendiéndole un brazo a la joven.

- Sí… claro.

Liz se colgó del brazo del joven Sly y juntos salieron a los terrenos del colegio sin que nadie les pusiera ningún impedimento. Desde principios de curso, a Dumbledore se le había ocurrido la feliz idea de que un viernes al mes los alumnos de 7º pudieran salir a Hogsmeade por la noche para despejarse un poco. Y precisamente aquel era el día en el que se les estaba permitido visitar el pequeño pueblecito mágico.

Cuando traspasaron las grandes puertas coronadas por cerdos alados, Liz no tenía intención alguna de pararse pero Zabini si lo hizo.

- ¿Por qué te par…? – pero la morena no siguió con la pregunta, ya que se dio cuenta de que un gran carruaje se encontraba delante de ellos, por lo visto esperándoles - ¿Es para nosotros?

- Ventajas de ser un Zabini – dijo él guiñándole un ojo a Liz y subiendo al carruaje.

Poco tiempo después, la pareja se encontraba ante uno de los restaurantes más refinados de todo Hogsmeade: "La ostra parlante". Liz se quedó mirando la entrada del local con la boca abierta; siempre había soñado entrar en ese lugar, le habían hablado taaaan bien de él y su prima Bellatrix le había restregado taaaantas veces que su novio la llevaba allí todos los meses que a la morena ya le picaba a curiosidad.

- Siempre quise venir aquí – admitió la joven en voz alta casi sin darse cuenta.

Zabini esbozó una pequeña sonrisa de autosuficiencia. Él ya sabía que Liz quería ir allí, y sabía qué tipo de comida le gustaba, qué música escuchaba, en qué empleaba el tiempo libre… lo sabía todo de ella. Y esperaba que esa información le ayudara.

- Pasa – invitó Zabini abriendo la puerta y esperando a que su acompañante pasara.

En cuanto Liz abandonó el frío que había en la calle y entró en el restaurante, se quedó maravillada. Eso era mil veces mejor que lo que Bellatrix le había contado. El lugar estaba rodeado de una especia de áurea cálida, que te invitaba a pasar y quedarte allí un buen rato y la tenue iluminación del local ayudaba a dar esa sensación. El espacio estaba plagado de pequeñas mesas circulares, perfectamente colocadas y ornamentadas.

- Ésta es la nuestra – dijo Zabini señalando a una mesa un poco más alejada de las demás – Encargué especialmente que se encontrara apartada del resto.

- ¿Por qué? – preguntó Liz acomodándose en su silla.

- Me gusta la privacidad – aseguró el joven encogiéndose de hombros.

La velada fue increíble para Liz. Hacía siglos que no se lo pasaba tan bien en una cita con un chico y eso era más sorprendente aún teniendo en cuenta el hecho de que el chico en cuestión era un Zabini.

- Nunca creí que un Zabini pudiera ser tan agradable – se sinceró Liz mientras el camarero retiraba los postres.

- Un Zabini es una caja de sorpresas – susurró él con una sonrisa seductora.

Liz tan solo río. De veras se lo estaba pasando muy bien.

- En serio – prosiguió la morena – Eres… tan parecido a mí. ¡Si hasta te gustan los mismos libros que a mí!

Zabini sonrió imperceptiblemente; definitivamente había hecho su trabajo a la perfección y estaba dando sus frutos. Se había encargado de conocer al detalle los gustos de Liz y durante la cena él se había encargado de hacer coincidir sus propios gustos con los de la chica. Naturalmente, ella se había quedado fascinada.

- Igual somos almas gemelas – dijo Zabini en voz baja inclinándose hacia la joven.

- Igual… - dejó en suspenso Liz al ver que Zabini se estaba acercando lentamente a ella.

Se iban a besar, pensó Liz con entusiasmo. Sí, no podía ser otra cosa… él la iba a besar. Liz sintió ganas de gritar de júbilo. Por fin había tenido suerte en una cita. Desde que su madre le había avisado de su futuro matrimonio con Malfoy, la pobre no había levantado cabeza y ahora…

Sus caras estaban a escasos centímetros. Liz podía observar y fascinarse por las perfectas facciones de Zabini y él se podía sumergir en el azul profundo de los ojos de ella. Pero justo cuando sus labios estaban a puntos de hacer contacto…

- ¿Te apetece ir a dar una vuelta? – ofreció Zabini separándose de la chica a posta en el instante preciso y rompiendo la magia del momento.

El movimiento brusco descolocó a la pobre Liz, que tan solo pudo aceptar con la cabeza, confusa. Zabini tomó el control de la situación, pagó la cuenta y salió del restaurante con Liz agarrada de su mano.

oooooooooooooooooooooo

- No me lo puedo creer – murmuraba Sirius a la vez que no paraba de pasearse por su habitación como si se tratase de un león enjaulado – no me lo puedo creer…

- ¿Se puede saber qué es lo que no te puedes creer? – preguntó James con gesto aburrido y apartando la vista de una revista de quidditch para posar sus ojos marrones sobre la figura de su amigo.

- Que la psicópata de tu pelirroja se las haya arreglado para que mi inocente e indefensa prima tenga una cita con el indecente de Zabini.

Esa declaración causó dos reacciones completamente distintas en los dos mejores amigos de Sirius: James abrió la boca escandalizado y Remus olvidó su preocupación por la "amigable" charla que su novia habría mantenido con Anne y miró divertido a Sirius.

- ¿De veras crees que mi pelirroja es una psicópata? – preguntó James.

- ¿De veras crees que tu prima es dulce e inocente? – opinó Remus.

Sirius dejó de pasearse por la habitación y se dejó caer pesadamente sobre su cama.

- Tu pelirroja es una psicópata y me parece raro que todavía no te hayas enterado – James hizo un gesto indicando que no estaba de acuerdo con ello, pero prefirió callarse – y mi prima por supuesto que es dulce e inocente.

James y Remus rodaron los ojos.

- ¿Qué? – preguntó Sirius al ver las caras de escepticismo de sus dos amigos.

- Déjalo – pidió James con un gesto y volviendo a centrar su atención en la revista que estaba leyendo.

- Sí, céntrate en cosas más importantes – apoyó Remus sumergiéndose de nuevo en sus preocupaciones.

- ¿Qué puede haber más importante? A estas horas lo más seguro es que mi primita esté sucumbiendo ante los encantos de capullo de Zabini – vaticinó Sirius con gesto sombrío.

ooooooooooooo

Pero lo cierto es que Sirius no andaba muy equivocado, porque en aquellos momentos dos jóvenes paseaban en silencio por las calles de Hogsmeade sin saber exactamente qué decir. Ciertamente era una situación incómoda.

Liz giró la cabeza bruscamente para mirar a Zabini y abrió la boca para decir algo… pero no encontró palabras adecuadas para la situación, por lo que cerró la boca y volvió a mirar al centro. Se sentía estúpida¿por qué no era capaz de decir algo divertido o interesante? Estaba claro que Zabini no se iba a enamorar de ella por su elocuencia al hablar. Enamorar… ya estamos hablando en palabras mayores. De momento dejémoslo en gustar.

Por su parte, Zabini no hacía más que mirar a la chica de reojo y sonreír por los intentos de Liz de entablar una conversación. Pero de todas formas él estaba esperando el momento adecuado para dar el toque final porque… ¿qué era un cita sin un beso? Nada. Y eso Zabini lo sabía de sobra.

Siguieron caminando en silencio hasta que…

- ¡Esto es estúpido!

… Liz se hartó de la incómoda situación.

- ¿El qué es estúpido? – preguntó Zabini sorprendido y divertido a la vez.

- Esta… situación – empezó a explicar ella gesticulando con las manos – es completamente estúpida. Se supone que estamos en una cita¿no? Pues no sé, quizás soy yo que no soy muy experta en citas, pero en las citas normalmente se habla y… me siento estúpida. No se q…

Pero Liz no pudo continuar con su caótica explicación porque, aprovechando el momento de descuido de la chica, Zabini tomó a la chica de la cintura y… simplemente la besó. Sin complicaciones, pero con delicadeza; sin brusquedad, pero con decisión.

- ¿Qué… qué fue eso? – preguntó Liz al cabo de un rato, separándose del joven y todavía con la respiración agitada.

- La prueba de que la cita ha sido un completo éxito – contestó él encogiéndose de hombros - ¿Te lo demuestro otra vez?

La joven tan solo rió y cogió a Zabini de la mano, tirando de él hacia el castillo. Él la siguió con una amplia sonrisa pero debatiendo interiormente sobre qué era lo que más le había gustado de Liz: el hecho de ser la prometida de Malfoy o la chica en sí… ¡qué dilema!

oooooooooooooooo

Al día siguiente Liz andaba como en una nube… una nube solo fastidiada por el castigo que tenía que compartir aquella tarde con su primo Sirius. A las cinco se encontraba en la puerta del despacho de la profesora McGonagall, dispuesta a aceptar e cruel castigo que seguramente la jefa de su casa les iba a imponer.

- Buenas tardes, señorita Black – saludó la profesora con severidad en cuanto su alumna entró en el despacho - ¿Se puede saber dónde está su primo?

La chica se encogió de hombros dando a entender que no tenía ni idea. Con lo despistado que era Sirius, lo más seguro es que se le hubiera olvidado el castigo.

Diez minutos después, la profesora McGonagall había pasado de estar ligeramente molesta a tener un cabreo monumental por la impuntualidad de su alumno. Una cosa era retrasarse dos minutos, pero no diez.

- Esto ya se pasa de castaño a oscuro – empezó a decir la mujer.

Pero la profesora de Transformaciones no pudo seguir, ya que la puerta de su despacho se abrió de sopetón dejando a paso a un Sirius sin respiración que parecía haber corrido los 500 m lisos por los pasillos de Hogwarts.

- Lo… lo siento – se disculpó el joven intentando recobrar la respiración.

- Supongo que tendrá una buena excusa – dijo la profesora McGonagall mirando a su alumno por encima de sus gafas de montura cuadrada.

- Se… se me olvido que tenía una castigo– explicó Sirius con una sonrisa inocente, haciendo que su prima riera disimuladamente.

La adulta apretó los labios con fuerza pero no dijo absolutamente nada. En lugar de eso, se sentó en su silla y miró a los dos jóvenes de manera seria.

- Bien – empezó a decir la profesora McGonagall – Sabéis que sois dos de mis alumnos más alborotadores.

Los dos asintieron, aunque Liz no estaba muy de acuerdo.

- Que no calláis ni debajo del agua.

Asentimiento de cabeza.

- Que muchos profesores se quejan de que no ponéis atención en sus clases.

Nuevo asentimiento.

- Pero a pesar de ello sois dos de los alumnos más inteligentes.

Esta vez tanto Sirius como Liz estaban completamente de acuerdo.

- Aunque – siempre había una pega, y este caso no era la excepción – eso no os excluye de nada. La próxima vez que cualquier profesor se queje de vosotros dos, ya me encargaré yo personalmente de que se os aplique un castigo realmente severo. Y ahora… a limpiar calderos en la mazmorra. Un Hufflepuff de 4º armó un desastre ayer por la tarde en clase de Pociones y el señor Filch se ha negado a limpiarlo.

Sirius y Liz pusieron gestos de aburrimiento pero la cara severa de su profesora McGonagall les impidió comentar nada al respecto. Los dos se levantaron de la silla y salieron del despacho en dirección a las mazmorras, dispuestos a pasar una tarde de lo más aburrida.

- ¿Quién sería el idiota que organizó todo este desastre? – murmuraba Sirius por lo bajo mientras restregaba una y otra vez un paño por la ennegrecidas paredes de la mazmorra.

- Alguien que no tiene ni dos dedos de frente – respondió Liz desde el otro lado de la estancia y pasando un trapo por todos y cada uno de los 577 tarros que allí había.

- Me pregunto porqué los castigos en Hogwarts son tan aburridos.

- ¿A qué te refieres? – preguntó la chica cesando en su intento de dejar brillantes los tarros del aula.

- No sé – dijo Sirius – Siempre que te castigan te mandan a limpiar las mazmorras o a sacarle brillo a los trofeos de los Premios Anuales.

Liz se quedó pensativa, la verdad es que nunca había caído en ello. Pero decidió hacer rabiar un poco a su primo.

- ¿Tan solo utilizas tu cabeza para pensar en cosas tan absurdas? Podrías usarla para algo más importante – se burló la morena.

- ¿A qué le llamas tu importante¿A romperme la cabeza pensando en qué me voy a poner mañana? – contraatacó Sirius con malicia.

Como única respuesta, Liz tan solo emitió un gruñido de desesperación, por lo que Sirius sonrió imperceptiblemente. Le encantaba hacerla rabiar y casi siempre lo conseguía.

Llevaban ya más de hora y media limpiando y limpiando, y Sirius ya se sentía como si estuviera en un anuncio de Don Limpio. Así que decidió que era hora de animar un rato la cosa y de paso sacar información extra.

- ¿Qué tal la cita con Zabini ayer?

La cara de enfado de Liz provocada por el castigo y por el anterior comentario de su primo cambió radicalmente y se transformó en una expresión soñadora.

- Bien – contestó ella evasivamente.

- ¿Bien? – repitió Sirius. Esa respuesta no le valía.

- Estupendo, magnífico, maravilloso, la mejor cita de toda mi vida – explotó la chica con una radiante sonrisa que casi hace vomitar a Sirius.

- O sea, que te metió mano¿no? – sacó como conclusión Sirius.

- ¿Qué?

- Cuando una chica califica una cita como maravillosa, es porque el chico en cuestión le ha metido mano – explicó el merodeador con aires de entendido – Te lo digo por experiencia.

Liz puso los ojos en blanco y le soltó un capón a su primo.

- ¡Au! – se quejó Sirius.

- Sirius… - le avisó.

- ¿Qué? – preguntó él haciéndose el inocente.

- Deja de decir tonterías – le aconsejó Liz volviendo a lo que estaba haciendo.

- No son tonterías, es la verdad – se reafirmó el moreno.

- La cita fue bien y punto – volvió a decir Liz – Él me besó y…

- ¿Qué te besó? – se escandalizó Sirius soltando el trapo que tenía en la mano - ¿Qué te besó? Lo que yo te decía, el tío te metió mano y tú te quedas tan tranquila.

Liz ya se estaba empezando a cabrear por la actitud de su primo. En lugar de alegrarse por ella, lo que hacía era criticar su cita.

- Basta, Sirius. Besar no significa meter mano.

- En el lenguaje de los hombres sí – replicó Sirius – Además… ¿qué te hace pensar que Zabini está contigo porque le gustas?

- ¿Qué quieres decir? – preguntó Liz taladrando al animago con sus ojos azules.

- Que… ¡joder! Eres la prometida de Malfoy, tan solo te está utilizando para joder a su enemigo.

Eso fue más de lo que Liz podía aguantar. Una cosa es que Sirius se metiera con su cita pero ahí se había pasado de la raya. La chica no pudo más y agarró lo primero que encontró a mano, que resultó ser un tarro lleno de ojos de tritón, y se lo lanzó a Sirius con todas sus fuerzas. El merodeador a penas logró esquivarlo, por lo que el tarro se estrelló contra el muro de la mazmorra manchando más la pared.

- Ya tienes algo más que limpiar – señaló Liz con ira contenida.

Sirius decidió que lo mejor era callarse, no quería enfadar más a su ya de por sí enfurecida prima.

oooooooooooooooo

El día siguiente al castigo fue insoportable tanto para los merodeadores como para las chicas, ya que el enfado y el mal rollo entre Sirius y Liz había contagiado al resto. El problema es que ni Lily y Anne y ni James y Remus sabían el motivo del enfado entre los dos primos, aunque intentaban por todos los medios de averiguarlo.

- Vamos Liz, no pensarás quedarte toda la mañana ahí – le habló Lily a un revoltijo de mantas que resultó ser su amiga.

- Pues sí – la voz de la morena sonó lejana, entre todo aquel montón de ropa – De hecho lo estoy haciendo.

Lily rodó los ojos y suspiró sonoramente.

- Inténtalo tú – le dijo a Anne – Yo no tengo paciencia para estas cosas.

Anne sonrió y se acercó a la cama de su amiga. Retiró suavemente las mantas que cubrían a Liz y se la quedó mirando fijamente.

- Tienes un aspecto horrible – dijo Anne al cabo de un tiempo mirando las ojeras que adornaban la cara de Liz.

- Ya lo sé – Liz se volvió a tapar con las mantas – No quiero que nadie me vea así.

- Vamos¿tan malo fue lo que te hizo Sirius?

- No fue lo que hizo, fue más bien lo que dijo – explicó Liz volviéndose a destapar bruscamente.

- ¿Y qué dijo? – preguntó Lily desde el baño.

Liz suspiró y recapacitó antes de responder. En realidad no sabía porqué le habían afectado las palabras de su primo; normalmente Sirius decía muchas tonterías y hablaba sin pensar pero algo le decía que esta vez el merodeador tenía razón. Ella se había ilusionado… y al final su príncipe azul le había salido rana.

- Dijo… dijo que Zabini solo salió conmigo porque soy la prometida del imbécil de Malfoy.

Lily, que ya había salido del baño y se había sentado en la cama de Liz, intercambió una mirada de preocupación con Anne. El hecho de que Zabini se fijara en Liz solo por ser la prometida se su enemigo Malfoy era algo con lo que ya contaban, pero con lo que no contaban es que eso fuera a afectar tanto a su amiga.

- Ten presente que eso puede ser verdad – empezó a decir Anne.

- Pero también puede ser mentira – contrarrestó Lily con una dulce sonrisa.

Liz sopesó lo que sus dos amigas acababan de decir. Era muy pronto para sacar conclusiones precipitadas, pero aún así no quería ilusionarse demasiado con Zabini para luego pegarse el tortazo. Tiempo… sí, eso era exactamente lo que necesitaba en ese momento.

- Tiempo – repitió la morena en voz alta – Necesito tiempo para aclararme. Luego veré lo que hago con Zabini.

- Buena decisión – aprobó Anne.

- ¿Y qué piensas hacer con Sirius? – se interesó Lily pretendiendo sonar despreocupada.

- Sigo enfadada con él – afirmó la chica con determinación.

Dicho esto, Liz se levantó de la cama y se dirigió a la ducha, dispuesta a arreglarse y a ver las cosas de otra manera.

Mientras, en la habitación de los chicos de 7º curso, James y Remus intentaban sonsacarle algo de información al otro Black.

- ¿Quieres contarnos de una vez lo que te pasó con Liz? – preguntó James por décima vez.

Sirius no dijo nada, tan solo murmuró algo ininteligible y se cruzó de brazos.

- ¿Cómo has dicho? Es que no te he entendido bien – dijo James de nuevo.

- Que la cagué, joder – explotó Sirius finalmente dejándose caer sobre su cama – Metí la pata hasta el fondo.

- Sueles hacerlo – le consoló Remus poniendo una mano sobre el hombro de su amigo – No es nada nuevo en ti.

- Gracias por tus palabras de apoyo – ironizó el moreno.

Remus se levantó de la cama encogiéndose de hombros.

- ¿Y se puede saber en qué la cagaste? – preguntó el licántropo colocándose en frente de su amigo y cruzándose él también de brazos.

- Le dije a Liz que Zabini solo tuvo una cita con ella porque era la prometida de Malfoy – respondió Sirius finalmente.

Remus le miró sorprendido y James dejó escapar una carcajada; admitía que en ocasiones él podía llegar a ser muy bruto pero en esa ocasión Sirius le había superado con creces.

- Te has pasado – le riñó Remus al cabo de un rato.

- Te has pasado tres pueblos, diría yo – añadió James con una sonrisa burlona.

Sirius estampó una almohada contra su cara en señal de desesperación.

- Soy un bestia – murmuró el chico.

- Lo eres – apoyó James ganándose una mirada de reproche por parte de Remus – Y ahora marcho a dar una vuelta, no creo que aguante un minuto más a éste auto compadeciéndose.

- Gracias, para eso están los amigos – gritó Sirius con sarcasmo, aunque su amigo no le oyó, ya había salido de la habitación.

James salió de su habitación con una pequeña sonrisa pero con la cabeza como un bombo de llevar toda la tarde aguantando las quejas de su amigo Sirius. Definitivamente Sirius necesitaba una chica urgentemente y esa chica tenía que ser Lily. Pero por más vueltas que le daba, no conseguía idear un plan eficaz para juntar de una vez por todas a esos dos… y menos cuando el propio Sirius estaba empeñado de emparejarle a él con Lily. Entonces para eso lo que tenía que hacer era quitarse a él mismo de en medio, conseguir una novia pero… estaba atravesando un periodo de reflexión espiritual y no le apetecía nada salir con chicas. Error. No le apetecía nada salir con chicas sosas e inmaduras como con las que había salido hasta ahora. Él buscaba algo diferente. Buscaba una chica divertida pero madura a la vez, inteligente, con sentido del humor, que le entendiera, claro… alguien como Lily. Pero claro, tenía que ser alguien que no fuera su mejor amiga como lo era Lily.

Sumergido en sus pensamientos ni siquiera se dio cuenta de donde le había llevado sus pies, pero James tuvo que volver a la realidad cuando alguien se acercó a él gritando su nombre.

- ¡James¡James!

- ¿Qué quieres, Peter? – preguntó James cuando el chico se puso delante de él, agotado por la carrera e intentando recobrar su ritmo respiratorio habitual.

- He… he averiguado algo – dijo Peter al final, encorvado por el esfuerzo que acababa de hacer.

- ¿Sobre qué?

- Sobre Lily.

- ¿Sobre Lily? – repitió el moreno extrañado.

- Sí, es que… ¿recuerdas que te dije que la pelirroja estaba saliendo con un tal Brad Pitt? – preguntó Peter.

- Claro – afirmó James, expectante por ver el rumbo que iba a tomar una conversación tan absurda como aquella.

- Pues resulta que me he enterado de que… - la voz de Peter se volvió un susurro apenas audible – le es infiel.

- A Brad Pitt¿no? – dijo el otro chico elevando una ceja en señal de escepticismo, pero intentando por todos los medios de aguantarse las ganas de reír.

Peter afirmó con la cabeza, extrañado por la tranquila reacción que estaba teniendo James. Él que se esperaba un cabreo monumental y resulta que James se lo estaba tomando muy a la ligera.

- Peter… ¿tú sabes lo que es el cine?

- Sí – contestó el chico extrañado por la pregunta – Cuando era pequeño mi madre me llevo a casa de mi primo segundo y allí vimos "Bambi". Pero que historia taaaaaaan bonita…

- Entonces supongo que los que actúan en el cine se llaman actores – como Peter asintió, el merodeador continuó con su explicación – Bien, pues Peter, me parece que Lily te ha tomado el pelo.

- ¿A mí¿Por qué?

- Pues verás… resulta que Brad Pitt es un actor muggle – soltó James sin piedad – De hecho es el actor favorito de Lily.

En ese momento, si James hubiera prestado un poco más de atención al joven que tenía delante, podría haber visto como su corazón se rompía en mil pedazos… lentamente… dolorosamente… causando una herida profunda… irreparable…

- Entonces… ese tal Brad Pitt es… es famoso¿no? – dedujo Peter haciendo un esfuerzo sobrehumano para aguantarse las lágrimas.

- Sí.

- Y vive muy lejos de aquí.

- A miles de kilómetros de aquí – puntualizó James.

- Y es mayor que Lily

- Sí, bastante.

- Por lo tanto Lily no ha podido conocerle.

- Nunca, aunque le gustaría.

- Entonces… entonces Lily me ha engañado – dijo Peter finalmente.

- Bueno, engañar lo que se dice engañar…

- Me ha engañado – repitió Peter.

- No te lo tomes muy a pecho¿vale? – pidió James comprendiendo que no podía convencer a Peter de que la pelirroja no le había engañado.

- No, claro. Haré… haré como si nada de esto hubiera pasado – mintió Peter dándose la vuelta y dispuesto a irse antes de que su amigo le viera llorar.

James se quedó mirando como se alejaba el chico con una mezcla de tristeza y alegría; tristeza porque Peter no se merecía que le rompieran el corazón de esa manera (N.A. ¬¬) y alegría porque con esa desilusión sabía que Peter dejaría en paz a su pelirroja.

Entonces, en ese momento, James encontró el plan adecuado para la pelirroja y Sirius. Eras perfecto¿cómo no se le había ocurrido antes? Pero antes de nada necesitaba una confirmación y Peter podía dársela.

- ¡Peter! – gritó James antes de que el chico doblara una esquina y se perdiera de vista.

Peter se dio la vuelta y se quedó mirando a James con cara interrogante.

- ¿La semana que viene hay salida a Hogsmeade? – preguntó el moreno.

- Claro – contestó el otro sin saber a qué venía la pregunta.

- Gracias.

En cuanto Peter se dio la vuelta y siguió caminando, James esbozó una pequeña sonrisa. Tenía un plan y esta vez no podía fallar. Ahora solo tenía que contárselo a Lily, arreglar unos cuantos detalles y ponerlo en marcha.


Bueno, pues ya está otro capi más. ¿Qué plan descabellado se le habrá ocurrido a James? Espero que sea mejor que el de los mensajes subliminales.

Y ahora, los adelantos para el próximo capi:

- Las consecuencias de la charla entre Anne y la novia de Remus.

- El plan de James se pone en marcha.

- Liz necesita tiempo pero el problema es que Zabini no.

- Sirius intentará que su prima le perdone.

Y alguna cosita más que se me ocurra. Por cierto (que lo tengo que volver a decir) muuuuuuuuchas gracias por todos vuestros reviews, que sois maravilloss, que me animan mucho y que os lo agradezco todavía más.

Un beso y hasta el próximo capi (os prometo que no voy a tardar tanto)

bars9

Miembro de la Legión de las Lupinas

Miembro de la Orden Siriusana

Hermana de Mina Black

Miembro de las 15 de Mey